One Piece NO ME PERTENECE. Solo hago esto para su entretenimiento y mi diversion.
Chapter 1.1: Más allá de la pasión
Viajar luego de todo lo ocurrido en Enies Lobby aun le parecía una anomalía, al igual que lo era su situación con Zoro. Ella sabía que no era moralmente correcto los acercamientos que habían tenido. Ella era nueve años mayor que él, ya no estaba para aventuras, en general, no estaba en sus planes enamorarse. Su pasado le había demostrado que no era capaz de hacerlo, a pesar de tener a un buen hombre a disposición. Cada vez que formó o intentó formar algún tipo de nexo significativo con cualquier persona importante, había salido mal. Pocas veces a lo largo de su vida, llegó a pensar que podría ser parte de una pareja. Casi siempre, se codeó con criminales desalmados; eran unos patanes. Se protegió como pudo y cuando pudo de muchos.
Con el espadachín, su mecanismo de defensa no estaba funcionando. Zoro había resultado ser una grata sorpresa para ella, en muchos sentidos. Para ella, su edad era un problema. Si alguna vez consideraba tener ese tipo de relación, tenía que ser seria y duradera. No podía esperar aquello de un espadachín obsesionado con el entrenamiento de 19 años, a pesar de que su cuerpo y ciertas actitudes, denotaran una actitud varonil y protectora que le atraía como un imán. Ella estuvo en el lugar de Zoro, estando con alguien bastante mayor que ella, y al final, no funcionó, por culpa de ella, a pesar de que el hombre hizo y deshizo para que lo que tenían fuese formal y duradero. Le hizo replantearse lo que realmente quería en la vida, aparte de conocer el siglo vacío. La idea del amor y hasta casamiento le parecían conceptos abstractos; el de tener descendencia era conflictivo para su ser. No era buena idea agregar a un nakama a la ecuación. No debería ser ni siquiera una posibilidad, y aun así, seguía dándole vueltas al asunto. La coquetería siempre fue un arma que utilizaba como entretenimiento, defensa y manipulación. Normalmente, era capaz de detenerla a voluntad, pero con Zoro, se encontraba fuera de control. No debió pasar del beso en la fiesta y mucho menos debería preguntarse qué tan compatible serían si hicieran todo el asunto de una buena vez. Estaba mal que lo deseara.
― ¿Algo fuera de lo común? ― como si lo hubiese invocado, el espadachín habló a sus espaldas.
―Es raro que estés despierto cuando no te toca vigilar.
―Tomé una siesta.
― ¿Y por qué no todas las horas de sueño?
―Porque tú estás de guardia. ― su expresión no parecía ser de lujuria. Era su faceta cotidiana de indiferencia.
― Eso es relevante porque…― Zoro no respondió, mantuvo su vista al frente como si tratara de entender su propio accionar.
― No soy un niño.
―Eso lo sé.
―Pero te cuesta creerlo. ― rebatió el espadachín.
― ¿Eso te molesta?
―Sí, bastante. ― Roronoa no dejaba de sorprenderle.
― ¿Qué quieres que haga al respecto? Solo soy un capricho para ti; pasará el tiempo y lo que sea que crees que sientes por mí, desaparecerá y te parecerá risible todo lo que ha pasado.
― Deja de asumir que lo sabes todo… ― Robin suspiró, tratando de mantener la compostura, pues Zoro estaba imitando aquella noche nueva vez. Sus manos atraparon su cintura y la atrajo bruscamente hacia él. Y de nuevo, no lo detuvo. Su consciencia aminorada le decía que se alejara, pero Zoro besaba tan bien y le hacía sentir tan protegida que lo único que su cuerpo comandaba era abrazarlo hacia ella y corresponderle el beso. Era diferente. No estaba siendo el bruto que fue aquella vez, era más pausado, menos frenético y…más sensual. Era un buen diferente…para ambos. ― No sabes cómo me siento, no lo sabes todo…― un escalofrió recorrió todo su cuerpo ante lo ronca que salió la voz del espadachín…―Nico Robin. ― su nombre, jamás de los jamases, había sonado tan atrayente en los labios de alguien y muchos lo habían pronunciado.
Se mantuvieron la mirada a medida que tomaban distancia. A pesar de que tanto Zoro como Robin mantenían sus expresiones normales de imperturbabilidad, el beso les había movido los cimientos que por mucho tiempo habían mantenido quietos entre los dos.
― ¿Y qué? ¿Te vas así nada más? ― preguntó Robin al ver como el Roronoa se iba por donde había llegado y como si no hubiese hecho nada.
―Pues…te debo un favor por ayudarme el otro día, pero aún hay varios de los chicos despiertos y te escucharán, si hago aquello… ― Robin utilizó todo su autocontrol para mantener la compostura ante la sugerencia que hacia el espadachín. Tragó en seco, sabiendo que cuando el espadachín sintiera que todo estaba en las condiciones adecuadas, la haría gritar de placer y ella, para su desgracia, tenía la expectativa a flor de piel. Zoro tenía desbalanceado su ser: por un lado, estaba la "Robin racional" que decía que ya estuvo bueno, debía cortarlo de raíz, pero luego estaba la "Robin viva" que disfrutaba la atención genuina de un hombre. El problema era que la "Robin completa" era inteligente y sabía que lo que se estaba gestando no era simple lujuria.
:)
