¡Hola a todos!
Soy nuevo en esto de escribir fanfics, y este proyecto lo estoy desarrollando sobre la marcha, sin un plan completamente definido. "Black Clover: El Sendero de la Inscripción" es una historia en la que estoy explorando ideas propias dentro del universo de Black Clover, tratando de aportar algo original mientras mantengo el espíritu de la serie.
Sé que puede haber errores en la trama, en la coherencia de los personajes o incluso en la estructura, así que cualquier comentario o crítica constructiva será más que bienvenida. Mi intención es mejorar con cada capítulo y ofrecerles una historia entretenida que puedan disfrutar tanto como yo al escribirla.
¡Espero que les guste y gracias por tomarse el tiempo de leer!
Capítulo 1: Una Pesadilla llamada Realidad
El sol comenzaba a asomarse sobre el horizonte, tiñendo de dorado los campos que rodeaban la pequeña aldea de Rogden, un pueblo fronterizo del Reino del Trébol. Las casas de madera vieja y los caminos de tierra mostraban la simpleza de la vida de los aldeanos, quienes despertaban con la luz del amanecer para comenzar su jornada. Sin embargo, en una casa al borde de la aldea, un joven tenía un motivo especial para despertarse hoy.
En una casa pequeña y modesta a las afueras de la aldea, vivía Rayleigh, un niño de cabellera desordenada de color castaño oscuro y ojos azules, tan profundos como el cielo en una tarde de verano. A pesar de su rostro juvenil, había algo en su mirada que reflejaba una madurez forzada por las dificultades de la vida. Este se encontraba mirando el techo de su cuarto recostado en su silla viendo unos símbolos flotar en el aire hechas de mana esta era su magia.
—" ¡Rayleigh, ven a ayudarme con la leña!"—la voz de su madre, Lina, lo sacó de su ensimismamiento mientras se asomaba por la puerta de la pequeña casa.
De no tardar en responder. Se levantó de la silla junto a la ventana, donde observaba en silencio el horizonte, y caminó hacia afuera, donde su madre lo esperaba junto a un montón de leña. Lina era una mujer de semblante amable y fuerte de cabello rojizo y ojos azules, con una sonrisa siempre presente en su rostro, aunque los años de trabajo duro y las largas jornadas en la taberna local habían marcado su cuerpo y su ánimo.
—" ¡Ya voy mama!"— mi voz resonó desde el primer piso de la casa tras unos pasos un niño de 5 años salió de la puerta con una sonrisa en el rostro levantando la leña cortada hasta llevarla al cobertizo, debido a su pequeño tamaño le tomo varios viajes guardarlas mostrando un ánimo que no se veía todos los días.
—" Por qué tan animado hoy acaso es un día especial o es que por fin conseguiste hacer más amigos"— diría su madre con una sonrisa juguetona en su rostro mientras dejaba el hacha sobre el tronco del árbol mientras se acercaba a su hijo. —" Es que papa vuelve hoy de explorar la frontera ya sabes que por las bestias mágicas y por la ubicación del pueblo los caballeros mágicos no pueden llegar hasta aquí, él es de las pocas personas aquí que puede cazar a esas bestias mágicas en la zona"— diría con emoción con sus ojos llenos de admiración por su padre mientras la madre solo le miraba con cariño.
Raleigh no era como los demás niños donde los demás se la pasaban jugando y corriendo en se la pasaba con la cabeza metida en los libros o escuchando las historias que su padre Arlen le contaba, incluso de vez en cuando se les podía ver a ambos practicando tiro con arco o jugando con espadas de madera. La mujer acaricio la cabeza del niño para después dirigirse dentro de la casa preparando sus cosas para salir —" Papa no volverá hasta la tarde debo ir al trabajo puedes pasear por la ciudad mientras tanto y recuerda no... "— —"no traer extraños en la casa y volver antes de anochecer, lo se mama"— Dice Rayleigh con una sonrisa mientras su Madre solo lo miraba con cariño y con un gesto de su mano derecha unas escrituras se posaron frente a la puerta de la casa formando unas letras mediante su mana —" de acuerdo solo por seguridad, por cierto, Eilo volvió de visita de la capital a visitar otra vez a su tío que tal si me acompañas hasta su casa y pasas el día con él"— Rayleigh saldría corriendo rápidamente al interior de su casa para unos minutos después con la ropa cambiada su arco y su espada de madera. —" estoy listo, vamos"— Su madre soltaría una pequeña risita mientras su hijo avanzaba algo avergonzado rumbo al centro del pueblo a visitar a su único amigo, Eilo es un niño de mi edad con una energía desbordante y una personalidad extrovertida que ilumina cualquier habitación vive en la capital del Reino del Trébol, viene de visita cada fin de mes y se queda como máximo 2 semanas, su tío Héctor que vive en el pueblo era un caballero mágico de las Orcas Moradas junto a mi padre pero fueron expulsados debido a asuntos que no quieren decirme, a Eilo y a mí nos encanta la magia cada vez que viene trae libros sobre magia, cuentos y muchas cosas más, siempre jugamos a que somos Caballeros mágicos. —" Siempre hablamos por cartas y, al parecer, ya sabe cuál es su atributo mágico, hay me da mucha curiosidad."— Piensa el niño mientras va pasando por el pueblo mirando a otros niños jugar encogiéndose un poco al notar las miradas de algunos niños en él.
Su madre notando la incomodidad de su hijo lo acerca a ella mientras lo acaricia—" Ya cariño no siempre puedes esconderte, algún día deberás ser valiente, ¿no que querías explorar el mundo como caballero mágico? "— diría su madre mientras llegaban a la puerta de una casa el cual un niño de cabello rubio desordenado y ojos verdes estaba sentado escribiendo en lo parecía un cuaderno de notas hasta levantar la vista, Eilo lleva una chaqueta verde oliva con detalles dorados, una camiseta blanca, pantalones cortos marrones y botas de cuero. Su cinturón sostiene un estuche con libros de magia y cartas. Tiene el cabello rubio y desordenado, y usa una pulsera con un amuleto en su muñeca, un regalo de su tío.
Al ver la llegada de su amigo Eilo se levantó y se dirigió a saludarlo con entusiasmo atrapando en un abrazo de cuello a Rayleigh —" Buenos Días señora Lina y buenos días Rayleigh hoy traje muchas cosas nuevas y además debo enseñarte mi atributo mágico"— al fondo la madre se despedía de los niños mientras estos hacían lo mismo entrando a la casa de su amigo.
Time skip: Varias Horas después
Lugar: Frontera del Reino del Trébol
El viento frío cortaba la vasta llanura que se extendía a lo largo de la frontera del Reino del Trébol, un territorio en su mayoría deshabitado y cubierto por bosques oscuros y montañas rocosas. Aquí, la vida era tranquila y ajena a los conflictos políticos que sacudían el centro del reino. Pero en las sombras de la frontera, un peligro mucho más cercano se estaba gestando, sin que los aldeanos de Rogden pudieran percatarse.
En una cueva escondida entre las colinas rocosas, un grupo de soldados del Reino del Pica se encontró reunido en secreto, trazando su ataque. Estos hombres, expertos en el arte de la guerra, no eran simples invasores; su misión era mucho más estratégica. Habían sido enviados por el reino vecino, el Reino del Pica, con el objetivo de expandir sus fronteras, aprovechando la ausencia de fuerzas defensivas en las aldeas fronterizas del Reino del Trébol. Rogden, un pueblo pequeño y apartado, parecía el objetivo perfecto para asegurar una porción de territorio más cercano a la capital.
El líder de la unidad, un hombre de cabello corto y oscuro, de mirada penetrante y aura de autoridad, observaba un mapa sobre una mesa improvisada de piedra. Sus dedos recorrieron las fronteras del Reino del Trébol, deteniéndose en la ubicación de la aldea de Rogden.
— "La aldea está desprotegida. No hay caballeros mágicos cerca, y la distancia de la capital nos favorece. Podemos tomarla sin resistencia significativa." —dijo en voz baja, sus ojos brillando con determinación.
A su lado, un soldado de cabello largo y barba tupida asentía mientras observaba los alrededores con desconfianza.
— "Es cierto. Nadie en el Trébol se atrevería a venir hasta aquí para defender a una aldea tan pequeña. Y si tomamos Rogden, podremos expandir nuestra presencia en esta región antes de que se den cuenta."
Los otros soldados murmuraron entre sí, compartiendo una emoción fría ante lo que parecía un saqueo fácil. En su mayoría, eran veteranos acostumbrados a las guerras fronterizas, hombres con cicatrices de batallas pasadas que no temían a la oscuridad de la noche ni a los monstruos mágicos que rondaban en el exterior. Sin embargo, había algo más en sus palabras. La estrategia detrás de la toma de Rogden era más que simplemente ganar terreno.
Un joven soldado, visiblemente impaciente, levantó la mano y habló con una mezcla de duda y curiosidad.
— "¿No hay algo más en Rogden? Los informes mencionan que algunos de los antiguos caballeros mágicos del Trébol vivieron allí, ¿y si hay algo más que no sabemos? Algo que pueda ser valioso para la causa del Reino del Pica."
El líder levantó la vista, y sus ojos brillaron con una mezcla de interés y desdén.
— "Quizá. Pero lo que sea que haya allí no es más que un obstáculo para nuestra misión. Lo que importa es tomar el control de la zona antes de que los caballeros mágicos puedan reaccionar. Y si encontramos algo más útil en el proceso, será un bono. Rogden caerá esta noche".
Con esa declaración, el grupo comenzó a prepararse para la ofensiva. La niebla que cubría la frontera comenzaba a espesarse, y la atmósfera se tornaba aún más pesada a medida que la hora de la acción se acercaba. Los soldados, acostumbrados a moverse en la oscuridad, comenzaban a afilar sus espadas ya revisar el equipo, todos conscientes de la importancia de su misión.
Mientras tanto, en Rogden, la vida seguía su curso sin sospechar el peligro que se cernía sobre ellos. Los aldeanos se ocupaban de sus quehaceres diarios, ajenos a la amenaza inminente. Rayleigh pasaba el día con su amigo Eilo, disfrutando de una paz que no duraría. El destino de la aldea ya estaba marcado, pero nadie, ni siquiera los más observadores, podía imaginarse el horror que pronto llegaría.
Lugar: Pueblo de Rogden
Pasaron las horas desde que fui a la casa de Eilo, estaba por anochecer por lo que me dirigía a casa antes de que mama me regañara pasando por las calles me encogía cada vez que los niños me miraban, aun no soy capaz de superar mi timidez, pero tengo el tiempo suficiente para aprender, Eilo no pudo quedarse tanto tiempo como esperaba ya que debía volver a la capital eso fue mi raro. —" Pensé que se quedaría dos semanas más, pero tuvo que volver pronto esta vez, bueno al menos pudimos jugar juntos y ver su atributo mágico en verdad es increíble." —
(FLASHBACK)
Se podía ver a Eilo y Rayleigh en un lago acompañados por Héctor, es un hombre alto y fuerte, con cabello corto y oscuro salpicado de canas, y ojos verdes profundos. Viste una armadura ligera y lleva una espada mágica que canaliza su poder. Su magia es la Magia de Barrera, que le permite crear escudos. Rayleigh se encontraba detrás de su amigo a 2m de distancia mientras Héctor se encontraba a su lado.
—" ¿están listos? Porque aquí voy " — su mano derecha comenzaría a brillar llegando a tomar tono rojo carmesí mientras el maná brillado a su alrededor, Rayleigh miraba expectante como su amigo se preparaba sin embargo notaria algo raro, unas letras comenzarían a flotar alrededor de su amigo podía sentir el flujo de mana en el aire y en el cuerpo de Eilo ardiendo y concentrándose en un solo punto pensó que había entrado a otro mundo la sensación era increíble el poder leer todo lo que te rodea.
La vista de Rayleigh se volvió hacia Héctor quien tenía su atención puesta en Eilo al parecer él no podía ver las letras, estirando su mano intento alcanzar una de estas, pero de repente todas desaparecieron, desconcertado Rayleigh sintió que el calor del lugar aumentaba de golpe y volvió su vista hacia Eilo.
—" ¡Bala Ardiente! — gritó Eilo con emoción, extendiendo su mano hacia el lago.
Un orbe incandescente de color rojo oscuro se formó en su palma, ardiendo con una intensidad sofocante. De repente, salió disparado como un proyectil hacia la superficie del agua, provocando una explosión de vapor al impactar.
Rayleigh observó boquiabierto mientras el agua burbujeaba por el intenso calor. "Fuego... Su magia es Magia de Fuego...No vi ningún tipo de llama simplemente un intenso calor" pensó, aún sorprendido por la forma en que había sentido el flujo de maná momentos antes.
Héctor silbó con admiración. — Nada mal, Eilo. Tu control aún es tosco, pero tienes un gran potencial. —
Eilo, con una sonrisa radiante, se giró hacia Rayleigh. — ¿Lo viste? ¡Ahora sí que puedo hacer ataques geniales! —
Pero Rayleigh apenas lo escuchaba. Su mente seguía dándole vueltas a esas letras flotantes que solo él parecía ver. —¿Era parte de su propia magia? ¿Qué significaba? —
Héctor notó su expresión y le dio una palmada en el hombro. — Oye, chico. ¿En qué piensas?
Rayleigh dudó por un momento, pero luego negó con la cabeza. — Nada… Solo me sorprendió lo fuerte que es la magia de Eilo.
Héctor lo miró con curiosidad, pero no insistió. — Bueno, muchacho, si tú también quieres volverte fuerte, tendrás que entrenar duro.
Rayleigh asintió, aunque su mente aún estaba atrapada en el recuerdo de aquellas extrañas inscripciones brillantes.
(FIN DE FLASHBACK)
Suspiré mientras caminaba. —" Aún puedo verlas en mi mente... esas letras... ese flujo de maná. — entrando a la casa vi que estaba completamente en silencio, con cuidado deje mis cosas detrás de la puerta y me adentré hasta el comedor antes de cruzar por completo la entrada.
—¡Te atrapé!
De repente, unas manos fuertes me sujetaron por la espalda y me levantaron del suelo con facilidad.
—¡Waaah! —exclamé, tratando de resistirme, pero la risa grave de mi padre me hizo darme cuenta de inmediato.
—Rayleigh, te volviste más lento. Antes al menos intentabas esquivarme.
—¡No es justo, papá! No me diste oportunidad de reaccionar.
Mi padre Arlen, un hombre de contextura robusta, con cabello castaño oscuro y ojos amables de color plateado, sonrió mientras me acomodaba sobre su hombro como si fuera un saco de harina.
—En la vida, hijo, no siempre tendrás tiempo de reaccionar. A veces solo pasa.
Justo en ese momento, la puerta de la cocina se abrió y mamá apareció con una bandeja llena de comida caliente.
—Querido, deja de jugar con el niño. La cena está lista.
Papá soltó una carcajada y me bajó con cuidado, despeinándome con su mano antes de sentarse en su lugar.
—Está bien, está bien. Vamos a comer.
Me acomodé en mi asiento mientras el aroma de la comida me envolvía, trayéndome una sensación de calidez y tranquilidad. Por un momento, todo el cansancio del día desapareció.
Sin embargo, en el fondo de mi mente, aún persistía una duda. ¿Qué significaban esas letras que vi en Eilo?
La cena transcurrió tranquilamente su padre le contaba las aventuras que vivieron él y sus compañeros cazando a las bestias mágicas de la zona mientras su esposa y su hijo escuchaban uno más animado que otro.
—Así con mi magia Alquímica formamos una trampa para atrapar al oso de fuego y acabar con él entre todos. — diría el padre mientras ambos miembros de la familia escuchaban atentamente el niño con estrellas en los ojos mientras que la madre comenzaba a recoger los platos de la mesa.
—por cierto, hijo tengo un regalo para ti— comenzando a remover el fondo de su bolsa sacando un manto un poco grande para el aun pequeño niño. —Me dijiste una vez que querías ser un caballero mágico ¿verdad? Todo caballero debería tener su manto.
Le entrega el manto, era de color verde oscuro, con una capucha amplia que podía cubrir bien su cabeza a Rayleigh quien lo miraba con la boca abierta para después saltar a sus brazos de su padre el cual le devolvió el abrazo. —Ya verás papa me convertiré en un gran caballero mágico y explorare el mundo en busca de seres místicos y aventuras— dijo Rayleigh con una sonrisa en su rostro mientras abrazaba a su padre y este correspondia.
—eso espero, y espero estar hay para ese momento— El momento de cariño termino una vez que su madre llego nuevamente contemplando la escena con cariño.
Mamá observó la escena con cariño, antes de hacerme señas para ir a dormir.
Más tarde, en la madrugada…
Las campanas de la aldea resonaron en la distancia. Un estruendo rompió la tranquilidad de la noche. Abrí los ojos de golpe, sintiendo una presencia amenazante en el aire.
Gritos. Explosiones. El resplandor anaranjado de las llamas iluminaba la ventana de mi cuarto.
—¡Mamá! ¡Papá! —salí corriendo, con el corazón latiéndome en los oídos.
Al llegar a la puerta principal, vi a mi padre con su espada en mano y a mi madre sujetando su grimorio con firmeza.
—Rayleigh, escóndete. ¡Ahora! —dijo papá con un tono urgente.
Un grupo de hombres vestidos con ropajes oscuros avanzaba entre las casas en llamas. Al frente de ellos, una figura imponente destacaba: un hombre de cabello negro azabache, con una capa rojiza ondeando detrás de él. En su mano derecha, un grimorio flotaba, sus páginas resplandeciendo con una energía oscura.
—Vaya, vaya… que tenemos aquí, un grupo de campesinos me divertiré con vosotros. —su voz era grave y llena de desprecio.
Era el general de esta incursión, Hadeon el Devastador. Su magia, Magia de Corrupción, tenía el poder de descomponer la materia con solo tocarla.
Arlen miraba atentamente a su oponente su grimorio flotando a su lado mientras que detrás del, su esposa estaba sosteniendo a su hijo quien aún tenía su manto puesto miraba con miedo los alrededores, la aldea estaba en llamas, los gritos llenaban el aire y la magia estallaba en todas partes.
—Lina llévate al niño ahorra vayan con Héctor, estará evacuando a los demás yo los daré tiempo— dice mientras comienza a conjurar un hechizo cuanto más el enemigo se acercaba— Magia de Alquimia: Colmillos de Gaia— poniendo sus manos en la tierra unas púas del tamaño de 10m se abalanzaron contra el general Hadeon quien simplemente esperaba atento su llegada.
Las enormes púas de tierra se dispararon hacia Hadeon con una velocidad impresionante, pero el general no se movió. Su rostro mantenía una calma inquietante, como si todo estuviera bajo su control. Cuando las primeras picas estaban a punto de alcanzarlo, levantó su mano con un movimiento fluido, y un resplandor gris envolvió su cuerpo.
Magia de Descomposición: Barrera Corrupta.
Un aura sombría rodeó a Hadeon, y las púas de tierra comenzaron a desintegrarse antes de que pudieran tocarlo, como si la materia misma fuera consumida por la oscuridad. La magia de descomposición había transformado las rocas en polvo, anulando el ataque en un parpadeo. Hadeon sonrió con desdén al ver cómo su magia se desplegaba con tanta eficacia.
—¿Es todo lo que tienes, Plebeyo? —preguntó con burla, avanzando lentamente hacia él mientras su grimorio flotaba a su lado, con páginas resplandeciendo con una energía grisacea.
Lina, sin perder tiempo, miró a Arlen y luego a su hijo, que estaba aferrado a su manto, los ojos llenos de miedo.
—¡Rayleigh, agárrame fuerte! —dijo Lina, tomando la mano de su hijo y comenzando a correr rápidamente hacia el bosque. El niño asintió, aunque el miedo era palpable en su rostro, y siguió a su madre con pasos apurados.
Arlen, con una expresión determinada, se preparó para enfrentarse al general. Sabía que debía ganar tiempo para que Lina y Rayleigh pudieran escapar.
—¡Ve! No dejen que te alcancen. Les daré tiempo. —dijo Arlen, mientras desenvainaba su espada y comenzaba a conjurar un hechizo con rapidez. El suelo debajo de él se comenzó a agrietar, mientras un nuevo ataque se gestaba.
En el camino, Lina miraba hacia atrás una vez, con el corazón en vilo, pero luego se enfocó en avanzar. Arlen necesitaba tiempo, pero no podía saber cuánto podría resistir.
Cuando la oscuridad del bosque los rodeó, Lina no pudo evitar mirar de nuevo hacia el horizonte. La batalla continuaba, y Arlen estaba atrapado en un enfrentamiento mortal.
De repente, una figura apareció frente a ella, interrumpiendo su marcha. Era Héctor, su rostro serio pero determinado, con su espada en mano y el grimorio brillando en su otra.
—Lina… Rayleigh. —dijo, con un tono de urgencia, tomando la mano de Lina y mirando al niño. —Rápido, tenemos que movernos. No estamos a salvo aún.
Lina asintió con alivio al ver a Héctor, pero su mente seguía llena de preocupación por Arlen y la batalla que continuaba lejos de ellos.
—¡Gracias a los dioses, llegaste! —dijo ella, respirando hondo. —¡Llévanos lejos de aquí! ¡Tenemos que llegar al refugio!
Héctor asintió, y con un movimiento ágil, comenzó a guiarlos por un camino oculto en la oscuridad del bosque.
—No miren atrás. Sólo sigan. La aldea ya no está segura.
Con el resplandor del grimorio iluminando su camino, Héctor llevó a Lina y Rayleigh por un sendero oculto en la selva. El eco de la batalla seguía retumbando en la lejanía, y las llamas de la aldea iluminaban el cielo nocturno.
Mientras tanto, Arlen, enfrentando la magia devastadora de Hadeon, sabía que debía resistir un poco más. Su mente no se centraba en su propia seguridad, sino en darles el tiempo necesario a Lina y Rayleigh para escapar.
