Capítulo 69

El sonido del timbre de la casa Stackhouse hizo que Lil y Sookie callaran, y la morena se levantará para abrir a Madeleine. La abogada sonrió levemente, entrando en el salón seguida de la camarera.

-Perdonad, he tenido que cerrar unos asuntos del trabajo, y me ha llevado más tiempo del que creía.

-Tranquila, vamos bien de tiempo. Estamos cerca y todo está listo. -Agregó Lil, tratando de ocultar su nerviosismo, que se incrementó ante las nuevas palabras de la bruja, formuladas seriamente.

- ¿Y tú lo estás?

- Sí, claro. Mi abuela va a ayudar desde el otro lado, todo será más sencillo que en la última vez.

-Lil, llevo mucho siendo bruja, a mí no puedes engañarme. Conozco el riesgo, al igual que sé que vas a arriesgarte por salvar a Eric a pesar de ello. Siento decirlo delante de ella. -Añadió señalando vagamente a la rubia, quien habló resignada.

-Tranquila, soy la única que está al tanto por si las cosas no salen bien.

-Lo siento, chicas, en serio. Pero no puedo...

-Lo entiendo, LIl -la cortó Madeleine-. No voy a intentar que cambies de opción, ni voy a echarte la charla. Yo también me arriesgaría en tu situación, para qué mentir. Más te vale concentrarte y volver.

- No pienso en otra cosa. Muchas gracias por todo lo que has hecho por mí, gracias a las dos, en serio.

La morena no se resistió y avanzo hasta abrazar a ambas mujeres, sintiendo que su interior se compungía ante el miedo que cada vez se hacía un poco más grande. Al separarse de ambas tomo aire antes de hablar, intentando mantenerse entera.

-Vale, ahora debemos irnos. No podemos llegar tarde.

El grupo se puso en marcha, en silencio, avanzando a pie por el bosque, bañado por la palidez de aquella gran luna.

Ante la magnitud de su nerviosismo, Lil sintió aquel paseo mucho más breve de lo que realmente fue. En cuanto vislumbró el claro y a Pam junto con Eric en la zona, el nudo en su garganta se apretó más. Enseguida noto en el ánimo de ambos vampiros algo extraño que la puso más nerviosa.

-¿Qué ocurre? Estáis intentando bloquear pensamientos. -Habló la morena sin tapujos, mientras buscaba los ojos del vikingo, quién parecía más cansado de lo normal.

-Flanagan a muerto. Acabamos de enterarnos. La sangre de Earl aceleró mucho el proceso. He empezado a tener alucinaciones; el último estadio de la enfermedad.

Lil trago saliva, aterrada por un instante, pero pronto se recompuso. Avanzó hasta llegar cerca de Eric, sujetando su rostro con ambas manos para hablar de forma firme.

-Tu no vas a morir, porque vamos a acabar con esto ahora mismo. Sé que va a funcionar.

Acto seguido, la morena beso abruptamente al hombre, susurrándole que le quería en cuanto se separó.

-Lil, debemos empezar. Un minuto para la medianoche exacta.

La mentada se giró ante las palabras de Madeleine, asintiendo y digiriendo su mirada después a Sookie, visiblemente nerviosa. Aquella mirada cómplice dijo palabras no formuladas, intensas como nunca antes; fue una última despedida discreta y dolorosa.

El trío de mujeres se acercó ante el altar, agarrándose de las manos mientras Pam abrazaba a Eric con un deje de ansia, antes de que el vampiro ocupará su lugar ante la losa de piedra clavada en el suelo, y las mujeres.

La voz de Lil se alzó levemente, rompiendo la quietud del paisaje mientras a las palabras que recitaba, comenzaba a alzarse una brisa cada vez más fuerte.

En el momento álgido del hechizo, cuando la bruja casi gritaba y pronunciaba con dificultad ante el dolor físico que parecía sentir, Madeleine y Sookie se soltaron del agarre. Fue entonces cuando Lil calló, avanzando hasta llegar junto a Eric.

La camarera recogió la daga ritual que descansaba en el césped, pasando a cortar en la palma del rubio y posicionar su mano sobre la losa de piedra, para después hacer lo mismo con su propia mano. Cuando ambas sangres comenzaron a tocar el improvisado altar, Lil susurró nuevamente parte del hechizo tras un segundo en el que sus pensamientos le recordaron que aquello podría ser el final de todo. No había vuelta atrás, estaba decidido.

Eric comenzó a sentir un extraño dolor interno, contemplando con sorpresa como las venas en sus muñecas empezaban a desaparecer. Pronto volvió la vista hacia Lil, quién temblaba mientras susurraba débilmente aquel mantra, sangrando por la nariz hasta que terminó, guardando silencio.

-La enfermedad se ha ido. -Susurro Eric tras remangarse, mirando a la morena con una enorme sorpresa y alegría interior.

Lil parecía en trance, lejos de aquel plano, hasta que unos segundos después de la frase del vikingo, cayó al suelo inconsciente.

Al instante el hombre se arrodillo junto a ella, tocando su mejilla mientras la mentaba con vehemencia, pasando a darle su sangre como otras tantas veces atrás. No obstante, aquella vez algo no iba bien.

-¿Qué está pasando? Su pulso sigue bajando, mi sangre no hace nada. -Habló mirando a Madeleine, quien había llegado junto a la pareja poco después.

La bruja no respondió, y aún con aquel semblante serio, comenzó a murmurar un hechizo mientras imponía las manos a la camarera. Eric se giró veloz para mirar a Sookie, hablando con un deje de brusquedad al escuchar su llanto desconsolado, sospechando al ver que aquello no parecía sorprenderle.

-Dijo que no pasaría nada. ¿Qué está pasando, Sookie? ¡Habla lo que sepas! -Terminó por gritar, haciendo que la rubia entre sollozos, respondiera.

-Mintió, su abuela le dijo que no sabría si saldría bien…

Eric entonces se movió veloz, apareciendo a un palmo de la mujer, hablando con visible enfado, terminando por gritar.

-¿Lo sabías? ¿¡La has dejado morir?!

-No está muerta, no aún. -Agregó Madeleine, aún arrodillada.

-Si sabías esto, más te vale arreglarlo. -Agregó, llegando ante la bruja en un segundo. La mujer se levantó, encarándolo sin miedo.

-Sé que es difícil, pero debes asumir que ella eligió salvarte por decisión propia…

Eric agarró a Madeleine del cuello, desplegando los colmillos mientras le gritaba con furia, haciendo que Sookie corriera a auxiliar a la bruja, suplicando a Pam para que hiciera algo.

La vampiresa sólo intervino al ver que Madeleine pretendía usar su magia contra el vikingo, acercándose entonces para alejarlo de ella en un movimiento vertiginoso. No obstante, antes de que ella pudiera hablarle para calmarlo, el rubio tomó en brazos a Lil, volando lejos del lugar sin mediar palabra.

-¿A dónde se la lleva? ¿Qué va a hacer? -Susurró Sookie, mirando a Pam, a pesar de conocer que ella tampoco sabría la respuesta.

-Conoce más brujas y gente que usa magia. Tratará de salvarla como sea. Será mejor que no tratéis de localizarlo hasta que él vuelva a vosotras, y esté más calmado. Cuidará de Lil.

Sookie contempló como la rubia se alejó tras acabar su frase de una forma seria, alejada de su característica indiferencia. Pero en aquella circunstancia su mente no era capaz de focalizarse en nada más, que en aquel miedo inmenso. Continuando con las lágrimas surcando su rostro, elevó la voz quebrada para hablar con Madeleine.

-¿Y si contactamos con su abuela? ¿No podría hacer algo? Dices que no está muerta, es como aquella vez que luchaba entre los dos mundos.

-Sí, eso es verdad; pero Denna no podrá hacer nada, cielo. La magia tiene un equilibrio muy medido y complejo, con lo que sólo ella y los elementos que rigen las reglas del mundo invisible podrán decantar la balanza, Sookie. Estoy segura de que todas sus ancestros están ayudándola, así que tengamos fe.

-No sé si voy a poder… Cuando Eric regrese y pida explicaciones, y su hermano… Dios mío, si tengo que decirle que ella podría morir en cualquier momento, yo no…

-Tranquila, cielo. Te ayudaré si lo necesitas. -Añadió velozmente la mayor, abrazando con fuerza a la camarera, quien respondió a aquel gesto mientras su desconsuelo aumentaba. -De momento vamos a esperar a que Eric vuelva con Lil, y aguardaremos al menos hasta mañana por la noche para ver si algo cambia, o puedo conseguir algo que pueda ayudar a Lil. Vamos a estar juntas en esto, Sookie.

La mentada asintió, tratando de calmarse y verbalizar su gratitud, dejando que la bruja la guiara por el bosque para acompañarla a casa. Ninguna de las dos dijo nada más, absorta en la lucha con sus propios pensamientos y miedos internos ante aquella situación que amenazaba con desmadrarse en cualquier segundo.