VI

—¿No vas a darme un recorrido por tu casa?

Sakura colgó su abrigo en el perchero colocándose las pantuflas, de inmediato notó que el otro par disponible no se ajustaba al pie de Syaoran, ningún hombre a excepción de su primo Touya las visitaba. Incluso era extraño ver sus delicados zapatos de tacón junto a las botas negras de Syaoran en la entrada.

Nunca invitó a su ex novio a subir. Y Yue tampoco se lo pidió. Nunca le pidió tener un momento a solas con ella.

—Sería de mala educación negarte un recorrido, puesto que tú me mostraste cada habitación de tu piso de lujo —El nerviosismo por la expectativa de lo que harían estando a solas no le afectó mientras conducía, ella era demasiado precavida al volante. Su estrecho recibidor era una cosa diferente, el aroma enloquecedor de Syaoran penetró en sus fosas nasales cuando él se deshizo de su abrigo—, solo iré a buscar unas zapatillas de tu talla.

—Déjalo, no me importa ir descalzo, estoy usando medias negras, nadie notará si se ensucian un poco —Syaoran le sonrió, tomándola de la mano, parecía entusiasmado—. No es como si fuese a desnudarme enfrente de alguien al salir de aquí. Hablando sobre desnudos, ¿no te interesaría aprender a quitarte la ropa como una profesional? Me ofrezco a enseñarte.

—Oh, me encanta la idea —ironizó Sakura, guiándolo a la sala, comenzaba a amar la sensación de sus dedos entrelazados—. ¿Cuánto cobras por las lecciones?

—Si te inscribes en los próximos treinta minutos, la primera es gratis y te daré un buen descuento para el resto.

La reacción de Sakura a sus coqueteos era divertida, esa chica comprendía a la perfección su sentido del humor, eso solo aumentaba sus ganas de tumbarla en el piso y arrancarle la ropa. Syaoran estaba convencido de que, si desplegaba todo su encanto, ella caería.

—Tentador. ¿Me explicas el proceso de graduación del curso, frente a cuántos tendré que desvestirme para obtener mi título profesional?

—Es una ceremonia privada, solo debes preocuparte por complacer a tu maestro.

La ilusión de Sakura preguntándole si estaba complacido después de despojarse de su última prenda de lencería lo hizo contener el aliento. ¿Estaría bien explicarle que desnudarse solo era la fase inicial del examen? Aprobaría solo si compaginaban bien en la cama, y si su presentimiento era acertado, ellos conseguirían una química sin igual.

—¿Y qué tal si mi futuro maestro me da una demostración de habilidades? Tal vez así considere inscribirme.

Ni las llamas del averno eran tan calientes como los centelleantes ojos verdes de Sakura. A Syaoran se le tensaron los músculos de la espalda, no era el mejor momento para ponerse tímido.

—¿L-lo dices en serio? ¿Quieres verme… haciendo eso? —tartamudeó.

Sakura soltó una risita, si su vista no le fallaba, podría jurar que un leve sonrojo se instaló en las mejillas de Syaoran. Ella se detuvo, recostándose en el borde final del pasillo, era el último tramo estrecho de la recepción, un paso más y perderían esa cercanía.

—El otro día te quitaste la ropa con mucha facilidad en la oficina, ¿qué diferencia habría si lo haces ahora?

No le daría pena desvestirse de la forma tradicional, pero replicar un baile absurdo con Sakura como única espectadora, no era excitante. ¿Por qué? ¿De dónde provenía este sentimiento de cohibición? Lo descubrió en un segundo. Le importaba la opinión que Sakura pudiese tener de él.

Una angustia casi sofocante lo embargó. Se suponía que esa era una relación sin compromisos, algo para pasar el rato con alguien agradable, el problema era que Sakura le simpatizó en exceso desde el principio. Syaoran nunca persiguió insistentemente a ninguna mujer desde Cheryl.

Sakura colocó las manos atrás de su espalda para amortiguar la aspereza de la pared, sus grandes pechos destacaban en esa posición. Syaoran recorrió el trayecto sobrante entre sus cuerpos aunque las puntas de sus pies todavía no se cruzaban. No iba a responder a la última pregunta de Sakura sin antes definir una respuesta para sí mismo.

—¿Soportarías todo lo que un verdadero hombre es capaz de hacer? —Le tomó el rostro con la mano ejerciendo una sutil presión en el contorno de su mandíbula con los dedos, la sonrisa burlona de Sakura se esfumó, ayudándolo a recuperar confianza—. Si permites que yo me desnude primero, tendré cero consideraciones contigo. En cambio si las cosas son al revés, voy a tratarte como la niña de casa que eres.

Sakura seguía sin asimilar la súbita transformación del escenario. ¡Todo era una broma! Un chiste que debía llegar a su fin con la primera carcajada. Sin embargo la amenaza de Syaoran se escuchaba convincente. ¿Acaso iba a perder el que se acobardara? Entonces…

—¿Niña de casa dijiste? —confrontó la fiera mirada de su oponente pegándose a él, esta vez, sus torsos se tocaron y en consecuencia, el brazo de Syaoran reaccionó apretándose en su cadera hasta que la escurridiza mano de él pudo descansar en la curva de su trasero—. ¿Y qué si soy lo contrario, te decepcionarías?

A esas alturas Syaoran había perdido la noción de sus acciones, las niñas de casa eran las peores una vez que se les prendía la mecha. Él lo sabía. Pobrecilla criatura, pasó tanto tiempo atrapada en una relación con un hombre que no supo cómo tratarla que no pensaba en las consecuencias de provocar a un audaz zorro como él.

—Lo seas o no, voy a disfrutarlo igual. Aunque apuesto a que nunca te han besado de la manera en la que yo lo haré a continuación.

Sakura frunció el ceño. ¿Existía diferencia entre los besos de una persona y otra? La expectativa que palpitaba en sus venas agudizó cada uno de sus sentidos, esto no se parecía al encuentro en el ascensor o al evento en la habitación de Syaoran. Aquí tomó protagonismo una figura nueva entre ellos.

Era una postura indecente por donde sea que le mirara, sus pechos se movían al compás de las pesadas respiraciones de él y sus caderas juntas soportando la prometedora dureza que Syaoran escondía, era un juego peligroso en el que Sakura anhelaba participar.

El pulgar de Syaoran fue el encargado de empujar su mentón hacia abajo para separarle los labios, el último vistazo que tuvo de él antes de cerrar los ojos le provocó un insólito aturdimiento entre las piernas. El claro ámbar de sus ojos se volvió un néctar febril que se derramó sobre ella, Syaoran no estaba enfocado en su cuerpo sino en su esencia, Sakura contuvo sus ganas de desnudarse de pura felicidad. Esa era la mirada que esperó toda su vida.

Al fin alguien se la estaba dedicando.

Mantuvo los labios entreabiertos mientras los dedos de Syaoran se abrían paso en su cuello contorneando cada curva de su garganta, su tacto era áspero en comparación a las delicadas y finas manos de su inútil ex novio que nunca la tocaron más allá de su rostro, el lazo que unía los extremos de su blusa se aflojó ante el primer tirón.

—¿Por qué estás usando una prenda tan atrevida, niña de casa? —Los ojos de Sakura se abrieron de golpe, recordando que esa mañana desempolvó de las profundidades de su cajón un impúdico bralette de encaje semi transparente, intentó echarse atrás para cubrirse, siendo retenida por la mano de él en su espalda—. Te despertaste con la idea de continuar el juego de noche, ¿no es así? Admítelo.

Sakura sacudió la cabeza, era ilógico aferrarse a la persona de la que quería huir, sin embargo no pudo evitar apuñar las manos sobre el pecho de él.

—Es lo que suelo ponerme a diario —mintió.

La sonrisa descarada de Syaoran la puso del color de un tomate.

—Supondré que tengo luz verde para ponerme travieso contigo cuando estemos a solas —fanfarroneó cerniéndose sobre ella para hablarle al oído—. Te hablaré en una terminología que puedas entender, eres un delicioso pastel en exhibición y aunque haya varios a tu alrededor admirándote, yo iré tomando bocados de ti a escondidas, nadie lo notará hasta que te haya devorado por completo, así no serán capaces de evitarlo. Ni siquiera tú.

Sakura jadeó. Esa era la verdadera personalidad del malhechor que conoció en el parque, no el caballero que sonreía cuando era conveniente. Este sujeto lascivo, malintencionado y sincero le gustaba. Hizo caer las cerraduras de sus inhibiciones con ese pequeño discurso infame.

—Deja de hablar y comienza a cumplir tus promesas ahora —exigió Sakura.

Syaoran cayó en una conmoción cuando ella tomó la iniciativa de besarlo. ¡Dios todo poderoso! Esa mujer era una salvaje. Pecó de inocente creyendo que iba a amedrentar a una chica de acción con sus palabras topes. Lo atacó sujetándole la cabeza con ambas manos y se paró en puntillas para comerle la boca.

Ante el inesperado arranque de pasión, Syaoran trastabilló impactando de espaldas a la pared. Los papeles nunca se le habían invertido de esa manera, Sakura era quien tenía el control de sus labios, ella era una cosa dulce, aunque trataba de ser astuta, no aprovechaba sus elementos disponibles.

La dejó disfrutar de su gloria durante el minuto que tardó en recuperarse de la impresión, cuando consiguió separarse de ella, se armó de valor con el esplendoroso fisgoneo que obtuvo de sus rojos labios mojados y de la tímida rubicundez de su piel expuesta, era tan pálida que fue capaz de ver las líneas de las venas que alimentaban sus frondosos montículos.

La sostuvo de los hombros intercambiando sus posiciones, él ya había tenido su probada de los besos de una niña buena, era el turno de Sakura de conocer cómo les gustaba besar a los chicos malos.

Sakura no tuvo tregua, el aire residual se escapó de ella con un gemido por la intrusión de la lengua de Syaoran en su boca. Él tenía razón. Nunca le habían besado de esa manera. La mano de Syaoran en la parte posterior de su cuerpo era el centro de su equilibrio. Sí, lo admitía. Todavía era una niña de casa antes de que él apareciera en su vida.

Las cosas cambiarían para ella después de ese inusual almuerzo, el bralette no la protegía del calor de los dedos de él deslizándose en la cúspide de su pecho, eso solo acrecentaba su deseo de corresponder al descuidado beso que compartían. Violaron todas las normativas del decoro en solo segundos.

Syaoran decidió abrir los ojos en el momento menos indicado, el panorama hizo insoportable su excitación, la boca abierta de Sakura con su tierna lengua esperando por él fue de lo más hermoso, sin mencionar el hecho de querer hundir la cara entre sus pechos.

—Tenemos que parar —murmuró, casi adolorido.

Para Sakura la sentencia fue como un castigo fortuito, la pena se apoderó de ella, los ruidos que hizo, su blusa abierta enseñando con descaro la súplica de su instinto por más… eso no era suficiente para un hombre como él.

Syaoran se abatió notando el temblor en los labios de Sakura cuando se cerró la blusa cabizbaja. Maldición. Ella estaba pensando que era un desgraciado poco hombre al rechazarla.

—No te hagas ideas equivocadas —se apresuró a decir, abrazándola de nuevo—. Dije que paremos porque no traje preservativos, si vuelvo a besarte, no habrá retorno. A menos que tú tengas más de uno en tu habitación, accederé a seguir.

Sakura se asustó.

—¿Uno no es suficiente? —La voz le tembló con la pregunta. Qué estúpida. Iba a quedar como una virgen principiante, lo era, pero no era necesario que él lo supiera.

—¿Entiendes por qué insisto en que nunca has estado con un hombre de verdad? —Syaoran soltó una carcajada bastante sínica—. Borraré de tu memoria a todos los idiotas con los que estuviste antes, te lo prometo.

Sakura ocultó el rostro en el pecho de él y cerró los ojos, no era conveniente definir ese curioso bulto que se marca en los pantalones de él. ¿En qué rayos se había metido?

—Es mejor que continuemos con el recorrido, eso va a distraerme —sugirió Syaoran. Al menos logró el cometido mínimo del día, el cual era meterle mano a su nueva jefa. Era inclusive más extraordinaria y jugosa de lo que imaginó.

Sakura carraspeó arreglándose la ropa, se acomodó un poco el cabello y entonces notó que su labio inferior palpitaba como un corazón, probablemente a consecuencia de un mordisco. Tenía miedo que su madre notase lo hinchado que iba a ponerse.

—Es más pequeño de lo que crees —titubeó Sakura avanzando un par de pasos para llegar a la sala—. La casa se modificó al morir papá, ven, te lo presentaré.

Syaoran apreció la acogedora estancia con una mesa baja de madera al centro y unos cojinetes en el contorno para los invitados, tenían una televisión de tamaño convencional y un estante con fotografías en el costado. Un escalofrío lo recorrió desde su espina dorsal al notar que el mueble resguardaba una urna de cenizas junto con un jarrón de flores frescas.

Sakura tomó un portarretratos y lo puso en las manos de Syaoran.

—Es mi papá, Fujitaka Kinomoto.

Syaoran se puso pálido.

—¿Tu papá estaba aquí? ¿Tan cerca?

Sakura ladeó la cabeza.

—El deseo de mi mamá es que sus cenizas y las de mi padre sean dispersadas juntas en la montaña, es por eso que las conservamos aquí. Al inicio pensábamos poner su altar en una de las habitaciones pero mamá prefiere la sala, para sentir que aun comemos en familia.

Los rastros de lujuria que todavía corrían en su torrente sanguíneo fueron barridos con ese detalle. ¡El papá de Sakura fue testigo de sus escabrosos manoseos!

—Parece alguien amable —opinó Syaoran, contemplando la fotografía.

—Lo era —sonrió Sakura.

—¿Me concederías unos minutos a solas con él?

¿Eh? ¿Por qué Syaoran estaba comportándose tan raro?

—Si eso es lo que quieres… estaré en la cocina —indicó frunciendo el ceño.

Syaoran esperó a que las pisadas de Sakura se apagaran para salir corriendo a arrodillarse frente al altar. Nunca en su vida había sentido tanta vergüenza. Si bien no llevó una vida tan decorosa, ni siquiera en su adolescencia, siempre se cuidó de mantener un comportamiento aceptable enfrente de sus mayores.

—¡Lo siento! De verdad, lo siento. Todas las estupideces que dije, por favor, olvídelas. No sabía que usted estaba aquí y que nos escucharía.

Sakura regresó caminando en puntillas a investigar el por qué Syaoran solicitó una audiencia privada con su padre. Ahora quería morirse de risa. Ese respeto tan marcado por los antepasados difuntos no iba a acorde a su perfil occidental.

—M-me dejé llevar por el momento, usted también es hombre, sé que lo entenderá. Sakura es realmente bonita, me atrae mucho y nunca le haré nada sin su consentimiento. Prometo traerle licor del bueno la próxima vez que visite.

Sakura se cubrió el rostro con las manos conteniendo un grito. ¡Syaoran la encontraba atractiva! Eso era todo lo que necesitaba escuchar, así que le dio privacidad al resto de parloteos que le siguieron. Ella llenó una charola con el almuerzo y regresó a la sala donde Syaoran se encontraba sentado a la mesa con la cara de un niño castigado.

—¿Dónde está tu entusiasmo habitual? —se burló ella. Rodeando el plato principal con una docena de acompañamientos.

Syaoran gruñó en respuesta.

—Estoy guardándole luto en este momento. Ni siquiera me hables, me tendiste una trampa. Tu padre tuvo una mala impresión de mí.

La risa de Sakura resonó en la habitación, era un sonido tan satisfactorio como sus pequeños gemidos. Su expresión alegre era preciosa. La yema blanda del huevo que adornaba el tazón de arroz se rompió con el toque de los palillos y fue una clara representación de cómo se sentía Syaoran en su interior cada vez que compartía un momento ameno con Sakura.

—Papá sabe que su hija es una adulta responsable que no tiene relaciones sin protección.

Para Syaoran esa frase fue una soga al cuello. Se atiborró de comida sin emitir una sola opinión.

Al finalizar el almuerzo, Sakura le acompañó a la salida, el brillo en su verde mirada parecía renovado.

—Te enviaré el enlace de un vídeo que hice para ti con la rutina correspondiente del día, no quiero que vuelvas a lastimarte haciendo ejercicio de forma irresponsable por tu cuenta.

Sakura parpadeó recordando el motivo por el que no podrían reunirse esa noche. Él estaría con otras mujeres, animándolas, seduciéndolas y dejándose tocar por ellas.

—Y, Sakura… —La voz de Syaoran cortó el hilo de sus cavilaciones pesimistas—. La noche que nos conocimos, quise acercarme a ti desde que te vi entrar al parque. Si el imbécil de tu ex novio no se hubiese entrometido, te habría invitado a salir en ese momento.

Syaoran se marchó de inmediato sin esperar respuesta. Se estaba poniendo demasiado sensible, el episodio erótico lo había descolocado. Y era su deber de hombre reconocer que lo disfrutó y que quería repetirlo hasta sus últimas consecuencias.

En el pie de las escaleras se encontró a la presunta ayudante de cocina, Rin tenía las intenciones de ignorarlo y subir a encontrarse con Sakura. Syaoran se movió a su izquierda cerrándole el paso con una sonrisa presumida adornando su rostro.

—No la molestes, déjala ducharse tranquila, Sakura volverá a su trabajo en cuanto esté lista.

Rin hizo caso omiso del comentario, empujándolo con el hombro para obligarlo a ceder. No le temía a las amenazas de nadie, aunque Li era un hombre de tamaño considerable, no la intimidaba. Después de todo, era un hombre que ocupaba los músculos solo para presumir, a diferencia de Rin, que vivía de ellos.

—Sigue soñando, Sakura nunca le prestaría atención a un idiota como tú. Al menos, no para algo serio.

—Vale más tenerla un rato a no hacerlo nunca, ¿no crees? —Syaoran disfrutó ver la confianza de Rin yéndose en picada—. Largo.

La cara de Rin se tornó tan roja como su cabello.

—No eres su dueño, si no quiere recibir visitas, que me lo diga ella misma —Rin reanudó sus intentos de subir, siendo bloqueada otra vez por Syaoran.

—No seas tonta, no te victimices a ti misma buscando situaciones que van a lastimarte. Solo necesité medio minuto para adivinar lo que sientes por ella, es hora que comiences a mirar en otra dirección, no voy a compartirla.

Rin apretó los puños, si le partía la nariz a ese niño con máscara de porcelana, Sakura se enojaría con ella. No podría soportarlo.

—¿Apostamos? Sakura no va a elegirte a ti para compartir sus fechas especiales. Ha pasado navidad conmigo desde que nos conocemos y este año no será la excepción.

Syaoran sonrió no por diversión, sino como una mueca de ironía.

—Acepto. Ahora, desaparece de mi vista.

Cuando Rin salió del callejón, Syaoran también emprendió su camino, no le prestó atención a su reunión de equipo en la universidad y acudió a su turno en el club sin saludar a nadie en la recepción, marchó directo a los camerinos. El payaso de Keiya se maquillaba sentado en el taburete de su tocador, era una desgracia tenerlo tan cerca incluso en el trabajo.

Syaoran dejó caer su maletín en su lugar correspondiente con los ánimos caídos.

—¿Dónde fuiste tan temprano? Ni tú ni tu amiga tetona estaban en casa cuando regresé, me esforcé mucho preparándoles el desayuno, tuve que comerme todo yo solo.

Syaoran apretó los labios dándole una patada al banco metálico que sostenía a Keiya, este acabó perdiendo el equilibrio, aferrándose al mueble frente a él para no caer al piso.

—Te dije su nombre para evitar que le pusieras apodos estúpidos, vuelve a llamarla así y necesitarás una nueva rinoplastia.

Keiya se echó a reír. Nunca imaginó que Syaoran se pondría susceptible. Él era de los que usaba a las mujeres con un solo propósito y luego las descartaba sin más, nunca se veía con una chica más de una vez. Por eso era gracioso que se paseara con alguien a quien presentaba como su amiga.

—Creí que podrías prestármela un rato. Nunca he probado a una mujer de su tamaño.

—Sakura no es esa clase de mujer, maldito enfermo.

Keiya se encogió de hombros.

—Las que son demasiado voluptuosas no son lo mío, era una broma.

—Lo tuyo son las planas que bien podrían confundirse con un hombre disfrazado de mujer —espetó Syaoran, sacándose la camisa.

—Vamos, no seas tan cruel con el resto. Prometo respetar las medidas de tu nueva adquisición. Pareces muy apasionado. ¿No dijiste que te irás pronto? ¿Qué sentido tiene iniciar una relación en esas condiciones?

Syaoran suspiró, arrastrando su asiento lejos de Keiya.

Al principio se acercó a Sakura porque le interesaba como compañera sexual, pensó que alguien con ese aspecto estaría abierta a tener sexo casual sin profundizar en conocerse. Pero se olvidaba que vivía en una región donde las mujeres como Sakura pasaban desapercibidas, los hombres atesoraban a la flaca más desabrida y era triste porque muchas de esas mujeres ponían en riesgo su salud solo para encajar en una sociedad de estereotipos absurdos.

Que ciertas culturas llevaran la delgadez al extremo no era su problema.

La cuestión que lo afligía era que estaba fuera de sí. Ponerse celoso de Rin Usagi y de un niñito de secundaria era absurdo. Sentirse tímido frente a Sakura también lo era. Y reconocía que esa tarde se detuvo porque acostarse con ella solo complicaría las cosas o quizás eso le ayudara a desenmarañar sus sentimientos.

¿Por qué era tan difícil admitir que esa chica le gustaba?

Conocía la respuesta.

Porque era un miserable que se vanagloriaba de su buen aspecto y que explotaba su potencial para vivir cómodamente. Detrás de él no existía una justificación de la enfermedad de un familiar o un crédito universitario, era un bastardo tan inteligente que incluso en su país estudió con una beca. Y los trabajos honestos que tuvo en el pasado le daban lo suficiente para vivir.

Solo que no quiso desprenderse de los lujos a los que estaba acostumbrado.

¿Y qué tal si intentaba cambiar y la historia se repetía? ¿Si iniciaba una vida estable en ese país con un trabajo acorde a su profesión, una relación formal con Sakura y al poco tiempo se cansaba? Terminaría dañándola, porque fue sincera al decirle que nunca podría estar con un hombre que se ganaba la vida coqueteando con otras mujeres.

Dejaría que las cosas fluyeran. No quería angustiarse, ni precipitarse a tomar una decisión equivocada. Fue muy placentero untarse los dedos con la crema de ese pastelito.

Se metió un cigarrillo a la boca y con el primer chispazo del encendedor, recordó que debía compartirle el enlace del tutorial de ejercicios a Sakura.


—Gracias por su buen trabajo —Sakura se despidió de sus empleados batiendo la mano en el aire en las afueras de la cafetería. La noche comenzaba a helar cuando un mensaje se unió a las decenas de notificaciones acumuladas en su celular.

Entre los reclamos de Tomoyo por no tomarse el tiempo de ir a saludarla desde la noche que rompió con Yue, se coló el acceso al vídeo que Syaoran grabó para ella. No pudo con la curiosidad y lo reprodujo de inmediato.

Los primeros segundos eran de él ajustando el ángulo de la cámara, el cielo violáceo se apreciaba en los ventanales de la habitación, lo que significaba que Syaoran se despertó muy temprano solo por ella.

Pese a que solo había pasado un día, la nostalgia al ver la desordenada melena chocolate que caracterizó a Syaoran el día que lo conoció, la golpeó duro. Era eso o que él estaba sin camisa.

En encanto por él saltaba de la pantalla a su pecho, donde se arremolinaba un sentimiento cálido y desconocido. Ni en su enamoramiento escolar ni en su etapa de noviazgo con Yue experimento semejante cosa.

El físico de él era envidiable. Sus pectorales amplios, esos brazos bien tonificados y sus abdominales marcados no representarían una tentación para ella si Syaoran no fuese un buen hombre. Era tan apasionado, tan atento y amable que Sakura accedería a cualquier petición por parte de él.

No iba a preocuparse por el futuro, solo disfrutaría del momento.

Syaoran Li era bienvenido el tiempo que quisiera quedarse. Pedir que fuese para siempre era demasiado ambicioso de su parte, iba a conformarse con haber coincidido con él en el punto perfecto de su vida.


Holaa, anuncios: 1. No creo que el contenido este tan fuerte como para pasarlo a M al menos por el momento, aún no sé si lo haré porque entiendo que hay mucha gente que no le gusta ese exceso de detalles. Depende de lo que opine la mayoría. O que en algún punto la cosa se descontrole y este par terminen dándose como cajón que no cierra jajaja 2. No habrá a actualización hasta el próximo fin de semana, estoy muy saturada de trabajo así que le pondré pausa un rato.

Gracias por leer, hasta pronto.