Buenas aquí les dejo una adaptación de un libro que me gusto, los personajes de inuyasha no me pertenecen si no a "Rumiko" ni la historia ni los personajes del libro sino a "Shelby" espero que les guste

Asesino de brujas

Libro 1

La bruja blanca

(poco a poco, el pájaro construye su nido)

Cap.26

Acerca De Mi Hogar

Kag

Atardecía cuando regresamos a la Torre de los Chasseurs. Inuyasha había insistido en informar a los guardias sobre el desastroso asunto. Hicieron pregunta tras pregunta hasta que final mente exploté.

- ¿Habéis visto mi garganta? -moví el cuello del vestido para mostrarles mis moretones por enésima vez-. ¿Creéis que yo misma me lo he hecho?

Inuyasha estuvo bastante dispuesto a marcharse después de eso. Supongo que debía agradecer su reputación como Chasseur. De otro modo, los guardias habrían aprovechado la oportunidad para meterme en prisión por asesinato.

En el exterior, miré el sol menguante, respiré hondo e intenté recobrar la compostura. Hiten y Manten estaban muertos. Los Chasseur aún no habían encontrado a Monsieur Bernard, lo cual probablemente significaba que él también había muerto. No había visto a Gogo ni hablando con ella desde la discusión en el baile y Inuyasha y yo acabábamos de…

Permaneció a mi lado sin decir nada y entrelazó sus dedos con los míos. Cerré los ojos y saboreé las durezas en su palma, la espereza de su piel. hasta el viento frío contra mis mejillas era soportable con él cerca. Soplaba alrededor invadiéndome del aroma a Inuyasha: un poco amaderado, como aire fresco, pinos y montañas, con un dejo de algo más intenso y profundo que era completamente Inuyasha.

-Quiero enseñarte algo, Inuyasha.

Curvó los labios en mi sonrisa torcida favorita.

- ¿El qué?

-Un secreto.

Tiré de su mano para guiarlo pero él clavó los pies, repentinamente desconfiado.

-No es ilegal, ¿no?

-Claro que no. -Tiré más fuerte, pero Inuyasha no cedía. Pretender moverlo era como mover una montaña. Alzó sus cejas ante mis intentos fútiles, era obvio que le divertía. Finalmente, me rendí y le golpeé en el pecho-. Dios, ¡eres un imbécil! No es ilegal, ¿de acuerdo? Ahora muévete o lo juro por Dios, ¡me quitaré la ropa y bailaré el bourrée!

Coloqué las manos sobre mi cadera y lo miré expectante. Ni siquiera miró a las personas de alrededor. No se puso nervioso. Y él siempre se ponía nervioso. En cambio, mantuvo los ojos clavados en mí mientras una sonrisa traviesa se expandía por su rostro.

-Hazlo.

Enderecé los hombros para adoptar mi altura total e insignificante.

-Lo haré. No creas que no. Lo haré ahora mismo.

Alzó las cejas, aun sonriendo.

-Estoy esperando.

Lo fulminé con la mirada y alcé las manos hacia el broche plateado de mi capa. Me obligué a no mirar a los compradores que merodeaban, aunque ellos sin duda nos miraban. Una maldita capa blanca no pasaba desapercibida.

-No me da miedo hacer una escena. Creía que lo sabías.

Se encogió de hombros y puso las manos en los bolsillos.

-La primera vez que lo hiciste funcionó bastante bien para mí.

-Mi capa cayó al suelo y él la miro reflexivo-. Creo que esta vez también será así.

Mi estómago traicionero dio un vuelco ante sus palabras, ante el modo en que sus ojos registraban cada uno de mis movimientos.

-Eres un cerdo.

-Tú te has ofrecido. -Inclinó la cabeza hacia la Patisserie de pan mientras desanudaba las cintas de mi vestido-. Pero debes saber que tenemos espectadores.

Por supuesto, pan estaba de pie en la ventana de su tienda, observándonos con atención. Se sorprendió un poco cuando lo saludé con la mano, en un gesto demasiado rápido como para ser natural. Detuve los dedos en las cintas.

-Has tenido suerte. -Tomé la capa del suelo y la lancé sobre mis hombros del revés para ocultar la peor parte de la mancha de sangre. Incapaz de evitarlo esta vez, miré alrededor, pero los compradores perdieron interés. El alivio llenó mi cuerpo.

-Opino distinto, pero no hay problema.

- ¡De verdad que eres un cerdo! -Me giré para dirigirme hecha furia hacia la Torre de los Chasseurs, pero él me sujetó la mano.

-Para, por favor. -Alzó la otra mano para instaurar calma, pero su sonrisa arrogante aún jugueteaba en sus comisuras-. Quiero conocer tu secreto. Enséñamelo.

-Qué pena. He cambiado de opinión. Después de todo, no quiero enseñártelo.

Me hizo girar para que lo mirara y me aferró los brazos con sus manos.

-Kag. Enséñamelo. Sé que quieres hacerlo.

-No me conoces en absoluto.

-Sé que desnudarte en público es demasiado, incluso para ti.

-se rio. Era un sonido adorable y extraño-. Sé que nunca admitirás que no lo has hecho.

La diversión en sus ojos se oscureció despacio mientras me sujetaba y tomé consciencia dolorosamente de que era lo más cerca que habíamos estado desde nuestro beso aquella mañana. Él se miró el pulgar mientras acariciaba mi labio inferior.

-Sé que tienes una boca sucia. -presionó más fuerte mi labio para enfatizar. Me estremecí-. Y estás acostumbrada a salirte con la tuya. Sé que eres vulgar, deshonesta y manipuladora…

Retrocedí, arrugando la nariz, pero él solo me sujetó más fuerte.

-…Pero también eres compasiva, de espíritu libre y valiente.

-colocó mi cabello detrás de la oreja-. Nunca he conocido a alguien como tú, Kag.

A juzgar por su ceño fruncido, la idea lo incomodaba. Yo tampoco me tomé la molestia de analizar demasiado mis emociones.

Casarte con un cerdo azul. Creía que ni tú podías caer tan bajo.

Fuera lo que fuera Inuyasha, no era un cerdo azul. Pero era un Chasseur. Creía en lo que creía. No era tan tonta como para pensar que podía cambiar eso. Me hubiera mirado distinto si hubiera sabido quién era yo en realidad. Sus manos, que ahora me tocaban con tanta delicadeza, también me hubieran tocado de otro modo.

El rostro de Yuka apareció en mi mente. Las manos de Inuyasha en su garganta. En mi garganta.

No. Me aparté con torpeza, los ojos de par en par. Él frunció el ceño confundido.

Apareció un silencio incómodo y me reí nerviosa, limpiándome las palmas en la falda.

-He cambiado de opinión. Después de todo, quiero enseñarte un secreto.

-:-

El Soleil et Lune apareció a la vista.

- ¿El teatro? -Inuyasha miro los escalones vacíos, desconcertado-. Es un poco aburrido para ti, ¿no? Esperaba una operación de contrabando encubierta…

-No seas ridículo, Chass. -Hice una pausa junto a la puerta de los camerinos, me recogí la falda y subí a un cesto de basura-. Nunca me pillarían en una operación encubierta.

Él inhaló bruscamente al comprender mi intención.

- ¡Esto es violar la propiedad privada, Kag!

Le sonreí por encima del hombro.

-Solo si nos pillan. -Trepé por la zanja, guiñé un ojo y desaparecí.

Él siseó mi nombre entre las sombras, pero lo ignoré mientras me limpiaba la mugre de las botas y esperaba.

Sus manos aparecieron un segundo después cuando trepó para seguirme. No pude evitar reír ante su ceño fruncido.

-Has tardado bastante. A este ritmo, seguiremos aquí toda la noche.

-Soy un Chasseur, Kag. ¡Esto es completamente inapropiado!

-Siempre andas con ese palo en el trasero…

-¡Kag! -Disparó la vista hacia el techo-. No treparé a este edificio.

-Oh, Chass. -Abrí los ojos de par en par comprendiendo y resoplé sin dignidad-. Por favor, dime que no te dan miedo las alturas.

-Por supuesto que no. -Se sujetó al muro con firmeza-. Es cuestión de principios. No violaré la ley.

-Entiendo. -Asentí, reprimiendo una sonrisa. Le permitiría ganar esta vez. Podía resistir las ganas de molestarlo, por esta vez-. Bueno, por suerte no me importa una mierda la ley. Subiré de todos modos. Si quieres, puedes delatarme a los guardias.

- ¡Kag! -Intentó sujetar mi tobillo, pero yo ya estaba varios metros por encima de él-. ¡Baja ya!

-¡Mejor ven a buscarme! Y por todos los cielos, Chass, ¡deja de intentar ver por debajo de mi falda!

-¡No intento ver por debajo de tu falda!

Me reí en voz baja y continué trepando, saboreando el aire frío en mi rostro. Después del incidente horroroso en la herrería, estaba bien simplemente… soltarse. Reír. hubiera deseado que Inuyasha hiciera lo mismo. Me gustaba bastante su risa.

Lo miré por encima del hombro y me deleité con sus poderosos hombros en acción solo un segundo, antes de obligarme a trepar más rápido. Aunque era imposible que él llegara antes que yo.

Dio un grito ahogado cuando me deslicé por la ventana rota del ático y siseó mi nombre con urgencia. Un segundo después, entró detrás de mí.

-¡Esto es violar la propiedad privada, Kag!

Encogiéndome de hombros, moví la pila de disfraces que había sido mi cama.

-No puedes violar la propiedad privada en tu propio hogar.

Pasó un segundo silencioso.

-Aquí… ¿aquí es donde vivías?

Asentí, respirando hondo. Olía exactamente como lo recordaba: el perfume de los disfraces viejos mezclados con cedro, polvo y un dejo de humo proveniente de lámparas de aceite. Deslicé los dedos por el baúl que Gogo y yo habíamos compartido y finalmente lo miré a los ojos.

-Durante dos años.

Estoico como siempre, no dijo nada. Pero sabía dónde mirar para escucharlo: la tensión en sus hombros, la firmeza en su mandíbula, la rigidez de sus labios. Él lo desaprobaba. Por supuesto.

-Bueno -dije abriendo los brazos de par en par-: este es el secreto. No es un romance épico, pero… bienvenido a mi humilde morada.

-Este ya no es tu hogar.

Tomé asiento sobre la cama y apoyé el mentón sobre mis rodillas.

-Este ático siempre será mi hogar. Es el primer lugar en el que me sentí a salvo- -las palabras salieron antes de que notara haberlas dicho y maldije en silencio.

Él agudizó su mirada.

- ¿Qué ocurrió hace dos años?

Fijé la vista en la capa de terciopelo azul que había usado de almohada y tragué con dificultad.

-No quiero hablar sobre eso.

Él se sentó a mi lado y alzó con dureza mi mentón. Me miró con una intensidad sorprendente.

-Yo sí.

Nunca había oído dos palabras tan odiosas. O tan parecidas a un presagio. Apreté el terciopelo, me reí por obligación y me devané los sesos en busca de una distracción…

-Me topé con la punta afilada de otro cuchillo, eso es todo. De uno más grande.

Él suspiró con fuerza y soltó mi mentón, pero no se apartó.

-Haces que sea imposible conocerte.

-Ah, pero ya me conoces bien. -Dibujé lo que esperaba que fuera una sonrisa deslumbrante, aún evasiva-. Mal hablada, manipuladora, doy unos besos fantásticos

-No sé nada acerca de tu pasado. De tu niñez. De por qué te convertiste en ladrona. Quién eras antes de… todo esto.

Mi sonrisa flaqueó, pero me obligué a permanecer relajada.

-No hay nadad que saber.

-Siempre hay algo que saber.

El puñetero usaba mis propias palabras en mi contra. La conversación se detuvo mientras él me miraba expectante y yo miraba el terciopelo azul. Una palomilla había llenado la tela lujosa de agujeros y los toqueteé con aburrimiento fingido.

Al final, él se giró para mirarme.

- ¿Y bien?

-No quiero hablar de ello.

-Kag, por favor. Solo quiero conocerte más. ¿Acaso es tan terrible?

-Sí, lo es. -Las palabras salieron más bruscas de lo que hubiera querido e hice un gesto de dolor ante el destello de sufrimiento en su rostro. Pero si tenía que alterarme para terminar con esa conversación horrible, lo haría-. Esa mierda está en mi pasado por un motivo y he dicho que no quiero hablar sobre ello: con nadie, en especial contigo. ¿No es suficiente que te hayas mostrado mi hogar? ¿Mi secreto?

Él retrocedió, exhalando con intensidad.

-Sabes que me encontraron en la basura. ¿crees que fue fácil de hablar de eso?

-Entonces, ¿Por qué lo hiciste? -Abrí un agujero en la tela con fuerza-. Yo no te obligué.

Alzó mi mentón de nuevo, con ojos enrojecidos.

-Porque preguntaste. Porque eres mi esposa y si alguien merece conocer las peores partes de mí, esa eres tú.

Me aparté de él.

-Oh, no te preocupes, las conozco bien…

-Lo mismo digo.

-Me pediste que no te mintiera. -Aparté la mandíbula y me puse de pie, cruzando los brazos sobre mi pecho-. No preguntes sobre mi pasado y no tendré que hacerlo.

Despacio, él hizo lo mismo y adoptó su altura descomunal con expresión sombría. Apretaba y soltaba la mandíbula mientras miraba mi garganta.

- ¿Qué escondes, Kag?

Lo miré; de pronto, mi corazón latía violentamente en mis oídos. No podía contárselo. Él no podía preguntármelo. Lo fastidiaría todo.

Sin embargo… en algún momento tendría que decírselo. Ese juego no podía durar para siempre. Tragué con dificultad y alcé el mentón. Quizás, después de todo lo que habíamos vivido, él sería capaz de ver más allá. Quizás podría cambiar… por mí. Por nosotros. Quizás, yo también podía hacerlo.

-No escondo nada, Inuyasha. Pregúntame lo que quieras. Suspiró con intensidad ante el temblor en voz, me acercó a él y alzó una mano para acariciar mi cabello.

-No te obligaré. Si no te sientes cómoda para contármelo, es mi culpa, no tuya.

Así pensaba él. Asumía lo peor de sí mismo en vez de ver la verdad: que lo peor estaba en mí. Hundí mi rostro en su pecho. Incluso frustrado, Inuyasha era más amable conmigo que cualquier persona que hubiera conocido. No lo merecía.

-No eres tú. -Me aferré más a él en las sombras crecientes e inhalé su aroma. Se mezclaba a la perfección con los olores del ático. De mi hogar-. Soy yo. Pero… puedo intentarlo. Intentar contártelo.

-No. No tenemos que hablar sobre eso ahora.

Sacudí la cabeza de lado a lado con determinación.

-Por favor… pregúntame.

Detuvo su mano en mi cabello y el mundo se detuvo también: parecía la calma inquietante previa a la magia. Incluso la brisa a través de la ventana parecía hacer pausa, flotando sobre mi cabello, entre mis dedos. Expectante. Olvidé cómo respirar.

Pero la pregunta nunca llegó.

- ¿Eres de Cesarine? -Deslizó la mano por mi espalda hasta mi cintura el viento continuó su camino, decepcionado. Centré la atención en aquel movimiento sueve mientras la decepción y el alivio horroroso luchaba en mi corazón.

-No. Crecí en una comunidad pequeña al norte de Amandine.

-Sonreí con melancolía sobre su pecho ante aquella verdad a medias-. Entre montañas y mar.

- ¿Y tus padres?

Ahora, las palabras fluían con más facilidad, la tensión en mi pecho se disipó ante la desaparición del peligro inminente.

-No conocí a mi padre. Mi madre y yo… estábamos distanciadas.

Detuvo su mano de nuevo.

-Entonces, ¿está viva?

-Sí, mucho.

- ¿Qué ocurrió entre vosotras? -Me hizo retroceder y observó mi rostro con interés renovado-. ¿Ella está aquí, en Cesarine?

-Sinceramente, espero que no. Pero preferiría no hablar sobre lo ocurrido. Aún.

Todavía soy una cobarde.

-De acuerdo.

Todavía es un caballero.

Miró mi cicatriz e inclinó el cuerpo levemente hacia delante para besarla. Los escalofríos estallaron en mi piel.

- ¿Cómo te la hiciste?

Mi madre.

Retrocedió como si la línea perlada lo hubiera mordido, con horror en los ojos.

- ¿Qué?

Siguiente pregunta.

-Yo… kag, eso es…

-Siguiente pregunta. Por favor.

Aunque frunció el ceño preocupado, me abrazó de nuevo.

- ¿Por qué te convertiste en ladrona? -Su voz era más áspera y grave que antes. Rodeé su cintura con los brazos y abracé fuerte.

-para escapar de ella.

Él se puso tenso contra mi cuerpo.

-No me explicarás nada más, ¿Verdad?

Apoyé la mejilla sobre su pecho y suspiré.

-No.

-Has tenido una infancia cruel.

Prácticamente me reí.

-En absoluto. Mi madre me consentía. Me daba todo lo que una niña querría.

Su voz estaba llena de incredulidad.

-pero intentó matarme. -cuando no respondí, él sacudió la cabeza de lado a lado, suspirando y apartándose. Dejé caer mis brazos pesados junto al cuerpo -. Debe de ser una historia infernal.

Algún día, me gustaría oírla.

- ¡Inuyasha! -golpeé su brazo, todos los pensamientos sobre rituales de sangre y altares desaparecieron y una sonrisa incrédula se dibujó en mi rostro. De pronto, él parecía avergonzado-. ¿Acabas de decir una palabrota?

-Infierno no es una mala palabra. -Se negaba a mirarme a los ojos y, en cambio, centró la vista en los percheros de disfraces detrás de mí-. Es un lugar.

-Sí. Claro. -Me aproximé a la ventana con una sonrisa tirando de mis labios-. Hablando de lugares divertidos… quiero enseñarte otro secreto.

Continuara…

Pd: gracia por sus comentarios xD

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