Advertencias

Los personajes, salvo excepciones, no me pertenecen

La historia contiene escenas explicitas de sexo, violencia y lenguaje soez.

NO soy escritora, esto es por diversión, estoy abierta a cualquier duda o crítica fundamentada y respetuosa.

No todos sale de mi imaginación, con lo que es posible hallar diálogos, escenas, etc inspiradas o tomadas de la serie u otros lugares. Igualmente, el hilo argumental de la historia coincide con algunas cosas de la serie, pero otras son modificadas o inventadas.

Capítulo 4

La noche había caído hacía tan sólo un par de horas. Sookie abrió la puerta de la casa llegando del trabajo, haciendo que Lil se levantara ágil del sofá, nerviosa.

-¡Por fin llegas! creía que ese vampiro llegaría antes que tú.

-Lo siento, me he retrasado hablando con Sam. Todo está arreglado en cuanto a tus días de ausencia. Sabe la verdad, por cierto.

-¿Le has dicho lo que ocurre? –Preguntó la joven, anonadada.

-No tenía alternativa. Me conoce demasiado bien y miento muy mal... Pero tranquila, tu secreto está a salvo con él.

-Es algo raro, puedo leer su mente. –Afirmó la chica, haciendo ver que sabía de más.

-Es un cambiante, puede transformarse en el ser que quiera.

-Joder... ¿Y este era un pueblo tranquilo? –Preguntó con sorna mientras miraba a la chica, parándose en seco.

-¿Te encuentras bien?

-No. Estoy a punto de largarme con Dios sabe cuántos vampiros trastornados que me verán como un juguete, eso sin mencionar que el que se supone que debe protegerme es un pervertido y no lo conozco de nada. Estoy acojonada, Sookie. –Se sinceró la mujer, suspirando profundamente tras acabar de hablar, mientras la rubia se acercaba a ella y la sujetaba por los hombros.

-Eric es muchas cosas, pero no es un mentiroso. Ni siquiera te hubiera pedido que fueras si supiese que él podría hacerte algo o ponerte en peligro. En serio puedo decirte que confíes en él en ese aspecto.

Unos segundos después, el sonido de alguien llamando a la puerta las distrajo, pero aún así, ambas no se movieron.

-¿Te encuentras mejor? –Habló con dulzura la rubia ,mirando a su compañera a los ojos.

Lil asintió un par de veces, quedándose anclada en el lugar mientras Sookie se aproximaba y abría a Eric, quien entró con calma en el interior de la vivienda.

-Vas demasiado tapada para ser un capricho de vampiro.

-Bonita forma de saludar. –Replicó Lil ante las primeras palabras del rubio. –No pienso vestirme como una puta.

-Esto tiene que parecer de verdad, así que te aconsejo que pongas algo de tu parte o acabaremos ambos muertos. –Dijo con tranquilidad, perforando a la mujer con su mirada gélida.

-Está bien, voy a cambiarme. –Susurró tras observar el rostro de Sookie, y ver que esta le confirmó que el rubio tenía razón, muy a pesar de ambas.

-Por favor intenta ser amable, lo está pasando mal.

Eric giró el rostro hacia la camarera, observándola con desgana, y sin decir nada volvió la vista hacia el frente.

-Contactaré contigo a través de Pam, y ella será quien te lleve y te meta allí el día apropiado.

-¿Podré hablar con Lil mientras esté allí? Creo que lo va a necesitar.

-Tendré que estudiarlo, no podemos correr riesgos.

-¿Y así vale? –Soltó Lil al pie de la escalera, mostrándose ante los dos, quienes la miraron cambiada con un vestido rojo corto y ajustado con un buen escote.

-Mucho mejor. –Musitó Eric con una leve sonrisa. -¿Podemos irnos ya?

La morena asintió tras suspirar, para después acercarse a Sookie, quien le murmuró que todo iría bien, volviendo a darle las gracias por aquello mientras la abrazaba. Tras unos segundos se alejó unos pasos hasta llegar junto a Eric, quien ya estaba junto a la puerta.

-Las damas primero. –Dijo para hacer que ella pasara, siguiéndola un segundo después tras dedicarle una última mirada a Sookie.

-Joder, ¿tienes un Corvette? Debes tener mucha pasta. –Comentó la mujer impresionada ante el vehículo, mientras ambos se metían dentro, emprendiendo el viaje hacia la guarida de la autoridad.

-No me gusta alardear, pero digamos que bastante. Tendrás que darme tu móvil. –Habló cambiando de tema con calma, mientras conducía sin mirar a la joven.

-¿Por qué?

-Yo lo guardaré, es posible que quieran cachearte o algo parecido, intentaré evitarlo si así fuera, pero mejor prevenir que curar. Además, podrían rastrear las llamadas. Podrás hablar con Sookie desde el mío, no pueden rastrearlo.

La chica guardó silencio durante unos segundos para después dirigir su mano hacia Eric, quien tomó su teléfono móvil, guardándoselo en uno de los bolsillos de su pantalón.

-¿Tendrás... que morderme? –Preguntó, tratando de sonar firme.

-Es posible, siempre y cuando no queramos levantar sospechas. Pero tranquila, seré cariñoso. –Respondió mirándola levemente con aquella sonrisa burlona y pícara que sacaba de quicio a la morena, quien apartó la vista de la del vikingo, cansada.

-No entiendo cómo puedo aborrecerte tanto sin apenas conocerte. Estos días van a ser los peores de mi vida con diferencia.

-No te precipites, monada. Pueden pasar muchas cosas.

Eric ensanchó su sonrisa al vislumbrar a la joven perder los nervios con cada uno de sus comentarios, siguiendo el viaje pensando en los días venideros y sus oportunidades de cortejarla.

Al detenerse el vehículo, Lil contempló un edificio aparentemente normal, pero al fijarse un poco más descubrió a dos guardias fuertemente armados ante las grandes puertas metálicas del lugar.

-Sígueme el rollo y no hables. –Ordenó Eric, para después abrir la puerta, haciendo que la chica tragara saliva algo asustada, siguiéndolo.

Ambos caminaron hacia la entrada, yendo Eric un paso más adelantado que la joven, a quien agarró de la cintura con total naturalidad, continuando hasta llegar frente a los guardias.

-Eric Northman. –Dijo el hombre mirando a uno de los guardias, quien asintió, para después mirar a la chica. –Es mi humana.

-Tiene que haber un registro de quién entra y quién sale. Necesitamos una muestra de su sangre. –Comentó el hombre, sacando una aguja mientras Eric daba permiso para que aquel guardia se la cavase a la chica en uno de los dedos, recogiendo una gota del líquido rojo que depositó en una pequeña plaqueta de cristal que metió en una especie de PDA, donde al momento salieron los datos de Lil. –Ya pueden pasar.

La pareja volvió a caminar adentrándose en el edificio tras un pasillo que les llevó a una sala con un mostrados y una mujer mayor tras él. Eric dirigió a la chica, a la que aún sujetaba, hasta un ascensor.

-Ya está aquí, señor Northman. –Comentó una vampiresa morena de pelo recogido que se encontraba en el ascensor.

-Salomé. –Saludó el rubio.

-¿Has traído un tentempié?

-Es mía, tantos días solo no debe ser bueno. Y menos alimentándome de cualquiera.

-Una lástima que no dejes probarla. Huele muy bien. Nos vemos en la reunión de mañana por la noche. Pronto amanecerá, que lo paséis bien.

Acto seguido la mujer abandonó la estancia mientras la pareja se adentraba en el ascensor por fin, poniendo rumbo hacia la habitación del rubio.

-¿Quién era esa vampiresa? –Susurró Lil.

-Es canciller de la Autoridad, uno de los puestos más altos. Hay varios más.

-Estaba pensando algo así como que aproveches mientras puedas.

El rubio puso rígidas sus facciones mientras abría la puerta, pensando en qué tendrían ya organizado aquellos traidores. La mujer leyó claramente el enfado y preocupación en su mente, pero no dijo nada, pasando al interior de la amplia estancia con una gran cama doble de sabanas rojas brillante y muebles rústicos de madera preciosa.

-Yo ahora debo descansar, te aconsejo, que si no quieres hacer lo mismo, no salgas nunca de esta habitación sola.

-De ese modo no podré ayudaros donde de verdad os interesa. Pero no soy estúpida, el primer día no se me ocurriría salir por ahí sola.

-Bien. ¿Entonces qué me dices? ¿Vienes a la cama? –Le preguntó con su típica sonrisa, mientras se quitaba la camiseta.

-No me hace especial ilusión meterme contigo en la misma cama. –Comentó, mirándolo con seriedad, sin ápice de humor.

-¿Prefieres dormir sola en una habitación donde pueda entrar cualquiera?

La mujer calló sabiendo que tenía razón, y debía aguantarse con aquella situación, pero no le dio la satisfacción de darle la razón, así que cambió de tema manteniendo su imagen fría e indiferente.

-No tengo ropa para cambiarme, así que préstame algo tuyo para dormir.

-No hará falta, me he encargado de todos los detalles. –Dijo con una pequeña sonrisa, mirando levemente el armario que ella tenía detrás.

La morena arrugó levemente el entrecejo y se giró abriendo el gran armario, ahora lleno de ropa. Comenzó a ojear las prendas, no sorprendiéndose ante sus características.

-¿Estás de coña? –Preguntó girándose hacia el rubio, sujetando un picardías rojo fuego. –No voy a ponerme esto mientras esté contigo.

-Hay más cosas.

-Sí, casi todas de poligonera de extrarradio. –Añadió volviéndose al armario, sacando el camisón que más decente le pareció, blanco y con transparencias, bastante corto, desapareciendo por la puerta del baño que comunicaba con la estancia ante la atenta mirada del vampiro.