DARK: Caída de la inocencia


Bulma, con sus gestos aparentemente inocentes, con su mirada inteligente pero cargada de algo más, había sido capaz de cosas que a él le parecían casi imposibles. Ahora, al saber de su relación secreta con el profesor Vegeta Oui, todo parecía era capaz de romper cualquier código, cualquier regla. Había desafiado a todos y lo había hecho con una frialdad que ahora le resultaba tan atractiva como perturbadora.

Goku apretó ligeramente las manos mientras seguía observándola. Recordó los rumores, las miradas de los otros chicos, las conversaciones que había escuchado pero que había ignorado porque no quería , la intocable, la perfecta…había hecho cosas que él jamás hubiera imaginado. Y ahora, estaba ahí, de pie frente a él, en su propio apartamento, con esa ropa ajustada que la hacía ver tan...apetitosa.

Una parte de él sabía que no debería estar pensando así, que no debía dejarse llevar por lo que sentía en ese momento. Pero había algo en ella, algo en la manera en que se movía, en la forma en que respiraba, que lo estaba volviendo obsesión latente lo estaba gobernando, y ni siquiera intentaba detenerla.

"¿Cómo algo tan prohibido puede sentirse tan... correcto?"pensó mientras sus ojos seguían recorriéndola, incapaz de apartar la vista.

Bulma seguía con la mirada fija en uno de los trofeos que decoraban el apartamento de Goku. Sus dedos trazaban suavemente las letras grabadas en la placa dorada, sintiendo la textura fría y metálica contra su piel. Estaba perdida en sus pensamientos, intentando distraerse del torbellino de emociones que la atormentaban desde hacía horas. Era como si intentara hallar algo tangible, algo que no la hiciera sentir tan fuera de control.

Goku, desde el sofá, la observó durante unos segundos más, hasta que algo en él simplemente cedió. Se levantó lentamente, sus pasos firmes pero silenciosos, acercándose a ella con una mezcla de determinación y deseo. Sus ojos no se apartaron de su figura mientras cruzaba la corta distancia que los separaba.

Finalmente, se posicionó detrás de ella, tan cerca que apenas unos centímetros separaban sus cuerpos. Extendió su mano, y sin apartar la vista de ella, tocó el mismo trofeo que ella sostenía. Sus dedos chocaron con los de ella, provocando un leve roce que la sacó de su ensimismamiento.

Bulma, sorprendida, alzó la mirada hacia el trofeo, como si intentara procesar lo que acababa de suceder. Pero antes de poder reaccionar completamente, sintió el calor del cuerpo de Goku detrás de había respiración se entrecortó mientras su espalda casi rozaba el pecho de él. Podía sentir la firmeza de su presencia, la forma en que su sombra la envolvía completamente.

—Es uno de mis favoritos —susurró Goku, su voz baja y grave, tan cerca que podía sentir el calor de su aliento contra su oído.

Bulma apartó su mano del trofeo con rapidez, como si el contacto hubiera quemado su piel. Giró ligeramente el rostro, pero no lo suficiente como para mirarlo directamente. La cercanía era abrumadora, y su corazón comenzó a latir desbocado, una mezcla de nerviosismo y algo más que no quería admitir.

—Es impresionante —murmuró, intentando mantener la compostura mientras su mirada permanecía fija en el trofeo.

Pero Goku no retrocedió. Al contrario, parecía acercarse más, inclinándose ligeramente hacia ella, reduciendo aún más la distancia entre sus cuerpos.

—Tú también eres impresionante, Bulma —dijo en un tono bajo, con una honestidad cruda que la desarmó.

Ella cerró los ojos por un instante, intentando recuperar el control de su respiració cuerpo estaba tenso, atrapado entre el trofeo y la cercanía de ía sentir cómo el calor de él la envolvía, cómo su voz resonaba en su mente, dejando una sensación eléctrica que recorría su columna vertebral.

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Vegeta conducía a toda velocidad por las calles iluminadas de la ciudad, sus manos aferradas al volante con una fuerza que hacía que sus nudillos se marcaran. Su mente era un caos absoluto, cada pensamiento lo golpeaba con la intensidad de una tormenta. Aceleró más, ignorando las señales de tránsito y los bocinazos que recibía de otros conductores.

Su mandíbula estaba apretada, y su respiración era irregular."¿Por qué demonios me importa tanto? ¿Por qué no puedo simplemente dejarla ir?"pensaba, aunque sabía perfectamente la respuesta. Bulma lo había desarmado de formas que nadie más había logrado.

El camino hacia la casa de Bulma estaba vacío a esas horas, lo cual le permitía mantener el pie en el acelerador sin restricciones. Su objetivo era claro:asegurarse de que estuviera bien, de que hubiera llegado a su casa y de que ese maldito estudiante no hubiera cruzado ningún límite.

Cada kilómetro que recorría sentía como si su pecho se comprimiera más. Su orgullo y su ira lo habían llevado a actuar como un bastardo, pero ahora, lo único que importaba era encontrarla.

—Tienes que estar en casa, Brief —murmuró entre dientes, su mirada fija en el camino, como si al decirlo pudiera hacer que fuera incertidumbre lo estaba matando.

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Bulma notó el acercamiento de Goku nuevamente, su presencia era abrumadora, casi no le daba espacio para respirar. Ella retrocedió ligeramente, apartándose del trofeo que había estado tocando, y lo miró fijamente, tratando de mantener la compostura.

—Creo que es hora de que me vaya —dijo con un tono firme pero algo tembloroso, mientras sus ojos buscaban cualquier distracción para evitar el peso de la mirada de Goku.

Él la observó con intensidad, cruzando los brazos como si analizara sus palabras. —¿Por qué? —preguntó, casi con incredulidad.

Bulma apartó la mirada y respondió, intentando sonar casual: —Porque ya tengo sueño y creo que necesito descansar.

Dicho esto, se giró para coger su pequeña cartera que había dejado sobre el sofá. Sin embargo, antes de que pudiera alcanzarla, Goku sujetó su muñeca con firmeza, pero sin brusquedad. El calor de su mano hizo que un escalofrío recorriera la espalda de Bulma.

—No, espera. —Su voz sonó baja, pero cargada de una determinación que la hizo detenerse. —¿Por qué no tomas algo conmigo y, luego, te llevo a tu casa? No tardaremos.

Bulma lo miró directamente a los ojos, y por primera vez notó algo más allá de la insistencia: una mezcla de intensidad y una confianza casi desconcertante. Aquella mirada la puso nerviosa, el ambiente entre ellos parecía volverse cada vez más pesado, como si la habitación se hubiera encogido.

—Goku... —intentó decir, pero él no la dejó terminar.

—Vamos, es solo un momento. No hay prisa —le dijo con una leve sonrisa, aunque sus ojos seguían siendo implacables, casi como si no le estuviera dando opción.

Ella respiró hondo, sus manos ligeramente temblorosas. Nunca antes se había sentido en una situación tan desconcertante. Finalmente, asintió con un movimiento breve, incapaz de negarse.

—Está bien, pero de ahí me llevas, ¿sí? —dijo, tratando de sonar firme, aunque su tono traicionaba cierta duda.

Goku sonrió más ampliamente esta vez y asintió. —Por supuesto, eso fue lo que dije.

Mientras él se dirigía a la cocina para buscar algo, Bulma dejó escapar un suspiro nervioso, ajustando la tira de su cartera sobre su hombro. Algo en el aire se sentía diferente, y no estaba segura de cómo debía manejarlo."Solo será un momento,"pensó para sí misma, aunque una parte de ella no podía evitar preguntarse si realmente estaba preparada para lo que podría suceder.

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Vegeta estacionó su auto frente a la imponente mansión de los Brief, las luces exteriores iluminaban el camino, pero la casa parecía sumida en un extraño silencio. Bajó del vehículo con rapidez, su respiración pesada por la frustración acumulada. El celular de Bulma estaba apagado, y no le quedaba más remedio que ir directamente a buscar respuestas. Tocó el timbre con firmeza, sus dedos golpeando con más fuerza de la necesaria.

Tras unos momentos, un hombre de mediana edad, probablemente un encargado de la mansión, abrió la puerta ligeramente, mirando a Vegeta con una mezcla de curiosidad y cautela.

—¿Quién busca a estas horas? —preguntó, su voz algo rasposa por el sueño interrumpido.

—Busco a Bulma Brief —respondió Vegeta con un tono seco, su mirada intensa—. ¿Está aquí? ¿Ya llegó?

El hombre frunció el ceño, como intentando recordar, antes de responder con tranquilidad. —Ah, la señorita Bulma… No, aún no ha llegado. Nos dijo temprano que probablemente hoy no iba a regresar. Mencionó que se quedaría en la casa de una amiga.

Vegeta sintió cómo el desconcierto se apoderaba de él."¿Una amiga?"pensó, incrédulo. Aquello no tenía sentido. Su mente comenzó a atar cabos rápidamente."Claro, lo planeó. Dio esa excusa para cubrirse, pensando que estaría conmigo."

—¿Cuándo dijo eso? —preguntó, intentando mantener la calma, aunque su tono traicionaba su urgencia.

—Antes de irse a la fiesta —respondió el hombre, encogiéndose de hombros.

Vegeta apretó los labios, el malestar en su pecho creciendo. Su mente se inundaba de posibilidades, de decisiones que ahora parecían desastrosas. Por un instante, el silencio entre ellos se volvió incómodo, pero entonces Vegeta, por curiosidad y quizá por necesidad de entender más, hizo otra pregunta.

—¿Y sus padres? ¿Están en casa? —Su voz ahora era más baja, casi controlada, como si temiera la respuesta.

El hombre lo miró fijamente, ahora con cierta sospecha. —¿Quién es usted? —preguntó, estrechando un poco más la puerta.

—Soy su profesor —dijo Vegeta, directamente, con un tono firme que no admitía cuestionamientos.

El encargado asintió, abriendo un poco más la puerta, quizás reconociendo en Vegeta la seriedad de su posición. —No, los señores no están. Viajaron hace unos días. Dijeron que sería un viaje largo.

Vegeta lo miró, su ceño fruncido. —¿Viajaron? —repitió, con incredulidad—. ¿Y no iban a estar en el día de su concurso? Hoy era un día muy importante para ella.

El encargado suspiró, como si aquella no fuera una novedad para él. —No, señor. Los señores siempre tienen cosas más importantes que atender. Lastimosamente, nunca priorizan este tipo de cosas.

El comentario golpeó a Vegeta como un balde de agua fría."Claro, siempre han sido unos estúpidos indiferentes"pensó, recordando las veces en que Bulma le había hablado con un dejo de tristeza sobre la falta de atención de sus padres. Pero esta vez, el impacto fue mayor. Hoy era un día clave para ella, un día en el que él mismo debería haber estado."Yo también la dejé… La abandoné en un día tan importante."

El malestar en su pecho se convirtió en una punzada de culpa."La decepcioné. No solo sus padres la dejaron sola, también yo lo hice."Vegeta apretó los puños, tratando de contener las emociones que lo embargaban.

—Gracias por la información —dijo, finalmente, sin más explicaciones, dándose media vuelta hacia su auto.

Mientras se alejaba, su mente no dejaba de castigarlo."¿Qué hice? ¿Qué demonios hice?"

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En la cocina, Goku estaba apoyado contra el fregadero, sus manos cerradas en puños mientras intentaba controlar la ansiedad que lo invadía. Había algo en Bulma que lo desbordaba, que lo atrapaba y lo obligaba a perder la claridad de sus pensamientos. Cada vez que la miraba, sentía una urgencia inexplicable, como si necesitara probarle algo, como si el deseo de estar con ella fuera más fuerte que cualquier otra cosa. Su mente repetía imágenes de sus encuentros: esos besos, el fuego que sentía al tenerla cerca. Sabía que ella no era indiferente, pero algo la retenía, algo que lo frustraba profundamente.

"Ese estúpido profesor."pensó con los dientes apretados. Era evidente que aún tenía poder sobre ella, aunque lo negara. Lo veía en su mirada, en su lenguaje corporal. Goku sentía que, si no hacía algo ahora, Bulma nunca se daría la oportunidad de conocer lo que realmente podía ofrecerle."Conmigo estaría mejor, lo sé."

Con esos pensamientos nublando su moral, su mirada se dirigió al vaso que estaba preparando para ella. Sabía que Bulma quería irse, se lo había dejado claro, pero también sentía que ella estaba agotada emocionalmente, vulnerable."Solo necesita relajarse."Esa fue la excusa que se dio a sí mismo mientras sacaba una pequeña pastilla de su bolsillo, algo que había tomado de un compañero del equipo, quien lo usaba para calmar los nervios antes de los juegos importantes."No le hará daño, solo se sentirá más tranquila."

Goku miró la pastilla por un momento, sus pensamientos enfrentándose entre la racionalidad y el impulso. Pero la idea de que Bulma se alejara de él, de que volviera a caer bajo el control de ese profesor, fue más fuerte que cualquier consideración ética. Sin pensarlo dos veces, la dejó caer en el vaso y observó cómo se disolvía lentamente, mezclándose con la bebida.

Respiró hondo, intentando calmar el ritmo de su corazón."Esto no es nada malo,"se repetía."Solo quiero que se sienta bien, que se relaje... y que me dé una oportunidad."Con el vaso listo, lo tomó y regresó hacia la sala donde Bulma lo esperaba. Su rostro estaba más decidido que nunca, pero en el fondo, una parte de él sabía que lo que estaba haciendo estaba mal. Sin embargo, su instinto, su deseo desbordante, lo había cegado.

Bulma, aún algo incómoda por la situación, sintió un repentino deseo de aliviar la tensión que la envolvía. Su boca estaba seca, y la sensación de sed la distrajo de sus pensamientos por un momento. Cuando Goku regresó con el vaso, se lo ofreció con una sonrisa que parecía querer transmitir confianza, aunque su mirada era intensamente fija, casi abrumadora.

—Toma, creo que esto te hará bien —dijo con un tono casual, aunque por dentro estaba expectante, casi nervioso.

Ella lo recibió sin dudarlo, agradecida por el gesto, y comenzó a beberlo mientras sus pensamientos seguían atormentándola. No notó cómo Goku no apartaba la mirada de cada sorbo que daba, sus ojos clavados en ella, observando cómo el líquido desaparecía del vaso.

—Gracias —murmuró Bulma, terminando el contenido de un solo trago. Sentía que algo de ese peso interno empezaba a disiparse, aunque no podía identificar si era por el cansancio o por la bebida.

Goku se mantuvo en silencio, aún inmóvil, observándola como si intentara descifrar cada uno de sus movimientos. Sentía una mezcla de excitación y nerviosismo, consciente de que había cruzado una línea, pero convencido de que estaba haciendo lo correcto para acercarse a ella.

Bulma se acomodó en el sofá nuevamente, suspirando profundamente mientras su mirada se perdía en algún punto de la habitación. Sin embargo, algo comenzó a sentirse diferente. Una extraña calma empezó a recorrer su cuerpo, como si sus músculos se soltaran lentamente y su mente se llenara de una ligera bruma.

—Me siento… un poco… rara —dijo de repente, llevándose una mano a la frente.

Goku dio un paso hacia ella, inclinándose ligeramente para observarla de cerca.

—¿Rara? —preguntó, intentando mantener la calma en su voz—. Tal vez solo estás cansada. Hoy ha sido un día intenso, ¿no crees?

Ella asintió lentamente, sus párpados comenzando a sentirse un poco más pesados. —Sí… creo que sí… solo necesito… relajarme un poco…

Goku sonrió levemente, aunque por dentro sus pensamientos eran un torbellino."Está funcionando. Ahora puedo mostrarle que conmigo puede estar tranquila, que soy lo que necesita."

Mientras Bulma se recostaba ligeramente en el sofá, Goku se sentó a su lado, observándola con atención. Su respiración se volvió más lenta, y la tensión en su cuerpo parecía haberse desvanecido por completo."Solo confía en mí,"pensó, mientras su mano comenzaba a acercarse lentamente a la de ella.

Bulma, aún con el vaso vacío en la mano, intentó levantarse. Su cuerpo respondió, pero lo hizo de una manera distinta, con una ligereza extraña, casi como si estuviera flotando. La sensación en su pecho era diferente, una mezcla de relajación y desconcierto que no podía identificar del todo.

Llevó una mano a su cabeza mientras miraba a Goku, que seguía observándola con una mirada impenetrable.

—No sé qué me pasa… pero creo que quiero recostarme un rato… —murmuró, con un tono más suave de lo habitual, como si le costara concentrarse en sus palabras.

Goku, sin decir nada, se levantó de su lugar de forma casi automática. Sus pasos eran firmes y seguros mientras se acercaba a ella, sus ojos clavados en los de Bulma, como si no quisiera darle espacio para cuestionar lo que estaba haciendo.

—Está bien, recuéstate —dijo finalmente, su voz baja y serena, pero con un trasfondo cargado de intención.

Bulma intentó moverse, pero la sensación en su pecho la hacía dudar. Antes de que pudiera reaccionar, Goku avanzó, y su presencia imponente la hizo retroceder instintivamente. Sus pies parecían moverse por inercia, siguiendo el ritmo que él marcaba, mientras él se acercaba más y más, acortando la distancia entre ambos.

—¿Qué haces…? —preguntó ella, pero su voz era apenas un murmullo, sus pensamientos cada vez más difusos.

Goku no respondió. Continuó avanzando hasta que su espalda chocó con el marco de una puerta abierta. Ella miró a su alrededor, notando que habían llegado a lo que parecía ser su habitación. Antes de poder decir algo más, su cuerpo cedió y cayó hacia atrás, aterrizando suavemente sobre la cama.

El colchón la envolvió como si fuera un refugio, y Bulma sintió cómo su cuerpo se hundía ligeramente, como si la gravedad hubiera aumentado en ese lugar. Su mente, nublada, empezó a alejarse momentáneamente de los pensamientos que la habían atormentado toda la noche.

—Esto se siente… raro… —dijo en un susurro, mirando hacia el techo mientras sus párpados comenzaban a cerrarse ligeramente.

Goku, de pie junto a la cama, la observaba con una mezcla de emoción contenida y ansiedad. Cada movimiento de ella, cada respiración, lo llenaba de una sensación que no podía controlar, como si todo lo que había deseado estuviera a su alcance.

—Solo relájate… —dijo finalmente, su voz firme, pero con un matiz que parecía contener una promesa.

Bulma giró la cabeza hacia él, sus ojos brillando con una mezcla de confusión y vulnerabilidad. Su mente intentaba enfocarse, pero la sensación de relajación la arrastraba.

—Esto se siente diferente— menciono ella mirando hacia el techo. —Es como si, ya no doliera aqui— dijo tocando su corazón… intentando mantener sus ojos abiertos y su consciencia en el presente.

Goku ante eso se inclino hacia ella, su rodilla toco la cama y poco a poco se posiciono sobre ella, Bulma sintio ligeramente su peso encima, vio su rostro a milimetros del suyo y sintiendo que sus manos estaban debiles, las posiciono aun asi sobre sus hombros…

—No, esto no esta bien— dijo ella empezando a sentir la fuerza de su corazón…

—¿por qué? ¿Por qué no lo estaria? dejame, relajarte y hacerte conocer lo que realmente es bueno para ti— menciono mientras sutilmente sentia la piel de su cuello…

Bulma sentia como la cabeza le daba vueltas, como sus ojos veian y a la vez no, como su peso sobre ella empezaba le generaba tensión, y cuando sintio los besos sobre su piel, entendio que estaba en una situación de alto riesgo, trato de alejarlo, pero él invadio su boca, sus besos eran intensos, con una fuerza descomunal que no permitia objeción, Bulma empezo a relajarse más como si su propio cuerpo no tuviera reacción, incluso mover sus manos le resulto tan pesado, que se quedaron sobre la cama tendidas sin acción, Goku cegado en su deseo solo veia la satisfacción que iba a producirle y se afanaba con la idea de que ella lo desee tanto, que no exista nadie más… Goku se retiro su sueter, el polo y quedo con el torso desnudo, Bulma en ese instante, entendio sus intenciones y cierto pavor la invadio, quiso reaccionar, correr, pero no podia, su cuerpo adormecido, no reaccionaba, de pronto, todo empezo a girar, como si el espacio fuera inestable, irreal, eso la alivio momentaneamente, de pronto aquel sin autorización levanto sus piernas, exponiendola, le retiro la pequeña falda y ella sintio como le retiro la ropa interior, era algo increible, ella no podia reaccionar, estaba mareada, pero sentia todo, no pudo evitar langar un gemido al sentir como su intimidad era sucumbida, podia sentir su lengua, sus labios besandola, lamiendola, se quedo viendo el techo, atentamente mientras su consciencia se perdia y empezaba a imaginar otra realidad, como que aquel tenia otros ojos, otro rostro, su cuerpo empezó a reaccionar, sus manos tocaban sus cabellos al sentir como el abria sus piernas y seguia besandola, lamiendola, e intriduciendo su lengua en su intimidad…

Goku no podia detenerse, la tenia a su merced, expuesta, delirando y sumisa, su deseo estaba siendo consumado, y no iba a parar, el seguia explorando, besando y profanando… de pronto se detuvo y fue hacia su blusa, abrio boton por boton hasta que su piel quedara expuesta, aquel sujetador lo abrio y por fin, aquellos senos se liberaron, el vio con detalle su forma, el color de sus pezones y como un vehemente fue tras ellos, a succionar, a tocar, a morder y jalar una y otra vez… su miembro erecto, afanoso de entrar, dilataba con cada beso y caricia en ese cuerpo apetitoso de Bulma Brief…

Bulma estaba acalorada, jadeando por su toques indecorosos y sus besos calientes, era como una muñeca dosil y facil de manipular, en eso Goku quien ya estaba demasiado excitado, se posiciono sobre ella y sin pensarlo más intento penetrarla, pero ella reacciono cerrando las piernas, con una expresión de angustia como si volviera en si…

—No, no, eso no— menciono con una voz debilitada…

—Ya eres mia, no te opongas más, no puedes hacer nada para evitarlo— le susurro Goku sosteniendo fuertemente sus brazos, abriendole toscamente las piernas y sin reparo alguno, acomodo su miembro y empujo con fuerza, ella sobresalto y expreso dolor, ante eso el se detuvo porque eso si lo alarmo, y sobro todo al ver como corria sangre y manchaba su miembro, el se alejo y entonces comprendio… "eras virgen"

Aquel acto ruin e inmoral empezo a carcomerlo, nunca se imagino que ella era virgen, penso que si habia experimentado antes eso, un pequeño destello de racionalidad lo cubrio, sobre todo al ver como ella miraba hacia el costado, perdida y como de sus ojos salian lagrimas… aquello lo detuvo en el acto, sin poder contenerse se sostuvo sus cabellos con ansiedad y empezo a vestirse, Bulma aun con los estragos de aquella pastilla, se coloco de costado en posición fetal mientras sus ojos se cerraran lentamente, Goku suspiro abatido, pero ya que habia hecho lo que habia hecho, solo le quedaba una salida, asi que agarro una sabana y la coloco sobre ella, y salio de aquella habitación…

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Bulma despertó con un dolor punzante en la cabeza, llevándose una mano a la sien mientras sus párpados se entreabrían lentamente. Lo primero que notó fue la extraña sensación de las sábanas rozando su piel desnuda. Al abrir los ojos por completo, el entorno la desorientó: no reconocía la habitación. Sus paredes, los muebles, el ambiente… nada le resultaba familiar. Una punzada de alarma comenzó a recorrer su cuerpo.

Con el corazón acelerado, Bulma levantó lentamente la sábana que la cubría, y lo que vio la dejó helada. Estaba completamente desnuda. Sus ojos se abrieron de par en par, y un escalofrío recorrió su espalda. Se incorporó rápidamente, sujetando la sábana contra su pecho, mientras su mirada buscaba desesperadamente su ropa. Pero no estaba por ningún lado. Ni en la cama, ni en el suelo, ni en la silla cercana.

Su respiración se aceleró, y su mente comenzó a buscar respuestas. Recordó la fiesta, los murmullos, las miradas. Recordó haber llegado al apartamento de Goku, pero todo después de eso era un vacío absoluto. Se llevó las manos a la cabeza, tratando de reconstruir lo sucedido, pero no había nada, ningún recuerdo que explicara por qué estaba así.

Al levantarse, la sábana resbaló un poco de su cuerpo, y fue entonces cuando lo vio: una mancha de sangre en el tejido blanco. Su corazón pareció detenerse. La confusión y el terror la envolvieron como un manto pesado. Se quedó mirando la mancha, inmóvil, mientras un pensamiento oscuro y aterrador comenzaba a formarse en su mente.

Con manos temblorosas, inspeccionó su cuerpo, buscando alguna explicación. Pero no había cortes ni heridas visibles. Era un misterio que solo alimentaba su pánico. Sus piernas comenzaron a moverse casi por instinto, llevándola hacia la puerta. Agarró la sábana con fuerza y la envolvió alrededor de su cuerpo mientras salía rápidamente de la habitación, ignorando todo lo que la rodeaba.

El pasillo la llevó hacia un espacio abierto, donde lo vio: Goku, de pie en la cocina, sirviendo desayuno con aparente tranquilidad. Él levantó la mirada al escuchar sus pasos y, al verla, sonrió levemente.

—Por fin te despertaste —dijo con un tono casual, como si nada hubiera pasado.

Bulma se detuvo en seco. Sus ojos lo miraron con desconcierto, y sintió una oleada de emociones: miedo, ira, vergüenza. No podía comprender cómo él podía actuar con tanta normalidad cuando ella estaba al borde del colapso.

—¿Qué… qué diablos significa esto? —le gritó, con la voz temblorosa pero cargada de indignación—. ¿Por qué estoy desnuda en tu cuarto? ¿Y por qué hay sangre? —Sus palabras salieron atropelladas, como si cada una fuera un puñal directo al aire que los separaba.

Goku dejó lo que estaba haciendo y se giró hacia ella, levantando las manos en un gesto de calma. —Bulma, relájate. No pasó nada malo. Solo cálmate, por favor.

—¿Calmarme? —repitió, dando un paso atrás cuando él intentó acercarse—. ¡No te acerques! ¿Qué pasó anoche? ¡Dime qué pasó! —Su tono estaba lleno de desesperación mientras su mente intentaba encajar las piezas.

Goku suspiró, mirándola con una mezcla de incomodidad y cautela. —Bulma, pasamos la noche juntos…

—¿Qué… qué quieres decir con eso? —

—Tuvimos relaciones—

Las palabras resonaron en su cabeza como un eco distante pero devastador. Ella retrocedió un paso más, hasta chocar contra la pared, sintiendo cómo el mundo a su alrededor comenzaba a desmoronarse. Su respiración se volvió errática, y levantó una mano temblorosa para cubrir su boca.

—No… no es posible… —susurró, sacudiendo la cabeza mientras sus ojos brillaban con lágrimas que no tardaron en rodar por sus mejillas.

Goku se acercó un poco más, intentando calmarla. —Sí, fue real. Sucedió… y lo disfrutaste mucho. ¿De verdad no te acuerdas?

Su tono, aunque tranquilo, tenía un peso que la aplastó por completo. Una oleada de náuseas la invadió, y sintió como si su cuerpo estuviera perdiendo fuerza. Se llevó las manos al pecho, intentando contener el dolor que sentía, pero era inútil. Cada palabra de él era como una daga clavándose más profundo.

—¿Qué te pasa? —preguntó Goku, arqueando una ceja, pero con un tono de voz más inquieto que preocupado—. ¿Qué sucede, Bulma?

Esa afirmación fue como un balde de agua helada. Bulma frunció el ceño, todavía con la sábana envolviendo su cuerpo, y lo miró directamente, sus ojos ardiendo de cuestionamientos. —¿Qué estás diciendo? —preguntó con una voz cargada de incredulidad y confusión.

Goku se apoyó contra la mesa, cruzando los brazos, adoptando una postura que parecía más defensiva que relajada. —Sí, ayer lo hicimos, estuvimos juntos. Y te gustó, me lo dijiste —declaró con una firmeza que pretendía dar fin al desconcierto, pero que en cambio incrementó el caos en la mente de Bulma.

Ella levantó ambas manos, tocándose la cabeza mientras daba un par de pasos hacia atrás. —No… no recuerdo nada de eso… no puede ser —dijo en un murmullo, sacudiendo la cabeza como si intentara borrar lo que acababa de escuchar. —Yo jamás lo hubiera hecho —agregó.

Goku suspiró, largamente, como si intentara contener la frustración que empezaba a crecer dentro de él. —¿Qué estás queriendo decir?

Bulma lo miró directamente, su expresión ya no era solo de confusión; había algo más. Algo que se mezclaba con la incredulidad, con el miedo y la ira. —Estoy diciendo que jamás hubiera hecho algo así. Ayer ¡me diste algo! —exclamó, con la voz temblorosa pero firme, mientras su mirada exigía respuestas. —No recuerdo nada, Goku. ¡Nada! Pero sé que no hubiera hecho eso, no contigo, ni con nadie.

Por un momento, el rostro de Goku se congeló. Había algo oscuro y distante en su mirada, como si esas palabras lo hubieran atravesado profundamente. Pero en lugar de responder inmediatamente, se acercó hacia ella con pasos lentos y calculados.

—¿Sabes? —dijo, deteniéndose frente a ella y mirándola con un tono que nunca antes había usado con ella— Es mejor que tomes desayuno y te relajes. Ahora tú y yo estamos aquí, juntos, así que deja de suponer esas cosas.

Bulma dio un paso hacia atrás, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda. —Dame mi ropa —exigió con una voz débil pero decidida— Me tengo que ir.

Goku levantó las manos con un gesto conciliador y suspiró. —Está bien. Tu ropa está doblada aquí —dijo, señalando un pequeño mueble cercano donde estaban las prendas que llevaba la noche anterior.

Sin decir nada más, Bulma caminó hacia donde estaban sus cosas. Sus manos temblaban mientras recogía su ropa. Se giró para mirarlo una última vez, pero él la observaba con una calma que la descolocaba aún más.

—Si quieres, date una ducha —agregó Goku, señalando la puerta del baño—. Ahí está el baño.

Bulma no respondió. Simplemente tomó su ropa y se dirigió rápidamente hacia la habitación. Cerró la puerta tras ella y, al estar sola, dejó caer la ropa al suelo mientras se recostaba contra la pared. El silencio de la habitación se rompió con el sonido de su respiración entrecortada. Todo lo que había intentado reprimir hasta ese momento la golpeó de golpe.

Llevó ambas manos a su rostro, tratando de contener las lágrimas que comenzaban a salir de sus ojos. Se sentía traicionada, vulnerable y rota. Su mente volvía a las palabras de Goku y a lo que él había dicho sobre la noche anterior. Todo se reducía a una conclusión devastadora.

—¿Cómo pude dejar que esto pasara? —susurró con un hilo de voz, sintiendo que sus rodillas cedían hasta que terminó sentada en el suelo.

Ella sabía lo que significaba esa sangre en las sábanas. Aunque se había mentido a sí misma y a Vegeta cuando le dijo que no era virgen, la realidad era que lo había sido. Había guardado ese momento, ese aspecto de sí misma, para alguien que ella amará, alguien como Vegeta, pero ahora… como si una parte de ella se hubiera quebrado irremediablemente. Su cuerpo temblaba mientras apretaba las manos contra sus muslos, tratando de recuperar algún control sobre sí misma. No podía entender cómo había llegado a ese punto, cómo todo había salido tan mal. Su mente era un torbellino de recuerdos fragmentados y emociones conflictivas.

La imagen de Vegeta apareció fugazmente en su mente, lo que hizo que sus lágrimas se volvieran aún más intensas.Esto no debería haber pasado… esto no debía ser así, pensó mientras sentía un nudo formarse en su garganta. Lo que más la atormentaba era la sensación de vacío, de no recordar lo que realmente había ocurrido. Todo era un gran espacio en blanco que Goku había llenado con sus palabras, pero… ¿eran verdad? ¿Podía confiar en lo que él le había dicho?

Bulma miró hacia la puerta cerrada y luego hacia la ropa que estaba en el suelo. No podía quedarse más tiempo ahí. Se sentía atrapada, asfixiada, como si las paredes de esa habitación estuvieran cerrándose a su alrededor. Reunió fuerzas, limpió sus lágrimas rápidamente y empezó a vestirse. Cada prenda que se ponía le parecía un recordatorio de lo que había perdido, de lo que ya no podría recuperar.

Una vez vestida, se quedó unos segundos de pie frente al espejo pequeño de la habitación. Su reflejo le devolvía una imagen que apenas reconocía. Sus ojos estaban hinchados, su piel pálida, y su expresión… era una mezcla de tristeza, rabia e impotencia. Respiró hondo, intentó recomponerse y salió de la habitación.

Cuando llegó al comedor, encontró a Goku sentado a la mesa, comiendo tranquilamente como si nada hubiera pasado. Él levantó la vista al verla entrar, y una sonrisa ligera se dibujó en sus labios, como si todo estuviera bien.

—¿Ya estás lista? —preguntó, con un tono que a ella le pareció terriblemente casual, como si estuvieran en una situación completamente normal.

Bulma se detuvo a unos pasos de la mesa, apretando los puños para contener la ira y la confusión que hervían dentro de ella. —Llévame a mi casa —dijo con voz firme, sin mirarlo directamente.

Goku dejó el tenedor sobre el plato y se inclinó hacia atrás en la silla, cruzando los brazos. —¿No vas a desayunar? —preguntó, ignorando deliberadamente la tensión en su voz.

—No quiero desayunar. Quiero irme a mi casa —repitió, esta vez mirándolo directamente con una mezcla de desesperación y determinación en sus ojos.

Él suspiró, levantándose lentamente de la silla. —Está bien, como quieras. Pero creo que deberías relajarte un poco antes de irte. Al parecer estas muy confundida.

Ella lo miro fijamente, invadiendo sus ojos negros, observando su tes blanca y su expresión, como si la inocencia gobernará su rostro… —¿Confundida? Esto no debio haber pasado ¡Nunca! ¿entiendes? ¡Nunca! —

Goku tomó aire, intentando controlarse, y habló con un tono firme, pero cargado de frustración.

—No te entiendo, Bulma. Ambos… nos dejamos llevar. Los dos. —Hizo una pausa, su mirada acusadora buscando la de ella—. ¿Por qué me estás tratando como si yo fuera un degenerado o algo peor? ¿De verdad crees que yo sería capaz de algo así?

Sus palabras golpearon a Bulma como una bofetada invisible. Lo miró fijamente, invadiendo sus ojos negros, intentando leer en ellos algo, lo que fuera, una señal de verdad o mentira. Su expresión dura comenzó a ceder, como si su fortaleza empezara a derrumbarse lentamente. Finalmente, suspiró, bajando la mirada. Tal vez… tal vez él tenía razón. ¿Y si realmente fue así? ¿Y si todo lo que decía era verdad? Sus pensamientos eran un caos.

—¿Cuántas veces estuvimos juntos? —susurró de repente, su voz apagada pero firme, como si aquella pregunta fuera lo único que importara en ese momento.

Goku, quien había bajado la guardia al verla así, abrió los ojos sorprendido, sin entender al principio. —¿Qué?

—Te lo estoy preguntando… —dijo ella, esta vez con más intensidad, sus ojos volviendo a posarse en él—. ¿Cuántas veces estuvimos juntos?

Goku se quedó en silencio, completamente inmóvil, como si aquella pregunta lo hubiera tomado desprevenido y no supiera cómo responder. Miró hacia otro lado, sus manos tensándose a los costados. El silencio en la habitación se hizo insoportable, hasta que finalmente, después de unos segundos, habló.

—Varias… —dijo con voz baja, pero clara—. Estuvimos varias veces.

Bulma retrocedió un paso, su cuerpo tensándose aún más mientras lo escuchaba. Su corazón comenzó a latir con fuerza en su pecho, y sus mejillas se encendieron con un rojo furioso.
—¿Varias veces? —repitió ella, casi como si no pudiera procesar lo que escuchaba.

Goku, se cruzó de brazos y añadió. —Sí… incluso quedé exhausto. —Su voz era más segura esta vez, como si estuviera convencido de sus propias palabras—y te gustó.

Las palabras de Goku la atravesaron como un puñal. Bulma sintió cómo el calor subía por su cuello hasta cubrir todo su rostro, una mezcla de vergüenza, confusión e ira nublándole los pensamientos. Tragó saliva con dificultad, pero se obligó a mirarlo directamente.

—¿Y… te protegiste? —preguntó ella, con la voz temblorosa y apenas audible.

El rostro de Goku perdió ligeramente su seguridad. La pregunta lo tomó por sorpresa. Al principio dudó, como si no supiera qué responder, pero luego habló con una sinceridad que la desarmó aún más. —Estábamos tan… enfocados en eso, que no… —dijo con un susurro, mirándola con algo de incertidumbre— Pero no te preocupes. Tomé precauciones después.

Bulma retrocedio y sintio que aquella respuesta la desarmo más…

Goku la observó un momento, el chico de apariencia siempre confiada, el capitán del equipo, el que parecía no titubear en nada,se sintió perdido. Su mirada vagó por ella, por su postura ahora frágil, por su rostro despejado y lavado de cualquier pose. No era la Bulma segura y desafiante de otra versión de ella,una que lo desconcertaba y, al mismo tiempo, lo atraía de una manera abrumadora.

El silencio se hizo denso entre los sintió algo dentro de él encenderse, una urgencia, una necesidad de actuar, de decir algo, de detener el caos que él mismo había causado. Sin pensarlo demasiado,se levantó de la sillay, en apenas dos pasos, acortó la distancia entre ellos.

—Goku, ¿qué…? —comenzó a decir Bulma, alarmada.

Pero antes de que pudiera reaccionar,Goku la abrazó.La rodeó con firmeza, envolviéndola en un abrazo cálido pero controlado, como si tratara de sostenerla, de detener su mundo antes de que siguiera desmoronándose. El gesto fue tan inesperado queBulma se quedó rígida al principio, sin saber cómo reaccionar, pero poco a poco, su cuerpo empezó a temblar ligeramente.

—Goku… suéltame —murmuró, su voz apenas audible.

—No —respondió él con voz firme, sin apartarse— Tranquila, te llevaré a casa.

.

Los murmullos en los pasillos de la universidad eran como veneno, expandiéndose sin caminaba con firmeza, su mirada dura como el acero mientras se dirigía al salón donde lo esperaban los decanos y los oficiales de ética. La sala estaba llena, y el ambiente era sofocante, cargado de una tensión casi palpable. Todos los ojos se posaron sobre él al entrar, pero Vegeta no mostró ni un atisbo de nerviosismo.

Se acomodó en el asiento que le correspondía, su postura recta y dominante, mientras el resto del consejo permanecía expectante. Fue la decana principal quien rompió el silencio.


Hola! seguimos con este final, veo que hay muchos lectores de estos ultimos capitulos, Gracias! lo aprecio y si me dejan saber que piensan al respecto de estos giro de la historia, mejor!

Nos vemos!

AMAPOL