Advertencias

Los personajes, salvo excepciones, no me pertenecen

La historia contiene escenas explicitas de sexo, violencia y lenguaje soez.

NO soy escritora, esto es por diversión, estoy abierta a cualquier duda o crítica fundamentada y respetuosa.

No todos sale de mi imaginación, con lo que es posible hallar diálogos, escenas, etc inspiradas o tomadas de la serie u otros lugares. Igualmente, el hilo argumental de la historia coincide con algunas cosas de la serie, pero otras son modificadas o inventadas.

Capítulo 6

El rubio se acercó en un movimiento súper veloz hacia la pareja desplegando sus colmillos, empujando al vampiro que sostenía a Lil para empotrarlo contra la pared, sujetándolo del cuello.

-Esta humana es mía, te aconsejo que no vuelvas a ponerle la mano encima.

-Podría hacer que te mataran por esto, Northman.

-Y yo podría matarte ahora mismo, así que dame una buena razón para no hacerlo, y desaparece de mi vista. –Le sugirió mirándolo fijamente con mala cara, para después soltarlo y que el vampiro desapareciera.

El rubio miró a la joven con templanza, para después de unos segundos hablarle con seriedad.

-Creí haberte dicho que no anduvieras por ahí sola. Te creía más inteligente. –Comentó con algo de enfado, para después hacer que la chica entrara, siguiéndola para continuar dentro.

-Lo siento, Eric. Pero era necesario, para eso me has traído.

-No te he traído para que te maten. –Dijo seriamente, posicionándose frente a la mujer, muy cerca de ella, reteniéndola contra la pared mientras la miraba a los ojos. –Le di mi palabra a Sookie de que no te pasaría nada, y tú me lo pones muy difícil.

-Esos vampiros sólo pensaban en lo genial que es su Diosa y en matar al que tenían en frente y al lado, eso no nos proporciona nada útil.

-Ir sangrando por aquí no es nada útil tampoco. ¿Qué ha pasado? –Cambió de tema el rubio mientras observaba los arañazos frescos, aún con sangre en el brazo de Lil.

-Tuve que esconderme rápido y me rasgué con unas cajas rotas. –Habló mientras el hombre sacaba sus colmillos, llevándose un dedo a uno de ellos para hacerlo sangrar, y pasarlo por la pequeña herida de la joven, haciéndola desaparecer al instante. -He descubierto algo. –Dijo Lil en un susurro, impresionada por la magia de la sangre.

-Ilumíname, por favor. –Se burló el hombre alzando las cejas, aún manteniéndose en la misma posición.

-He subido al último piso y parece que tienen a un vampiro encerrado, lo están torturando. He conseguido escuchar los pensamientos del verdugo, y al parecer el vampiro al que retienen te conoce y le han descubierto traicionando a la Autoridad; van detrás de ti por ello, no se fían de que no tengas que ver con su forma de pensar.

-¿No pudiste ver quiénes eran?

-No, ni siquiera pude escuchar más. Un vampiro se acercaba.

-Tengo que subir ahí. –Comentó en voz alta, más para sí mismo que para ella, alejándose de la morena,

-¿Sí?, ¿y cuándo pretendes hacerlo? ¿Por la noche cuando todos están rondando para que te descubran? Creo que el poco inteligente ahora eres tú. Yo podría bajar por la mañana, habrá mucha menos gente, y si me pillan no pasará nada, muy malo al menos. Además, en caso de que me pillaran, siempre podrías salvarme, este sitio está totalmente aislado de la luz, ¿no?

-No podría enterarme de igual modo; no tenemos un vínculo.

-No sé a qué te refieres. –Dijo Lil, temiendo la respuesta del hombre.

-Si bebes mi sangre podré saber si necesitas ayuda, porque sabré cómo te sientes. Así crearíamos un vínculo entre nosotros muy útil, sobre todo para ti.

-No, ni de coña. Eso sería una violación clara de mi intimidad. –Soltó asqueada por la idea de aquello.

- ¿Cómo pretendes que pueda ayudarte cuando te metas en problemas entonces? y ambos sabemos que lo harás, bonita.

La chica guardó silencio durante unos segundos, odiando que Eric tuviera razón. La contradicción creció en su mente, dejándola confusa sobre qué hacer. Aquello sería un fastidio, el vampiro podría saberlo todo sobre ella, pero por otra parte, podría salvarla ante cualquier problema apareciendo ante su llamada.

-¿Seguro que sólo podrás sentir lo que siento y no habrá más efectos secundarios?

-Claro, no hay nada más. –Mintió el vampiro con una leve sonrisa.

-Está bien. Debo de haber perdido el puto juicio que me quedaba. –Susurró, haciendo aspavientos con las manos, sintiendo que aquello le traería más problemas que ventajas.

Eric sacó sus colmillos y se mordió la muñeca, acercándola a la joven, quien la miró con algo de repulsión.

-Date prisa o se cerrará.

Lil miró sus ojos, para después beber de la muñeca del vikingo sin pensarlo más, ignorando el asco que aquello el producía, mientras este sonreía con malicia cuando la chica no lo miraba.

-Esto es asqueroso. ¿Cómo puede gustarle a la gente? –Habló la mujer, apartándose de la muñeca de Eric tras haber bebido de su sangre, limpiándose un hilo que corría por su barbilla con el dorso de la mano.

-Eres la primera persona que encuentro a la que no le gusta. ¿Qué eres? Me fascinas cada vez más. –Dijo sorprendido, mirando a la morena fijamente.

-No lo sé. Como dice Sookie, sólo una humana que trabaja de camarera en un pueblucho de Luisiana.

-No, tú eres mucho más que eso, y pronto lo averiguaremos.

-Como quieras, pero haz el favor de dejar ya de mirarme como si fuera comestible.

-No me pidas imposibles. –Respondió con una sonrisa pícara. –Voy a ausentarme para comer, intenta no meterte en problemas.

-Estaré aquí. –Le respondió con frialdad, sin devolverle la sonrisa, para después observarlo desaparecer.

La joven suspiró al estar sola por fin, relajando sus músculos antes de dirigirse al baño para darse una ducha.

Eric caminaba por la gran sala de la recepción cuando una voz nombrándole hizo que se detuviera.

-Eric, Vamos a salir a cenar, ¿te apetece unirte? –Preguntó Bill.

-Claro. Os sigo. –Dijo con una leve sonrisa, observando junto al vampiro a los demás miembros de la Autoridad, quienes parecían más que exaltados.

-El señor Northman aún no ha bebido la sangre de nuestra señora. Hoy es la noche señalada.

-Salomé tiene razón. ¿Acaso lo habías olvidado?

Las palabras llenas de desconfianza de Dieter Braun junto con su mirada inquisitiva, hicieron que Eric se diera cuenta de que él era uno de los que desconfiaba de él, con lo que el vampiro ensanchó la sonrisa y salió del paso con un excusa, bebiendo una gota de la sangre que los cancilleres le ofrecieron del frasco.

Poco tiempo después, los miembros de la Autoridad desangraban sin control a un grupo de estudiantes en un bar de carretera vacío hasta dejar a los chicos secos. Todos disfrutaban en una especie de éxtasis místico mientras sonreían y succionaban la sangre de sus víctimas.


Lil salió de la ducha y comenzó a secarse con tranquilidad, para después ponerse la ropa interior y uno de los menos provocativos camisones, y peinarse la larga melena oscura ante el espejo, cuando minutos después la puerta del cuarto se cerró con un sonido fuerte que le asustó.

La chica terminó de peinarse y salió despacio del baño, encontrándose a Eric de pie en medio de la estancia con la barbilla y camiseta blanca manchadas de sangre. Lil se asustó quedándose anclada en el umbral de la puerta, observándolo con el miedo creciendo en su interior por momentos.

-Eric, ¿qué has hecho? -Preguntó con lentitud, sin dejar de mirarlo.

Pero el vikingo no contestó, sólo se limitó a observarla detenidamente, desplegando sus colmillos. La chica no entendió aquello, pero sabía que no era nada bueno, ya que el vikingo no había dicho ni una sola palabra y la observaba con una mirada animal que jamás antes había visto en él.

Segundos después, Eric se abalanzó sobre ella y mordió su cuello con desenfreno, succionando la sangre de la chica.

-¡Eric, para! ¡Qué cojones haces! ¡Por Dios, Eric! –Gritó la joven aterrada, mientras trataba de quitarse de encima al vampiro, quien la retenía, apoyándola contra la pared.

Lil tiró de una fina cadena de oro blanco que colgaba de su cuello, sacando una cruz de plata que apoyó sobre la piel del vikingo, haciendo que este se apartara de ella con un gruñido desgarrador. El vampiro la miró unos segundos y después se acercó, pero ella le propinó una fuerte bofetada manteniendo la cruz en su otra mano.