El cuervo.

(…)

La conoció cuando tenía sus primeras plumas creciendo bajo sus brazos. Aún era algo joven.

Ella tampoco era diferente en edad.

— ¿Cómo te llamas?

— ¿Eh?

Una mujer de cabello carente de color le preguntó desde las ramas de un árbol. Ojos grises

buscaban una respuesta instantánea de él.

Olys bajó la boca, mordiendo su manzana y dándole la espalda.

— ¿Y por qué debería decírtelo?

— ¿¡…eh!?

Esa fue la respuesta más grosera que pudo haber oído en toda su vida. ¿Por qué se negaba a

responderle su pregunta? ¿No le tenía el mínimo respeto?

Una manzana golpeó la parte trasera de su cabeza.

Se giró a la velocidad de la luz.

— ¡Ey! ¿¡Cuál es tu problema!?

— Eres grosero.

— ¿¡Y eso qué!? ¿Crees que tengo tiempo de lidiar con un cisne como tú?

¡Y ser grosero era parte de ellos los cuervos…! ¿Esperaba educación de ellos?

A diferencia de las otras aves, no eran majestuosas o de gran hermosura. Los cisnes eran

sinónimo de belleza y perfección, mientras que ellos eran tildados de rateros y seres astutos…

No es que fuera mentira.

Olys movió sus alas con molestia. ¿Qué quería este cisne con él, un simple cuervo del montón?

Los cisnes eran admirados y amados por el resto de las aves, pero a él eso le daba igual. Lo

único que importaba para ellos era cuidar de sí mismo en un mundo tan peligroso…

Ella parpadeó, bajando del árbol. Su cabello albino flotó como nubes blancas.

Tiró del cabello de Olys, para luego regresar rápidamente a su lugar.

— ¿¡…!?

Cuando él se fijó, no vio a nadie detrás de él.

— Ey…

— ¿Uh? ¿Qué pasa?

— Tch… Nada.

Volvió a lo suyo, decidido a ignorarla.

Pero el cisne volvió a jalar de su cabello y regresar a su lugar de un aleteo.

— ¡Oye!

— ¿Qué?

— ¡Nada de "¿qué?"! ¡Deja de fastidiarme!

— Entonces dime tu nombre.

— ¡Y un cuerno que lo haré! Ve a molestar a otras aves…

—…

Alisha contuvo sus lágrimas de frustración, lágrimas que él pasó de largo.

Oyó sus alas moverse. Algunas plumas cayeron a tierra.

Relajó los hombros.

— Por fin algo de paz…

Alegó, oyendo su figura alejándose por el aire. Por fin tuvo un espacio pacífico para almorzar.

(…)

Pensó que se había desecho de ella, realmente lo pensó, pero…

Pero igual volvió al día siguiente…

El lugar que amaba usar para posar, fue usurpado por ella.

— Hola, soy Alisha.

Soltó su nombre apenas lo vio venir.

— ¿No tienes nada mejor que hacer?

— Dime tu nombre.

—…

Le dio la espalda, colocándose en otro espacio.

De sus mangas sacó un montón de nueces. Recogió una piedra, y comenzó a pisarlas.

Ella asomó la cabeza.

— ¿Qué haces?

— Acicalarme las plumas.

— No te estás acicalando las plumas.

— Tus ojos podrían engañarte…

— No me engañan, estás rompiendo nueces…

¿¡Entonces por qué preguntaba!?

Un dedo presionó su espalda.

— Ey… ¿Cuál es tu nombre?

— Ve…

— ¿Ve?

—…te.

— ¿…? ¿Así te llamas?

¿Era tan estúpida que no entendía?

— ¡No! ¡Solo vete ya!

— No seas así… Solo quiero saber tu nombre. Luego me iré…

— ¿De verdad te irás?

Preguntó, mirándola brevemente por encima del hombro. La vio asentir sin parar.

— Lo juro…

— Bueno, ok…

Girando sobre su eje, la abordó frontalmente. Ella atrajo sus grandes ojos grises sobre él con

gran expectativa.

Las plumas en su cabello se erizaron.

Dando media vuelta, cruzó los brazos.

— ¡No te lo diré!

— ¿¡…!?

¿¡No estaba a punto de decírselo!? ¿¡Por qué cambió de opinión!?

Olys se mofó y no le prestó atención, aun cuando la tuvo tirando de su cabello el resto del día.

¡Hmph! Seguro obtienes todo lo que pides con esa cara. ¡No te complaceré tan fácil!

Así comenzaron sus días de compañía.

Ella venía todos los días (extrañamente cuando estaba comiendo) a preguntarle su nombre.

Siempre repetía el suyo, como queriendo que él correspondiera a su sinceridad.

Por supuesto, no cedió fácilmente. Tenía un orgullo que mantener.

De paso, molestarla vino a ser una de sus actividades diarias.

— Hola, soy Ali—

Metió un tajo de pera en su boca.

— Sí, sí, lo sé.

Lo decía todos los días. ¿Cómo no se lo aprendería de memoria?

—…

Ella mordió la pera, ruborizada de vergüenza. ¿Por qué no podía simplemente ceder? ¿Qué lo

detenía?

Extrañamente, la pera funcionó bien para mantenerla callada unos minutos.

A partir de ese día, se le hizo costumbre callarla con lo que tuviera a la mano. No siempre era

necesariamente comida, a veces era una rama, una hoja… Ella se ponía roja, discrepando con

el tono blancuzco de su cabello.

Fue genial poder tomarle el pelo a diario, viéndola mostrar facetas impropias de un ave

majestuosa como los cisnes.

— ¿Qué haces?

Dijo, viéndolo flotar río abajo.

— ¿No es ya obvio? Tomar un baño…

— Más adelante hay una cascada…

— Me gusta sentirme bien lavado…

Ella prensó los labios, levantando el mentón.

— Solo di tu nombre y te ayudaré sin costo…

Olys lo pensó…

Durante 5 minutos enteros…

Ella se desesperó, viendo la caída acercarse.

— ¿¡A qué esperas!? ¡Ya dilo! ¡No es nada difícil!

Él volteó el rostro.

— Olvídalo.

— ¿¡…!? ¿¡No ves lo cerca que está la cascada!? ¡Solo debes decir tu nombre!

¡Debía estar loco!

— ¿¡Acaso tu orgullo es más importante que tu vida!?

— Pero si lo hago…

"Ya no vendrás…"

—…

Sus alas casi se detienen…

Extendió la mano. Faltaban pocos metros para caer…

— No dejaré de venir. Lo prometo…

—…

Miró aquella mano extendida.

En ella no encontró mentiras.

La tomó. Pronto fue sacado del agua, justo antes de que el rio despeñara por una pendiente

alta…

Ella lo llevó a la orilla. Se sacudió como un perro, salpicando agua por todas partes…

Alisha tomó su cabello frondoso y lo exprimió.

— Tonto… Si te gustaba mi compañía, ¿por qué me tratas así de mal?

— Si realmente quisiera tratarte mal, te habría arrastrado conmigo al agua…

—…

Ella golpeó su espalda. Fue increíble poder sentir su cuerpo arder de vergüenza aun a través de

su mano.

A partir de ese momento, ella no volvió a marcharse.

— Dime tu nombre…

— No.

Dijo, empujando su cabeza más atrás. Ella se aferró a su espalda, inflando las mejillas como

una cobaya.

— Soy Alisha…

— Harás que aun muerto repita tu nombre… Ya déjalo…

— No hasta que me digas el tuyo…

—…

Negó cansado.

— ¿Por qué quieres saber mi nombre?

Ya podía ver trazos nacientes de luz. El alba rayaba por los montes con suma candidez y

naturalidad, pintando el cielo de oleos azules y lavandas.

Mirar el amanecer desde un risco alto ayudó a maximizar la vista.

Ella movió sus plumas.

— Me diste curiosidad.

— ¿Curiosidad?

— Eres muy torpe...

— ¿¡…!?

Como todo cisne, amaba la elegancia y la pulcritud.

Después de todo, necesitaba mantener su imagen digna frente a otras aves. Un tipo esperado

de expectativa nacida de su aspecto regio y gestos elegantes.

Fue cuando encontró la existencia de un cuervo.

Si los cuervos normales eran groseros, él lo era aún más.

Además de ser muy, muy torpe.

Tropezaba con cualquier cosa, cayendo en lugares problemáticos, como un río, una zanga, un

despeñadero, un pozo…

También era impulsivo a la hora de tomar decisiones dudosas, como comer un hongo extraño.

Al rato terminó cayendo intoxicado, casi encontrándose con su creador. De alguna manera

logró sobrevivir.

— Y no olvidemos tus primeros intentos de vuelo.

Dejó su retrato en varios árboles de la zona. De alguna manera logró imprimir su cara con ran

detalle en un montón de troncos.

Olys se volvió una remolacha. Su cabello negro emplumado se movió, puesto de punta. Ella

recargó su peso sobre su hombro, aguantando la risa.

— Además…

"Pasar el tiempo contigo se me hizo divertido…"

Aun si no le hubiera hecho esa promesa de no irse, se habría quedado igual.

Con los demás aves, siempre era alabada y puesta en un pedestal.

Pero ese cuervo nunca paraba en el respeto y le hablaba como le diera la gana.

Lo escuchó refunfuñar.

— ¿Acaso te volviste loca? ¿No es mejor para ti estar con quienes te tratan bien?

Ah, entonces lo dijo en voz alta…

— ¿Lo dice quién me da de su comida a diario?

— ¡…! ¡Eso es…!

Compartir de su comida era algo muy íntimo para las aves, signo de un lazo cercano. Su rostro

volvió a enrojecer.

Ella movió sus alas, abrazándolo por la espalda.

— No me importaría compartir comida contigo el resto de mi vida…

—…

El hizo un "3" con sus labios, rascando su cabello azabache.

— ¿Aunque no sea el ave más hermosa de todas?

— Para mí eres lindo.

— No tanto como los cisnes…

— No eres un cisne… ¿Por qué debería esperar lo mismo…?

Peinó su cabello, haciendo una pequeña trenza.

— Además…

"Pienso que el color negro y el blanco combinan bastante bien…"

—…

Las alas de Olys se agitaron brevemente.

Se rascó la mejilla.

— Bueno, que pésimos gustos tienes…

Dijo tratando de ocultar su rubor. No le mostró el rostro, sabiendo cuanto se burlaría de él si lo

hacía.

Ella, aun así se rio, apoyando la cabeza sobre su hombro. En medio del abrazo, las plumas de

sus alas se mezclaron, dejando que la luz del amanecer las bañara.

(…)

— ¿Podrías parar de una vez?

— ¿Qué? Claro que no… ¡Aún, aún falta!

— Creo que es suficiente paja para el nido… No necesito tanto…

Olys tenía bajo los brazos otros montones de paja, pero el lugar no tenía falta de nada más.

Pero él seguía insistiendo en que faltaba, aun cuando ella ya estaba más que satisfecha. La

ubicación también era buena y cómoda.

Ella acarició vientre abultado. Sus plumas se movieron alegremente ante la forma redondeada

bajo su mano…

— Sigo pensando que falta un poco más…

Ella suspiró, extendiendo la mano. Él, dejando todo lo que tenía a la mano, llegó a ella.

Ella pasó la mano por su cabello, llegando al extremo de sus plumas oscuras.

— Ya déjalo… Así está bien…

—…Pero, pero… ¿El nido realmente está bien para ti? No es tan bonito…

— ¿Quién necesita belleza si tiene seguridad?

— ¿Entonces es feo?

— El hecho que lo hayas hecho para mí lo hace hermoso, así que no te preocupes más…

—…

Aunque era verdad que no tenía gusto estético, su dedicación por cuidarla y mantenerla

cómoda calentó su corazón mucho más de lo que un nido pomposo haría.

Faltaba un mes para la llegada de sus hijos.

El periodo de cría de las aves distaba al de los humanos.

Aunque parecían humanos por fuera, se reproducían por medio de huevos.

Luego de ponerlos, era cuestión de mantenerlos calientes.

Olys aguardaba con gran expectativa cada día aunque no lo dijera en voz alta. Como un niño

esperando un regalo especial.

Amaba rondar alrededor, fingiendo no querer tocar su barriga. Ella tenía que "obligarlo" a

tocarla. Verlo saltar emocionado valía la pena…

En eso, Olys oyó el rugido de su estómago.

Enderezó como rama, volando fuera del nido.

— ¿Eh? ¿A dónde vas?

— ¿No es obvio? ¡A buscar comida!

— ¿Uh? Pero…n-no es necesario. No tengo tanta hambre…

— No te preocupes, ya vuelvo…

— ¡E-Espera! ¡Aguarda un segundo…! ¡Ey!

Estirando la mano, no logró tocar una pluma de él. Se movió demasiado rápido.

Suspiró de mala gana…

¿Por qué era tan impulsivo?

Ni siquiera tenía mucha hambre…

Solo esperaba que no se metiera en problemas. Le preocupaba que se cayera al río otra vez.

Olys recogió un buen botín. Tardó por culpa de su exquisitez al elegir las mejores y más

coloridas frutas. No podía darle basura a Alisha, quien aguardaba el día.

— ¿…?

Antes de llegar, olió algo…

Aunque las aves en sí no tenían un olfato de primera, este olor era abrumador.

El olor de la sangre.

— ¡…! ¡Alisha!

Aumentó la velocidad, llegando a las raíces del árbol donde colocó su nido…

…o los restos destruidos de él.

Su esposa…Alisha, yacía tendida sobre su sangre. Sus ropas blancas se volvieron rojas… Una de

sus alas estaba irreconocible.

A-Ah…

Las frutas cayeron fuera de sus brazos, dispersándose…

— ¡Alisha…!

La levantó. La sangre abrumaba su visión, sus manos se llenaron de ese color bermellón…

Su pecho había sido atravesado…

A la lejanía encontró varios hombres muertos, con partes de si arrancadas y tiradas por allí…

— ¿Q-Qué—

Vio sus ojos abrirse.

Al ponerse sobre él, lagrimearon.

— L-Lo siento…

"P-Perdí la mayoría…de nuestros huevos…"

—…

Vio su vientre. Tenía moretones pronunciados.

Sus hombros temblaron.

— Solo me quedó uno… Lo siento...

Esos bastardos…

No, eso no era importante ahora. Tampoco podía desatar su ira contra gente ya muerta.

Su prioridad ahora era cuidar de Alisha.

Apretó la herida en su pecho, de donde manaba la sangre.

— N-No hables más… Vamos a ponerte en un lugar seguro…

¿Pero era buena idea moverla? Podría lastimarla aún más…

Pero…podían venir otros humanos… No era bueno quedarse aquí.

No, lo más importante ahora…

Miró la herida. ¿Por qué aun sentía la sangre fluir sin control?

Su suponía que ellos se curaban rápido, ¿por qué seguía así?

Ella sonrió, escupiendo sangre.

— Me…lanzaron un veneno que me hace incapaz de curarme… Ya no puedo…recuperarme…

N-No…

¡No!

Apretó la herida, esperando detener la hemorragia solo por desearlo.

Los ojos de ella divagaron.

— Lo siento… Lo siento…

Él entró en negación.

— ¿P-Pero qué dices…? ¿Por qué te disculpas…? Fue mi culpa no estar aquí… A-Además…si

detenemos la hemorragia, quizás termines curándote después de un rato…

¿Por qué sus lágrimas desmentían sus engaños?

— Sabes bien que eso…no sucederá…

Apretó los dientes.

— ¿¡Por qué eres tan pesimista!? ¡Claro que puedes vivir…! ¡Tu…tú vas a vivir…no morirás

aquí…solo…solo…!

El exceso de lágrimas lo hizo detenerse en un hilo delgado de voz.

"…no te vayas, Alisha…"

Aun…aun no te he dicho mi nombre…

—…

Ella trató de alisar sus plumas, pero no tenía fuerzas para moverse. Sentía el sueño adherirse a

sus párpados.

— Ey…

Levanto su cara llena de lágrimas. No podría faltar a su llamado…

— Acepta el…que queda… No quiero que…muera como el resto…

— ¡…!

— Odiaría…dejarte solo…

—…

No…no…

Las aves tenían una particularidad en contraste con otras especies.

Todas eran hermafroditas.

Existía una tradición implícita…

Si la madre, por alguna razón terminaba muriendo durante su gestación, los huevos eran

trasferidos a su pareja para culminar su formación.

Eso pedía ella.

Que él se llevara el huevo en su lugar…

— Por favor…

—…

¿Cómo podía negarse?

Sentía su vida escurrirse de sus dedos. Derramarse como agua en el desierto…

Sus manos temblaron.

— Bien…

Besó sus labios. Le supo a sangre.

Ella sonrió dulcemente.

— Gra…cias…

— Olys…

— ¿…?

— Mi nombre…es Olys…

— ¡…!

Ella exaltó una mirada de sorpresa, para luego relajar sus ojos y sonreír.

— Veo… Es un buen nombre…

"Olys..."

(…)

……

.

Que fastidio…

Como caza-recompensas, su primera necesidad era conseguir dinero. Buenas ofertas eran

necesarias para obtenerlo, y para eso, debía tener buen ojo para saber qué peticiones eran

una oportunidad…

Por ejemplo, trabajar con nobles como asesino, llevar a cabo lavado de dinero o extorsión no

siempre era buena idea.

Ellos solían tener la "manía" de borrar evidencias, en donde los empleados implicados

entraban sin ninguna culpa.

Miró su herida sangrante. Eligió mal su anterior trabajo, en el cual los asesinos de un conde

terminaron lastimándolo.

Si no fuera él, ya habría estado 10 metros bajo tierra, o siendo comido por lobos en el

bosque…

Como necesitaba recuperar en un entorno seguro, vino a este bosque. Lo que daría lugar a la

pregunta, ¿no era más seguro una posada común?

Para él, no.

Tenía muchos enemigos… Ese conde seguro lo buscaba por cielo y tierra.

Y no se sentía cómodo en un lugar con mucha gente… Lo mejor era estar aislado…

Se montó en un árbol, terminando de vendar su herida… Recargó su espalda sobre el tronco,

sintiendo el trinar de los pájaros muy cerca de sus oídos… Pudo saborear la paz…

…solo durante unos instantes…

— ¡Mira, Arin!

— ¿…?

Miró abajo, de donde vino aquella voz. Al instante ocultó su esencia, para no ser expuesto a

posibles enemigos o depredadores.

Pero se preocupó en exceso.

¿Eso es un cuervo?

Un cuervo de plumaje negro puso en fila varias piedras en un tronco caído improvisado como

mesa.

Delante de él estaba otro cuervo de plumas blancas y negras. Ambos tenían cabello largo y

esponjoso, pero el de plumaje blanco predominante era más liso.

El cuervo negro señaló las piedras.

— ¿Cuál de estas piedras sirve para abrir nueces?

Arin parpadeó. Sus hermosos rasgos mostraron confusión.

— ¿Todas…?

Su padre tiró de su mejilla. El polluelo graznó agudamente

— ¡Error! Si cualquier piedra sirviera, ¿crees que te haría una pregunta así?

Lo soltó, tomando una piedra gris.

— Escucha con atención… Como las nueces son muy nutritivas, debes saber cómo abrirlas sin

alterarlas.

Arin asintió.

— Por ejemplo, esta piedra gris, aunque se ve resistente, se deshace en arena después de

varios golpes.

Para demostrarlo, golpeó las nueces. Aunque al principio no mostró señales de caer, pronto

empezó a desmoronarse poco a poco…

— ¿Ya ves?

Otro asentimiento.

Tomó una roca rojiza.

— Esta es dura, pero deja un sabor terrible y amargo en las nueves… No me preguntes por

qué.

Ahora una marrón negruzca…

— Es esta la que debes usar… Es dura y perfecta para abrir nueces… ¿entendiste?

— Oh…

Aplaudió, impresionado.

— ¿Cómo supiste eso, papá?

— Experimenté, obviamente. Incluso logré obtener una roca venenosa (No sé cómo) que

terminó intoxicándome…

Jenízaro parpadeó, viendo al dúo moverse entre rocas y nueces.

¿Cuervos en un lugar así?

Bueno, no eran necesariamente hostiles. Tampoco suponían un peligro para él. Tampoco

pensaba mostrarse.

Decidió ignorarlos.

(…)

¿No se callan?

Lamentó elegir este lugar.

Esas aves eran muy ruidosas.

— ¡Ah, papá!

— ¡Uaaaa! ¡Ayuda!

El cuervo negro fue llevado río abajo, bañado en agua y pánico por igual. Su hijo intentó

levantarlo del agua, pero el agua lo hizo muy pesado para hacer algo además de tirar en vano.

Tampoco estaba del todo desarrollado. Aún era un polluelo en crecimiento.

—…

Que tontos…

¿Por qué eran tan estúpidos?

— ¡Olvídate de mí, Arin! ¡Terminarás mojándote…!

— ¡No, papá, no te puedo dejar…! ¡Más abajo hay una cascada…! ¡Puedes morir…!

—…

Masajeó su entrecejo.

Molestos…

Tomando un cuchillo, hizo un tajo cerrado…

Zuin.

Una línea apareció en un tronco.

Pronto éste se inclinó, precipitándose sobre el río en movimiento. Se interpuso en medio,

permitiéndole a Olys sujetarse a él.

— ¿¡E-Eh!? ¿Un tronco…? ¿Cómo…?

— ¡…! ¡Qué importa! ¡Vamos rápido, papá! ¡Salgamos de aquí…!

El tronco evitó su terrible destino… Arin no pudo estar más agradecido con el árbol.

Llegaron a la orilla, empapados hasta los huesos… Un poco más, y Arin habría caído al agua

también.

Olys retiró su cabello, salpicando a su hijo.

— Casi no la cuento…

— ¿E-Estás bien, papá?

— ¿Eh? Sí, supongo... Hace mucho que no me pasaba esto.

— ¿Eh?

El cuervo tosió.

— Eh…quiero decir, es por eso que debes ser cuidadoso al estar cerca de ríos, sobre todo ríos

como este… Pueden llevarte lejos… Recuerda que nuestras alas son sagradas. Si se lastiman o

se hacen inútiles, somos presa fácil…

El muchacho asintió, impresionado de su sabiduría. Aunque parecía tener como 18 años, se

portaba como un niño de 10.

Era de esperar, las aves contaban con un rápido crecimiento físico. El mental no era no iba a la

misma velocidad.

Más allá, Jenízaro se recostó, pensando dormir. Si el padre de ese polluelo hubiera muerto, no

habría podido descansar por su llanto incesante…

(…)

Habló demasiado pronto.

— ¡Papá…no te mueras…!

El polluelo sostuvo la mano de su padre, quien alucinaba después de haber comido un hongo

extraño. Tenía fiebre alta y temblores por todo el cuerpo, dejando a su hijo en pánico extremo

por no saber qué hacer.

Todo pasó después que su padre devoró de desayuno un hongo nada común.

Todo porque se veía bien y colorido… Irónicamente, fue el mismo que lo envenenó hace años

atrás…

¿Es idiota?

Jenízaro llevó una mano a su cara, teniendo una jaqueca severa. Los gritos desesperados del

cuervo joven lo agobiaban sin cesar, martillando sus oídos.

¿Acaso ese tonto no sabía cuidar de sí mismo?

Sacó un envase de sus ropas. Hierbas violetas se arremolinaban dentro.

Lanzó las mismas a los pies del cuervo bicromático.

Al rato de lloriquear como un niño las notó…

— ¿Uh? ¿Qué es…qué es esto?

Recogió las hierbas. Su color las hacía resaltar en medio de su nido dentro del árbol.

— ¿Eh?

Espera, las reconocía… ¿No eran las hierbas curativas que le enseñó su papá aquella vez?

Hierbas desintoxicantes, capaces de enfrentar una buena cantidad de venenos mortales.

Era justo lo que necesitaba.

Llegó con su padre. No pensó dos veces en por qué encontró hierbas como esas en el nido.

— ¡Mira, papá! ¡Encontré esto! ¡Hierbas violetas!

— Ah… ¿Enserio? ¿Pero cómo-

— ¿A quién le importa eso? Vamos, cómelas rápido… Así podrás recuperarte…

Lo forzó a comerlas, aun en medio de sus delirios. No quería perderlo. Era su única familia.

A las horas lo vio dejar de balbucear cosas sin sentido. De ver colores mezclados y pajaritos

bailar tango.

— ¿Estás mejor, papá?

Su padre se puso de pie, tambaleando y usando la pared para no caer.

Lanzó su cabello atrás del hombro.

— Pff, claro que sí. Es por eso debes cuidarte de los hongos coloridos. No son buenos. Ya ves lo

que pasa al comerlo, ¿no?

Asintió efusivamente. Su padre siempre preocupado de enseñarle sentido común.

Aunque preferiría que no se pusiera en peligro casi a diario para hacerlo.

—…

Jenízaro quería golpearlo por decir estupideces. ¡Si fue él quien comió el hongo sin pensarlo

dos veces!

¡Era un hongo rojo y con puntos blancos! ¡Obvio era venenoso!

¿Cómo sobrevivió tantos años este cuervo? Le costaba creer que podía cuidar de sí mismo por

más de 5 minutos.

(…)

Mordió su cecina, viendo el dúo parlotear temprano.

— Papá, ¿qué hago si me topo con un humano?

— Matarlo.

Respuesta instantánea. El mismo Jenízaro se asombró de su mirada fría.

— ¿M-Matarlo?

— Sí.

— ¿N-No es muy malo…?

Su padre no mostró remordimiento por su postura.

— Debes matarlos. Son enemigos.

— ¿Aunque aún no hayamos tratado?

— No puedes tomarte la libertad de intentarlo. Somos un blanco atractivo para ellos…

Algunas aves eran apresadas y vendidas por humanos. Para ellos eran mascotas o esclavos.

Por supuesto, los cuervos no eran muy estimados… Pero Arin era otra historia.

Aunque tenía genes suyos, tenía la hermosura de su madre y la belleza de un cisne.

— Por eso debes matarlos apenas los veas. Ni siquiera saltes a saludar…

Asintió lentamente… La seriedad era tanta que no vio espacio para bromas.

La mano de su padre acarició su cabeza, un hábito que usaba para calmarlo desde joven.

Junto con el gesto, le vino una pregunta.

— Papá…

— ¿Sí?

— ¿Cómo fue cuidarme de pequeño?

Cuando se refería a pequeño, se refería a cuando estaba dentro del huevo.

Olys, que peinaba sus alas con sus manos, inclinó la cabeza.

— Ah, te movías mucho… No era raro que rodaras por allí si te quitaba las manos de encima…

Antes de tener su nido, tuvo que cuidarlo de caer al río, de ir por un pendiente, de perderse…

Aun después que obtuvo su nido, Arin casi rueda fuera de él…

Por eso tenía que empollarlo sin tomar muchos descansos, cosa difícil.

Además que tenía que defenderse de algunos entrometidos, personas de paso, otras especies

en general, y cuidar que Arin no se enfriara bajo ninguna circunstancia…

Recordó aquellos días de lluvia, donde producía el doble de calor para evitar que el aire frío y

la humedad lo molestaran.

Bueno, era normal que tuviera tantos problemas…

Normalmente se necesitaban dos para cumplir ambos papeles…

— ¿Papá…?

— Ah…

Acarició la cabeza, jalándolo a su regazo. No fue raro tener aires maternales al mimarlo.

— Nada… Solo recuerdo lo muy intrépido que eras antes de salir del cascarón…

— ¿Y qué tal ahora?

— Supongo que ya no eres tan malo…

Mentía. Casi era tan inquieto como él…

A lo lejos, un caza-recompensas oyó atentamente cada palabra.

(…)

Tarde en la noche, la lluvia arreciaba fuera del nido.

La temporada de lluvias era molesta e incómoda, tanto para hombres como animales.

Acurrucados por el frío intenso, ambos cuervos se daban calor dentro del nido.

El frio importunaba, aun cuando sus plumas ayudaron a mantenerlo bajo control.

En medio de la noche, una serpiente se deslizó adentro del refugio, el tronco que Olys abrió

después de mucho esfuerzo…

Sus colores entre negro y rojo no la pintaron inofensiva bajo ninguna luz.

Avanzó hacia la pareja abrazada, deslizándose en silencio…

Pero antes de llegar, su cabeza fue aplastada por una bota de cuero.

Mirando abajo, Jenízaro recogió la serpiente y la guardó.

Podría tirarla, pero no quería arriesgarse a que esos idiotas se la comieran y cayeran

envenenados.

Miró el dúo durmiendo, sobre todo al padre.

¿Cuánto tiempo tuvo que trabajar para hacer este espacio habitable?

El tronco era ancho y alto, y la madera no era débil. No debió ser algo de una semana o dos.

—…

Su mano alisó sus plumas en los extremos de su cabello oscuro. Pudo sentir su calor a través

de su acción…

Sería tan fácil matarlos… Ni siquiera tendría que usar un cuchillo…

— Mmm…

Arin tembló de frío. Las alas de Olys lo cubrieron, compartiendo de su propia calidez.

Su mano desfiló fuera de su cabello, aun en contra de tocar sus alas. Eran tan sensibles que lo

despertarían al instante, un riesgo que no pensaba tomar.

Desapareció del nido. Ningún otro animal entró allí el resto de la noche.

(…)

La mañana comenzó con un trinar estridente. Una canción insoportable de oír para cualquier

oído.

Sacando la cabeza de su nido, Olys lanzó una rama al origen del ruido.

— ¡Cierra la maldita boca, estúpido canario!

— ¡Kuah!

Un canario fue derribado del árbol, cayendo a tierra con un ruido sordo. Sus alas amarillas se

extendieron como ropa tirada.

Levantó su cara sucia de tierra.

— ¿¡Por qué hiciste eso, Ol-Chan!? ¿¡No somos amigos!?

— ¡Pues deja de cantar…!

Gritó contundente. A su lado apareció la cabeza de un adormilado Arin.

Flyn sostuvo su pecho.

— Pero ¿qué dices? Soy un canario, los canarios amamos cantar.

— ¿¡Olvidaste que eres horrible cantando!?

¡Debía ser el único canario en todo el mundo que no sabía cantar bien!

No, iba más allá de eso.

Era tan malo que cualquier ser vivo que lo oyera se taparía los oídos con tapones.

El canario se hizo el herido, gimoteando.

Despegó de la tierra y llegó a la entrada del nido.

— ¡Oh, vamos, hago lo que puedo! ¡De hecho, creo que estoy mejorando!

¿Dónde? ¿En qué parte exactamente?

Lo apartó de él, evadiendo su intento de abrazo.

Arin frotó sus parpados.

— Buenos días, tío…

— Ah, baby, ¿extrañaste a tu tío?

— Tardaste más de lo esperado… Me preocupé…

— Jaja… Tuve algunos problemas con otras aves, nada más…

— ¿Te hicieron daño?

— ¿Qué? No, no. No me hicieron nada.

Nada además de humillarlo por su falta de talento al cantar.

Olys conocía a Flyn lo suficiente para entenderlo. Viendo su evasiva a dar detalles, debió

toparse con otros canarios, siendo tildado de incapaz por su canto deplorable.

Aunque era cierto que carecía de talento, basar todo su valor en eso le molestaba.

Flyn se empujó más a la entrada.

— ¿No me dejarás entrar?

— ¿Por qué debería?

— Traje fruta del norte.

Levantó una bolsa de cuero pesada. El cuervo se hizo a un lado, permitiéndole entrar.

— ¡Gracias!

—…

Jenízaro no entendía el modo de pensar de estas criaturas. ¿Todos eran igual de ruidosos?

Si el cuervo no hubiera callado al canario, él habría cortado su lengua para detener ese canto

espantoso.

Es más… ¿Por qué sigo cerca de ellos? Bien podría elegir otro lugar para descansar, uno más

tranquilo y solitario…

Aun cuando pensaba tales cosas, su cuerpo no se movía.

Acomodado dentro del cálido nido, Flyn retozó, atrayendo al joven Arin bajo su ala.

— Ah, mi adorable Arin… Dale un beso a tu tío…

Le entregó la mejilla, pero solo obtuvo un tiró implacable de la mitad de su cara. Olys mostró

indiferencia.

— ¿Olvidaste que ya no es un niño?

— Ugyu, ugyu, ugyu…

Lloriqueó. Se oyó la risa de Arin.

Además de su tío Flyn, no tenía otros conocidos además de su padre.

Aunque lo amaba, a veces quería salir a explorar otros lugares y extender su visión reducida

del mundo.

Pero el pánico de su padre no le permitía darle rienda suelta a ese pensamiento. Su odio por

los humanos era tan fuerte, que no tendría misericordia si se topara con uno.

Por supuesto, el lugar era muy recóndito para encontrar uno porque sí, así que aún no había

visto uno.

Por lo poco que sabía, los humanos no tenían alas ni plumas, algo que le hacía preguntarse

cómo sobrevivían al frío de la noche o la desventaja de siempre ir a tierra.

— ¡He dicho que nada de besos, imbécil…!

Vio a su tío intentar forzar sus labios sobre su padre. Éste tenía sus manos alejando su cara de

labios en un "3" juguetón.

(…)

Que frío…

Flyn tenía mucho frío, pensó que sus huesos pronto se harían hielo. Aunque tenía plumas, los

canarios no eran conocidos por ser muy resistentes al frío.

Y la lluvia no le ayudaba a pensar con calma. Los truenos le ponían las plumas de punta. Él solo

quería descansar en un lugar cálido, pero no tenía nido en el cual posar…

Las alas pesaban bajo el agua torrencial.

Mejor paraba en un lugar, o podría terminar cayendo por el peso.

Decidió buscar refugio por las nubes oscuras que le precedían.

— ¿…? ¡…!

Por pura casualidad encontró un árbol ancho y alto. Cuando intento apoyarse, sintió su mano

mover algo.

¿Era un armazón?

Al retirarlo, encontró que era una entrada oculta.

Al entrar, las gotas mojaron sus pies.

El lugar no era enorme, pero sí cómodo.

— ¿¡…!? ¿¡Quién es!?

— ¡…!

¿E-Eh?

Adentro, un cuervo de plumas engrinchadas graznó hostilmente. Yacía sobre un nido con

algunos trozos quemados…

Su postura fue todo menos amistosa.

Levantó las manos.

— ¡A-Ah, lo siento! ¡No tenía idea…!

— ¿Quién eres?

Presionó, escondiéndose de su mirada.

Hasta que notó sus alas amarillas empapadas detrás de él.

Ah, ¿pensó que era humano?

Movió débilmente sus alas, logrando disminuir un poco su guardia inicial.

— Ah, s-soy Flyn, y vengo de muy lejos. ¿Me dejarías dormir aquí por hoy?

—…

— ¿Por favor…? No tengo donde quedarme…y afuera hace frío…

Juntó las manos, esperando conmoverlo.

Olys, aun algo inseguro, hizo un pequeño espacio.

— Solo por hoy…

— G-Gracias.

Se sentó, cuidando de no mojarlo, aun cuando momentos antes intentó escurrir sus plumas

tanto como pudo.

Lo vio reacomodarse cuidadosamente sobre el nido… ¿Acaso…?

— ¿Estás empollando?

— ¡…!

Su cara enrojeció un poco, o eso le hizo pensar. El lugar estaba muy oscuro…

Pero era un chico, ¿no?

A menos que…

— Oh… Lo siento…

—… No necesito tu lástima.

Debió perder a su pareja… Lo golpeó la tristeza, aun sin oír su historia.

— ¿Qué nombre tendrá?

— Arin…

No vio problema en responder. Hace un tiempo que no hablaba con alguien además de

Alisha…

Flyn bajó la cabeza, entendiendo su incomodidad por estar con un extraño.

Ni siquiera sus hermanos lo querían, ¿por qué otro lo haría?

— ¿…?

Algunas frutas frescas fueron empujadas hacia él.

— Para que puedas irte temprano…

— ¡…!

¿De verdad…?

Lo miró, pero no encontró su rostro. Estaba escondido de él.

Este cuervo…

¿No solo le dejó quedarse en su nido secreto, sino que también le dio de sus reservas…?

¡Que chico más bueno…!

¡Con pocos gestos rompió sus presunciones de los cuervos malos y egoístas!

Tomó las frutas, casi llorando de alegría.

— ¡Claro!

Se iría temprano a traerle más frutas. Solo así podría irse sin arrepentimientos.

(…)

Por supuesto, aun después de pagarle, regresé.

Una vez al mes volvía a ver cómo le iba. Fue bueno verlo sin peligros a la vista. Ayudó que su

nido estuviera muy alto y escondido de miradas indeseadas…

En una de esas veces que se perdió un mes, al regresar encontró un polluelo monocromático

bajo las alas de Olys.

Fue tan lindo que casi se lo quita.

Lo más extraño fue ver plumas blancas en él. ¿No era un cuervo como Olys?

Aun cuando se moría de curiosidad, decidió no preguntar por respeto.

— ¿Ya puedes quitar las manos de Arin?

— Ah, un poquito más…

El cuervo lo apartó, para su denso pesar.

Esta vez iba al sur. Aprovechaba la ocasión para traerle frutas y cosas exóticas. También traída

ropa u objetos curiosos, como ese espejo que colgaba en el nido para acicalarse.

— Cuídense.

Dijo, a punto de marcharse. Olys nunca lo dejaba quedarse demasiado.

— Sí, sí. Ya vete…

Olys meneó la mano, a diferencia de su hijo, quien tenía las alas caídas.

— Bien, adiós… ¡Ah, cierto!

— ¿…?

Tocó su hombro, susurrando a su oído. Los ojos de Olys se abrieron de par a par, bajo la

mirada confundida de Arin.

— Tenlo en cuenta, ¿ok?

Le guiñó el ojo, agitando sus alas. Pronto dejó de verse.

— ¿Que te dijo, papá?

Preguntó Aris, tirando de su ropa holgada. Su padre buscó las palabras correctas.

— Ah… él…

"Dijo…dijo que tuviera cuidado…"

(…)

Acarició la cabeza de su hijo dormido. El blanco y negro se entrelazaron en sus dedos.

"He visto algunos humanos cerca de aquí. Aunque es poco probable que pasen por aquí, igual

mantén vigilado a Arin-Chan…"

Humanos…

Los mismo humanos que…

Cerró los ojos, respirando hondo…

Dejarse llevar por el resentimiento no lo llevaría a ningún lado. Mejor usaba su tiempo en

cosas útiles.

Recogió el trozo de madera que usaba para tapar la entrada y fingir que el tronco no era

hueco. No quería arriesgarse a ser encontrado…

— ¿…?

Antes de tapar la entrada, sus ojos se movieron al cielo, a una figura gris sobrevolando los

aires.

Esas alas…

¿Una paloma?

— ¿Una paloma? ¿Aquí?

Sangre goteaba de ella. ¿Estaba herida?

Ella se estrelló en otro lugar…

— ¡…!

¡Oh, diablos!

Apretó los labios, tragando saliva… Ocultó a Arin y voló al lugar en donde vio al otro

precipitarse…

Aunque no todas las aves se llevaban bien, tenía el suficiente parentesco para ayudarse en

momentos de necesidad.

¿Dónde cayó…?

— ¿Era por aquí?

Vio algunos árboles partidos…

Clink.

¿¡…!?

Cadenas surcaron los aires, para su consternación.

Las evadió…

O eso pensó. Las cadenas apresaron sus alas, bajándolo bruscamente a tierra.

Tragó polvo, sintiendo su cuerpo temblar de dolor. Le costó acostumbrarse al cambio de

escenario. Sus alas trinaron calambres bajo la presión.

— Hmph… Eso fue fácil… Demasiado, diría yo.

— ¿¡…!? ¡Uah…!

Pisaron su espalda, posando un gran peso sobre él.

Un hombre de cabello gris analizó sus rasgos, sus plumas y el color…

— Parece que atrapamos un cuervo negro…

— Agh.

— Tch…

— ¿Solo un cuervo?

— Que mala suerte.

Se oyeron voces de insatisfacción.

Un cuervo no vendía tanto como otras aves. Era uno de los especímenes más bajos y poco

estimados en el mercado.

Pero el líder no se desanimó.

— Aun nos puede servir. Es mucho mejor que nada…

— ¡Ugh…! ¡Maldito…! ¿¡Suélta-

— Cuidado con tus palabras…

— ¿¡…!? ¡Ugh!

Enterró la punta de su espada sobre su espalda, complaciéndose en su agonía.

Bajó de él, jalando de su cabello.

Evitó a tiempo un zarpazo a sus ojos. Algunas aves tenían uñas largas y peligrosas, como este.

— Cálmate.

Enterró en su cuello una jeringuilla. Un fuerte paralizante arropó el flujo sanguíneo del cuervo,

quien causó su caída súbita.

¿Q-Qué?

¿Veneno…? ¿Lo envenenaron?

Su cuerpo fue tirado por el jefe, quien les indicó a los demás que abrieran una jaula.

— Bien, movámonos… No tiene sentido quedarse aquí…

— ¡Sí!

No…

¡No!

¿Qué hay de Arin?

Aun no podía cuidarse solo… Lo necesitaba a él…

No quería que pasara lo mismo que él. Vivir lejos de sus padres.

Los suyos murieron cuando apenas cambiaba su plumaje. Conoció a Alisha meses después,

quien tomó los trozos que el dolor dispersó y los volvió a unir. No sabía si Arin tendría esa

suerte.

— N-No…

Más adelante, vio la misma paloma de antes. Ocultaba de él la mirada. El remordimiento fue

notable.

¿Eh?

¿Fue…fue una trampa?

¿Una trampa para sacarlo?

— ¿Oh? ¿Sorprendido? No te sorprendas tanto, no tiene otra opción, jaja…

El líder golpeó detrás del cuello del chico. Este no tomó acciones para defenderse, ya

habituado a los maltratos… Su cuerpo tenía señales obvias de abuso.

— Bien, ¿a qué esperan? Pónganlo en la jaula y vayámonos.

— ¡Sí!

— ¡N-No…!

Lo arrastraron, raspando su piel con la grava.

Intentó moverse, intentó escapar. La vista de la jaula le dio terror. No quería entrar allí.

No existía nada más aterrador para ellos que perder su libertad.

— ¡Kuh!

— ¿¡…!? ¡Rei—¡Ugh!

Sangre manó de las gargantas cortadas. Hombres cayeron en seco, alzando pánico en los

demás.

— ¿¡Quién—¡kuh!

La cabeza de uno fue girada hasta los 180. Recibió una muerte instantánea.

Durante una pausa, pudieron ver el causante del ataque.

Un cuervo heterocromático, Abrió sus alas, alzando una nube de polvo tras un aleteo.

— ¡Ugh!

— ¡Maldición…! ¿¡Dónde está!? ¡Hk!

Arin usó sus garras para matar los más confundidos y rezagados. Renovó la nube de polvo

apenas volvía a difuminarse. No mostró piedad.

Olys estaba impresionado.

Ciertamente eran ágiles, pero Arin tenía talento para matar.

— ¡Es rápido…! ¡Cójanlo! ¡Hk!

Su espalda fue cortada. Arin pisoteó su espalda, saliendo por el próximo.

Pero cadenas aparecieron en su campo de visión.

— ¡…!

— Pequeño mocoso…

— ¡…!

— ¡Arin!

El cuello del cuervo fue atrapado por los eslabones. El peso se triplicó, derribándolo antes de

asestar otro golpe. Su barbilla y manos sangraron.

Las cadenas guiaron a un hombre corpulento, el mismo que atrapó a Olys.

Tenía más de 10 años en este negocio. Cazar aves así no era nada nuevo.

Aunque es cierto es me tomó por sorpresa... Por sus plumas, puedo deducir que no es un cuervo

adulto…

— ¡Ugh! ¡Tú—

Pateó sus costillas, enviándolo a escupir sangre.

— ¡MALDITO!

Olys intentó recuperarse, pero otros cazadores lo sometieron abajo. Aunque su rabia podía

superar en cierta medida el efecto paralizante, aun le faltaba mucho para despojarse de él.

— Esa reacción… ¿Acaso es tu polluelo?

Pisó la espalda del cuervo caído, presionado la suela. Los ojos de Olys lanzaron azufre.

Que reacción más espléndida… Casi parece humano…

Tomó una de las alas del chico y jaló.

Crujido.

— ¡…!

Se oyó un grito de dolor.

— ¡Arin!

La angustia recubrió su semblante, enviando placer a la médula del mercenario.

Ver personas caer en desesperación era uno de los pocos placeres que buscaba activamente.

— Ng… Hk… P-Papá…

Arin lo intentó, pero las lágrimas brotaron. Seguía siendo un niño. Odiaba el dolor, odiaba

sufrir…

Pero ante todo, odiaba ser una carga inútil.

Un ala dislocada era lo mismo a muerte.

No podía huir así… Tampoco atacar con rapidez.

Olys mordió su labio, provocando sangre.

Ese…ese malnacido…

— ¡Bastardo! ¡Voy a matarte…!

— ¿Estás seguro de querer amenazarme?

Levantó al muchacho del cuero cabelludo. Se divirtió con sus gemidos llorosos.

— Podría romper su cuello por accidente… ¿Quieres eso?

— ¡…! ¡No!

¡Todo menos eso!

No quería perderlo a él también.

— Lo siento, no te escuché bien, ¿Qué dijiste?…

— N-No… No le…hagas daño… Es mi único hijo… no quiero perderlo también…

No como a Alisha…

— Jaja… Que tonto…

Jaló al cuervo joven de sus alas…

— Bueno, si tienen suerte, quizás los compren juntos… Existen algunos nobles con esos

fetiches…

Al igual que Arin, fue arrastrado a la misma jaula.

Se detestó por su incapacidad de moverse. Su mismo cuerpo lo traicionó, dejándolo incapaz de

recatarlos a ambos.

Fue mojado por lágrimas.

— Lo siento, Alisha… Lo siento…

No pudo protegerla, tampoco pudo proteger a Arin…

Era un cuervo inútil… Un-… ¿…?

Fue bañado por algo húmedo…

Algo caliente y de olor nauseabundo.

¿Sangre? ¿Por qué?

Aclarando su vista borrosa, encontró la cabeza de cazadores rodando por el suelo. Los cuerpos

los secundaron…

— ¿¡…!? ¿Quién eres tú?

Un hombre de cabello blanco y liso sacudió la sangre de su mano.

— Nadie importante.

Enfrentó al líder. En el camino, cortó tantos cazadores como pudo.

Apenas llegó, partió la espada alzada del mercenario.

— ¡Tch! ¡No sé quién seas, pero me aseguraré de ganar dinero por ti también!

Sacó una daga venenosa oculta en sus ropas. Solo necesitaba un corte pequeño para lograr

derribarlo.

— ¿¡…!? ¿¡Por qué tú…!?

Pero manos atajaron su brazo antes de atacar.

Las manos de su esclavo paloma… ¿¡Cómo se atrevía!? ¿¡Acaso quería morir!?

Repartió un golpe sobre él, pero fue tarde para intentar algo más.

Su cuello fue cortado por las garras de Jenízaro. No pudo maldecirlo antes de caer.

No mostró emociones al tener su rostro salpicado en sangre.

El mercenario cayó, y el resto le siguió. Jenízaro no dejó a nadie vivo…

Nadie excepto la paloma herida…

Aunque inconsciente, aún vivía.

Silencio se grabó en la escena cubierta de carmín.

— ¿Quien…?

Arin secretamente contenía su asombro. Él también quería pelear así.

El peli-blanco llegó a él, cargándolo cuidadosamente. Lo trajo a las manos de su padre.

— ¿…?

Olys no entendía el porqué de muchas cosas.

Sobre todo por qué estaba un cisne en un lugar así.

Y porque sus alas se asemejaban tanto a la mujer de sus recuerdos.

A su esposa, Alisha.

¿Acaso…?

— ¿A-Alisha? ¿Eres tú?

Su frente fue golpeada con un dedo.

— ¡Hk!

— ¿Qué estupideces andas diciendo? No soy ella. Eso debería ser obvio.

— Ugh… ¿Eh?

— Mi nombre es Jenízaro…

"Su hermano mayor…"

—…

El CPU del cuervo necesitó unos minutos para procesar la revelación.

— ¿¡…!? ¿¡Hermano!?

— ¿¡Otro tío!?

Incluso Arin seguía su ejemplo.

Pero ¿Alisha tenía hermanos? Nunca oyó nada parecido.

Jenízaro suspiró.

— Era demasiado pequeña para acordarse de mí. Fui atrapado por humanos desde muy

joven… Ni siquiera sabía volar en ese entonces…

Ugh…

Entendió su reacción.

A la mayoría no le iba bien.

— Fui comprado por un noble que coleccionaba semi-humanos y bestias exóticas. Al menos

puedo agradecer no haber nacido mujer…

Así no entró bajo su radar lujurioso… Fue bueno que tampoco fuera gay.

Mientras mantenía a las hembras como parte de sus concubinas (Puede que incluso menos),

los machos eran llamados a servirle.

Hasta que un día el mismo fue acusado de traición a la corona. Verdad o mentira, fue una

oportunidad que no desaprovechó.

Todos, sin excepción, aprovecharon el momento para huir. Él se fue por su lado, esperando

encontrar a su familia, Alisha…

No tenía sentido buscar a sus padres. Ya deberían estar muertos… ya estaban viejos cuando

fue secuestrado.

Sin embargo no fue lo mismo para su hermana…a quien buscó sin descanso…

Hasta hoy.

— Alisha… ya murió, ¿verdad?

—…

Los labios de Olys temblaron bajo la mirada.

Jenízaro asintió, aceptándolo.

…aunque el dolor no fuera minúsculo.

(…)

El nido ahora albergada otros dos ocupantes.

Un cisne y una paloma.

— ¿Realmente puedo quedarme aquí después de lo que hice?

Ralph se imaginaba como un estorbo para la familia. No merecía ser tratado así.

Arin juntó sus mejillas con sus manos.

— Ya dijiste que está bien. ¿Por qué te condenaríamos si también eres una víctima?

— A-Aun así…

¿Y por qué era tan dado al contacto físico? Hace años que no era tocado más allá de los golpes

y abusos.

Después de enterrar los cuerpos y notar la llegada de la noche, se adentraron en el nido oculto

de Olys, compartiendo el sitio.

— ¿Cómo te escondiste entre humanos, Jez?

Olys apoyaba hombro con hombro con el cisne blanco de mirada aguda.

¿Estos nos no entendían lo que era el espacio personal? ¿Todas las aves eran así de pegajosas?

Bueno, viví la mayor parte de mi vida rodeado de humanos, no es de extrañas que piense más

como ellos.

— Aprendí magia para ocultar mis alas. No es tan difícil…

— ¿¡Enserio!?

El trío abrió la boca, asombrado. Le bajó una gota. Mejor cambiaba de tema.

— ¿Cómo está tu ala, Arin?

Tocó el ala de Arin. Él sonrió, moviéndola.

— Mucho mejor. Casi está perfectamente curada…

— Hmm… Veo…

Esperaba que no quedara secuelas.

En algún momento de la noche, de cuentos, de vivencias del pasado, ambos jóvenes se

durmieron, dejando a los adultos despiertos.

Olys acarició ambas cabezas dormidas en sus rodillas. Era inevitable desarrollar cierta aura

maternal una vez tomaba el papel de mamá y papá.

Miró a Jenízaro.

— Ey…

— ¿…?

— ¿No estás enojado?

— ¿Por?

— Por Alisha… Yo…la dejé morir…

Fue su culpa que ella muriera ese día. Si tan solo se hubiera quedado con ella un rato

más...entonces…

El cisne miró su perfil alicaído…

Resopló con cansancio, masajeando su frente.

Su ala rodeó su espalda, para estupor del cuervo.

— Deja de pensar cosas estúpidas.

"Piensa mejor en cuidar de ti mismo y mi sobrino, también de ese otro polluelo… "

Mucho más, con ese sentido irrefrenable para meterse en problemas…

— ¡…!

Mareas blancas giraron dentro de los ojos oscuros de Olys, para luego lagrimear ligeramente.

El otro fingió no darse cuenta.

— Por cierto…

— ¿…? ¿Sí?

— ¿Cómo te llamas?

Aún no había oído su nombre como tal, solo un apodo cercano.

Pero la cara que puso fue sorprendente.

¿Por qué hacía esa cara tan sorprendida? Era una pregunta de lo más común…

Después de aturdirse, Olys sonrió nostálgicamente, apoyando la cabeza juguetonamente en su

hombro.

— Olys.

"Me llamo Olys..."

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Sean honestos, ¿esto fue algo…aburrido? ¿Sin sentido? ¿Extraño?

Pienso que un poquito de todo, dado que lo escribí en un día y la edición en otro. ¿Fue

satisfactorio? ¿Muy corto?

Simplemente me entraron ganas de escribir de aves y ya está. Estos impulsos no los planeo yo,

solo vienen así de la nada.

Por cierto, mi app de Fanfiction me está dando lata. Pongo el capítulo nuevo, y me aparece

repetido, así que elimino el repetido (pues antes no aparecía el original), y entonces se

eliminan ambos, dejándome sin idea de lo que pasó.

Así que no se enojen conmigo si ven algo extraño o repetido… No lo hago para molestarlos. De

verdad.

No puedo decir que este viaje duró mucho, pero igual lo disfruté. Es solo que mi espalda duele

un infierno.

Además que pronto se reanudará un proyecto para niños en mi iglesia, lo que me hará estar

más ocupada…

Aun así, prometo que no me iré. No tanto por ustedes…sino por mí.

Amo, AMO escribir. No podré vivir si no expreso mis ideas, por lo que no abandonaré este

lugar.

Ahora que lo pienso, ¿no sería genial que agregaran una etiqueta de bromance a los géneros

de novelas, manhwuas y demás? Así los que buscamos relaciones tipo queer platonic no

estaríamos buscando por mar y tierra. Los de harem y ecchi lo tienen fácil, a diferencia de

nosotros, que injusto.

Y con eso dicho, Analyn se despide. ¡Bye bye!