Fragilidad
Capítulo 25
Amar es cuidar
Disclaimer: Los personajes de Naruto son propiedad de Masashi Kishimoto, esta historia es de mi total autoría no está permitida su publicación en otros sitios sin previa autorización. -Azulen-
Summary: ¿Amor? – bufó sarcásticamente- Lo que quiero es que te largues y me dejes en paz… -siseó con rabia contenida - ¿Es… realmente eso lo que deseas? ¿Serás feliz ahora Sasuke? ¿Dejarás que el odio te envenene el corazón? - ¿Qué hubiera pasado si Sasuke nunca se hubiese ido de Konoha?
•••
-Parece que está despertando…
-¿Sakura? ¿Te encuentras bien, Sakura?
Sonidos difusos llegaban a sus oídos y todo parecía dar vueltas a su alrededor, entreabrió los ojos con pesadez, sintiendo cómo la luz blanca de la habitación la cegaba momentáneamente, parpadeó un par de veces hasta que su visión se aclaró lo suficiente para distinguir un rostro borroso inclinado sobre ella, todo le daba vueltas.
-¿Sakura?- la voz preocupada de Shizune- ¿Puedes oírme?
Su cuerpo se sentía extraño, pesado, como si acabara de despertar de un largo sueño sin descanso, intentó incorporarse pero un mareo y una punzada de dolor en su cabeza la obligaron a quedarse quieta.
Entonces sus ojos repararon en ella, la persona que podría con algo de suerte curar aquel mal, estaba cerca de la ventana, con los brazos cruzados sobre su pecho y la mirada aguda posada sobre su faz.
-Está despertando- comentó con tono seco, aunque había un matiz de alivio en su expresión.
Sakura tragó saliva, aún desorientada, mientras Shizune le ofrecía un vaso de agua, antes de que pudiera tomarlo, la voz de Tsunade resonó en la habitación.
-Sakura ¿Puedes explicarme por qué diablos te desmayaste en medio de una operación? Shizune me ha contado que has estado distraída últimamente, más te vale que no tenga que ver con ese niño Uchiha.
El corazón de Sakura se detuvo un instante.
-Y-yo…- su voz sonaba más débil de lo que le habría gustado- y-yo no…
-Sakura… ¿Acaso estás embarazada?- inquirió directamente entrecerrando los ojos con sospecha y un atisbo de diversión brilló en sus ojos mieles.
Sakura sintió cómo la sangre abandonaba su rostro de golpe solo para encenderlo de carmín medio segundo después.
-¡¿Q-qué?! ¡P-por sup-puesto que no!- balbuceó con los ojos bien abiertos.
Shizune le lanzó a Tsunade una mirada de leve reprobación, pero la sannin simplemente suspiró poniendo los ojos en blanco.
-Bien, entonces dime la verdad- su tono se suavizó un poco- ¿Qué te pasó ahí dentro, Sakura? No es normal en ti… no hemos encontrado nada anormal en tus exámenes ¿Estás alimentándote bien?
Sakura apretó las sábanas con las manos, sintiendo la tela fría entre sus dedos y asintió.
No podía seguir ocultándolo.
No después de lo que había sucedido en la sala de operaciones, necesitaba ayuda.
-Yo… Tsunade-sama yo…- tomó aire sintiendo su pecho comprimirse- Desde aquel encuentro con Akatsuki… desde ese día en el que Naoki…
Se obligó a mirar a Tsunade a los ojos, buscando en ellos la fuerza que en ese momento le faltaba.
-Ya no puedo ver… sangre sin sentir que voy a ahogarme- las palabras salieron atropelladas, como si las hubiera contenido por demasiado tiempo- Me asusta…- su respiración se aceleró-me da tanto asco… i-incluso me paraliza, tengo miedo.
Shizune bajó la mirada, comprendiendo al instante la gravedad de lo que Sakura estaba confesando, algo como eso, incluso sabiendo que su maestra sufría el mismo mal… podría significar un enorme obstáculo en Sakura siendo una aprendiz.
-Cada vez que veo grandes cantidades de sangre… los recuerdos vuelven- su respiración se entrecortó- es como si estuviera allí otra vez, revivo el momento como si el filo de la guadaña de ese hombre pudiera alcanzarme en cualquier momento y como si Naoki todavía estuviera muriendo en mis brazos… veo la sangre en mis manos y no puedo evitarlo.
Se cubrió el rostro con ambas manos, avergonzada, un sollozo silencioso tembló en su garganta.
Un crujido suave la hizo alzar la vista, Tsunade había abandonado su sitio y caminó hacia ella con una expresión indescifrable y sin previo aviso, se sentó en el borde de la camilla.
-Entiendo- dijo con una calma inusual, algo en sus ojos mieles brilló muy recóndito.
Sakura parpadeó, confundida, elevando sus jades temerosos hacia la mujer.
-¿Q-qué?
Tsunade apoyó los codos sobre sus muslos y entrelazó los dedos, su mirada ambarina reflejando una mezcla de comprensión y nostalgia.
-Sabes que he pasado por lo mismo- confesó, dejando escapar un suspiro profundo- La mitad de mi vida he sufrido por ello, cada vez que veía la sangre… cada vez que la sentía en mis manos… me recordaba todo lo que había perdido.
Sakura se quedó en silencio, por supuesto no era ningún secreto al menos para ella, que Tsunade había sufrido una terrible hemofobia en el pasado después de perder a su prometido, pero escucharla hablar de ello con tanta naturalidad por primera vez, sobria… le hizo comprender cuánto le había costado superarlo realmente.
-¿C-cómo puedo… superarlo?- susurró con un hilo de voz- ¿T-tiene cura?
Tsunade le sostuvo la mirada con firmeza.
-Siempre recuerda tu propósito Sakura, tus manos salvan vidas y es lo único que importa.
Su pecho se apretó dolorosamente.
-No dejes que el miedo te domine, Sakura, el pánico no puede decidir por ti- la rubia mujer alzó una mano y le apartó un mechón de cabello de la frente con un gesto inesperadamente suave-Tú eres más fuerte que tus miedos.
Las palabras alcanzaron el nudo en su corazón, reconfortantes y maternales hundiéndose en ella como una luz cálida.
El sollozo que Sakura había intentado contener finalmente estalló como una bomba de tiempo que llevaba demasiado tiempo palpitando sin poder liberar su poder, se cubrió la boca con ambas manos intentando reprimir el llanto pero sus hombros temblaban visiblemente, Tsunade no dudó en abrir los brazos y atraerla hacia su pecho.
-Shhh, ya está... ya pasó…-murmuró con voz maternal mientras le acariciaba los rosados cabellos- Está bien, Sakura, puedes llorar.
Sakura se aferró a ella con fuerza, dejando que las lágrimas rodaran libremente, por primera vez en mucho tiempo, sintió que no estaba sola con el miedo, Shizune se sentó del otro lado de la cama con una pequeña sonrisa comprensiva y una mano posada delicadamente sobre su cabeza.
Después de un rato, Tsunade se apartó ligeramente y le dio una palmadita en la cabeza.
-Ve a casa a descansar y toma el día libre mañana así podrás despejarte un poco y salir por ahí con tu pequeño noviecito- sonrió ladinamente.
Sakura sorbió por la nariz y la miró con ojos vidriosos.
-P-pero…
-Nada de peros, es una orden.
-S-si Tsunade-sama…
•••
Las llaves tintineaban entre sus dedos mientras intentaba sacarlas del bolsillo con las manos entumecidas sin razón, la yema de sus dedos sintiéndose extrañamente insensible al tacto del metal frío.
Tan ausente.
Su cuerpo se movía por inercia, como si cada acción estuviera programada para repetir los mismos gestos de siempre sin que su mente estuviera realmente allí.
El pasillo, tenuemente iluminado por la luz amarillenta de las lámparas empotradas junto a cada puerta, se sentía más largo de lo normal, más vacío, más helado, más estrecho.
-¡Hola, Sakura-san! ¿Vienes a ver a Sasuke-san?
El tono cálido y amable de la vecina la sobresaltó, sacándola abruptamente de sus pensamientos y obligándola a parpadear rápidamente, intentando recomponerse, curvó los labios en una sonrisa educada, de esas practicadas que no llegan a los ojos.
-Buenas noches, Reiko-san- respondió, con un tono más apagado del que pretendía- Sí… aunque parece que aún no está en casa.
Mientras rebuscaba las llaves en su bolsillo, sintió un leve escalofrío recorrerle la espalda, agradeció la poca iluminación del pasillo, porque si la luz hubiera sido más fuerte, la mujer habría notado la hinchazón en sus ojos, el enrojecimiento en sus párpados, la evidencia silenciosa de las lágrimas de la tarde, el llanto la había desbordado desquitando toda la tristeza, ansiedad y miedo que había guardado por meses, pero realmente no quería reconocerlo.
Porque ella no lloraba por él.
Porque ellos no tenían problemas.
Porque todo estaba bien.
-Si puedes darle esto, por favor- la voz de la vecina la sacó de su ensimismamiento- Parece que por error han dejado su correspondencia en mi buzón.
Sakura extendió la mano y tomó los sobres sin siquiera mirarlos, sus manos estaban inexplicablemente frías, como si la sangre no terminara de circular con normalidad.
-Gracias- asintió con una cortesía automática- Que tenga una buena noche.
La mujer le sonrió con amabilidad antes de cerrar la puerta tras de sí.
Suspiró largamente, permitiéndose un segundo de agotamiento antes de deslizar la llave en la cerradura, mientras empujaba la puerta, su mirada cayó sobre la correspondencia en su mano.
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Estaba tan cansada.
Facturas.
Se sentía tan…
Una citación de ANBU.
Sola.
El cansancio se enroscó en su pecho como un puño apretando su corazón y de pronto no supo si era el dolor de cabeza o simplemente la sensación de soledad ya era insoportable, se sentía como… como si estuviera mintiéndose a sí misma.
El sonido metálico de un llavero y el crujido de las bisagras de la puerta la sobresaltaron.
No tuvo tiempo de recomponerse, pues la puerta se abrió y Sasuke ingresó a paso lento, le vio descalzarse con un ligero temblor en sus extremidades agotadas.
No lo veía desde hacía días, al menos no de frente, su silueta se había vuelto una sombra inalcanzable, siempre moviéndose en la periferia de su vida, presente pero distante al mismo tiempo, un eco cada vez más débil de la persona que amaba.
Se veía diferente.
No podía decir si era porque estaba más alto, más delgado o simplemente porque la distancia entre ellos lo hacía parecer irreconocible, sus ojos, esos ojos oscuros que tantas veces habían sostenido su mirada con intensidad tan llenos del más cálido y silencioso amor, ahora eran un abismo impenetrable, un pozo sin fondo de frialdad y desdén encontrándose con su mirada jade inexpresiva, su rostro pálido y vacío encaró directamente a sus irises ónix y por un momento logró ver un brillo de preocupación en ellos.
-Sakura.
Su nombre en su boca sonó como una obligación, no como un saludo.
Un escalofrío le recorrió la espalda, por qué últimamente le hacía sentir que no sabía cómo deshacerse de ella y se preguntaba todas las mañanas, por qué seguía ahí.
No supo por qué, pero giró rápidamente hacia la cocina, nerviosa, fingiendo buscar algo en el refrigerador, se sumergió entre los frascos y botellas como si fueran un refugio con una risa ligera aparentando normalidad, como si la brisa helada del interior pudiera calmar la quemazón que sentía en el pecho.
Respiró hondo y parpadeó varias veces, desesperada por borrar cualquier evidencia de su vulnerabilidad, sabía que Sasuke la estaba observando, sabía que si fijaba su atención en su rostro, si se detenía a mirar sus ojos hinchados, haría preguntas que ella no quería responder, porque no sabía como confesarle que era una cobarde.
Juntó fuerzas y se giró con la mejor sonrisa que pudo fabricar.
Pero Sasuke ya no estaba allí.
Lo vio caminar directamente hacia el baño sin siquiera mirarla de nuevo.
Y dolió.
No fue un dolor punzante e inmediato, fue más bien un dolor lento, de esos que se deslizan bajo la piel y se arrastran hasta el interior de los huesos, la carcomía por dentro sin poder hacer nada para detenerlo.
Cada día, la distancia entre ellos se hacía más grande, cada día veía a Sasuke volverse más y más hermético, más inalcanzable, más oscuro… Cada día, Sakura sentía que se estaba perdiendo a sí misma en el intento de aferrarse a algo que se le escapaba de las manos como agua entre los dedos, porque Sasuke parecía exactamente igual que esa noche e incluso peor… porque parecía tan dañado.
Desde que comenzó a pasar tiempo con ese hombre, Nishimura, su actitud había cambiado radicalmente, su presencia se había vuelto más densa, más amenazante, cosquilleaba como una araña venenosa trepando por su cuello y ella… ella ya no sabía cómo alcanzarlo.
No tenía hambre, pero cocinó para él.
Porque Sasuke no había probado un solo bocado de su comida en semanas.
Porque ahora vivía entre misiones y torres de ANBU.
Porque la última vez que intentó llevarle un bento, le negaron la entrada riéndose de ella.
El agua corriendo en el baño fue el único sonido que llenó el apartamento, harta del ruidoso silencio que zumbaba en sus oídos volviéndola loca, encendió la televisión, era miércoles… día de ver su drama favorito, se decidió por ello buscando distraerse, preparó algo rápido, nada demasiado elaborado, lo dejó en el mesón y se tumbó boca abajo sobre la cama con la mirada perdida en la pantalla de la televisión justo en el momento en el que la puerta del baño se abrió liberando una ligera estela de vapor.
No quería mirarle pero no pudo evitar que sus ojos se deslizaran hacia un lado echando un vistazo.
Tensa.
Una toalla colgaba de sus hombros, su torso desnudo cubierto de nuevas cicatrices, cicatrices que sabía muy bien no le dejaría sanar, ni siquiera se molestó en insistir, prefería el silencio a su rechazo.
Había perdido peso ¿O tal vez solo estaba más alto?
Ya no lo sabía.
-¿Cómo te fue?- preguntó con una suavidad ensayada y una sonrisa ligera, apenas volteando hacia él, como si no pasara nada, como si aún pudiera encontrar una forma de acortar la distancia entre ellos sin hacer muy evidente su incomodidad.
Dejó que una risilla escapara de sus labios y saltó de la cama para enredar los brazos alrededor de su torso en un abrazo cálido, en un intento de aferrarse a lo que quedaba entre ellos.
Sasuke se tensó bajo su toque.
Por un instante, su mano rozó su brazo, un contacto frío, breve, como una caricia a medio hacer.
-Bien- respondió, escueto, como siempre incluso su voz parecía más grave y profunda.
Sakura sintió que algo dentro de ella se resquebrajaba un poco más.
Él se separó y se dirigió al taburete para comer en completo silencio.
- ¿No vas a comer?
- No tengo hambre.
- Hm.
Sus jades lo miraban de reojo, buscando en su rostro algún indicio de que aún quedaba algo de amor, de deseo, de interés en él.
Algo que le dijera que aún significaba algo en su vida.
Pero Sasuke comía con la misma indiferencia con la que respiraba.
-Me daré un baño.
Su voz sonó suave, casi temerosa de interrumpir la quietud que se había asentado entre ellos. Apagó la televisión con un clic seco, la pantalla negra reflejando por un instante la imagen de su propio rostro cansado y apagado.
Miró de reojo a su novio asentir sin levantar la vista, estaba inclinado sobre la encimera de la cocina, con el ceño fruncido y la mandíbula ligeramente apretada mientras revisaba el contenido de las cartas, a su lado, un vaso de agua a medio beber descansaba sobre el mármol frío.
Se sintió tentada a invitarlo.
Tentada a girar sobre sus talones, a cruzar la habitación y deslizar sus brazos alrededor de su cuello a murmurar contra su piel que el agua estaría caliente, que podían compartirla, que podían recuperar algo en la intimidad, aunque fuera solo por un momento.
Tentada a demostrarle y demostrarse a sí misma que aún tenía algo que ofrecerle.
Pero no lo hizo.
Porque tenía miedo de que aceptara tocarla por inercia, sin deseo y sin amor.
Pero más temía darse cuenta de que él ya no la quería.
Así que solo asintió para sí misma y caminó encerrándose en el baño, se forzó a no llorar más, porque no quería preocuparle, porque aún tenía la vaga esperanza de que él se preocupara por ella justo antes de dormir.
Su pecho subía y bajaba en respiraciones contenidas, como si estuviera intentando regular algo dentro de sí misma, algo que amenazaba con desgarrarse, con escapar, con arder en su interior hasta consumirla por completo, el agua caliente comenzó a correr, llenando el pequeño espacio con vapor.
Se desnudó sin prisa, con movimientos mecánicos, sintiendo la frialdad del suelo bajo sus pies mientras el sonido del agua llenaba sus oídos, ahogando el silencio de la casa.
Cuando entró en la ducha, dejó que el agua resbalara por su piel, que le empapara el cabello, que la envolviera en un calor reconfortante y sintió su cuerpo tenso relajándose con lentitud.
Cerró los ojos.
Y por un instante, se permitió imaginar.
Se permitió imaginar que al abrirlos lo encontraría allí con su mirada profunda y oscura siguiéndola con interés genuino, con deseo, con amor, otra vez.
Que entraría en la ducha sin decir nada, que sus dedos tocarían su piel con la misma devoción de antes, que sus labios buscarían los suyos con hambre y necesidad.
Quería sentir que aún la amaba.
Salió de la ducha con una determinación renovada, el vapor aún flotaba en el aire mientras frotaba su cabello con la toalla, intentando absorber toda la humedad posible, sus manos recorrieron su piel con delicadeza, deslizando su loción favorita en cada curva, disfrutando del leve perfume que siempre la reconfortaba, con un movimiento automático, envolvió la toalla alrededor de su cuerpo y se acercó al espejo.
Sus ojos ya no lucían hinchados, y en sus labios apareció una sonrisa más relajada, más genuina, el baño había logrado disipar, al menos por un momento, el peso de su agotamiento y lúgubre humor.
Tal vez, con un poco de suerte, podría contagiar al Uchiha.
Se acercó a paso lento viéndole recostado en la cama, sus ojos estaban cerrados pero sabía que no estaba dormido, parecía más bien pensativo lo que le otorgaba el factor sorpresa, se deslizó hacia la cama en total sigilo pero era imposible escapar a los agudos reflejos de su novio, pues el abrió los ojos en cuanto sintió una presencia cerca de él, su mirada era letal y por un segundo casi consigue echar para atrás su plan, su rostro mortalmente serio se relajó un poco manteniendo su inexpresión pero no pudo disimular un tenue brillo depredador encendiéndose en el fondo de sus irises cuando en silencio subió a su regazo con una rodilla a cada lado de su cadera y le vio encorvar una ceja, casi escéptico.
Aquel gesto le devolvió la esperanza de recuperarlo al menos un momento y desenganchó la toalla descubriéndose para él, no hubo necesidad de pronunciar palabra Sasuke sabía muy bien lo que quería, selló sus labios con los suyos en un beso demandante que se sentía casi como un reclamo por su descuido.
-¿Por qué ya no me tocas?- inquirió contra sus labios.
-Porque estoy agotado, Sakura…- susurró acariciando su cintura hasta posar las manos en sus caderas y darle un ligero apretón.
-Tendré que buscarme un amante…- bromeó y deslizó la punta de su nariz por su piel dando suaves besos húmedos en su cuello, descendiendo por su pecho descubierto y le sintió suspirar cuando sus manos traviesas acariciaron su miembro sobre la ropa.
-Sakura…- su tono era de advertencia pero ella sonrió traviesa.
-¿Uhm? ¿No quieres esto?- le provocó liberando su prominente erección y arrancándole un suave gruñido cuando sopló su cálido aliento sobre la punta.
La resistencia en su mirada se deshizo con la primera lamida, vio el deseo encender sus ojos y se sintió una pervertida por pensar en cuanto había extrañado la sensación de la carne en su boca, Sasuke reprimía suaves gruñidos apretando despacito sus rosados cabellos entre suaves tirones que le marcaban el ritmo, elevó el rostro un momento sin dejar de bombearle con la mano y se sintió tan profundamente enamorada cuando sus ojos se encontraron que todo volvió a ser simplemente mágico y correcto otra vez.
Se inclinó sobre ella, empujándola contra el colchón con más fuerza de la necesaria, con una urgencia febril que no entendía del todo pero podía sentir el desespero ardiéndole en las entrañas tan latente en su piel.
Su boca buscó la de ella con una intensidad casi devoradora, con una necesidad que no sabía nombrar pero que venía alimentándose de su ansiedad, de la presión que lo asfixiaba, de la culpa que se aferraba a su pecho con garras invisibles destruyéndole lentamente, desde adentro como una corrosión en su alma que temía algún día salpicase en la pureza de ella, la escuchó gemir y mordisqueó sus labios casi deseando devorarla, sus manos se aferraron a su delicado cuerpo disfrutando del aroma y la suavidad de su piel.
La habitación era apenas iluminada por la luna filtrándose por la ventana pero no necesitaba más que eso pues conocía su cuerpo de memoria, cada fibra de su ser parecía despertar por ella, la deseaba tanto, pero la luz creaba sombras que distorsionaban la realidad con la brisa removiendo las cortinas entrecortando su visión de ella por momentos, alejándolo de su rostro inocente, fue entre esas sombras que Sasuke comenzó a verlos, ojos aterrorizados, miradas que se apagaban antes de que sus cuerpos tocaran el suelo.
No era la primera vez que le ocurría, pero esta vez se sintió diferente, deslizó sus labios por su piel mordiendo sus senos, intentó concentrarse en sus melódicos gemidos para olvidar los recuerdos que le acosaban, el calor le abrumaba pero el ardor en su estómago le amenazaba con devolver la cena, estaba cansándose de lidiar con esa sensación que le oprimía el pecho.
Voraz e invasiva.
El peso de ser un ANBU de raíz caía sobre él como una losa, los rostros de aquellos inocentes a quienes había arrebatado la vida se superponían al de ella, juzgándole, engañándole en la penumbra, cambiando sus hermosos y vivaces ojos verdes por miradas vacías y mortecinas.
La inmovilizo.
Sus manos apretaron sus muñecas salvajemente y tembló agitando su respiración pero no por la excitación, Sakura gimió bajo su tacto, pero no de placer, aquel quejido ahogado y pesaroso le cerró la garganta pues le recordaba al espantoso sonido que hacían sus víctimas antes de abandonar el plano y le provocó unas ganas irrefrenables de gritar de frustración al mismo tiempo, sus gemidos eran una súplica disfrazada, mordió su cuello, le cubrió los labios con su palma para ya no escucharla, su mirada se oscureció.
Desesperación.
Su agarre era duro, sus movimientos desesperados y su mente jugaba con él de la forma más cruel posible en el peor momento pues definitivamente ya no estaba haciéndole el amor.
De repente, Sakura dejó de ser Sakura.
El rostro de aquella mujer, la ninja renegada que había matado apenas unas horas antes se fundió con el de su novia, sus ojos abiertos, su boca formando un grito mudo y un hilo de sangre bajándole por la comisura de los labios.
Sakura apartó la mano que le silenciaba y jadeó, pero no con deseo.
-S-Sasuke... para...
Su voz tembló y en su tono escuchó algo que le heló la sangre…
-Detente, me estás haciendo daño- su voz temblorosa y contenida despertó algo en él.
Parpadeó con violencia, intentando disipar la visión, pero era como una pintura deformada que se negaba a desaparecer, su respiración se volvió errática, su corazón golpeaba con fuerza inhumana dentro de su pecho, sus manos en su piel se sentían como grilletes, como cadenas que solo él había forjado y notó con la luz blanquecina que se filtraba por la ventana las marcas de sus dedos en sus muñecas temblando sin control.
Se vio reflejado en sus ojos verdes, llenos de algo que jamás creyó ver en ellos al mirarle… terror.
Saltó lejos de ella como si le hubiera quemado, como si hubiera sido él quien estaba a punto de arder en llamas, su respiración era un caos, el sudor se acumulaba en su frente y la culpa lo embistió como una ola furiosa.
-P-perdóname- murmuró, su voz apenas un hilo rasgado- n-no quería… y-yo…
-Sasuke-kun… v-ven… - extendió su mano temblorosa hacia él dispuesta ingenuamente a confiar otra vez.
Se acercó de nuevo, obediente, esta vez con una delicadeza naciente de la culpa, acariciando su rostro con las yemas de los dedos, tratando de borrar lo que acababa de hacer, se sintió tan repentinamente vulnerable, su pecado seguía ahí, la marca de su rudeza aún pesaba en su cuerpo como un recuerdo imborrable y el chakra verduzco de Sakura brilló en sus muñecas adoloridas como si aquel episodio repentino de paranoia fuese insignificante.
-No me siento bien…- admitió, con un cansancio que le calaba hasta los huesos, su voz contenida llegó al corazón de Sakura ablandando su mirada- Siento… demasiada presión Sakura… vamos a dormir, mañana volveré temprano y cenaremos fuera, lo prometo.
Aún con el temblor en los labios y el miedo escalando por su piel, le permitió limpiar el rastro lágrimas en su tierno rostro con los pulgares, Sakura se obligó a sonreír ante su contacto para quitarle peso al momento, a fingir que no le dolía.
-Ya estoy bien- susurró, acunando su rostro entre las manos- No me hiciste daño… solo me asusté, estabas haciéndolo muy rudo- intentó juguetear con el momento.
Estaba tan mal.
No dijo la verdad, porque la verdad haría que Sasuke se hundiera aún más en su propio abismo.
Porque siempre tenía que protegerlo a él.
•••
Sus pensamientos se sentían tan lejanos, rememorando el ultimo día en el que tuvo algún gesto de cariño hacia su novia.
Después de ello el casi desapareció de su vida por completo sintiendo como si simplemente ya no pudiera mirarla a la cara, se sentía tan mal… pero era un egoísta pues no sabía cómo dejarla ir y el tiempo siguió pasando, arrastrando una promesa sin cumplir, recordando que se mentía a si mismo diciéndose que ese día terminaría con todo sabiendo que prefería evitarla a pronunciar esas palabras.
Se sentía abrumado, pequeño… y tan poco merecedor de su amor.
La brisa nocturna susurraba a través de las rendijas de la ventana trayendo consigo el aroma de la lluvia ligera que había caído horas antes, el departamento estaba sumido en un silencio un tanto tenso, solo acompañado por el murmullo de la película reproduciéndose en la televisión y el crujido ocasional de la madera al asentarse.
Sasuke odiaba el verano.
El calor de agosto lo sofocaba.
Estaba sentado en el suelo apoyándose contra la cama, con la espalda rígida y la mirada perdida en la pantalla sin poner verdadera atención a lo que sea que estuvieran viendo solo podía pensar, sobre la mesa, su máscara ANBU descansaba junto a sus guantes ennegrecidos por el uso, su katana estaba apoyada contra la pared sin ningún cuidado, creía que era la fiel imagen de disciplina y control… aunque por dentro no era más que un caos.
Noches de insomnio.
Días sin descansos.
La culpa… la maldita culpa…
El sonido de pasos suaves interrumpió su abstracción, levantó la vista solo para encontrarse con la figura de Sakura de pie a su lado con un tazón lleno de palomitas, lista para acomodarse en su costado dispuesta a disfrutar de su primera noche libre después de casi cinco meses en los que apenas se habían visto.
Se veía tan feliz de estar a su lado que le dolía el solo posar sus ojos en ella.
-¿Muy cansado?- preguntó con suavidad acurrucándose bajo su brazo y besando su mejilla con cariño, le dio un suave apretón en el brazo susurrando un tenue y tenso: "Solo un poco"
-¿Algo interesante hoy?- insistió ella con su plática pero lo que menos le apetecía en ese momento era hablar, se sentía estresado incluso harto sin saber muy bien de qué.
Pero le apetecía tanto estar solo en ese momento.
-No.
-Cuéntame algo… - le acarició el rostro con suavidad- nos vemos tan poco que casi me siento como una intrusa en mi propia relación- bromeó con una sonrisa tenue, pero la chispa en su mirada delataba algo más- te extraño… ¿Tu no?
Sasuke apenas reaccionó, un simple parpadeo, una respiración profunda y se incorporó del suelo sentándose en la cama, arrimándose al otro extremo distanciándose de ella.
Estaba tan agobiado.
-No exageres, Sakura- murmuró de mala gana intentando alcanzar el control remoto de la televisión sobre la mesita para buscar algo más interesante, sus brazos pesaron cuando ella rio forzadamente abrazándole en la cama intentando besarle- me duele el brazo y hace calor… - murmuró esquivo, en el fondo no quería alejarla, si, quería que le abrace pero ya no podía…
Nishimura era un maldito sádico retorcido y él caminaba por el mismo sangriento sendero.
Sakura ladeó la cabeza sintiéndose herida por aquella obvia petición de alejarse, su sonrisa desvaneciéndose poco a poco mientras apartaba su cuerpo deshaciendo el abrazo, se mordió los labios y sus ojo jades brillaron consternados.
-¿Es en serio? ¿Exagero? Creo que necesitamos hablar…
Oh no… ella quería discutir…
La ignoró por su paz mental.
Sakura cruzó los brazos sobre su pecho, su mirada jade brillando con preocupación y un deje de tristeza, a la espera de una respuesta, intentó alcanzarle pero discretamente Sasuke se apartó.
-Ahora no… Sakura, no estoy de humor ¿Sí?
-Si, ya lo veo… has estado extraño últimamente… casi pensé que estabas evitándome- confesó con voz suave- no… es que has estado evitándome ¿Verdad?
-No comiences, por favor…- exhaló exasperado y se puso de pie dispuesto a buscar un vaso de agua en la cocina.
Huyendo.
Sakura no tardo en seguirlo.
-Sasuke-kun… -su voz descendió en un tono más suave y controlado, rebuscando entre la paciencia que no sentía tener ese día- ¿Estás bien? Habla conmigo… por favor…
La forma en que la pregunta flotó en el aire hizo que Sasuke apretara la mandíbula.
-Estoy bien-enfatizó exasperado.
Era una mentira descarada.
Sakura lo observó con atención, la tensión en sus hombros, la forma en que sus dedos se cerraban en puños alrededor del pobre vaso que ninguna culpa tenía de su obvia rabia contenida, se acercó un poco a él suspirando y le retiró el vaso de las manos con una leve caricia dejándolo en el mesón.
Le abrazó y ascendió sus manos con suavidad hacia su rostro con una mirada comprensiva que a Sasuke se le antojó condescendiente.
Estaba asqueado de si mismo, de su vida, de sus propósitos vacíos, de no entender por qué hacía lo que hacía.
Entonces ella lo besó despacio, sintió su pecho arder y la bilis escalar por su abdomen cuando los labios de Sasuke se movieron sobre los suyos desprendiendo cierta frialdad, como una acción automática o algo que tuviera que hacer porque sí.
Para que se calle.
Completamente carente de sentimientos.
Se separaron y pegó su frente a la suya.
-Te conozco cariño… No lo estás- afirmó con certeza- ¿Qué ocurrió?
-Nada.
La impaciencia de Sakura se hizo evidente, deshizo el abrazo alejándose un par de pasos hasta apoyar la espalda contra el mesón, su entrecejo ligeramente fruncido y su voz quebrada.
-No puedes decirme que nada, Sasuke, apenas me hablas, apenas me miras… -avanzó unos pasos hasta quedar justo frente a él- Es como si ya no quisieras estar conmigo ¿Es así? ¿Recuerdas que prometimos contarnos todo? Dijiste que confiarías en mi… dijiste que… te sentías mejor… conmigo.
Sasuke cerró los ojos un momento y exhaló pesadamente.
-No insistas, Sakura, ya te dije que no me pasa nada- afirmó con frialdad, sus ojos se ciñeron sobre ella sin reflejar emociones- no es nada que tenga que ver contigo así que déjalo así.
Su ojos la helaron.
Sakura le sostuvo la mirada, herida.
-¡¿Por qué no?!- Sakura alzó la voz de golpe, protestando por primera vez- ¡Yo no quiero dejarlo pasar! ¡Estoy preocupada por ti! ¡Desde que te uniste al ANBU has estado actuando tan extraño! ¿Qué te hicieron en ese lugar? - inquirió lastimera deslizando sus dedos por su rostro buscando su mirada- ¿Por qué no quieres hablar conmigo?- intentó sujetar su mano suavemente- te amo, yo siempre voy a escucharte… siempre estoy aquí para ti.
El pelinegro se alejó con un movimiento brusco, dándose cuenta demasiado tarde de la forma tan hostil en la que había alejado de si las manos que le acariciaban, se mordió los labios, sentía culpa y tanta rabia al mismo tiempo porque solo sabía hacerle daño, se arrepintió en el acto por reaccionar de ese modo y aun así respondió gélidamente.
-No necesito que te preocupes por mí.
-¡Eso no es algo que puedas decidir tú!- le espetó ella con furia contenida, indignada por su reacción- Eres importante para mí, pero últimamente… últimamente ya no sé… ¿Estoy perdiéndote? ¿Ya no quieres esto?
Él sintió que algo se encogía en su interior.
Otra vez… otra vez solo estaba lastimándola.
-Tal vez… sea lo mejor.
Sakura sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
-¿Qué…?
Sasuke se llevó una mano al rostro, pasándola por su cabello en un gesto de desesperación contenida.
-Basta, Sakura, dejémoslo por aquí estoy muy cansado, no quiero decirte cosas de las que me arrepentiré, no lo entiendes…
-¡Entonces dímelo!- le gritó, sus ojos brillando con lágrimas contenidas-¡Dime qué demonios está pasándote, Sasuke! ¡Ayúdame a entender! ¿¡Por qué parece que has vuelto a ser tan frío?! ¡¿Por qué pareces tan hastiado?!
Ofuscado dejó caer ambas manos sobre el mesón con fuerza, con los dientes apretados y los ojos ardiendo de rabia.
-¡Cállate un momento Sakura! ¡Maldita sea!- rugió- ¡Odio todo esto! ¿¡Bien?! ¡¿Estás satisfecha?! ¡Odio sentir que soy débil! ¡Odio sentir que solo estoy perdiendo el tiempo en tonterías cuando tenía una meta! ¡Odio que esos bastardos me lo recuerden todo el tiempo! ¡Odio no saber si estoy haciendo lo correcto! ¡He progresado de una forma que me hace odiar pensar en que quizás debí irme de Konoha! ¡Pero odio aún más sentir que te habría ido mucho mejor con alguien más! Quizás nunca debí interponerme… no debí meterme en tu vida… fui impulsivo…
Sakura sintió que su pecho se comprimía y las lágrimas comenzaron a rodar por su rostro decepcionado.
-¿Perdiendo el tiempo…? ¿Irte? ¿Impulsivo?- susurró, su voz quebrada- ¿Eso es lo que crees que es esto? ¿Una pérdida de tiempo y debiste dejarle el problema a otro?- sollozó- ¿Es lo que soy para ti? ¿Un estorbo?
Sasuke sintió su propio corazón detenerse un segundo deseando poder recoger todo ese vomito verbal sin sentido.
-N-No es eso… yo…
-¿¡Entonces qué!?-su voz se alzó con furia y dolor.
Dios… se sentía… tan estúpida…
Tan herida…
-Si… quizás pudiste emplear mejor nuestro tiempo-afirmó bufando, deseó… romperle la cara.
El silencio de Sasuke lo delató cuando desvió la mirada evitándola.
Sakura dejó escapar una risa amarga, incrédula.
-No puedo creer que… eso sea todo lo que significa para ti… ¿Acaso me equivoqué? ¿No fui suficiente? ¿Es que he sido tan mala novia hasta hartarte?- hipó abrazándose a sí misma- Soy una molestia para ti…
Le había roto el corazón.
Otra vez.
Él bajó la mirada, su mente atrapada en un torbellino de recuerdos que lo azotaban torturándole día y noche, Hidan burlándose de él, esquivando cada ataque con facilidad, la impotencia de saber que no era rival para un miembro de Akatsuki, la atemorizante presencia de Kakuzu, el sadismo de Nishimura, la brutalidad de los entrenamientos y la frivolidad de las misiones en las que había asesinado hasta aburrirse, hasta perder por completo el sentido de la vida, convirtiendo a los seres humanos a su alrededor en meros objetos animados, tan frágiles.
Pensó en lo lejos que estaba de su hermano.
Y en el poco tiempo que tenía.
-No dejo de tener pesadillas desde ese día… ya no puedo dormir…- susurró lastimero, su voz quebrada y apesadumbrada deseaba tanto que ella le entienda- En ellas, te veo morir, Sakura, te veo caer en ríos de sangre una y otra vez y no puedo hacer nada… he matado a tantas personas que no lo merecían que tengo miedo de tocarte… porque no quiero lastimarte.
Los ojos de Sakura se abrieron de par en par.
-Sasuke-kun…
-¿Comprendes? No soy lo suficientemente fuerte para protegerte…- admitió con la respiración errática- ¡No lo fui ese día y puede que no lo sea la próxima vez! Solo tuvimos suerte… estamos vivos… por un capricho de ellos.
Sakura sintió su propia frustración desbordarse.
-¿Acaso crees que estoy bien? Por supuesto que no lo estoy, pero pensar en ti siempre me reconforta, pensar en que me estoy volviendo más fuerte… por ti…- su voz se quebró- porque desde ese día… cada vez que veo sangre… siento náuseas, me arrepiento y me culpo constantemente, tú… pudiste morir y fue culpa mía…
Sasuke la miró con sorpresa.
-Sakura… no fue tu culpa tú…-
-¡Me da asco!- explotó, su voz impregnada de dolor y el trozo de mármol del mesón crujió bajo su mano cuando lo apretó con su fuerza inhumana- ¡Me da asco la sangre porque no puedo dejar de pensar en cómo casi te matan frente a mis ojos y yo no pude hacer nada porque elegí salvar a Naoki!- chilló frustrada- y ¡Si! Odio que se haya ido… me dolió tanto despedirme de él… que dudé por un momento de lo que sentía por ti pero ¿sabes? Aquí estoy… porque yo si te amo… porque yo jamás te abandonaría… porque no eres un peso para mi como yo claramente lo soy para ti.
La respiración quebrada y agitada de Sakura parecía resonar entre las paredes.
-Yo…
-Tu pareces odiar muchas cosas pero ¿Sabes qué es lo que más odio yo?- susurró ella, abrazándose a sí misma- Odio que no confíes en mí, odio que sigas cargando con todo esto solo… Odio haber tenido que presionarte para que me gritaras como te sientes… y odio darme cuenta de que estás dispuesto a dejar que lo que hemos construido se vaya por un tubo… porque estás convencido de que es lo mejor para ti, me duele pensar en que a pesar de todo… mis sentimientos son solo otra cosa más que puedes descartar…
Él cerró los ojos con fuerza, queriendo alejar ese sentimiento de vacío que lo consumía, intuía lo que venía.
Ella iba a dejarle, lo había intentado por tanto tiempo y sin embargo…
Cuando realmente el momento había llegado, le temblaban las piernas y se le resquebrajaba el corazón por el dolor de perderla.
-Sakura… b-basta, no digas esas cosas…
Pero ella negó con la cabeza, dando un paso atrás, estiró su mano tomando su chaqueta de la percha.
-No puedo… no puedo con esto ahora, lo siento.
Sasuke sintió pánico al verla alejarse.
-Espera… ¡T-te lo dije! ¡No quería decir todo eso! ¡Sakura! P-podemos arreglarlo…
-No Sasuke, querías decirlo, necesitabas decirlo… vendré por mis cosas mañana.
Susurró ya de espaldas, con su mano temblorosa fija en la puerta entreabierta.
-Buenas noches.
La puerta se cerró tras ella con un golpe seco.
El silencio se hizo insoportable.
Sasuke sintió cómo sus piernas cedían y se dejó caer deslizándose contra la pared del pasillo, sus manos aferraron su cabello con desesperación.
¿Qué había hecho?
Todo lo que había contenido durante semanas se desbordó.
Las imágenes de sus pesadillas, las miradas apagadas, la risa cruel de Hidan, la sangre de Sakura en su mente, el miedo y asco que sentía.
No pudo detenerlo.
Las lágrimas rodaron por sus mejillas en un silencio sofocado.
Por primera vez en mucho tiempo, Sasuke lloró desconsolado.
Y en la oscuridad de aquella casa, se sintió más solo que nunca porque ahora Sakura también le había abandonado.
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Notas de la autora:
Lloranding*
¡Gracias por leer!
Con cariño,
Azulen.
