¿Realmente es necesario todo esto?
Supongo que ya deben tener una vaga idea de quién soy...O ¿¡Acaso están aquí por "ella"!?
¡Ja! ¡Qué absurda posibilidad!
Permítanme aclarar algo desde el principio: ella no es más que mi rival. Ni siquiera se acerca a mi nivel.
La verdadera estrella soy yo.
Así que, si esperaban grandes cosas de su parte, pueden ir despidiéndose de esa ilusión.
Es hora de empezar con esto.
No tengo tiempo para perder; hay un sinfín de responsabilidades aguardando por mí.
Giré sobre mis tacones con toda la gracia que solo yo puedo lograr, dejando que mi mirada, afilada y calculadora, se posara sobre Eiyo, mi asistente.
Mientras disfrutaba de un sorbo de té.
-Bien, ¿qué tenemos planeado para el día de hoy?-
-Hoy tiene una agenda bastante ligera, señorita, la mañana está completamente libre para usted.-Eiyo consultó su tablet con una eficiencia impecable, alzando la vista hacia mí con una sonrisa medida.-Después del almuerzo, tiene programada una reunión con algunos socios de su padre y al finalizar, está agendada una sesión de fotos para la nueva campaña.-Hizo una breve pausa, añadiendo con satisfacción.-En resumen, tendrá prácticamente el resto del día libre.-
Asentí con satisfacción, dejando que la información se asentara mientras me recargaba en el respaldo de mi silla, jugueteando con la taza en mis manos.
-¡Perfecto! Tomaré mi desayuno en la terraza.-
-Entendido. -Eiyo hizo una pequeña reverencia antes de retirarse, dejando mi habitación en absoluto silencio.
Por si aún no lo han notado, permítanme presentarme formalmente.
En ese momento, una voz exaltada resonaba desde un programa de entretenimiento, llena de entusiasmo exagerado.
-¡La única, la inigualable y perfecta señorita Ring-Ring! -Anunció el presentador mientras en la pantalla desfilaban imágenes y videos míos en colaboraciones con marcas exclusivas y rodeada de las mayores celebridades del momento.
No es por presumir, claro.
Pero tampoco estoy exagerando.
Soy hija del hombre más poderoso del universo.
Mi padre, Dong King, ha explorado el espacio exterior y forjado un imperio más vasto de lo que cualquiera podría imaginar.
Además de ser dueño de una cadena de restaurantes de renombre, lidera una de las empresas más influyentes en el mercado global.
Y, por supuesto, el restaurante Dong King no es solo un lugar sofisticado; es un emblema de perfección.
Cada detalle, desde los ingredientes hasta los chefs más aclamados, es meticulosamente seleccionado para garantizar la mejor experiencia.
Sin embargo, mi padre rara vez está en la Tierra.
Eso significa que la jefa aquí... soy yo.
No es una tarea sencilla mantener este reino en su máximo esplendor, pero, seamos honestos.
¿Qué hay que yo no pueda lograr?
Absolutamente nada.
Terminé mi té con la misma elegancia que una reina finaliza su discurso, apagué la televisión y me levanté con la determinación de quien sabe que el mundo gira a su alrededor. Me dirigí al baño, donde comenzó mi rutina matutina, un ritual tan impecable como yo misma.
Frente al espejo, la perfección se manifestaba: una piel sin mácula, un cabello que caía como seda y una belleza que desafiaba las leyes de la naturaleza. El reflejo me devolvía una sonrisa de satisfacción. No necesitaba que nadie me lo recordara; ya sabía que era la mejor.
Al regresar a mi habitación, Eiyo ya había dispuesto mi desayuno en la mesa.
Todo en orden, todo perfecto.
¿Cómo podría ser de otra manera?
Tomé asiento, degustando cada bocado como si fuese una obra de arte culinaria, mientras Eiyo, siempre atento, me servía un vaso de jugo.
-Eiyo, daré un pequeño paseo por la aldea antes de la reunión.-
-¿Necesita que la acompañe, señorita?
No pude evitar rodar los ojos. A veces, la sobreprotección de los demás rozaba lo insoportable.
-No, prefiero que te encargues de preparar todo para la reunión.-Lo mire de reojo.-¡Y no olvides mi café!
No necesitaba compañía, mucho menos la de Fyah y su grupo de incompetentes que mi padre insistía en mantener a mi alrededor.
No era una niña.
Lo único que necesitaba de mi padre eran las transferencias bancarias que llegaban con puntualidad.
¿Quién podría culparme?
Había preferido malcriarme antes que ser un buen padre, así que lo mínimo que podía hacer era disfrutar de las comodidades que me brindaba.
Terminé el desayuno y me dirigí hacia la puerta.
Antes de salir, tomé mi bolso y me detuve frente al espejo.
Una vez más, mi reflejo confirmó lo que todos ya sabían: soy la viva encarnación de la perfección.
Cuando finalmente salí, las miradas de admiración no se hicieron esperar.
¿Cómo podrían no mirarme?
Mi porte, mi estilo, mi presencia... todo en mí exigía atención.
Sin embargo, como era habitual en este lugar, el gusto de la gente dejaba mucho que desear.
Sus prendas mal combinadas y su actitud apática me resultaban insoportables.
Me limité a seguir mi camino, disfrutando de la brisa que acariciaba mi cabello, hasta que una ráfaga de viento pasó fugazmente a mi lado.
Levanté una ceja, confundida por lo que acababa de ver.
¿Acaso aún jugaban como niños?
Era increíble cómo algunos insistían en aferrarse a juegos infantiles, como si el paso del tiempo no hubiera enseñado la necesidad de madurar.
Sin embargo, ese "par" de individuos parecían destinados a perpetuar sus entretenimientos triviales hasta el fin de los tiempos.
Ignorarlos habría sido lo sensato, pero, por supuesto, no podían dejarme en paz.
Antes de que pudiera darme la vuelta, sentí un golpe y, en un instante, me encontré en el suelo.
¡El suelo!
¡Yo en el suelo!
Cuando levanté la mirada, ahí estaba: la fuente de mi irritación.
Pucca, con su sonrisa torpe y su aire despreocupado, estaba justo frente a mí.
-¡Oye! ¡Fíjate por dónde vas! -Mi voz resonó con toda la indignación que la situación ameritaba mientras la empujaba para apartarla de mí.
-¡L-Lo siento, Ring-Ring! ¿Estás bien? -Pucca dio un paso atrás, claramente nerviosa.
La miré con desdén, levantándome con toda la dignidad que pude reunir.
-¡No te acerques! ¡Es suficiente! -La señalé, alejándola con un gesto brusco.
Ah, y sí, sé lo que están pensando:
"¡Pucca habló!"
¡Por favor!
¿Pueden superar eso ya?
Necesitan actualizarse un poco y si creen que voy a detenerme a explicarles la obviedad de su capacidad de hablar, están perdiendo el punto.
Esto no se trata de Pucca.
No se trata de Garu.
Esto se trata de mí.
Y yo soy mucho más importante que ese par de tortolitos insignificantes.
¿Entendido?
Pero como soy una persona increíblemente benévola, creo que puedo darles una pequeña retroalimentación.
Veamos...
En resumen, Garu restauró su honor hace años.
Eso significa: ¡Adiós al voto de silencio!
Ahora habla como cualquier otra persona, y claro, ya saben lo que ocurrió después: toda la aldea quedó hechizada por la "hermosa y angelical voz" de Pucca.
¿El resultado?
Su popularidad se disparó.
Ugh, esta aldea tiene un gusto tan... peculiar.
-¿Están bien? -La voz serena de Garu interrumpió mis pensamientos mientras se acercaba a nosotras. Con esa calma innata suya, nos ayudó a levantarnos.
Si alguien me lo preguntara, respondería sin dudarlo: en esta aldea solo hay una cosa que realmente vale la pena, y esa es Garu.
-S-Sí... gracias. -Acepté su mano, sintiendo una calidez inesperada al contacto.
Me levanté con torpeza, algo inusual en mí.
Y ahí estaba él: la perfección en carne y hueso.
Es fuerte, astuto, atlético, apuesto...¿Cómo no caer rendida ante su encanto?
Aunque nunca lo admitiría en voz alta, mi corazón latía con una intensidad inusual cada vez que lo veía.
-Pucca, deberías ser más cuidadosa. -Garu le habló con suavidad, su expresión seria y sus palabras cargadas de una paciencia que solo él podía tener.
¡Exacto!
Ambos pensamos que Pucca es una molestia.
¿No lo ven?
Él y yo estamos destinados a estar juntos.
-¡Sí! Tienes suerte de que mi vestido esté intacto. -Revisé mi reflejo en un pequeño espejo de bolsillo, asegurándome de que mi maquillaje permaneciera perfecto, aunque no pude evitar echarle un vistazo a Garu.
Desde que lo conocí, ha sido mi único objetivo.
Pero entonces... está ella.
Esa tonta siempre rondando, invadiendo lo que debería ser mi espacio con él.
-Descuida...estoy bien. -La sonrisa de Pucca era leve, pero sus ojos... sus ojos reflejaban algo que me hizo apretar los labios.
¡Ugh!
No sé qué es más frustrante, si su constante cercanía con Garu o el hecho de que él nunca parece molesto por ello.
Avancé un paso, empujándola apenas.
Bueno, quizá no tan apenas.
¡Ja!
¿¡A quien engaño!?
¡Salió disparada como un cohete, aterrizando quién sabe dónde en la aldea!
-¡G-Garu! -Me acerque a él.
-¿S-Sí? -Garu giró la cabeza en dirección a donde había caído Pucca, su expresión sin cambios pero con una pizca de duda.
-Ah...solo quería sugerirte algo. -Mis palabras brotaron con una dulzura medida. Me acerqué un poco más, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza.
Garu me miró, y por un segundo, juré que había algo diferente en su mirada.
¿Era curiosidad?
¿Interés?
-Sabes, esta tarde estaré libre...¿Qué te parece si vienes al Dong King a probar nuestro nuevo menú de temporada? Yo misma podría recomendarte los mejores platillos... y, claro, la casa invita. -Mi voz fue casi un susurro, cargada de una esperanza que no podía disimular.
Él se quedó en silencio por un momento, y aunque su rostro no mostró mucho, la manera en que aclaró su garganta me dio un indicio de su incomodidad.
-G-Gracias, pero no puedo aceptar tu invitación. -Retrocedió apenas un paso, como si la distancia pudiera suavizar el impacto de su rechazo. Su tono era firme, aunque sin rastro de malicia. -Tengo que trabajar, y después de eso entrenaré todo el día.-
La desilusión me golpeó con fuerza, pero no podía permitir que lo notara.
-Ya veo... entonces, otra vez será. -Sonreí con una elegancia cuidadosamente ensayada, aunque mi pecho doliera como si alguien lo hubiese comprimido.
Él asintió ligeramente antes de darse la vuelta y alejarse.
Observé su figura desaparecer en la distancia, con la determinación de no derrumbarme.
No sería fácil ganarme su corazón. Pero si alguien en esta aldea estaba destinada a estar con Garu, esa era yo.
·※·
¡Ja!
¿Hace falta que me presente?
¿¡Qué clase de insolencia es esta!?
¿¡Por qué vienen aquí pidiendo "introducciones"?
¡Se supone que ya deberían saber quién soy!
¡Es una afrenta, una burla hacia mi persona que me obliguen a hacer esto!
Pero... Esperen... ¿¡Están aquí por Garu!?
¿¡Cómo se atreven a comparar a un ser tan insignificante con mí!?
¡Esto no quedará impune! ¡Me vengaré de todos y cada uno de ustedes!
¡Él no es nada comparado conmigo!
Mientras mis ojos se admiraban en el espejo, observando con deleite mi figura esculpida y mi belleza inigualable, una puerta interrumpió mi tranquila contemplación. Unos golpes cortos y presurosos hicieron eco, desentonando con mi aura de superioridad.
-¿¡Qué!? – Mi voz retumbó en la habitación, llena de autoridad, como un trueno dispuesto a desmantelar cualquier atisbo de cuestionamiento.
No toleraba interrupciones innecesarias.
-S-Señor... – Una voz temblorosa respondió desde el otro lado.
-¿¡Ahora qué!? ¡Estaba en medio de algo muy importante! – Las palabras salieron como látigos, dejando claro que mi paciencia ya estaba colmándose.
-L-Lo siento... El desayuno está listo... – Tartamudeó uno de mis ninjas, visiblemente nervioso, como si hubiera cometido el peor de los crímenes al perturbar mi valioso tiempo.
-Ya era hora... – Resoplé, mi tono cargado de impaciencia, pero también de una extraña satisfacción.
Mis subordinados debían aprender a respetar la magnitud de mis ocupaciones.
Salí de mi habitación con paso firme y, al cruzar el umbral, dos filas de ninjas se alinearon como una muralla de respeto.
Sus cabezas se inclinaron, mostrando su lealtad sin reservas, dejándome el camino despejado hacia el comedor.
Como ya sabrán, soy el líder de una de las bandas de ninjas más respetadas y temidas de la aldea.
No trabajo con cualquiera.
Solo los mejores, los que demuestran verdadera dedicación a la causa.
Mi reputación, mis estándares, son inquebrantables.
Es mi deber guiar a estos hombres a la cima, pues soy quien domina todas las artes marciales con una perfección que pocos pueden comprender.
Día tras día, los someto a entrenamientos rigurosos, pruebas que los desafían hasta su límite. Ellos son mi reflejo.
-¡Oigan, limpien ahí! – Señalé al marco de una fotografía mía que colgaba con un ligero toque de polvo.
Mi hogar debía reflejar la misma perfección que exigía de ellos en los campos de batalla.
-¡De inmediato señor! –Varios ninjas se apresuraron a limpiar el marco, mientras yo me recargaba en la silla, mi mente divagando nuevamente en pensamientos de grandeza.
Mis ninjas no serían nada sin mí, claro.
Al entrar al comedor, me recibió un silencio reverencial.
Todos los ninjas presentes se inclinaron en perfecta sincronización.
Caminé con la arrogancia de un emperador hacia mi lugar, observándolos a todos con una mirada que podría derretir acero.
¿Pretendían hacerme esperar toda una eternidad?
-¡Oigan! ¿¡Dónde está mi desayuno!? – Mi voz rompió la quietud de la sala, cargada de ira contenida.
El vacío en mi plato parecía burlarse de mi tiempo.
-Un momento, señor... – Un ninja se apresuró, sus pasos frenéticos, y en sus manos apareció un plato humeante.-Aquí tiene, señor, justo como le gusta... ¡Extra crujiente! –
Pero cuando vi el plato, una ola de desdén recorrió todo mi ser.
-¡Esto está quemado! – Exclamé con desagrado, mi rostro contorsionado por el repudio.
Tomé el plato y, sin pensarlo, lo lancé lejos, con la furia de un rey exigiendo justicia.
-¡Háganlo de nuevo! – Mi voz se elevó, impregnada de un poder que no admitía resistencia.
-S-Si... – Mi ninja, tembloroso, recogió el plato y salió disparado hacia la cocina.
Admito que, tal vez, mis ninjas no sean los más brillantes.
Pero son leales, y eso tiene un valor incalculable.
Son lo suficientemente competentes como para ser mis súbditos y seguir mis órdenes sin cuestionamientos.
Unos minutos más tarde, el nuevo plato fue presentado ante mí. Esta vez, su apariencia era aceptable.
La furia que había incendiado mis venas desapareció, reemplazada por la expectativa de finalmente disfrutar de lo que me correspondía por derecho.
Sin embargo, justo cuando me disponía a tomar el primer bocado, el aire se congeló. Un estrépito metálico resonó, y un robot irrumpió en la sala a toda velocidad, deteniéndose con precisión milimétrica... justo sobre mi desayuno.
La imagen que se desplegó frente a mí era como una maldición caída del cielo.
El robot, que parecía estar disfrutando de su interrupción, proyectó la imagen como si fuera un aviso divino.
¡Genial!
Justo lo que no necesitaba en mi vida.
Un recordatorio más de que hoy, aparentemente, tendría que trabajar. Y como si el destino se divirtiera a mi costa, mi rostro reflejó un desdén tan intenso que casi podía saborearlo.
Mis ninjas y yo, por si no lo sabían, trabajamos en el restaurante de Dong King.
Es un trabajo temporal, con pago considerable, lo cual es útil para financiar mis planes, esos planes perfectos para destruir a Garu, mi eterno y frustrante rival.
Sin embargo, mis momentos de gloria se veían constantemente interrumpidos.
-¡Tobe! -La voz de Fyah interrumpió mis pensamientos, sonando como una alarma inoportuna.
-¡Arg! ¿¡Ahora qué, Fyah!? ¡Estoy en medio de algo importante! -Mi tono no dejó lugar a dudas sobre mi exasperación.
-¡Qué maleducado! Pensé que querrías recibir tu paga por el último trabajo que realizaste...-
-¡Oh, vamos Fyah! Mi amigo, hermano, compañero... solo estaba bromeando... - Reí con mis ninjas, tratando de aligerar la atmósfera mientras fingía una despreocupación que no sentía.-Iré a por el dinero ahora mismo...-
Pero antes de que pudiera dar un paso hacia la puerta, Fyah tenía otros planes.
-No tan rápido, Tobe... Necesito que realicen otro trabajo...Recibirán su paga una vez que lo terminen... -Su tono cambió, grave y serio, casi como si se tratara de una orden de vida o muerte.
Maldición.
Una llamada de último minuto.
¿Por qué siempre tenía que ser así?
Nunca sabías cuándo te necesitarían, y mis planes de venganza quedaban una vez más en pausa.
-¿Y bien? ¿Qué necesitas? - Mi voz era firme, aunque mi impaciencia era palpable.
-Te daré los detalles en cuanto llegues... - Fyah hablo con una calma inquietante.
-¡Está bien! Estaré allí en unos minutos... - Acepté antes de cortar la llamada, con un suspiro cargado de frustración.
Miré a mis ninjas, sintiendo que el aire de mi guarida se volvía denso con el peso de mi agitación.
-¡Oigan! Necesito que algunos de ustedes me acompañen, los demás... ¡Encárguense de limpiar este desastre! -
Mis ninjas asintieron de inmediato, dispuestos a obedecer sin vacilaciones.
Pero mis planes... mis gloriosos planes de venganza... ahora no podían seguir adelante.
Tendría que esperar.
Pero ¿Cómo podía mantener la calma?
Me estaba ahogando en mi propia frustración.
-Aquí tiene, señor... - Uno de mis ninjas me ofreció una taza de café humeante.
Agradecí el gesto y tomé la taza, disfrutando del cálido aroma mientras mi mente se enfocaba en cómo reorganizar mis pensamientos y acciones.
Mis planes, aún intactos, necesitaban reorganizarse y adaptarse.
Al menos algo de paz, aunque fuera efímera, me ayudaría a concentrarme.
-Bien, asegúrense de tener el almuerzo listo cuando regrese. -
Les recordé a mis ninjas, tratando de encontrar algo de orden en el caos mientras me dirigía a un rincón tranquilo de la guarida.
Necesitaba un momento de paz, aunque solo fuera un suspiro.
Me acomodé en mi silla, mi taza de café en las manos como si fuera una reliquia, y abrí el diario.
El murmullo de la tinta sobre las páginas me arrulló, dándome la falsa sensación de serenidad.
Pero la calma es efímera.
Un fuerte estruendo sacudió la guarida.
El suelo tembló levemente, y mi café, en un movimiento dramático, se derramó sobre el periódico.
El caos comenzó de inmediato.
-¡Terremoto! - Gritaron algunos de mis ninjas, corriendo en pánico en todas direcciones.
-¡Oigan! ¡No entren en pánico! Esto no es un...-
Pero ni siquiera terminé la frase.
Mis ninjas, en su inquebrantable lealtad pero total estupidez, ya me habían sacado fuera de la guarida, como si el fin del mundo estuviera a la vuelta de la esquina.
El aire estaba cargado de desesperación mientras los gritos de alarma resonaban.
Observaba a mis ninjas, o...mis gallinas, tratando de mantener la calma en medio del caos.
-¡Busquen al responsable! - Ordené, mi voz cortante como el filo de una espada, señalando el área afectada por el extraño impacto.
Mi mente estaba nublada por la furia.
¡Ni siquiera pude terminar mi café!
¡Mi preciado café!
Mis ninjas, aunque algo desbordados, comenzaron a moverse rápidamente.
-¡Señor por aquí! - Gritaron algunos, guiándome hacia el epicentro del desastre.
Finalmente, llegué al lugar del impacto. Un gran cráter marcaba la escena, una herida en mi jardín, el santuario de mi guarida.
Pero lo que encontré al final no era lo que había esperado.
Allí, en medio del desastre, estaba ella.
Pucca.
Se levantaba lentamente, visiblemente desorientada, como si hubiera caído desde las estrellas.
No me importaba lo que le hubiera sucedido, ni cómo había aterrizado.
Lo que me importaba era lo que casi había perdido: mi guarida, mi paz, mi café.
¡Puedo tolerar casi todo!
¡Pero esto!
¡Esto no se quedará sin respuestas!
-¡Ja!-Solté con una carcajada llena de sarcasmo.-Parece que el pronóstico del clima se equivocó...No dijeron nada sobre lluvia de cosas feas.-
Mis ninjas, leales y fácilmente influenciables, estallaron en risas sincronizadas, golpeando sus rodillas con exageración teatral.
Sin embargo, la pequeña intrusa no parecía impresionada.
Se sacudió el polvo de sus ropas y me miró con esa sonrisita traviesa que nunca presagiaba nada bueno.
-Oh, entiendo cómo llegaste aquí.-Esa mocosa sonrió con aparente inocencia.-¿Te dolió la caída?-
Su burla encendió algo en mí, una chispa de rabia que rápidamente se convirtió en una llamarada.
-¡Oye! ¿¡Cómo te atreves a...!?-
-¿Pucca? -interrumpió una voz que hizo que todo mi mal humor alcanzara su punto de ebullición.
Perfecto.
Él tenía que estar aquí, como si mi día no pudiera ir peor.
Garu apareció con su expresión impasible, y Pucca, como una flecha disparada, corrió hacia él, abrazándolo con toda la energía que su diminuto cuerpo podía reunir.
Mi estómago se retorció ante la escena, una mezcla de náuseas y frustración.
-¡Garu! ¿¡Cómo se atreven a invadir mi guarida!? -Grite, agarrando su camisa y sacudiéndolo como si fuera un muñeco de trapo.
Mi odio por él era un asunto privado, algo demasiado complicado como para explicarlo, y no estaba dispuesto a compartirlo con nadie.
Así que no sean chismosos.
Él solo suspiró y rodó los ojos, cruzándose de brazos como si estuviera acostumbrado a mis arrebatos.
Por supuesto, su actitud de indiferencia solo empeoró las cosas.
-¡Oye! Nadie quiere invadir esta pocilga -Esa mocosa intervino, cruzándose de brazos con esa mirada desafiante que lograba encenderme más rápido que un fósforo en gasolina.
-¿¡Pocilga!? -Fruncí el ceño, soltando a Garu, quien cayó al suelo con un ruido sordo.-¡Lo único horrible aquí eres tú!-
-¿¡Ah sí!? -Ella se acercó un paso más. -Pues qué bueno que uses esa tonta máscara, porque si no, toda la aldea quedaría ciega con tu fealdad.-
El insulto me golpeó como un puñetazo, y en un arrebato de ira, me quité la máscara y la arrojé al suelo con dramatismo.
-¿¡Fealdad!?-Grité, extendiendo los brazos en un gesto exagerado. -¡Mírame bien! ¡Soy el mismísimo Adonis! -
-¡Por favor! -Pucca bufó, su voz cargada de desdén.-¡Parece que la modestia también se extinguió contigo! Aunque, pensándolo bien, probablemente tú fuiste quien provocó la extinción de los dinosaurios cuando caíste como meteorito ¡Gordo!-
-¿¡Cómo me llamaste!? -Gruñí, acercándome más, mientras mi sangre hervía de indignación.
-¡Ya basta! -Garu intervino, poniéndose entre los dos como una barrera inamovible.
Su tono era bajo pero firme, suficiente para hacerme dar un paso atrás, aunque a regañadientes.
-¡Eso empezó! -Gritamos Pucca y yo al unísono, señalándonos mutuamente como niños atrapados en una pelea de patio escolar.
-Tobe, ella no tuvo la intención de estrellarse aquí...-Garu se frotó las sienes, claramente cansado de nuestros enfrentamientos constantes.
-¡Fue culpa de...! -Pucca intentó defenderse, pero la interrumpí alzando una mano.
-¡No me interesa! -Señale hacia el bosque. -¡Fuera de mi aquí!-
-¡Ja! Como si quisiera quedarme en este basurero.-Pucca frunció el ceño, y me dio la espalda.
-¿¡Qué dijiste!?-Di un paso hacia ella, dispuesto a continuar la pelea, pero uno de mis ninjas interrumpió con una voz temblorosa.
-Señor... vamos tarde...
Su comentario fue como un balde de agua fría.
Tenía cosas más importantes que discutir con esa niña y su ridículo novio.
-¡Ya lo sé! -Gruñí, señalando el cráter. -¡Que alguien se encargue de cubrir ese hueco antes de que regrese!-
-¡Sí señor!-Respondieron mis ninjas al unísono, inclinando la cabeza antes de ponerse manos a la obra.
Di una última mirada a Garu y Pucca, dejando que mi desprecio se reflejara claramente en mis ojos.
-Garu...En nuestro próximo encuentro, desearás no haber arruinado mi jardín.
Lo empujé levemente al pasar junto a él, como una advertencia final, antes de girarme y dirigirme hacia el Dong King.
Aunque mi día había empezado con el pie izquierdo, la promesa de un enfrentamiento futuro me daba algo de consuelo.
Al final, siempre habría una próxima vez.
A medida que avanzábamos por las polvorientas calles de la aldea, una sensación palpable nos envolvía.
Las miradas se cruzaban con las nuestras, unas llenas de temor, otras de intriga.
Los susurros apenas audibles se deslizaban entre los edificios, dejando claro que no éramos bienvenidos, pero tampoco ignorados.
En esta aldea, el eco de nuestras pisadas resonaba con el peso de la reputación que nos precedía: mi grupo de ninjas y yo no éramos figuras amigables.
La gente temía lo que podíamos hacer si decidíamos alterar el equilibrio.
Garu podía parecer amigable y encantador, pero no se dejen engañar por su imagen de "niño bonito".
Aunque el mundo lo viera como el niño bueno, ambos compartíamos las mismas manos sucias, las mismas sombras que siempre nos seguían.
Pero eso, claro, era un secreto que solo los que sabían mirar podían descifrar.
Cuando llegamos al restaurante, no necesité hacer un esfuerzo especial para hacer notar nuestra presencia.
Empujé las puertas con un estruendo que hizo que todos en el lugar se detuvieran y volvieran la vista hacia mí.
Aquel momento de silencio fue como el preludio de una tormenta.
Los murmullos empezaron, unas risas nerviosas, otros murmullos de desaprobación.
-¡Llegas tarde! -Fyah gritó desde detrás del mostrador, su rostro reflejaba una mezcla de molestia y cansancio.
Le lancé una mirada desafiante, pero antes de responder, mis ojos ya se habían desplazado por el restaurante.
El caos era palpable.
Herramientas y piezas metálicas se esparcían por el suelo como si una guerra de robots hubiera estallado en el centro del establecimiento.
La atmósfera estaba impregnada de una tensión eléctrica, como si el lugar mismo respirara a través de la furia contenida de Fyah.
-¡Hey! También tengo cosas que hacer ¿¡Sabes!? -
-Como puedes ver, también nosotros tenemos problemas. -Fyah se agachó sin preámbulo, recogiendo una pieza metálica del suelo, su gesto reflejó lo frustrado que estaba.
-¡Tío, las cámaras también están fallando! -Una voz se alzó desde el fondo, proveniente de una habitación contigua donde los técnicos luchaban por restablecer el control sobre los dispositivos dañados.
-¡Apuesto a que fueron esos idiotas del Goh Rong! - Fyah masculló, culpando a la competencia por el desorden. En su tono había una mezcla de furia y frustración, como si la situación estuviera a punto de volverse insostenible.
-¿Por qué destruirían tus maquinitas? -Tomé una cabeza de robot que yacía en el suelo, observándola con curiosidad mientras sopesaba sus palabras.
-Tal vez porque somos mejores que ellos... - Fyah no siquiera me miro, pero su voz estaba teñida de un ego que no podía evitar delatarse.
Suspiré, dejando caer la cabeza del robot con desgana.
Me estaba cansando de perder el tiempo en estas trivialidades.
-Bueno, como sea, ve al grano ¿Qué necesitas? -Lo interrumpí, dejando en claro que no estaba dispuesto a seguir perdiendo tiempo.
Fyah, al menos, no parecía querer alargar la conversación.
Con un gesto de mano, sacó una pila de hojas y me las entregó sin ceremonias.
-Quiero que vayas a la costa, recibas algunos cargamentos y los traigas, aquí tienes la lista con lo que necesito. - Su voz era firme, casi como si no tuviera ninguna duda de que yo lo haría.
Mis ninjas y yo éramos conocidos por nuestra eficiencia en el transporte de mercancías, y Fyah sabía que podía contar con nosotros para llevar a cabo cualquier tarea sucia.
Era una de las pocas personas que realmente confiaba en mi habilidad para resolver problemas.
-Más te vale que en la paga incluyas el desayuno que me perdí... -Le lancé una mirada de reojo, intentando ocultar mi hambre.
-Es más de medio día... -Fyah arqueó una ceja mientras miraba su reloj, claramente sin entender la broma.
-Oh, ¡Entonces será desayuno y almuerzo! -Lo miré con una sonrisa traviesa, esperando que mi humor aligerara el ambiente.
-Está bien... pero solo si haces bien tu trabajo. Le diré a los chefs que preparen algo especial para ti y tus ninjas. - Fyah desapareció tras las puertas de la cocina, dejándome con la lista en la mano.
Recogí las hojas, pero al hojearlas, me di cuenta de que algo no cuadraba.
No eran listas de suministros.
Eran... fotografías.
¿¡Fotos de sus vacaciones!?
¡¿En serio?!
Me quité la máscara con un suspiro, observando la pila de fotos como si fuera lo más absurdo que había visto en la mañana.
¿De verdad esperaba que me tomará en serio esta tontería?
La puerta del restaurante se abrió de golpe, y Ring-ring irrumpió en busca de su asistente con una expresión de urgencia en su rostro.
-¡Eiyo! ¿Dónde está mi café? –La peli azul frunció el ceño, expresando su clara molestia por la ausencia de su bebida.
-¡Fyah! ¡Esto está mal! –El samurái también frunció el ceño, mientras arrojaba las fotografías hacia una mesa.
Ambos exclamaron sus quejas al unísono, lo que los sobresaltó aún más al escuchar el grito del otro.
El samurái, giró su cuerpo y se encontró cara a cara con la joven peli azul en medio de la puerta, creando un incómodo silencio durante unos segundos.
No era común que se cruzaran ni que interactuaran entre sí, y la tensión siempre era palpable en el aire.
Ambos se miraron con desconfianza.
Ring-ring veía a Tobe como un patético intento de samurái o lo que sea que el fuese, de todas formas le daba igual aunque también lo consideraba una imitación barata de Garu.
Por otro lado, él la veía como una "niña de papi", rica y mimada, y probablemente pensaba era una inútil cabeza hueca.
Sin embargo, sabían que no estaban allí por la otra persona y que sus caminos rara vez se cruzaban.
No hubo un saludo, ni siquiera un gesto de cortesía. Cada uno volvió a sus asuntos, sintiéndose un poco molestos por la actitud arrogante del contrario.
-¿Qué diablos ocurrió aquí? – Ring-ring miró a su alrededor, con una expresión que oscilaba entre la sorpresa y enojo.
-¡S-Señorita Ring-ring! – Fyah corrió hacia ella, apresurado por la situación inusual.
-¡Fyah! ¿Por qué los robots están destruidos? -La peli azul frunció el ceño, claramente desconcertada por lo que veía.
-¡N-No lo sabemos! - Eiyo se acercó a toda prisa, buscando alguna respuesta a la situación caótica, pero sus ojos reflejaban confusión y preocupación.
La frustración comenzó a apoderarse de Ring-ring al no obtener una explicación clara. Observó las piezas metálicas esparcidas por el suelo de la cocina, sintiendo una mezcla de irritación y preocupación por los daños en el restaurante.
-Ugh, da igual... limpien este lugar inmediatamente... -La peli azul señaló con desgano las piezas destrozadas y se alejó de la escena, dirigiéndose a la sala de reuniones, donde tenía asuntos más importantes que atender.
A medida que Tobe observaba a Ring-ring, suspiró pesadamente, reconociendo en ella una actitud de diva que a menudo encontraba irritante. No obstante, sabía que tenía su trabajo por hacer.
-Aquí tienes Tobe... -Fyah le entregó esta vez la verdadera lista de productos, y el samurái la examinó detenidamente, preparándose para cumplir con la tarea.
-Volveré lo más pronto posible... - Tobe asintió en respuesta, guardando la lista y preparándose para dirigirse a la costa.
-Eso espero... - Fyah le lanzó una mirada furtiva antes de volver a su labor en la cocina, preocupado por lo que estaba ocurriendo.
Tobe se colocó su máscara, pero no pudo evitar sentir que algo no estaba bien en el restaurante.
Un aura inquietante parecía rodear el lugar, y su intuición le advertía sobre una presencia desconocida.
Recorrió el restaurante en busca de pistas entre los restos de los robots destrozados, pero la sensación de peligro persistía en el ambiente.
Algo no cuadraba, y el samurái estaba decidido a descubrir la verdad detrás de los acontecimientos misteriosos.
-¡Tobe! ¡Necesitamos esos mariscos! - Gritó Fyah, rompiendo el momento de reflexión de Tobe y haciéndolo sobresaltar.
Sin más demora, el samurái se dirigió a la salida, aunque no pudo evitar echar una última mirada al interior del restaurante.
Sabía que tenía trabajo por hacer, pero no podía ignorar la inquietante sensación de que algo no andaba bien en el lugar.
Mientras tanto, en la imponente sala de reuniones, se encontraba un grupo de hombres elegantemente vestidos.
Eran algunos de los miles de socios que Dong King tenía en todo el mundo.
Aunque el líder no se encontraba en la tierra, era responsabilidad de su hija encargarse de las reuniones con los socios.
-Bien, podemos comenzar con la reunión de una buena vez... -Ring-ring se dirigió con determinación a los socios de su padre, sentada en su silla de directora.
Un hombre con anteojos se levantó, aclaró su garganta y comenzó a leer su informe, manteniendo la formalidad que la situación requería.
-Las franquicias alrededor del mundo se han vuelto muy populares últimamente, generando casi el triple de ganancias. -Comentó, destacando los éxitos recientes.
-Todo esto gracias a sus perfiles de redes sociales, señorita Ring-ring...Tiene muchos seguidores que se han convertido en clientes frecuentes. -Agregó otro de los socios, reconociendo el impacto positivo de la influencia de Ring-ring.
-¡Sí! En América, la colaboración que realizó con el grupo masculino "Miracle" fue un rotundo éxito, y se estima que el menú que prepararon sea un éxito en ventas. -Un tercer socio señaló la contribución de Ring-ring a los éxitos de la franquicia.
-También nos gustaría que grabara junto a ellos un comercial, dado que usted es toda una influencer... -Propuso otro de los socios, esperando aprovechar aún más la presencia mediática de Ring-ring.
-Lo consideraré, asegúrense de enviarle los detalles a mi asistente para evaluarlo a fondo... -La joven asintió con calma, mostrando su disposición a considerar la oferta.
Pero antes de que la reunión pudiera avanzar, un evento inesperado alteró la situación.
De repente, todas las ventanas de la lujosa sala se rompieron en un estruendo ensordecedor, generando un pánico generalizado entre los presentes.
Las miradas de sorpresa y miedo se extendieron por la habitación, a excepción de la imperturbable Ring-ring.
En ese preciso instante, un grupo de ninjas entró en la sala y activó un par de bombas de humo que rápidamente llenaron el lugar, creando una cortina densa y misteriosa que ocultó a todos los involucrados en el caos repentino.
El caos se desató en la sala de reuniones cuando Ring-ring notó que el grupo de ninjas había ignorado por completo a los socios de Dong King. Su objetivo era ella y solo ella.
La joven no estaba dispuesta a ser una víctima fácil, así que dejó escapar un grito que resonó por toda la sala mientras su cuerpo se transformaba en su versión más poderosa.
Estaba decidida a enfrentar a estos invasores y proteger a los presentes, sabiendo que cualquier daño a los socios de su padre tendría consecuencias desagradables.
Los ninjas, sin embargo, no jugaban limpio. Comenzaron a arrojar estrellas ninjas y cualquier objeto que pudieron encontrar en la sala en dirección a Ring-ring.
La joven trató de desviar estos ataques mientras hacía lo posible por proteger a los asustados socios de su padre.
La presión era abrumadora, y Ring-ring, a pesar de su valentía, no tenía experiencia en enfrentar a tantos adversarios al mismo tiempo, y mucho menos contra expertos ninjas.
El pánico comenzó a apoderarse de ella mientras luchaba por esquivar los ataques entrantes. Los movimientos rápidos y ágiles de los ninjas dificultaban la tarea.
Se encontraba acorralada, y mientras lanzaba un salto para alejarse de los agresores, uno de los ninjas logró agarrar su pierna y la derribó con fuerza. Ring-ring emitió un gruñido de dolor mientras luchaba por recuperar el aliento.
Con el grupo de ninjas acercándose peligrosamente, la joven no tenía intención de rendirse. Se centró en su entrenamiento, concentrando su energía.
Soltó un grito ensordecedor que envió a los ninjas volando en todas direcciones, despejando la sala de su presencia.
Cuando finalmente se recuperó y se levantó, el grupo de hombres que la acompañaba se reunió a su alrededor.
Mientras Ring-ring intentaba recuperarse, la puerta de la sala se abrió de golpe, y Fyah entró con un extintor en la mano. Su rostro reflejaba una profunda preocupación por la seguridad de Ring-ring.
-¡Señorita Ring-ring! ¿¡Se encuentra bien!? -Fyah gritó, acercándose rápidamente a la joven, con su voz llena de alivio al verla en pie y aparentemente ilesa.
Ella miró a su alrededor por unos momentos, la sala de reuniones había quedado completamente destrozada, pero afortunadamente nadie resultó herido. Los socios de su padre le agradecían efusivamente por haber salvado sus vidas con su valiente actuación.
-La reunión terminó... -La peli azul anunció con determinación, mirando a los asustados socios.
-¿¡Eh!? P-Pero señorita Ring-ring... - Comenzó a protestar uno de ellos.
-¡Dije que se terminó! -La joven grito imponiendo su autoridad y salió de la sala a toda velocidad, dirigiéndose a su departamento.
Una vez que llegó a su departamento, cerró la puerta de golpe y se apoyó en ella, dejándose caer al suelo. Estaba desbordada de emociones.
¿Cómo era posible que se sintiera así?
¿Por qué temblaba al recordar lo sucedido?
Se conocía a sí misma, y nunca había experimentado un miedo como ese.
No sabía qué hacer, miraba su habitación con mucha desconfianza, no se sentía segura; Lo único que quería era que alguien estuviera a su lado, ojalá Garu estuviera ahí con ella.
Se puso de pie de un salto, limpió su rostro y respiró profundamente. Tenía que mantener la calma y averiguar qué había ocurrido. Después de retocar su maquillaje, salió de su habitación y se dirigió a la oficina de Fyah.
-¡Fyah! -La peli azul lo llamó cuando entró a la oficina.
El gerente se acercó rápidamente, preocupado por el estado de Ring-ring.
-S-Señorita, ¿¡E-Está bien!? ¿¡N-No está herida!? -Fyah la miro muy ansioso, tratando de acercarse a ella.
Sin embargo, Ring-ring se apartó de él.
-¿Qué fue todo esto? -La voz de la joven delataba su frustración y confusión.
-No tengo idea, señorita Ring-ring ¡Este ataque nos tomó a todos por sorpresa! -
-¿Qué sucedió con el sistema de seguridad? - La peli azul inquirió, intentando entender cómo pudieron infiltrarse de esa manera.
-Los robots de seguridad fueron destruidos, y parece que las cámaras no grabaron a los responsables... -El gerente explicó con pesar.
-Entonces, ¿No tienes idea de quiénes me atacaron? - Ring-ring estaba frustrada, buscando respuestas que parecían esquivarla.
-L-Lamentablemente no... -
Ring-ring apretó con fuerza sus puños, sintiendo una profunda frustración.
De repente, un pequeño robot entró a gran velocidad y se dirigió a Fyah.
-¡E-Es tu padre! -El gerente gritó, arreglando rápidamente su corbata.
La joven sintió un atisbo de esperanza. Tal vez su padre se enteró de lo sucedido y tomaría medidas contra aquellos que estuvieron a punto de hacerle daño. Se acercó para atender la llamada y el robot proyectó un holograma de Dong King.
-¡S-Señor King! -Fyah lo saludó con un ligero temor en su voz.
-Genial, supongo que estás llamando por lo que sucedió... -La peli azul miró a su padre a través del holograma, esperando su apoyo y comprensión.
-¿La reunión salió bien? -
-¿Eh? -
Parecía que su padre no estaba al tanto de la situación.
-S-Sobre eso...señor, tuvimos un problema. ¡La señorita Ring-ring fue atacada por un grupo de bandidos! -El gerente explicó, tratando de poner al tanto a su jefe de la situación.
-Eso es absurdo...¿Por qué harían eso?-El hombre miro a su hija.-Ring-ring, ¿Te has portado mal últimamente? -
Ring-ring estaba al borde de las lágrimas, pero debía mantener la calma.
-¡N-No hice nada! ¡Ellos intentaron asesinarme! -Ring-ring sujetó el robot y lo giró para quedar cara a cara con el holograma de su padre.
-A mi parecer, estás completamente ilesa...Dime, ¿Se encuentran bien nuestros socios? -Dong King presto atención a los informes en su mano, demostrando un claro desinterés por la situación de su hija.
Fyah miró a Ring-ring de reojo, consternado al ver que su jefe no mostraba ningún interés por su hija.
-¿¡A quién le importa!?-La peli azul apretó sus puños.
-A mí me importa...-El magnate frunció ligeramente el ceño.-Podríamos perder millones por tus descuidos...-
-¿¡Mis descuidos!?-
-S-Señor...-El gerente aclaró su garganta.-La señorita Ring-ring fue emboscada por sorpresa, no me parece que ella quisiera que algo así sucediera...-
-¡Exacto! -La peli azul asintió.
-Entonces...espero que esto no se vuelva a repetir.-
-N-No puedo prometer nada, ya que después de todo esto necesitaremos contratar a un personal de seguridad...-Fyah miro a la joven de reojo.-En especial la señorita...-
-¿Qué sugieren?-El magnate alzó una ceja.
-¡Quiero un guardaespaldas! -Ring-ring frunció aún más el ceño.
-Eres lo suficientemente fuerte para cuidarte sola, ¿No mencionaste la última vez que no necesitabas a un hombre? -
-¡F-Fue porque querías que me casara con el hijo de uno de tus socios! ¡Y ni siquiera era lindo! -La joven gritó con un ligero rubor.
-Ring-ring, tengo cosas más importantes por las cuales preocuparme, consideraré tu petición...-El magnate continuó leyendo los documentos que tenía en sus manos.-No tengo tiempo para tus caprichos... -El robot se alejó de ella y se dirigió a Fyah.
Ring-ring se sintió decepcionada.
Sabía que su padre reaccionaría de esa manera, pero aun así, esperaba un poco más de apoyo.
Aun así ella no se quedaría de brazos cruzados, encontraría a un guardaespaldas y su padre tendría que aceptarlo.
Y tenía al candidato perfecto en mente para el trabajo.
¡Por supuesto que Garu aceptaría!
Él estaba profundamente enamorado de Ring-ring y no dudaría en protegerla.
La joven con esa idea en mente, decidió salir del restaurante y buscar a su amado, con la certeza de que estaría dispuesto a ayudarla en un momento de necesidad.
Mientras tanto, en la otra parte del restaurante, Tobe y sus ninjas se encontraban ocupados descargando las cajas que habían traído del muelle.
Como de costumbre, completaron su trabajo con eficiencia y rapidez.
Sin embargo, notaron la ausencia de Fyah, quien al parecer no se encontraba en su puesto de siempre.
Tobe, un tanto preocupado, decidió tomar la iniciativa.
-Ocúpense de esto...-El samurái señaló las cajas.-Iré a buscar a ese sujeto. - Les informó a sus ninjas, quienes asintieron y continuaron llevando las cajas a la bodega.
Tobe se encaminó hacia la cocina, pero notó que no había nadie allí. Siguió su camino hacia el restaurante y se encontró con Eiyo, quien se encargaba de limpiar el lugar.
-Hola, Tobe ¿Han terminado de descargar? -El secretario lo recibió con una sonrisa mientras continuaba su labor.
-Aún no, Estoy buscando a Fyah...-El samurái miro a su alrededor.
-Oh, mi tío está en la sala de reuniones...-Eiyo señaló una puerta al final del pasillo.
-Bien, iré a verlo...-El samurái dio un par de pasos.
-¡No vas a creerlo! ¡Pero ocurrió un terrible accidente!-
-¿Un accidente? -Tobe se detuvo de golpe y miró al secretario.
-¡Sí!-Eiyo asintió y señaló el lugar.-¡Al parecer fue un ataque ninja!-
La palabra "ninja" resonó en la mente de Tobe.
Había sospechado que algo así podría suceder.
Sin perder tiempo, se dirigió rápidamente hacia la sala de reuniones.
Al entrar, encontró a Fyah y a un robot desconocido.
-¡T-Tobe! -El gerente exclamó visiblemente alterado al ver al samurái.
La presencia de su jefe en ese momento no hacía más que aumentar la tensión en la sala.
El samurái, sin prestar mucha atención a la inquietud de Fyah, comenzó a recorrer minuciosamente el lugar.
Sus sentidos estaban en alerta máxima, y estaba decidido a analizar cada detalle de la sala.
Sin decir una palabra, Tobe continuó su investigación, centrándose en cada detalle.
Sabía que era crucial recopilar toda la información posible para descubrir la identidad y el motivo de los atacantes.
Al mismo tiempo, en lo más profundo del bosque de bambú, la peli azul se dirigía a la casa de Garu con la esperanza de encontrarse con él, a pesar de que probablemente el estuviera trabajando.
Afortunadamente ahí estaba él, la brisa jugueteaba un poco con su cabello, el sonido tan relajante del bosque, los cálidos rayos del sol, el solo verlo era algo tan inefable para la peli azul, su corazón comenzó a latir y una sonrisa se escapó de sus labios.
Él era la respuesta a todo ese dolor que sentía en esos momentos, decidió salir de su escondite lista para ir hacia él, pero otra silueta fue más rápida que ella y como era de esperarse, Garu no se encontraba solo, desgraciadamente para Ring-ring, Pucca estaba una vez más entrometiéndose en su camino, de nuevo ellos tenían una de sus muchas persecuciones.
La joven peli azul suspiro pesadamente, ella tendría que intervenir y tal vez volvería a lanzar lejos a la azabache, pensar en eso le levantó aún más el ánimo, sin pensarlo se dirigió hacia ellos.
La azabache se lanzó sobre el ninja y ambos cayeron estrepitosamente en el suelo, uno creería que Garu reaccionaria como siempre; Pero, esta vez fue muy diferente.
Ya que Ring-ring se detuvo al escuchar la risa de Garu, fue demasiado extraño para ella, probablemente Pucca estaba haciéndole cosquillas pero no, él estaba realmente feliz; No la apartaba como casi siempre lo hacía, era todo lo contrario, la sujetaba delicadamente atrayendo a la joven de odangos hacia él, incluso podría jurar que él la estaba abrazando, la forma en la que se miraban en uno al otro, la forma en la que él sonreía y acariciaba delicadamente el rostro de ella por alguna razón hacían que Ring-ring sintiera una gran presión en su pecho.
Pero al ver a Garu besando a Pucca fue algo que la destrozo por completo.
Se quedó a medio camino mirando la escena, era extraño, era la primera vez que se sentía de esa forma como si algo dentro de ella se rompiera; De nuevo comenzó a temblar, sentía un gran nudo en la garganta y de pronto las lágrimas comenzaron a brotar.
No era justo.
¡No era nada justo!
¿¡Como pudo hacerle esto!?
Incluso a él no le importaba
¡Garu era como todos los demás!
¿¡Por qué no le dijo nada antes!?
¡Era un mentiroso!
¡Él dijo que estaría todo el día trabajando!
¿¡Acaso alguien más sabia sobre esto!?
Mientras ella se sentía tan triste y vulnerable...
¡Él estaba como si nada besuqueándose con su enemiga!
Estaba tan molesta.
¡Tenía que quitarles esa felicidad!
No iba a permitir que se salieran con la suya.
Tomó su teléfono celular y fotografió a la "feliz pareja", sus días de tranquilidad terminarían cuando todos en la aldea se enteraran de esto; Envío las fotografías anónimamente a Suda, la reportera de Sooga ella se encargaría del resto.
"Garu ni siquiera era mi novio, él no tiene la culpa de nada"
Al pensar en eso se petrifico e inmediatamente la culpa la invadió; Se dio la media vuelta y se alejó rápidamente de ahí regresando de nuevo a su hogar, probablemente actuó solo por los celos, la tristeza y la ira, pero lo hecho, hecho está.
Pero, ¿Qué haría con el hecho de estar sola?
El aire en la sala de seguridad estaba cargado de tensión, apenas roto por el zumbido de las pantallas mostrando imágenes fragmentadas del ataque.
Los monitores parpadeaban con destellos intermitentes, iluminando los rostros serios de los presentes.
Tobe, con su figura alta y solemne, caminaba de un lado a otro.
Cada paso suyo parecía resonar como un eco de su concentración.
-Esto no fue un simple ataque...Fueron metódicos.-El samurái se detuvo junto a un conjunto de cables cortados que tenía en la mano.-Atacaron temprano, justo cuando el sistema de seguridad es más vulnerable.-Su voz era firme, pero su tono cargaba una intensidad contenida.-Sabían que enfrentarlo directamente sería su ruina.-
-¿Cómo pudieron descifrar un sistema tan sofisticado? -El gerente, lo observaba con una mezcla de asombro e intriga.
-Esto no es obra de cualquiera.-Tobe alzó los cables con cuidado, como si fueran pruebas de un crimen antiguo.-Es alguien con conocimientos internos...Cada sucursal de "DK" utiliza tecnología de punta, casi imposible de penetrar sin tiempo y recursos.-Miro a su alrededor.-Estos tipos lo sabían, por eso desactivaron las alarmas con una precisión quirúrgica...No es casualidad.-
En ese momento, un holograma de Dong King apareció en el centro de la sala, proyectado desde una consola elegante. Su presencia, aunque virtual, emanaba autoridad. Sus ojos calculadores evaluaron al samurái con un interés que rara vez mostraba hacia alguien fuera de su círculo de confianza.
-Fyah, ¿Quién es este joven? -
-Señor King, él es Tobe.-El gerente se apresuró a responder, haciendo un gesto hacia Tobe.-Trabaja a medio tiempo aquí, pero... como puede ver, tiene un talento especial.-
-¿Tobe...?-El magnate inclinó ligeramente la cabeza, observando al samurái con detenimiento.-Impresionante...-Asintió ligeramente.-No suelo decir esto a menudo, pero me atrevo a afirmar que es un honor tener a alguien como tú en "La familia King".-
-Gracias, señor.-El samurái se inclinó con una reverencia breve, pero marcada por la cortesía y una pizca de orgullo.
-¿Tienes alguna idea de quién está detrás de esto?-Dong King cruzó los brazos, su imagen holográfica proyectaba una sombra casi tangible.
Tobe levantó una estrella ninja que había encontrado entre los restos del ataque.
El metal brillaba bajo las luces parpadeantes de la sala.
-Esta estrella lleva un símbolo... -El samurái se la mostró al holograma, señalando una marca grabada en el centro.-¿Le resulta familiar?-
El rostro de Dong King se endureció al instante, como si un recuerdo desagradable hubiera emergido de las profundidades de su mente.
-Sí...Ese símbolo pertenece a un antiguo socio, las cosas no terminaron bien entre nosotros.-El magnate asintió levemente.-Parece que ha decidido saldar cuentas. -
-Esto no es solo un mensaje.-Tobe asintió, su mirada se endureció mientras sus dedos giraban la estrella en su mano.-Es una advertencia. -Miro a ambos hombres de reojo.-Y dudo que sea la última vez que se presenten.-
-Estoy de acuerdo.-El holograma de Dong King asintió lentamente, con sus ojos llenos de reflexión.-Esto no puede quedar sin respuesta...No solo han atacado a otros socios, han comprometido nuestra reputación y deshonrado este lugar.-
El aire se volvió más pesado.
Por un momento, el samurái y el magnate se miraron a través del tiempo y el espacio, compartiendo un entendimiento tácito: ambos conocían el peso de los errores del pasado, y ambos estaban decididos a enfrentarlos.
Fyah carraspeó con fuerza, un sonido seco que rompió el pesado silencio en la sala, como si buscara despejar la niebla de omisiones que había dejado la conversación.
Su mirada, cargada de prudencia, se dirigió a Dong King, instándolo a mencionar un detalle crucial: su hija.
-Cierto... Mi hija también fue una víctima de este atentado. -El magnate asintió ligeramente, como si intentara disipar el impacto de sus propias palabras.
Tobe alzó una ceja, sorprendido y ligeramente confundido. El nombre de la "señorita" en cuestión comenzaba a formarse en su mente antes de que Dong King lo confirmara.
-¿Su hija? -El samurái inquirió, con su tono un poco más grave de lo usual, como si intentara anticiparse a algo incómodo.
-Supongo que ya conoces a Ring-Ring... -Dong King se recargó en su silla, con sus ojos examinando al samurái con un brillo calculador.
El nombre golpeó a Tobe como un eco burlón.
Una mezcla de emociones tensas le cruzaron el rostro mientras desviaba la mirada, incómodo.
-B-bueno... -El samurái titubeó, sus palabras arrastradas por una sensación de conflicto interno.
Decir la verdad era imposible: que Ring-Ring le parecía irritante y arrogante no era precisamente un detalle que quisiera compartir con su jefe.
-Debería considerar seriamente la petición de la señorita Ring-Ring, señor...-Fyah intervino de nuevo, esta vez con un tono más enfático, como si intentara allanar el camino para una decisión que el jefe ya había tomado.-La seguridad de la joven debería ser nuestra prioridad...-
-Dime Tobe, ¿Te gustaría recibir un aumento?-Dong King ladeó la cabeza, como si evaluara un nuevo enfoque, antes de soltar una oferta que cayó como una bomba.
El samurái parpadeó incrédulo, con sus ojos abiertos como si tratara de confirmar que había oído bien.
-¿¡Habla en serio!? -
El magnate esbozó una sonrisa tranquila, como si la respuesta ya estuviera escrita en el aire.
-¡Por supuesto! Y eso no es todo.-Junto a su imagen se proyectaron otras más que formaban parte de la propuesta.-Podrás venir al restaurante las veces que quieras... Siempre será gratis.-
Por primera vez en mucho tiempo, Tobe sintió algo parecido a esperanza.
Su sonrisa, amplia y genuina, reflejaba la emoción de alguien que finalmente veía una oportunidad frente a él, lejos de la eterna sombra de Garu.
Dong King observó la reacción del samurái con atención, casi como si quisiera confirmar que había elegido bien.
Había visto algo en él: potencial, determinación, y, quizás, un filo que podía afilarse a su favor.
-Entonces, ¿Quiere que mis ninjas y yo nos encarguemos personalmente de la persona que lo amenaza? -
-Yo me ocuparé de eso.-Dong King negó con la cabeza, su sonrisa se transformó en algo más enigmático.-Tú tendrás el honor de realizar algo mucho mejor.-
-Estaré de acuerdo con sus órdenes.-Tobe inclinó ligeramente la cabeza, intrigado.-¿Qué necesita de mí?-
El magnate se inclinó hacia adelante, sus dedos tamborileaban suavemente sobre la mesa mientras sus ojos se entrecerraban con una mezcla de gravedad y satisfacción.
-A partir de hoy, serás el guardaespaldas de Ring-Ring.-
Las palabras cayeron como un peso sobre Tobe, quien se quedó paralizado por un momento antes de reaccionar.
-¿Qué? -El samurái parpadeo un par de veces con su voz cargada de incredulidad mientras su mente se agitaba con pensamientos encontrados.
-Al parecer, esos bandidos fueron muy específicos al señalar a la señorita Ring-Ring como su objetivo.-Fyah suspiró profundamente, como si anticipara el descontento del samurái.-¡Su vida corre peligro y necesitamos al mejor para protegerla!-
-Ella insiste en que necesita un guardaespaldas.-Dong King asintió solemnemente.-Y no creo que haya alguien mejor calificado en toda esta aldea que tú, Tobe.-
-Lo siento, pero no soy una niñera...-El samurái frunció el ceño, cruzándose de brazos con evidente desacuerdo. Su postura se endureció, y su voz adquirió un matiz frío.
Fyah soltó un grito ahogado, como si el aire se le hubiera atascado en la garganta.
Su mirada alternaba entre Tobe y Dong King, horrorizada ante la temeridad de la respuesta.
-¿¡C-Cómo se atreve...!? -El gerente murmuró, incapaz de contener su indignación.
Dong King, en cambio, se mantuvo calmado, con su mirada fija en Tobe como si analizara cada matiz de su resistencia.
-Entiendo tu postura, pero esto no se trata solo de Ring-Ring...Esto es por la seguridad de todos nosotros.-El magnate señaló las imágenes de los otros empleados del restaurante que se proyectaban a un lado de él.-Además, sé qué harás un excelente trabajo. No podría asignarle esta misión a cualquiera. -Su voz era suave, pero inquebrantable, como la marea que empuja con fuerza todo a su paso.
Tobe apretó la mandíbula, con su mente batallando entre el deseo de rechazar la misión y la nueva lealtad que sentía hacia su jefe.
Sabía que esto iba más allá de lo personal.
La seguridad de todos estaba en juego, y, por extraño que le pareciera, estaba en el centro de todo.
El samurái, con la postura erguida pero la mente agitada, percibió que esta no era solo una prueba de sus habilidades físicas. Era un desafío que tocaba fibras mucho más profundas.
No se trataba solo de Ring-Ring, sino de algo mucho más grande: la confianza que Dong King depositaba en él, un desconocido.
Un desafío que podría traer consigo oportunidades para sus ninjas, una oportunidad que no podía dejar escapar.
-Aceptaré esa misión... -El samurái, con una mezcla de resignación y determinación, se inclinó ligeramente hacia Dong King, sellando con ese gesto una decisión que cambiaría el rumbo de su vida.
El magnate sonrió, un destello de satisfacción cruzando su rostro, como si supiera que, con esa simple aceptación, había ganado mucho más que la obediencia de Tobe.
Había logrado encender algo en él.
-¡Maravilloso! Me alegra contar contigo una vez más... -La voz del magnate tenía un tono cálido, casi paternal, como si tratara de convencer a Tobe de que esto era lo mejor para él.
-Será un honor trabajar para usted... -Tobe respondió, sus palabras cargadas de respeto, pero con una pizca de duda flotando en su interior.
El honor y la duda se entrelazaban, creando una tensión que se sentía como un susurro en el aire.
Dong King miró a Fyah, quien, con movimientos rápidos y calculados, apareció con un contrato en mano.
El sonido del bolígrafo deslizándose sobre el papel rompió el silencio de la sala, resonando en los oídos de Tobe como una sentencia ineludible.
-¿Qué es esto? -El samurái alzó una ceja, desconcertado al ver el documento ante él.
-No te preocupes, es parte del protocolo... -Dong King, imperturbable, le lanzó una mirada serena, como si le hablara a un niño que aún no comprendía del todo el juego.
El gerente extendió el contrato hacia Tobe, la tinta en el papel brillando bajo la luz tenue de la sala, como una promesa sellada por la inevitabilidad.
-Tienes que firmar este contrato para ser considerado oficialmente como un miembro del equipo "King"... -Fyah, con una expresión neutral, observaba al samurái con algo que podría interpretarse como un rastro de desdén.
Tobe, sintiendo la presión de la situación, tomó el contrato entre sus manos.
Lo examinó con cautela, cada palabra del documento se convirtió en una cadena invisible que lo ataba a un destino que no había buscado, pero que ya no podía evitar.
El samurái respiró profundamente antes de firmar, su nombre fluyendo sobre el papel con una decisión fría, aunque en su interior una batalla seguía librándose.
El magnate observó en silencio, sus ojos brillando con satisfacción.
-Ahora, si me disculpan, tengo otros asuntos que atender. -
-¡P-Por supuesto señor!-
-Tobe...cuento contigo para que cuides muy bien de mi hija...-Dong King, miro fijamente al samurái.
-S-Si...-El samurái forzó una sonrisa.
-¡Q-Qué tenga un lindo día señor! -Fyah se inclinó rápidamente, un gesto automático de respeto que Tobe replicó con una reverencia más relajada, como si intentara aferrarse a algo familiar en medio de la tormenta que se avecinaba.
La comunicación se cerró, y la figura del robot desapareció en la penumbra.
-Espero que cumplas con tu palabra, jovencito...Al señor King no le gustan las mentiras... -Fyah no sonrió.
Su advertencia era clara, cargada de un peso que parecía estar dispuesto a aplastar cualquier duda que pudiera surgir.
Tobe, sintiendo el peso de esa mirada, se mantuvo firme, aunque un leve titubeo cruzó su pecho.
-Relájate, soy un hombre de palabra. -El samurái sonrió confiado.
Aunque en su interior algo burbujeaba: la ansiedad, el miedo, y un atisbo de orgullo, mezclados en un cóctel que no sabía cómo tragar.
-Supongo que comenzarás con tu nuevo trabajo de inmediato... -Fyah cruzó los brazos, observando a Tobe como si lo evaluara por completo.
El samurái sintió un peso en el pecho, como si el aire se hubiera vuelto más denso.
A pesar de la calma que trataba de mantener, la ansiedad se enroscaba en su estómago.
¿Cómo se suponía que era ser un guardaespaldas?
No lo sabía aún.
-¡P-Por supuesto que sí! -El samurái forzó una sonrisa que no llegaba a sus ojos, tratando de mantener la compostura mientras un mar de incertidumbres le revolvía el alma.
Mientras tanto, el caos aún flotaba en el aire, denso y pesado como el polvo que cubría cada rincón de la cocina.
El personal del Dong King trabajaba de forma frenética, moviéndose con rapidez pero sin mucho ánimo, mientras trataban de restaurar lo que quedaba de la devastación causada por los ninjas. Escombros, trozos de madera rota y utensilios dispersos por todo el lugar daban la imagen de un campo de batalla tras la tormenta.
La puerta se abrió de golpe, un estruendoso sonido que quebró el silencio de la sala. En un instante, la pila de escombros que el equipo había logrado amontonar se derrumbó, generando un nuevo desastre.
-¡Cassano! -La voz de Ring-ring cortó el aire como una espada afilada, y todos los presentes se tensaron, sabiendo lo que venía.
-¿S-Sí, Ring-ring? -El chef, con la escoba aún en las manos, temblaba visiblemente.
-Quiero tomar algo, ¡Ahora! -La peli azul no pidió, ordenó. Cada palabra venía cargada de impaciencia y rabia contenida.
-Me temo que la barra fue destruida por completo...-La voz de Cassano era casi inaudible, traicionada por su nerviosismo.-No podré prepararle sus bebidas favoritas durante un tiempo. -Cassano, con una mirada ansiosa, esperaba que la noticia calmara la tormenta en los ojos de la joven
-¿¡Por qué todos son iguales!?-Ring-ring estalló, la frustración y la ira se desbordaron como un río crecido, y la sala se congeló.
Los empleados se encogieron de miedo, algunos miraban al suelo, otros no se atrevían a respirar.
La furia de Ring-ring era un volcán que amenazaba con arrasar todo a su paso.
-Podría ir a un bar si lo desea... ¿Necesita que la acompañe? -El asistente de Ring-ring, siempre prudente y atento, se acercó con cautela.
La joven no lo miró siquiera.
Sus ojos estaban fijos en el horizonte, en ese lugar donde la rabia y la decepción se encontraban.
-No, quiero ir sola... -La peli azul no se detuvo, sus palabras cortaron el aire, como si la decisión estuviera sellada por algo mucho más grande que la situación misma.
El sonido de sus pasos retumbó en la sala, y Cassano, con una mirada cargada de preocupación, se giró hacia su asistente.
-Eiyo, ¿Ella realmente se encuentra bien? -El tono de Cassano era grave, como si la pregunta fuera un susurro de angustia.
-N-No lo creo... realmente me preocupa... -
Ambos sabían que el día había sido demasiado pesado para Ring-ring.
La joven, con una sonrisa siempre reservada, había quedado atrapada en un mar de emociones contradictorias.
La noticia sobre Pucca y Garu, los recuerdos del ataque, todo parecía haberse desbordado en ella.
Ring-ring caminó por las calles como una sombra errante, el sol comenzando a esconderse en el horizonte.
Cada paso era una lucha interna, una batalla contra el torbellino de pensamientos que la consumía.
El bar estaba allí, silencioso y sin los gritos de las noticias que, como dagas, se clavaban en su mente.
Al entrar, la atmósfera era densa pero tranquila.
No había eco de rumores sobre Pucca y Garu.
El silencio de los presentes era un alivio momentáneo, un respiro que se sentía casi ajeno a la tormenta que rugía dentro de ella.
Sin embargo, los ojos de los pocos clientes se dirigieron hacia ella al instante, la atracción era inevitable.
Ring-ring, al notar las miradas que se clavaban en ella, las ignoró con una frialdad calculada.
Prefirió ser el centro de atención por su presencia, por su actitud desafiante, en lugar de ser arrastrada por la conversación sobre Pucca y Garu que parecía seguirla a cada paso.
Avanzó hacia la barra, con su cuerpo tenso, la mandíbula apretada, como si cada músculo luchara por mantenerse firme.
No estaba de ánimo para interactuar, no quería más conversaciones vacías ni miradas curiosas.
Su mente estaba en otro lugar, atrapada entre los recuerdos de una relación que nunca fue y el peso de decisiones que comenzaban a caer sobre ella como una lluvia imparable.
En su interior, sus pensamientos daban vueltas, su corazón palpitaba con una mezcla de dolor y rabia.
-¿Y qué si son novios? -Murmuró una vez más, como una maldición.-¡Espero que terminen pronto!-
Estas palabras eran su grito interno, una explosión de emociones que no podía compartir con nadie.
¿Por qué no podía dejar ir esa obsesión?
¿Por qué su mente se aferraba a algo que nunca sucedió?
La rabia le nublaba la razón, la frustración le desgarraba las entrañas.
Cada recuerdo sobre Pucca y Garu era como una cuchillada que se clavaba más profundo.
Ring-ring pidió su bebida con brusquedad, sin siquiera mirar al camarero.
No importaba lo que fuera, solo necesitaba el golpe cálido del alcohol que, por un momento, adormeciera las voces en su cabeza.
Y en ese instante, cuando el vaso se deslizó hacia ella, la bebida se convirtió en su única compañera, su único consuelo.
Todo lo demás, el mundo entero, parecía desvanecerse en la lejanía.
Mientras tanto el restaurante de Dong King se encontraba sumido en el caos que dejaban los ecos del ataque de los ninjas, con el personal corriendo entre las mesas y la cocina para restaurar el orden.
La atmósfera estaba impregnada por el bullicio frenético, pero Tobe no podía concentrarse en nada de eso.
Su mente, un laberinto de ansiedad y preocupación, solo pensaba en una cosa:
Encontrar a Ring-ring.
Como su nuevo guardaespaldas, su tarea era mantenerla a salvo, pero ella había escapado sin dejar rastro.
Con pasos apresurados, Tobe atravesó la cocina, buscando entre las sombras a su encargo, pero lo que encontró en su lugar fue una mirada expectante de Eiyo y los tres chefs, que se detuvieron al instante al verlo.
-Oh, Tobe... –El asistente, le dedicó una sonrisa que no llegaba a ocultar el matiz de curiosidad que lo envolvía.-¿Sucede algo? –
El samurái, quien deseaba evitar el más mínimo asomo de vulnerabilidad, se sintió acorralado por la pregunta.
No quería que nadie descubriera su nuevo rol.
Había pasado años forjando su reputación como el "chico malo", el solitario que prefería las sombras y la adrenalina a los compromisos.
No quería ser visto como una simple "niñera".
-E-Es que... –El samurái aclaró su garganta intentando improvisar una excusa.
-¡A propósito, felicidades por ese ascenso! El Señor King nos envió los detalles. – Cassano, sonrió con una mezcla de genuina admiración y algo de ironía, lo felicitó de forma inesperada.
Tobe sintió un sudor frío recorrer su espalda. El ascenso, o mejor dicho, su nueva tortura, lo había dejado sin palabras.
-¡Oh! ¿Seguirás haciendo el mismo trabajo? –
La curiosidad de Eiyo brillaba en sus ojos, pero Tobe no estaba dispuesto a revelar más de lo necesario.
-S-Sobre eso... –El samurái balbuceo, pero antes de que pudiera aclarar la situación, Cassano lo soltó sin rodeos.
-¡Será el guardaespaldas de Ring-ring! –
Su exclamación fue como un martillazo en el aire, y Tobe se sintió expuesto ante la mirada curiosa de todos.
El silencio que siguió a la revelación fue denso, casi pesado. La comprensión de los demás se reflejó en sus miradas, como si estuvieran pensando:
"Pobrecito".
-S-Sí, es algo temporal... – Tobe trató de restarle importancia, pero su risa nerviosa delataba el creciente malestar.
Intentaba parecer seguro, pero en su interior, las dudas comenzaban a acumularse.
-Vaya, Dong King no se equivocó contigo. – Comentó uno de los chefs, con una sonrisa que no lograba ocultar la mezcla de sorpresa y diversión que sentía.-Y me sorprende que Ring-ring estuviera bien con eso...-
-¿Eh? ¿P-Por qué dice eso? –El samurái parpadeo con incredulidad.
-Ya saben, es parte de las leyendas que rodean a la familia King...-El secretario hizo un gesto teatral.-Dicen que cuando Ring-ring era una niña, fue criada por 63 niñeras diferentes porque ninguna fue lo suficientemente buena para ella...Y el Señor King, bueno... no tuvo más opción que darles un poco de "espacio. – La pausa en la narrativa pareció alargar la tensión, como si todo el tiempo se hubiera detenido.-En pocas palabras, las arrojaba flotando a la deriva en el espacio.-
Tobe, que había estado escuchando en silencio, no pudo evitar que su expresión se transformara en puro desconcierto.
Lo último lo dejó helado.
¿¡Cómo debía tomar eso!?
Las palabras de Eiyo resonaron en su cabeza como un eco distante: "flotando a la deriva en el espacio".
La idea de enfrentar esa locura, de lidiar con esa chica caprichosa, lo dejaba completamente desarmado.
-¡Oh vamos Eiyo! No creo que eso sea del todo cierto. –Los chefs trataron de suavizar la atmósfera, aunque la risa que seguía a sus palabras tenía un toque de nerviosismo.
-Descuida Tobe, harás un buen trabajo... ¿Cuándo comienzas? – Cassano, poniéndole una mano sobre el hombro, trató de dar un tono optimista al asunto.
-Hace un rato... –El samurái evadió la mirada de todos.
Ya había comenzado, y no había marcha atrás.
Su trabajo, ahora más que nunca, se sentía como una carga pesada sobre sus hombros.
-¡Deberías estar con Ring-ring! – Gritaron al unísono los chefs y Eiyo, como si el destino del mundo dependiera de ello.
-¡Y-Ya lo sé! –Tobe gruñón, con su paciencia a punto de agotarse.-¿T-Tienen alguna idea de donde podría estar...-
-Bueno, ella mencionó que tenía ganas de un trago...-
-¡B-Bien! Será fácil...-El samurái soltó una carcajada.
Sin embargo, la situación no hacía más que aumentar la presión interna que sentía.
Con una última mirada a los rostros curiosos y divertidos que lo observaban, Tobe dio media vuelta y salió del restaurante.
En su mente solo había una cosa que importaba: encontrar a Ring-ring.
La aldea de Sooga, llena de ruido y caos, se desplegaba ante él, pero nada de eso le interesaba. Su misión era clara y urgente. Ni el alboroto que invadía las calles ni los susurros del destino podían distraerlo.
Solo había una cosa en lo que podía concentrarse en ese momento: encontrar a esa niña, esa niña tonta, y protegerla en contra de su voluntad.
La búsqueda de Ring-ring había llevado a Tobe a recorrer casi todos los bares de Sooga, con la desesperación comenzando a calar en sus huesos.
La aldea, iluminada por neones que titilaban como estrellas perdidas, parecía burlarse de él.
Pero algo dentro de él, una pequeña chispa de esperanza, lo impulsó a visitar un lugar que conocía bien, un refugio familiar donde las sombras y las luces se entrelazaban de forma casi poética.
Al cruzar la puerta del bar, fue recibido por un grito inesperado.
-¡Miren quién llegó! –La exclamación de Muji resonó con una chispa de sorpresa en su tono, como si el destino estuviera jugando con ellos.
Tobe suspiró, aliviado al ver rostros conocidos, su tensión comenzando a desvanecerse al notar la familiaridad del lugar.
-Hola, Muji, Dooga, Mel... –El samurái los saludo con una sonrisa que se forzó a ser natural, pero que no logró ocultar el peso que cargaba sobre sus hombros.
-Es raro encontrarte por aquí solo, cariño... –La bruja movió su copa con un gesto despreocupado, como si estuviera mirando una escena de película.
-Mis ninjas están ocupados con un encargo... – Tobe aclaro su garganta de forma evasiva, aunque el tono en su voz traicionaba su frustración.
Nadie debía saber realmente lo que estaba haciendo.
-¿Por qué no nos acompañas? –Mel señaló el asiento vacío frente a él con un gesto casual.
-Tal vez después, estoy trabajando... – Tobe lo miró con una sonrisa forzada, un poco más apagada de lo habitual.
-¡Ja! ¡Mírate! ¡Todo un adulto! ¿Aún trabajas para King? – Muji soltó una risa burlona, con sus ojos brillando con una mezcla de diversión y escepticismo.
-De vez en cuando... –El samurái , en un intento por restarle importancia, se encogió de hombros.-Por cierto, ¿H-Han visto a Ring-ring? – La pregunta salió de su boca antes de que pudiera detenerla, y la vergüenza de mostrar tanta preocupación por ella se dibujó en su rostro.
-¿Ring-ring? -Los tres intercambiaron miradas confundidas, como si intentaran encajar las piezas de un rompecabezas incompleto.
-S-Si...no es que realmente me interese es solo que...-
-Me pareció haberla visto en la barra, ya conoces a la princesa. – Mel señaló con su dedo hacia el fondo del bar, donde la figura familiar de Ring-ring se recortaba contra las luces de la barra, su figura era elegante pero distante, como una luna que observaba desde su lugar lejano.
-Me sorprende la cantidad de alcohol que está consumiendo últimamente... – Dooga observó a la joven con preocupación, su tono se tornó más grave al notar el abatimiento en su postura. – Algo me dice que está pasando por un mal momento...
-Creí que ella tenía su propio bar en casa. ¿Qué está haciendo aquí? –Muji no podía disimular su creciente curiosidad.
-No lo sé, pero si algo le sucede, probablemente me despidan... – Tobe soltó la frase sin pensarlo mucho, su rostro reflejaba una mezcla de ansiedad y resignación.
Las palabras de su jefe, Dong King, seguían resonando en su cabeza. Y, en el fondo, sabía que no solo su empleo estaba en juego.
Era mucho más que eso.
-¿¡Ahora eres su niñera!? – Muji soltó una carcajada burlona, el tono ácido de su voz golpeando en el aire.
-¡P-Por supuesto que no! ¡No soy niñera de nadie! –El samurái frunció el ceño, a la defensiva encendiendo una chispa de rabia en su interior.
No podía permitir que lo redujeran a eso.
Con una rápida mirada a sus amigos, los dejó atrás sin esperar una respuesta más.
No podía perder más tiempo. Se dirigió a la barra, donde Ring-ring, con su cabello azulado como un océano tormentoso, se mantenía absorta en su copa.
La luz del bar iluminaba su rostro, pero no lograba esconder el dolor que se asomaba en sus ojos.
La distancia entre ellos era palpable, pero él no tenía más opción que atravesarla.
Cada paso que daba hacia ella sentía como un peso en su pecho, una responsabilidad que no había pedido pero que ahora no podía eludir.
El ambiente del bar era un remolino de humo, risas borrosas y luces tenues que parecían desmayarse sobre las mesas.
Ring-ring estaba sentada en la barra, rodeada de vasos vacíos que testificaban su noche caótica.
Su mirada estaba fija en su copa, pero sus dedos no dejaban de moverse, garabateando líneas erráticas en servilletas manchadas. Si uno miraba de cerca, esas líneas formaban lo que parecía un boceto de un vestido, aunque la claridad del diseño se desdibujaba con cada sorbo que tomaba.
Tobe la observó desde la distancia antes de acercarse, sus pasos resonando apenas entre el bullicio.
Sin mediar palabra, pateó suavemente el taburete donde ella estaba sentada.
-Oye tú, muévete...-El samurái la miro con una mezcla de irritación y exasperación que parecía reservada exclusivamente para ella.
Ring-ring alzó la mirada lentamente, sus ojos brillando con una mezcla de incredulidad y desafío.
-¿Estás dándome órdenes? -La peli azul frunció el ceño, y su tono, aunque ligeramente arrastrado por el alcohol, no perdió su filo.
-Sí... -
-¿Y por qué debería obedecerte? Mejor aún, ¿Por qué demonios estás hablando conmigo? -Ring-ring entrecerró los ojos, su tono subió una octava mientras su orgullo herido tomaba el control.
Tobe suspiró pesadamente, como si cargar con la conversación fuera una tarea monumental.
-Porque no tengo otra opción... -El samurái se encogió de hombros, voz tenía un matiz de resignación que parecía decir que preferiría estar en cualquier otro lugar.-Créeme, normalmente no perdería el tiempo contigo.-
-¡Ja! Como si quisiera que lo hicieras...-La peli azul bufó, esbozando una sonrisa burlona mientras tomaba otro sorbo de su bebida.
-No sabes de lo que te pierdes...-
-De cualquier manera, no pienso irme...Si no te gusta, ya sabes dónde está la puerta.-Ring-ring suspiro pesadamente.
Entre ambos se creó un silencio tenso, una pausa llena de miradas hostiles que chocaban como espadas.
Tobe, lejos de rendirse, dejó escapar un suspiro más profundo, como si aceptara que esa batalla no iba a ganarse con palabras.
Sin pedir permiso, tomó asiento junto a ella y pidió una bebida para sí mismo.
No era la noche que había imaginado, pero si iba a lidiar con ella, lo haría a su manera.
Ring-ring lo miró de reojo, con el ceño aún fruncido.
La situación le parecía tan absurda que casi podía reírse.
¿Cómo había terminado así?
Primero, un intento de asesinato; después, ver a Pucca y Garu revelando su relación, y ahora esto: compartiendo en un bar mediocre con Tobe, el hombre que parecía sacarla de quicio con solo existir.
-¿Por qué estás aquí realmente? -La joven suspiro, rompiendo el silencio con un tono cargado de cansancio, aunque su curiosidad genuina no pasó desapercibida.
-¡Nunca me pierdo los miércoles de karaoke! Especialmente cuando Muji se presenta.-El samurái le dio un sorbo a su bebida y sonrió de forma sarcástica.-Es un espectáculo inolvidable.-
-¿En serio? -Ring-ring alzó una ceja, incrédula.
-¡Por supuesto que no!-Tobe suspiro pesadamente.-¿Acaso no puedo venir por un par de tragos? En todo caso, ¿Qué haces tú aquí? ¿No se supone que eres rica y tienes tu propio bar?-
-La mayoría del equipo está destruido, y tomará tiempo repararlo.-La joven giró su copa entre las manos, observando cómo el líquido reflejaba las luces parpadeantes del lugar.-No me quedó más opción que venir aquí.-
Ambos bebieron en silencio durante unos momentos, un gesto sincronizado que era tanto un alivio como una tregua temporal.
-Sabes, me enteré de lo que ocurrió esta tarde... -El samurái rompió el silencio, aunque su tono sugería que estaba más interesado en provocarla que en consolarla.
-¿Te preocupaste por mí? -La peli azul soltó una risa corta y cargada de escepticismo.
-No, solo quería reírme en tu cara...-Tobe se recargo sobre la barra y la miró de reojo.-¿Qué pasó, "princesa"? Pensé que sabías defenderte sola.-
El título sarcástico hizo que Ring-ring lo fulminara con la mirada, pero no retrocedió.
-En primer lugar, no me llames "princesa".-La peli azul coloco un dedo frente a los labios del samurái para evitar que el hablara.-Segundo, fue un ataque que tomó a todos por sorpresa. Y, por último, no sé cómo enfrentarme a un profesional... -Su tono, aunque defensivo, tenía una vulnerabilidad oculta que no pasó desapercibida para Tobe.
-Yo no diría que fue un profesional...-Tobe bebió un largo trago mientras hablaba.-Fue un trabajo rápido y mal hecho...Por eso fallaron.-
-¿Cómo puedes estar tan seguro? -
-Porque si hubiera sido un profesional, no estarías aquí sentada discutiendo conmigo.-El samurái dejó su vaso sobre la barra, el ruido resonó más fuerte de lo que había planeado.
-¡Ja! Como si realmente supieras lo que hace un profesional...-
-Entonces...-Tobe, con una calma casi desquiciante, inclinó la cabeza y esbozó una media sonrisa que prometía problemas.-¿Tu padre se equivocó al contratarme como tu guardaespaldas?-
El impacto de sus palabras hizo que Ring-Ring escupiera su bebida, sus ojos verdes se abrieron de par en par.
-¿¡Qué!? -La peli azul frunció el ceño.-¡Le dije que quería un guardaespaldas! ¡No que contratara a cualquier imbécil!-
-¡Oye! ¿¡A quién llamas imbécil!?-El samurái frunció el ceño
-¡A ti, obviamente! -Ring-Ring lo señaló con el dedo, sin titubeos.
La vena en la sien de Tobe palpitó mientras apretaba los puños.
-¿¡Cómo te atreves a llamarme así!? ¡loca bipolar teñida!-
-¿¡Teñida!? ¡Ahora sí te voy a...! -La peli azul intentó ponerse de pie con brusquedad, pero el alcohol conspiró contra ella, haciéndola tambalear como un barco en plena tormenta.
Tobe, aprovechando su ventaja en la situación, vio la oportunidad para llevar a cabo su plan: llevársela por la fuerza y arrojarla por la ventana de su habitación.
Así podría liberarse de su tarea como guardaespaldas por ese día.
Sin embargo, sus sentidos lo alertaron; alguien los estaba observando.
Un escalofrío recorrió su espalda, una advertencia silenciosa que sólo los guerreros experimentados podían percibir.
-Abajo...-El samurái murmuró, sus ojos barrían la habitación con precisión quirúrgica.
-¿Qué? -Ring-Ring frunció el ceño, confundida.
-¡Dije abajo! -Tobe sujeto su brazo, obligándola a refugiarse bajo la mesa.
Ella lo miró con furia, pero cuando vio el brillo de las katanas y las sombras deslizándose entre las mesas, el miedo borró cualquier protesta.
-¿¡Qué están haciendo aquí!? -
-Están aquí por ti.-
-¡Entonces haz algo! -La peli azul lo empujó con ambas manos, como si pudiera arrojarlo directo a la batalla.
-¡Oh! ¿¡Ahora si soy tu guardaespaldas!?-
-¡Solo cállate y trabaja!-
Pero no tuvo tiempo para más.
Un ninja se abalanzó sobre él con una espada, y Tobe reaccionó con la fluidez de un rayo, desviando el ataque y lanzándolo por los aires hacia un grupo de sus camaradas.
El caos estalló en el bar.
Los pocos clientes que quedaban se dividieron entre correr hacia la salida o unirse a la pelea, mientras Tobe, armado con sus katanas, se abría paso con movimientos precisos y letales.
Ring-Ring, desde su escondite bajo la mesa, observaba con una mezcla de miedo y fascinación.
Su mirada se movía entre la lucha y las botellas abandonadas sobre la barra.
Una idea absurda y algo desesperada cruzó por su mente.
-¡Quítate! -La joven gritó mientras lanzaba una botella hacia uno de los atacantes que se acercaba sigilosamente por detrás.
La botella se estrelló contra su cabeza enviándolo al suelo.
-¿¡Qué haces!? -Tobe giró la cabeza hacia ella, con su rostro iluminado por una chispa de incredulidad.
-¡Te estoy ayudando idiota!-La peli azul lanzó más botellas.
-¡Pues hazlo mejor! -El samurái frunció el ceño mientras enfrentaba a otro par de atacantes.
Los golpes resonaban como tambores en una guerra antigua, y el bar, antaño lleno de risas, se había convertido en un campo de batalla.
Tobe avanzaba como una fuerza imparable, y aunque los ninjas eran muchos, cada uno caía como hojas en un vendaval.
Ring-Ring, todavía en su escondite, alzó otra botella.
Si iba a estar atrapada en un caos así, al menos se aseguraría de no quedarse de brazos cruzados.
-¡Retirada! -El líder vociferó mientras los ninjas huían como sombras deslizándose entre las luces parpadeantes.
Tobe, con las katanas aún firmes en sus manos, los siguió con la mirada, con sus ojos encendidos de rabia contenida.
Ring-Ring, por su parte, emergió de su escondite bajo la mesa, sacudiéndose el polvo y con un ceño que prometía tormentas.
A pesar de que la batalla había terminado, su semblante estaba lejos de reflejar alivio.
Los pocos clientes del bar comenzaron a recobrar la calma, aunque los murmullos de molestia no se hicieron esperar.
Muji, en particular, parecía estar al borde del colapso emocional.
-¡Eso se lo ganan por haber arruinado mi noche de karaoke! -Muji exclamó con indignación, gesticulando exageradamente mientras el Maestro Mel intentaba tranquilizarlo con unas palmaditas en la espalda.
-¿Están todos bien?-Tobe, que había enfundado ya sus katanas, se dirigió a los presentes.
La pregunta era más un formalismo que una verdadera preocupación; Sus ojos seguían clavados en la puerta, como si esperara que los atacantes regresaran.
-¡No! ¡Ensayé "I Will Survive" con mis zombies todo el fin de semana!-Muji frunció aún más el ceño.
-¡Carajo Muji!-Tobe se pasó una mano por el rostro, exhalando con pesadez.-¡Si tanto te importa, vete a cantar de una buena vez y déjanos en paz!-
Pero antes de que Muji pudiera replicar, un golpe seco resonó en el lugar.
Todas las cabezas se giraron hacia Ring-Ring, quien había golpeado con furia la mesa, sus ojos ardiendo de frustración.
-¡Estoy harta de todo esto! -La peli azul vociferó, con su voz quebrándose entre el enojo y el cansancio.
Tobe la observó en silencio por un momento, sin decir nada.
Había algo en su furia, en la forma en que su pecho subía y bajaba intentando recuperar el aliento, que le resultaba... familiar. .
-Entonces Tobe, ¿Te pagan bien por todo esto? -Dooga alzó una ceja.
-No lo suficiente...-
La noche estaba teñida de un aire gélido y tenso.
El eco de los pasos resonaba en las calles desiertas mientras Ring-Ring caminaba tambaleante, con sus emociones a flor de piel.
Tobe la seguía, su semblante rígido y en guardia, luchando con una creciente sensación de incomodidad.
Había visto muchas cosas en su vida como samurái, pero lidiar con una mujer emocionalmente desbordada no estaba entre sus especialidades.
La chica se tambaleaba de un lado a otro, arrastrada por el peso del alcohol y el enojo que todavía chisporroteaba en su interior como brasas al rojo vivo.
Aunque la paciencia de Tobe estaba al límite, sabía que no podía abandonar su tarea.
La confianza de Dong King en él era un bien demasiado valioso como para arriesgarlo, aunque eso significara soportar las rabietas de su hija.
Ring-Ring se detuvo de repente frente a una tienda de electrodomésticos. La luz de los televisores en el escaparate iluminaba su rostro cansado, y su atención quedó atrapada por un reportaje sobre lo sucedido en el bar.
-El caos en el bar de Sooga esta noche dejó más preguntas que respuestas...-Recitaba la reportera con tono grave.
Pero la transmisión pronto cambió a un segmento completamente distinto.
La pantalla se llenó con imágenes de Pucca y Garu, hablando sobre la confirmación de su relación.
La rabia en Ring-Ring fue instantánea, una tormenta eléctrica que se desató sin previo aviso.
Sus puños se cerraron, y antes de que Tobe pudiera reaccionar, la chica descargó toda su frustración golpeando el escaparate.
El vidrio se rompió con un estruendo ensordecedor, fragmentos brillantes como estrellas cayendo al suelo.
Cuando Ring-Ring se detuvo abruptamente, Tobe apenas tuvo tiempo de reaccionar. Ella giró hacia él, tropezando ligeramente hasta chocar contra su pecho. Lo siguiente lo tomó completamente desprevenido: lágrimas.
-¡Oye! -El samurái la miró incómodo, mientras la sostenía por los hombros.-¿¡Que mierda fue eso!?-
Ring-Ring no respondió.
En su lugar, un sollozo desgarrador escapó de sus labios, dejando a Tobe paralizado.
Las lágrimas empapaban su rostro mientras escondía la cara entre sus manos, como si quisiera desaparecer.
-¡O-Oye!-Tobe retrocedió medio paso, su mirada recorriendo a la joven de pies a cabeza en busca de una herida.-¿E-Estás lastimada?-
Ella no contestó, y sus hombros temblaban como hojas al viento. La paciencia del samurái, ya de por sí limitada, comenzó a agotarse.
-¡Habla de una vez! -El samurái la tomó de los hombros y comenzó a sacudirla sin delicadeza alguna.
Finalmente, Ring-Ring alzó la mirada.
Sus ojos, vidriosos y brillantes por las lágrimas, lo fulminaron con una mezcla de tristeza y frustración.
-¿Por qué...? -La peli azul murmuró.-¿Por qué siempre la escogen a ella?-
-¿Q-Qué estás diciendo?-Tobe parpadeó, confundido.-¿Quién?-
Ella respiró hondo, tratando de controlar los sollozos, pero sus palabras salieron como un torrente imparable.
-¡Garu! -La joven gritó, con su voz llena de amargura.-¡Él está saliendo con Pucca!-
El samurái se quedó congelado.
No estaba seguro de si había oído bien o si la absurda confesión era producto del evidente estado de ebriedad de Ring-Ring.
-Espera... ¿¡Qué!?-
-¡Sí! -La peli azul sollozo, llevándose las manos al rostro.-¡Ellos son novios! Y yo... ¡Yo estaba enamorada de él!-
La mandíbula de Tobe se tensó.
Todo su autocontrol fue puesto a prueba en ese instante.
Se llevó una mano al rostro y exhaló un suspiro largo y pesado.
-¿¡Es enserió!? ¿¡Estas llorando por esa mierda!?-
-¡Sí! -
-¡Qué tonta eres!-Tobe cruzó los brazos, mirándola con una mezcla de incredulidad y exasperación.-¡Era más que obvio!-
-¡Yo creí que él me amaba! -Ring-Ring lo miró con ojos llenos de dolor y humillación, sus lágrimas caían sin descanso.
El samurái apretó los puños, luchando contra el impulso de lanzar un comentario hiriente.
Pero la irritación lo venció.
-¡Nadie te quiere! -Tobe grito dejándose llevar por su frustración.
El impacto de esas palabras cayó sobre Ring-Ring como un golpe.
Sus ojos se abrieron, llenos de una mezcla de sorpresa y dolor, mientras comenzaba a sollozar cada vez más.
Tobe, al darse cuenta de la crueldad de su comentario, frunció el ceño y desvió la mirada, incómodo.
Había sido innecesariamente duro, incluso para él.
-¡N-No!-Tobe alzó las manos, mirando alrededor con nerviosismo, consciente de lo surrealista que debía parecer la escena.-L-Lo que quise decir es que... Era bastante obvio que Pucca y Garu tenían algo desde hace mucho ¡T-Todos lo saben...! -
Ring-Ring levantó el rostro, con su maquillaje corrido formando surcos oscuros sobre sus mejillas, una mezcla de lágrimas y rímel que parecía un reflejo físico de su tristeza.
-P-Pero él era tan amable conmigo... -
-Así es él...-El samurái suspiro pesadamente, llevándose una mano a la frente con frustración.-Siempre actúa débil y patético con todos...-
-¡Es de lo peor! -La peli azul grito, frunciendo el ceño con determinación.
Por primera vez en la noche, Tobe dejó escapar una sonrisa, aunque amarga y sarcástica.
-Vaya, al fin alguien me entiende...-
Pero el momento de entendimiento mutuo duró poco.
-¡Me vengaré de él! -Ring-Ring, tambaleándose, levantó un puño al aire con un fervor completamente desproporcionado.
Tobe se llevó una mano al rostro, ya arrepentido de haber hablado.
-¡Oye! ¡No puedes vengarte de él! ¡Esa es mi tarea! -El samurái protesto, sujetándola de un brazo para evitar que tropezara.
-¿¡Tu!?-La peli azul lo miró de reojo, entrecerrando los ojos como si estuviera evaluando su competencia.-Nunca has tenido éxito...-
-¿¡Y tú!? -Tobe sintió cómo una vena pulsaba en su sien.-¡No puedes ni vencer a Pucca!-
-Eso no... -Ring-Ring apretó los labios, su ceño fruncido dejando claro que la conversación había tocado un nervio sensible.
La frustración de ambos era palpable, casi visible en el aire que los rodeaba.
Tobe, aunque exasperado, no pudo evitar pensar que este trabajo era una pesadilla hecha realidad.
Suponía que proteger a la hija de Dong King sería un desafío, pero nunca imaginó que se enfrentaría a dramas amorosos y delirios de venganza a mitad de la noche.
-Deja de lloriquear y muévete de una vez...-El samurái suspiro pesadamente.
El cansancio comenzaba a pasar factura en Ring-Ring, quien soltó un bostezo adorable pero inoportuno, con sus párpados pesados amenazando con cerrarse por completo.
De repente, Tobe sintió un tirón en su brazo.
Al darse la vuelta, la encontró inmóvil, con la cabeza inclinada hacia un lado.
-No puede ser... -El samurái murmuró, mirando incrédulo cómo Ring-Ring se había quedado dormida de pie, apoyada en él como si fuera un pilar.
Intentó sacudirla ligeramente, pero ella solo murmuró algo ininteligible y se dejó caer aún más, obligándolo a reaccionar rápido para evitar que se desplomara por completo.
-Esto es ridículo...-Tobe frunció el ceño pasándose una mano por el cabello antes de inclinarse para levantarla.
La cargó como si fuera un saco de arroz, sintiendo cada gramo del peso que parecía multiplicarse por la incomodidad del momento.
Con Ring-Ring dormida en sus brazos, su cabello azul desordenado y el rostro relajado en un sueño profundo, Tobe miró hacia el cielo estrellado, buscando paciencia donde solo había indiferencia celestial.
-Espero que mis días como guardaespaldas no sean así -Murmuró para sí mismo, comenzando a caminar de nuevo.
La calma nocturna del Dong King se había transformado en un hervidero de ansiedad.
Fyah caminaba de un lado a otro, sus pasos resonaban en los pasillos como un metrónomo inquieto.
Su rostro, normalmente sereno, estaba marcado por una profunda preocupación.
-Han pasado horas... -El gerente murmuró para sí mismo, mientras sus manos se retorcían con nerviosismo.-Esto no es normal.-
-Tío tranquilo, Tobe debe estar con ella.-Eiyo, apoyado despreocupadamente en el marco de una puerta, trataba de calmarlo.
-¡Eso es lo que más me preocupa! -Fyah detuvo su marcha en seco y lo miró con incredulidad, levantando las manos como si intentara apartar una nube de pensamientos catastróficos.-¡Ese chico es un imán para los problemas!-
Antes de que pudiera continuar su sermón, la puerta principal se abrió de golpe.
Ambos voltearon al unísono, alarmados.
En el umbral apareció Tobe, con el rostro cansado, las ropas desordenadas y arrastrando a Ring-Ring como si fuera un paquete olvidado en una estación de tren.
-¡Tobe! -El gerente y el secretario exclamaron al unísono, acercándose apresuradamente.
-¿¡Qué sucedió!? -Fyah miro a la peli azul con su tono cargado de angustia casi paternal.
-Aquí tienes...-Tobe alzó una ceja, claramente irritado, y dejó caer a Ring-Ring
La joven, ajena a la conmoción, murmuró algo incomprensible en sueños, acomodándose en el suelo como si estuviera sobre una cama de lujo.
Fyah se agachó de inmediato, revisándola con cuidado.
-¡Tobe, esto no es manera de tratar a una dama! -El gerente reclamó, mientras intentaba levantar a la joven.
-¡Mi turno terminó!-El samurái lo interrumpió con un encogimiento de hombros y dio media vuelta, caminando hacia la salida como si no tuviera ninguna intención de quedarse un segundo más.
-¡Tobe, regresa inmediatamente!-Fyah incrédulo, alzó la voz.
Pero el samurai ya estaba cruzando el umbral, moviendo una mano en el aire en un gesto despreocupado.
-No escucho nada...-El samurái hablo con sarcasmo, acelerando el paso.
Eiyo se río por lo bajo, disfrutando del espectáculo, pero Fyah bufó, volviendo su atención a Ring-Ring.
Mientras Tobe se alejaba del Dong King, su mente divagaba en una sola dirección. Ajustó su máscara y desapareció en la noche, prometiéndose que, si sobrevivía al día siguiente, consideraría seriamente una nueva profesión...o al menos exigiría un aumento.
.
.
.
Bueno ahora sí, hi guys ha pasado tiempo (?)
¿Como han estado?
Los extrañe mucho u_u
So, ahora si como se dieron cuenta xd
Decidí hacerle un "reboot" a esta historia por que el ship me da vida, igual pido perdón si esperaban otra historia but literalmente hace años que no escribo nada tipo ¿Qué será? ¿4-5 años?
Igual tampoco es que mis historias hayan sido tremendas obras de literatura, ayno plz ignoren su existencia era una puberta, Jsjsjsjs
But igual me hace re feliz leer todos sus comentarios u_u 3
Y bueno aja, la cosa es que como mencioné antes este ship literalmente me revivió las ganas de volver a escribir pero esta vez algo un poco más decente (?)
Y de una vez digo que si les gusta la historia y esperan continuación, yo no prometo actualizar seguido, mi espíritu procrastinador me lo impide xd
So, espero que les guste esta historia y si es así espero verlos en el próximo capítulo(?)
Bye-Nee~
I'M BACK BABY
