—. My Hero Academia 180 grados.—
42. Donde Deku y Uraraka tienen problemas con sus compañeros de habitación y Deku recuerda su primer día en la academia
(Segmentos marcados con * por contenido explícito IzuxOcha)
El cielo se extendía en un azul sereno y tranquilo, con el sol brillando suavemente, sin imponerse demasiado, permitiendo que la brisa fresca danzara sobre la pradera verde. El viento agitaba el pasto en un vaivén tranquilo, al igual que los largos mechones del cabello de Uraraka y su corbata del uniforme de la U.A.
Sentada con los brazos rodeando sus rodillas, su mirada se perdía en algún punto del horizonte. Había algo en su expresión que la hacía lucir inusualmente seria, como si su mente estuviera atrapada en pensamientos profundos… o quizá melancólicos.
De pronto, una voz suave resonó con eco en el aire, arrastrada por el viento en todas direcciones.
—Uraraka...
—Uraraka...
—Uraraka...
Ochako parpadeó sorprendida y se puso de pie al instante, su corazón latiendo más rápido.
—¿Eh? ¿Deku?
Giró en todas direcciones, buscando el origen de la voz. Una oleada de felicidad inexplicable se expandió en su pecho, irradiando calor desde su interior. Algo en ese llamado despertó en ella una sensación que apenas podía describir. Era una mezcla de emoción y un afecto tan intenso que casi dolía.
El eco seguía resonando hasta que, de repente, sintió el suelo moverse bajo de ella y su pie derecho resbaló un poco.
Antes de poder reaccionar, el pasto se hundió y ella cayó en un hueco que no estaba allí antes. Apenas tuvo tiempo de soltar un jadeo cuando unos brazos firmes la atraparon con facilidad.
Ochako levantó la vista y se encontró con Deku. Su expresión era inusualmente centrada, con sus ojos verdes fijos en ella. O más bien… en sus labios.
Un escalofrío la recorrió, y el rubor subió a su rostro de inmediato. Pero entonces notó algo aún más desconcertante: el torso de Deku estaba completamente descubierto, revelando su pecho bien definido y atlético. Y más abajo, solo lo cubrían las hojas de las plantas cercanas.
Ochako sintió que su cerebro se reiniciaba.
—¿Amm… Deku...qué...?
Antes de que pudiera procesarlo, su entorno se volvió más amplio. No estaban solos. Alrededor de ellos, había más Dekus. Todos idénticos. Todos con la misma expresión intensa y concentrada en ella. Y todos igual de escasamente vestidos.
La realidad golpeó su mente con un retraso casi cómico. El pasto que antes la rodeaba… no era pasto. Era cabello. Todo ese campo verde era el cabello de los Dekus.
Algo dentro de ella burbujeaba con una mezcla de vergüenza y emoción desbordante, como si no pudiera contener toda esa felicidad. Se sentía tan eufórica y acalorada que por un instante creyó que se desmayaría.
Los Dekus comenzaron a acercarse más, sus siluetas multiplicándose a su alrededor, cerrando el espacio con cada paso.
—Uraraka...
—Uraraka...
—Uraraka...
Sus voces resonaban como un eco en su mente, envolviéndola en una espiral.
—¡Ah! ¡No! ¡Por favor…! ¡Es demasiado!
Una súbita sensación de impacto la sacó de golpe de su sueño.
Uraraka despertó con sobresalto, llevándose la mano al rostro adolorido. Se había golpeado a sí misma de nuevo para salir de un sueño con Deku.
—Ah...
—¡Ya deja de hacer eso! ¡Me asustas! —la reprendió Jiro desde la otra cama del dormitorio que compartían, con su tono irritado dejando claro que no era la primera vez que ocurría.
Uraraka parpadeó, tratando de ubicarse en la realidad.
—No me digas que… ¿te gustan esas cosas? —le cuestionó de pronto Jiro con incredulidad.
—¡No! Claro que no...! Yo solo…! —Uraraka buscó una excusa, pero su mente seguía algo aturdida por el sueño.
—Ya lo sé, lo de siempre. Estabas soñando con Midoriya! —suspiró Jiro cansada—. Pero yo necesito dormir y sabes que tengo el sueño ligero.
—Lo siento…
—Pues sentirlo ya no es suficiente! —contestó Jiro, levantándose de golpe. Su expresión decidida puso a Uraraka en alerta.
—Espera ¿Qué haces?! —exclamó cuando sintió que Jiro la empujaba fuera de la habitación. Uraraka apenas alcanzó a sujetar una pequeña manta.
—¡Tienes que solucionar esto con Midoriya de una vez por todas! —sentenció Jiro desde el otro lado del umbral.
—¡Pero no hay nada que solucionar! —protestó Uraraka—. No es como si estuviéramos peleando ni nada por el estilo. Solo… pienso mucho en él... y a veces...por las noches...
—No hay necesidad de que me lo cuentes. A mí no me gusta entrometerme en la vida de los demás, pero haz algo para dejar de tener esos sueños extraños y dejarme dormir por las noches.
—¡Pero no puedo controlar eso!
La respuesta de Jiro fue un portazo en su cara.
—¡Pues haz tus sueños realidad de una vez para que dejes de pensar en ellos!
El silencio que siguió solo hizo que las palabras de Jiro resonaran con más fuerza en su mente. El calor subió a su rostro mientras recordaba el sueño.
—Pero es que... no puedo… —murmuró Uraraka sintiendo su corazón latir con fuerza.
...
( * )
Todo estaba sumido en la oscuridad, salvo por la tenue luz que emanaba del interior de la nevera. Izuku había bajado a la cocina de la residencia principal en busca de una botella de agua fría. No sabía por qué, pero últimamente se despertaba en medio de la noche con una sed casi insoportable.
Abrió la botella y bebió largos tragos, disfrutando del frescor que bajaba por su garganta. La sensación helada del refrigerador acariciaba su piel, proporcionando un alivio extra de frescura. Mientras bebía, sintió una ligera comezón en el pecho. Sin pensarlo demasiado, levantó un poco su camiseta y se rascó distraídamente.
—¿Hay leche? —una voz suave y dulce sonó de repente a sus espaldas.
Izuku apretó la botella del susto y algunas gotas cayeron al suelo.
—¿U-Uraraka?! —se giró bruscamente y, con un movimiento rápido sacó la mano de su camiseta para cubrirse con el antebrazo al toser.
Allí estaba ella, con el rostro adormilado, su cabello un poco revuelto y una mano tallándose un ojo con evidente somnolencia.
—Lo siento ¿Sabes si hay leche? —repitió con voz suave por el sueño.
—¿L-leche...? —balbuceó Izuku, girándose hacia el refrigerador con un leve sonrojo. Se inclinó para buscar entre los estantes, revisando con más detenimiento del necesario, solo para evitar mirarla demasiado. Aún no se acostumbraba al hecho de que ahora básicamente vivían juntos en la misma residencia de la UA.
Cuando regresó la vista a ella, por un instante su mirada se posó, sin intención, en sus pechos. Uraraka bostezaba con los ojos cerrados y la boca completamente abierta, su camiseta holgada se deslizaba un poco con el movimiento. Izuku sintió su rostro arder.
—N-no... no hay... le...le..le... —intentó responder, pero su tartamudeo se intensificó.
—¿Te importa si busco yo? —preguntó ella, avanzando con naturalidad.
—No, claro que no —Izuku dio un paso atrás, dejándola pasar.
Y ahora, sin quererlo, su vista se deslizó hacia su espalda, cintura y cadera mientras ella se inclinaba ligeramente para inspeccionar el interior del refrigerador. Trató de apartar la mirada, pero su mente traicionera ya le estaba jugando en su contra. Tragó saliva con fuerza y sintió la imperiosa necesidad de tomar otra botella de agua fría... o una ducha helada.
De repente, Uraraka se giró hacia él con el ceño fruncido, una expresión que rara vez le veía, aunque muy pronto su expresión se suavizo con una sonrisa.
—Sé que puede sonar raro, pero creo que tú la escondiste para mi.
Izuku parpadeó, sorprendido.
—¿Qué? Pero como puedes ver yo estaba tomando agua, Uraraka —se apresuró a excusarse con una sonrisa nerviosa.
—Déjame revisarte para estar segura.
Antes de que Izuku pudiera reaccionar, Uraraka le levantó un poco la camiseta, observándole el dorso con detenimiento.
—¡¿A-ah?!
Y antes de que pudiera apartarse, sintió cómo ella deslizaba sus dedos en el borde de sus shorts y los bajaba suavemente.
Izuku sintió cómo el aire se detenía en su garganta.
—Oh... ahí está —murmuró Uraraka con un leve sonrojo, dirigiendo su mano hacia él para tocarlo
Por suerte, su reflejo fue más rápido y, en un parpadeo, se subió los shorts de un tirón, bajó la camiseta y dio un paso atrás como si estuviera esquivando un ataque enemigo.
—¡Q-q-qué... q-qué... q-qué...?!
—Se que en el fondo eres un chico malo, Deku —dijo Uraraka con un tono serio y un brillo extraño en los ojos, avanzando un poco más hacia él.
Izuku sintió el pánico apoderarse de él.
—¡P-pe-pero yo quiero ser un héroe! —su voz salió más aguda de lo que hubiera deseado en un momento así— N-no puedo ser malo...
—Creo que me gustan los chicos malos...
El rostro de Izuku se tornó completamente rojo, sus neuronas parecían haber colapsado. Instintivamente, desvió la mirada y cerró los ojos con fuerza.
—¡Entonces soy malo! —declaró sin pensar, y en su mente apareció la imagen de Iida regañándolo por traicionar sus propias convicciones tan fácilmente. Aunque ahora su mundo estaba de cabeza. Era su propia Revolución Copernicana.
En su descuido, no se dio cuenta de que había estado retrocediendo hasta que sus pies tropezaron con algo. Sintió cómo el equilibrio lo abandonaba y, en un intento desesperado por no caer, se aferró a lo primero que tuvo al alcance: la cintura de Uraraka.
El resultado fue que ambos aterrizaron en el sofá, con ella encima de él.
Cuando Izuku abrió los ojos, lo primero que vio fueron los pechos de Uraraka peligrosamente cerca de su cara.
—P-pe-perdo-perdo... —intentó decir algo, cualquier cosa, pero las palabras no salieron con claridad.
Uraraka se hizo hacia atrás ligeramente y, antes de que Izuku pudiera sentirse aliviado, Uraraka se acomodó sentandose sobre su cadera, una pierna a cada lado.
Izuku sintió una corriente recorrerle todo el cuerpo. Su cerebro entró en cortocircuito.
—Si tú eres malo y yo soy una heroína... entonces te daré una lección.
Izuku apenas pudo procesar lo que ella decía cuando la vio entrecruzar las manos, agarrar el borde de su camiseta y levantarla sobre su cabeza hasta quitársela. Su bra quedó a la vista, delineando sus pechos con tanta perfección, que no le parecía posible.
Izuku apretó los ojos con fuerza, sintiendo que la temperatura en su cuerpo se disparaba.
Uraraka se inclinó y, antes de que pudiera detenerla, abrazó su rostro contra su pecho mientras le acariciaba el cabello.
—Ah...Deku...
Izuku sintió que su alma abandonaba su cuerpo en ese momento.
El calor, la suavidad, el aroma dulce de su piel... se volvió casi insoportable. En verdad parecía casi un castigo. Sus manos temblaban pero no sabía que hacer con ellas exactamente.
No supo cuánto tiempo pasó hasta que ella se separó, pero para entonces ya estaba demasiado aturdido para reaccionar. Uraraka deslizó una mano por su propia espalda y con la otra apartó un mechón de cabello de su rostro sonrojado.
—Parece que no entiendes, Deku... voy a tener que llevar esto hasta las últimas consecuencias.
—Ura...Ura...Ura...— intentó decir su nombre.
Pero entonces... algo cambió.
Un escalofrío de alerta le recorrió la espalda.
Una sensación extraña a su alrededor.
Como si... algo estuviera mal.
Como si...
Giró la cabeza hacia un lado y su sangre se heló.
Ahí, de pie y con una expresión de absoluta molestia contenida, estaba Bakugo.
—K-Ka...chan...
—¡¿Quieres callarte de una maldita vez?! —gruñó Bakugo con una vena palpitándole en la sien.
Izuku abrió los ojos de golpe, sobresaltado, y se encontró en su habitación compartida de la U.A.
Todo... todo había sido un sueño.
Salvo por Bakugo, que seguía ahí, mirándolo con el ceño fruncido.
—¡Con esa cara que tienes, nadie lo creería, pero en realidad eres un completo degenerado!
—¡N-no, espera, Kacchan, no es lo que...!
No tuvo oportunidad de explicarse antes de que un fuerte almohadazo le hundiera la cara.
—¡¿Acaso guardas tus pesas en tu almohada?!
—¡Fuera!
Y antes de poder procesarlo, Izuku ya estaba en el pasillo, con la puerta de la habitación cerrada en su cara.
—¡Haz lo que sea necesario, pero déjame dormir! ¡Y que está sea la última vez!
Izuku suspiró, con la frente apoyada en la puerta, aún rojo por el golpe y por el sueño.
—Hacer... lo necesario... —repitió en voz baja, sintiendo su vergüenza incrementarse.
...
Izuku descendió en el elevador con un aire más sereno, sus tenis rojos colgando de una mano mientras su mente flotaba en pensamientos dispersos. Había logrado calmarse un poco, pero algo en su interior aún lo mantenía inquieto.
Al salir al vestíbulo, su mirada se desvió de manera casi instintiva hacia la escalera que conducía a los dormitorios de las chicas. No tenía una razón clara para hacerlo, o quizá sí…
—Hacer… lo necesario… —murmuró para sí mismo, apoyando los dedos en su barbilla antes de cubrirse la boca, como si aquel pensamiento necesitara quedar atrapado en su interior.
—¿Algo que reportar?
La voz metálica lo sacó abruptamente de su ensimismamiento. Bajó la vista y encontró al pequeño robot asistente observándolo con su único ojo brillante, tan discreto que bien podría haber pasado desapercibido de no ser por su tono inquisitivo.
—Solo saldré a correr un poco antes de clases —respondió Izuku con una sonrisa ligera, alzando sus tenis como prueba de lo que decía.
—El toque de queda nocturno ya ha concluido, así que puedes salir, pero lo anotaré en la bitácora matutina para el director.
—S-sí… entendido… —asintió, sintiendo una punzada de nerviosismo ante la idea de que todo lo que hiciera quedaría registrado.
No quiso detenerse más. Se calzó los tenis y avanzó con paso firme por la sala común, esforzándose por no voltear a ver el sillón donde había compartido aquel sueño con Uraraka. La sensación de su cercanía seguía fresca en su memoria. Pero lo que Izuku no sabía era que, en ese preciso instante, del otro lado del sillón, ella dormía profundamente en el mismo lugar.
Apenas cruzó la puerta de la residencia, una brisa matutina lo envolvió con su frescura ligera, llevándose consigo parte de la tensión que aún sentía. El amanecer teñía el cielo con tonos anaranjados y dorados, creando un contraste suave con el aire fresco de la mañana. Inspiró profundamente mientras alzaba los brazos, disfrutando el momento, permitiéndose por un instante olvidar cualquier preocupación.
Poco después, comenzó con una serie de estiramientos rápidos antes de iniciar su trote. Sus músculos se despertaban con cada movimiento, pero su mente seguía atrapada en sus pensamientos. Habían pasado ya diez días desde que había ingresado a la U.A., y, aun sentía que cada día traía consigo una nueva montaña que escalar.
"Mi sueño de convertirme en héroe continúa… sin importar las dificultades" pensó Deku con determinación, sus pisadas marcando un ritmo firme contra el terreno mientras el sol se alzaba frente a él.
El sol y el ejercicio calentaban su cuerpo a pesar del aire fresco de la mañana que llenaba sus pulmones, pero no fue eso lo que le hizo sentir un extraño calor en el pecho. Fue el recuerdo repentino de una mano cálida entrelazada con la suya en el primer día de clases, cuando él y Uraraka caminaron juntos hacia el salón de la Clase 1-B.
—Sí, yo también espero que crezca pronto —había dicho Izuku cuando Uraraka comentó sobre su cabello.
Aún podía recordar la forma en que sus dedos se mantenían unidos, indecisos de liberarse, justo antes de llegar a la puerta del salón. Pero antes de que Uraraka pudiera abrirla y decidir si se soltaban de la mano o no, una serie de voces intensas en el interior los obligó a detenerse.
—¡Puedo verlo dentro de ti! ¡Eres el ser más puro que haya existido jamás! ¡Y sin duda, tu sonrisa es la más angelical que veré en mi vida! —proclamó con fervor una voz femenina.
—¡¿Quieres callarte de una buena vez?! ¡No entiendo nada de lo que estás parloteado!—bramó otra voz, grave y llena de furia. No había duda que era Bakugo.
—Oh, pero veo que sufres porque nadie comprende tus palabras, señor —continuó la chica con dramatismo exagerado—. Pero no temas…
—¡¿AH?!
—Anque siento que tu enemigo natural se acerca. El señor oscuro está tras de ti… pero no te preocupes, yo te protegeré.
—¡No necesito que nadie me proteja! —gritó Bakugo, su tono alcanzando un nivel de frustración que hacía temblar la puerta.
Izuku y Uraraka intercambiaron miradas, perplejos, aunque curiosos.
—¿Deberíamos…? —susurró Uraraka, indecisa.
Izuku apenas asintió, y ella tomó aire antes de abrir la puerta.
El instante en que lo hizo, una ráfaga de lianas espinosas brotó en su dirección. Izuku reaccionó al instante, alzando el brazo para protegerlos a ambos, pero antes de que las lianas pudieran tocarlo, se detuvieron, flotando en el aire, inmóviles.
Por un segundo, Izuku pensó que la chica se había contenido en el último momento. Entonces, giró la cabeza y vio la verdadera razón.
Uraraka tenía la mano extendida frente a ellos, rodeada de pequeñas esferas rosadas de gravedad cero. Su frente estaba fruncida con una expresión seria como nunca antes la había visto. Ambas cosas eran nuevas para Izuku.
Su mirada estaba fija en la chica de cabello verde enredado con lianas espinosas, y su postura era firme.
—¿De qué se trataba? —preguntó, su tono carente de la dulzura de siempre—. ¿En verdad pretendías lastimarlo?
La aludida, sin embargo, no parecía intimidada. Juntó las manos frente a su pecho como si estuviera rezando y, con una expresión ferviente, declaró:
—Así que tú eres la bruja que estará de su lado… Pero no importa. No me rendiré. Las fuerzas del mal nunca se apoderarán de la U.A. mientras yo pueda hacer algo al respecto.
El ambiente se volvió incómodo cuando nadie dijo nada.
—¿Qué le pasa a esta chica? —se preguntó Uraraka en voz baja, ya más confundida que molesta.
Antes de que alguien pudiera responder, una voz cansada interrumpió detrás de ellos.
—Si ya terminaron de parlotear, entren al aula de una vez —ordenó Aizawa, mirándolos con ojos somnolientos—. Tengo una agenda muy ocupada como para esperar a que terminen sus charlas casuales.
"¿Casual?" se preguntó Izuku.
Ya sentados y mientras la clase esperaba que el director Aizawa terminara una llamada repentina, Izuku no pudo evitar dirigirle una mirada curiosa a la chica de antes.
"Es probable que haya visto algo de lo ocurrido durante el examen de ingreso…" pensó algo preocupado.
Pero justo cuando el pensamiento cruzó su mente, la chica giró hacia él con una sonrisa tranquila. Como si nada de lo anterior hubiera sucedido.
"Qué chica tan rara…" pensó Izuku, sintiendo un escalofrío extraño.
A su lado, Uraraka volvió a fruncir el ceño con desconfianza hacia ella.
...
Durante el primer almuerzo en la cafetería, los nuevos alumnos de las clases A y B pudieron interactuar por primera vez:
—Vaya par de nerds resultaron ser —señaló Kirishima con una sonrisa burlona mientras señalaba a Bakugo y Midoriya, quienes estaban sentados lado a lado —. Tuvieron las notas más altas en el examen escrito y por eso los eligieron delegados provisionales de la clase. Aunque, para sorpresa de todos, el nerd mayor resultaste ser tú, Bakugo. ¡Además de tener la sonrisa más angelical de toda la escuela! Debes estar satisfecho!
—¡Cierra la boca, idiota! —gruñó Bakugo con visible fastidio, pero su reacción solo hizo que Kirishima riera con más ganas.
—¡En verdad que se te da muy bien la escuela, Deku! —comentó Uraraka con una gran sonrisa, inclinándose ligeramente hacia él, tal vez acercándose más de la cuenta a su rostro—. ¿Quieres compartir una rebanada de pastel para celebrar que eres subdelegado?
—N-no te preocupes, de verdad —dijo Izuku desviando un poco la mirada, su cara con un ligero rubor por la cercanía—. Además, seguro que tú también habrías obtenido buenas notas si hubieras presentado el examen, Uraraka.
—No creo, yo siempre he sido bastante promedio en esas cosas—respondió ella con una sonrisa, restándole importancia—. ¡Espera aquí! Iré por un postre para ti.
Mientras se alejaba, Kaminari, que estaba en una mesa cercana, la vio pasar.
—Qué envidia... yo también quisiera que alguien me trajeran pastel...
— A mi no me importaría que alguíen me mirara con tanto cariño— opinó Tsuyu.
Izuku se tensó de inmediato y su rostro se tornó aún más rojo.
—Par de perdedores —murmuró Bakugo.
—Pero como decia, no te acostumbres demasiado a ser el delegado de la clase —continuó Kirishima, apoyando un brazo sobre el hombro de Bakugo, sin preocuparse por su creciente irritación—. Seguro que a mediados de año, cuando nos conozcamos mejor y votemos, terminaremos eligiendo a alguien como… Todoroki para el cargo.
El aludido, que hasta ese momento había comido en silencio, alzó la mirada con expresión impasible.
—¿Yo?
—¡Tendrás que quitarme el puesto de delegado de mi frío y congelado trasero! —exclamó Bakugo con fiereza.
Todoroki bajó la vista a su mano izquierda por un instante, como si considerara la amenaza con seriedad.
—Está bien.
Bakugo gruñó, provocando una oleada de risas entre los presentes. Sin embargo, el momento fue abruptamente interrumpido cuando Monoma apareció por detrás y golpeó la cabeza de Midoriya con su bandeja de comida.
—¡Oye! —se quejó Uraraka, que acababa de regresar con el pastel. Frunció el ceño y, con una mezcla de ternura y preocupación, le dio un pequeño mimo en la cabeza a Deku antes de colocar el pastel de fresa frente a él.
—¡Vaya, pero qué conversaciones tan insulsas tienen los de la Clase B! —continuó Monoma con su característico tono mordaz—. Hasta en eso hay cierta distinción de clases, ¿no creen?
Izuku, aún recuperándose del mimo, sintió que la cara se le hundía en la vergüenza.
—¡Eso no está bien! —lo reprendió Iida de inmediato, poniéndose de pie con energía—. Como nuevo delegado de la Clase A, no permitiré comentarios que denigren a nuestros compañeros de las otras clases. ¡Todos somos aspirantes a héroes y debemos comportarnos con honor!
En ese momento, Kendo apareció por detrás, dándole un golpe seco en la nuca a Monoma antes de sujetarlo del cuello y arrastrarlo lejos.
—Lo siento, me distraje un momento, pero intentaré que se le suba a la cabeza haber quedado en la clase A—dijo sin el menor esfuerzo al llevárselo.
—¡Oye! ¡Ya te he dicho que no está permitido resolver los problemas con violencia! —le recriminó Iida, pero Kendo no pareció prestarle mucha atención.
Desde la otra mesa de la clase A, Yaoyorozu, que había estado observando la escena, decidió dar su opinión, limpiándose delicadamente los labios con una servilleta.
—Aunque a decir verdad… hablar de traseros congelados no parece un tema muy apropiado para la hora de la comida. Además, estaban alzando mucho la voz.
Iida ajustó sus lentes con seriedad.
—Eso puede ser cierto… —admitió, antes de girarse hacia Bakugo—. Tal vez en otro momento podríamos reunirnos como delegados para establecer ciertos límites y evitar más conflictos entre nuestros grupos.
—Sigue soñando, cuatro ojos —espetó Bakugo sin rodeos —No creo este bien fraternizar con nuestros rivales.
Iida parpadeó, sorprendido por la franqueza.
—Qué directo… pero no son necesarios esos apelativos.
—Yo soy el subdelegado —intervino Izuku con una sonrisa —. Y será un gusto trabajar en ello.
Iida sonrió al reconocerlo del día del examen y le extendió la mano. Izuku la estrechó mientras, a su lado, Bakugo bufaba con fastidio.
Al estrechar la mano de Iida, Izuku volvió a notar lo mismo que en el examen de admisión: su nuevo compañero era alguien sumamente serio, casi rígido en su manera de actuar. Sin embargo, lejos de intimidarlo, aquello le pareció reconfortante ahora. Había algo en su firmeza que le hizo pensar que, con el tiempo, podría convertirse en un amigo en quien podría confiar. Sonrió ante la idea, esperando que así fuera. Y que pudiera seguir haciendo más amigos.
Tras el almuerzo en la cafetería, él, Uraraka y Todoroki pasaron un momento tranquilo sentados en la azotea de la escuela, mientras conversaban sobre cómo habían sido aceptados en la U.A.
—¿Así que tú también recibiste solo una carta? —preguntó Izuku, sorprendido, dirigiéndose a Todoroki. —Parece que todos obtuvieron una carta con un video de bienvenida del director Aizawa… o de All Might.
Al decirlo Deku bajo la cabeza y ese detalle no pasó desapercibido por Ochako que le dedicó una breve mirada de preocupación.
—Sí. Solo una carta —confirmó Todoroki con su característico tono sereno—. Y como no presenté el examen de ingreso, fui de inmediato a hablar con el director Aizawa.
Los recuerdos de aquella reunión surgieron con claridad en su mente mientras los relataba.
Cuando se presentó en la oficina de Aizawa, este lo recibió con la misma expresión cansada de siempre, pero con la mirada atenta. Todoroki no perdió tiempo y preguntó directamente:
—¿Está haciendo esto como un favor a mi padre?— preguntó Todoroki mostrando su carta de aceptación a la UA.
Aizawa dejo de teclear en su laptop antes de responder con firmeza:
—Qué tontería— contestó como preámbulo —En primer lugar, nunca me he inclinado por los favoritismos de ningún tipo y mucho menos basados en los registros familiares de los estudiantes. Y en segundo lugar, sigo molesto con tu padre por la pelea no autorizada que tuvo con All Might en los terrenos de la escuela— soltó un suspiro cansado antes de continuar — Por otra parte es más que evidente que tú eres tú y él es él. Dicho esto...
Aizawa giró su laptop, revelando un video que comenzó a reproducirse en la pantalla. Todoroki frunció levemente el ceño al notar que eran imágenes de la pelea en su propia casa. Sabía que en su residencia no había cámaras de seguridad por decisión de su padre, lo que significaba que alguien más había grabado el enfrentamiento.
—Este video me lo envió el héroe Hawks —explicó Aizawa—. Fue tomado con el quirk de su asistente. Como debes saber, anulé el sistema de recomendación desde el año pasado, pero si lo considero oportuno puedo hacer algunas excepciones de vez en cuando. No digo que no tengas talento, pero hay muchas cosas que mejorar, empezando por el hecho de que durante toda la pelea evitaste usar tu segundo quirk. Imagino que tienes razones que en tu mente son validas, pero si decides entrar a la U.A., tendrás que comprometerte a desarrollar todas tus habilidades en beneficio de un bien mayor y dejar de contenerte. Solo de esa forma lograrás salir de la sombra de tu padre.
De vuelta al presente, Todoroki se puso de pie con calma, sus ojos reflejando que las palabras del director se quedaron en su mente.
—Aún no he tomado una decisión definitiva al respecto —admitió abriendo y cerrando su mano derecha—. Desde pequeño fui entrenado para ser un héroe y no me imagino haciendo otra cosa por ahora… pero al menos aquí puedo estar cerca de mis amigos mientras pienso en ello y tomo una decisión.
Izuku y Uraraka le sonrieron con calidez, apoyando su decisión sin necesidad de palabras. Entonces Todoroki, después de sonreírles de perfil, pareció dispuesto a marcharse, pero Midoriya notó sus intenciones.
—Pero, Todoroki, todavía no termina el receso —comentó, ladeando la cabeza con curiosidad.
—Lo sé. Solo pensé en adelantarme un poco —respondió con su tono habitual, metiendo sus manos en los bolsillos y mirando a Midoriya directo a los ojos.
Por un instante, cuando Todoroki continuó con su marcha, las miradas de Deku y Ochako se encontraron y, ambos sintieron un leve rubor que permaneció con ellos incluso después de que Todoroki cerrara la puerta de la azotea detrás de él.
Izuku la observó con detenimiento, sus ojos reflejaban una seriedad inusual, como si estuviera conteniendo pensamientos que aún no encontraba la manera de expresar. Uraraka, en contraste, parecía nerviosa, como si algo la incomodara. Sin embargo, antes de que el ambiente se volviera demasiado compromtedor, Uraraka se dio ligeras palmadas en las mejillas y esbozó una amplia sonrisa, lo que tomó a Izuku por sorpresa.
Con una energía repentina, se puso de pie y le extendió ambas manos.
—¿Quieres echar un vistazo a la vista desde aquí?
Izuku parpadeó un par de veces, desconcertado por el cambio, pero enseguida le devolvió la sonrisa.
—C-claro.
Mientras observaban juntos el horizonte, Uraraka suspiró con suavidad antes de murmurar:
—¿Sabes? A veces no sé qué pensar de las personas…
Izuku la miró con atención. Su tono de voz había sonado inusualmente reflexivo.
—A veces creo que las personas pueden hacer cosas maravillosas los unos por los otros, pero en otras ocasiones, pienso que cuando sienten que sus estilos de vida están siendo amenazados, pueden volverse increíblemente egoístas.
—¿Eso lo dices por los incidentes que hn continuado después de lo ocurrido en las estaciones del tren bala?
Uraraka asintió con la mirada fija en la lejanía.—Sí… no he dejado de pensar en ello.
Izuku miró también hacia el horizonte.
—Yo también lo he pensado. No hay duda de que las personas tienen más de una faceta.
—Si —coincidió Uraraka, llevándose una mano a la nuca en un gesto inconsciente. Izuku, por reflejo, hizo lo mismo, y al notar la coincidencia, ambos sonrieron.
—Definitivamente no se puede dividir a las personas en solo "buenas" o "malas"… Ni en "héroes" y "villanos" —añadió ella.
Izuku la observó con atención antes de volver a sonreir.
—No tengo duda de por qué pudiste entrar a la U.A., a pesar de no haber presentado el examen… Pero ahora me da curiosidad. ¿Cómo pasó exactamente?
El rostro de Uraraka adquirió un tono carmesí.
—En realidad fue algo muy lindo e inesperado…
De acuerdo al recuerdo que le relató, en la pantalla de la recamara de Uraraka, la imagen de Aizawa se mantenía seria mientras leía un comunicado.
—Recibimos bastantes correos electrónicos de personas que salvaste el día del tren bala. Entre ellos, uno del jefe de estación. Y en cada mensaje, aunque con distintas palabras, se repetía una misma petición una y otra vez.
De repente, la pantalla se dividió en varias secciones mostrando a diferentes personas. Y en sincronía, todos pidieron:
—¡Dejen que esta sea su academia de héroes!
Las palabras resonaron en la habitación de Ochako, mientras su madre y ella se miraban con sorpresa.
—Una persona que inspira a los demás a hacer lo correcto y logra conectar la causa de los héroes con los civiles es alguien que definitivamente tiene lo necesario para convertirse en un héroe —continuó Aizawa, con su característico tono monótono—. El sistema de recomendación fue anulado, pero… supongo que está bien hacer algunas excepciones.
Su expresión no cambió cuando dictó la última línea del comunicado:
—Por ello, Ochako Uraraka… esta es tu escuela de héroes.
El corazón de Uraraka latió con fuerza. Sus ojos se llenaron de lágrimas antes de volverse hacia su madre. Sin pensarlo, ambas se abrazaron con fuerza, llorando de pura emoción.
—¡Soy un idiota! —exclamó Izuku de repente, frunciendo el ceño con frustración—. ¡Nunca se me ocurrió que podía ir a hablar con el director Aizawa o enviarle una solicitud en video para pedirle que te dejara entrar!
—N-no… no te… —intentó calmarlo Uraraka, pero Izuku apretó los puños.
—¡Yo también hubiera gritado con todas mis fuerzas!
Antes de que ella pudiera reaccionar, Izuku tomó aire y gritó hacia el cielo con todo su ser:
—¡ELLA ME SALVÓ! ¡DEJEN! QUE ESTA SEA! SU ACADEMIA DE HÉROES!
—¡No lo hagas! —Uraraka se apresuró a cubrirle la boca con ambas manos, alarmada. En ese mismo instante, escucharon voces.
—¿Viste eso? —exclamó una chica desde abajo—. ¡Había un chico y una chica ahí parados hace un momento! ¡Y él estaba gritando algo! ¡Qué curioso! ¡Deberíamos ir a ver!
—Si era un chico discutiendo con su novia, es probable que ya esté lo suficientemente irritado como para molestarlo —dijo una segunda voz con un tono más cauteloso—. Deberíamos apurarnos. Ya vamos tarde.
—¡Tienes razón! Yo siempre me distraigo demasiado!
Uraraka, aún con las manos sobre la boca de Deku, esperó en silencio hasta que las voces se alejaron. Fue entonces cuando notó lo cerca que estaban.
Izuku la miraba con una intensidad que solo le había visto un par de veces antes. Su seriedad le resultaba inquietante, pero al mismo tiempo… había algo en ella que la hacía estremecerse.
Y entonces, antes de que pudiera reaccionar, Izuku bajó ligeramente el rostro y depositó un suave beso en sus muñecas.
El calor en su rostro se volvió insoportable. Un vapor casi visible escapó de su piel, y su reacción fue inmediata.
Con un grito ahogado, Uraraka retrocedió de golpe y salió corriendo sin pensarlo sujetándose las mejillas.
—¡E-espera! ¡L-lo sento, Uraraka! ¡No sé qué me pasó! —exclamó Izuku, corriendo tras ella.
—¡N-no es necesario que te disculpes!
En el presente Izuku se detuvo, apoyando las manos en sus rodillas para recuperar el aliento. Su respiración agitada se mezclaba con los latidos acelerados de su corazón.
De pronto, una corriente de aire le hizo girar la cabeza. Desde el horizonte, una silueta familiar apareció ante el amanecer.
—¡Aquí estoy! ¡Llegando de improviso después de un viaje express a Estados Unidos!
Izuku alzó la vista y una sonrisa se dibujó en su rostro.
—Ah, señor Yagi… !—saludó, aunque, tras pensarlo un segundo, se irguió con más firmeza y preguntó—. ¿O debería decir… All Might?
...
Notas de la autora.-
Sus comentarios siempre son bienvenidos! Muchas gracias por leer, seguir y darle like. Siempre me hace sonreír :)
