¡Hola lectores!


Goku intentó mantener su compostura, pero no pudo ocultar la tensión en sus hombros y la rabia contenida en su expresión.

—¡Goku! —gritó Krilin mientras lo alcanzaba—. ¡Tienes que venir rápido, Bulma te está buscando! Yo vine a avisarte, pero... —se detuvo al notar la expresión de Goku, algo profundamente extraño en él. —Oye, ¿qué te pasa? Te ves... diferente—

Goku detuvo su vuelo en seco, sus pies apenas flotando sobre las nubes. El viento agitaba su cabello desordenadamente, pero no hizo ningún esfuerzo por responder de inmediato. Simplemente bajó la mirada, apretando los puños con una mezcla de frustración y remordimiento.

—Krilin... hice algo terrible —dijo finalmente, su voz ronca, como si las palabras le pesaran. —No sé cómo explicarlo, pero... — hizo una pausa, tragando saliva mientras cerraba los ojos con fuerza. —Estaba tan enojado, no pude controlarme—

Krilin, sorprendido por el tono inusualmente vulnerable de Goku, se quedó en silencio por un momento antes de preguntar con cuidado.

—¿Qué hiciste, Goku? ¿Tiene que ver con Bulma? ¿Por qué estás así? —

Goku asintió lentamente, sintiendo el peso de cada palabra que estaba a punto de pronunciar. Sabía que no podía retractarse de lo que había pasado, y ese pensamiento lo carcomía.

—Ella... —dijo, apretando los dientes. —Ella tenía su olor, Krilin. El maldito olor de Vegeta. No pude soportarlo... — Las palabras salieron casi como un gruñido, cargadas de ira reprimida— Estaba tan furioso... No quería hacerle daño, pero lo hice. La lastimé—

Krilin lo miró boquiabierto, incapaz de procesar lo que estaba escuchando. Goku, su mejor amigo, el hombre más noble que conocía, había hecho algo terrible, algo que ni siquiera podía imaginar. Pero lo que más lo inquietaba era la contradicción en la voz de Goku, un tira y afloja entre el arrepentimiento y la rabia.

—¿Qué pasó exactamente? ¿Qué le hiciste? —preguntó Krilin con cautela, sin querer presionar demasiado, pero necesitando entender.

Goku apretó los puños aún más fuerte, sus nudillos blancos de la tensión.

—La... la traté mal, Krilin. No me reconocí. Fue como si todo el odio que sentía por Vegeta... como si toda esa rabia explotara de golpe. Y ella... no merecía eso. ¡No lo merecía! — exclamó, pero enseguida su rostro se contrajo con una mueca de frustración. —Pero no puedo... No puedo dejar de pensar que algo pasó entre ellos, que ella... —se detuvo, casi temeroso de decirlo en voz alta. —Que lo dejó acercarse demasiado—

Krilin lo miró con los ojos muy abiertos, sintiendo la intensidad de la batalla interna de Goku. Era como si Goku estuviera en una lucha consigo mismo, incapaz de decidir si el remordimiento debía ganarle a su ira.

—Goku... pero, ella debia decirtelo, ¿Qué te ha dicho? —

—¡Me dijo que no! ¡Qué el... no, no paso nada entre ellos—

—¿Confías en lo que ella te dijo? —preguntó Krilin suavemente, esperando traer algo de calma a su amigo. Quizás si Goku confiaba en Bulma, las cosas podrían solucionarse.

Pero Goku no respondió de inmediato. Su mandíbula se tensó, y sus ojos se oscurecieron con una mezcla de duda y furia. Bajó la cabeza, su voz apenas un murmullo cuando finalmente respondió.

—No lo sé, Krilin. No sé si puedo. —La amargura en sus palabras era palpable, como si estuviera desgarrado por dentro—. Quiero creerle. Quiero confiar en ella, pero... cada vez que cierro los ojos, veo a Vegeta. Veo cómo la miraba, cómo estaba cerca de ella. ¡Y la ira vuelve! ¡No puedo controlarla! —exclamó, golpeando el aire con fuerza, como si estuviera enfrentándose a un enemigo invisible.

Krilin se estremeció ante las palabras de Goku. Nunca lo había visto así. Incluso en las peores batallas, su amigo siempre había mantenido la calma, pero ahora estaba al borde de un abismo, sumido en una confusión y furia que ni siquiera él parecía entender.

—Goku, escucha —intentó decir Krilin, con la voz más firme de lo que se sentía. —Lo que pasó entre tú y Bulma tiene que resolverse, y creo que pronto... no se si te acuerdas pero, Bulma es algo... especial y no quisiera imaginar su reacción ante esto—

Goku respiró profundamente, intentando calmarse, pero su mirada seguía perdida en la distancia. Sabía que Krilin tenía razón, pero el conflicto seguía ardiendo en su interior.

—Lo sé, Krilin... lo sé. Pero, ¿cómo puedo superarlo? ¿Cómo puedo dejar de sentir esto? —dijo finalmente, su voz cargada de una desesperación que pocas veces había mostrado. —Siento que la odio y no quiero que se acerque a mi más, incluso pense en pedirle a Shenlog que elimine esta unión, para que ambos nos desagamos de esta conección... — lo dijo cargado de malos pensamientos, al recordar sus palabras, su rechazo, como defendio a Vegeta en batalla, y aquella bofetada que termino por humillarlo... era como si eso lo nublara por completo.

Krilin, viendo la lucha interna de su amigo, no supo qué decir. Había visto a Goku superar todo tipo de pruebas físicas, pero esto era diferente. Esta era una batalla en su corazón y mente, y por primera vez, Krilin no sabía si Goku podía ganar esta pelea.

—Goku... solo piensa bien las cosas...—

Aquel saiyajin lo vio fijamente y sin poder responder, continuo su ida a toda velocidad.

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La nave de Bulma aterrizó en el jardín de la Corporación Cápsula en un silencio inquietante. Apenas había luz en el cielo, y la quietud que la rodeaba era casi insoportable. Al abrir la compuerta y descender por la rampa, sus pasos eran torpes, inestables. Cada movimiento la hacía estremecer de cierto dolor, y sus piernas vacilaban, recordándole el maltrato brutal que acababa de sufrir.

El vestido que llevaba, alguna vez lindo y ceñido a su figura, ahora estaba rasgado, deshilachado por todas partes. Las mangas colgaban de sus hombros, la tela destrozada dejaba al descubierto piel que ya comenzaba a teñirse de morado por los moretones que se extendían desde sus muslos hasta sus pantorrillas. Caminaba lentamente apretando los puños, sus uñas clavándose en las palmas de sus manos, intentando aferrarse a algo que la mantuviera en pie.

La mansión la recibía con la misma frialdad que ella sentía en su interior. Cada paso que daba en el corredor hacia su habitación resonaba en la inmensidad de la casa, pero en su mente, solo había ecos del encuentro que acababa de vivir con Goku. Aquello que había anticipado como un momento especial, lleno de emociones compartidas, se había transformado en un caos salvaje y devastador.

Los recuerdos la golpeaban con la misma intensidad con la que lo había hecho él. Su mirada aquella mirada que nunca había visto en él antes, cargada de furia, de una rabia contenida y casi animal, que lo había llevado a actuar de forma tan cruel. Recordaba cómo sus manos, normalmente cálidas y reconfortantes, la habían sujetado con una fuerza abrumadora, apretando su cuerpo contra el suyo hasta que le faltaba el aire. Había sido como si el Goku que conocía hubiese desaparecido, y en su lugar hubiera surgido algo más primitivo, algo irracional y consumido por los celos.

Las caricias no habían sido caricias en absoluto. Eran posesivas, ásperas, casi hirientes. Sentía aún el ardor en su piel donde él la había tocado sin control, sus manos grandes y poderosas deslizándose por su cuerpo con una desesperación que la asfixiaba. Los dedos de Goku se hundían en su carne, dejándole marcas, trazando líneas invisibles de dolor en cada rincón que alcanzaban. Cada vez que la agarraba, sentía como si la estuviera reclamando, como si quisiera asegurarse de que no le perteneciera a nadie más.

Sus celos fueron sofocantes, habían convertido lo que debería haber sido un momento de conexión en un acto de pura violencia. Goku, cegado por la rabia, había ignorado sus palabras, su resistencia, y la había tratado como si fuera un objeto, algo que debía poseer para aplacar su furia. Las palabras que había susurrado en su oído no eran de amor, sino de control, de una necesidad desesperada de hacerla suya de una manera tan brutal que cada parte de ella se sintió invadida y lacerada.

Con el cuerpo temblando, Bulma se detuvo ante la puerta de su habitación, aun con cierta capacidad de contener las lágrimas que se acumulaban en sus ojos. No lloraba por la experiencia en sí, lloraba por lo que había perdido, por la destrucción de algo que había creído único. La confienza entre los dos, todo se había esfumado en esa tormenta de celos y deseo desenfrenado. Había esperado que él se controlará, le creyera... pero en cambio, él la había devastado.

Entró en su habitación, y el silencio de la casa se volvió ensordecedor. Se despojó del vestido con dificultad, sintiendo cómo la tela rota rozaba las heridas y moretones en su piel. Cada movimiento le recordaba lo que acababa de pasar, la forma en que él la había sujetado contra el suelo arenoso, cómo había ignorado sus quejas, perdido en su propio deseo violento. Los moretones en su cuerpo eran el testimonio visible de lo que había sucedido, pero el verdadero dolor estaba en su interior, un dolor que no sabía si alguna vez podría sanar al ver la mirada de desamor de aquel.

Se dirigió al baño, abriendo el agua de la ducha sin siquiera mirarse en el espejo. No quería verse, no quería enfrentar lo que era ahora. Mientras el agua comenzaba a caer, se paró bajo la ducha, dejando que el calor intentara aliviar el frío que sentía por dentro, pero el agua no podía lavar la suciedad que sentía en su alma.

A medida que el agua caía por su cuerpo, las lágrimas comenzaron a mezclarse con las gotas que corrían por su rostro. Intentó cerrar los ojos, borrar de su mente las imágenes de él, pero no podía. Veía su rostro en cada segundo, la mirada oscura que no reconocía, las manos apretando su cuerpo hasta hacerle daño, la furia incontrolable en cada movimiento. Goku la había destruido, no solo físicamente, sino en lo más profundo de su ser y con eso solo admitia que la promesa que le dio la cumpliria, el ya no queria más... estar con ella.

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Krilin llegó a Kame House con el rostro tenso, visiblemente perturbado, mientras el sol caía detrás del océano. Apenas aterrizó en la arena, sus amigos, que lo esperaban en el interior de la casa, notaron su expresión preocupada. Dentro, el ambiente era pesado; el silencio reinaba, interrumpido solo por el sonido lejano de las olas rompiendo en la orilla. Todos sabían que algo estaba mal.

Roshi, con su típica calma inquieta, fue el primero en hablar.

—Krilin, ¿qué sucede? ¿Encontraste a Goku? —preguntó, inclinando un poco la cabeza mientras ajustaba sus gafas.

Oolong, sentado junto a Puar en el sofá, también se inclinó hacia adelante, ansioso por escuchar la respuesta.

—Sí, ¿qué pasó con Goku? Se supone que ya debería haber regresado... —intervino Yamcha, cruzado de brazos, con una mirada inquisitiva.

Krilin, respirando con dificultad, se detuvo en la entrada, como si las palabras que estuviera a punto de decir lo ahogaran. Sabía que la situación con Goku era mucho más grave de lo que cualquiera de ellos esperaba.

—Lo encontré... —empezó a decir lentamente, caminando hacia el centro de la sala. 18, que estaba apoyada contra la pared, notó la agitación en la voz de su esposo y frunció el ceño, preparándose para lo peor.

—¿Y qué pasó? —insistió Oolong, cada vez más inquieto.

Krilin bajó la cabeza, pasando una mano por su rostro como si intentara apartar el peso de lo que estaba por decir.

—Goku no está bien. Está... —vaciló por un momento, luchando por encontrar las palabras adecuadas—. Algo le ha pasado con Bulma. No es el mismo, está... furioso. Se siente culpable, pero al mismo tiempo está lleno de enojo. No puedo ni describirlo.

Las miradas de todos los presentes se cruzaron, llenas de incertidumbre. Yamcha se enderezó, más serio que de costumbre.

—¿Bulma? ¿Qué tiene que ver Bulma con esto? —preguntó, sus ojos abiertos de par en par.

Roshi entrecerró los ojos, con una expresión grave, entendiendo que lo que Krilin estaba a punto de contarles iba mucho más allá de lo que cualquiera de ellos esperaba.

Krilin suspiró profundamente, finalmente soltando la verdad.

—Goku... hizo algo terrible. Él... se descontroló. Cree que Bulma estuvo con Vegeta mientras él no estaba. Está convencido de que algo pasó entre ellos, y eso lo llenó de celos. —Hizo una pausa, notando el shock en los rostros de sus amigos. —Dijo que no pudo controlarse. La lastimó...— dijo con la voz quebrada.

18 frunció el ceño aún más, tratando de comprender la magnitud de lo que Krilin acababa de decir. Yamcha, en cambio, no pudo contener su sorpresa.

—¡¿Lastimó a Bulma?! —exclamó, dando un paso adelante—. ¡Eso no puede ser cierto! Goku nunca haría algo así... ¿verdad? —

Pero antes de que Krilin pudiera responder, desde la sombra de la escalera, una figura que hasta entonces había permanecido oculta escuchando cada palabra, salió de las sombras lentamente.

Era Milk. Milk apareció al pie de la escalera, pero su expresión no era de horror o preocupación como esperaban. Lejos de eso, una sonrisa extraña, fría y casi satisfecha, se asomó en sus labios. El brillo en sus ojos era inquietante, como si las palabras de Krilin hubieran despertado algo oscuro y calculador en su interior.

—¿Así que... Goku la lastimó? —murmuró Milk, su voz suave pero cargada de una extraña satisfacción.

Krilin, que no la había visto hasta ese momento, dio un pequeño sobresalto. Nadie esperaba esa reacción de ella. Todos los presentes se quedaron atónitos, observando cómo la expresión de Milk cambiaba de una ligera sorpresa a una emoción casi siniestra, como si lo que acababa de escuchar le hubiera dado una oportunidad inesperada.

—Milk... —intentó decir Krilin, con la voz insegura, todavía impactado por su reacción. —Yo... yo no sabía que estabas aquí... —

Pero Milk apenas lo escuchaba. Su mirada estaba perdida, como si estuviera procesando y saboreando lo que acababa de escuchar. Era como si la revelación de que Goku había herido a Bulma —y que esa herida no solo fuera física, sino también emocional— le hubiera dado una especie de ventaja que no había anticipado.

Los presentes intercambiaron miradas incómodas. Yamcha frunció el ceño, inquieto por la reacción de Milk. Sabían que Milk siempre había sido fuerte y directa, pero esa expresión en su rostro, esa chispa de satisfacción apenas disimulada, era algo que ninguno de ellos había visto antes.

—Milk, ¿estás... bien? —preguntó Roshi con cautela, tratando de entender lo que pasaba por la mente de la mujer.

Milk respiró profundamente, su sonrisa apenas visible ahora, pero la sombra de la satisfacción seguía en sus ojos. Se giró para mirar a los presentes, y finalmente respondió, con una voz tranquila, casi fría.

—¿Que si estoy bien? —repitió lentamente—. Sí, ahora que lo pienso... creo que las cosas empiezan a ponerse interesantes. —Su tono era afilado, y la extraña satisfacción en su voz no pasó desapercibida para nadie.

Oolong, siempre nervioso, se levantó del sofá, sin poder contener su incomodidad.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó, entre preocupado y confuso.

Milk avanzó lentamente hacia el centro de la sala, como si cada paso la acercara a una verdad que solo ella entendía. Su mirada seguía clavada en Krilin, quien parecía aún más incómodo bajo su escrutinio.

—Bulma y Goku... —dijo Milk lentamente—. Siempre pensé que algo así sucedería tarde o temprano. —Su sonrisa desapareció, dejando solo una frialdad en su expresión. —Pero que Goku la lastimara... eso significa que tal vez... ya no la quiere. Que quizá todo eso no fue más que un error—

El silencio en la sala se volvió aún más tenso. Todos comprendieron el subtexto de las palabras de Milk. Ella había esperado, soportado en silencio la relación entre Goku y Bulma, pero esta revelación de Krilin le daba una ventaja inesperada. Sabía que, si Goku había herido a Bulma, había una grieta en su vínculo, una que tal vez nunca se curaría. Y Milk no tenía intención de dejar pasar esa oportunidad.

—¿Qué estás insinuando, Milk? —preguntó 18, con los brazos cruzados, mirando a la mujer con sospecha.

Milk se encogió de hombros, con una indiferencia fingida.

—Lo que quiero decir es que quizá las cosas ahora sean diferentes. Si Goku ya no está... apegado a ella, entonces tal vez esto se acabe antes de lo que pensamos. Tal vez lo que había entre ellos se ha roto—

Krilin frunció el ceño, sintiendo que algo estaba mal en esa satisfacción de Milk.

—Pero Goku está confundido, Milk. No es tan simple... Está muy enojado, pero no significa que... —

—No significa que me preocupe, Krilin —lo interrumpió Milk, con una firmeza que cortó el aire—. Él tomará su decisión, y cuando lo haga, estaré ahí para asegurarme de que haga lo correcto.—

Yamcha observaba la escena con creciente inquietud, sabiendo que Milk estaba jugando con fuego.

—¿Qué piensas hacer? —preguntó finalmente, sabiendo que la respuesta no sería sencilla.

Milk no respondió de inmediato. En lugar de eso, lanzó una última mirada a Krilin, su satisfacción apenas contenida.

—Ya veremos —respondió simplemente, girándose hacia la puerta. Mientras se alejaba, el peso de sus palabras quedó suspendido en el aire, llenando la sala con una sensación de incertidumbre y miedo. Lo que Milk acababa de escuchar y su fría reacción indicaban que estaba dispuesta a usar esa información para alterar el curso de los acontecimientos.

Cuando Milk desapareció por la puerta, el silencio en Kame House se sintió más pesado que nunca. Krilin y los demás sabían que lo que ella había escuchado podría tener consecuencias devastadoras, pero nadie sabía exactamente qué haría ni cómo eso afectaría a Goku, Bulma y todo lo que estaba por suceder.

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Al día siguiente, fiel al hecho de que la paz no gobernaba por siempre, el ataque comenzó al medio día, justo cuando la calma reinaba en el templo de Kamisama. Nadie lo vio venir, pero cuando sucedió, fue como un latigazo brutal de energía oscura que recorrió cada rincón del sagrado lugar. Un científico despechado, uno de los últimos rezagados de la Patrulla Roja, había emergido desde las sombras, obsesionado con vengar su caída.

Este hombre, de rostro demacrado y ojos inyectados en locura, había encontrado una forma de manipular una energía maligna, canalizando su odio y resentimiento en un dispositivo infernal diseñado para destruir a los Guerreros Z desde dentro. Su plan era simple: acabar con los más fuertes mediante una energía corrupta que se adhería a sus propios poderes, devorándolos, debilitándolos hasta dejarlos sin fuerza.

El caos comenzó a desatarse sin previo aviso. La energía oscura se esparció como una marea negra, cubriendo el templo y alcanzando a los Guerreros Z dondequiera que estuvieran. Gohan, entrenando con Piccoro, fue el primero en sentirlo, como si algo estuviera drenando su ki, debilitando su fuerza vital. —¡¿Qué está pasando?! — jadeó, cayendo de rodillas mientras Piccoro observaba el oscuro horizonte, sintiendo cómo aquella energía se apoderaba del aire, sofocante y opresiva.

Dende, desesperado al ver cómo todos se desplomaban, contactó telepáticamente a Trunks. "Trunks, busca a Bulma en su laboratorio... la necesitamos. Hay un dispositivo que puede detener esta energía, pero necesitamos su mente ahora".

Trunks, con el corazón acelerado, voló a máxima velocidad hacia la ciudad, dejando atrás el caos creciente. Encontró a su madre inmersa en su trabajo, completamente ajena a lo que sucedía en el templo. —"¡Mamá, te necesitamos ahora! Es urgente, Dende te necesita para detener esta energía. ¡Es algo científico!" —

Bulma, al escuchar la palabra "científico", se detuvo un momento. Rápidamente comprendió la gravedad del asunto y dejó todo. —Dime exactamente qué está pasando— dijo mientras comenzaba a empacar herramientas y dispositivos. Trunks le explicó la solicitud de Dende sobre un dispositivo que neutralizara esa energía.

—Entiendo— diciendo eso, su mente empezo a maquinar como seria el desarrollo de ese dispositivo. —¡Lo tengo! —dijo con determinación, aunque sus ojos reflejaban preocupación.

Mientras tanto, en el campo de batalla, los Guerreros Z continuaban debilitándose. Vegeta, desde las alturas, observaba con horror cómo su propio poder parecía desvanecerse. "¿Qué demonios está pasando?", gruñó, sintiendo el drenaje. Al percibir el epicentro del ataque en una calle específica de la ciudad, voló hacia allí, solo para encontrarse con Goku ya presente, visiblemente frustrado.

—Esto no se trata de fuerza...Es algo más... algo que no podemos resolver con nuestros puños— reconoció Vegeta con rabia contenida.

—Lo sé— respondió Goku, apretando los puños con impotencia, mientras observaba a los humanos desplomándose, víctimas de aquel campo invisible que los envolvía.

Vegeta, sin perder tiempo, murmuró con deducción... —La única que podria con esto es Bulma...—

Trunks apareció, aterrizando junto a ellos, con un alivio desesperado en su rostro. —¡Mi Mamá ya está en marcha hacia el templo! Dende dijo que se trataba de una dispositivo que absorbia energia! — gritó, tratando de insuflar esperanza en la situación que parecía volverse más desesperada por segundo.

Poco después, Bulma llegó al templo, salto desde su nave con precisión y rapidez, para ir hacia Dende, activó el dispositivo que el Joven Kamisama le había pedido, desactivando el campo oscuro. El alivio fue inmediato; ella suspiro con cierta sonrisa en su rostro mientras se limpia cierto sudor de su frente, los Guerreros Z sintieron que su energía volvía, pero no tuvieron tiempo para celebraciones.

Vegeta, ahora sintiéndose revitalizado y muy enojado por el incomodo momento no perdió un segundo. —Esto me la pagaran— Con una furia descomunal, desató una explosión de energía, destruyendo el campo restante junto con todo lo que había en su radio. No le importó quién estuviera allí; no pensó en los humanos atrapados en las calles. La devastación fue total.

Goku observó con creciente ira cómo Vegeta lo hacía sin reparo alguno. —¡Que demonios te pasa! ¡habia humanos en esa area! ¡Los mataste! — gritó, con los ojos llenos de rabia.

Vegeta, con una fría sonrisa, lo desafió. —No iba a asumir riesgos, Kakarotto. Si nadie sabía dónde se encontraba el dispositivo, la mejor solución era acabar con todo—

—¡Mataste a inocentes! —, exclamó Goku, lleno de ira. Trunks, Piccoro y los demás miraron helados ante la fría indiferencia de Vegeta.

—Eso no me importa— respondió Vegeta con una voz gélida. —¿Tienes alguna objeción? — Lo retó, con la barbilla alzada, seguro de su decisión.

Goku apretó los dientes, sus músculos tensos, listo para explotar, pero Piccoro intervino. —Generarás más muertes si haces algo ahora, Goku—

Lleno de rabia contenida, aquel no dijo más. Salió volando, huyendo de la escena antes de que la situación escalara.

—Cobarde...— susurró Vegeta con desprecio mientras Goku se perdía en el horizonte.

Los Guerreros Z, aún atónitos, volaron de regreso al templo a excepción de Trunks quien se quedo con su padre. Al llegar, encontraron a Bulma hablando con Dende, rodeada de herramientas y cables. Todos la miraron con sorpresa. Hacía tanto que no la veían, y al parecer, había recuperado más que su memoria. Se había convertido en su antigua Bulma, aunque algunos como 18 la observaban con encutriño, sabiendo lo que había ocurrido entre ella y Goku.

De repente, el saiyajin de cabellos alborotados apareció en el templo, su presencia era imposible de ignorar. Todos lo miraron en silencio al ver su postura tensa y la mirada gelida de él, todos menos Bulma, quien seguía discutiendo con Dende sobre el dispositivo que acababa de usar. Pero cuando giró su rostro, sus ojos se encontraron con los de Goku. En esos pocos segundos, ambos sintieron el peso de todo lo que había pasado entre ellos. Goku, con una expresión endurecida, desvió la mirada y pasó de largo, sin saludarla.

El aire se volvió tenso cuando él, con frialdad, habló: —Dende, Vegeta destruyó esas manzanas llenas de humanos por aquel dispositivo—

Bulma, quien ya estaba bastante incómoda por su fría actitud al escuchar sus palabras, quedó paralizada. —No, Vegeta otra vez...— susurró con conmoción.

Dende asintió, cargado de pesar.

—Ya usamos las esferas... pero las necesitaremos otra vez, ya que este imbécil no tiene escrúpulos— dijo Goku con amargura.

Bulma reaccionó, sintiendo el golpe de la realidad. —Eso no puede ser...—

Goku, aún sin mirarla directamente, explotó. —¿Qué esperabas? ¿Acaso piensas defenderlo otra vez? —

La tensión en el templo se podía cortar con un cuchillo. Todos se quedaron en silencio, incómodos. Goku estaba visiblemente alterado, mientras Bulma intentaba procesar todo.

—Buscaré a Vegeta— dijo finalmente Bulma, con determinación. —Él no puede seguir actuando así—

Las palabras de Bulma fueron como una chispa en un barril de pólvora. Goku, furioso, reaccionó de inmediato. —¿¡Qué dijiste!? ¿¡Piensas que puedes calmarlo!? ¡No tienes idea de lo que estás diciendo! —

El tono de Goku era rabioso, lleno de celos y frustración, algo que todos notaron y se miraron entre ellos sabiendo que estaban ante algo más profundo que una simple discusión sobre aquella situación.

—El no puede destruir esta ciudad, ni este mundo, ya estoy harta de todo esto— insistió Bulma, desafiante.

—¿De verdad crees que te escuchará? ¡Seguro seguiras defendiendolo, pase lo que pase! — rugió Goku, perdiendo el control. —¡No entiendes! ¡No lo harás cambiar! —

Bulma apretó los puños, tratando de mantener la compostura. Pero su paciencia se agotaba rápidamente. —¡solo estoy diciendo que hablaré con el! — respondió, su voz llena de furia.

El ambiente en el templo seguía tenso, con las miradas de todos fijas en Goku y Bulma. El saiyajin no podía contener sus propios impulsos, sobre todo al tenerla a pocos metros de él y aun destilando enojo.

—¡¿Ahora insinuas que debes acercarte a él?! ¡¿Nuevamente?!— gritó Goku, sus palabras llenas de enojo. —¡Siempre pasa lo mismo! ¡Sabes cómo es Vegeta y aún así insinúas que estas segura cerca de él! —

Bulma lo miró con frustración, tratando de mantener la calma. —Goku, no es lo que piensas...— intentó explicar, pero su tono revelaba su propia irritación.

—¡No quiero escucharte! ¡Sé lo que pasa cuando Vegeta está cerca! ¡Y tú siempre lo dejas pasar como si nada! — bramó Goku, su energía brotando sin control.

—¡Basta! ¡Estás exagerando! ¡No es lo que crees, y lo sabes! — respondió Bulma, su paciencia agotándose. Ella trataba de calmar la situación, pero cada palabra de Goku la llevaba más cerca del límite.

Yamcha, al ver cómo la discusión escalaba, dio un paso adelante. —Goku... tal vez deberías calmarte un poco. No tiene sentido pelear así...—

—¡No te metas, Yamcha! — lo interrumpió Goku bruscamente, su mirada afilada como una daga. ¡Esto no es asunto tuyo! ¡Ni de nadie más! —

Yamcha retrocedió, visiblemente incómodo y molesto por la agresividad de Goku, pero decidió no responder. Todos empezaron a sentirse tensos, el amigo sociable y tratable que alguna vez conocieron, no existia delante de ellos, parecia una bestia sin control.

Bulma, incapaz de soportar cómo Goku trató a Yamcha, estalló. —¡No puedes hablarle así! ¡Él solo intentaba ayudar, no tiene la culpa que estes actuando como un imbecil! —

—¿Imbecil? —, gritó Goku, dando un paso más hacia ella, su presencia intimidante. —¡Te acercas a Vegeta como si todo lo que él ha hecho no importara! Y ¿me llamas imbecil? —

Bulma lo fulminó con la mirada, sus ojos llenos de rabia y dolor. —¡No me estoy acercando a Vegeta! ¡Eso lo sabes bien! ¡Pero si sigues actuando así, solo estás empeorando las cosas! —

Dende, preocupado por la situación que se desarrollaba frente a sus ojos, intentó calmar las aguas. —Por favor, Goku, Bulma... creo que podrian controlarse—

—¡Él es un asesino! —volvio a decir Goku con el ceño fruncido realmente enojado. —¡Debi acabarlo ese mismo día y te entrometiste! —

—Es suficiente Goku— menciono Piccoro acercandose a ellos. —Controlate—

Ambos lo ignoraron completamente, atrapados en una tormenta de emociones que ninguno de los dos parecía capaz de detener. Goku, aún furioso, volvió a levantar la voz. —¿Siempre harás lo mismo?—

Bulma se quedo absorta viendo en los ojos de Goku la desconfianza, la cruda y cruel decepción como si ella fuera una mentirosa sin palabra. No podía creer lo que estaba escuchando. —¡No estoy defendiéndolo! ¡Esto no tiene nada que ver con Vegeta! ¡El problema eres tú y tu maldita desconfianza! ¡Que diablos te pasa, no eres el mismo... que yo conoci...—

Gohan y los demás escucharon eso como un presagio, Bulma estaba llegando al limite.

En ese momento, incapaz de soportar más, Bulma dio media vuelta con intención de marcharse.—¡Me voy de aqui! ¡Esto es absurdo! — diciendo eso avento una capsula a la plataforma y ya que estaba en jeans, treparia rapidamente.

Pero cuando estaba a punto de hacerlo Goku, aún enfurecido, la tomó del brazo con firmeza, impidiéndole dar un paso más. —No te vas a ir hasta que terminemos esto, esto se debe acabar— dijo, su voz baja y tensa, mientras su poder hacía vibrar el aire a su alrededor.

—Asi ¿Qué piensas hacer al respecto? — respondio Bulma mirandolo fijamente aunque la incredulidad de sus intenciones eran evidentes.

La mirada de Goku se endureció, como si cada palabra que escuchaba de Bulma lo empujara más allá del límite de su paciencia. Aún con su mano firmemente sujeta al brazo de ella, sus ojos se clavaron en los de Bulma, llenos de una frialdad inesperada, una que jamás habría mostrado antes.

—¿Qué voy a hacer al respecto? —aquel susurro en un tono helado que nunca antes había usado con ella. Se inclinó ligeramente, acercándose para que sus palabras fueran claras y tajantes. —Voy a hacer lo que debí haber hecho hace mucho tiempo... dejarte ir—

Bulma lo miró incrédula, incapaz de creer lo que estaba ocurriendo. —¿Qué estás diciendo? ¡Eso no es cierto! ¡Suéltame, idiota! —le recrimino ella queriendo safarse de él, sintiendo que estaba llegando demasiado lejos aquel enojo que parecia un fuego dificil de apagar.

Pero él no la soltaba. La tensión en el aire era insoportable, y todos los que los rodeaban miraban con preocupación la escena, pero nadie podia entrometerce, aquellos dos, eran dos fuegos y dos dinamitas, sabian que Bulma podia reaccionar como un barril de polvora y al parecer el ser apacibble que alguna vez fue su amigo, ahora confluctuado por aquella situación no existia.

Bulma suspiró, sintiéndose abatida por la intensidad con la que Goku la confrontaba, sabiendo que todo esto era el resultado de sus propias acciones. Tratando de encontrar una última chispa de razón, miró a Goku a los ojos, con la esperanza de que él pudiera escucharla más allá de su enojo.

—Goku... —dijo suavemente, aunque su voz temblaba con la carga emocional de lo que estaba por decir— no puedo cambiar lo que pasó, la estupida fui yo, pero lo único que te puedo decir ahora con toda sinceridad es que, a pesar de todo, eres tú a quien amo. Siempre sera asi amor—

Las palabras de Bulma cayeron como un golpe directo a los sentimientos del saiyajin. Ese "siempre será así, amor" resonaba en su mente, rompiendo la barrera de ira que lo había cegado. Sus manos, que hasta hace un momento la sujetaban con firmeza, la soltaron de inmediato, como si el peso de su furia se esfumara en un solo instante. Goku la miró, notando por primera vez la vulnerabilidad en sus ojos, el arrepentimiento que ella había estado cargando y que él había ignorado en su enojo. Su respiración, antes agitada y pesada, comenzó a calmarse, y la energía que lo rodeaba se desvaneció lentamente. El Saiyajin sintió cómo esa rabia interna, que lo había consumido, descendía poco a poco-

Por un momento se quedó inmóvil, mirando a Bulma como si estuviera viendo a través de ella, pero al mismo tiempo, algo en su interior seguía luchando. La confusión persistía con una mezcla de alivio y dolor.

—Bulma... —murmuró, pero las palabras se ahogaron en su garganta. No sabía qué decir. No sabía cómo responder a lo que acababa de escuchar.

Sin poder lidiar con las emociones que lo abrumaban, Goku dio un paso atrás, aún sentía la necesidad de escapar, de alejarse para pensar, para entenderse a si mismo.. Sin decir una palabra más, se dio la vuelta y, en un rápido destello, desapareció en el aire, dejando a todos los presentes sumidos en un silencio incómodo.

El viento golpeaba su rostro mientras volaba, pero ya no era su furia la que lo empujaba. Era algo más profundo, algo más personal. Mientras se alejaba, una mezcla de tristeza y alivio lo acompañaba. Por ahora, lo único que sabía era que necesitaba espacio, aunque el eco de las palabras de Bulma seguía repitiéndose en su mente. "Siempre será así, amor."

La peliazual quedó sola al costado de su nave, rodeada por el silencio incómodo de quienes la habían visto discutir con Goku. Krilin, con su mirada baja pero con el valor que le daba su amistad de años con Bulma, se acercó lentamente. Aunque conocía el temperamento explosivo de la mujer, no podía evitar preocuparse por ella.

—¡Bulma! — grito Yamcha acercandose a ella.

—Bulma...— la llamo Krilin con un tono cauteloso —creo que deberías hablar con Goku. Estoy seguro que se pueden amistar... somos amigos y ustedes siempre han sabido cómo resolver las cosas, siempre a sido así y aunque ahora... ustedes...—

Bulma abrió la boca para responder, pero antes de que pudiera decir una palabra, se escucharon pasos decididos. Todos en el templo miraron hacia donde resonaban, era Milk, ¿como llego ahí o desde cuando estuvo? nadie lo sabia, ni el mismo Gohan que se quedo sorprendido de su presencia viendo como ella caminaba hacia Bulma con un rostro lleno de ira contenida.

—Hasta que por fin, te tengo cara a cara— diciendo eso y sin advertencia, y con la fuerza de un rayo, Milk le dio a Bulma una bofetada resonante. El impacto fue tan fuerte que la cabeza de Bulma giró hacia un lado, dejando un enrojecimiento instantáneo en su mejilla. Cada uno de los presentes sintio la gravedad del momento. Los ojos de krilin y los demás tensos tensos, los de Piccoro serios e inmutables, incluso Gohan llenos de asombro y dolor por lo que acababa de presenciar. 18 se quedó boquiabierta moviendo su cabeza hacia ambos lados presintiendo que esto solo iba a empeorar todo, Bulma no aguantaría más...

—¡Todo esto es por tu culpa! — gritó Milk, su voz temblando de furia. —¡Tú lo cambiaste! ¡Tú lo hiciste así! ¡Has convertido a Goku en alguien irreconocible! —

Bulma la miró atónita, sabia que este momento llegaria, pero no de esa forma, no delante de todos, no con el pesos de sus acciones tan expuestas, tenso los labios preparandose para lo que venia...

—¡Goku ya no es el hombre que era! Todo por ti. ¡Tú lo alejaste de todo lo bueno que el conocia! ¡Tú lo hiciste cambiar, lo hiciste frío, distante! ¡Y ahora, otra vez, el mundo está en peligro porque tú no puedes cerrar tus piernas! —

Cada palabra era como una cuchillada en el corazón de Bulma. El dolor de la bofetada se desvanecía, pero las palabras de Milk se hundían profundamente en su ser.

—¡Qué demonios...!— musito la peliazul totalmente ofendida.

—¿Es que no te importa lo que venga después? Vegeta esta al borde del colapso de su desquiciada mente y Goku ya no se controlará más, ¡Y cuando ellos peleen, será el fin de todo! —

—Eso no es cierto...— respondio ella pero sus palabras sonaban vacias, sin el impetu de su carácter.

—¡Eres la unica responsable y ahora ya no hay vuelta atrás! Sin embargo debes aceptar de una buena vez, ¡Goku ya no te quiere! — gritó Milk, con una voz llena de desprecio. —Él mismo lo dijo... ¿Y sabes qué más me dijo? ¡Que pensó en deshacerse de ti, romper completamente el vínculo que los unía! —

La cara de Bulma se contrajo de espanto, dolor y sorpresa. Las palabras de Milk la golpeaban con una crueldad que no podía procesar de inmediato. Era como si su corazón estuviera siendo arrancado a pedazos, uno por uno.

—Eso, no puede ser cierto, ¡Mientes!— menciono tratando de aferrarse a cualquier pedazo de logica. Su mirada estaba perdida, como si no pudiera quisiera comprender la magnitud de lo que estaba escuchando. —No tienes idea de lo que hablas... —

Krilin, incapaz de soportar más, intervino, colocando una mano en el hombro de Milk. —Milk... no puedes decir eso. No es verdad, Goku no siente eso realmente...—

—¡¿No?! — replicó Milk con una voz cortante. —¡Claro que lo es! ¡El mismo te lo dijo! —

Krilin vaciló.

—Incluso dile, que ya sabemos que la lastimo, todos lo sabemos... Goku te trato como un simple objeto, tambien se lo dijo a Krilin—

Krilin quería detener a Milk, quería decir algo para proteger a Bulma, pero las palabras se le atoraron en la garganta. No podía negarlo. Goku había hablado con él, le había confiado sus sentimientos, sus confusiones... y sabía que, en parte, Milk tenía razón.

—¡Esas no fueron sus palabras! — interrumpio Yamcha muy mortificado por el accionar de la pelinegra.

Bulma lo vio en los ojos de Krilin. Esa pequeña vacilación, esa duda que confirmaba todo. No necesitaba más pruebas. Sintió cómo su estómago se hundía, y un dolor agudo comenzó a expandirse en su pecho.

—¿Lo ves? — continuó Milk, notando la reacción de Krilin y aprovechándola al máximo. —Ni siquiera puede negarlo. Todo esto... todo esto ha pasado porque tú no supiste mantenerte al margen. Si Goku y Vegeta terminan enfrentándose, si el mundo se destruye, será tu culpa. ¡Tú eres el centro de este desastre! —

—Basta...— pronuncio la peliazul mientras sus puños se tensaban y su ira empezaba a reemplazar su condura.

—¡Mamá por favor! ¡detente! — le dijo Gohan acercandose a ella, pero claramente podia sentir la energia de su progenitora, era poderosa llena de enojo acumulado y de descargo cruel y frio.

Milk cruzo sus brazos, la miraba retadoramemte a la peliazul... —No, ella debe de una vez entender, que todo se acabo, si tu padre la lastimo, es porque ella, ya no significa nada para él, es un estorbo—

—¡De que estas hablando! ¿Qué quieres decir con que la lastimo? —pregunto Gohan apesadumbrado, mientras todos se mantenian en silencio, todo ello se habia desborado.

—¡Callate! ¡Es suficiente!— grito la peliazul con los ojos llenos de ira y vergüenza al sentirse tan expuesta.

—A mi jamás me hizo algo así... imaginate, como un hombre puede lastimar a una mujer Gohan, ella se lo merecia— musito con desprecio y revancha.

Pero Bulma no pudo contenerse más, levanto la mano y contundentemente sin que nadie pueda evitarlo estampo un bofeton en la boca de la pelinegra con toda la fuerza que pudo, permaneció inmóvil por un instante después de la bofetada, su respiración acelerada, el sonido del golpe resonando aún en el aire. La sala estaba en completo silencio, como si todos los presentes hubieran contenido el aliento. Los ojos de Milk se abrieron de par en par, sorprendida por la inesperada reacción de la peliazul, pero el destello de furia no tardó en cruzar su mirada.

Con el rostro aún marcado por la bofetada, Milk apretó los dientes, su mandíbula tensa, pero antes de que pudiera decir algo o reaccionar, Bulma, con los ojos encendidos y el cuerpo roto de rabia, rompió el silencio.

—¡No te atrevas a volver a decir algo como eso! — exclamó Bulma, su voz cargada de indignación. —Tú no sabes nada sobre mí, ni sobre mi relación con él o sobre lo que realmente sucedió. ¡No seré tu chivo expiatorio, Milk! —

La peliazul dio un paso adelante, encarándola directamente, y a pesar del dolor que sentía por dentro, la fuerza de su carácter brilló más fuerte que nunca. — Si crees que puedes venir aquí y ofenderme, estás muy equivocada. No importa lo que pienses de mí o lo que quieras creer, ¡no soy una víctima que puedas aplastar! —

Milk, todavía con la mano en la mejilla, intentó interrumpir, pero Bulma no le dio oportunidad. —¡No te creas inocente! Goku cambió, sí, pero yo no soy la unica responsable— diciendo eso la miro fijamente dandole a entender que su carácter de mierda habia contribuido en todo.

Gohan, que estaba siendo testigo del intercambio, dio un paso hacia adelante, su rostro lleno de confusión y preocupación. —Pero, mamá, ¿de qué estás hablando? ¿Qué le pasó a Bulma? —

Bulma levantó una mano, deteniéndolo. —No es asunto tuyo, Gohan, ¡ni tuyo, ni de nadie!— dijo, su voz más enfatida mirando a todos ahora sabiendo que aquellos sabian lo que habia sucedido.

—¿Acaso te averguenza? Deberias decirselo— menciono Milk desparramando más zizaña.

Bulma se volvió hacia Milk, su mirada fría y desafiante, como si cada palabra fuera una daga destinada a romper cualquier ilusión de superioridad que la otra pudiera tener. Se cruzó de brazos, manteniendo su postura firme, y su voz salió con una intensidad que llenó el aire.

—¿Realmente piensas que con tus palabras podias venir aquí, frente a todos, y lastimarme? —dijo, su tono cargado de una ira contenida—. ¿Que podías decirme que me lo merecía, y verme debil y rota? ¿Querias verme llorar? Seguramente querias regocijarte en mi sufrimiento, ¿verdad?... —

Dio un paso hacia adelante, su rostro endurecido por el desafío.

—¿Sabes porque tengo a Vegeta y Goku peleando por mi? —

Milk no se quedo atrás, la miro fijamente con la cabeza erguida y los ojos vidriosos conteniendo las lagrimas pero no la ira. —Eres una zorra—

Bulma dejó escapar una risa amarga al escuchar el insulto de Milk, sus ojos brillando con una mezcla de decepción y determinación. Dio otro paso hacia adelante, invadiendo el espacio de Milk, y habló con una calma cortante que hacía temblar el aire a su alrededor.

—¿Una zorra? —repitió, dejando que la palabra colgara en el aire por un momento—. ¿Eso es todo lo que tienes? ¿Eso es lo mejor que puedes hacer? ¿Insultarme porque no puedes soportar lo que soy? Lo que tú nunca serás. —

La tensión entre ambas era palpable, todos estaban helados, jamas se imaginaron presenciar algo así pero tampoco podian detenerlo. Bulma continuó, acercandose peligrosamente a la pelinegra, sin importarle que en fuerza ella estaba en desventaja.

—Te responderé... porque soy más de lo que tú podrías comprender. No se trata de mi cuerpo, ni de lo que piensas que soy. Es porque ellos saben quién soy realmente, algo que tú, Milk, jamás lograrás entender. No soy perfecta, pero soy alguien que nunca ha necesitado esconderse detrás de nadie para sentirse poderosa y ellos... lo saben, tengo agallas para enfrentar lo que sea... y he estado siempre a pie de lucha con mi inteligencia y mi carácter, tengo más de lo que una simple mujer puede ofrecer, tal vez... lo que un saiyajin busca prefiere es algo inalcansable—

Sus palabras fueron duras, implacables, y Bulma dio un último golpe verbal antes de dar un paso atrás. —Estas peleando contigo misma. Yo ya gané—

El silencio volvió a golpear como algo sepulcral, pero esta vez, estaba cargado de respeto. Nadie, ni siquiera Milk, podía ignorar la fuerza de voluntad que emanaba de Bulma en ese momento. Krilin, que había estado intentando intervenir, se quedó en silencio, reconociendo que Bulma no necesitaba defensa, porque ella misma era más que capaz de luchar su propia batalla.

Aquella peliazul ahora sin mirar a nadie subio a su nave, y antes de que encendiera el motor, vio a los ojos a aquel joven que se poso delante de ella... Gohan, quien fue el unico que pudo ver la verdad que escondian sus ojos...

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Bulma se encontraba sola en la nave, mirando al infinito desde la ventana de cristal. El horizonte se desplegaba ante ella, un mar de colores opacos y fríos que reflejaban el tormento en su interior. Las lágrimas caían de sus ojos, sollozos silenciosos que se mezclaban con el rugido del viento exterior. No podía permitirse mostrar debilidad delante de los demás, pero aquí, en la intimidad de su nave, el peso de su dolor se hacía inaguantable.

El eco de las palabras de Milk retumbaba en su mente como un tambor cruel e incesante. "Él quería eliminar el vínculo..." La verdad era innegable y brutal. Lo que más la atormentaba no era solo la ruptura, sino el hecho de que todos ellos ahora conocía la brutalidad que había experimentado. ¿Cómo pudo Goku ser tan despiadado? ¿Cómo había permitido que todos supieran tal acto?

"Se lo dijo a Krilin. Todos lo sabían..." La traición no solo provenía de Goku, sino de los que habían presenciado su desdén. Cada mirada, cada comentario. La vergüenza y la ira se entrelazaban en su pecho, creando una tormenta emocional que la dejaba sin aliento.

¡La rabia la consumía! Había algo en su interior que no podía contener. La impotencia de haber sido expuesta y menospreciada la había llevado a un punto de ebullición. No podía dejar que esto quedara así, no podía permitir que él saliera impune de su traición. Goku... el ser en quien confio plenamente, quien fue su amigo, su amante, su compañero... había decidido que ella no significaba nada para él. El mundo lo sabía, y eso la llenaba de una furia insaciable.

Bulma se dio la vuelta y comenzó a golpear la consola de su nave, cada golpe cargado de la intensidad de su dolor y furia. "No se lo perdonaré," murmuró entre dientes, sus palabras cargadas de una determinación fría y despiadada. "No dejaré que esta humillación sea todo lo que quede de mí. Si él quiere terminar con todo, yo también lo haré. Terminaré lo que él empezó."

Su voz era un susurro de furia contenida, una promesa de venganza y resolución. No se permitiría ser una víctima, no otra vez, no permitiría que sus sentimientos y humillación se convirtieran en una derrota.

Las lágrimas seguían cayendo, pero ahora estaban acompañadas por una determinación de hierro. En su mente, el horizonte no era solo un vasto vacío, sino un campo de batalla donde ella estaba dispuesta a luchar hasta el final. "Él me lo dijo... yo no lo creí, si quiere acabar con lo que tenemos, yo voy a asegurarme de que no quede nada, ni siquiera cenizas..."

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—Lo que hiciste al destruir el campo... no está bien. No puedes seguir matando gente sin más, sin pensar en las consecuencias.—

Vegeta escuchaba atentamente los reproches de su pequeño hijo. —Soy un guerrero, y a veces se deben tomar decisiones difíciles para minimizar los riesgos. Eso es lo que hace un saiyajin de élite.—

Trunks apretó los puños, incapaz de contener su frustración. Su mirada se encontró con la de su padre, lleno de una mezcla de ira y desesperación.

—Eso no justifica lo que haces —insistió Trunks, su voz temblando de rabia—. ¡No puedes tratar a las personas como si fueran descartables! Todos piensan que eres un monstruo, alguien sin alma. ¡Incluso Goku...!

El nombre de Kakarotto hizo que el semblante de Vegeta se endureciera aún más. Lentamente, giró la cabeza hacia su hijo, y sus ojos se estrecharon, como si el simple hecho de escucharlo mencionar a su eterno rival despertara algo oscuro en su interior. Su voz se volvió más baja, más amenazante, pero no menos afilada.

—¿Piedad? ¿Qué me importa lo que piensen los demás? —escupió con desdén, sus palabras llenas de veneno—. Las vidas de los débiles no valen nada para un verdadero guerrero. No he llegado hasta aquí siendo misericordioso, Trunks. La compasión no forja a los reyes. —

Trunks suspiro con desilución. —¿Acaso existe algo que aprecies realmente, papá? —

Vegeta lo miro sorprendido.

—Si sigues así... puedes perderlo todo— menciono el pequeño.

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El pequeño Trunks regresó a la Corporación Cápsula, el cielo oscuro marcaba el final de un largo día lleno de tensiones y emociones. Mientras caminaba por los jardines, sus pasos se hicieron más lentos al ver a su madre de pie, sola en medio de la quietud nocturna. Bulma estaba mirando hacia el cielo, como si buscara respuestas entre las estrellas, su postura serena pero cargada de una melancolía que su hijo, incluso a su corta edad, podía percibir.

Bulma llevaba un ligero vestido de seda azul que caía con suavidad sobre su cuerpo, apenas ondeando con la brisa fresca de la noche. Era sencillo, adecuado para una noche tranquila en casa, pero no dejaba de realzar la elegancia natural que siempre la había caracterizado. El cabello, suelto y enredado con delicadeza, se deslizaba sobre sus hombros, reflejando la luz tenue de la luna. A pesar de las dificultades del día, su rostro mantenía esa belleza serena que parecía inmortal. Sus labios estaban apretados en una línea fina, y sus ojos, aunque parecían contemplar la inmensidad del cielo, estaban cargados de pensamientos que pesaban en su corazón.

Trunks se quedó mirándola a unos metros, sin hacer ruido. En ese momento, para él, su madre no era solo la mujer fuerte que siempre lo protegía, sino alguien vulnerable, cargada de sentimientos que él apenas empezaba a comprender. Había una quietud en su expresión, una mezcla de tristeza y determinación, y aún así, en sus gestos, seguía siendo la mujer más hermosa y valiente que conocía.

Decidido, Trunks se acercó lentamente, sin hacer mucho ruido. Cuando estuvo a su lado, ella bajó la vista, sorprendida por la presencia de su hijo. Sus ojos se encontraron, y en ese instante, ninguna palabra fue necesaria. El pequeño Trunks, con una mirada llena de ternura y comprensión, dio el último paso y envolvió sus brazos alrededor de su madre.

Bulma lo abrazó, rodeándolo con la misma calidez con la que lo había hecho desde que era un bebé. A pesar de todo, su amor por él era inquebrantable, y en ese abrazo encontró un consuelo que ni siquiera el silencio de la noche podía ofrecerle.

—¿Estas bien?— preguntó Trunks al verla sonreírle

—Si, pero necesito pedirte algo, si lo hago por mi cuenta puedo demorar más de la cuenta— mencionó ella.

Trunks la observó fijamente. —Pídeme lo que necesites, yo lo cumpliré mamá —

Bulma mantenía a su hijo en sus brazos, su respiración era suave, pero dentro de ella un torbellino de emociones la mantenía inquieta. Trunks sentía el latido acelerado de su madre, algo estaba rondando su mente, algo que ni siquiera él podía adivinar. Después de unos segundos más en silencio, Bulma se apartó ligeramente, mirando al pequeño con ojos serios pero llenos de cariño.

—Trunks, necesito que hagas algo por mí —dijo, su voz baja y cargada de una determinación inusual.

El niño la miró confundido, sus ojos reflejaban la inocencia de no entender lo que se avecinaba.

—Quiero que me ayudes a encontrar las esferas del dragón —continuó Bulma.

Trunks la observó en silencio, como si procesara cada palabra. Habían usado las esferas antes, pero no esperaba que su madre las necesitara de nuevo tan pronto. ¿Qué estaba pasando esta vez?

—¿Las esferas del dragón? —preguntó con un dejo de sorpresa—. ¿Es para revivir a las personas que papá... que mi padre mató?—

El silencio de Bulma fue ensordecedor. No lo negó inmediatamente, pero tampoco afirmó lo que su hijo pensaba. Hubo una pausa larga antes de que ella finalmente respondiera, su voz era firme, casi resoluta.

—No, Trunks —dijo, negando con la cabeza—. Esta vez no es para eso. Seré sincera contigo.—

Trunks entrecerró los ojos, sorprendido por el tono de su madre. ¿Qué podría ser tan importante que no implicara devolver la vida a los inocentes que habían sido arrebatados por su padre? El corazón del pequeño latía más rápido, y un nudo de tensión comenzó a formarse en su pecho.

—Lo que voy a hacer —prosiguió Bulma, su mirada penetrando la del niño— es resolver un conflicto que tengo dentro de mí... algo que me está devorando. Y cuando lo haga, las cosas mejorarán para todos.—

El silencio que siguió a esas palabras fue pesado, cargado de algo que Trunks no lograba descifrar del todo. Lo que su madre le estaba diciendo iba más allá de la simple reparación de un daño físico, o de la corrección de una tragedia causada por los actos de su padre. Era algo más profundo, algo que tenía que ver con su propio corazón, su propia lucha interna. Y, a juzgar por la determinación en sus ojos, no había marcha atrás.

—¿A qué te refieres, mamá? —preguntó con voz temblorosa, sin saber si quería realmente la respuesta.

Bulma suspiró, acariciando el cabello de su hijo con ternura antes de contestar.

—A veces, para sanar lo que está roto... uno debe tomar decisiones difíciles. Y esta es una de esas veces. He estado luchando conmigo misma, pero he llegado a la conclusión de que solo las esferas pueden darme lo que necesito para... liberarme de esto, y también para liberar a todos los que están atrapados en medio de este conflicto.—

Trunks no entendía del todo, pero una cosa estaba clara: su madre estaba decidida. Esto no se trataba solo de arreglar lo que había pasado en el mundo exterior, sino de arreglar algo dentro de ella misma. Algo que, hasta ese momento, había permanecido oculto detrás de su habitual fortaleza.

La sorpresa y la preocupación llenaron su corazón. ¿Qué podía significar aquello? ¿Qué clase de conflicto interno podía ser tan devastador que incluso las esferas del dragón fueran necesarias para solucionarlo?

El sin responder más, asintió con la cabeza. —Mañana iré en su búsqueda—

—¡Buen chico!— diciendo eso se incorporó y revoloteó sus cabellos.

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Al día siguiente Trunks, con una mezcla de responsabilidad y preocupación, lleva a cabo la solicitud de su madre. Aunque aún no comprendía del todo las intenciones detrás del pedido, sabía que debía confiar en el juicio de Bulma. Mientras tanto, sus amigos permanecían inquietos, sintiendo un vacío tras la partida de Goku. Nadie había podido contactarlo para informarle sobre lo sucedido en su ausencia. Krilin siempre el más leal a Goku, intentó hablar con Bulma, la busco en la corporación, pero fue inutil, en ese momento Bulma se aseguró que nadie sepa su ubicación, necesitaba estar completamente a solas y sin ninguna influencia.

Mientras Trunks avanzaba en su búsqueda, sus pensamientos lo distrajeron. Se preguntaba qué podría estar pasando entre su madre y Goku para que ella actuara de manera tan reservada. Sin embargo, al cruzar un terreno lejano y desolado, fue sorprendido al encontrarse con Gohan y Videl. Ambos volaban juntos, disfrutando de un momento de paz tras los recientes eventos.

Gohan fue el primero en notar la presencia de Trunks y lo saludó con una sonrisa cálida.

—¡Trunks! —exclamó Gohan, alzando la mano—. Qué bueno verte por aquí. ¿Qué te trae a esta parte del mundo?—

—Vaya ustedes si que están alejados— mencionó el pequeño con una ceja alzada.

—Digamos que... queríamos recorren el mundo— mencionó Videl divertida.

—¿Entonces? ¿Qué haces por aquí?— volvió a cuestionar Gohan

Trunks, no queriendo revelar los detalles de su misión, forzó una sonrisa, sintiéndose incómodo.

—Oh... nada importante, Gohan —respondió, rascándose la nuca—. Solo un... pequeño encargo de mi mamá—

Gohan, con su naturaleza perspicaz y siempre atento a las emociones de los demás, notó de inmediato la vacilación en la voz de Trunks.

—Trunks —dijo Gohan, bajando la voz y mostrándose serio—Sabes que puedes confiar en mí, ¿verdad? Si necesitas ayuda, podemos ayudarte—

—No... no te preocupes, puedo hacerlo solo, ya estoy por acabar—

—¿Asi?—

El pequeño Saiyajin miró a Gohan por unos segundos. Sabía que no podría ocultarle la verdad por mucho tiempo. Finalmente, bajó la mirada y suspiró profundamente.

—Está bien... —dijo Trunks—. Mi madre me pidió que localizara las esferas, parece importante, aunque no sé para qué lo necesita ya que no es para revivir a los... que asesino mi padre, pero... —hizo una pausa, intentando organizar sus pensamientos—. Siento que esto tiene que ver con... algo que pasó con tu papá y ella. Al parecer lo que pasó ayer le ha molestado mucho—

Gohan frunció el ceño, notando la gravedad de las palabras de Trunks. A pesar de su calma habitual, algo en su interior se agitó. Sabía que Bulma no era de las que actuaban sin razón. Si estaba haciendo algo en secreto, era porque la situación era mucho más seria de lo que parecía.

—Entiendo —dijo Gohan, asintiendo lentamente—. No te preocupes, Trunks. Tienes razón al preocuparte. Y aunque no sé qué es lo que Bulma planea, siento que podría estar relacionado con todo lo que pasó entre mis padres y ella... No diré más por ahora, pero gracias por confiar en mí.

Los ojos de Trunks mostraban alivio al ver que Gohan no lo presionaba más. Ambos se despidieron con un apretón de manos firme, y Trunks continuó su camino. Mientras se alejaba, Gohan observó su silueta con una creciente sensación de inquietud.

—Algo está mal—le dijo a Videl, que lo miraba con curiosidad—. Tengo un mal presentimiento. No puedo quitarme de la cabeza lo que pasó ayer—

Videl lo miró con preocupación, tocando suavemente su brazo.

—¿Vas a hacer algo al respecto? —preguntó.

—Si, tengo que localizar a mi padre —respondió Gohan, decidido—. Si alguien puede ayudarme a entender esto, es él—

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Gohan finalmente logra localizar a Goku, tras horas de búsqueda ya que su ki se mantenía oculto. Sin embargo, lo encuentra en un lugar apartado, alejado del bullicio del mundo. Goku, al notar la llegada de su hijo, se detiene y lo saluda, pero Gohan, visiblemente tenso, no comparte el mismo ánimo.

—Padre, necesito hablar contigo —dijo Gohan con seriedad, sin perder el tiempo en saludos formales— Es sobre Bulma—

La sonrisa de Goku se desvaneció. Había preferido alejarse de todo para no tener que tocar ese tema.

—No quiero hablar de eso ahora— mencionó Goku ligeramente incomodo.

—¿Estás seguro?— cuestionó el pelinegro.

Aquel lo miró intrigado por su insistencia. —¿Qué sucede? ¿Pasa algo?—

Gohan al escuchar sus palabras, suspiró, y tratando de no presionarlo estaba dispuesto a irse cuando, dudó por completo, necesitaba estar seguro.

—Quiero saber qué es lo que sientes por ella —dijo Gohan directamente, sorprendiendo a Goku—. ¿Estás tan enojado como para romper tu vínculo con ella? ¿Estás seguro de eso? —

Goku parpadeó, claramente confundido. ¿Cómo sabía Gohan sobre eso?

—¿Cómo sabes tú...? —empezó a decir Goku, pero su hijo lo interrumpió.

—Papá, ayer pasó algo cuando te fuiste del templo—dijo Gohan, su voz temblando un poco—. Mi Mamá confrontó a Bulma... fue horrible. Ella estaba furiosa por todo lo que pasó y... le dijo todo lo que escuchó de Krilin. Dijo que era algo que tú le habías contado—

Goku se quedó helado. El impacto de lo que escuchaba lo dejó sin palabras. Recordó la conversación descuidada que había tenido con Krilin, sin pensar en las repercusiones. Y ahora se daba con la bestialidad de que su imprudencia había llegado a Milk y ella había desatado su furia en Bulma.

—No...—susurró Goku, su rostro pálido—. No puede ser. ¿Qué le hizo?—

Gohan cerró los ojos, recordando las palabras y los gritos que había escuchado entre su madre y Bulma.

—La abofeteó, la culpó de todo. Le dijo cosas horribles... cosas que no puedo repetir.—

Aquel al escuchar a su hijo se quedó paralizado, conociendo el carácter de Milk, se imaginó lo destructivo que pudo haber sido ese encuentro, mientras algo en el se estremecía.

—Bulma también respondió, pero por más que quiso ocultarlo yo vi cómo le afectó... sus ojos... pude verlo en sus ojos... y es por lo que estoy aquí ahora. Creo que ella piensa que tu lo hiciste porque ya no te importa, creo que al final si le creyo a mi mamá... y no sé qué hará—.

Goku se quedó en silencio, sus puños temblando ligeramente. El arrepentimiento lo golpeaba con fuerza, y por primera vez en mucho tiempo, sintió un verdadero miedo. Miedo de lo que Bulma podría estar pensando de él, miedo de haberla lastimado de una manera que nunca podría reparar.

—Yo...—murmuró Goku, apretando los puños. —demonios... que hice...—

—Le dijo que... tú ibas a romper el vínculo, cuando ella cuestionó Krilin no pudo negarlo, creo que eso fue lo peor, ¿Padre... dime tu lastimaste a Bulma?—

—¡Qué !— Goku se tocó los cabellos al escuchar eso.

—¿Lo hiciste?— cuestionó Gohan incrédulo.

Goku tenía la expresión llena de conflicto. —¡Dime, ¿por qué me preguntas eso?!—

—¡Entonces si lo hiciste!— Gohan retrocedió no pudiendo creer aquello.

Goku preso de un sentimiento que se acumulaba en su ser, avanzó hacia Gohan. —¡Dime porque me lo preguntas!—

—¡porque todos lo saben papá... ayer fue el pico de humillación para Bulma! Mi mamá estaba cegada por la ira y el despecho, ¡dijo que tu mismo lo contaste!—

Goku se agobio por completo, por el peso de sus propias palabras y la vergüenza de su gran estupides... de pronto sintió un vacío repentino en su corazón, una angustia que lo sacudió hasta los huesos. Se detuvo en seco, su respiración agitada, y miró al cielo.

—¿Qué está pasando? —murmuró con un nudo en la garganta.

Gohan, que estaba a su lado, también miró el cielo oscurecido y de inmediato comprendió.

—¡Es Shenlong! —exclamó.

Goku intentó teletransportarse, pero no pudo sentir la energía de Bulma. El bloqueo que ella había activado funcionaba a la perfección. Desesperado, decidió volar a toda velocidad hacia la fuente del cambio en el cielo.

Bulma levantó la cabeza hacia el dragón, sus ojos inundados de recuerdos, pero la rabia, la decepción, y la traición que había sentido, todo acumulado en su interior la hizo avanzar hasta ese punto. Sus manos temblaban mientras se preparaba para hacer el deseo.

—Dime cuál es tu deseo—

Ella tenía que hablar pero cierto estremecimiento en su corazón le hacía sentir que estaba a punto de romperse a ella misma. Fue en ese momento cuando sintió una ráfaga de viento tras de ella.

—¡Bulma! —gritó Goku, apareciendo justo en el último segundo, su rostro lleno de conmoción y miedo.

Ella se giró lentamente, mostrando sorpresa por su presencia con aquellos ojos azules, tan cristalinos como siempre, pero ahora empañados por la decepción y la sensación de abandono. Estaba increíblemente hermosa, pero marcada por el tormento emocional que la estaba consumiendo. Su cabello, algo despeinado por el viento, ondeaba con fuerza, y su expresión reflejaba la intensidad de su determinación.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Goku, con cierto mal presentimiento.

Bulma lo miro cómo si lo que viera no fuera más que aquel quien le rompió el corazón, la decepción estaba en sus ojos, el pudo verlo. Su voz, antes dulce y melodiosa, ahora cargaba un filo que nunca había mostrado frente a él.

—Acabando con todo esto. Terminando lo que tú empezaste... —su voz temblaba ligeramente, pero sus ojos estaban fijos en él, sin pestañear.

Goku la miraba incrédulo, sintiendo que cada palabra de Bulma lo empujaba hacia un abismo. Su respiración se entrecortaba mientras intentaba procesar lo que ella estaba diciendo, pero la realidad era demasiado brutal para entenderla del todo.

—¿Acabar? ¿De qué estás hablando?—

Bulma giró su mirada hacia el dragón, no podía evitar sentir el peso de sus decisiones...

—Estoy esperando, dime ya tu deseo—

En eso Vegeta hizo acto de presencia, a cierta distancia observó tal escenario, no pudo evitar averiguar quién y para que fines llamaron a Shenlog, pero jamás se imaginó presenciar algo así.

—Bulma... yo... lo siento... —jadeó, sus manos temblando mientras se esforzaba por mantener la calma, intentó acercarse, pero ella le gritó que ni lo intentará—. ¡Perdóname! ¡No sabía lo que estaba haciendo! Fui un imbécil... ¡Por favor, no lo hagas! —su voz se rompió, y por primera vez en mucho tiempo, Goku dejó caer lágrimas, con los ojos llenos de terror y desesperación.

Aquel príncipe saiyajin no pudo evitar quedarse totalmente sorprendido y anonadado casi estupefacto, tratando de entender el contexto era claro que su rival había hecho algo que la lastimó en gran manera y por eso estaba pidiéndole perdón, sin embargo... ¿cuál era su miedo? ¿Qué podría pedir Bulma que lo ponga así? Fue ahí... donde sus ojos se abrieron en par en par mientras las deducciones venían a su mente.

Sin embargo, poco duró su pose de análisis al escuchar el llanto estrepitoso de aquella mujer, Bulma empezó a llorar cómo una niña pequeña sin ataduras, sin vergüenza, sus quejidos eran fuertes mientras ella caía de rodillas al piso.

—¡Shenlong! —gritó con la voz quebrada por el llanto y la furia—. ¡Deshaz esta unión saiyajin! Quiero que este dolor desaparezca...—

El cielo se cubrió de nubes oscuras y el inmenso dragón apareció con su imponente figura. Shenlong observaba la escena desde las alturas, su presencia colosal eclipsando todo a su alrededor. El viento comenzó a arremolinarse, como si el mismo universo respondiera al pedido desgarrador de Bulma.

—Tu deseo es... —empezó a pronunciar Shenlong con su voz grave y resonante.

Goku, en un último acto desesperado, trató de lanzarse hacia Bulma para evitar lo inevitable. Sus manos se extendieron hacia ella, sus pies cargados de una velocidad que, bajo cualquier otra circunstancia, hubiera sido imposible de detener. Pero justo cuando estaba a centímetros de alcanzarla, una ráfaga de luz surgió desde Shenlong, envolviendo a ambos en un resplandor cegador.

—¡No, por favor! —Goku gritó con todas sus fuerzas, impotente. Pero el destello lo detuvo en seco, impidiéndole moverse. Era como si una fuerza invisible lo hubiera paralizado en el aire, dejándolo completamente inmóvil, en ese momento ráfagas de recuerdos vinieron a su mente de todos los episodios junto a aquella peliazul, las lágrimas de aquel saiyajin marcaban sus mejillas mientras veía aquellas imágenes ahora inalcanzables.

Shenlong, en su imponente sabiduría, se detuvo por un momento, evaluando la situación.

—Este deseo no es sencillo de cumplir —dijo el dragón, su voz profunda resonando como un trueno—. La unión saiyajin no es solo un lazo físico, sino espiritual. Romperlo generará un impacto irreversible en ambos.—

El resplandor se intensificó, y una ráfaga de energía salió disparada, cubriendo a Goku y Bulma por completo. Vegeta, quien observaba todo desde la distancia, sintió una mezcla de emociones desbordarse en su pecho. Parte de él, la más fría y calculadora, disfrutaba la escena. "Excelente decisión...* pensó. Pero otra parte, más profunda, más humana, no pudo evitar sentir una extraña empatía al ver a Goku en esa situación. Estaba perdiendo a Bulma de una forma similar a la suya, y eso, de alguna manera, lo tocaba en un lugar que no había reconocido en mucho tiempo.

Vegeta no sabía si lo que sentía era satisfacción o lástima. Ver a su rival sufrir de aquella manera le daba una perversa sensación de triunfo, pero a la vez, algo en él se agitaba. Tal vez porque él, mejor que nadie, comprendía el dolor de perder a aquella peliazul. Aunque nunca lo admitiría, sabía lo que era ver a esa mujer, esa mujer que siempre había sido tan fuerte, tan desafiante, quebrarse de esa manera.

De repente, el resplandor se disipó y Goku cayó al suelo con fuerza, jadeando, como si toda su energía hubiese sido drenada en ese instante. Bulma, aún arrodillada, mantenía la cabeza baja, sus hombros temblando bajo el peso del dolor y la decisión que acababa de tomar.

—Bulma... —murmuró Goku, su voz llena de desesperación y culpa—. No quería... Jamás quise esto...—

Pero Bulma no lo miró. Sus lágrimas seguían cayendo, pero sus ojos estaban vacíos, como si algo dentro de ella se hubiera apagado para siempre.

—Ahora yo te deje ir—susurró, su voz casi inaudible.

Goku cerró los ojos, sintiendo cómo el peso de sus acciones, de todo lo que había sucedido, lo aplastaba.

Bulma se puso en pie, sus piernas tambaleándose un poco mientras intentaba mantener la compostura. El viento movía su cabello alborotado, y aunque las lágrimas aún caían por su rostro, toco su cuello... sin embargo, de pronto se sintió paralizada, aquel guerrero la estaba abrazando con ambas manos desde su espalda, sujetándola con fuerza cómo si el miedo de que se fuera lo destruyera.

—No así, no te vayas... no te alejes de mí...— mencionó Goku enterrando su rostro en sus hombros mientras lloraba sin ningún estupor. —yo te amo Bulma, no importa ese pacto saiyajin, lo que siento no cambiará nunca— diciendo esas últimas palabras recordó las de ella, un día antes...

Ella simplemente cerrando sus ojos ante eso, se permitió aspirar ligeramente su olor una vez más... estremeciendo su corazón y sentimientos, y sin más... se alejó, sintió cómo aquellos brazos la liberaban y ella podía seguir su camino sin mirar atrás.

Vegeta, quien hasta ese momento había permanecido en silencio, sin apartar la vista de la escena, avanzó unos pasos. Su respiración era pesada, y aunque por fuera mantenía su porte orgulloso y distante, algo en su interior se removía violentamente. Sin embargo, ella lo vio, ambos seobservaron fijamente y ella no tuvo nada que ofrecer, su expresión era vacía, simplemente siguió su camino.

Vegeta observó en silencio mientras Bulma se alejaba, cómo aquel sicario que desaparece una vez hecho el trabajo. Luego, sin mirar a Goku, dio un paso hacia adelante, pero se detuvo justo a su lado.

—Recuerda esto, Kakarotto —dijo Vegeta, con una voz que, por una vez, no contenía burla—. El dolor que sientes ahora... nunca desaparecerá—

Continuará...

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