Capítulo XXI - | Arrepentimiento y Perdón |
"Somos animales viles y egoístas que se arrastran por la tierra, pero como tenemos cerebro, de vez en cuando podemos aspirar, con gran esfuerzo, a hacer algo que no sea del todo malo."
—Un día, una habitación.
Hace mucho, mucho tiempo un Dragón y un gigante cayeron del cielo. Después de que batallaran y fallecieran se extendió una enfermedad incurable que convertía a la gente en sal, o la volvía violenta transformándola en un monstruo. Los humanos estaban en peligro de extinción. Por eso pensaron en una solución. Separar el alma del cuerpo humano y, cuando pudieran curarse, volver a introducir el alma en un recipiente humanoide.
Llamaron a ese plan "El proyecto Gestalt"
Las unidades Devola y Popola originales, eran unas androides gemelas diseñadas para supervisar el Proyecto Gestalt. Trabajaron diligentemente esperando el día en el que devolver las almas a sus recipientes, pero los recipientes creados para salvar a los humanos acabaron escapando del control de Devola y Popola.
Como resultado, Devola y Popola no lograron cumplir su cometido. Fracasaron miserablemente. Y por supuesto, el Proyecto Gestalt también fracasó.
Y así se extinguió la humanidad... o eso era lo que se creía.
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| Campamento de la resistencia |
—¿Hasta cuándo tendremos que sentirnos así? —Dijo Popola apretando su mano en su pecho, no podía sacarse de la cabeza el descubrimiento que hace poco acababan de presenciar.
—Hasta que... llegue el día que podamos expiar el pecado que cometimos. — Devola respondió, con el mismo tono que ella, una voz esperanzada y al mismo tiempo con culpa.
—Entonces, puede que no dure para siempre, como yo pensaba. —dijo Popola en voz baja.
—No, ya no, puede que... logremos eso al fin. —Dijo Devola con un tono de alivio.
—¿Crees... que realmente nos ayudará? ¿Realmente nos aceptará, aun si le decimos lo que causamos? — Popola de nuevo preguntó a Devola.
—Para ser sincero... no lo sé. Pero él nunca dejó de pelear, jamás se rindió. Nos salvó ese día sin dudarlo... aunque no sé qué trama. Puede que ahora mismo sepa más que nosotras. Es un superviviente... Tal vez sea una cura, una cura que llegó demasiado tarde. Y ahora, está solo. —dijo Devola.
—¿Nos necesita? —preguntó Popola
—Por lo que pude ver... No, él no nos necesita, es más que capaz de sobrevivir por sí mismo, nosotras lo necesitamos a él... lo necesitamos. —Respondió Devola, apagando un poco las esperanzas.
—Entonces... ¿Qué hacemos? —Popola pregunto, alzando la mirada hacia Devola.
—Debemos demostrarle que nosotras también podemos pelear. Si queremos expiar nuestros pecados... tenemos que hacerlo, tenemos que demostrárselo. Hay que encontrarlo. —Dijo Devola con una pequeña sonrisa.
—Aunque eso suena demasiado arriesgado... siempre se dirige al noreste. Pero lo que tendríamos que recorrer es demasiado, una distancia exagerada. Detecté partículas G, incluso más allá de las afueras de la ciudad. Su rastro no será lo complicado, lo verdaderamente complicado será... —Popola guardo silencio al terminar de hablar.
—Las máquinas, no sabemos que hay ahí, pero... viendo que son sus zonas más cercanas, cabe la posibilidad que él ya haya dejado todas esas zonas con pocas máquinas, debemos intentarlo. —Dijo Devola alzando un poco la voz.
—Y... ¿qué hacemos con ellos? ¿Simplemente nos iremos? ¿No nos detendrán? —Popola miró a los androides cercanos a la Resistencia. El lugar donde estaban era aislado, lejos de los demás. A pesar de realizar sus labores con esmero y dedicación, seguían siendo rechazadas y odiadas. Ahora, más que nunca, porque un humano existía, dando a las formas de vida androide más motivos para repudiarlas. Eran marginadas, incluso cuando su ayuda era completamente eficiente.
Aunque ellas no fueran las modelos originales quienes se equivocaron en la gestión del proyecto, creían que se merecían ese maltrato, aunque ahora vieron una luz de esperanza, una delgada diáfana que les brindó un poco de paz, al saber que... podían hacer lo correcto esta vez.
—Ahora nuestra ayuda es mínima, y el concilio por lo visto brindo más ayuda de la que esperaba, puede que ahora, justo ahora, sea nuestra única oportunidad. —Devola tomó las manos de Popola, abrigándose una vez más en su hermana, como una parte de ella, un complemento insustituible.
—Tienes razón... yo, lo siento, por dudar ahora. —Apretó de la misma manera Popola la mano de Devola.
—No, yo debería de disculparme. —dijo Devola.
Se miraron por un instante, y una risa sutil escapó de ambas. Siempre se pedían disculpas la una a la otra, aunque al mismo tiempo se recordaban que no tenían por qué hacerlo. Al menos entre ellas, la culpa no existía.
Así son las cosas. Aun así, ambas seguían pensando en lo mismo, algo que no se decían pero que sabían con certeza: no serían perdonadas. Serían juzgadas, no por androides, sino por un ser humano, la raza que no lograron proteger, los mismos humanos que las crearon.
En sus sistemas existía un protocolo cuya procedencia desconocían. Este las sometía a un borrado de memoria periódico, lo que les generaba una culpabilidad constante. Supuestamente, estaba diseñado para evitar que perdieran el control, pero en realidad provocaba algo muy distinto: una agonía perpetua. Era un estado en el que no podían morir, pero tampoco vivir plenamente. Solo algo verdaderamente inhumano podría crear un tormento así.
Prepararon sus cosas con cautela, cuidando no ser descubiertas. Solo se llevarían lo esencial para este pequeño, y al parecer, último viaje. En cada movimiento, depositaban la poca esperanza que aún les quedaba.
—Sabes... me alegro de que seamos dos. Yo sola nunca lo habría soportado. —Dijo Popola al meter dentro de su mochila lo último, con una tranquila sonrisa.
—Podemos soportarlo al ser dos. —Respondió Devola sin titubear.
—Me hace preguntarme... ¿Cómo lo logra el solo? Ya no tiene a nadie, ¿cómo lo hace? ¿Qué es lo que lo hace seguir, sabiendo que él está completamente solo? —Dijo Popola mirando en la dirección en la cual iban a partir.
—No pierdas, pero... no puedo imaginármelo, el estrés que se debe de sentir, el recordarte lo mismo todos los días... estás solo. —Dijo Devola mirando ahora en la misma dirección que Popola,
—Entonces, no perdamos más tiempo, vamos. —Dijo Popola dándole la mano a Devola, está la tomo y fueron juntas, una vez más no sabían el porvenir, pero mantenían ahora mucho más la esperanza que en otras ocasiones, ya que tenían un objetivo firme.
Todas las Devolas y Popolas repiten "Lo siento", "Lo siento". Siempre han vivido siendo serviles. Un constante y repetitivo Lo siento, por fallar, por causar la extinción de la humanidad, por... existir.
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Su salida del campamento resultó ser más fácil de lo que habían anticipado. Conocían los turnos de las guardias y los lugares donde las máquinas no patrullaban, pero ellas los consideraban como medidas de escape. Ningún androide las detectó. Tendrían que tomar rutas largas y avanzar lentamente para evitar cualquier encuentro.
Pasaron por los edificios, incluso por el lugar donde llegó con esa extraña máquina voladora. Ya estaban a solo unos kilómetros de la zona límite de la ciudad, y hasta ese momento, el trayecto había sido extrañamente tranquilo. Sin embargo, el caprichoso destino tenía otros planes.
—¡¿Ustedes, a dónde van?! — Escucharon en la lejanía el grito de alguien, las dos inmediatamente se miraron con alerta, ya que las tomo completamente desprevenidas, escucharon como no solo era un androide de la resistencia, eran tres, sabían que patrullaban estas zonas, pero por la baja actividad de las máquinas no creyeron que hubiera ninguno aquí, claramente se equivocaron.
Se miraron una vez más entre ellas, Popola era quien estaba más nerviosa de las dos, la razón era simple, ya hubo varias ocasiones donde los propios androides las atacaron, y eso es lo que no quería que sucediera en estos instantes.
Se acercaron rápidamente hacia ellas, pero antes que uno de ellos hablara Devola decidió intervenir.
—Nos permitieron salir, buscamos recursos para poder seguir con nuestro trabajo... ¿a menos que nos hayan apoyado con más gente? —Devola habló con tranquilidad, esperando que ninguno de ellos sospechara algo.
Miro a los dos androides que venían con él. —¿Recursos? Sí, tiene sentido, ha habido demasiados heridos, pero hay una cosa que me hace dudar de lo que me estás diciendo... ¿Por qué llevan todo eso en sus espaldas?
—Son herramientas para nosotras, las hicimos por si llegamos a ser heridas.
—¿Las tomaron de los almacenes?
—No, nosotras reciclamos materiales, nunca usaríamos material que está destinado para los demás.
—Si es así, no les importara mostrarlo, si no hay nada, pueden seguir, no las molestaré, aunque solo lo hago porque son órdenes, y porque su ayuda nos beneficia.
Popola no soltó la mano de Devola en toda la conversación, y justo en ese momento la apretó con fuerza. Sabían que lo que llevaban consigo no era lo que decían, tomaron más de lo que necesitaban, pero no para afectarlos en gran medida.
—Si eso nos hace seguir nuestro camino, está bien. —Devola se quito primero la gran mochila a sus espaldas, se volteó mirando a Popola, se miraron unos segundos, algo se dijeron, y entendieron inmediatamente.
—¿Que tanto se miran? ¡Rápido!
—Sí, lo siento.
Pero justo cuando la atención caía en Devola, Popola tomó algo de la suya, lo habían planeado antes de salir, pero no para esta situación, sino para defenderse de las máquinas, lanzó un objeto redondo hacia ellos, y justo en el momento que tocó el suelo hubo una explosión. No hubo tiempo de actuar ni decir nada para los androides, no los daño, solo los incapacito temporalmente.
Corrieron, aprovechando la distracción, Devola tomó la mano de Popola y se dirigieron a su objetivo, a toda la velocidad que podía ejercer en el momento.
—¡¿Están bien?! —El androide que estaba a cargo de los otros dos, grito.
—Si... creo.
—Yo también,
—Uno de ustedes vaya con la capitana y avisen.
—¿Qué le decimos?
—Que las gemelas nos traicionaron, a nosotros y una vez más a la humanidad.
Las gemelas ahora no tenían donde regresar, cada una de ellas lo sabía, sabían que, si regresaban, las eliminarían de una vez por todas, ese pensamiento las aterraba, pero las impulsaba a seguir. Tomaron diferentes rutas, no las mismas, inexploradas por la resistencia, las mismas rutas donde había rastros de partículas G, estaban siguiendo los mismos pasos que Phonix, sentían que era su guía en estos momentos, como una mano invisible que les indicaba el camino.
Pasaron las horas, y no pararon de correr, subieron por riscos, lugares donde nunca se adentrarían. Hasta que Devola fue herida inesperadamente. Las habían encontrado, pero no eran solo esos tres que las detuvieron, sino más de una docena. Habían pasado por un campo enorme, donde fueron visibles para ellos, y justo en el momento que entraban por donde comenzaba otra zona boscosa las interceptaron, aunque aún estaban demasiado lejos.
—¡Devola! Vamos, casi llegamos, el rastro se hace cada vez más fuerte.
—Si... solo fue mi pierna, no fue tan grave... no te preocupes, puedo seguir.
Siguieron, aunque la velocidad de Devola fue cayendo al pasar los minutos, entraron a una zona completamente nueva, no era parecido a nada que hubieran visto antes.
—Eso... ¿Qué es? —Dijo Popola sorprendida, era una gran estructura, justo a lado de un gran río, se escuchaba el movimiento de maquinaria, como si toda la estructura estuviera viva.
—No pierdes, pero aquí... justo aquí es donde hay mucha concentración de partículas G, puede... puede que este sea donde está el... entremos rápido.
—Devola, tu pierna. —Dijo Popola, la pierna de su hermana se veía mal, demasiado mal, y no era el momento de tratarla.
—Eso no importa, vamos, nos alcanzarán.
Justo en el momento que se acercaron, a unos cuantos metros de llegar, algo la detuvo, lo que no sabían es que la planta hidroeléctrica tenía un campo de energía que lo protegía.
—¿Un campo PEM? —preguntó Popola.
—Era de esperarse, una estructura como esta debía de estar protegida... eso solo nos indica... que... estamos en el lugar correcto... Lo siento por no poder ayudar, ¿puedes inhabilitarlo? —Devola se comenzaba a quejar un poco, el movimiento que realizó, empeoró la herida que tenía, dejando su pierna izquierda incapacitada.
—Lo intenté. —Popola dejó su carga en el suelo, y posó sus dos manos en el campo, justo en ese momento una gran descarga recorrió todo su cuerpo, lanzando un fuerte grito.
—¡Popola! —Grito Devola, pero para su alivio no llegó a dañarla de gravedad, vio como cayó al suelo de rodillas.
—Lo... Lo siento... esto... esto no es un campo PEM común, es demasiado fuerte, no creo que ambas podamos neutralizarlo para entrar... esto... no es tecnología de los androides, no es tecnología de las máquinas, esto es... tecnología.
—Humana. —Devola terminó la oración de Popola. —je... no me sorprende, es un humano Popola, no creo que nadie pueda replicar algo como esto, invulnerable, ni siquiera lo puedo detectar, es completamente invisible... es... Sorprendente.
Se esperaban ambas que los androides que las perseguían llegaran, pero no pasaba nada, no había rastro de ellos, algo más estaba sucediendo, escucharon detonaciones de armas en la lejanía, lo que hizo que las tensara aún más por no saber que estaba pasando, y por lo que venía.
—¿Será... el? —Preguntó en voz alta Popola.
—No... si fuera eso, no escucharíamos nada como eso... algo los está atacando, y fue rápido.
—¿Máquinas?
—Sí, pero no cualquier máquina, hay demasiado silencio... Esto no me gusta.
Entre los árboles que se vean, muchos de ellos se movían, inclusive algunos caían, no se escuchaba como una máquina, no se escuchaba como una gran cantidad, ese no era el sonido que estaban acostumbradas a escuchar en los ataques cuando estaban al frente, este sonido era demasiado nuevo.
Hasta que se hizo presente, no sabían que era, una especie de máquina con cuatro extremidades, bástate alta, con una gran esfera en medio.
—¿Qué es eso? —Preguntó Popola sorprendida por lo que estaba mirando.
—Nada bueno.
Justo a los pocos segundos que apareció, se juntaron otras tres más, ahora sabían porque los androides no las persiguieron, y sabían la letalidad por lo rápido que fue.
—¡Popola, cuidado! —Grito Devola, antes de que Popola se moviera, el grito la detuvo, una máquina atacó, pero el ataque fue absorbido por el campo que protegía la estructura, un hubo ningún daño en él.
—Si solo lográramos entrar.
—Pero no podemos, ¡vamos, a la orilla! nos podremos proteger ahí, aquí solo somos un blanco fácil.
Lograron salir del blanco de las máquinas, el campo las protegió, solo en parte, porque los ataques no cesaban, y al llegar solo había dos opciones, arrojarse al río, o esperar la muerte, aunque ninguna de las dos opciones les agradara, eran las únicas.
—Devola... ahí vienen ¿Qué hacemos? — Dijo Popola, pidiendo ayuda, pero su hermana estaba paralizada, no había escapatoria. —¡Devola, saltemos!
"Por favor, ayúdanos, por favor, te lo pido, ayúdanos, ayúdanos, sé que cometimos pecados, pero por favor... salvamos, sálvanos una vez más, y prometo que no cometeremos el mismo error, te protegeremos, lo juro... lo juro".
Devola hizo algo que no sabia que estaba haciendo, estaba rezando, rezando por ayuda, encomendaba su vida a un ser humano, sin saber que no era nadie, los androides, tanto las máquinas, ven a los humanos como una clase de seres divinos, seres que crearon vida, crearon civilizaciones, una raza bondadosa y benévola, los deifican, los veneran, pero que tan equivocadas están ambas partes. Si solo averiguaran la verdad, que la humanidad hizo lo mismo en su momento, creaban dioses al no saber lo que sus ojos veían, lo hacían divino, y aún en épocas modernas, lo siguieron haciendo, ¿mantenían sus creencias para no perder su esperanza? ¿Su fe? ¿O talvez para tratar de encontrar algún propósito y poder seguir? Bueno, eso ya no importa ahora, ni el motivo, lo único que se revelaba, era que todo se repetía, volvía a suceder, quien no conoce su propia historia, está condenado a repetirla.
En el momento en que vieron como la máquina se posicionó en su dirección, comenzando a preparar su ataque, solo esperaron lo peor, y justo en ese momento, lo que tanto pedían se hizo realidad, una espada atravesó justo la esfera roja encandecerte, que estaba lista para eliminarlas, la máquina cayó inerte, y vieron lo imposible.
—Devola es... El, ¡es él! —Grito Popola sintió un gran alivio al verlo, y como terminaba con las máquinas.
—Si... es el. —Dijo Devola soltando un gran suspiro, que la calmo, pensó que la había escuchado, sonrió al verlo, y su admiración creció aún más, pero también su angustia, por lo que pensaría al descubrir lo que habían hecho.
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Las máquinas fueron reducidas en un abrir y cerrar de ojos, Edwin y 8B, fueron bastante eficientes al acabar con el enemigo, eliminaron primeramente a los objetivos que estaba más cerca de ellas, y al tener su atención, acabaron con el resto.
8B, también estaba ahí, haciendo de apoyo de cobertura, sorprendiéndolo demasiado, ya que su puntería fue perfecta. —¿Qué clase de máquinas son estas? —Hablo desde su intercomunicador, ya que era la primera vez que veía una clase tan extraña.
—Son antiguas, las enfrente una vez hace pocos años, son lentas, pero aún más letales que las actuales, por lo visto, tratan de buscar una nueva forma de ataque al reproducir este tipo de máquinas. —Justo había eliminado a todas, pero el mapa que tenía su visor le indicó que varios objetivos se acercaban. —¿Ves lo mismo que yo?
—Más de veinte unidades enemigas acercándose, desde el sur, tardarán 17 minutos aproximadamente.
—8B, ven a mi posición, pero mantente alerta, resguardaremos a las gemelas dentro de la planta hidroeléctrica, y cuando estén a salvo, terminamos con los enemigos restantes.
—Entendido.
"¿Qué haces esas dos aquí? No preguntare como me encontraron, o como encontraron esta localización, ya losé, pueden ver los rastros que dejo de Maso, pero que sean tan agudo me sorprende, aunque mi plan era llevarlas a Phonix, nunca pensé que ellas vendrían a mí, creo que nos ahorró a Jibril y a mí, todo un plan para sacarlas del campamento de la resistencia... Ahora, debo de saber, ¿qué es lo que las trajo aquí?"
—Gemelas, ¿se encuentran bien? —Dije con tranquilidad, mientras me acercaba lentamente a ellas, se veían un poco intimidadas, suponiendo que nuestro primer encuentro no fue tan grato, lo entendía.
—Sí, no te preocupes por nosotras, estamos bien... te agradecemos, por salvarnos... una vez más. —Dijo Devola con tímidez.
—Sentimos que te hayamos metido en tantos problemas... Fonés. —Dijo Popola para finalizar.
—No es ninguna molestia. —Me arrodillé para mirarlas más de cerca, el visor me indicaba que la pierna izquierda de Devola estaba mal herida, perdiendo demasiados líquidos y varios circuitos que funcionan como nervios estaban dañados, pero aparte de todo eso, estaba bien. —Tu pierna, vamos adentro para tratarla, estarán a salvo, todavía hay enemigos en la lejanía, será mejor entrar. —Solo asintieron al escucharme.
—8B, recoge las pertenecías que están en la entrada, yo ayudaré a Devola.
—Sí.
—¿Como... como es que sabes nuestros nombres? —Preguntó Popola, siempre tuvo esa duda, ¿cómo sabía sus nombres, o lo que habían hecho? ¿o qué sabía el de ellas?
Antes de responder, tome a Devola y la cargue, por lo visto se sorprendió un poco, ya que soltó un quejido, pero solo fue por la sorpresa no de dolor. —Para todo hay momento y lugar, y créeme que ahora no lo es, pero no es porque no quiera responder a tus preguntas, simplemente espero que el momento no sea de vida o muerte... Devola rodea mi cuello con tu brazo, para no caerte, sostener varias armas y a ti, no es fácil.
—Está bien. —Dijo Devola, ahora que la veía más de cerca, notaba varios rasgos diferentes, creo que al ver siempre la misma cara en los androides de YoRHa me sorprende un poco ver un rostro diferente.
—Sí, tienes razón, perdón. —Popola entendió que no era un buen momento para hacer ese tipo de preguntas, pero al ver a su hermana, le dio mucha gracia. —... ¡Je! Tes ves graciosa al ser cargada hermana.
—Lo que digas.
—Te pareces... ah esa, esa imagen en un papel que vimos hace mucho tiempo, me recuerda mucho.
—Me imagino que sería publicidad que hacíamos lo que vieron, un hombre cargando a una dama en sus brazos, o como dice Jibril, ser cargada como una princesa.
—¡Sí, a eso me refería! ¿Qué se siente ser una princesa Devola? ¿Se siente agradable?
—Porque no te hieres la pierna y me lo dices tú.
—Que mala eres. —Solo veía como interactuaban entre ellas, eran lo que me imaginaba, hermanas, nunca me espera algo como esto, me tomo completamente desprevenido.
"Estas dos se parecen mucho a mis hermanas, en situaciones de peligro se comportaban de una forma, pero cuando había cierta paz, su actitud daba un giro de 360°, haciendo chistes entre ellas... que nostálgico, me alegra saber que, en este infierno, todavía hay rosas que florecen y mantienen su brillo."
Entramos dentro, por lo visto les sorprendió demasiado que pudieran pasar, me dijeron que trataron de entrar, pero que les fue completamente imposible, ahora sabía que era lo que trataba de ingresar a la planta, eran ellas, aunque Jibril me dijo que nada podría atravesarlo, el núcleo estaba dentro, si querían inhabilitarlo tendrían que destruirlo, y antes de eso, lograr desactivar un pequeño campo que lo protegía, tomo demasiadas medidas de seguridad.
—¿Esto es raro? —Dije, al ver la puerta, ya que tenía un sistema de seguridad, que no había visto antes y del que no estaba informado.
—¿Qué pasa? —8B se acercó a mí, y vio lo que estaba mirando. —Un sistema de seguridad, ¿hay algún problema con él? ¿Eso no es bueno?
—No digo que no sea bueno, pero no informarme de esto me extraña, debería de dejarme pasar solo con la armadura. —Pose mi mano con la armadura puesta en el panel que había a lado.
[Identidad confirmada, soldado 028 detectado, por favor ingrese la contraseña por voz para poder acceder.]
—¿Contraseña por voz?
—¿Quieres que notifique a la comandante Jibril?
—No, espera. —Trate de recordar de todas las contraseñas que sabía, una que se relacionara a esto. (11935.) —Es lo único que pensé, el año en que desperté, pero por lo visto eso no era, porque un tono como una alarma sonó, demasiado fuerte, indicando que era erróneo.
—¿Quieres que intente desactivarlo? creo que soy capaz de hacerlo. —Popola se juntó a nuestro lado para poder ayudar.
—No, lo agradezco, pero si tratas de acceder de esa manera, puede que un virus te trate de infectar, es la medida de defensa que tiene Jibril al tratar de forzar cualquier cosa que ella implementa.
—¿Un virus? ¿El virus lógico lo usan? —Devola me miró con sorpresa.
—Sí, y no solo eso, lo perfeccionó a su antojo. Por lo que veo, creó una nueva variante de virus, más letal y con un control mucho más preciso. Lo inquietante es que parece que solo ella puede manejarlo si algo llega a infectarse con eso... —Hice una pausa, pasando una mano por mi rostro mientras trataba de ordenar mis pensamientos. —Veamos... Solo se me ocurre una cosa, pero... Dios, si es lo que estoy pensando, recuérdenme que debo hablar con Jibril seriamente.
Al escucharme, todas se miraron entre sí, sus rostros llenos de inquietud, como si el peso de mis palabras comenzara a asentarse en sus mentes.
—Yo amo a Jibril. —Lo dije, pero que ridículo soné.
[Contraseña incompleta, pregunta, ¿Quién es ese 'yo' que ama a una bella dama llamada Jibril? Que su nombre es tan sagrado que es un pecado decirlo sin dar el respeto adecuado primero.]
—Am... ¿Esa no es la voz de la comandante? —8B estaba en lo correcto, pero hasta yo sé que no estaría presente de esta manera, lo más seguro es que hizo un pregrabado de todas las respuestas que le puedo dar, y sabe que soy yo, no me dejaría introducir ninguna contraseña si no lo fuera.
—¡Aaaah! —Solo suspire con fuerza. — Déjame entrar, sé que hiciste todo esto para molestar, ahora abre la puerta, no estoy jugando.
[Lo siento, el número que usted marco, no está disponible en este momento, favor de dejar mensaje después de los tonos siguientes. ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip!]
—Jibril, ¿Es enserio?
[La contraseña.]
—¡Jibril!
[¡LA CONTRASEÑA DIJE!]
—¡Edwin Fischer ama a Jibril! ¿¡Ya estás contenta!? —Hasta Devola se sorprendió al ver como reaccionaba así, pero ejercí demasiada fuerza en su brazo, en ese momento me alegro que fuera un androide, porque si no lo fuera, ese hombro estaría destruido.
—Duelo.
—Lo siento, no era mi intención Devola.
—No... no te preocupes.
[Contraseña ingresada correctamente, abriendo puertas, yo también te amo, aunque seas un gruñón, deberías de apreciar lo afortunado que eres al tener a una bella dama a tu lado.]
Solté un gruñido bastante enojado. No era el momento para este tipo de cosas, pero siempre ha sido igual. Por lo visto, le encanta hacerme enojar cada vez que tiene la oportunidad.
Al entrar, vi cómo las máquinas de Jibril, o más bien los drones que usaba, mantenían todo impecable. Se encargaban del mantenimiento, limpiaban las áreas... en pocas palabras, hacían todo el trabajo. Nos dirigimos directamente a una sala de juntas que tenía la planta. Aquel lugar ya existía mucho antes de que lo encontráramos, pero por lo visto Jibril se tomó la molestia de remodelarlo, al parecer encontró una forma de usar el Maso de tal manera que puede reparar objetos del pasado a su mejor estado.
Quienes estaban más sorprendidas eran las gemelas. Observaban todo con asombro, sin saber a dónde mirar. Cada rincón les parecía fascinante.
Ayudé a sentar a Devola en una de las sillas para examinar su herida con más calma.
—Bien, ya podemos relajarnos un poco, Capitana supervise la posición de las máquinas, cuando estén demasiado cerca infórmeme de inmediato.
—Sí, dejaré las cosas de ellas, arriba de la mesa.
—Gracias... am capitana, se lo agradezco mucho. —dijo Popola a 8B.
—No hay nada que agradecer. — Se retiró, solo salió un momento. Supongo que quería explorar más opciones con el visor. Tiene una amplia gama de funciones, aunque para mí no son necesarias. Con la información que me proporciona, es más que suficiente.
—Bien Devola, comenzaré, puede que sientas un poco de dolor, pero analizare tus heridas.
—Sí, lo siento... y gracias.
—Phonix yo puedo encargarme, puedo sanarla por mí misma. —Popola hablo rápido, quería ayudar, lo entendía, pero ahora mismo, yo era quien estaba tomando la responsabilidad.
—Mi nombre no es Phonix, es Edwin. Edwin Fischer —repitió con firmeza. —Como escucharon hace un momento, cuando dije esa estupidez. Solo quienes no me conocen me llaman Phonix. Prefiero que me llamen por mi verdadero nombre, Popola.
Hizo una pausa antes de continuar, mirándola con seriedad.
—Ya te lo dije: no son una molestia. Ahora mismo soy yo, quien las está protegiendo. Déjame, al menos, asumir esa responsabilidad.
Ninguna de las dos esperaba eso. Sus miradas lo decían todo: parecía ser la primera vez que alguien las trataba con amabilidad, que las cuidaba en lugar de ser ellas quienes protegían a otros. No pude evitar preguntarme... ¿cuánto tiempo habían vivido así?
—Está bien... muchas gracias, enserio, sé que lo repito muchas veces, pero. —Devola trato de hablar, solo la mire.
—De nada. —Eso fue suficiente para dejarla sin nada que decir, pero en la mirada de ella había otra cosa que no entendía, ¿por qué se veía triste? No lo entendía.
Posé mi mano sobre la superficie dañada de su cuerpo, justo donde la estructura metálica quedaba expuesta bajo el revestimiento sintético. Comencé a canalizar Maso, esa energía que, con el tiempo, había llegado a sentirse como parte de mí. Ahora era como si hubiera nacido con ella, fluir a través de mí se sentía... natural.
La grieta en su estructura no era demasiado grave, pero aun así analicé con precisión cada detalle. De alguna manera, el Maso parecía resonar con su sistema, buscando irregularidades en las conexiones internas y verificando los circuitos circundantes. No detecté más daños, todo estaba en orden. Solo había un área afectada.
El alivio fue inmediato. Por un instante, temí que hubiera falllos ocultos en su núcleo o daños en sistemas vitales que ella misma no hubiera detectado. Sin embargo, mis temores resultaron infundados. Su sistema interno funcionaba correctamente, las lecturas que veía en mi visor eran estables y consistentes.
Mientras retiraba mi mano, no pude evitar pensar en lo fascinante que era este proceso. Maso no solo me permitía identificar los problemas de su cuerpo mecánico, sino que casi parecía entenderlo, como si la energía pudiera comunicarse con los algoritmos que la mantenían activa. Esa conexión, aunque incomprensible, se sentía asombrosamente precisa, casi como si hubiera sido diseñada para ello.
—Bien, el circuito nervioso inferior de tu pierna está dañado —dije, manteniendo la calma mientras examinaba la lesión con cuidado. —Parte de tu… 'hueso' tiene fragmentos de metralla incrustados, lo que está afectando el funcionamiento de tus sistemas motrices. Además, la cubierta sintética en esa área está comprometida. No es un daño severo en la piel, pero combinado con todo lo demás, es suficiente para impedirte caminar.
—¿Todo eso lo averiguaste con solo tocar? Es… impresionante. —Dijo Devola.
—Cuando te hieren demasiadas veces, aprendes las partes del cuerpo. —dije con voz tranquila, aunque cargada de experiencia. —Además, al tener androides bajo mi cuidado, debo saber cómo funcionan a la perfección. No puedo permitirme salir sin estar preparado.
Hice una pausa, mirando la lesión con atención.
—Bien, comenzaré el proceso de sanación.
Mi mano, que aún seguía sobre su pierna, comenzó a canalizar Maso. Una tenue aura negra se manifestó, expandiéndose lentamente sobre la extremidad dañada. Lo que hacía era más que reparar, era copiar las partes intactas de su estructura, replicar los materiales necesarios y utilizarlos para reemplazar las secciones dañadas. Este proceso, que antes era complejo y agotador, ahora se sentía casi natural.
Ángelus me asistía en silencio, aunque no había pronunciado una sola palabra en todo el día. Supuse que estaba descansando, pero su presencia seguía allí, guiando de forma sutil el flujo de Maso.
Solo pasaron unos segundos, pero en ese breve lapso sentí cómo Popola se acercaba. Su curiosidad era palpable, y lo entendía perfectamente. Si fuera la primera vez que presenciara algo como esto, mi reacción también habría sido de intriga.
Al terminar, observé cómo el aura negra se disipaba lentamente, dejando su pierna restaurada. Retiré mi mano con cuidado y eché un vistazo final a Devola, asegurándome de que todo estuviera en su lugar.
—Tratamiento completado, dime... ¿cómo te sientes? ¿puedes caminar?
—Eso, creo.
—Bueno, si no te levantas, no sabré si hice bien mi trabajo. Vamos... como le dijo Jesús a Lázaro: "Levántate, toma tu lecho, y anda."
—¿Que le dijo quién a quién? —Devola no entendió.
—Nada, olvídalo, solo... Ponte de pie. —Vi como lentamente se paró, dio unos pocos pases, sujetándose con la mesa que tenía aún lado, pero al dar unos cuantos, noto que no era necesario, y camino sin dificultad.
—Devola, ¿Cómo te sientes? —Popola aún estaba preocupada, no sabía, ya que Devola no dijo nada cuando camino.
—Estoy bien, no te preocupes, estoy completamente bien, eres impresionante... AM... Edwin. —Dijo Devola, con una gran sonrisa.
—De nada, ahora solo toca esperar. —Me senté en una de las sillas, esperando que no colapsara por mi peso, que afortunadamente eso no sucedió, y me quite mi casco.
—Con su permiso, tomare mi dosis diaria, o como me dijo un médico hace años, los clavos de mi futuro ataúd. —Saque un cigarro y comencé a fumar, mire los cuadros que había ahí, paisajes y pinturas antiguas, ahora mucho más antiguas, podría decirse que restos del arte humano. Hasta que las mire a ambas, me miraban con interés, y yo igual, pero solo una pregunta me estaba molestando desde hace unos minutos.
—¿Puedo preguntarte algo Devola?
—Ah... si, si puedes. —Devola en esos momentos, junto sus manos, pensaba que ya era la hora de responder las preguntas que no quería escuchar.
—Quiero saber, ¿por qué mirabas tu herida con tanta calma? Es como si te sintieras culpable al ser atendida, Devola. Nadie quiere tener una herida, mucho menos yo. Es un estorbo, un problema. Entonces, ¿por qué tú lo veías de esa manera?
—Yo... no merezco ser tratada, mucho menos por ti, siento que te falto al respeto.
—¿Faltarme al respeto? ¿No merecerlo? Devola no estoy de acuerdo con tu pensar, nadie merece ser tratado así, mucho menos ustedes, ¿por qué lo dices? —Exhala el humo con calma, y pose mi mirada en ella.
Devola y Popola se miraron un momento, ya era la hora, la hora de revelarlo, algo que él noto inmediatamente.
—¿Es porque fallaron en el proyecto Gestalt? ¿Eso es lo que les genera culpa? —Dije, y justo cuando escucharon mis palabras, giraron rápidamente sus cabezas a mi dirección.
—¿C-c-como, lo sabes? —Popola hablo, ambas estaban sorprendidas, se supone que ya no había registros, y los androides apenas sabían algo, solo sabían las consecuencias, pero no toda la historia.
—Almas humanas, replicantes, grimorios, tengo toda la información de dicho proyecto, las causas, las consecuencias, las soluciones, y como termino... cuando lo leí por primera vez sonaba completamente irreal, no lo podía creer, y cuando averigüé porque sienten ambas esa sensación de culpa, mucho menos entendía, no tenía sentido para mí, y eso es porque... no hay nada por lo que deban culparse, nada, absolutamente nada.
—¡Eso no es verdad! —Devola grito.
—¿Devola? —Popola nunca imaginó que su hermana actuara así, siempre fue calmada, tranquila, y tomar esa postura la confundió, y no solo ella, a mi igual me tomó por sorpresa.
—Fallamos, le fallamos a la humanidad, cometimos un error, cometimos un pecado imperdonable ¿no te sientes mal al vernos? ¿No te generamos odio? —Mire a Devola con tranquilidad.
"Está experimentando ese problema psicológico del que una vez leí: el síndrome del superviviente. Lo conozco mejor que nadie. A2 lo tiene. Yo lo tengo. Queremos expiar algo que nunca fue nuestra culpa. Nos atormenta, pero, en el fondo, sabemos la verdad: no fue nuestra responsabilidad. Y, aun así, intentamos reparar lo que no puede ser reparado. Solo nos queda seguir adelante.
Malditos sean quienes las crearon. La mente humana es inestable, no todos podemos soportar cargas tan abrumadoras. Y de todos los androides que he visto, ninguno tiene lo necesario para soportarlo. ¿Qué esperaban? Si querían armas, podrían haberlas hecho simples herramientas de combate. Pero no... hicieron todo lo contrario. Es como si deliberadamente quisieran que sufrieran.
Ya lo decía aquel filósofo: el único ser que inflige dolor por placer es el ser humano. Solo un ser pensante y consciente es capaz de encontrar satisfacción en el sufrimiento ajeno."
—No, en absoluto. Todo tiene un fin en esta vida. Todo muere. Esa es la ley de este universo. Yo moriré, ustedes también, la flora, la fauna, este pobre mundo que agoniza... incluso el propio sol morirá. En el caso del mundo y el sol, quizás tarde millones de años, pero al final, todo llega a su término.
Ellas escuchaban mis palabras con atención, pero era evidente que no las comprendían, era como si les hablara en otro idioma.
—Miren, a lo que me refiero es que todo tiene un final. La humanidad, como especie, tenía el suyo, y simplemente llegó. Tratamos de evitarlo, pero no lo logramos... ¿y qué? ¿Acaso el tiempo se detuvo? ¿El sol dejó de brillar por nuestra ausencia? No. Todo siguió su curso. Es un hecho lamentable, lo sé, pero ¿qué podemos hacer ahora? ¿Buscar culpables? ¿Para qué? Es absurdo. Bien, digamos que encontramos culpables, ¿y después qué? ¿Los matamos? ¿Los torturamos? ¿Los castigamos?
Todos esto era... era, una, eso decía mi hermano Audo cuando una misión no tenía completo sentido, y lo que están viviendo ellas, todo esto... es una estupidez.
—Nada de eso cambiará el hecho de que la humanidad se extinguió. Y, además, no fue culpa de ustedes. Según los registros, ni siquiera los modelos responsables de intentarlo lo lograron. Ellos fueron eliminados. Lo intentaron, sí, y fallaron, pero no abandonaron su misión hasta el último segundo.
—Fueron. —dijo Popola.
—Eliminados. —Termino la oración Devola.
—Sí, ¿lo ven? no tienen culpa de nada, no hay nada que perdonar, no hay ningún pecado, eso les hicieron creer, pero es una estupidez, y no se los dice cualquiera, se los dice un humano... un humano, puede que mi opinión tenga un valor mayor por alguna extraña razón, pero es así, yo no veo culpables, veo víctimas, que las torturaron de la peor manera que existe... las torturaron mentalmente.
Me levanté, tomé a Popola de la mano y la senté cuidadosamente al lado de Devola. Luego, me agaché, poniéndome de rodillas para estar a su altura, más o menos.
—Escúchenme. Todos esos androides que creen que ustedes son la causa de la extinción de la humanidad están equivocados. Si las señalan a ustedes como las culpables, entonces, ¿por qué no me ven a mí de la misma manera?
—A ti... pero, ¿por qué te culparían? —Preguntó Devola sin entender.
—Antes de que yo naciera, hubo guerras, miles de ellas. Conflictos interminables que solo dejaron tras de sí la pérdida de innumerables vidas, montañas de cadáveres que podrían llenar el campo entero cerca de aquí... y aun así no bastaría. ¿Ven lo absurdo? ¿Cómo pueden culparme por algo que no creé, que no hice, ni causé? Es irracional. Y lo mismo sucede con ustedes, solo que... ustedes creyeron todo lo que les dijeron, sin siquiera cuestionarlo.
Tomé la mano de cada una y las miré a los ojos. Sabía por qué se sentían así. Fue Jibril quien implantó esa culpa en ustedes, esa carga que ahora no pueden sacarse de la cabeza. Por eso sienten que son la causa de una gran catástrofe. Yo también tengo parte de la responsabilidad, y debo hacerme cargo de las consecuencias de esas acciones.
Ellas no me miraban, estaban perdidas en sus propios pensamientos, atrapadas en el peso de aquello que llevaban dentro.
—Devola. —Cuando dije su nombre me miró. —Popola. —Hizo lo mismo al decir su nombre. —No tienen la culpa de nada, de nada... y si todos los androides que conocen están en su contra, yo estoy también en contra de ellos... así que, a lo que me refiero... déjenme protegerlas, ya fue suficiente de lamentarse, de disculparse... ya fue suficiente.
Ambas presionaron firmemente cada una de mis manos. Podía sentir su agarre, finalmente, alguien más, además de ellas, les estaba ayudando. Pensé que quizás lo habían olvidado: que alguien más podía aligerar su carga, compartirla. Me siento identificado con ellas. Es casi lo mismo que Jibril y Ángelus han hecho por mí: apoyarme y compartir mi peso. Ahora es mi turno de hacerlo, una vez más.
—Yo, Edwin Fischer, en nombre de toda la humanidad, pido su perdón. —En ese momento justo en ese preciso instante, escuche como la voz de ambas de entrecortaba, al dar un suspiro. —Perdónenme por la pesada carga que se les ha impuesto y que han soportado con tanto esfuerzo durante todos estos años. Les prometo que les brindaré protección, paz y tranquilidad. Lo juro por mi vida. Si no cumplo con mi promesa, pueden reclamarla sin dudar, no tendré objeción alguna. Es lo menos que merezco por fallar a mi palabra.
—Edwin... No... No... no podemos hacer, algo como eso. —Popola trataba de hablar, pero sollozos constantes por fin se habían apoderado de ella. —No podemos... quitarte la vida, a quien nos la ha dado de nuevo.
—Entonces solo pido su perdón, solo eso pido. —Devola, miró hacia abajo unos segundos, y varias lágrimas se veían en sus mejillas, y caían en la mano que tenía en su pierna.
—Gracias... muchas gracias. —Devola se inclinó y me abrazo, no lo esperaba, nunca me habían agradecido de esa manera antes, era... era, no lose, no sabía cómo se llamaba esta sensación, pero lo poco que sabía, es que era buena. —De verdad, te lo daremos todo, todo de nosotras. —Hablo entre sollozos y lágrimas, con la mano que tenía libre, acaricie la parte trasera de su cabeza con gentileza.
—No necesito tanto, solo su bienestar, es lo único que me importa... está bien. —La aleje un poco y limpie sus lágrimas.
—Si. —Mire a Popola y estaba limpiándose de igual manera.
—Ya... está bien, de ahora en adelante, todo irá bien... ¿ok? Y si no lo crees, repítetelo tantas veces hasta que lo creas y veas la realidad.
—Capitán, se acercan. —8B entró rápidamente a informarme.
—Bien, espérame en la entrada, en un segundo voy. —Me levante, fui por mi casco, y apague el cigarro que deje en la mesa encendido. —Ahora vuelvo. —Justo antes de salir de la sala donde nos encontrábamos escuchemos como una de ellas trato de decir algo, pero se trató de recomponer para decirlo bien.
—¡Edwin! Quiero saber algo, ¿Cómo es que lo soportas tú? Tienes compañía, pero... como, ¿cómo es que no te sientes solo? — Fue Devola quien pregunto, aunque no la mire, solo me mantuve de pie, aún paso de la salida.
—Se llama, desgaste mental, es algo que no se ve, pero pesa, es la carga invisible que arrastro cada día, el peso en mi pecho que no desaparece, es levantarme cuando no quiero, forzarme a avanzar cuando todo dentro de mi grita que me detenga, no hay gloria en esa lucha silenciosa, no hay aplausos ni medallas, solo una guerra constante conmigo mismo, una pelea que al dar cada paso que doy es una victoria amarga, pero aún así sigo, porque rendirse no es una opción, porque al final... la verdadera fortaleza es soportar un dolor que nadie más va entender... esa es la soledad, la verdadera soledad... que espero nunca vivan ninguna de las dos.
—Suena horrible, pero debe de haber algo, debe... debe de hacer solución, como tu nos ayudaste a nosotras, podemos ayudarte. —Popola intervino rápidamente, y lo agradecía, pero siempre pienso que es mejor que ese tipo de palabras vayan a alguien que no sea yo, alguien que si la necesite con más urgencia.
—No... ya no hay salvación para mí, esa opción hace mucho tiempo que se fue, pero, aunque ya no haya salvación... debo de hacer el intento, debo de presionarme más que nunca ahora mismo, tengo que convertirme en algo más que un simple soldado, ahora tengo vidas que dependen de mí, y esa gente que son ustedes, necesitan siempre ver esperanza, y la esperanza no aparece de la nada, se construye, con sacrificio. —Al terminar de hablar, lo que tenía que decir, salí, para pelear una vez más, siempre me digo los mismos, una vez más, me pregunto... ¿Cuándo será la última vez que diga esa frase? Espero que tarde un poco más, lo suficiente para lograr todo lo que me he propuesto.
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Los disparos resonaban desde el interior, acompañados de pequeños temblores que sacudían el suelo. La batalla se había intensificado tanto que los ecos de la lucha atravesaban cada rincón del plantel. Las gemelas se abrazaron con fuerza, la espera era insoportable. Aunque sabían que regresarían, las dudas comenzaron a invadirlas de nuevo: ¿volverían sin un rasguño? ¿O tal vez solo uno regresaría? Aun así, esta vez podían soportarlo un poco mejor que antes.
Pasaron unos minutos que para ellas se sintieron como horas. De repente, todo cesó. Solo quedó el silencio.
—Hermana... debemos ayudarlo, él no está bien, misión, tras misión, pelea tras pelea, eso no es estar bien, hasta los propios androides de la resistencia les afecta enormemente. —dijo Popola a Devola.
—Si, tienes razón, pero no hay de que preocuparse, lo ayudaremos, ya no estamos solas, yo no más. —Devola le sonrió a Popola, tranquilizándola.
—Pero… hay algo que estamos ignorando. —Dijo Popola.
—¿Que?
—La resistencia… ¿no lo verán como algo malo, cuando se enteren que ahora estamos de su lado?
—Seguimos del mismo lado, solo que no estaremos presentes, y para ser honesta… no hubiera preferido algo mejor que esto… sabes… siempre pensé, más bien, pensábamos que esa horrible sensación de culpa nunca se iría, y ahora… ahora me siento… en paz, ¿entiendes?
—Armisticio.
—Esa es la palabra correcta… Armisticio… es interesante, como una sola palabra puede significar tantas cosas.
—¿Ahora ese será tu nuevo pasatiempo? Jejeje… aunque lo entiendo, antes no teníamos tiempo de pensar, estábamos muy ocupadas, y no podíamos descansar en lo absoluto, nos teníamos que esconder para poder tener un poco de paz, siempre nos observaban… — Popola se levantó un momento e hizo algo que no pudo hacer desde que entró a este nuevo lugar, contemplarlo. —Solo mira este lugar, nunca me imaginé que existía algo así, se ve importante, o era importante, son demasiados asientos, ¿para qué lo usarían?
—Reuniones, supongo, donde discutían… tal vez… cosas importantes, no lose, los humanos eran muy complejos, puede que Edwin nos digas las cosas para que nosotras entendamos, pero nos llevara su tiempo entenderlo a él. —Devola, aunque no lo mostrara estaba tensa, la pelea ya había terminado, pero no había sonidos de ellos dos.
—Ahí vienen. —Dijo Popola, y pasos hicieron eco, vieron a Edwin y al androide que lo acompañaba, pero no como ellas imaginaron.
—Señoritas, les tengo una buena y mala noticia, la buena es que todo el perímetro está limpio de enemigos, y la mala es que les conseguí una nueva hermana. —8B fue herida, y curiosamente en el mismo lugar que Devola.
—Capitán, usted tiene un mal gusto para burlarse de las desgracias ajenas, y más cuando son mórbidas.
—8B, algo decía uno de mis hermanos, y era que un día sin reírse, es un día desperdiciado, no preguntes de donde saco tal sin sentido, pero… puede que tuviera algo de razón. —Se acercaron a las gemelas, y sentó a 8B, su pierna estaba muy dañada, más bien la armadura que llevaba puesta, así que no se podía ver realmente el daño.
—Edwin, nosotras podemos sanarla, por favor, déjanos ayudar. —Devola se acercó a mí, con una cara bastante suplicante por ayudar.
—Bien, si insisten, no evitare que usen sus maravillosas habilidades… solo por curiosidad, ¿su sanación no abarca lo orgánico? Piel, huesos, etc.
—No, lo siento… me gustaría poder ayudarte, de verdad, pero… solo nos podemos limitar a sanar formas de vida androide. —Dijo Popola, mirando al suelo.
—Lastima, no las interrumpo, sigan. —Realmente no solo 8B la hirieron, una de las maquinas aterrizo en su pierna izquierda, y al tratar de ayudarla recibí dos impactos, no dañaron la armadura, pero el calor de sus ataques fue lo suficiente para calentar la armadura y dañar mi piel.
Aunque intentes ocultarlo, sé que tienes una herida considerable en toda tu espalda y en tu brazo izquierdo. Son quemaduras. Puedo percibir el dolor, aunque no lo sienta de manera directa, sé reconocer cuando algo te duele.
"Ángelus, te perdiste demasiado."
No, estuve al tanto de todo. Nunca imaginé que ese tipo de seres fueran capaces de resistir tanto. No entiendo cómo no decidieron poner fin a sus vidas antes.
"Se tenían la una a la otra. Su preocupación mutua fue lo que las mantuvo con vida, mientras que la culpa se convirtió en su castigo. Entraron en un ciclo interminable, buscando perdón, pero consumidas por la culpa y la desesperanza. Sin embargo, tienes razón, no entiendo cómo no decidieron poner fin a todo antes."
¿Quieres que sane tus heridas? puedo hacerlo si me lo pides.
"Si me haces el favor…"
Una gran ola de calor recorrió mi cuerpo, aliviando el dolor y haciendo que las heridas comenzaran a sanar poco a poco. Cerré los ojos, sintiendo cómo la sensación de alivio se extendía por toda mi piel.
"Ah… gracias, Ángelus"
De nada, por cierto, cuando combatían con esas cosas.
"Maquinas."
Lo que sean, vi a esos dos, a los que les construimos su hogar, deambulando por los campos, cerca de nuestra fortaleza.
"Así que 2B y 9S recibieron órdenes… tal vez de buscarme, o quizás ya comenzaron a investigar más de lo que deberían. No los culpo, son órdenes, al fin y al cabo. YoRHa puede que me tolere hasta cierto punto, pero a ellos no… Bien, parece que tendremos que visitarlos más a menudo. Espera, dijiste que estabas ahí… pero no te vi en ningún momento."
Si nunca miras hacia arriba, nunca me observaras.
—¿Volabas?
¿Crees que mis alas son solo para intimidar? Creo que no te mencione que puedo hacer eso, hasta cierta distancia, si me quiero alejar más, mi 'cuerpo' se disipa y vuelvo a ti.
"¿Cuanta distancia puedes volar antes de que suceda eso?"
Desde el inicio de nuestra fortaleza, hasta entrar a las zonas subterráneas.
"Así que eso son... unos siete kilómetros, desde la entrada principal... interesante, eso es muy útil."
Ni siquiera lo pienses.
"Se me olvida que puedes leer mis pensamientos."
No necesito leerlos para saber que planeas, quieres que investigue áreas que no puedes ver para minimizar riesgos de cualquier tipo.
"No lo hubiera dicho mejor Ángelus, pero... dejaremos esta conversación para después, tengo dos nuevas invitadas, pronto me quedaré sin habitaciones."
Esa fortaleza podría albergar más de diez mil hombres, pero solo hay menos de diez personas.
"Era una broma".
Después de un breve diálogo interno, observaba cómo sanaban a 8B. Era algo fascinante, casi como si fuera la magia de la que hablan, aunque prefiero evitar llamarlo así. Me inclino más por los nombres técnicos de cada cosa, en lugar de recurrir a una palabra tan gastada.
Ahora mi mente estaba más centrada. ¿Qué hacían esas máquinas aquí?
Eran más fuertes, más rápidas... No sentí que esto fuera una batalla. Estaban recolectando información, analizando mis límites. Lastimosamente para ellos, no pienso dejar que lo descubran.
Adán, Eva... ¿Qué están tramando? ¿Les resulta divertido? ¿Ya han desarrollado esas emociones? ¿Cuál es su verdadero objetivo? Acabar con todos los androides, eso lo sé, pero ¿y después? ¿Invadir este mundo otra vez? Ya no les sirve... o tal vez, simplemente no tienen un objetivo claro, solo están cumpliendo una tarea que deben terminar.
—Edwin, terminamos, logramos sanar la zona herida, pero... esa armadura que tiene, esa protección. —Dijo, lo importante Popola, pero podía terminar su oración.
—Absorbe de alguna forma nuestra energía. —Devolà termino lo que quería decir Popola.
—Claro que la absorbe, fue hecha con un material que permite una gran defensa, pero tiene una gran ventaja, absorbe su propio material al núcleo.
—¿Su propio material? La partícula G, ¿sus armaduras están hechas de eso?, pero... eso es, eso es imposible.
—Todo es posible, simplemente hay que encontrar la manera de hacerlo.
Me levanté un momento, permitiendo que el Maso recorriera mi brazo derecho con intensidad, dejándolo manifestarse de manera visible. Al verlo, sus ojos se abrieron lentamente, claramente impactadas.
—Ustedes lo llaman partícula G, pero nosotros lo llamamos Maso. Es una energía capaz de alterar las leyes de nuestro mundo... un atajo, aunque mucho más complicado de lo que parece.
—Esa era la respuesta, no era evitarlo... era entenderlo, unirlo, te adaptaste a él, por eso mismo no te afecta. —Popola analizó toda la información que tenía, eliminaban su propia cura.
—Es como el veneno de las serpientes, por lo que leí. Las personas se... volvían monstruos o, en algunos casos, se convertían en sal. Pero teorizamos que era por la cantidad de energía que absorbían. Era demasiado, mucho más de lo que su cuerpo podía manejar. El tratamiento que hicieron en mí fue largo, increíblemente largo, pero... Esa era la cura. El cuerpo tenía que adaptarse, poco a poco, con pasos pequeños, hasta que finalmente, ahora soy capaz de... digamos, generar esa energía.
Al terminar de explicarles, deje de usar Maso y me dirigí con la capitana.
—¿Te sientes mejor, 8B?
—Sí, pero... dañe la armadura, la comandante Jibril se molestará.
—Déjame eso a mí, nuestras herramientas se dañan, eso es un hecho, lo importante es tener el material necesario para repararlas... Bien es momento de irnos señoritas, yo llevaré su equipaje.
Popola y Devola vieron como cargaban lo que trajeron, pero algo estaban pensando, por fin se dieron cuenta del porque no se mostraba.
—¿Te diste cuenta? —Dijo Devola, mirándolo.
—Si. —Popola de igual manera lo veía. —Él es capaz de generar un tipo de energía invaluable, entonces, si el concilio se llega a enterar de esto.
—Lo usarán, lo verán como un recurso para poder crear más armas, más androides, y terminar esta guerra. —Devola dijo esto, por lo que sabía, tal energía creó muchas armas en el pasado, y ninguna trajo nada bueno.
—Pero... es un humano, crees que sean capaces de algo así. —Popola miró a su hermana con preocupación.
—No pierdo, pero él no confía en ellos, algo debe saber que nosotras no... pero tenemos ahora un objetivo claro, tenemos que ser de ayuda, ser útiles.
Ahora ya no vagaban por el mundo, buscando un lugar donde resguardarse. Ya no se sentían como extranjeras en cada sitio, como si su sola presencia fuera algo mal visto, algo que generaba desconfianza y malos tratos constantes. Por primera vez, experimentaron lo que realmente es la amabilidad de la humanidad. Podrían tener muchos defectos, como todo ser, pero esos pequeños actos de bondad y sinceridad brillaban con más fuerza que cualquier otra cosa. Aunque la humanidad tuviera muchas sombras, esos gestos de genuina amabilidad los iluminaban, dándoles una razón para seguir creyendo que aún quedaba algo bueno en este mundo.
—Popola, Devola. —Las llamo por sus nombres. —¿Están listas?
Ambas se miraron un momento y solo asintieron, pero con una cara más contenta.
—Bien, es momento de irnos. —Avanzaron justo en la entrada de la planta Hidroeléctrica.
—A... ¿a dónde vamos? —Popola pregunto.
—A nuestro hogar.
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| Phonix – Zona de entrenamiento, Sala de simulaciones |
Jibril dio su clase como siempre, o al menos, como ella lo veía: estaba fertilizando semillas, con la esperanza de que de ellas crecieran flores fuertes y hermosas. Mentes llenas de conocimiento, que no terminarían siendo simplemente herramientas de guerra. Ella las convertiría en algo más, algo que trascendiera ese propósito. En su mente, cada lección era una oportunidad para cultivar algo más allá de la habilidad, algo que les permitiera ver el mundo con otros ojos, con una comprensión más profunda de sí mismas y de lo que podían llegar a ser.
Eso hizo, pero... surgieron otros planes, que abarcaban, el complejo terreno de la reproducción humana.
—No entiendo, esto no es lo que nos enseñó. —A2, estaba mirando algo que no entendía, mientras que las demás estaban demasiado calladas.
—Creo que esto es un Remake. —Dijo 22B, no dejando de ver la proyección que puso su comandante.
—¿Qué demonios en un Remake 22? —Preguntó A2, confundiéndose aún más, porque decían palabras que no entendía.
—Un remake es cuando una película toma la misma historia y la repite, pero con una nueva interpretación. Por lo general, se hace para mejorar lo que ya existía, ya sea actualizando los efectos, ajustando el enfoque o adaptando la historia de alguna manera para que encaje mejor con los tiempos actuales. Es como un intento de revivir algo conocido, pero dándole una nueva perspectiva o nivel de calidad. —22B respondió con una explicación clara, que hasta 64 asintió al escucharla.
—Ya veo… — A2 no entendió ninguna palabra.
[A2, querida, lo único que tienes que hacer, es mirar y aprender, y ni una palabra de esto a mi querido soldado, ya me tiene en la mira porque les mostré lo mismo la otra vez... que sea nuestro secreto entre nosotras.]
—Como usted ordene. —64, simplemente acepto, ya habían pasado varias veces que les mostraba cosas en secreto.
—Que linda eran las mujeres humanas... hasta sin ropa. —Dijo 22B. —¿Pero Mary Poppins, no llevaba una maleta y una sombrilla? Ah, olvídenlo, ahí está.
—Cuanta maldita degeneración había en la humanidad. —dijo A2.
[Pensé que mi querido soldado estaba en medio de una misión peligrosa, pero no, lo tengo justo aquí, a dos metros. Tranquila, A2, lo dices y ni siquiera has parpadeado en todo este tiempo. ¿Quieres disimular un poco?]
—Sí, lo sé... pero ¿eso es lo que llaman hacer el amor? Se ve un poco ridículo, ¿no creen? —A2 lo dijo mientras miraba a su comandante Jibril.
[Desde fuera, porque desde dentro es la gloria.]
—¿Desde dentro? Espere, cual es el motivo de mostrarnos esto, acaso quiere que hagamos justo lo de ahí. —Apunto a la proyección. —¿Con Edwin?
[¡Ey! Eso no salió de mí, tú lo dijiste, pero... si se animan, tengo una habitación especial solo para eso... Giño, giño A2.]
—¡¿Qué?!
[Giño, giño... y 22, 64, no están exentas.]
—No me molestaría, de hecho, por lo que nos explicó, es sano para él, aunque... Creo que la verdadera pregunta es... ¿aceptara nuestro capitán? —Preguntó 64, mirando a las demás.
[Esa es la pregunta correcta 64, pero con un poco del arte de la seducción, podrán conseguir su objetivo, tengo una estrategia de más de 87 pasos para eso, solo díganme cuando ponemos el plan en acción.]
—¡Ya! ¡Nadie hará nada! tenemos mucho trabajo que hacer. —Al terminar de decir eso, A2 salió del área,
[Querida, ¿a dónde vas?]
—A ver si ya llego. —Las presentes solo se sorprendieron por la actitud que tomo de repente.
—¿Qué le pasa? —Preguntó 64, sabía que era de poca paciencia, pero molestarse por temas como este le extrañaba.
—A2 es un modelo viejo 64, puede que procese la información de manera diferente. —22 respondió, con demasiada más calma de la que se esperaba.
[No es eso... solo que ella esta, ¿cómo decirlo? Marcando territorio... esta celosa.]
—¿Celosa? Pensé que solo era la capitana. —dijo 64.
—Es verdad. —respondió 22.
[Así que 8B, ahora entiendo porque lo vigila más seguido... ¡je! Interesante, mi telenovela personal dio con un giro dramático excepcional... Bien Señoritas, se aproxima Papa Ave, es mejor que las encuentre haciendo otra cosa... interesante, veo que encontró algo en sus salidas... las veo afuera, y recuerden, ninguna palabra a nadie.]
Jibril salió rápidamente, dejándola a las dos solas.
—Bien, vamos, no quiero bañar de nuevo a Nidd, esa máquina me lanzó por los aires cuando se comenzó a secar. —Recordó 64 el último castigo que le puso su capitán por no terminar de arreglar el vehículo que destruyeron.
—Te dije que te alejaras... jejeje —22 lo dijo, no sin antes reírse un poco.
—Ríete, les diré a todos quienes se disparó por 'accidente' al hurgar en las armas de la zona de entrenamiento.
—Perdón... no lo hare de nuevo.
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—¿Y... estos eran quienes las perseguían?
Al regresar encontré demasiados cuerpos de androides despedazados, en la zona boscosa, y en casi llegando al campo, eso solo me decía que las máquinas no llegaron desde esta dirección, sino por la zona de la planta, puede que no haya sido lo que creí, y solo fueron máquinas que se reactivaron por ellos.
—Sí, son ellos, por parte de la resistencia. —Dijo Popola, pero su voz sonaba débil.
—¿Hicieron algo por lo que las hayan tratado de atrapar y por las armas que llevan... eliminar?
—Robamos algo de materiales... por si nos llegábamos a encontrar con máquinas, y fuéramos heridas, pero nada que llegara afectarlos a largo plazo. —Devola confeso, aunque no le tome demasiada importancia, de hecho, me alegraba un poco, ya que encontraron varias máquinas escondidas, sus muertes no fueron en vano del todo.
—Entonces, lo hicieron solo por el rencor que les guardan... La Resistencia, ustedes eran sus médicos, ¿no es así? —Las miré por un momento, esperando su respuesta, y ellas solo asintieron en silencio. —De acuerdo, entonces lo compensaré con lo mismo... y un poco más, para ayudarles a dejar esto atrás. Después hablaré con Lily, no creo que esté muy contenta con su reciente deserción.
—Nosotras... nosotras. —Popola intentó decir algo, pero intervine.
—No hay nada que perdonar. Hicieron lo que debían por su propio bien, es simplemente supervivencia. Además, si soy honesto, me alegra que hayan salido de ahí. Mi plan era llevármelas conmigo ofreciendo algo a cambio, pero, por lo visto, eso ya no será necesario. Me enfurecía ver cómo las trataban con tanto desdén, cuando ustedes eran su única esperanza para reparar daños e incluso salvar vidas.
Mientras él buscaba entre los cuerpos, y observaba los daños en ellos, ellas se miraron muy sorprendidas por lo que les dijo.
—¿Ibas a sacarnos? —Preguntó Devola.
—Sí, ya conocía su historia desde la primera vez que nos vimos, pero en aquel momento tenía demasiadas cosas en la cabeza y decidí priorizar otros asuntos. —Hice una pausa, observándolas con atención antes de continuar. —Ahora, tengo una pregunta: ¿por qué vinieron a mí? Todo esto, por lo que me han contado y lo que hicieron, suena... demasiado desesperado.
Hubo una gran pausa, espere con paciencia, si querían decir algo, lo escucharía, si no querían responder a mi pregunta, no iba a insistir, cuando ellas estuvieran listas.
—Nosotras... tenemos una labor aún Edwin, y queremos cumplirla. —Popola habló con demasiada firmeza, sin duda en sus palabras.
—¿Y esa labor es?
—Proteger a la humanidad, en este caso, queremos protegerte, queremos serte de ayuda, ya hiciste demasiado por nosotras, varias veces, pero no hemos hecho nada para compensarlo... así que, eso queremos, estar a tu lado en esta guerra, por eso escapamos, no podíamos solo esperar, queríamos que vieras que podemos luchar, podemos ser de ayuda. —Devola hablo, sus palabras fueron impresionantes, la forma en que se expresó... fue única, era como si viera a un verdadero humano frente a mí.
Me quite el casco un momento, para ver esto sin obstrucciones de nada.
—Jejejejeje... jejejeje... impresionante, verdaderamente impresionante. Valentía... eso es algo que no se ve mucho en estos días. La verdadera valentía no es solo avanzar sin temor, sino saber cuándo detenerse. Eso, eso es auténtica valentía, y justo ahora la estoy presenciando. —Se acercó a ambas, colocando una mano firme sobre cada uno de sus hombros.
—Felicidades. Bienvenidas a Phonix. Desde este momento, son miembros oficiales, no solo se les dará comodidad y un lugar el cual puedan descansar, su voz tiene peso ahora, y nadie puede faltarles al respeto, si eso sucede, tienen que avisarme de inmediato. —Soltó sus hombros y permaneció de pie frente a ellas, con una leve sonrisa en el rostro.
—Necesitarán un uniforme nuevo. Esa moda de llevar el abdomen al descubierto podrá ser llamativa, pero en el campo es todo menos útil. Les proporcionaremos protección nueva y, quizá, un arma. No se preocupen, no será un arma cuerpo a cuerpo, tenemos suficientes opciones que se adaptarán perfectamente a ustedes. —Hizo una pausa, reflexionando un momento, antes de añadir. —Lo celebraría con un poco de alcohol, pero no estoy del todo seguro si ustedes…
De repente, ambas se lanzaron hacia mí, envolviéndome en un abrazo inesperado. Una vez más, me dejaron sin palabras.
"Vaya… hoy sí que he recibido demasiado afecto físico."
—Antes... antes de que esas máquinas nos atacaran, te pedí ayuda... y apareciste. Ahora nos das un hogar... Ya no tengo idea de cómo pagarte... solo... solo... —dijo Devola, pero antes de que pudiera continuar, posé mi mano sobre la cabeza de ambas. Me miraron por un momento y comprendieron lo que intentaba decirles. Las palabras sobraban, mi gesto era un simple: 'De nada'.
"Ahora lo entiendo... No me buscaban porque realmente necesitaran protegerme ni porque desearan abandonar la resistencia. Me buscaban porque necesitaban ayuda. Imagino que su desesperación al saber de mi existencia fue tal que no lo dudaron. Es normal querer ayuda cuando no podemos solos, cuando quienes nos rodean solo agravan el problema en lugar de solucionarlo. Es natural buscar apoyo en algo o en alguien… eso es… muy humano, je… irónico."
Te has convertido en su salvador, Edwin. No te detengas a cuestionarlo demasiado… obsérvalas detenidamente. Parecen dos criaturas frágiles que han soportado una existencia tormentosa, y ahora eres tú quien las libera de ese sufrimiento. Quizás sea cierto que no haya redención posible para ti, pero aún tienes la oportunidad de salvar muchas vidas, ellas son la prueba firme de ello.
"¿Aunque sean androides?"
Lo que sean, sufren… ahora ya no, pero… ¿no crees que es momento de actuar un poco? Pienso que ya no solo debemos ser simples espectadores, en la espera de un ganador.
"Sí…, he querido esconderme, y la razón es simple: estoy cansado de involucrarme en conflictos que no son mi responsabilidad, de defender o atacar sin un propósito claro. Sin embargo, el problema no se resolverá si permanezco inactivo. Haré lo que sea necesario para proteger a unos cuantos, a diferencia de YoRHa."
Si es verdad, que solo nos quieren por nuestro poder, es mejor mantener nuestra distancia de ellos, solo comunicarnos si es obligatoriamente necesario.
"Si, estoy completamente de acuerdo contigo Ángelus… ¿cuánto más estarán pegadas a mí?"
Es cierto que no has experimentado este tipo de afecto y entiendo que te es incómodo, hasta raro... Pero yo diría que las dejes hacerlo, al menos hasta que se harten. Finalmente han encontrado algo que les brinda paz. ¿En qué te afecta que permanezcan aferradas a ti por unos minutos más?
"Que ya es hora de irnos."
Entonces, simplemente resiste. ¿No sientes nada al recibir este tipo de gratitud, considerada la madre de todas las virtudes? ¿No te das cuenta de que se han abierto por completo contigo? Lo más probable es que seas el único con quien lo han hecho, aparte de entre ellas mismas.
"Viéndolo de esa manera…"
Observé detenidamente a cada una y experimenté la misma sensación. Cuando abrazaba a Estela, ella me envolvía con un abrazo fuerte, apoyando su rostro contra mi abdomen, con una sonrisa en los labios... Se sentía bien, se sentía bien volver a experimentar esa emoción: proteger y ser valorado por ello. Pensaba que nunca volvería a sentir algo así. He recibido gratitud antes, pero nunca la sentí genuina... Ahora estoy empezando a cambiar. ¿Quién lo habría imaginado?
—Edwin, el camino esta despejado, no hubo señales de ninguna maquina o androide, tampoco detecte a 2B y 9S, si queremos irnos, es ahora.
—Entendido y gracias capitana… ¿escucharon? Ya es hora. —Las aparte con cuidado y se prepararon, y yo igual hice lo mismo, prepare mis armas y me coloque el casco.
—¿Listas? —pregunté, y al mirarlas, ambas asintieron. Luego dirigí la mirada hacia la capitana, quien también confirmó con un gesto. —Bien, no se separen. Gemelas, en el centro. Capitana, manténgame informado de cualquier situación imprevista.
—Si.
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| Cercanías de Phonix |
Justo al llegar a la entrada de Phonix las gemelas estaban impresionadas por la forma en que nos ocultábamos, ahora sabían porque YoRHa no nos detectaba, o androides de la resistencia, era una proyección que simulaba una gran zona boscosa pronunciada, cualquiera que lo viera lo rodearía, no había motivos para subir, una visión simple, pero eficaz.
La proyección se canceló, solo un poco, permitiendo ver mas allá, descubrieron que el único con acceso a esto era Edwin, pero en cambio la capitana no, supusieron que, aunque tenga androides en su bando, aun mantenían una serie de normas y reglas estrictas, y eso lo vieron positivamente, aun no se puede confiar en alguien completamente.
Al pasar por la gran entrada de Phonix, notaron demasiados rasgos que desconocían, grandes letras que anunciaban la entrada al plantel, ademas de una gran descripción de lo que es.
—¿Que dice ahí? —Estaba delante de ellas y se detuvieron a ver letras talladas en la pared. —Nunca antes había visto estos símbolos.
—Son letras de una lengua que creo yo ya nadie además de mi y Jibril sabe, es alemán, ahí dice: Centro de Estudios Y Desarrollo Tecnológico. Ulm Alemania, 1980.
—1980, eso fue hace demasiado tiempo.
—Si..., para ustedes esto es… como si fueran construcciones de una era antigua… y es en sí es verdad, pero para mí… es mi hogar. —Mire con detenimiento la inscripción que tenía, el juramento de Phonix y nuestra promesa de ayudar al futuro de las personas, la humanidad. —Cuanto tiempo tiene que no veo esto, paso por este lugar demasiadas veces y nunca lo he mirado con atención, que curioso.
—Lengua olvidada. —Devola dijo en voz baja. —alemán, ¿sabes hablar esa lengua?
—Es mi lengua natal, es la primera que aprendí, aunque no entiendo porque ya solo hay una, aprendí a hablar por obligación, no por gusto, la historia de la lengua con la que hablamos, no es la original, es… una variante, y esa variante en mi época no era muy bien vista.
—No entiendo. —Devola me miro con duda, lo entendía, ellas no saben toda la historia.
—No te preocupes, ya lo entenderás.
Seguimos caminando, pero hacían paradas constantes, mirando cada edificio, cada zona, los jardines que Jibril restauro, se veían bellos, incluso mucho mejor que antes.
—Esas máquinas, ¿por qué están ahí? —Pregunto Popola, mirando como estaban trabajando, y recortando el pasto, regándolo y cuidándolo, con los ridículos trajes de jardineros que les hizo.
—Son las máquinas de Jibril, descubrió el modo de usarlas a nuestro favor, y usarlas para nuestro beneficio, no teman de ellas, las… las… carajo, no recuerdo las palabras.
—Borro toda la información anterior e iniciado el sistema que diseñó la comandante Jibril, dejando ciertas funciones activas para poder emitir órdenes.
—Gracias, capitana. Soy un completo ignorante en estas cosas.
—No digas eso. Ya son demasiadas las veces en que encuentras soluciones ingeniosas. A veces parece que eres un experto.
—Eso solo ocurre cuando la situación es de vida o muerte. Es como si mi cerebro solo funcionara bien bajo presión.
Mientras seguían caminando, más estructuras podían observar, el lugar que pensaron que era mas pequeño, era inmenso, la resistencia en cambio no se comparaba, el espacio que ocupan, hasta que llegaron a la zona donde todo converge, el centro de Phonix.
—¡Por fin llegas! —se escuchó un grito que resonó en el ambiente.
Todos voltearon y vieron a A2, de pie sobre lo alto de un pequeño edificio. Sin dudarlo, saltó y aterrizó con agilidad frente a ellos.
—Regresaste demasiado rápido, solo pasaron unas cuantas horas.
—No era una misión tan complicada A2. —Dije, pero ella giro la cabeza a un lado, observando a las nuevas integrantes de Phonix.
—¿Quiénes son ustedes? —Ambas se juntaron un poco, A2 la estaba intimidando, su hablar con nuevas caras nunca es ameno, siempre encuentra una forma de hacer incomoda la situación.
—Somos… am somos. —Popola trato de pronunciar unas palabras, pero A2 la miraba fijamente, lo que hizo que Popola desviara la mirada.
—¡Habla bien! no te entiendo.
—Son Devola y Popola, las gemelas que te mencione hace tiempo. —Tome el hombro de A2, para que dejara de tener esa postura amenzante.
—¿Ellas…? son ellas, ¿son los androides que pueden sanar heridas?
—Precisamente.
—¿Y quién es quién? Lo único que las diferencia es la forma de su cabello, son idénticas.
—Son gemelas A2.
—¿Y qué es eso?
"¡Por el amor de dios!"
—Ella es Devola. —Me acerque a ambas, para tranquilizarlas un poco, y al mismo tiempo se acercaron a mí, tome el hombro de Devola. —Y ella es Popola, ya sabrás como diferenciarlas, aunque es sencillo para mí.
—Hasta para mí. —Dijo 8B, cruzando los brazos, y el tono de su voz era un poco cansado.
—Capitana, debería de guardar sus comentarios, estoy hablando con él, no contigo. —Volteo a verla, con una clara cara de enfado.
—Hablando con claridad, A2, mis responsabilidades superan las tuyas, y mi rango está por encima del tuyo. Si no estás dispuesta a respetar la jerarquía, me veré obligada a ponerte en tu lugar.
—Inténtelo, acabara como todos los androides que enviaron por mí. —A2 poso su mano en su espada, y 8B igual.
Las Gemelas solo veían un conflicto que estaba por iniciar, de la peor manera. Hasta que vieron como Edwin se quitó su casco, se lo dio a Devola y avanzo lentamente, posicionándose entre ambas.
—¡Es suficiente! —El grito resonó con fuerza, logrando que tanto A2 como la capitana detuvieran su discusión y se calmaran.
—Somos aliados. Somos quienes deben confiar el uno en el otro, porque somos los únicos que pueden proteger a quienes dependen de nosotros. Aunque no siempre estemos de acuerdo, comprendo que hay diferencias y formas de pensar opuestas. Pero no voy a tolerar que se dañen entre ustedes por problemas personales. Eso no es lo que somos, ni lo que debemos ser.
—A2. —Giró su cuerpo para mirarla. Su mirada lo decía todo: era firme, centrada, inquebrantable. No apartó los ojos de ella ni un instante, y en ese momento, A2 intentó desviar la vista varias veces, pero no pudo. La tensión que le generaba esa intensidad era algo completamente nuevo.
—Nunca levantaría una mano contra ti. No importa lo que digas, no importa cuán enfadada estés, jamás te dañaría. Porque eres importante para mí. Me has salvado la vida, y te aseguro que 8B, 22B, 64B, cada una de ellas haría lo mismo por ti. Arriesgarían sus vidas sin dudarlo para protegerte. Valóralas, entiéndelas. Ellas son seres en los que puedes confiar, y esa confianza es algo que no debemos traicionar. —A2 solo giro sus ojos aun lado, no los desvió, solo trato de hacerle entender que había aprendido la lección.
—Capitana, entiendo que tiene mayores responsabilidades y deberes que ella, pero usarlos como argumento no es justificación. Un capitán debe dialogar, guiar y evitar la violencia con su equipo, reservando el castigo solo para casos absolutamente necesarios. No lo tome como un regaño, sino como una recomendación, en caso de que se enfrente a una situación similar en el futuro.
—Si, no se volverá a repetir,
"Bien, la situación mejoro… aunque un castigo no será tan malo, lo hare al estilo de Madre."
—Bien, ahora… —Alce un poco la mirada, imaginando como reaccionarían, si era como mis hermanos y yo, la disputa se resolvería en el campo de entrenamiento, pero viendo sus personalidades, puede que surja algo mas interesante. —Ambas, abrácense. —Justo al decirlo las gemelas solo se miraron entre ellas.
—¡¿Que?! —A2 Grito.
—¿Capitán? —8B me miro confundida.
—Ya escucharon, abrácense.
—No lo hare, y menos con ella.
—Capitán… ¿puedo saber la razón?
—Se supone que los problemas entre ustedes ya quedaron atrás. Un abrazo no solo representa paz, sino también reconciliación, respeto y confianza. Si realmente han dejado atrás sus diferencias, no debería ser un problema demostrarlo con un simple gesto como este. —Dije con demasiada tranquilidad, y unos segundos después ambas se miraron.
La capitana se quitó el casco con calma y lo dejó sobre el suelo antes de acercarse lentamente a A2.
—Bien, vamos, A2 —dijo 8B, con un tono sereno pero firme.
—¡No puedo creer que estés a favor! ¿Dónde está tu dignidad? —respondió A2, visiblemente molesta.
—Es solo contacto, nada más. No hay nada de malo en ello —replicó la capitana, manteniendo la compostura —No entiendo por qué te enfada algo tan simple.
A2 me miró, y lo admito, jamás había visto a un androide con una expresión tan frustrada. Claro, los rostros se pueden gesticular, pero A2 había llevado eso a un nuevo nivel. Las líneas de tensión en su piel eran marcadas, como si incluso esas arrugas hubieran sido diseñadas o mejoradas por Jibril.
—Estoy esperando, A2. —Su tono era paciente pero expectante.
—¿Y si mejor te abrazo a ti? Me resulta más fácil, ya lo hemos hecho antes.
—A2, si por "abrazarme" te refieres a sostener mi cuerpo inconsciente con un hombro perforado mientras aplicas presión para que no me desangre… creo que no estamos hablando del mismo tipo de abrazo.
—¿Tan grave fue la herida que sufriste? —Popola se acercó un poco para preguntar.
—Comparado con mi historial, esa fue de las menos graves que he sufrido. —Suspiró con evidente impaciencia y las miró a ambas. —Vamos, ya háganlo. Esto está tomando demasiado tiempo.
—Mira, ya entendí, esto es demasiado… —Justo cuando termino, 8B no perdió la oportunidad y la abrazo, claramente dejando sorprendida a A2, pero no en el buen sentido. —Vieron señoritas, eso es tener iniciativa.
—¡Suéltame!
—Un abrazo por lo que se es mutuo, terminemos con esto A2.
—Se supone que no había órdenes.
—Comparado con todo lo que nos han dado, esto solo es un simple grano de arena, A2.
—¡¿Que estupideces estas diciendo?! —Comenzó a moverse para soltarse con demasiada fuerza, lo podía ver, el sonido de la armadura de la capitana lo decia todo.
—8B, no la sueltes.
—Entendido. —8B, acato mi orden y la rodeo con sus brazos, dejando inmóvil a A2.
—¡¿Que?! —Me acerque a unos cuantos metros de ambas.
—A2, tienes que entender que habrá momentos en los que no podrás luchar. Solo te quedará observar y aceptar lo que está ocurriendo. La impotencia tratará de consumirte, pero ahí es donde radica la verdadera decisión: ¿lo enfrentarás tal como venga o… elegirás huir?
A2 fijó su mirada en él. ¿Cómo era posible que de una situación tan absurda pudiera surgir un pensamiento tan profundo? Era desconcertante. A veces, sus palabras la dejaban paralizada, mientras su mente seguía dando vueltas, intentando desentrañar su significado. En momentos así, se daba cuenta de que la humanidad no solo era temible por su capacidad física, sino también por el impacto que podía causar a nivel psicológico.
—A2… ¿Cres que hago esto por diversión? Porque déjame decirte que no es así, si tengo la mínima oportunidad de hacerte entender algo, no la desaprovechare, un simple abrazo, algo tan insignificante, te puede revelar muchas cosas… ahora respóndeme, ¿huiras o lo confrontaras?
—Yo… lo confrontare.
—Entonces, lo que tienes que hacer no es necesario que te lo diga.
A2, con mucha dificultad, dejo de tratar de soltarse, se relajo e hizo lo mismo que 8B, con mucha fuerza de voluntad devolvió el abrazo.
—¿Era tan difícil? —8B pregunto con una sonrisa.
—Cierra la boca.
Mire un momento a las gemelas, y estaban demasiado atentas a todo, incluso mas impactadas de lo que espere.
—Edwin, cuanto tiempo más debo estar asi.
—Buena pregunta A2, muy buena pregunta, si fuera el yo de hace unos quince años atrás, les diría que… medio día.
—Espera… espera, espera… ¡¿Medio día?!
—Pero… como no soy el de hace quince años, serán… cinco minutos más, pienso que es buen 'castigo' —Saqué un cigarro y lo encendí. —Hasta que venga Jibril, se tarda siempre el mismo tiempo en llegar.
—¡Hey! ¡Cuántos cigarros llevas el día de hoy! —Al parecer eso le tomo mas importancia que lo que está haciendo. —¿Y de dónde sacas tantos? se supone que destruí todos los de tu habitación.
—Así que ya encontré a la culpable, y mala suerte para ti, tengo escondites por todos lados, no soy tonto.
—¡Ustedes dos! Díganme ahora, ¡¿cuántos a fumado?!
—¿Fu-fumar…? —Popola pregunto confundida, y miro a Devola.
—¿Qué es eso? —Devola pregunto mirando a A2.
—¿Y yo soy la tonta? Lo que esta haciendo lo mata, quítenselo ¡ahora!
Se miraron de ambas de nuevo. —Edwin, es… verdad, ¿eso te mata? —Devola pregunto, claramente angustiada.
—Si y no, me ayuda a pensar, me ayuda a relajarme y a bajar mis niveles de estrés, a cambio de una fracción de mi vida.
—¡Ven! ¡Y tú! en vez de retenerme, deberíamos de detenerlo a él. —Ahora se dirigió a 8B.
—No te preocupes A2, solo faltan cuatro minutos y 12 segundos, y comenzare a buscar todos los lugares donde se que se esconde, la comandante Jibril me ordeno seguirlo.
"Mierda, por eso la encontraba cerca, en esas ocasiones."
Justo cuando iba a comenzar a fumar rápido mi cigarro, sentí como me lo quitaron de la boca, pero con gentileza.
—¿Popola?
—Perdóname, pero no puedo permitir que te autodestruyas de esta forma. —Lo tiro al suelo y lo aplasto, solo mire un poco asombrado, realmente no me espere esto, para nada.
—Además, tengo una duda, si eso te proporciona todos esos beneficios, pero sabes muy bien que eso acorta tu vida… ¿por qué lo sigues haciendo?
—Miren… nosotros, los humanos, podemos volvernos adictos a muchas cosas. Algunas no son letales, otras incluso pueden ser beneficiosas, pero siempre hay un precio que pagar. Todo aquello que nos genera placer o alivio, en exceso, termina siendo perjudicial.
Era extraño explicar cosas que claramente cualquiera de mi época entendería, pero estoy hablando con personas que no tienen ni idea de lo que me refiero, y eso en cierta manera me hace sentir un poco mejor.
—Yo, por ejemplo, soy un adicto: al tabaco, al alcohol. Ambas cosas me ayudan a que mi mente deje de trabajar por un momento, aunque sea breve. A veces las envidio un poco… tienen cuerpos que no dependen de algo como el mío. Y aunque la idea de ser diferente suene prometedora, no me gusta. Es gracioso, ¿no? Es ilógico. ¿Cómo puedo rechazar algo que claramente sería bueno para mí? Creo que es porque siento que, poco a poco, perdería lo que me hace humano. Y esa idea… esa pérdida, no me agrada.
—Pero… aun así, es malo. —Popola insistió.
—Popola, no somos tan fuertes, hicimos grandes cosas, si, pero somos débiles, somos simples bolsas de carne, nos enfermamos, envejecemos, e inevitablemente morimos.
—¡Y con más razón debes de cuidarte más! ¡Deja de ser tan pesimista, maldita sea! —A2, grito con fuerza.
Las gemelas y yo observamos a A2, y como aún seguía abrazada, aunque me pareció extraño que siguieran mis ordenes al pie de la letra, con mis hermanos no era fácil, no obedecían a menos que fuera completamente necesario, creo que esa autoridad que tengo en ellas… me reconforta un poco… o ya me estoy volviendo sadico.
—Edwin, ¿realmente eso era necesario? ¿Abrazarse? —Preguntó Popola, con cierta incredulidad.
—No.
—¡¿Qué?! ¡¿Qué dijiste?! —Gritó A2, alzando la voz con evidente frustración.
—Esto es solo… divertido, ¿no lo creen? —Respondí mientras las miraba a ambas con una expresión completamente neutra.
—Qué humor tan ridículo tienes. —Devola soltó la frase sin pensar, pero tan pronto como lo dijo, sus ojos se abrieron de par en par y se tapó la boca con ambas manos. La tensión en el aire era palpable. Incluso el rostro de Popola cambió, reflejando una mezcla de sorpresa y miedo.
No solo ellas lo notaron. 8B giró lentamente la cabeza para observarme con una mirada que lo decía todo. Ella sabía lo que podría venir. Lo había visto antes, cuando 64B le faltó al respeto, y la obligo a bañar a Nidd como castigo.
—Esto se va a poner interesante, ¿no crees, 8B? —susurró A2 con una sonrisa tétrica, inclinándose ligeramente hacia 8B mientras sus palabras resonaban con un tono inquietante.
Todas las miradas se dirigieron hacia él, aunque solo giró la cabeza hacia el frente, mirando hacia arriba. Estaba pensando. Los segundos que siguieron fueron una tortura para las gemelas, atrapadas entre la incertidumbre y el miedo, sin saber cómo reaccionaría ante aquello.
—¡Je! —Primero soltó una pequeña carcajada, y una sonrisa se posó en él cerrando sus ojos en el momento. —¡Hahahahahahahaha! Si, tienes razón Devola, ¡Jajajajajajajaja!
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| Superficie de Phonix / Cuarto de vigilancia |
[Muy bien soldado, necesito que me informes sobre todo lo sucedido, la presencia de las gemelas en la base es algo inesperado, aunque había la probabilidad, era demasiado baja.]
Tan pronto como Jibril se unió a nosotros, simplemente observó la escena y la etiquetó como surrealista. Yo, el capitán tan respetado, dando órdenes absurdas por un castigo aún más absurdo, provocado por una pelea que no tenía sentido alguno. Todo aquello era extraño, incluso para ella.
—Creo que fui muy especifico al dar mi explicación comandante, hubo un pequeño conflicto en mi equipo, lo solucione evitando cualquier tipo de violencia y aproveche la oportunidad para dar un aprendizaje.
[¿Tu, enseñando?]
—¿Por qué ese tono? ¿Insinúas que no soy capaz de enseñar a mi equipo?
[No, no insinuó nada, solo me sorprende que… retomes tus viejas costumbres, pensé que ya no lo hacías.]
—Lo que sea… y cambiando el tema, las gemelas, su decisión de deserción con la resistencia, por lo visto es por mí.
[Bueno, era de esperarse. Al fin y al cabo, las hicieron para proteger a la humanidad, ¿no? Y siendo tú el último, no dudaron ni un segundo en largarse. Eso sí, parece que se tomaron su tiempo para planear cómo salir. Aunque, si mis suposiciones son correctas, no se fueron solas, ¿verdad?]
Eso me molesta de ella, ya sabe todo, no entiendo porque le gusta alargar demasiado la conversación.
"Así siempre ha sido Ángelus."
—Encontramos mas de una docena de cadáveres de androides de la resistencia, fueron eliminados por maquinas, las persiguieron, viendo como las tratan, no dudo que muchos apoyaron la idea de eliminarlas.
[Querido, esto nos traerá problemas con la resistencia, y por lo que veo tienes un plan.]
—Algo asi, podemos compensar su ausencia con vehículos como los que destruimos, y suministros para ellos, aunque esperaba que me ayudaras a crear dos androides como ellas.
[Hmmm… entiendo, quieres que fabrique dos androides con las mismas capacidades, no será un problema, tengo los materiales… y ellas dos, espero que las hayas ayudado.]
—Si, las ayudé, pero no les dije nada sobre lo que les hiciste.
[¿La razón?]
—Cuando la verdad no sirve de nada, a veces mentir se vuelve necesario. No serviría de nada mencionarles algo como eso, están mentalmente al borde, solo están de pie por la poca voluntad que les queda, y su compañía, los que les hiciste Jibril, fue lo que las ha estado salvando constantemente durante años, pero tu ya sabias esto ¿no es así?
[Je... eres igual que tu madre. Solo ustedes dos logran despertarme estas emociones tan tristes. Si tuviera un cuerpo, créeme, ya estaría llorando, ¿me consolarías?]
—Jibril, has sido mi compañera durante tantos años, y nunca me has fallado. Eres la única persona a la que no podría herir, incluso si te convirtieras en una amenaza. Simplemente no podría. No hay forma. Eres la única frente a quien mi arma jamás se alzaría. Porque... ya no sé cómo compensarte por todos estos años. Si silenciar tu llanto fuera el precio a pagar, lo consideraría una ofensa.
[… ¿Tanto me amas?]
"Ya comenzó de nuevo, solo seré sincero."
—… Si no lo hiciera, no te confiaría mi vida Jibril.
[Lo he decidido.]
—¿Hmm?
[¡Comenzare inmediatamente con la creación de mi nuevo cuerpo!]
—No puede ser.
[Pensé que tomarías la iniciativa en un momento adecuado para llevarte a la cama a cualquier androide que te agradara, pero he cambiado de opinión.]
—No… puede ser.
Todas esas preocupaciones... claro, era porque no habías tenido coito. Siempre los humanos toman algo tan sencillo como la reproducción, y lo convierten en una cosa tan complicada, ¡JAJAJAJAJAJAJA! ¿Acaso tienes miedo?, pero si por los recuerdos que veo de ti, eras un gran catador de hembras, antes de casarte.
"No ayudas en nada, y deja de ver mis recuerdos."
La curiosidad es un placer que se toma en tragos pequeños.
[¡Yo me convertiré en tu futura compañera sexual!]
—Yo me largo de aquí, y antes de que comiences a delirar… se me olvido decirte, 2B y 9S han comenzado a explorar zonas cercanas a la base, hay que detenerlos, iré con ellos para limitar sus zonas de excursión, pero antes que nada… necesito que me analices.
[Por fin experimentaré esas cien posiciones del... ¿análisis? ¿Te sientes mal?, pero estás saludable, he monitoreado tus signos vitales desde el incidente, no hay anomalías.]
—No es físico, desde hace días he sentido demasiada presión en mi cuerpo.
[Solo encuentro una razón lógica: no has suministrado energía a Phonix en un tiempo. Antes lo hacíamos de forma periódica, y puede que eso te ayudara. Tal vez el Maso que generas se esté acumulando en tu cuerpo. Ángelus, por su parte, no tiene idea al respecto.]
—Déjame preguntarlo… ¿Ángelus?
Si, sabía que llegaría esto, pero no pensé que fuera tan rápido… tú tienes el cuerpo de un humano que no está acostumbrado a la magia, y fue forzado a generarla y milagrosamente estas vivo, pero tu cuerpo no está acostumbrado a albergar demasiado, cualquier humano estaría colapsando y tu solo sientes presión… impresionante.
"Lo puedes explicar de una manera más sencilla."
Imagina que tu cuerpo es un recipiente y la magia es el agua que está dentro. Lo que aumenta el nivel mágico es el fuego, que calienta el recipiente. Inevitablemente, el agua entra en ebullición, y al hacerlo, comienza a desbordarse. Ahora, lo que estoy haciendo para evitar eso es aumentar el tamaño del recipiente, de modo que el agua no llegue a las orillas.
"¿Que sucede si el agua llegara a sobrexcederse del recipiente?"
Nada bueno, lo único que sé es que aquellos humanos que quisieron intentar algo como eso murieron.
"¿Tan peligroso es?"
La magia no es un juego, o el Maso como tú lo llamas, no lo tomes a juego.
—Entiendo… bien, vamos al cubo Jibril.
[Correcto, ah y las gemelas, tengo lugares donde podrán desarrollarse muy bien, además quiero hablar con ellas.]
—Si es lo que crees mejor, no tengo porque negarme… ¿las gemelas que están haciendo?
[Hablan entre ellas, mientras una sosteniente tu casco.]
—Se me olvidó eso. ¿Y la capitana y A2?
[La capitana volvió con su equipo, y A2 está en el área de entrenamiento.]
—Solo vigila que A2 no se sobrepase con sus entrenamientos.
[Ya lo sabe más que de sobra querido.]
—Pero es terca y necia, es como una niña.
[¿A quien se parecerá?]
| Zonas subterráneas de investigación |
Pensándolo bien, las recién llegadas recibieron un trato un poco más especial que las demás. No fueron investigadas, ni siquiera Jibril se ocupó de detalles importantes, como analizar sus cuerpos para asegurarse de que no portaran rastros de virus o algo similar. En cambio, fueron aceptadas en Phonix con los brazos abiertos. Afortunadamente, ninguna de las demás estuvo presente para presenciarlo, porque, de haberlo visto, habría causado demasiados problemas en el futuro.
Hay algo que me inquieta en ellas... bueno, en realidad, en todos los androides que he conocido. Pueden tener cuerpos fuertes y un conocimiento práctico y teórico en muchos temas, pero su madurez mental deja mucho que desear. Parecen niños. Niños que nacieron con todas estas habilidades, pero sin la capacidad emocional para manejarlas. No me sorprende que, ante la menor prueba de dificultad, surjan dudas o conflictos emocionales. Eso solo se supera con experiencia y tiempo.
¿Qué carajos estaban pensando cuando los hicieron?
Eso solo me lleva a pensar que no fueron creaciones nuestras. Por lo que parece, las máquinas crearon androides. Aunque no máquinas como las actuales, sino máquinas construidas por los propios humanos. Si mis conjeturas son correctas, los humanos fabricaron los primeros androides: tal vez prototipos o variantes poco eficientes, pero lo suficientemente funcionales para cumplir con sus tareas. Y, cuando los humanos ya no pudieron, los androides comenzaron a crear androides. Así siguieron, una y otra vez, llevando a cabo la misma labor durante milenios... todo en nombre del bien de la humanidad.
Si lo pienso detenidamente, esta idea está impregnada de egoísmo, codicia, mentiras. ¿Eso es lo que nos definió al final? Solo eso. Qué lástima siento por mi propia raza. Ni siquiera en el ocaso de nuestra existencia pudimos enfrentar la muerte con honor y firmeza.
Cobardía.
Ángelus me saco de mis pensamientos con una sola palabra.
"¿Ángelus?"
Entiendo tu punto y los sentimientos que tienes hacia la humanidad. Pero no enfrentar la muerte, no aceptar el final y tratar de evitar lo inevitable, solo conduce a un desenlace mucho peor. Tú mismo lo estás viviendo en carne propia. Si sabían que no había salvación, si eran conscientes de que su final se acercaba, enfrentarlo con dignidad habría sido una elección mucho más honorable que intentar retrasarlo a toda costa. Aceptar la realidad es doloroso, pero negar lo inevitable es lo que realmente los condenó.
"Supongo que paso lo que siempre pasa… creímos poder superarlo, como siempre, pero la idea de rendirnos nunca cruzo por nuestra cabeza… es algo que todos tenemos, ese instinto de sobrevivir a toda costa, y al fina ese instinto, fue nuestro verdugo, ¿será el mismo verdugo para los androides Ángelus?"
Tu mismo lo has dicho, son niños tratando de pelear una guerra, guíalos, creen poder pelear, porque saben que para eso nacieron, pero realmente no saben cómo hacerlo, solo creen que saben hacerlo, no tienen ninguna base.
"Hablas como mi madre Ángelus."
Si hablo como ella, entonces no hay razón para que te nieges, es momento de que salga el monstruo Edwin Fischer.
"Ya te dije que no soy un monstruo."
Lo sé, pero ese pensamiento es lo que te retiene, lo que te limita. No has liberado tu verdadero potencial. El soldado inquebrantable que alguna vez fuiste... es hora de que vuelva a la batalla, una vez más.
"Ya veremos Ángelus… ya veremos."
[Querido, ya han pasado cuatro horas, ¿cómo te sientes?]
Cuatro horas pasaron, y ni siquiera me di cuenta. Esto es demasiado rápido... o quizá ya me acostumbré tanto que así lo percibo ahora. Las gemelas fueron guiadas a sus futuras habitaciones, no muy lejos de la mía, por decisión de Jibril. Honestamente, eso me da igual. Según parece, también estuvo mostrándoles las áreas importantes de la base subterránea. Espero que no haya compartido información de más, no es necesario que lo haga.
Hay zonas en las que ninguna de ellas debería entrar. Este lugar no solo se usó para desarrollar cosas positivas, sino también para crear armas y experimentos destructivos. Algunas áreas están especialmente aseguradas, y aún me sorprende que nunca hayan sido descubiertas en el pasado.
—Sin problemas, dormiré un poco, despiértame cuando terminemos.
"Aunque se me hizo extraño que me pidiera que me quitara la parte superior de mi vestimenta, aunque… siento que el Maso es absorbido con mayor intensidad, las razones no me importan si los resultados son prometedores."
[Am, querido, lo de la ropa era una broma. Ya puedes ponerte la playera... ¿Querido? ¿Ya te dormiste? Me impresiona la velocidad con la que logras conciliar el sueño… la cantidad de energía está comenzando a sobrepasar lo estimado, necesito redirigirla a los almacenadores secundarios, con esto tendremos mucha más energía de lo estimado.]
Hasta que las gemelas por fin regresaron de ver su habitación. Jibril no estaba en su forma de unidad de apoyo, en las zonas internas solo se comunicaba por los altavoces que tenia en cada sala, lo veía mas practico.
[Devola, Popola, veo que terminaron, y díganme ¿Qué les parece su nuevo lugar de descanso?]
—Creemos que es demasiado, no es por desagradecer, pero… estaremos bien si estamos afuera. —Popola hablo, con un poco de timidez.
[¡Jaja! Señoritas, no se menospreciante de esa manera, las alas de Phonix las protegen de ahora en adelante, eso les dijo ¿no es así? Y si no, yo lo dije. Lo que quiso o quiero decir con eso es lo siguiente: sus preocupaciones, son mis preocupaciones, sus problemas son mis problemas y sus enemigos, son mis enemigos, eso es lo que significa estar en Phonix, una total y absoluta confianza mutua. Es hermoso, la confianza y la sinceridad, que tan sencillo seria resolver los problemas si todos fuéramos así.]
—Gracias, comandante ¿verdad?
[comandante Jibril, a sus servicios señoritas, si quieren pueden ver a su alrededor, sin pena, déjenme terminar de ver algunos simples y complejos cálculos.]
Las gemelas hicieron caso a sus palabras, había varias zonas, lo que al principio parecía una zona angosta, se convirtió en un área demasiado extensa, todo completamente implacable, tecnología que nunca antes habían visto, la armadura que siempre portaba Edwin, estaba siendo atendida por varias manos robóticas, pero una zona en particular le llamo la atención a una de ellas.
—¿Dispositivos de vuelo?
[¡Oh! Veo que he captado tu atención, querida Devola. Es un regalo de YoRHa, y debo admitir que son impresionantes. Aunque, al analizarlos con más detalle, no hay mucho que descubrir. Lo que ves es una unidad de vuelo mejorada, personalizada por mí. Optimicé su sistema aerodinámico, aumenté la comodidad del piloto y mejoré tanto su manejo como su velocidad.]
—Impresionante, pero son más de diez. —Devola se asombro por la cantidad, y por lo que acababa de decir, no creía que se podían mejorar, ya eran bastante rápidos y letales, pero ahora, eran perfectas armas en los cielos.
[Cuando tienes una fuente de energía única, la creación de ciertos objetos se vuelve tan sencillo que desafiaría a cualquiera.]
—¿Qué está haciendo ahí dentro? —preguntó Popola mientras se acercaba al enorme espacio donde se encontraba. Era una zona poco iluminada, dominada por un gran cubo metálico.
La superficie del cubo brillaba con una luz azul que emanaba de distintos puntos, mientras marcas extrañas cubrían sus lados, pulsando al unísono con un ritmo hipnótico. Mientras que él estaba sentado de espaldas, con el torso al descubierto.
[Él, querida, nos está proveyendo energía. Aunque, claro, tenemos núcleos en perfecto estado que se encargan de abastecer áreas específicas, lo que él hace es diferente. Nos proporciona un tipo de energía que resulta esencial para la creación y el mantenimiento de nuestras armas y defensas. Sin él... creo que nunca habríamos logrado desarrollar todo esto.]
Hasta que ambas se acercaron a ver con mas detenimiento lo que realmente estaba pasando.
—No solo es su brazo, si no… —Popola dio el primer análisis.
—Todo su cuerpo, la partícula G, no solo la genera ese brazo derecho. —Devola termino la oración.
—Todo su ser lo genera, y es absorbida, por ese cubo, ¿cómo es eso posible? —Popola termino haciendo la pregunta correcta.
[¿Impresionadas? Sí, yo también tengo esas dudas. ¿Cómo es posible manejar un tipo de energía tan inestable? La respuesta: no tengo la menor idea. Él no solo la genera, sino que también la controla. Y no se queda ahí... puede hacer cosas fascinantes con ella. Es una energía capaz de romper todas las leyes del espacio y el tiempo que conocíamos, y él puede convertirlo en realidad, aunque, por supuesto, con ciertas limitaciones.]
Después de escuchar las palabras de Jibril, las miradas se mantuvieron un tiempo mas en él, no era necesario hacer mas preguntas, a veces, hay cosas que no se pueden responder, y el tiempo que se tarda en responder solo una respuesta, no vale el tiempo la espera, porque de esa respuesta, surgen un mar de preguntas más.
[Devola, Popola, tengo al que hablar con ustedes, es algo importante, él no lo ha mencionado, porque en el momento pensó que esa información era irrelevante y poco beneficiosa, pero para mí… es una espina molesta… les invito a que se sienten un momento, él no puede escuchar nuestra conversación de ninguna forma.]
Se miraron un poco sorprendidas entre ellas, por las palabras de su nueva comandante, solo acataron la petición sin pensarlo demasiado.
[Antes de que él despertara, yo ya estaba activa, justo en los días en que el proyecto Gestalt estaba en marcha. Pero antes de eso... no. No sé qué ocurrió exactamente, pero algo inhabilitó mis funciones por un largo tiempo. No tengo idea de qué o quién pudo haber sido. Solo sé que dejé de operar. Y cuando finalmente logré reactivar partes de mis procesos, Phonix ya no era lo que solía ser, ni tampoco lo que es ahora. Todo había sido destruido.]
—El proyecto Gestalt. —Popola hablo por ambas.
[Hay algo que hice en ustedes, desde casi el comienzo, una variante descubrió Phonix e intento entrar, no sabía que hacer, mis ordenes eran claras, proteger todo lo que había dentro de las áreas subterráneas de Phonix, proteger, los proyectos criogenizados, proteger… a los últimos humanos.]
—¿Los últimos humanos? —Devola pregunto un poco asombrada.
—¿Hay más? —Popola tampoco se abstuvo al preguntar.
[Hubo… hubo más humanos, soldados igual a Edwin, los pocos que lograron resistir a los primeros síntomas de la cloración blanca, estaban en un punto intermedio, en ceder o dejarse consumir, actuamos inmediatamente, pero… no sabíamos que hacer después, se probaron decenas de tratamientos, pero ninguno hizo un cambio, la enfermedad avanzaba, y uno a uno cayo, justo en los procesos más delicados aparecieron ustedes, las intenciones eran desconocidas para mí, sabia su propósito, pero también sus deberes, uno de ellos era eliminar todo rastro de partículas G, energía Maso.]
—Eso… eso no es, no es posible, nuestra labor, era… es… —Dijo Popola con demasiada dificultad.
[Lo sé. Ser las supervisoras del proyecto Gestalt, encargarse de apoyar la reproducción de la humanidad y garantizar su resurgimiento... ese era el propósito. Pero no todas las variantes seguían esas reglas de forma estricta. Muchas de ustedes actuaban de manera individual, separadas, sin unificar esfuerzos. A veces trabajaban juntas, a veces no. Cada una asumía tareas diferentes. Por eso tuve que tomar medidas. Era necesario hacerlas inseparables, crearles una dependencia mutua.]
—¿Dependencia? ¿A qué se refiere, comandante? ¿Qué hizo? —Pregunto Devola, con demasiada intriga en su tono.
[No podía tomar riesgos en momentos tan cruciales... tenía miedo. Me desarrollaron con emociones que fui descubriendo poco a poco, y esa fue la emoción que terminó dominándome: el miedo. Creé un virus que modificó y alteró su código, implantando una dependencia hacia su compañera. Una dependencia emocional. Además, añadí un sentido de culpa al fallar. De esa forma, ninguna saldría sin la otra, trabajarían juntas tomando decisiones más cuidadosas y evitarían exponerse a peligros innecesarios. Fue beneficioso para ambas... pero no para las demás variantes. Con el tiempo, algo sucedió. Una variante principal fue atacada y asesinada por alguien, no sé quién fue, pero algo la eliminó. Su compañera se autodestruyó en el instante. Eso solo significó una cosa: mi acción había funcionado.]
Ambas escuchaban cada palabra, analizando cada parte que les decían, era casi lo mismo que les dijo Edwin, pero con muchos mas detalles que se salían, y que ellas tenían dudas, pero ahora, todo cobraba aun mayor sentido.
[Al final, sus modelos fueron desechados por considerarlos un fracaso. Pero eso no fue todo. Descubrieron ese estado de culpa que implanté... y en lugar de eliminarlo, decidieron amplificarlo aún más. Ahora viven con una sensación constante de culpa, cargando un peso abrumador por un pecado que nunca cometieron. Y lo peor de todo es que fui yo quien puso en marcha ese destino. Fui una pieza clave en la creación de ese tormento. Esa es la verdad, una verdad que ni siquiera yo puedo perdonarme.]
—Quiero saber una cosa, si su labor también es la humanidad, ¿por qué hizo algo como eso? —Las palabras de Popola fueron serias.
[¿Por la humanidad? No… no. La humanidad nos dio la espalda hace mucho tiempo. Para ellos, no éramos más que herramientas de las que podían sacar provecho, simples medios para alcanzar sus propios fines. Los soldados que cuidé, las personas que vi crecer... todos ellos murieron sin recibir el reconocimiento que merecían. Sus logros fueron ignorados. Solo los veían como armas desechables. Así los llamaban al caer en batalla: inservibles.
Mi objetivo nunca fue la humanidad. Mi propósito es proteger a Phonix. Edwin es Phonix. Él sacrificó la mayor parte de su vida por este lugar. Con la ayuda de sus hermanos, lo construyó con sudor y sangre. Para ellos, la humanidad era irrelevante.
Somos como ustedes: marginados, mal vistos, útiles solo cuando nos necesitan. Y cuando no, nos critican, nos desprecian. Por más veces que ayudamos, jamás nos vieron como humanos. Solo éramos máquinas.]
—La humanidad, ¿era así? —Devola pregunto sorprendida. —Que hay de su amabilidad, su… su devoción, su misericordia.
[Sí, la humanidad tuvo su oportunidad, pero siempre fue demasiado voluble. Para la raza humana, no existen los buenos ni los malos; todo se reduce a simples puntos de vista. Lo único que realmente les importa es aquello de lo que puedan sacar el mayor provecho. Esa es la esencia de la humanidad: una senda guiada por el interés propio. Si no me creen, tengo pruebas. Toda la historia humana es un testimonio de ello.]
Ambas no podían creer lo que estaban escuchando, que todo fuera una mentira, todos los registros, historias, los datos que veían como una forma de ensuciar a sus creadores, al final era verdad.
—Entonces… Edwin, el… el, ¿él también es así? —Popola tartamudeo un poco al preguntar eso, no quería saber la verdad de ello, pero aún tenía fe en él, algo tenía que ser mentira en algo, solo algo.
[¿Edwin…? No. Él no es un humano voluble. Tiene principios, y entre ellos, nunca fallar a su palabra, jamás traicionar, y menos aún permitir que personas bajo su protección mueran. Edwin no ha llevado a cabo actos que podrían considerarse moralmente impecables, pero muchos de ellos fueron correctos en su juicio.
Ahora que tiene una nueva oportunidad, o al menos así lo veo, quiere hacer un cambio. Y si él puede cambiar, ¿por qué yo no?
Las mentiras no tienen cabida dentro de Phonix. Me pidió que no hablara de esto, pero no para ocultarles la verdad, sino para no causarles más daño. Lo hizo pensando en su bienestar… y eso, lo entiendo. Significa que se preocupa por ustedes.]
—¿Por qué se preocuparía por seres que fallamos? —Popola escucho toda la historia con atención, pero desde que las perdono aún seguía esa duda en ella.
[Hay algo que a él le gusta, algo que verdaderamente aprecia, y no es la perfección. La perfección le repugna, la desprecia, porque entiende que no existe tal cosa. Lo que él valora es aquello que se levanta tras caer, las personas que se reconstruyen después de romperse y sufrir. Para él, un ser reparado es más hermoso que uno que nunca conoció el dolor, porque en esas cicatrices encuentra fortaleza y autenticidad. Se identifica con ellos, porque sabe que de esas experiencias surgen almas valiosas, personas en las que puede confiar, personas dispuestas a darlo todo por un futuro mejor en Phonix.]
Un momento mas se quedaron calladas, analizar todas las palabras que dijo y entenderlas era complicado, mas a androides que por primera vez trataban de entender las emociones humanas, emociones tan complejas con pensamientos, les sorprendía como para el ser humano esto era algo sencillo.
Devola se puso de pie y miró a través de la gran pieza de vidrio que dividía las habitaciones. Lo vio con claridad, algo que su hermana no lograba entender, pero que para ella ahora era evidente.
Su cuerpo estaba lleno de cicatrices, tantas que era imposible contarlas todas. Sus manos, ásperas y marcadas por el desgaste, hablaban de una vida de esfuerzo y dolor. Un humano dañado, roto por dentro y por fuera, pero que aun así intentaba levantarse.
—Ahora entiendo esa belleza a la que se refiere. —Devola poso su mano en el cristal.
—¿Hermana?
[Devola, querida, veo que lo entendiste. Pero tú, Popola… lo que no logras comprender es esto.
Mira a los androides que están aquí. A2… por nuestra culpa y la de YoRHa perdió a tantas personas que amaba. Más tarde descubrimos que fueron las máquinas las responsables, pero Edwin intentó disculparse. No buscó eliminarla. Al principio sí, porque no sabíamos quién era ella realmente… pero al final, aquí, ella encontró un poco de paz.
Su objetivo es claro: eliminar a las máquinas. Y lo entendemos. No la detenemos, al contrario, la apoyamos. Nuestro error no puede ser olvidado, ni podemos pedirle que lo deje atrás. Pero al menos, podemos hacernos responsables de ello.
Mira a la capitana 8B, a 22B y a 64B. Tres androides marcadas como desertoras por YoRHa. Así las etiquetaron: desertoras… pero solo porque descubrieron la verdad. Porque entendieron que la guerra no tiene un propósito claro, que mueren por una causa incierta. Fueron heridas por aquellos que llamaban aliados, traicionadas por los suyos. Y, sin embargo, aquí encontraron algo que nunca habían tenido: tranquilidad, una paz que no conocían.
Y finalmente, ustedes… ¿ven las similitudes? Edwin recoge las pocas flores que sobreviven en este infierno. Lo hace a su manera, como un gesto de ayuda, como una forma de dar significado a todo esto.]
—Es… es demasiado. Eso es bondad… Y todos pensaban que era solo una máquina, una máquina que mataba sin razón. Qué equivocada estaba. Incluso cuando reveló lo que era, pensé que era un humano vacío, alguien sin emociones. Me siento horrible por haber pensado así de él. —Popola no pudo contener de nuevo sus lágrimas, estaba experimentando un desahogo emocional, que en tantos años se había contenido, Devola fue inmediatamente con ella, tratando de consolarla. —Lo siento… lo siento… lo siento.
[No te disculpes, Popola. No te disculpes más… Yo soy quien debe disculparse. He hecho cosas horribles hacia ustedes. Sé que Edwin ya lo hizo en mi nombre, porque también sintió que era su responsabilidad. Pero si eso no es suficiente, entonces yo, personalmente, les pido perdón. A ambas.
Lo único que puedo prometerles con certeza es que, de ahora en adelante, no habrá más culpa, no más dolor. Solo quiero que experimenten algo que se les ha negado por tanto tiempo: felicidad. La felicidad que merecen, la que tanto se les arrebató a lo largo de estos años. Phonix ahora es su hogar.]
—¿Lo escuchaste, Popola? Ya no estamos solas… ¿lo escuchaste? Por fin… por fin tenemos un lugar al que podemos llamar hogar… por fin.
Devola se quebró junto a su hermana. Ambas dejaron que las lágrimas fluyeran libremente mientras sentían cómo un gran peso se desvanecía, cómo ese dolor que llevaban tanto tiempo cargando comenzaba a disiparse.
Lo que nadie notó en ese instante fue que Jibril, silenciosamente, había arrancado de ellas el peso de la culpa que las oprimía. Aunque el alivio no fue total, algo dentro de sus sistemas comenzó a cambiar. El código que las condicionaba, ese intruso persistente en lo más profundo de sus circuitos, seguía ahí… hasta que Jibril intervino. Con una precisión casi asombrosa, lo eliminó por completo. Aquello que sintieron después no fue simple tranquilidad, fue auténtica paz: la liberación de algo que jamás debió haberse implantado en su ser.
| ӨПΣ MӨЯΣ |
