Hoy por fin, es el gran día. Siento como si todo el mundo estuviera en cámara lenta mientras camino hacia aquel auditorio, mi corazón está latiendo tan rápido que temo que todos puedan escucharlo, como si estuviera gritándome que hoy tengo que dar lo mejor de mí en este examen... veo las miradas de muchos sobre mi, pero ahora eso no me importa, solo quiero los ojos de alguien sobre mi, pero por más que veo por todos lados, no lo encuentro…
—¡Señorita Brief! Que bueno verla, supongo, que esta más que lista— menciono el gordo rector con una sonrisa segura sobre si.
—Supongo… que si— ¿Que diablos fue eso? Más insegura no pude sonar, aquel sonrie y me toca el hombro mientras yo solo quiero salir corriendo, por alguna razón tengo un mal presentimiento… ¿Dónde diablos estas Vegeta? Porque justo hoy, desapareciste…
—A..a…¿ha visto a mi profesor? — No puedo evitarlo, esa pregunta me carcome y no importa toda su adulación…
—Oui ya debe estar por aquí, no te preocupes, es mejor que ni lo veas, no sabes lo intenso que suele ser en estos casos, prefiero que nada te distraiga— menciono el rector y diciendo eso le dio el paso para que continue su camino.
Es absurdo, pero llevo todo el tiempo buscando su rostro entre las personas, como si mi mirada pudiera atraparlo en algún rincón de esta universidad. Necesito verlo, aunque sea solo un segundo antes de empezar, no se porque de repente esta urgencia traspasa mi propio control, tanto que mis puños estan arrugando mi vestido, como si la ira quisiera opacar mis pensamientos, pero no… él no seria capaz de hacer eso, no me dejaria en un momento así, no como mis padres, él es diferente…
El auditorio se llenaba poco a poco de murmullos, de miradas expectantes y de un ambiente cargado de expectativas. Bulma, sentada ya en su pupitre, trataba de concentrarse en las hojas de examen que tenía frente a ella, pero su mente seguía divagando, su mirada fija en la puerta con una mezcla de esperanza y ansiedad ya que estaban todos los profesores y tutores, y comenzaron a dar algunas palabras de ánimo y explicaciones sobre el examen, pero sus palabras se desvanecían en el aire porque él no aparecia. Para Bulma, el tiempo se había detenido, y sus pensamientos giraban en torno a un solo nombre. Vegeta. ¿Dónde estaba? ¿Por qué no había respondido a sus mensajes? Sentía en lo más profundo de su ser un temor, un mal presentimiento que no lograba sacudirse. En el fondo, se repetía que él no la dejaría sola en un momento como este. No… él no era así. No como sus padres, siempre ausentes y ocupados en sus propios asuntos, con un evidente desapego y falta de amor por ella.
Entonces, la puerta del auditorio se abrió, y el eco de los pasos de alguien firme y seguro resonó en el salón. Vegeta había llegado. Su presencia era inconfundible, y todos se giraron al instante, como si un aura de poder y autoridad se hubiera instalado de inmediato en el ambiente. Bulma sintió cómo su corazón latía con fuerza, llenándola de una mezcla de alivio y emoción. Ahí estaba él.
Vegeta avanzó hacia el frente, donde los profesores lo esperaban. Sus ojos recorrían el salón con la misma seriedad de siempre, una mirada fría y controlada que intimidaba a todos los presentes. Y, de repente, sus ojos se encontraron con los de Bulma.
En ese breve instante, todo el mundo desapareció.
¡Estas aquí, estás aquí! No puedo evitar sonreír, y sé que mi sonrisa lo dice todo. Mi corazón late tan fuerte que creo que va a estallar, y, aunque intento esconderlo, sé que mis ojos brillan con lo que siento. Te quisiera asesinar, pero estas tan apuesto, que de solo pensar estar entre tus brazos se me pasa… No necesito nada más. "Solo a ti"
Vegeta, quien había mantenido su expresión fría, sintió un ligero estremecimiento al ver esa sonrisa dedicada solo a él. Fue una sensación fugaz, pero tan poderosa que lo obligó a apartar la mirada de inmediato. Sin embargo, en su interior, un torbellino de emociones se agitaba.
—Pueden comenzar —dijo finalmente, y el murmullo en el auditorio se apagó mientras todos se disponían a iniciar.
Bulma, ahora con una seguridad implacable, respiró hondo y tomó su lápiz, lista para lograrlo.
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Las dos horas del examen pasaron volando para Bulma, quien, sumida en concentración y determinación, respondió cada pregunta con seguridad. Cuando finalmente terminó, se levantó con una sonrisa confiada y caminó hacia el frente del auditorio para entregar su examen. Salió de allí con un brillo de satisfacción, y su primer pensamiento fue buscarlo a él. Con su corazón palpitando de emoción y la mirada fija en los pasillos abarrotados, escaneó la multitud. Entonces, a lo lejos, entre el vaivén de la gente, lo vio.
Vegeta, su figura inconfundible, se deslizaba entre las personas como una sombra que se alejaba, sin notar su presencia. Un impulso intenso la empujó a ir hacia él; no quería perder ni un segundo. Comenzó a moverse, pero en ese momento escuchó voces y pasos que la rodeaban de repente.
—¡Bulma! ¡Qué increíble que ya hayas terminado! —exclamó Yamcha, que apareció con una sonrisa entusiasta junto a Videl y algunos compañeros del equipo de béisbol.
Bulma se giró sorprendida, tratando de ocultar su impaciencia, mientras Videl avanzaba al frente del grupo, lanzándole una sonrisa radiante.
—Estábamos practicando, y Videl nos dijo que ya habías terminado, ¡así que corrimos para encontrarte! —añadió Yamcha, riendo y extendiéndole la mano a modo de felicitación.
—Oh… gracias. Eso fue muy amable —respondió Bulma, intentando sonar agradecida, pero su mirada seguía fija en el lugar donde había visto a Vegeta, quien ahora se alejaba cada vez más entre la multitud. Sentía la urgencia de ir tras él, pero estaba atrapada en un círculo de felicitaciones y sonrisas que la retenían.
—Queremos celebrar tu victoria, Bulma, aunque aún no esté confirmado oficialmente —dijo Videl, inclinándose hacia ella con una expresión tan amable que casi parecía sincera. Pero Bulma percibía una incomodidad en sus palabras, una intención oculta detrás de la aparente cordialidad de su compañera.
—Videl… aún no gané —dijo Bulma, tratando de sonreír mientras intentaba excusarse—. Y no es necesario hacer algo tan… grande.
—¡Claro que sí! —insistió Videl, tomándola del brazo con fingida camaradería—. Una victoria como esta merece ser celebrada. Y además, el equipo ya estaba preparando algo especial. Te lo ganaste, ¿no crees?
El entusiasmo de sus amigos y la insistencia de Videl empezaban a hacer que Bulma se sintiera atrapada. Miró una vez más hacia el pasillo, esperando ver a Vegeta, pero ya se había desvanecido de su vista. Una punzada de decepción y frustración se instaló en su pecho.
—Bueno, está bien, supongo —dijo finalmente, resignada, aunque su tono reflejaba una mezcla de aceptación y desgana.
Videl sonrió, complacida al notar la resignación de Bulma, y guio al grupo hacia afuera, manteniéndose cerca de ella y evitando cualquier oportunidad de que se apartara. Bulma caminaba entre sus amigos, forzando una sonrisa mientras por dentro su corazón se llenaba de una silenciosa tristeza. Había perdido su oportunidad de verlo y de sentir, aunque fuera un momento más, esa conexión que compartían.
Mientras tanto, aquellos ya en el patio de comidas, empezaron a reir y a conversar sobre aquel examen, Bulma empezó a cobrar animo y entre bromas empezo a responder al sentirse comoda, sobre todo rodeada de todo el equipo de baisball, aquella situación no paso desapercibida, Videl estaba con los brazos cruzados, viendo como cada uno la observaba con real atención, mientras aquella peliazul se explayaba, y no pudo evitar ver la cara de muchas compañeras realmente algo celosas por la atención que siempre tenia la peliazul, quien ahí estaba, sentada encima de una meza y todo el equipo con los chicos más apuestos de la universidad alrededor de ella, pero algo curioso paso, Oui como nunca, aparecio en ese comedor, simplemente fue por una botella de agua, y fue ahí donde la vio… Bulma quien se encontraba demasiado distraida y respondiendo preguntas no se percato de su presencia, ni de como el murmullo femenino se habia calmado, porque todas se detuvieron a verlo a él, al más apuesto de todos, Vegeta abrio aquella botella, se dio el tiempo de tomar un sorbo despacio y de ver como aquellos jovenes se reian y se mostraban atentos a ella, mientras Bulma mantenia aquel cruce de piernas frente a ellos, realmente era una escena icónica, la unica mujer que al parecer capturaba la atención de todos, habiendo tantas… y en ese momento despertando de su letargo, reconocia que también tenia la de él… aquel suceso lo enojo, porque él no era como el resto, él no era como esos insectos, el era Vegeta Oui y no podia estar como ellos, sin aceptar que aquello que empezó a sentir, fue celos y sin más estaba dispuesto a salir de ahí, hasta que vio como Videl abrazo a Bulma mientras la mirada de la pelinegra se clavaba en la de él, con cierta provocación, recordando aquella infernal conversación…
—¿Qué sucede? — cuestiono Bulma al no entender ese inesperado comportamiento.
—No es nada, solo que… es un presentimiento de que ganaste— respondio ella con una sonrisa.
—¡Miren quien llego! — grito Yamcha.
Bulma giro rapidamente, sintiendo una sensación extraña en su corazón, como un presentimiento, como si desde su espacio pudiera sentir su presencia, pero aquella espectativa desaparecio, sin embargo aquella mirada no pudo evitar, esos otros ojos negros esta vez la miraban de una forma especial.
Goku fue hacia ellos y delante de todos se acerco a la peliazul, ignorando incluso el saludo, ella lo miro espectante, sorprendida por que era claro que habia una intención y sorpresivamente aquel la bordeo entre sus brazos, permitiendo que ella sienta su olor, el calor de sus brazos y sus fuertes manos sobre su espalda.
—Felicitaciones Bulma, ocupaste el primer puesto— menciono Goku con una sonrisa de satisfacción.
Ella abrio sus ojos con real asombro, todos guardaron silencio unos segundos, hasta que Yamcha lo empujo con picardia al entender porque el se quedo viendo las pantallas de registro.
—¡Vaya! Pero no serás el primero, yo la salude antes y sabia que ella ganaria— diciendo eso Yamcha también la abrazo.
Bulma recibio el abrazo aun en shock. —¿Primer puesto? —
Todos los demas tuvieron la excusa perfecta para abrazarla y felicitarla, la unica que a pesar de la noticia se quedo petrificada, sin acción fue Videl, quien solo veia a traves de sus ojos la admiración con la que Goku la veia, como esa sonrisa de gusto era dedicada hacia ella, nisiquiera habia notado su presencia, eso la lleno de más celos y aunque disimulo, rapidamente jalo a Bulma del brazo.
—Bueno, es suficiente, hoy es la fiesta asi que debemos alistarnos— menciono la pelinegra dando por terminada la reunión.
Bulma empezó a reaccionar con una sonrisa de emoción, su rostro se torno algo rojizo por sus mejillas calientes, se sentia extasiada de la felicidada, sabia que aquello ya lo sabia él, y seguramente como ella estaria satisfecho, necesitaba verlo.
—Lo siento, debo irme— menciono Bulma llena de emoción, y sin reparo, sostuvo el brazo de Goku viendolo directamente a los ojos. —Dime, ¿estas seguro? —
El pelinegro la vio y sonrio también… —Si quieres vamos a que veas tu mismas los resultados— y sin esperar respuesta la jalo de la mano hacia afuera, Bulma no pudo evitar ir tras él con los pasos apresurados por su agarre.
Todos se quedaron detenidos viendolos, incluso la misma Videl que no tuvo tiempo de reaccionar…
—Ay… ese Goku me salio demasiado intenso, al parecer el va por lo que quiere sin mirar a sus costados— menciono Yamcha con la boca engestada.
—Ya dejalo… es el cápitan, no puedes ganarle— menciono uno de sus compañeros resignado.
Bulma caminaba por los pasillos, y trato de apaciguar sus pasos al ver que su mano seguia entrelazada a la de Goku, mientras algunos los veian por los pasillos ella trato de safarse, no se queria siquiera imaginar que Vegeta pudiera mal interpretar aquello.
—Ves, tu ganaste— menciono el cápitan señalando sus resultados en la pantalla.
Bulma salto de emoción. —¡Bien! Esto es demasiado bueno— menciono ella.
—Hoy debemos celebrarlo— menciono Goku con la misma emoción. —Eres demasiado inteligente Bulma—
—¡Gracias! ahora debo irme—menciono ella tratando de retirar su celular de su bolso.
Goku nuevamente se sintio en esa situación de desventaja, donde ella siempre desaparecia, donde ella huia, o simplemente el no era lo suficientemente interesante para captar su atención y lograr que le dedique un poco más de su tiempo, ante aquello y como ultimo recurso la sostuvo del brazo.
—¿Por qué tienes tanta prisa? Dire… ¿te esta esperando alguien? — pregunto con cierto nerviosismo.
Ella lo miro fijamente, ¿Qué diablos esta pasando? Vegeta maldita sea, qué te ocurre, por qué este silencio… aun asi, a pesar de querer decir que si… no era cierto, nadie la estaba esperando, al parecer su telefono seguia en silencio y a pesar de haber ganado, él seguia ausente, una pena se acumulo en su ser nuevamente, pero no lo queria evidenciar…
—No… no es eso— menciono algo apagada al sentir la decepción acumularse.
—¿Entonces? — volvio a preguntar, pero al ver la mirada confundida de ella se corrigio. —Lo siento, estoy siendo inoportuno—
—Goku, gracias por estar atento, me sorprendio de ti, pero debo irme, en serio debo hacerlo— menciono la peliazul sintiendo como sus ojos se volvian brillosos, él lo noto.
—¿Por qué? Eres como un baul de sorpresas, siempre hay algo nuevo y diferente en ti, una faceta que me generá… curiosidad— termino de decir, soprendiendo a la joven.
Bulma se alejo un paso… —No lo entenderias, pero es mejor así— menciono ella esta vez sonriendo mientras miraba hacia el suelo.
—Si tan solo me dieras, una oportunidad…—respondio él sin rodeos, mirandola como si sus intenciones traspasaran sus palabras.
Ella vaciló, sin entender al inicio, hasta que el se acerco un poco más en medio del barullo del pasillo y de aquellos que caminaban de un lado al otro, en ese momento solo eran ellos dos…
—Lo que quiero decir…
No, no lo digas… No… —¡Espera! Disculpame, se me hace tarde y debo irme… tal vez, en otro momento conversamos— diciendo eso y liberando el aire de sus pulmones, giro sobre sus tobillos dispuesta a irse, pero…
—Me gustas Bulma, solo quisiera que podamos conocernos más— Menciono Goku en un tono más alto en su premura por que ella lo escuche.
No pude evitarlo, me he quedado detenida mientras sin control alguno giro mi rostro y le doy cara a aquellas palabras inesperadas, veo como su expresión a pesar de aquella confesión se ve relajada y segura, una clara señal de sinceridad, es una declaración diferente aunque debo admitir que es la primera vez en mi vida, que alguien de esa forma tan inusual lo hace… a pesar del sentir de mi corazón, no puedo evitar sonreirle y maldita sea por que tengo que ser asi, ahora estoy corriendo por los pasillos a buscar a Vegeta pensando en que antes de irme sin darle respuesta ¡le guiñe el ojo! ¡le guiñe el ojo! ¡que significa eso!
Goku se quedo detenido y nuevamente desencajado, pero no podia ocultar esa sonrisa que nuevamente marcaba su rostro cada vez que tenia un pequeño encuentro con aquella peliazul.
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Las horas pasaron rápido tras el agitado día de Bulma, y ahora todo estaba listo para el Black Fest, la fiesta universitaria que había acaparado la atención de todos en el campus. Bulma, aún sintiendo los ecos de la emoción y la confusión por las intensas experiencias del día, decidió que esta noche sería diferente. Esta noche quería deslumbrar, ser la chica que todos miraran al entrar.
Frente al espejo, estudió su reflejo con una mezcla de decisión y nervios. Eligió una falda corta de jean que le daba un toque atrevido y juvenil, que combinó con unas botas altas hasta la rodilla que estilizan sus piernas. Para rematar el conjunto, se colocó una chaqueta de cuero entallada y ajustada, realzando su figura, y una blusa corta en tono oscuro que dejaba al descubierto su abdomen de forma sutil pero seductora. Sus ojos estaban perfectamente delineados, y un toque de color rojo en los labios le daba un aire de seguridad y misterio. Con cada detalle, sabía que estaba lista para causar impacto.
Esa noche quería brillar, quería sobresalir. No por los resultados del examen o por la atención casual de los demás, sino porque deseaba que una persona en especial no pudiera apartar la vista de ella.
"Me las pagaras Vegeta y me debes una explicación… pero soy tan fiel a ti que a pesar de eso, solo quiero estar en tus brazos… "
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Bulma llegó al Black Fest con una sonrisa segura, sabiendo que no pasaría desapercibida. Apenas cruzó la entrada, algunas de sus compañeras la notaron y, con una mezcla de admiración y envidia, se acercaron para felicitarla.
—¡Bulma! ¡Felicidades por el primer puesto! —dijo una de ellas, dándole un abrazo efusivo.
—Sabía que podías lograrlo, eres brillante —añadió otra, mientras el grupo se iba llenando de risas y elogios.
Ella agradeció cada palabra, tratando de mantener el entusiasmo mientras su mente oscilaba entre el desconcierto y la expectación por lo sucedido en el día. Decidió dejarse llevar, dejar de lado por un momento el sentimiento de vacío que le había dejado la indiferencia de Vegeta y disfrutar de la fiesta. Así que, entre risas y música, Bulma comenzó a relajarse y a unirse al ritmo del lugar.
Con el paso de las horas, la fiesta se volvió más intensa. Los estudiantes bailaban, tomaban, reían; el ambiente estaba cargado de energía. Bulma, rodeada de sus amigos, decidió soltar sus preocupaciones y unirse a la diversión, riendo con Yamcha y los demás mientras bailaban juntos en el centro del salón. Sin embargo, en medio de la música y las luces, siempre estaba atenta, esperando verlo, buscando en cada rincón por si, de alguna forma, él decidía aparecer.
Y, entonces, ocurrió. Bulma se detuvo de repente cuando, a lo lejos, lo vio. Vegeta había llegado, rodeado de otros decanos, conversando con ellos con esa misma seguridad y arrogancia que lo caracterizaban. Llevaba una sonrisa ligera, como si no existiera problema en el mundo, como si ella no estuviera allí, y como si el hecho de ignorarla fuera lo más normal. Esa indiferencia, esa tranquilidad con la que conversaba, como si nada hubiera pasado, la desconcertaron y la hirieron al mismo tiempo.
Apretó los labios, sintiendo un nudo de frustración crecer en su pecho. ¿Cómo podía estar tan calmado? Allí, hablando con arrogancia, con esa expresión de que nada ni nadie importaba más que él. Sus gestos, esa actitud de seguridad tan suya, parecían decir que después de él no había nada más relevante. Bulma sintió cómo la rabia y el fastidio se apoderaban de ella.
Con un suspiro de frustración, se giró y se dirigió a la barra. Tomó una copa alta y bebió de un solo trago, dejando que el licor quemara en su garganta. Necesitaba calmarse, apagar el desconcierto que la estaba consumiendo. Pero la bebida solo intensificó sus emociones, haciéndola sentir más viva y enfadada al mismo tiempo.
—¿Bulma? ¿Estás bien? Te ves… animada —preguntó Yamcha, acercándose con una sonrisa intrigada al verla vaciar la copa de esa forma.
Ella lo miró un segundo, impaciente, y lo empujó ligeramente, casi sin decir nada, mientras volvía a fijar su atención en Vegeta. Había decidido que no iba a quedarse de brazos cruzados. No iba a permitir que él la ignorara de esa manera después de todo lo que había pasado.
Con un paso decidido y sus ojos fijos en él, comenzó a caminar hacia donde estaba. Cada paso hacía que su corazón latiera con más fuerza, en una mezcla de enojo y determinación. Estaba cansada de la indiferencia, de ser la que siempre esperaba. Esta vez, él la escucharía. Esta vez, él entendería que ella no era alguien que se pudiera ignorar tan fácilmente.
Bulma se abrió paso entre la multitud, con la mirada fija en su objetivo. La música y las risas parecían volverse solo un murmullo lejano mientras ella avanzaba, sus pasos seguros y llenos de determinación. Cuando llegó al grupo de decanos, todos voltearon hacia ella, sorprendidos por su repentina aparición.
—¡Señorita Brief! —exclamó uno de los decanos, con una sonrisa de admiración—. ¡Qué placer verla por aquí! Y, déjeme decirle, ¡felicidades por ese magnífico primer puesto!
Bulma sonrió, agradeciendo las felicitaciones con una inclinación de cabeza, aunque su mirada se mantenía fija en Vegeta. Él no podía ocultar el ligero desconcierto en sus ojos al verla, aunque lo disimuló rápidamente bajo una expresión neutral. Sin embargo, no pudo evitar quedarse unos segundos observándola, atrapado por lo impresionante que se veía esa noche. El atuendo, la seguridad en sus movimientos, el brillo en sus ojos… Bulma había llegado con una fuerza y un atractivo que le resultaba imposible ignorar.
—Sí, felicidades, señorita Brief. Sabíamos que lograría algo impresionante —añadió otro de los decanos, emocionado de tener a la estudiante más destacada de la universidad allí con ellos.
—Gracias a todos —respondió Bulma, sin apartar la mirada de Vegeta, una leve sonrisa de desafío en sus labios—. Me alegra ver que este logro es tan bien valorado.
Vegeta se mantuvo en silencio, tratando de mantener su compostura mientras su mirada se cruzaba con la de ella. Había esperado que, después del examen, Bulma se fuera con sus amigos y no cruzara su camino de nuevo en toda la noche. Pero aquí estaba, deslumbrante y decidida, enfrentándolo de una forma que comenzaba a despertar en él una mezcla de orgullo y desconcierto.
—¡Y vaya que ha venido preparada para celebrar! —comentó uno de los decanos, notando la energía con la que Bulma había llegado a la fiesta.
Bulma sonrió con más fuerza, pero esta vez fue una sonrisa intencionalmente desafiante, dirigida solo hacia Vegeta. Sabía que él estaba viéndola, que no podía ocultar el leve asombro en su mirada, y esa pequeña victoria la llenaba de satisfacción, sonrió ligeramente, aún con sus ojos fijos en Vegeta, y habló con voz clara y decidida, dirigiéndose a los decanos.
—Bueno, en realidad, creo que debo gran parte de este primer puesto a mi profesor, el señor Oui. Gracias a sus clases, siento que he logrado superar mis propias expectativas —dijo, mientras sus ojos destellaban de desafío, un brillo que no pasó desapercibido para Vegeta.
Los decanos intercambiaron miradas de sorpresa y se giraron hacia Vegeta, quien se esforzaba por mantener su expresión serena y diplomática.
—Oh, ¿en serio, señor Oui? —preguntó uno de los decanos, claramente impresionado—. Vaya, felicitaciones. No siempre recibimos estudiantes tan entusiastas y agradecidos. ¡Hizo un gran trabajo, señorita Brief! Y usted también, profesor Oui.
Vegeta observó a Bulma, quien se mantenía firme y sonriente, mirándolo con la misma intensidad. Respiró hondo, manteniendo su postura tranquila, y respondió con voz controlada.
—Me alegra saber que las clases han sido de ayuda para usted, Brief. Su logro es, sin duda, bien merecido —dijo Vegeta, inclinando ligeramente la cabeza y apartando su mirada de ella, como si con ello cerrara la conversación.
Pero Bulma no había terminado.
—A decir verdad, vine aquí buscándolo para agradecerle en persona. Quisiera hablar con usted, profesor —añadió, sin dejar espacio a la duda—si no fuera molestia.
Los decanos la miraron con una mezcla de sorpresa y aprobación, mientras Vegeta, aún en su esfuerzo por conservar la calma, entrecerraba los ojos, sintiendo cómo la obstinación de Bulma lo desafiaba de una manera que lo desconcertaba. Por un momento, había olvidado que esa chica podía ser tan insistente y decidida cuando algo se le metía en la cabeza. Esa misma obstinación que ahora lo ponía en una situación difícil frente a los decanos.
Su instinto le decía que rechazara la petición, que terminara la conversación en ese momento. Después de todo, aún sentía la mezcla de enojo y decepción por lo que ella había insinuado en su conversación con Videl. Pero, a la vez, no podía evitar sentirse atrapado en ese desafío silencioso que ella le planteaba, esa mirada que exigía una respuesta de su parte, que lo hacía olvidar, por un instante, el control que siempre mantenía sobre sus emociones.
Finalmente, Vegeta asintió con un leve movimiento de cabeza, permitiéndole saber que cedería ante su petición, aunque sus ojos seguían fijos en ella con una intensidad que demostraba el control con el que estaba manejando su enojo interno.
—Bien —respondió, con un tono bajo y medido—. Será un momento, entonces.
La tensión en el ambiente era palpable, y mientras los decanos observaban la escena con una mezcla de curiosidad y desconcierto, Vegeta se giró hacia Bulma, indicándole que podían apartarse del grupo para hablar.
Bulma sentia como su corazón palpitaba con fuerza amenazando con salir de ahí, sin embargo ahora tenia la oportunidad de una explicación, sin mayor preambulo, giro a verlo directamente a los ojos, esta vez su expresión fuera de mascaras que los convertia en extraños, ahora era totalmente personal.
—¿Explicame que pasa? Te estuve escribiendo, llamando, hoy dia era…—
—Brief— la interrumpió. —creo que te dije que habia reglas en esto y no las cumpliste—
Bulma se sintió desconcertada; la frialdad de su voz, la dureza en su rostro, eran totalmente inesperadas. Era como si estuviera hablando con un extraño.
—¿Qué? ¿De que hablas? — pregunto ella realmente confundida con el temor creciendo en su pecho.
—Esto se acabó —respondió él, implacable, su tono cargado de un desprecio que la dejó helada —No puedo estar con alguien que no tiene palabra, que no es capaz de respetar su promesa.
Su mirada estaba llena de una decepción que le dolió más de lo que hubiera imaginado, y sintió cómo sus manos temblaban al escuchar esas palabras, llevándose una mano al cabello en un gesto de angustia.
—No entiendo… ¿Qué se supone que hice? ¿De qué estás hablando? —dijo ella, su voz temblando, luchando por comprender lo que había salido tan mal entre ellos.
Vegeta la miró con aún más irritación, sus ojos oscuros llenos de una ira contenida mientras observaba de reojo a su alrededor, evaluando lo expuestos que estaban. La tensión era insoportable, y cuando volvió a mirarla, sus palabras fueron tan crueles como un golpe directo al corazón.
—Sé que hablaste de lo nuestro —soltó, en un tono casi acusador—. No me importa si intentas negarlo. Me enteré de todo.
—¿Qué? No, eso no es cierto, te juro que jamás… jamás he hablado de eso —insistió ella, desesperada, con el brillo de sus ojos apagándose al verlo tan decidido, tan convencido de algo que ella no había hecho.
ero él no mostró piedad. Su mirada se tornó aún más fría, con una dureza que no parecía dispuesta a escuchar razones.
—No importa. No quiero que vuelvas a acercarte a mí —dijo con una voz gélida que hizo que Bulma sintiera un vacío en el pecho—. Fue un error de mi parte pensar que podrías ser alguien de confianza, darle una mínima posibilidad a esta… fantasía.
Sus palabras eran como cuchillas, cada una más hiriente que la anterior. Bulma sintió cómo el dolor se apoderaba de ella, su expresión reflejando una mezcla de tristeza y confusión mientras sus ojos comenzaban a humedecerse. Quería explicarle, quería hacerle entender que todo era un malentendido, pero antes de que pudiera articular una palabra, algo inesperado sucedió.
Chiaza llegó… apareció de repente, moviéndose con una seguridad impresionante mientras se acercaba a él. Sin dar tiempo a que él reaccionara, lo tomó del brazo y, delante de Bulma, lo besó en los labios, un beso que tenía una clara intención de marcar territorio. Aquella joven peliazul se quedó petrificada, su rostro palideciendo al ver la escena que ocurría ante sus ojos.
—¡Vegeta! —exclamó Chiaza con alegría, sin notar el desconcierto que se dibujaba en los rostros de ambos—. Al fin te encontré. Te he estado buscando por toda la fiesta.
Volteó hacia Bulma con una expresión amable y despreocupada.
—Oh, tú eres Bulma, ¿verdad? La ganadora del primer puesto. ¡Felicidades! —dijo Chiaza, sonriendo cálidamente, como si acabara de conocer a una amiga. Bulma apenas pudo esbozar una sonrisa, sintiendo que el mundo se desmoronaba a su alrededor. La pregunta que estaba por hacerle escapó de sus labios antes de poder detenerse.
—Tú… ¿Qué-qué haces aquí?—preguntó, casi en un susurro, su voz temblando mientras miraba a Chiaza desconcertada, aterrorizada de su respuesta.
Chiaza la miró con sorpresa, pero no perdió la compostura. Sonrió aún más, como si la pregunta fuera una simple imprudencia.
—¿No te ha contado? Soy la prometida de tu profesor—respondió con naturalidad, acariciándole el brazo a él mientras hablaba—. Pronto nos casaremos. ¿Verdad, amor? —añadió, dirigiéndose a Vegeta con una mirada llena de afecto.
Cada palabra era una puñalada para Bulma. Sintió cómo su corazón se rompía en mil pedazos, mientras las palabras de Chiaza resonaban en su mente. Prometida. Casarse. Vegeta no respondió de inmediato, y ella esperó, con un débil rayo de esperanza, que él la contradijera, que dijera algo que le diera una explicación. Pero en lugar de rechazarla, él mantuvo su postura firme, sin negar lo que Chiaza acababa de decir.
—¿Aún no comentaste que vamos a casarnos? —insistió Chiaza, sonriendo de manera despreocupada.
Bulma apenas podía contener las lágrimas, su mundo se había convertido en un torbellino de emociones, de traición, dolor e incredulidad. Vegeta, aquel en quien había confiado, el hombre a quien habia entregado sus sentimientos sinceramente, creyendo que la queria, estaba comprometido con otra persona, y esa misma persona la miraba ahora con una sonrisa radiante, sin sospechar el caos que había causado en su corazón.
—Yo… no tenía idea… pensé que habían terminado —susurró Bulma, su voz apenas audible, sin fuerza, mientras sentía que las lágrimas querían liberarse, exponiendo su roto corazón.
Chiza la miro sorprendida, y en vez de dar respuesta simplemente se fue hacia su novio y le dio otro beso.
Bulma apenas podía apartar sus ojos de ambos, su expresión de incredulidad, dolor y traición mezclándose en una máscara de absoluta frialdad. Sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. La había engañado, le había hecho creer que entre ellos había algo real, algo especial, y, sin embargo, ahí estaba, de pie junto a esa mujer que lo proclamaba suyo, como si ella, Bulma, nunca hubiera existido en su vida, todo fue una farsa.
Vegeta notó la transformación en el rostro de la joven, y lo que vio en su mirada le atravesó como una daga. Había enojo, sí, pero más que eso, había una decepción profunda, un dolor que ella apenas podía ocultar tras la máscara fría que comenzaba a cubrir su rostro. Bulma no gritó, no hizo ningún escándalo; simplemente lo miró, sosteniendo su mirada como si buscara ver en él la última razón de lo que acababa de escuchar.
Finalmente, rompió el silencio.
—Felicidades, profesor —dijo en un tono inexpresivo, sus palabras cargadas de un hielo que él jamás había escuchado antes en su voz —Felicidades por liberar de su vida, lo único que valía la pena, porque ya no lo tendrá más— diciendo eso siguió su camino sin despedirse.
Te odio por hacerme creer en ti… por hacerme creer que esto era real, nunca me quisite, nunca Vegeta Oui… si esto se siente cuando uno quiere, ya no quiero querer nunca más, porque nadie me quiere, ni siquiera mis propios padres…
Las palabras de Bulma cayeron sobre Vegeta como un golpe helado que lo dejó inmóvil. "Felicidades por liberar de su vida, lo único que valía la pena, porque ya no lo tendrá más." Cada sílaba, cada palabra de ella se sintió como una herida profunda que atravesaba su fachada de indiferencia y rompía algo esencial dentro de él.
Por un instante, una sensación de vacío absoluto lo dominó. Sentía que el mundo alrededor se desvanecía, como si solo existiera el eco de esas palabras reverberando en su mente, arrancando cada vestigio de control que había logrado mantener hasta ese momento. Había creído, o querido creer, que nada de esto lo afectaría realmente, que todo lo que había compartido con Bulma era algo efímero, una ilusión pasajera. Pero ahora que ella estaba alejándose de él, esas palabras que ella había dicho esas palabras que nunca esperó escuchar de nadie comenzaron a tomar un peso devastador.
Inconscientemente, giró hacia ella, sus pies moviéndose por pura inercia mientras la veía desaparecer entre la gente. La figura de la peliazul se volvía cada vez más distante, cada vez más difusa, como si el lazo invisible que los había mantenido unidos, aunque en silencio, se estuviera rompiendo en mil pedazos con cada paso que ella daba.
—Ya nos vamos— menciono él sintiéndose agitado.
—¿De qué hablas? — cuestiono su novia indiferente de la situación.
—Ya no quiero estar aquí, me largo de aquí— menciono Vegeta totalmente perturbado, demostrando ante su novia su verdadero rostro, atribulado y ansioso como si sus propios pensamientos lo estuvieran torturando.
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AMAPOL
