Hola a todos los lectores de esta historia, a partir de aquí empezamos con el
FINAL ALTERNATIVO
Estas secuelas consecutivas tendrán el matiz y la narrativa que ya les había mencionado, es diferente, en muchas cosas.
Advertencia: Engaño, viola... violencia, lemon, drama.
El final, ustedes mismos lo verán... espero contar con su satisfacción jajaja!
Ahora si vayan al siguiente capitulo y empecemos
DARK: El crepúsculo del engaño
Bulma llegó al Black Fest con una energía vibrante que no podía ocultar, a pesar de las horas de incertidumbre que había pasado sin lograr comunicarse con Vegeta. Al cruzar las puertas del amplio y elegante salón, las luces reflejaron su impecable estilo: una falda corta de cuero negra que destacaba sus piernas, unos botines altos con detalles metálicos que marcaban un carácter atrevido, una chaqueta entallada y una pequeña cartera que complementaba su conjunto. Su cabello, suelto y perfectamente arreglado, caía como una cascada sobre sus hombros, y su rostro mostraba una seguridad que llamaba la atención de todos los presentes.
Al avanzar, su mirada buscó entre la multitud rostros conocidos, y pronto encontró a su grupo de amigos en una esquina. Con una sonrisa radiante, se acercó, y apenas llegó, Yamcha, en un impulso atrevido, la levantó del suelo, haciéndola girar mientras exclamaba:
—¡Bulma! ¡Eres la ganadora! ¡Lo hiciste!
Ella soltó una risa nerviosa, tratando de alejarlo, aunque no pudo evitar reírse también por la emoción contagiosa del momento. —¡Yamcha, bájame! —protestó, aunque su tono era más juguetón que molesto.
Él la dejó de nuevo en el suelo, riéndose. —Perdón, perdón. Pero es que ya sabemos los resultados. ¡Ocupaste el primer lugar, Bulma! ¡Ganaste el concurso!
Bulma lo miró sorprendida, sus ojos abriéndose con incredulidad antes de que la emoción la inundara por completo. —¿De verdad? ¿Ya salieron los resultados?
Yamcha asintió con entusiasmo, y pronto las compañeras y amigos del grupo se acercaron para abrazarla y felicitarla. Bulma correspondió los abrazos, riendo y emocionada. Su mente, al menos por ese instante, se apartó de la ausencia de Vegeta y se centró en su logro.
—¡Esto es increíble! ¿Cómo vieron los resultados? —preguntó mientras seguían las felicitaciones.
—Ya los publicaron antes de la fiesta, salio tu nombre, todo el mundo lo sabe. ¡Eres una genio, Bulma! —le dijo una de sus amigas mientras la abrazaba de nuevo.
Tras el momento de celebración, Bulma tomó aire y, con una sonrisa, preguntó: —¿Han visto al profesor por aquí?
Yamcha frunció el ceño y se encogió de hombros. —¿Vegeta, ese pesado? Si, estaba por ahí, pero ni me acerqué a él. Todo está bien esta noche, así que prefiero no verlo.
—¿Por qué tanto intereses Bulma? — la cuestiono Videl quien la tenia sostenida del brazo.
—¿Ah? Bueno es que este lugar también lo merece él, ya que mi profesor me ayudo con todo— menciono Bulma emocionada.
Videl le lanzó una mirada de reproche, pero decidió no insistir.
—Bueno, voy a tomar algo, tengo mucha sed— menciono la peliazul alejandose de su grupo.
Bulma comenzó a caminar entre la multitud del salón, un espacio amplio y elegante lleno de luces tenues y decoraciones modernas. A medida que avanzaba, muchos chicos se giraban para mirarla, algunos con admiración y otros con descaro. Ella, acostumbrada a esas miradas, simplemente sonrió, sabiendo que esa noche estaba más radiante que nunca.
A pesar de todo, su mente no podía evitar regresar a Vegeta. Aún sentía esa emoción latente, confiada en que habría una explicación para su distancia, y que tarde o temprano aparecería. Su corazón latía rápido, y con cada paso, buscaba entre las caras algún indicio de su presencia.
Al llegar a la barra, Bulma pidió una bebida, más por mantener las manos ocupadas que por el deseo de tomar algo. El ambiente festivo seguía llenando el salón, pero ella no podía evitar una sensación extraña, como si algo no encajara. Mientras daba un pequeño sorbo a su copa, su mirada seguía recorriendo el lugar, cada vez más inquieta, esperando encontrarlo.
En ese momento, algo cambió en el aire. Una sensación indefinible recorrió su espalda, como si algo estuviera a punto de suceder. Al girarse, encontró a un decano de la universidad, con una sonrisa efusiva y una copa en la mano.
—¡Bulma Brief! —exclamó con entusiasmo—. Qué gusto verte, querida. Es un orgullo para mí poder decir que sabía que tú serías la ganadora cerrada de este concurso. Siempre confié en tu talento.
Bulma esbozó una sonrisa diplomática, disimulando la inquietud que sentía en su interior. —Gracias. Significa mucho para mí escuchar eso de usted.
El decano asintió, levantando su copa. —Tu profesor, Oui, hizo un gran trabajo preparándote. Estoy seguro de que está muy orgulloso de ti. Lo he visto por aquí hace un momento. Seguramente se acercará a felicitarte.
Bulma aprovechó la oportunidad. —¿De verdad lo ha visto? —preguntó, intentando sonar casual—. ¿Podría decirme por dónde exactamente? Este lugar es tan grande y lleno de gente que es fácil perderse.
Él señaló hacia una de las esquinas más elegantes del salón. —Por allá, cerca de la zona de los reservados. Probablemente siga por allí.
Bulma mantuvo su sonrisa, inclinando ligeramente la cabeza en señal de agradecimiento. —Muchas gracias. Disculpe que lo deje tan pronto, pero voy a buscar a mis compañeros, espero que disfrute la noche.
—¡Por supuesto, querida! Esta noche es tu celebración —respondió él antes de girarse hacia otro grupo de personas.
Bulma se alejó con rapidez, sus pasos cada vez más acelerados mientras esquivaba a la multitud. La música en el ambiente cambió, y un suave piano seguido de una voz melancólica comenzó a llenar el espacio. Las primeras líneas de la canción parecían hablarle directamente:
"I'm still lost in the shadow of your love… Searching for the pieces, but they're scattered above…"
La melodía se entrelazaba con sus pensamientos mientras su corazón latía cada vez más rápido. En su mente, las palabras del decano resonaban junto con la posibilidad de encontrarse con Vegeta.
"Voy a verte por fin... Después de todas estas horas, por fin sabre que diablos te pasó. Y aunque me debes tantas explicaciones… mi corazón no puede evitar latir como si fuera a salirse de mi pecho. ¿Estará esperándome? ¿Qué me dirás ahora?"
Aceleró el paso, atravesando el tumulto de personas, su mirada recorriendo cada rincón del lugar mientras intentaba calmar el torbellino de emociones que la invadía. Y entonces, lo vio.
A cierta distancia, Vegeta estaba de pie junto a una mesa alta, sirviéndose un coñac con una calma que le parecía casi imposible después de todo su silencio. Su porte imponente seguía intacto, y su rostro tenía esa expresión seria y atractiva que siempre la había hipnotizado. Su corazón se aceleró aún más, pero antes de que pudiera avanzar, algo la detuvo.
Una mujer apareció junto a él, tocándole el hombro. El impacto fue inmediato; Bulma alzó una ceja y cruzo sus brazos al reconocerla, era Chiaza, la supermodelo, su exnovia. Bulma se quedó detenida con una expresión de desagrado, su mente tratando de encontrar una explicación mientras sus ojos no podían apartarse de lo que sucedía y sus pies quedaban paralizados.
Chiaza sonrió, acercándose aún más, y Vegeta no retrocedió. En un movimiento que le pareció eterno, la mujer se inclinó y lo besó. No fue un beso en la mejilla ni casual; fue intenso, con intención… en los labios… y lo que destrozó a aquella peliazul fue ver cómo Vegeta le correspondía, bajando la copa y sosteniéndola de la cintura con una familiaridad que le revolvió el estómago.
El mundo a su alrededor pareció desvanecerse. Todo ruido se apagó, y el aire se volvió pesado. Bulma sintió cómo sus piernas temblaban, y el corazón que antes latía con esperanza ahora se desgarraba con incredulidad y dolor.
No podía moverse, no podía reaccionar. Todo su cuerpo estaba atrapado en ese momento, viendo cómo el parecía estar feliz en los brazos de otra mujer, en ese lugar, con tanta gente y sabiendo que ese día era especial… supuestamente de ellos… permaneció inmóvil, sus ojos fijos en Vegeta mientras él tomaba la mano de Chiaza y, con una sonrisa breve pero significativa, la guiaba hacia otra parte del salón. El corazón de Bulma latía con fuerza, pero esta vez no era por la emoción de encontrarlo, sino por una mezcla de incredulidad y dolor que la paralizaba. Sus piernas temblaban, incapaces de reaccionar, mientras veía cómo desaparecían entre la multitud, sus dedos entrelazados como si siempre hubieran estado juntos.
De pronto, alguien pasó corriendo cerca de ella, chocándola con fuerza en el hombro. El impacto hizo que retrocediera un paso de manera intempestiva, pero la persona, sin detenerse del todo, apenas se giró para disculparse antes de perderse en la música y el tumulto. Bulma apenas procesó lo que había sucedido; su mirada seguía clavada en la dirección por donde había visto desaparecer a Vegeta y Chiaza.
Su primer impulso fue ir tras ellos, exigir respuestas, gritarle en la cara por lo que acababa de hacer. Pero antes de que pudiera moverse, un nudo en su garganta la detuvo. Las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos mientras un torrente de emociones la invadía: ira, decepción, humillación. Pero no, ella tenia también orgullo, asi que se dio la vuelta, comenzó a caminar apresuradamente hacia una de las zonas traseras del salón, donde las luces eran más tenues y el bullicio se desvanecía. Allí, apoyó su espalda contra una pared, cerrando los ojos mientras las lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas.
—¿Cómo pudo hacer esto? —murmuró entre sollozos, apretando los puños contra su pecho. Las imágenes de Vegeta y Chiaza juntos seguían repitiéndose en su mente como una pesadilla interminable.
"Soy una estúpida. Una completa idiota." Su mente no paraba de castigarse mientras intentaba asimilar lo que había visto. "Siempre estuvo con ella. Nunca terminó con Chiaza. Y yo… yo creí en él, pero ahora lo entiendo todo. Por eso no contestó mis llamadas, por eso no respondió mis mensajes, estaba con ella…"
Su cuerpo temblaba mientras el llanto que trato de contener, por fin la quebro… y cada lágrima que caía llevaba consigo un pedazo de su confianza, de su orgullo. Las palabras se atoraban en su garganta, y su respiración se volvía cada vez más pesada.
En ese momento, un grupo de jóvenes pasó cerca, hablando y riendo animadamente. Al reconocer las voces, Bulma rápidamente giró el rostro, tratando de ocultarse. Pero entre ese grupo, alguien la notó.
Era capitan de ese equipo, quien acababa de llegar al Black Fest tras ser recibido por sus amigos del equipo de béisbol. Aunque el resto del grupo no prestó atención, Goku sí lo hizo. A lo lejos, esa figura de cabello celeste que intentaba pasar desapercibida le resultó inconfundible. Se detuvo un instante, dejando que sus compañeros siguieran adelante y les hizo un ademan de que avanzarán, mientras sus ojos se fijaban en ella. Había algo extraño en su postura, en la forma en que intentaba ocultarse y como esta se apoyaba contra la pared.
—Bulma… —murmuró para sí mismo, sorprendido. Sin pensarlo mucho, comenzó a seguirla.
Bulma, ajena a que estaba siendo observada, caminó por los pasillos más oscuros, buscando un lugar donde pudiera recomponerse sin que nadie la viera. Pero antes de que pudiera seguir, sintió una mano fuerte que la sujetó del brazo, obligándola a girar.
—¿Bulma? —preguntó Goku con una mezcla de preocupación y firmeza. Al verla, sus ojos se llenaron de asombro. Las lágrimas corrían por sus mejillas, y sus ojos estaban rojos y tristes. Jamás la había visto así.
—¿Qué te pasa? —continuó, su expresión cambiando de la sorpresa al enojo mientras miraba a su alrededor, como si buscara a alguien a quien culpar.
Bulma, aún temblando, lo miró directamente. La intensidad en sus emociones la desbordaba. La ira, el dolor y los celos se mezclaban en un torbellino que necesitaba liberarse de alguna manera. Sin pensar, movida por un impulso feroz, se lanzó hacia él.
Sus labios chocaron contra los de Goku con una fuerza que lo dejó inmóvil, estampándolo contra la pared. El beso fue intenso, lleno de furia y necesidad, un torbellino de emociones que no podía contener. Goku, sorprendido al principio, mantuvo los brazos inmóviles a sus costados, sus ojos abiertos por el impacto. Pero mientras los labios de Bulma seguían presionando los suyos, algo dentro de él cambió.
Cerró los ojos y dejó que el momento lo consumiera. Sus manos subieron lentamente, sujetándola por los brazos, y pronto comenzó a corresponderle con la misma intensidad. El mundo a su alrededor pareció desvanecerse, y por un instante, todo lo que importaba era el calor de ese beso y la fuerza con la que ella se aferraba a él.
El beso que compartían parecía no tener fin. Era como si toda la ira, el dolor y la confusión de Bulma se liberaran en ese acto desesperado, buscando consuelo, pero también una salida a su tormento interno. Goku, al inicio sorprendido, finalmente se entregó al momento, sosteniendo su rostro con cuidado mientras sus labios se movían en sincronía, intensos y apasionados. Sin embargo, lentamente, él se separó, apenas unos milímetros, su respiración agitada.
Sosteniéndole su rostro, Goku buscó sus ojos, ansioso por respuestas. —Bulma… —dijo con voz baja pero cargada de preocupación—. ¿Qué te pasa? ¿Alguien te hizo algo? Dime quién fue… y juro que le partiré la cara.
Ella, con los ojos llenos de una mezcla de lágrimas y una ansiedad insaciable, sostuvo su rostro con fuerza. Su mirada estaba perdida, pero en su interior había un fuego que no podía contener. —Solo bésame, Goku. Por favor, solo bésame otra vez.
Goku la miró fijamente por un instante, sus ojos reflejaban un conflicto interno, pero al ver la vulnerabilidad y la necesidad en su rostro, no pudo resistirse más. La rodeó con sus brazos, acercándola aún más a él, y esta vez fue él quien inició el beso. Fue un beso ardiente, lleno de deseo y emociones reprimidas, sus cuerpos se pegaban con una intensidad que ninguno podía controlar. Bulma lo abrazó con fuerza, mientras sus labios se encontraban una y otra vez, perdiéndose en la vorágine de ese momento.
Goku, ya sumido en el calor del instante, deslizó sus manos hasta los glúteos de Bulma, sujetándola con pasión. Ella no lo detuvo; al contrario, se aferró aún más a él. La intensidad del momento parecía imparable.
.
Mientras tanto, en el otro lado de la fiesta, Videl bailaba junto a sus compañeros, pero no podía concentrarse. Su mirada buscaba constantemente entre la multitud, su mente llena de sospechas. —Oye, ¿dónde está Bulma? —preguntó finalmente, fingiendo interés casual.
Uno de los chicos se encogió de hombros. —Dijo que iba a la barra, pero hace rato que no la vemos.
La sospecha de Videl se hizo más fuerte. "Seguro fue a buscar a Vegeta," pensó con malicia. Decidida a descubrirlo, y con su celular listo para grabar cualquier evidencia, Videl dejó el grupo y comenzó a buscarla. "Si consigo probar que sigue detrás de Vegeta, Goku verá quién es realmente."
Sin embargo, al pasar cerca de una mesa reservada, vio a Vegeta hablando tranquilamente con otros docentes, aunque noto el rostro de él más parco de lo normal Él no estaba con Bulma. Eso solo aumentó su intriga. "¿Dónde está entonces?"
Videl continuó buscando hasta que, en uno de los pasillos más alejados, vio algo que la detuvo en seco e hizo que se escondiera detrás del muro. Allí, a unos metros, estaban Bulma y Goku. Sus ojos se abrieron desmesuradamente, y su mandíbula cayó mientras veía cómo Él la sujetaba con pasión, besándola con una intensidad que ella nunca había imaginado de él. Sus manos en sus cintura, presionandola contra la pared, sus cuerpos no tenian espacio, el cuerpo de ella completamente entregado al momento… Era como si ambos se devoraran, como si poco les importará el lugar…
El impacto fue demoledor. El corazón de Videl se llenó de ira, celos y frustración. Todo en ella parecía explotar mientras una palabra escapaba de sus labios, como un grito cargado de rabia.
—¡Bulma!
El grito hizo que Bulma y Goku se separaran de golpe. Goku miró hacia Videl con sorpresa, mientras Bulma, aún jadeando, trataba de recomponerse. Pero antes de que pudiera reaccionar, Videl avanzó con paso firme y, sin decir una palabra, le propinó una cachetada a Bulma que resonó en el pasillo.
—¿Qué te pasa? —exclamó Goku, interviniendo rápidamente para alejarla. Sujetó a Videl por los hombros, intentando calmarla. —¡No hagas eso!
—¡Eres una zorra, lo sabía! —gritó Videl, fuera de sí, ignorando a Goku mientras apuntaba a Bulma con el dedo— Sabias de mis sentimientos y aun así lo hiciste ¡siempre tienes que arruinarlo todo!
Bulma tocó su mejilla, sintiendo el ardor del golpe. Cerró los ojos un instante, procesando las palabras de Videl, y finalmente dijo, con la voz temblorosa: —Déjame explicarte…
—¿Explicarme qué? —la interrumpió Videl, sus ojos llenos de ira y lágrimas—. ¿Qué eres una hipócrita? ¿Qué ahora también te aprovechas de Goku porque te dejó el profesor Oui? —Su tono se volvió más cruel—. ¿Y sabes qué? Me alegra. Me alegra que él ahora te desprecie. Porque eso es lo que te mereces.
Las palabras de Videl golpearon a Bulma como un puñal. Finalmente, Bulma levantó la mirada, con una mezcla de confusión y furia. —¿De qué estás hablando?
Videl la miró directamente a los ojos, con la voz temblando por la intensidad de sus emociones. —Estoy hablando de que sé que tuviste algo con Oui. ¡Sé que estuviste con él! ¡Los vi! ¡Los vi!
El silencio que siguió fue ensordecedor. Goku, atónito, soltó los hombros de Videl, mirándola con incredulidad. —¿Qué estás diciendo? —preguntó finalmente, su voz baja y llena de sorpresa.
Videl miró a Bulma con una sonrisa amarga. —¿No lo sabes? Ella estaba con Vegeta Oui, el profesor más importante de esta universidad, mucho mayor que ella, y que tiene novia, y eso no le importo, pero yo lo sé todo. Y ahora él lo sabe porque yo misma se lo conté.
Bulma, con los ojos abiertos como platos, comenzó a entender todo. Todo encajaba: el comportamiento de Vegeta, su distancia, su frialdad. "Esto es por eso," pensó. Su corazón se hundió aún más, mientras el peso de esa revelación la aplastaba por completo.
—¿Qué quieres decir con que "se lo contaste"—dijo Bulma, su voz apenas un murmullo, pero cargada de tensión.
Videl avanzó un paso, con una sonrisa amarga y desafiante. —Lo sé todo. Yo te vi. Los vi en el pasillo, besándose. Sé que tienen algo, aunque lo negaras mil veces. ¡Pero eso se acabó! Porque yo le dije todo a Vegeta. Ahora él sabe que yo lo sé… y te odia por eso…
Bulma sintió como si el suelo bajo sus pies se tambaleara. "¿Ella… le dijo todo?" El impacto de esas palabras trajo consigo una oleada de claridad. Ahora entendía por qué Vegeta había desaparecido, por qué no había contestado sus llamadas ni mensajes. Todo empezaba a encajar, y esa comprensión encendió en ella una ira que pocas veces había sentido.
Sus ojos, ahora serios y fríos, se clavaron en los de Videl. —¿Tú le dijiste a Vegeta que nos viste? ¿O que demonios le dijiste? —preguntó, su voz baja pero peligrosa.
—Eso no te lo diré —La voz de Videl era firme, pero llena de resentimiento—Solo sé que él ya no te quiere… y me alegra porque tu no lo mereces…
Bulma dio un paso hacia ella, su rostro a solo unos centímetros del de Videl, sus ojos entrecerrados como si quisieran atravesarla. Goku, mientras tanto, observaba el intercambio con una mezcla de incredulidad y desconcierto.
—¿Qué estás diciendo, Videl? —intervino finalmente Goku, con el ceño fruncido. Su tono era más firme ahora—. Cuidado con lo que dices. Esto está llegando demasiado lejos.
Videl giró hacia Goku, su expresión llena de frustración. —¡Eres un idiota, Goku! ¿No te das cuenta? Yo te quiero, siempre te he querido, ¡y tú ni siquiera lo notas! —Su voz se quebró en un grito desesperado. Los ojos de Goku se abrieron de par en par, y por primera vez en esa noche, las palabras lo dejaron sin respuesta.
Videl, llena de emoción, avanzó hacia él, esperando una reacción. —Yo… yo estoy enamorada de ti—su voz ahora temblorosa, pero Goku solo miró a Bulma, esperando que ella hablara, aclaré esas cosas, en realidad poco le importaba las palabras de Videl.
Bulma, sin embargo, su rostro seguía tenso, su mente ya procesando las piezas del rompecabezas. —Videl, ¿me estás diciendo que tú… tú nos viste en el pasillo y le dijiste eso a Vegeta? —Su tono era gélido, directo. —O ¿dijiste otra cosas para perjudicarme?
Videl cruzó los brazos y alzó la barbilla. —Solo te diré algo: Vegeta te desprecia ahora, porque cree que tú traicionaste su confianza. Cree que tú eres la que no supo guardar los secretos.
La ira en Bulma creció aún más, pero esta vez se mezcló con un dolor profundo. Todo lo que había pasado con Vegeta tenía una raíz: la traición de Videl. Y, aunque no lo admitiera, también había una punzada de culpa.
Bulma pasó una mano por su cabello, removiéndolo mientras su mente giraba entre el remordimiento y el enojo. Goku, aún confundido, miró de nuevo a Videl. —¿Qué diablos estás diciendo? —le espetó. Pero Videl no lo dejó continuar.
—¿Qué estoy diciendo? —respondió Videl, con una sonrisa amarga— Que ella no es para ti, Goku. Que no se merece ni un segundo de tu tiempo. ¿Qué hacías tú besándola aquí? El corazón de ella le pertenece a otra persona, ¡A Vegeta Oui!
El silencio que siguió fue ensordecedor. Goku, ahora claramente afectado, miró hacia Bulma, buscando una respuesta. Pero antes de que pudiera decir algo, Bulma se adelantó hacia Videl.
Apenas a unos centímetros de ella, Bulma la miró con una intensidad que la hizo retroceder ligeramente. —Escúchame bien, Videl —dijo con voz baja, pero cortante— Más te vale que no hayas provocado algo irreparable. Porque si lo hiciste… te aseguro que te arrepentirás.
La amenaza estaba en el aire, clara y directa. Videl, por un momento, pareció dudar, pero su ira era más fuerte. Bulma, sin más, se giró y comenzó a alejarse rápidamente, su única prioridad ahora era encontrar a Vegeta y aclarar todo.
—¡Déjala ir, Goku! —exclamó Videl, cuando vio que él intentaba seguirla. Se interpuso en su camino, sus ojos llenos de lágrimas y frustración— Ella no te quiere, ¿no lo entiendes? Solo estás siendo un idiota por seguirla. Ella está interesada en Vegeta, no en ti.
Goku se detuvo, su mirada fija en el pasillo por donde Bulma había desaparecido. Las palabras de Videl eran como cuchillos, pero su mente estaba en otro lugar, dio un paso hacia el pasillo por el que Bulma había desaparecido, decidido a seguirla, pero antes de que pudiera avanzar, Videl volvió a interponerse en su camino. Con los ojos llenos de frustración y una mezcla de rabia y desesperación, lo sujetó del brazo con fuerza.
—¡No puedes ir tras ella! —gritó, su voz quebrándose—. ¿Por qué? ¿Por qué siempre tiene que ser ella? ¿No puedes ver que yo estoy aquí? ¡Yo soy la que siempre ha estado aquí para ti!
Goku la miró, y su expresión, que antes había sido de confusión, se endureció. Su paciencia parecía haber llegado al límite. Con un movimiento brusco, se soltó de su agarre, su rostro reflejando una mezcla de enojo y decepción.
—Déjame en paz, Videl. —Su voz era fría, cortante—. ¿Cómo puedes pensar que me interesaría en alguien como tú? ¿Alguien que ni siquiera tiene dignidad y recurre a cosas tan bajas solo para llamar la atención?
El impacto de sus palabras fue como un golpe directo al pecho de Videl. Su rostro perdió color, y por un momento, pareció no poder respirar. Pero pronto, la ira y el dolor tomaron el control, y avanzó hacia él con una mezcla de valentía y desesperación.
—¡Yo no soy como esas chicas que siempre te rodean! —exclamó, su voz elevada y temblorosa—. ¡Yo soy diferente! Yo te puedo demostrar que no soy como ellas, que te merezco, Goku. Que soy la única que realmente te quiere.
Goku la miró fijamente, y por un instante, el silencio entre ellos fue ensordecedor. Luego, sin un ápice de compasión, le respondió con una frialdad que la dejó helada.
—Por eso nunca te miré… porque eres igual o peor que todas las demás. Crees que eres especial, pero no eres más que del montón. —Hizo una pausa, sus palabras cayendo como cuchillas—Y jamás serás como Bulma.
Videl retrocedió un paso, sus ojos llenos de lágrimas. La incredulidad y el dolor se reflejaban en su rostro mientras Goku, sin mirar atrás, comenzó a caminar hacia donde Bulma había desaparecido.
—¡Goku! —gritó Videl, con un último intento desesperado de detenerlo. Pero él no se detuvo, su figura desapareciendo rápidamente entre las sombras del pasillo, dejando a Videl sola.
Videl se quedó inmóvil, sus manos temblando mientras procesaba lo que acababa de suceder. Su plan había fracasado. En lugar de alejar a Goku de Bulma, lo había acercado aún más a ella. Y ahora, la dura realidad de sus acciones y las palabras de Goku la golpeaban con toda su fuerza, dejando su orgullo hecho pedazos.
.
En medio de la elegante sala del Black Fest, Vegeta se encontraba junto a Chiaza, rodeado de decanos y profesores que intercambiaban comentarios superficiales y risas fingidas. El salón brillaba con luces cálidas, y las copas llenas se alzaban en brindis ocasionales, pero Vegeta no se sentía parte de ese mundo. Su rostro, aunque sereno para el resto, mostraba un leve indicio de incomodidad, una tensión apenas contenida que cualquiera con suficiente observación podría notar.
Chiaza, siempre atenta a las apariencias, se inclinó ligeramente hacia él, acercándose a su oído.
—¿Qué te pasa? —susurró con suavidad, pero con un tono que reflejaba impaciencia—. ¿Por qué no cambias esa cara? Estás haciendo que todos se pregunten qué te ocurre.
Vegeta apretó la mandíbula y, con una sonrisa forzada para disimular, respondió en voz baja: —Me quiero largar de aquí.
Chiaza le dirigió una mirada rápida, evaluando su expresión. —No puedes hacerlo —respondió, su tono igual de bajo, pero tajante—. Estamos con personas importantes, Vegeta. Compórtate, por favor.
Él cerró los ojos un instante, sosteniéndose la frente con dos dedos, como si intentara calmar la presión que sentía en su interior. Aunque seguía asintiendo a los comentarios insustanciales de los decanos y manteniendo una sonrisa de cortesía, su mente estaba en otro lugar.
Sabía que ella lo había visto. Lo había sentido. Minutos antes, mientras se servía una copa de coñac, su mirada se cruzó con la de ella a la distancia. Pudo ver el brillo en sus ojos, primero de emoción al encontrarlo, pero luego de incredulidad y dolor cuando Chiaza apareció junto a él y lo besó. Y él, consciente de ello, se había acercado más a Chiaza, tomándola de la cintura con una intención clara: alejar a Bulma. Dejarle en claro que no debía acercarse más.
"Es mejor así," se repetía, pero la verdad era que la incomodidad lo estaba carcomiendo. Había hecho todo esto a propósito, con la esperanza de que Bulma comprendiera que él no podía seguir con ella, que era imposible. Pero ahora, el vacío en su pecho y el recuerdo de su mirada herida lo perseguían, haciéndolo sentir peor de lo que esperaba.
—Necesito tomar algo —dijo de repente, girándose hacia Chiaza—. Dame un poco de espacio.
Ella lo miró, confundida por su cambio de tono, pero antes de que pudiera protestar, Vegeta ya estaba alejándose del grupo, copa en mano, dirigiéndose hacia una zona más apartada del salón. Chiaza suspiró, rodando los ojos, pero no lo siguió, consciente de que él tenía sus momentos y no debía insistir demasiado.
Mientras caminaba, Vegeta apretó la copa en su mano con fuerza. "¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué me siento así?" El peso de sus acciones lo abrumaba, pero su orgullo no le permitía retroceder.
.
Entre el bullicio y la multitud del Black Fest, Bulma caminaba con pasos decididos, sus ojos fijos en cada rincón mientras buscaba a Vegeta. No le importaban las miradas que seguían cada movimiento suyo, ni las voces que murmuraban su nombre al pasar. Su mente estaba concentrada en una sola cosa: encontrarlo y enfrentarlo.
Después de lo que había descubierto sobre Videl y su traición, sentía que cada minuto que pasaba sin aclararlo con Vegeta era un peso más sobre su pecho. Finalmente, lo vio. Vegeta estaba de pie en un pasillo apartado, con la espalda apoyada contra la pared y una copa en la mano. Su postura parecía despreocupada, pero su rostro decía otra cosa. Estaba tenso, incómodo, como si estuviera atrapado en su propia tormenta interna.
Vegeta, al percibir su presencia, levantó la mirada y la encontró con sus ojos oscuros. Por un instante, sus miradas se entrelazaron. Bulma podía sentir su propia ira y determinación, mientras que en él había algo distinto: un conflicto evidente. Su mandíbula se tensó, como si quisiera apartar la mirada, pero no lo hizo. En cambio, dejó escapar un suspiro profundo, resignado.
—Sígueme —dijo finalmente, su tono bajo pero firme.
Sin esperar respuesta, se enderezó y comenzó a caminar hacia un pasillo más apartado. Bulma lo siguió sin dudar, sus pasos resonando en el suelo mientras su mente se preparaba para el enfrentamiento.
Al llegar a una zona tranquila, donde la música y las voces quedaban lejos, Vegeta se detuvo. Giró hacia ella con los brazos cruzados y una expresión neutral que intentaba ocultar lo que realmente sentía.
—¿Qué quieres conmigo, Brief? —preguntó, su voz cargada de tensión.
Bulma respiró profundamente, intentando controlar las emociones que amenazaban con desbordarse. —Ya sé lo que pasó con Videl —comenzó, su tono lleno de determinación—. Ya sé lo que esa idiota hizo. Pero estoy aquí para decirte algo claro: yo jamás hablé de nosotros. Jamás traicioné lo que teníamos.
Vegeta la miró fijamente, sus ojos oscuros evaluando cada palabra. Finalmente, dejó escapar un suspiro y habló, su tono más bajo de lo habitual. —Lo sé. Nunca creí en lo que dijo esa estúpida.
Las palabras lo sorprendieron a Bulma. Su expresión cambió de inmediato, pasando de la indignación a la confusión. —¿Qué? —preguntó, dando un paso hacia él—. ¿En serio no creíste en sus palabras? Entonces… ¿por qué estás haciendo esto? ¿Por qué me ignoras? ¿Por qué te vi con esa… con esa tipa? —Su voz tembló al final, traicionando la mezcla de emociones que la consumía.
Vegeta cerró los ojos por un momento, como si quisiera reunir la fuerza necesaria para responder. —Porque lo nuestro ha ido demasiado lejos —dijo finalmente, su tono contenido, pero cargado de peso— Esto tiene que terminar, Brief. Ya no tiene sentido.
Bulma lo miró con incredulidad, sintiendo que su mundo comenzaba a tambalearse. —¿No tiene sentido? —repitió, su voz alzándose ligeramente—. ¡Claro que lo tiene! ¡Lo que tenemos es real, Vegeta! ¿Por qué no puedes verlo? ¿Por qué te comportas así?
Él negó con la cabeza, su postura tensa como si estuviera sosteniendo el peso del mundo sobre sus hombros. —Porque yo soy un profesor de 33 años —respondió con dureza—. Y tú eres una mocosa de 17. Esto… esto no tiene futuro. Nunca lo tuvo.
Bulma sintió como si le hubieran dado una bofetada. Dio un paso atrás, pero rápidamente se recompuso. —¿Eso es lo que piensas de mí? ¿De nosotros? —preguntó, sus ojos llenándose de lágrimas que se negó a dejar caer— Vegeta, lo importante no es la diferencia de edad, ni lo que los demás piensen. Lo importante es que nos queremos.
Vegeta dejó escapar una risa amarga, pasando una mano por su cabello. —¿De verdad crees que eso es suficiente? —preguntó, mirándola directamente—. ¿Crees que esa estúpida no habló ya con otros sobre lo que sabe? ¿Cómo crees que voy a quedar? ¿Cómo crees que vas a quedar tú, Bulma?
—¡Me importa un carajo cómo quedemos! —gritó ella, su voz llena de frustración— Esto no se trata de lo que los demás piensen. Se trata de nosotros. Pero tú no tienes el valor de luchar por lo que quieres. Eres un maldito cobarde.
Las palabras de Bulma parecieron golpearlo como un puñal. Vegeta apretó los puños, pero no respondió de inmediato. Sus ojos reflejaban una tormenta interna, pero su postura se mantuvo firme.
—Llámame como quieras —dijo finalmente, su voz baja pero cortante— Pero ya me viste con Chiaza, ¿no? Recházame, ¿Qué esperas? Brief. Aléjate de mí.
Bulma lo miró, incrédula. —¿De verdad crees que me voy a rendir por eso? —preguntó, su tono lleno de desafío— Hiciste eso por despecho, ahora lo sé. Porque creíste en lo que dijo Videl, aunque digas lo contrario. Pero ahora veo que no es solo eso. Lo hiciste porque tienes miedo. Miedo de lo que esto significa.
Vegeta la miró con una mezcla de furia y desesperación. Dio un paso hacia ella, como si quisiera decir algo más, pero antes de que pudiera responder, un sonido de pasos interrumpió el momento.
El silencio en el pasillo era abrumador, roto solo por los pasos firmes de Goku que se acercaban. Bulma y Vegeta se giraron al unísono, sus miradas encontrándose brevemente antes de centrarse en el recién llegado. Goku, con una expresión seria y determinada, parecía completamente ajeno a la tensión entre ambos, aunque sus ojos estaban fijos en Bulma.
—Creo que tenemos que irnos —dijo Goku, sin preámbulos, dirigiéndose únicamente a ella, como si Vegeta no existiera.
Bulma lo miró sorprendida, no solo por su tono demandante, sino también por el hecho de que él estuviera allí en ese momento. Sintió cómo su corazón se aceleraba, y un ligero nerviosismo comenzó a invadirla al notar lo expuesta que estaba, tanto frente a Goku como frente a Vegeta. La idea de que el capitán del equipo de béisbol, tan conectado con todos en la universidad, estuviera involucrado en esto era abrumadora.
—Goku… no —dijo finalmente, intentando sonar firme pero con un ligero temblor en su voz— Estoy conversando. Déjame un momento a solas, por favor.
Goku negó con la cabeza, su expresión endureciéndose aún más. —No. Es momento de que vengas conmigo. Nos vamos ahora.
El tono demandante en sus palabras la dejó perpleja. Nunca lo había escuchado hablar así, y por un momento no supo cómo responder. Su mirada se cruzó con la de Vegeta, que observaba la interacción con los brazos cruzados y una expresión difícil de leer. Pero dentro de él, algo se encendió. ¿Quién demonios era este tipo, y por qué le hablaba a Bulma como si tuviera algún derecho sobre ella?
—¿Y tú quién diablos eres para decirle eso? —interrumpió Vegeta finalmente, su voz cortante y cargada de irritación. Dio un paso hacia Goku, su postura tensa, como si estuviera preparado para algo más que palabras.
Goku giró lentamente hacia él, manteniendo una expresión de calma que era más desafiante que cualquier respuesta directa. —Yo no tengo nada que ver contigo —respondió, su tono frío— Pero ya entendí perfectamente lo que está pasando aquí. Y me voy a llevar a Bulma. —Con esas palabras, extendió su mano y la tomó del brazo con suavidad, pero con firmeza, como si ya no hubiera lugar para discutir.
Bulma sintió cómo una ola de confusión la invadía. Todo estaba sucediendo demasiado rápido, y no entendía por qué Goku estaba actuando de esa manera. —¡No! —exclamó, intentando liberar su brazo— Goku, no tienes que hacer esto. No te metas en esto.
Goku la miró con seriedad, su tono volviéndose más bajo pero cargado de peso. —¿No te das cuenta? ¿Qué crees que todos pensarán si te ven aquí con él, hablando de esta manera, siendo tu profesor? —Luego, sin apartar su mirada de ella, giró ligeramente la cabeza hacia Vegeta y agregó—. ¿Y tú? ¿Qué clase de profesor permite esto?
Vegeta, que hasta ese momento había contenido sus emociones, dio un paso adelante, acercándose peligrosamente a Goku. Su voz era baja, pero cada palabra estaba cargada de amenaza. —Quítale la mano de encima ahora mismo.
Goku lo miró directamente a los ojos, pero no soltó a Bulma. En cambio, mantuvo su postura, como si estuviera retándolo silenciosamente. La tensión entre ambos era palpable, como una chispa a punto de encender un fuego.
—Goku, suéltame —dijo Bulma finalmente, con un tono que mezclaba desesperación y autoridad.
Después de un segundo que pareció eterno, Goku la soltó, pero no retrocedió. Miró a Vegeta nuevamente, esta vez con una expresión más seria. —Si en algún momento apreciaste a Bulma, haz lo correcto. Deja que me la lleve. Aléjate de ella.
Las palabras de Goku golpearon como una tormenta. Bulma, ahora libre de su agarre, retrocedió un paso, mirando a ambos con el corazón latiendo con fuerza. "Diablos, esto no puede estar pasando… "
—No —dijo finalmente, su voz firme— No voy a irme. Esto no es asunto tuyo.
El silencio volvió a caer, cargado de tensión. Vegeta observaba a Goku, pero sus ojos se desviaban constantemente hacia Bulma, como si intentara descifrar sus intenciones. Dentro de él, la irritación y los celos crecían, pero aún no encontraba las palabras para intervenir.
Y entonces, el sonido de unos pasos apresurados rompió el momento. Todos se giraron hacia el origen del ruido, y lo que vieron hizo que el aire se volviera aún más pesado.
—Sabía que esto iba a pasar… —murmuró Goku para sí mismo.
El sonido de unos aplausos lentos rompió el tenso silencio en el pasillo. Todos, incluidos Bulma, Vegeta y Goku, se giraron hacia la figura de Videl, quien se había posicionado cerca de ellos con una expresión que oscilaba entre el desprecio y la satisfacción.
—¡Qué gran espectáculo! —exclamó, su voz cargada de sarcasmo y crueldad—. ¡Fantástico! Como siempre, Bulma queriendo llamar la atención.
El eco de sus palabras se extendió, y pronto una multitud comenzó a acercarse. Amigos del equipo de béisbol, compañeros de clase, y conocidos de la fiesta, todos se reunieron, atraídos por el morbo de lo que parecía ser el clímax del drama de la noche. Los susurros se extendieron como un incendio, y las miradas se centraron en Bulma, Vegeta y Goku, quienes ahora eran el centro de todas las atenciones.
—¡Ven! —continuó Videl, señalando a los recién llegados—. Les dije que esto sería un espectáculo. Miren, aquí está nuestra estrella: Bulma, la zorra.
Las palabras de Videl fueron como un detonador. Bulma, llena de ira, dio un paso adelante, con la intención de lanzarse hacia ella. Pero antes de que pudiera hacerlo, Goku la sujetó de la cintura, reteniéndola con fuerza.
—¡No hagas eso! —le dijo, su tono firme pero con un matiz de súplica—. No vale la pena.
—¡Suéltame, Goku! —gritó Bulma, forcejeando en un intento de liberarse—. ¡Esta estúpida no tiene derecho a hablarme así!
Videl dio un paso adelante, con una sonrisa maliciosa que provocó más murmullos entre los presentes. —¿Qué pasa, Bulma? ¿Ahora has venido a rogarle al profesor Oui que no te deje? —dijo, dejando que su tono ácido resonara entre la multitud. Las risas contenidas comenzaron a extenderse, y algunos intercambiaron miradas cómplices.
—¡Cállate, Videl! —interrumpió Goku, con una expresión de enojo—. ¿Qué estás diciendo?
Pero Videl no se detuvo. Se giró hacia él con una mirada cargada de desprecio. —¿Cállate tú? —respondió, su tono subiendo—. Pareces otro imbécil más cegado por esta zorra. ¿O es que también caíste en sus redes, Goku?
El cuerpo de Bulma temblaba de ira mientras seguía forcejeando contra Goku, quien hacía todo lo posible por mantenerla alejada de Videl. La tensión entre ellos era palpable, pero antes de que Bulma pudiera decir algo, Vegeta intervino.
—Es una pena… —comenzó, su voz baja pero cargada de autoridad—. Es una pena que no tengas nada en tu vida, Videl. Que tengas que enfocarte en destruir a otros para sentirte mejor contigo misma.
Su tono helado y su mirada penetrante hicieron que todos los murmullos se detuvieran de inmediato. Vegeta dejó caer sus brazos a los costados, enderezándose mientras observaba al grupo con una mezcla de asco y enojo.
—¿Qué significa esto? —preguntó, su voz resonando con una firmeza que nadie se atrevió a cuestionar— ¿Qué se supone que están haciendo aquí?
El silencio se hizo pesado, y algunos de los presentes incluso retrocedieron ligeramente, incómodos bajo la mirada dominante de Vegeta. Su autoridad natural hacía que incluso los más curiosos se sintieran expuestos. Finalmente, Vegeta se giró hacia Videl, clavando sus ojos en ella.
—Más te vale que cuides tus palabras —advirtió, su tono cargado de amenaza—. Porque esas palabras podrían costarte muy caro.
Videl, aunque evidentemente afectada por la presencia intimidante de Vegeta, intentó mantener su postura. Se cruzó de brazos y sonrió con sarcasmo.
—¿Ah, sí? —respondió—. ¿Ahora la va a defender? Qué curioso. Pensé que la estaba despreciando. Pero claro, ¿qué puedo esperar del "intachable" profesor Oui?
Unas risitas nerviosas surgieron entre los presentes, pero fueron rápidamente silenciadas cuando Vegeta les lanzó una mirada gélida. El ambiente se volvió tenso, y Videl, a pesar de sus palabras, comenzó a tambalearse. Sin embargo, su odio y su rencor eran más fuertes.
—Quiero que todos se retiren ahora mismo —ordenó Vegeta, su voz implacable. Luego se giró hacia Videl, acercándose lo suficiente para que ella sintiera la amenaza en su tono—. Y tú, Videl… esto te va a costar muy caro.
Los presentes comenzaron a retroceder, algunos murmurando entre sí, pero la mayoría demasiado nerviosos para quedarse. Pero antes de que todos pudieran dispersarse, Videl levantó una mano, su expresión transformándose en algo maquiavélico.
—¡Esperen, esperen! —exclamó, deteniendo a la multitud. Su mirada se dirigió a Vegeta, con un brillo peligroso en sus ojos— Si tanto quieres proteger a Bulma, entonces es mejor que sepas esto.
Con un movimiento calculado, sacó su celular y comenzó a buscar algo. Todos se quedaron en silencio, sus miradas oscilando entre ella y Vegeta. Cuando finalmente encontró lo que buscaba, alzó el dispositivo y reprodujo un video.
La imagen mostraba a Bulma y Goku en el pasillo. El ángulo capturaba perfectamente el momento en que Bulma lo besaba con una intensidad abrumadora, mientras él al principio parecía sorprendido, pero luego la correspondía con la misma pasión.
Un murmullo de sorpresa y asombro recorrió la multitud. Algunos se quedaron boquiabiertos, otros intercambiaron miradas de incredulidad. Vegeta, sin embargo, permaneció inmóvil, su rostro endureciéndose mientras observaba cada segundo del video. Cuando finalmente terminó, sus ojos se alzaron lentamente, y su mirada se clavó en Bulma.
Bien, aqui llegamos con este Episodio, me dicen por favor que les parece en los REVIEWS!
Gracias
AMAPOL
