En el bullicioso corazón de Seúl, donde el dinamismo de los negocios y el aroma de la comida se entrelazaban con el ritmo vertiginoso de la ciudad, la sede central de Dong King se alzaba como un símbolo del poder culinario y empresarial.

Desde temprano en la mañana, mientras los primeros rayos de sol acariciaban los imponentes rascacielos, el edificio cobraba vida.

Una torre moderna y reluciente que reflejaba el cielo, su fachada de vidrio era testigo del ir y venir de aquellos que construían el imperio gastronómico.

Dentro, los empleados de la empresa caminaban por los amplios pasillos, cruzando el vestíbulo donde un delicioso aroma se extendía como una bienvenida matutina.

La cafetería del edificio, un lugar de descanso y recarga, estaba abarrotada de baristas que batían capuchinos espumosos y espressos fuertes para los que necesitaban comenzar el día con energía.

Ejecutivos de traje, con el rostro ensimismado en documentos y pantallas, se movían con prisa, mientras los chefs, vestidos de blanco impoluto, se dirigían a las cocinas de prueba con un propósito claro: perfeccionar las recetas que conquistarían paladares en todo el mundo.

En la planta de diseño, el ambiente era más relajado pero igual de intenso. Creativos reunidos en pequeños grupos debatían con fervor sobre las últimas tendencias culinarias, bocetos de platos futuristas y conceptos que iban más allá de lo tradicional.

Las risas estallaban en medio de las discusiones, mientras se intercambiaban ideas y propuestas.

Más allá de los vibrantes pasillos, en las áreas de producción, el ambiente era más controlado. Los empleados, con la mirada concentrada, trabajaban con una precisión casi quirúrgica, asegurándose de que cada alimento producido cumpliera con los rigurosos estándares de calidad. Desde la selección de ingredientes hasta el empaquetado, cada paso era supervisado con detenimiento.

El edificio, un hervidero de actividad, cobró aún más vida cuando un lujoso auto negro se detuvo con elegancia frente a la entrada principal. Su carrocería brillante reflejaba el resplandor del sol, mientras el distintivo logotipo de Dong King en la matrícula advertía la llegada de alguien importante.

Los empleados que caminaban cerca no pudieron evitar detenerse, observando cómo las puertas del coche se abrían con suavidad.

De él descendió Ring-ring, deslumbrante como siempre, pero esta vez con un toque especial.

Llevaba puesto un conjunto atrevido y exquisito que ella misma había diseñado, una combinación de sofisticación y provocación que reflejaba su carácter audaz y seguro.

Cada paso que daba hacia la entrada principal parecía resonar en los corazones de quienes la veían, incapaces de apartar la vista de ella.

A pesar de las miradas indiscretas que intentaban juzgar lo "revelador" de su atuendo, Ring-ring caminaba con una gracia imperturbable.

Sabía que todos los ojos estaban puestos en ella, pero lejos de sentirse intimidada, irradiaba confianza.

Detrás de ella, Tobe, su inseparable guardaespaldas, caminaba con la misma firmeza que lo caracterizaba, su mirada siempre alerta.

Eiyo, su fiel asistente, seguía a ambos de cerca, sosteniendo una tableta con los detalles del día. Cada uno cumplía su rol, pero la verdadera estrella del espectáculo era Ring-ring, cuyo carisma natural y belleza cautivadora hacían imposible que alguien no la notara.

A medida que avanzaba por el vestíbulo, una ola de silencio reverencial se extendió por el lugar.

Los empleados, habituados a la presencia de ejecutivos y figuras influyentes, no podían evitar sentir que había algo especial en esta joven.

Quizás era la combinación de su talento innato, su audacia para desafiar las normas, o simplemente la manera en que, sin importar quién la mirara o qué pensaran, Ring-ring seguía adelante. Ignoraba las opiniones de los demás, pero al mismo tiempo, su sola presencia exigía respeto.

Los empleados que se encontraban en la entrada detuvieron momentáneamente sus quehaceres al ver llegar a Ring-ring.

Con una mezcla de respeto y admiración, le ofrecieron reverencias sutiles y sonrisas educadas.

La joven respondió con una sonrisa amable, sin perder su compostura, mientras avanzaba por el vestíbulo, su elegante conjunto brillando bajo las luces del edificio.

Cada paso suyo parecía reflejar una seguridad en sí misma que dejaba una huella en los demás.

-¡Buenos días señorita Ring-ring!-Las recepcionistas la recibieron con una gran sonrisa.

-Buenos días...-La peli azul sonrió levemente mientras seguía su paso hacia el ascensor.

-¡Hola Tobe! - Las jóvenes de la recepción se inclinaron levemente, con gestos coquetos, dedicándole una mirada rápida al samurái que la seguía de cerca.

-¡Hola!-El samurái sonrió levemente.

Pero la mirada de Ring-ring se oscureció por un instante. Sin detener su paso, giró hacia Tobe y, con un movimiento firme pero elegante, tomó la corbata del samurái y tiró de ella, acercándolo hacia ella mientras seguían avanzando hacia el ascensor.

-¡Oye! -Tobe protestó, visiblemente molesto, mientras recuperaba el equilibrio.

Sus ojos se encontraron con los de ella, pero ella evitó su mirada con frialdad.

-Ya es tarde, no tenemos tiempo para saludar a todos. -La peli azul replicó con tono impersonal, soltando la corbata con un movimiento despreocupado y desviando su atención hacia su asistente.

-Pero yo no... -El samurái intentó replicar, pero fue rápidamente interrumpido.

-Eiyo, ¿Qué hay en la agenda del día de hoy? - Ring-ring cambió de conversación con una ligereza que rozaba la indiferencia, ignorando por completo la frustración de su guardaespaldas.

Tobe soltó un gruñido bajo, resignado, mientras Eiyo tomaba su agenda digital con eficiencia y comenzaba a recitar las tareas del día.

-Debe revisar el trabajo del equipo de marketing esta mañana.-El secretario comenzó, mientras pasaban por los últimos metros antes de llegar al ascensor. -El equipo de ventas tiene listos los presupuestos del próximo mes, y también tiene una reunión para cerrar un trato con el señor Christopher...-

-¡Ugh! ¡Ese sujeto es de lo peor! -La peli azul no pudo contener su disgusto, interrumpiendo al secretario.

Su rostro se frunció en una mueca que sorprendió a Tobe. No era común verla perder la compostura.

-¿Quiere que cancele la reunión? -Eiyo alzó una ceja, deteniéndose brevemente mientras estudiaba a su jefa.

-No, no, trataré de hacerlo rápido. -Ring-ring suspiro, volviendo a recobrar la calma.-¿Algo más?-

-Sí, luego tiene que ir al restaurante para supervisar algunas cosas.-El secretario añadió, revisando su tablet de nuevo con rapidez.

-Está bien...-La peli azul asintió.

Las puertas del ascensor se abrieron con un suave sonido metálico.

Los empleados que ya estaban adentro, al ver la llegada de su jefa y el samurái, rápidamente abandonaron el espacio, intercambiando miradas nerviosas.

Sabían que, cada vez que esos dos estaban juntos en un espacio cerrado, la atmósfera se volvía tensa.

-Entonces, los veré más tarde.- Eiyo sonrió ligeramente, despidiéndose mientras se quedaba fuera del ascensor.

Las puertas se cerraron con suavidad, atrapando a Ring-ring y Tobe en un espacio reducido y en completo silencio.

El aire dentro del ascensor se tornó denso, casi eléctrico. Aunque no cruzaban palabras, era imposible ignorar la tensión. Ring-ring, manteniendo su semblante sereno, lanzó una mirada discreta hacia Tobe. Lo notó rígido, más de lo habitual, y se mantenía en la esquina opuesta, como si intentara crear la mayor distancia posible entre ellos.

La tensión en el ascensor era casi palpable, como si el aire mismo se hubiera vuelto más denso. Tobe se mantenía contra la pared, los hombros rígidos, la mirada desviada hacia cualquier lugar que no fuera Ring-ring. Todo en su postura denotaba incomodidad, una incomodidad que, sin duda, tenía raíces en ese "incidente" del que ninguno de los dos parecía querer hablar.

Ring-ring también sentía el peso de la situación. El silencio entre ellos se había alargado más de lo que hubiera deseado. No habían mencionado lo sucedido en su habitación, y aunque ella intentaba convencerse de que era mejor dejarlo en el pasado, no podía ignorar la extraña sensación que se apoderaba de su estómago cada vez que estaban solos.

¿Cómo podían seguir trabajando juntos sin enfrentar lo que había pasado?

El mero pensamiento de ese momento hizo que sus mejillas se tiñeran de un leve rubor.

El ascensor seguía su ascenso, pero el tiempo parecía moverse más lento, estirando la incomodidad hasta que fue insoportable. Con un suspiro, Ring-ring decidió que ya era suficiente.

-Oye... -La peli azul empezó, con un tono ligeramente irritado. -¿Por qué diablos estás contra la pared como si te fuera a morder? - Su mirada penetrante se clavó en él.

-E-Estoy...-Tobe, sobresaltado, intentó recomponerse.-Admirando el paisaje... -Murmuró torpemente, sin atreverse a mirarla a los ojos.

-¡Ese es tu reflejo! -La joven replicó, frunciendo el ceño, No iba a dejar que se saliera con esa excusa ridícula.

-¡Exacto! Mi reflejo es... bastante hermoso ¿No crees? - El samurái desvió la mirada rápidamente, como si la superficie brillante del ascensor fuera lo más fascinante que hubiera visto en su vida.

Su nerviosismo era evidente, pero también lo era su desesperada tentativa de evadir el tema.

Ring-ring soltó un pesado suspiro. No, esto no iba a continuar así. Había llegado el momento de enfrentar las cosas.

-Tobe, tenemos que hablar. -La peli azul aclaró su garganta y su voz se tornó firme, cargada de una determinación que hizo que Tobe se tensara aún más.

-¡C-Claro! ¡Hablemos! -El samurái tragó saliva audiblemente, sintiendo que ya no había escapatoria.- Tú hablas, yo hablo, todos hablan... ¡Excepto los mudos! - Se rio nerviosamente, una risa que no logró más que hacer que Ring-ring elevara una ceja, incrédula.

-¿Eh? -La joven lo observó, completamente desconcertada por su torpe intento de cambiar el tema.

-¡E-Es curioso!-Tobe continuó, claramente desesperado por desviar la conversación.-Esto me recuerda a cuando Pucca y Garu hicieron sus votos de silencio, ¿No? Siempre me pareció una buena idea... tal vez yo también debería hacerlo, ¿No crees? -Las palabras salían atropelladamente de su boca, mientras jugaba con las mangas de su chaqueta, sudando ligeramente bajo la presión.

Ring-ring lo miró con una mezcla de incredulidad y exasperación.

¿En serio?

¿Votos de silencio?

-Tobe, basta de evasivas.-La peli azul negó con la cabeza, negándose a dejarse arrastrar por sus distracciones. -¡Sabes perfectamente a qué me refiero! Ese día... en mi habitación - Susurró, su voz vacilando apenas un segundo. Sus mejillas se ruborizaron al recordarlo, pero no podía retroceder ahora.

Tobe sintió cómo el color se le subía al rostro también, recordando vívidamente el accidente.

Se pasó una mano por el cabello, tratando de encontrar las palabras, pero su incomodidad crecía a pasos agigantados.

-¡M-Mira! ¡Ya casi llegamos! - El samurái rápidamente señaló el panel del ascensor como si las luces parpadeantes fueran la cosa más interesante que hubiera visto en su vida.

-¡Aun no! -La peli azul exclamó y antes de que él pudiera reaccionar, oprimió el botón de emergencia, deteniendo el ascensor abruptamente.

-¿¡Qué estás haciendo!? - Tobe entró en pánico, sus ojos se abrieron de par en par mientras sentía el ascensor detenerse con un leve temblor.

La peli azul exhaló con frustración, avanzando lentamente hacia su guardaespaldas hasta que su espalda chocó contra la pared del ascensor.

El espacio cerrado entre ambos se volvió aún más asfixiante. Tobe, atrapado entre la pared y la mirada penetrante de Ring-ring, tragó saliva, incapaz de encontrar una vía de escape.

-¡Nadie va a salir de aquí hasta que hablemos del "asunto"! -La joven frunció el ceño, aunque el leve rubor en sus mejillas traicionaba su habitual compostura.

-¡N-No hay nada de qué hablar! -El samurái insistió, intentando apartar la mirada, aunque cada intento era en vano.

-¡Por supuesto que lo hay! ¡Además, todo fue tu culpa! -

-¡P-Por supuesto que no! -Tobe levantó las manos, en un gesto defensivo.

-¡Claro que sí! ¡Entraste en mi habitación sin avisar! -La intensidad en los ojos de Ring-ring no disminuía ni un poco.

-¡E-Era parte del entrenamiento que había preparado! -El samurái, nervioso, intentaba mantener su postura, aunque claramente no estaba ganando esta batalla.

-¡Y me viste desnuda! -La peli azul cerró los ojos con fuerza, reviviendo el embarazoso recuerdo que tanto había tratado de evitar.

-¡Y-Ya te dije que soy miope! -El sonrojo de Tobe se intensificó, incapaz de lidiar con la tensión que los envolvía.

-¡JA! ¿En serio esperas que crea eso? -La joven lo miró incrédula, cruzándose de brazos con un gesto desafiante.

-¡S-Sí! -El samurái apenas pudo sostener su propia afirmación, pero la desesperación se hacía evidente en cada palabra.

-Entonces, ¿¡Por qué no me miras ahora!? -Ring-ring lo provocó, frunciendo el ceño, acercándose aún más.

-¡Porque no tengo ganas de hacerlo mujer! -Tobe levantó la voz, tratando de mantenerse firme.

-¡Mírame! -La peli azul le exigió, su paciencia estaba por agotarse.

-¡No! -El samurái cerró los ojos, como si eso lo protegiera de la situación.

En ese preciso momento, las puertas del ascensor se abrieron con un suave "ding".

Un par de empleados que esperaban para subir se congelaron al ver a su jefa y a su guardaespaldas en una escena que, a todas luces, parecía más comprometedora de lo que realmente era.

-¡Ayúdenme! -Tobe los miró desesperado, como si estuviera pidiendo auxilio de una situación de vida o muerte.

-¡No lo ayuden! -Ring-ring se volvió hacia los empleados, su ceño aún más marcado, y por un breve momento, las marcas de su transformación comenzaron a aparecer en su rostro.

Los empleados, aterrados, intercambiaron miradas de incomodidad. Con torpeza, uno de ellos presionó un botón, dejando que las puertas del ascensor se cerraran de nuevo mientras ambos se alejaban rápidamente, decidiendo que era más seguro no intervenir.

El silencio volvió a reinar por un momento, hasta que el samurái, en un arrebato de incomodidad, bajó la mirada involuntariamente hacia el escote de Ring-ring. Sus ojos se agrandaron de inmediato, y el pánico se apoderó de él.

-¡A-Aleja eso de mí! -Tobe gritó tratando de evadir a su jefa.

-¡Por el amor de Dios Tobe! ¡Solo son pechos! -La peli azul, cada vez más frustrada, alzó las manos al aire, exasperada.

-¡Sí pero son tuyos! -El samurái se ruborizó aún más, ocultando su rostro con las manos.

-¿¡Qué tiene eso de malo!? -

-¡No tenía por qué verlos! -El samurái cubrió su cara con más fuerza, como si pudiera borrar el recuerdo por completo.

-¡Pero fue tu culpa! ¡Y ni siquiera te disculpaste! -La joven espetó, dando un paso hacia atrás, furiosa.

-¡Porque empezaste a arrojarme cosas! -Tobe levantó las manos como si intentara protegerse de un ataque imaginario, recordando el caos que había seguido al accidente.

Ambos jóvenes, agotados por la tensión acumulada, suspiraron al unísono y se apartaron el uno del otro.

-Está bien, lamento haber entrado de esa forma y lamento aún más... h-haberte visto... -Tobe suspiró con un tono serio, aunque se notaba su incomodidad.

-¡D-Dijiste que no viste nada por tu miopía! -Ring-ring, instintivamente, cubrió su pecho con los brazos, reviviendo el momento vergonzoso.

-¡Olvida lo que dije y solo acepta mi disculpa! ¿¡Q-Quieres!? -El samurái se tensó de nuevo, su ceño fruncido mostrando que no estaba acostumbrado a disculparse con tanto esfuerzo.

-No... -La peli azul se cruzó de brazos, desviando la mirada de manera obstinada.

¿¡Qué!? -El samurái la miró incrédulo, claramente esperando que eso solucionara todo.

-¡N-No creas que te perdonaré tan fácil! -Ring-ring frunció el ceño aún más, su postura firme.

-¿¡Por qué no!? -Tobe intentó seguir su lógica, aunque su expresión de confusión lo decía todo.

-¡P-Por qué me viste! -La joven exclamó, sintiendo de nuevo ese calor incómodo en sus mejillas.

-¡Fue sin querer! -El samurái la siguió mientras ella comenzaba a caminar en círculos, en un intento torpe por evitar la conversación.

-Pero fue tan...incómodo. -

Ugh... -Tobe se detuvo frente a ella, bajando un poco la mirada. -Golpéame y así estaremos a mano...-

-Eso ni siquiera tiene sentido... -La peli azul lo miro con incredulidad.

-Y-Ya lo sé, pero creo que es lo menos que puedo recibir... -El samurái inclinó la cabeza, ofreciéndose en una especie de rendición.

-¡No creo que eso pueda compensar lo que pasó! -Ring-ring volvió a fruncir el ceño, aunque esta vez había algo de confusión en su mirada.

-Si tienes razón...Creo que lo justo sería que tu...-

Pero antes de que Tobe pudiera responder, la joven levantó la mano y le propinó una fuerte bofetada, el sonido resonando en el pequeño espacio del ascensor.

Vaya, realmente fue satisfactorio... -La joven murmuró con una sonrisa leve asomándose en sus labios.

Tobe la miró, aún sorprendido, con una mano en la mejilla. Parpadeó un par de veces, procesando lo que acababa de ocurrir.

¿¡Qué diablos, Ring-ring!? -El samurái frunció el ceño.

-Supongo que con esto damos por concluido el asunto... -La joven oprimió el botón del ascensor, reanudando su ascenso.

-¿En serio? -Tobe la miro con incredulidad, todavía tratando de entender la lógica detrás de su resolución.

-Sí, detesto que las cosas estén raras entre nosotros... -La joven se encogió de hombros, como si esa fuera la única conclusión posible.

-¡Ja!-Tobe, aliviado, recargó todo su peso contra ella, dejándose caer de manera exagerada.-¡Qué alivio! -Suspiro, recuperando esa confianza habitual que siempre lo caracterizaba.

-A veces, eres un caso perdido... -Ring-ring no pudo evitar reírse, sacudiendo la cabeza mientras empujaba suavemente a Tobe para que se mantuviera erguido.

-Eso es parte de mi encanto -El samurái le guiñó un ojo. -Además... Qué bueno que hablamos sobre esto, tenía tantas cosas por contarte pero... ¡Ugh! Era tan incómodo... -Soltó una carcajada, como si el peso que había llevado consigo hubiera desaparecido de repente.

-Ugh, lo sé... ¿Y bien? ¿Qué tenías que contarme? -La peli azul lo miró con una sonrisa, sintiéndose más ligera ahora que la tensión había disminuido.

-Nuestro querido Eiyo aparentemente tiene novia... -Tobe sonrió traviesamente, inclinándose un poco hacia ella como si compartiera un gran secreto.

-¿¡En serio!? -Ring-ring abrió los ojos de par en par, sorprendida.

La idea de su siempre serio asistente en una relación parecía demasiado curiosa como para ignorarla.

-¡Sí! -Tobe asintió con entusiasmo.-¡Y lo más sorprendente es que no me lo dijo él mismo!-

-¿Como lo descubriste?-

-Accidentalmente lo escuché conversando por teléfono y créeme, su cara cuando se dio cuenta de que lo había escuchado ¡Fue increíble! -El samurái rio a carcajadas, recordando el momento.

Ring-ring soltó una suave risa, su mente recreando la imagen de Eiyo en plena incomodidad.

Cuando el ascensor se detuvo en el último piso, ambos salieron juntos, sintiendo cómo la incomodidad que los había envuelto había quedado atrás.

De alguna forma, ese pequeño conflicto los había acercado de nuevo, devolviéndoles su dinámica habitual.

Era un alivio que la atmósfera entre ellos volviera a la normalidad.

Una vez en la amplia y luminosa oficina de Ring-ring, la jornada laboral comenzó con su rutina habitual.

La CEO, con su característico aire de eficiencia, se sumergió en su bandeja de entrada, que estaba repleta de correos electrónicos.

Su mente trabajaba con precisión mientras respondía a los mensajes más urgentes, delegaba tareas y coordinaba proyectos.

Cada correo respondido, cada instrucción dada, reafirmaba su control sobre la empresa, aunque en su interior aún quedaba una ligera inquietud.

Con la primera tarea del día completada, Ring-ring y Tobe se dirigieron al departamento de marketing.

Allí, la energía era palpable; este era el centro de creatividad y estrategia de la empresa.

Ring-ring revisó detenidamente los informes de análisis de mercado y las métricas de campañas anteriores, buscando puntos débiles, pero también áreas de oportunidad.

La joven CEO no era del tipo que se conformaba con resultados promedio, y lo dejó claro durante la reunión con el equipo.

El equipo de marketing tomó notas apresuradas, sabiendo que cada palabra de Ring-ring era una directriz que debía ser seguida al pie de la letra.

Pero la joven no solo daba órdenes; también inspiraba.

Animó a su equipo a pensar fuera de lo común, a arriesgarse, a buscar enfoques innovadores que colocaran a la empresa en el centro de la atención del mercado.

Después de dejar claro sus expectativas, Ring-ring y Tobe se dirigieron al departamento de ventas.

Aquí, la atmósfera era más seria, más enfocada en los números y las proyecciones.

La joven CEO revisó minuciosamente los presupuestos y las metas de ventas, asegurándose de que los objetivos no solo fueran ambiciosos, sino realistas. Se reunió con el director de ventas, y su conversación fue directa, enfocada en resultados. Ring-ring sabía que mantener una comunicación constante era clave para el éxito, y no dudó en expresar sus expectativas.

Finalmente, la jornada los llevó de vuelta a su oficina, donde Ring-ring se preparaba para la última reunión del día. Sin embargo, algo en su semblante había cambiado. La determinación que había mostrado durante las reuniones ahora daba paso a una sutil inquietud.

-Debo terminar con esto pronto. -La joven murmuró, tomando unos documentos del escritorio, su mirada vacilo por un segundo antes de recomponerse.

-¿No quieres que te acompañe? -El samurái alzó una ceja.

Aunque sabía que ella podía manejar cualquier situación, algo en el ambiente lo incomodaba.

-Descuida...-La peli azul lo miro con una sonrisa forzada.-Solo necesito una firma de ese sujeto, será rápido.-

Sin más palabras, la joven salió de la oficina, intentando mantener la compostura.

Pero Tobe, a pesar de su confianza en ella, no pudo evitar sentir un nudo en el estómago.

Algo no estaba del todo bien. Tal vez era el tono distante de Ring-ring, o quizás el hecho de que esa reunión le causaba más ansiedad de lo habitual.

Tras unos segundos de vacilación, decidió que no podía quedarse de brazos cruzados. Por mucho que confiara en Ring-ring, había aprendido a seguir su instinto, y en ese momento, algo le decía que no todo estaba bien.

Tobe salió disparado de la oficina, su mente nublada por un mal presentimiento que no podía ignorar. Se dirigió a toda velocidad hacia la sala de juntas, con cada paso aumentando su preocupación. Cuando llegó, se escondió rápidamente detrás de una gran maceta decorativa, lo suficientemente cerca como para observar sin ser visto. Desde allí, pudo ver a Ring-ring fuera de la puerta, respirando profundamente, como si estuviera preparándose para algo más complicado de lo que aparentaba.

-¿Nervios?-El samurái murmuró.

Su jefa, siempre tan segura y profesional, rara vez mostraba signos de duda. Sin embargo, la tensión en su rostro no mentía.

Cuando finalmente Ring-ring cruzó la puerta de la sala de juntas, Tobe, movido por una intuición que no podía ignorar, decidió seguirla. Se deslizó entre las sombras, manteniéndose oculto mientras escuchaba lo que sucedía al otro lado de la puerta.

-Christopher... -La voz de la peli azul era firme, aunque Tobe percibió una ligera rigidez en sus palabras.

-¡Oh! Hola, muñeca... -Christopher la recibió con un tono arrogante y petulante que hizo que el cuerpo de Tobe se tensara de inmediato.

Un escalofrío le recorrió la columna, encendiendo una llama de ira que le nubló el juicio.

Sin pensarlo dos veces, irrumpió en la sala de juntas, abriendo las puertas con fuerza.

La sorpresa se dibujó en los rostros de ambos ocupantes de la sala. Los ojos de Ring-ring se abrieron de par en par, mientras Christopher lo miraba con una expresión de desdén absoluto.

-¿Quién es este? -El rubio con una voz cargada de desprecio, evaluó a Tobe de arriba a abajo como si fuera poco más que un insecto molesto.

-Es mi guardaespaldas. -Ring-ring, sin ocultar la irritación en su tono miró a Tobe de reojo, con el ceño levemente fruncido, como si no pudiera creer que hubiera decidido intervenir de manera tan abrupta.

-Vaya...es propio que toda lindura como tú, cuente con protección...-Christopher sonrió levemente.

La peli azul frunció el ceño y se acercó al samurái.

-¿Qué estás haciendo?-Ring-ring murmuró.

-Nada de lo que preocuparse, solo asegurándome de que todo esté bajo control -El samurái la miro con una sonrisa despreocupada, aunque la tensión en su cuerpo decía lo contrario. Guiñó un ojo de manera juguetona, tratando de aligerar el ambiente, pero su jefa soltó un largo suspiro de frustración.

-En fin... -La joven murmuró, tratando de volver al tema que los ocupaba.

-Sabes, cariño, estoy encantado de que finalmente hayas venido personalmente, No hay nada como hacer negocios cara a cara -Christopher lanzó una sonrisa engreída que hizo que a Tobe le hirviera la sangre.

Ring-ring, manteniendo su compostura a duras penas, colocó una carpeta llena de documentos sobre la mesa.

-Sí, lo que digas -La peli azul intento cortar la conversación innecesaria lo más rápido posible.

-Cariño, ¿Podrías darte prisa? Tengo que volver a la televisora en breve. -El rubio echó un vistazo rápido a su teléfono, como si todo esto fuera una molestia menor en su día. Su tono condescendiente solo hacía que la atmósfera se tensara aún más.

Por un breve instante, el samurái pudo ver las marcas de la transformación de su jefa aparecer fugazmente en su rostro.

Era evidente que estaba al borde de su paciencia.

Lo que más irritaba a Tobe era saber que, aunque Ring-ring podría fácilmente enfrentarse a este hombre con todo su poder, las circunstancias le impedían hacerlo.

Christopher no era cualquier socio; era uno de los más importantes para su padre, lo que complicaba las cosas.

El samurái observaba la escena con los dientes apretados, deseando poder intervenir de manera más directa.

Si dependiera de él, ya habría lanzado a Christopher fuera de la sala.

Finalmente, empezó a entender por qué su jefa había estado tan reticente a tener esta reunión.

La prepotencia y la arrogancia de ese hombre no solo la irritaban a ella, sino que también lo hacían sentir impotente.

-Aquí tienes...La peli azul mantuvo la calma mientras le entregaba los documentos a Christopher.

El rubio tomó la carpeta de manera despreocupada, hojeando los papeles sin el más mínimo interés. Su actitud dejaba en claro que, en su mente, ya había ganado el trato. No tenía la menor intención de tomarse en serio los detalles del contrato.

-Como sabrás, la empresa "Dong King" ha estado satisfecha con nuestra colaboración hasta ahora...Sin embargo, creemos que hay margen para expandir nuestra relación -La peli azul comenzó con una firmeza impecable, deslizando algunos documentos hacia Christopher, Su voz transmitía seguridad, pero había una cierta frialdad en sus ojos.

-¿Relación? -El rubio arqueó una ceja, una sonrisa torcida se asomó en sus labios, como si disfrutara de la incomodidad que su tono podía causar.

-Laboral. -La joven lo corrigió sin vacilar, apretando los labios mientras fruncía ligeramente el ceño.

No dejaría que ese comentario la desviara de su objetivo.

-Y... ¿Qué tienes en mente? -Christopher hojeo los papeles de manera distraída, sin realmente prestar atención, más interesado en ella que en los documentos.

-Proponemos aumentar la visibilidad de sus programas en nuestros restaurantes a nivel internacional -Ring-ring comenzó a caminar por la sala con pasos controlados, su presencia llenaba el espacio.-Esto incluiría promociones exclusivas, publicidad cruzada en nuestras redes sociales y una mayor presencia de su marca en nuestras ubicaciones físicas, creemos que esto podría traducirse en un aumento significativo de su audiencia.-

Tobe, desde su posición, observaba con admiración cómo Ring-ring manejaba la reunión.

Esta faceta suya, tan profesional y decidida, siempre le impresionaba.

Había una fuerza en su voz, una determinación que no todos podían igualar.

Sin embargo, también veía cómo Christopher se volvía cada vez más indiferente, como si sus palabras le resultaran monótonas.

-A cambio... -La joven continuó ella, sin perder el ritmo.-Esperamos un aumento en el tiempo de emisión de nuestros anuncios en su canal, además, nos gustaría explorar oportunidades de coproducción que destaquen la experiencia culinaria de nuestros restaurantes...-

-¡Ja! ¿Tienes idea de cuánto me costará esto? -El rubio la interrumpió, soltando una risa despectiva mientras se recostaba en su silla, con desinterés evidente.

Ring-ring no se dejó intimidar. Con la calma de alguien que ha estado en situaciones difíciles antes, tomó un nuevo documento de su carpeta y lo colocó frente a él.

-Hemos asignado un presupuesto adicional para aumentar nuestra inversión en publicidad en su canal.-La peli azul señalo las cifras sin titubear.- También estamos dispuestos a contribuir financieramente a cualquier proyecto de coproducción que acordemos.-

-Cariño, eso suena interesante...-El rubio bajo la voz con una cadencia insinuante.- Pero, ¿Por qué no lo discutimos después de la reunión... en un lugar más privado?-

El aire en la sala se volvió tenso. Ring-ring, manteniendo un temple de acero, simplemente lo observó, aunque la incomodidad era palpable.

Tobe, desde las sombras, sintió cómo la furia comenzaba a burbujear en su interior. Si no fuera por el profesionalismo de su jefa, ya habría cruzado la sala y golpeado a Christopher sin pensarlo dos veces.

-Estamos aquí para hablar de negocios. -La peli azul frunció ligeramente el ceño.- no para encuentros personales.-

Christopher se echó hacia atrás en su asiento, pero no parecía dispuesto a rendirse tan fácilmente.

-Oh, cariño, pero los negocios y el placer pueden mezclarse perfectamente, ¿No crees? -El rubio la miró con una sonrisa ladina, su mirada deslizándose por ella de una forma que encendió todas las alarmas en la mente de Tobe.

-Por favor, ¿Podemos continuar con la reunión? Parece que no estás tomando en serio todo lo que te estoy proponiendo. -La peli azul hablo con un tono firme pero no agresivo, dejando claro que estaba allí para hacer negocios, no para jugar.

Christopher se echó a reír a carcajadas, una risa arrogante que resonaba en la sala como un eco molesto. Tobe, desde su posición oculta, apretó los dientes, cada fibra de su ser luchando por no intervenir.

-La verdad es que no puedo tomarte en serio -Christopher dijo, acomodándose en su silla con la prepotencia de alguien que cree tener el control.

-Es una lástima, porque con esta actitud, tampoco puedo tomarte en serio -Ring-ring cruzó los brazos con calma, con una mirada helada clavándose en el joven.- Tal vez debería buscar a alguien más competente para este trato... ¿Tu hermana podría venir en tu lugar?_

La mención de su hermana fue un golpe bajo, y Christopher, visiblemente ofendido, dejó de reír. La arrogancia en sus ojos se desvaneció por un momento.

-Vaya, preciosa, me sorprende que tengas coraje -El rubio soltó con un tono venenoso, tratando de recuperar su posición de poder.- Te seré honesto, pensé que tratarías de persuadirme de otra forma... Mira cómo estás vestida -Añadió con una sonrisa llena de malicia, observando a Ring-ring de arriba a abajo.

La CEO mantuvo su compostura, aunque sintió una oleada de incomodidad recorrerle el cuerpo.

No era la primera vez que alguien intentaba intimidarla de esa forma, pero cada vez era igual de desagradable.

Ajustó sutilmente su atuendo, enderezando la espalda y enfrentando a Christopher con la misma determinación.

-¡¿Qué demonios quieres decir con eso?! -Tobe grito, dando un paso al frente, sus ojos brillando con furia contenida.

La sala pareció encogerse bajo la intensidad de su presencia, Christopher, visiblemente sobresaltado por el repentino estallido, retrocedió en su silla, su confianza desmoronándose en un instante. El aura arrogante que había mostrado minutos antes ahora parecía un eco lejano, desintegrándose bajo el peso de la mirada del samurái.

-B-bueno... es que, mírala. -El rubio balbuceó Christopher, señalando a Ring-ring torpemente.-E-Es claro que vino así vestida para llamar mi atención.-

-¿Eso crees? -Tobe no apartó sus ojos de él, su tono cargado de un peligro palpable.

El silencio que siguió fue pesado, lleno de tensión, como el aire antes de una tormenta.

Christopher tragó saliva, su rostro comenzaba a perder color. Por primera vez desde que había entrado en la sala, parecía dudar de sí mismo. Sus dedos tamborileaban nerviosamente sobre el brazo de su silla, buscando alguna forma de recuperar el control.

-Y-Yo solo...quise decir que...bueno, en los negocios...-El rubio intentó justificarse, pero su voz sonaba cada vez más débil, como si la autoridad de Tobe hubiera drenado toda su arrogancia.

El samurái dio otro paso hacia él, cada movimiento firme, controlado, pero cargado con una amenaza implícita que no requería palabras. Cada paso hacía que Christopher pareciera más pequeño, más vulnerable.

-¿En los negocios...? -Tobe repitió, su tono casi burlón, pero peligrosamente calmado.- ¿Eso es lo que llamas "negocios"? -Apretó los puños, sus nudillos blanqueando bajo la tensión.-Porque lo que yo veo es a un niño jugando a ser hombre, creyendo que puede actuar como quiera sin consecuencias.-

Christopher abrió la boca para replicar, pero las palabras se le quedaron atascadas en la garganta. La mirada del samurái era como un muro infranqueable, inamovible, y por primera vez, el rubio sintió que no tenía el control de la situación. Las gotas de sudor empezaron a acumularse en su frente.

-La empresa no necesita socios inmaduros como tú...-Tobe continuó, su voz baja, pero cada palabra caía como un golpe.- No necesitamos a alguien que no puede distinguir entre profesionalismo y sus... impulsos patéticos.-

Christopher comenzó a temblar ligeramente. Intentó recomponerse, pero cada intento de encontrar las palabras correctas lo hacía parecer más patético.

-Y si realmente crees que puedes intimidar a alguien aquí, estás en el lugar equivocado. -El samurái se acercó aún más, su rostro ahora a solo unos centímetros del rubio.-Porque si sigues actuando como un idiota, te garantizo que no solo perderás este trato... sino mucho más.-La amenaza no era velada, era directa, imponente, y llena de una promesa que hacía a Christopher estremecerse.

-N-no... no quise... -El rubio apenas podía hablar, el sudor bajando por su sien mientras miraba alrededor, buscando apoyo, pero encontrando solo la indiferencia de la peli azul y la furia fría del samurái.

Ring-ring lo observó sorprendida, aunque una leve sonrisa intentaba abrirse paso en su rostro. La intervención del samurái había sido abrupta, sí, pero en el fondo sabía que era exactamente lo que necesitaba en ese momento.

-¡Ahora firma aquí y lárgate! -La voz de Tobe retumbó con la frialdad de una sentencia, lanzando el contrato hacia Christopher como si fuera un mero formalismo que no merecía más atención.

-¡P-pero aún desconozco algunas cláusulas y...! -El rubio tartamudeó, aferrándose al documento con manos temblorosas, su voz apenas un susurro de lo que había sido antes.

-Eso debiste haberlo pensado antes de actuar como un imbécil... -El samurái replicó, arrojándole un bolígrafo con un gesto brusco.

Christopher, con el rostro desencajado y la confianza hecha añicos, no tuvo más remedio que inclinar la cabeza, sus manos apenas controlando el temblor mientras firmaba. Cada trazo de su firma parecía una admisión de derrota.

Tobe tomó el contrato sin más, revisando cada detalle con la precisión de un halcón antes de entregárselo a Ring-ring. Ella lo aceptó, reconociendo en silencio la eficacia despiadada de su guardaespaldas. Había puesto a Christopher en su lugar con una destreza impresionante.

-Bueno, yo... me tengo que ir... -El rubio se levantó de su asiento, avergonzado, claramente buscando cualquier excusa para huir de la humillación.

Pero Tobe, con la determinación de un muro inamovible, se interpuso en su camino. Bloqueando la puerta, su figura era una advertencia viva.

-Un segundo... -La voz del samurái cortó el aire, llena de autoridad.-¿No crees que tienes algo más que hacer antes de irte?-Señaló a su jefa con firmeza, dejándole claro a Christopher que la salida aún no era suya.

-¿Q-Qué cosa?-El rubio titubeó, atrapado entre el miedo y el deseo de desaparecer lo más rápido posible.

-Ofrécele una disculpa a la señorita... -La mirada de Tobe era una orden disfrazada de sugerencia.

-¡Oh vamos! No creo que sea necesario... -Christopher intentó minimizar la situación, su voz débil, pero aún cargada de una soberbia agonizante.

El samurái, sin decir una palabra y con un movimiento rápido le mostró el par de katanas qué llevaba consigo, lo justo para que Christopher comprendiera el mensaje sin tener que verbalizarlo.

La amenaza estaba más que clara.

Christopher soltó un chillido nervioso, su piel pálida como la cera.

-L-lo siento mucho, Ring-ring... -El rubio con torpeza, se inclinó frente a Ring-ring, pronunciando la disculpa de forma apresurada y forzada, como si quisiera sacarse el peso de encima lo antes posible.

Ring-ring lo miró, sorprendida. No estaba acostumbrada a ver a alguien como Christopher humillado de esa manera, pero antes de que pudiera procesarlo, Tobe lo sujeto del saco con una facilidad insultante, levantándolo como si no pesara nada.

-Espero no volver a escuchar ningún comentario desagradable por un buen tiempo... o tendré que encargarme personalmente de ti. -El samurái lo lanzó hacia la puerta con fuerza y el cuerpo de Christopher choco torpemente contra el marco.-¡Y que te quede muy claro! ¡Ella puede vestirse como le dé la gana! -

La puerta se cerró con un estruendo que resonó en toda la sala. El silencio que siguió fue tan denso como la atmósfera antes de una tormenta.

-V-vaya... -Ring-ring murmuró, sus ojos aún fijos en el samurái, su corazón latiendo con fuerza.

Había visto cada detalle de lo que acababa de suceder, y aunque su rostro seguía mostrando la compostura de una empresaria, en su interior algo había cambiado.

La determinación de su guardaespaldas, su protección tan feroz e inquebrantable, la había dejado sin palabras.

Tobe se dio la vuelta, estirando los hombros como si la confrontación hubiera sido una simple molestia más en su día.

-Ugh, qué tipo tan desagradable... -El samurái se sacudió las manos.-Ahora entiendo por qué no querías reunirte con él, pero creo que ya no te molestará por un tiempo.-Sonrió levemente.-¿¡Viste cómo temblaba!? ¡JA! Incluso empezó a llorar...-Soltó una carcajada, el sonido lleno de satisfacción.

Pero Ring-ring apenas lo escuchaba, la forma en que la había defendido, no solo como su jefa sino como persona, la hizo sentir algo que pocas veces había experimentado.

Se sintió protegida, no solo en lo físico, sino en algo más profundo, algo más personal.

Su corazón latía aún más fuerte. Por un momento, el mundo se había ralentizado a su alrededor, y todo lo que podía ver era a Tobe, su firmeza, su lealtad... su presencia.

-Oye... ¿Estás bien? -Tobe la miró con una mezcla de preocupación y curiosidad cuando notó el silencio inusual en su jefa.

Sus palabras parecían cortar la tensión en el aire, pero llegaban a la peli azul como si fueran un eco lejano, atrapado en su propio mundo.

Ring-ring seguía mirándolo, sus ojos fijos en los de Tobe. Había algo en él, en esa lealtad inquebrantable, que la tenía atrapada.

Una sensación nueva, extraña, comenzaba a formarse en su pecho, como si todo lo que había experimentado en la última hora se condensara en un único punto de conexión con su guardaespaldas.

El silencio se hizo más denso entre ellos, hasta que de repente, como sacada de un trance, Ring-ring se sobresaltó.

Su corazón latía tan rápido que podía escucharlo, y en un acto impulsivo, levantó la mano y se dio una bofetada en la mejilla izquierda.

-¡O-Oye! -Tobe dio un pequeño salto hacia atrás, sus ojos estaban llenos de sorpresa mientras la miraba confundido.-¿Qué demonios fue eso?-

Ring-ring se sintió abrumada por la vergüenza de su reacción. El golpe la había sacado de su trance, pero sus mejillas ardían de pura incomodidad.

-Ugh... -La peli azul se ajustó el cabello, intentando recuperar la compostura.-Por supuesto que estoy bien...-Trató de sonar firme, pero el temblor en sus palabras delataba la agitación interna que estaba tratando de contener.-Y para que lo sepas... no necesitaba que intervinieras ¡Sé cómo defenderme sola y no pienso agradecerte!-

Se cruzó de brazos y se dio la vuelta bruscamente, como si necesitara poner distancia entre ella y ese extraño remolino de emociones que la había abrumado.

-¿¡Qué!? ¿¡Cómo que no!? -El samurái frunció el ceño de inmediato, incrédulo ante la actitud de su jefa,

-E-En fin... muero de hambre -Ring-ring apuró sus movimientos, recogiendo los documentos de la mesa con torpeza, claramente buscando escapar de la situación.

No quería, ni podía, procesar lo que acababa de sentir. Tobe, aún algo desconcertado, la siguió en silencio mientras ella se dirigía hacia la salida.

-¡Oye, Ring-ring! -El samurái apresuró su paso, caminando detrás de ella con una expresión mezcla de frustración y desconcierto. No podía entender qué había sucedido, pero sabía que algo en el ambiente había cambiado.

Más tarde, dentro del lujoso automóvil que los llevaba hacia el Dong King, la tensión seguía colgando en el aire, espesa y casi palpable.

Ring-ring miraba por la ventana, su mirada perdida en el paisaje de la ciudad que se deslizaba ante sus ojos. El cielo estaba despejado, el sol brillaba con fuerza, pero dentro del auto, el ambiente era completamente diferente.

La joven CEO estaba atrapada en sus pensamientos, su mente regresando una y otra vez al mismo instante: ese momento en que había mirado a Tobe, y algo en su interior había despertado. Su corazón había latido con fuerza, no de miedo ni de tensión, sino de algo más profundo que no sabía cómo describir.

¿Por qué había reaccionado así?

¿Por qué se sentía tan vulnerable, como si ese pequeño gesto de Tobe hubiera roto una barrera que ni siquiera sabía que existía?

El silencio en el auto era casi insoportable, y aunque intentaba concentrarse en otra cosa, no podía evitar que su mente regresara al mismo pensamiento.

Se sentía confusa, atrapada en un torbellino de emociones desconocidas, mientras el paisaje de la ciudad pasaba como un reflejo distante de todo lo que ahora la inquietaba.

Mientras Ring-ring se perdía en sus pensamientos, Tobe, completamente ajeno a la tensión que llenaba el ambiente, se entregaba al ritmo alegre de la canción que sonaba en la radio.

-She loves you, yeah, yeah, yeah... -El samurái cantaba a todo pulmón, golpeando suavemente el volante con sus manos al compás de la música, claramente disfrutando el momento sin preocuparse por nada más.

Ring-ring lo observó de reojo, frunciendo el ceño con incredulidad.

Definitivamente su guardaespaldas era un idiota.

Finalmente, llegaron al Bonasera. Tobe estacionó frente a la entrada, mientras el edificio imponente del restaurante se levantaba ante ellos.

-¿Qué quieres almorzar? -Ring-ring rompió el incómodo silencio mientras observaba a su guardaespaldas.

-Probablemente Bibimbap... -El samurái se encogió de hombros.

-Bien, puedes ordenárselo a Fyah, yo me adelantaré a la oficina...-La peli azul bajo del auto y miro a su guardaespaldas de reojo.

-Está bien... -

Ring-ring cruzó la puerta del restaurante con su habitual paso decidido. Tan pronto como entró, el familiar y acogedor aroma de las delicias culinarias la envolvió, relajando un poco la tensión en sus hombros.

La calidez del lugar, el bullicio de los comensales disfrutando sus comidas, y el suave sonido de la vajilla chocando le recordaban el mundo que había ayudado a construir.

Mientras avanzaba hacia la oficina en la planta superior, notó que sus empleados parecían más diligentes de lo habitual.

Los cocineros en la cocina trabajaban con precisión casi militar, y los camareros se movían con rapidez y agilidad, atendiendo a cada cliente como si de eso dependiera su vida.

Había una sensación de urgencia en el aire, como si algo mayor estuviera por ocurrir.

Y entonces, lo vio, Fyah corrió hacia ella a toda velocidad, sudando y con el rostro visiblemente preocupado.

-¡S-Señorita Ring-ring! -El gerente jadeó, casi sin aliento.

Ella se detuvo, sabiendo de antemano que no era buena señal cuando el gerente corría hacia ella de esa manera. Suspiró profundamente.

-¿Ahora qué? -La peli azul alzó una ceja.

-S-Su padre... quiere hablar con usted... -

El rostro de Ring-ring se oscureció de inmediato.

No estaba de humor para lidiar con su padre en ese momento, no después del tenso encuentro que acababa de tener.

-Lo siento, pero no tengo humor para hablar con mi padre ahora...-La peli azul suspiro pesadamente-¿Puedes grabar la llamada y enviármela después?-

-¡P-Pero! -Fyah titubeó, nervioso.

-Oh, y dile a Eiyo que venga a mi oficina -La joven añadió, ignorando por completo su intento de detenerla.

-¡Espere señorita Ring-ring! -El gerente intentó nuevamente detenerla, pero Ring-ring ya se había marchado hacia su oficina.

Sin embargo, mientras caminaba por los pasillos, una sensación extraña la invadió, haciéndola detenerse en seco.

Algo en el aire cambió, una presencia que la hizo sentir pequeña e incómoda, como si el ambiente se volviera repentinamente más pesado.

Levantó la vista lentamente, y ahí estaba. De pie frente a su oficina, Dong King, su padre, imponente como siempre.

Era una figura monumental, alto y corpulento, con su cabello negro peinado hacia atrás con precisión.

Su porte y su postura irradiaban una autoridad que pocos se atrevían a desafiar.

Sus ojos oscuros se fijaron en ella con una intensidad que llenaba todo el espacio entre ambos, y el mero hecho de verlo en persona, y no a través de una holografía como de costumbre, hizo que un nudo de ansiedad se formara en el estómago de la joven. .

-Ring-ring, querida...-Dong King hablo con una voz profunda y firme.

La joven tragó saliva, tratando de mantener la compostura frente a su padre, pero el choque de emociones internas la dejó sin palabras durante unos segundos.

-P-padre... -La voz de la peli azul salió más débil de lo que esperaba. No podía ocultar la sorpresa en su rostro.

Dong King la observó con una mirada calculadora, sus ojos escudriñando cada uno de los gestos de su hija.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, cruzó los brazos y habló con la autoridad que lo caracterizaba.

-Hablemos adentro... -

Ring-ring sintió cómo el nudo en su estómago se apretaba aún más. Sabía que esta no era una simple visita, no cuando su padre se presentaba en persona.

Algo importante, quizás decisivo, estaba por suceder.

La atmósfera en la oficina de Ring-ring se sentía pesada, llena de la expectación que siempre acompañaba una visita de su padre. Dong King, imponente como siempre, inspeccionaba la oficina como si fuera suya, su mirada meticulosa registrando cada detalle. Cuando se sentó en la silla de su hija, no hizo falta pedir permiso; su autoridad llenaba la sala como una sombra ineludible.

-Ring-ring, querida, debo decir que has hecho un excelente trabajo.-Su voz, grave y calculada, resonó mientras hojeaba los documentos que descansaban sobre el escritorio.- Los números son impresionantes y la eficiencia de tu gestión es... notable.-

Ring-ring asintió, pero en su interior sentía un remolino.

Las palabras de elogio de su padre siempre traían consigo una carga adicional, una presión invisible que la mantenía alerta.

Sabía que tras cada cumplido, había expectativas, siempre más altas de lo que ella podía prever.

Sin embargo, mantuvo su expresión serena, acostumbrada a lidiar con la sensación de caminar por una cuerda floja ante él.

-Gracias, padre...-La joven asintió lentamente y miro al hombre tratando de mantener la compostura, aclaro su garganta armándose de valor.-¿A qué se debe tu visita? -

-Como sabes, se acerca una fecha muy importante para la empresa.-Dong King la observó por un momento, su mirada fría y calculadora se encontró con la de su hija.

-Asi es, la fiesta de la fundación.-La peli azul asintió acercándose más al escritorio, aunque manteniendo una distancia prudente.

-Correcto. -Dong King giró lentamente el bolígrafo en sus manos, como si cada palabra que pronunciaba fuera parte de un plan cuidadosamente trazado.-Esta cena será clave, reunirá a influyentes empresarios y políticos de todo el mundo, será una oportunidad para fortalecer alianzas y abrir nuevas puertas...y, por supuesto, asistiré personalmente para asegurar que todo esté en orden.-

Ring-ring lo observó con atención, reconociendo en esas palabras la verdadera razón de su visita.

La cena de la Fundación siempre había sido más que un simple evento para celebrar los logros de la empresa; era un teatro de poder donde su padre brillaba entre las élites, moviendo piezas en su tablero de ajedrez.

-Los preparativos están listos y se llevará a cabo el sábado aquí en Seúl. -La peli azul informó con firmeza, aunque en su interior sentía una ligera opresión en el pecho.

A pesar de su éxito, siempre existía esa sensación de insuficiencia frente a él.

-Me alegra escucharlo. -La respuesta de su padre fue directa, sin rastro de emoción.-Será crucial contar con todos los recursos disponibles para asegurar que todo salga perfectamente, no hay espacio para errores.-

Ring-ring asintió de nuevo, sintiendo cómo la presión subía. Estaba acostumbrada a su método implacable, a su capacidad para convertir cualquier evento en un desafío.

-Supongo que llegaste antes de lo previsto...-

-No estaba seguro de si llegaría a tiempo, así que preferí adelantarme.-Dong King la miró, entrecerrando los ojos apenas perceptiblemente.- Al final, resultó que aún tengo un par de días antes del evento.-

-Y-Ya veo... -La peli azul murmuró, desviando la mirada por un segundo, un leve rastro de decepción pasando por su rostro.

El silencio que siguió fue incómodo, y ella lo rompió rápidamente, antes de que él pudiera leer más allá de lo que estaba dispuesto a mostrar.

-Bueno, ya que estás aquí, tal vez podrías ponerte al día con lo que hemos avanzado. -Ring-ring forzó una sonrisa y se giró para recoger unos documentos en una repisa cercana.

Dong King la observaba con la misma mirada impenetrable de siempre, mientras ella comenzaba a hablar.

-Las sucursales en América y Europa han reportado un aumento significativo en sus ingresos, ma demanda de nuestros productos está en constante ascenso, y estamos en camino de superar las proyecciones para el próximo trimestre. -La voz de la peli azul era firme, pero sus manos temblaban levemente mientras hojeaba los informes.

Él no dijo nada al principio, solo asintió lentamente mientras sus ojos seguían cada palabra que ella decía.

La tensión en el ambiente seguía creciendo, y aunque sus palabras eran perfectas, Ring-ring no podía evitar sentir que había algo más detrás de esa visita.

Algo que aún no había dicho.

Tobe entró al restaurante con una amplia sonrisa, saludando a los empleados como de costumbre, pero algo en el ambiente lo hizo detenerse.

La calidez habitual del lugar había sido reemplazada por una tensión palpable.

Los empleados se movían frenéticamente, como si todo estuviera a punto de desmoronarse, y sus rostros mostraban señales de estrés acumulado.

El samurái frunció el ceño, sintiendo que algo grave estaba pasando.

-¿Qué diablos...? -Tobe murmuró, avanzando con cautela.

Antes de que pudiera preguntar, Fyah apareció corriendo desde la cocina, tirando bruscamente de su cola de caballo para detenerlo en seco.

-¡Oye! -El samurái se giró, sorprendido por la actitud del gerente.-¿¡Qué demonios te pasa!?-

-¿¡A dónde crees que vas!? -Fyah respiraba agitadamente, sus ojos reflejaban preocupación extrema, casi desquiciada.

-¿Qué está pasando aquí? -Tobe recorrió con la mirada el caótico restaurante, cada vez más desconcertado.

-¡Tenemos a un invitado muy importante! -El gerente hablo con una voz temblorosa.- ¡Todo tiene que ser perfecto!-

-¿Y eso qué? ¿Acaso va a explotar el lugar si no? -El samurái se encogió de hombros, claramente sin entender la magnitud de la situación.

-¡¿Cómo que "eso qué"?! -Fyah lanzó un grito histérico, casi al borde de la desesperación.-¿¡No entiendes la gravedad del asunto!? ¡Todo tiene que ser perfecto!-

-Mira esas mesas... -Tobe señaló casualmente hacia unas mesas ligeramente desalineadas.

Fyah soltó un chillido agudo, como si hubiera visto un fantasma.

-¡Por todos los cielos! -El gerente corrió con una cinta métrica en mano y comenzó a ajustar las mesas con una precisión maniaca.

El samurái aprovechó el momento de distracción y avanzó hacia la oficina de Ring-ring. Sin embargo, cuando ya estaba a punto de llegar, el secretario lo interceptó con la agilidad de un ninja, tirándose sobre él para evitar que cruzara la puerta.

-¡¿Qué carajo te pasa?! -El samurái se encontraba en el suelo, con Eiyo literalmente encima de él.

-¡Shhh! -El secretario cubrió la boca de Tobe con una mano mientras miraba nervioso hacia la puerta cerrada.- No puedes entrar ¡L-La señorita Ring-ring está en una reunión muy importante con su padre!-

-¿Tiene una videollamada? -Tobe se apartó la mano del asistente con una mezcla de molestia y confusión.-

Eiyo se mordió el labio, nervioso, antes de soltar la bomba.

-No... está aquí en persona, el señor Dong King está en la oficina ahora mismo.-El secretario ayudo al samurái a reincorporarse.-

-¿Esta aquí? -Tobe parpadeó, asimilando la información.-Ahora entiendo por qué Fyah está como un loco... -Murmuró, soltando una risa baja.

-Exacto... -Eiyo susurró.- Y por eso es crucial que todo esté bajo control.-

Antes de que pudieran decir algo más, Fyah volvió a aparecer de la nada, lanzándose esta vez sobre Tobe como si fuera un luchador desesperado.

-¡T-Tobe! ¡No puedes estar aquí! -El gerente gritaba mientras ambos caían al suelo nuevamente.

-¡¿Qué demonios te pasa ahora?! -El samurái trataba de zafarse, furioso.

-¡Eiyo, trae una cuerda! ¡Tenemos que encerrarlo en el congelador hasta que el señor King se vaya! -El gerente gritó, forcejeando con el samurái.

-¡Suéltame, idiota! -Tobe gruñía mientras Fyah trataba de inmovilizarlo, pero el samurái, mucho más fuerte, lo levantó sin esfuerzo y lo arrojó al suelo.

-¡Eiyo, apresúrate con esa cuerda!-Fyah ladró la orden, sudando mientras intentaba contener la situación.

-¡Eiyo, no!-Tobe luchaba con todas sus fuerzas, intentando liberarse del agarre de los dos, su mirada llena de determinación.

-L-Lo siento mucho, Tobe...-El secretario murmuró, completamente fuera de su zona de confort mientras retrocedía hacia la salida.

-¡Esperen!-El samurái, aun forcejeando, levantó la cabeza con una mirada afilada que los hizo detenerse.-¿Qué creen que dirá Dong King si ve que su hija no está con su guardaespaldas?-

La verdad de sus palabras los golpeó como un balde de agua fría. Fyah y Eiyo intercambiaron miradas, y de repente, todo el caos que habían intentado crear se volvió en su contra. La imagen de Dong King descubriendo la escena los hizo entrar en un pánico absoluto.

-¡Me matará!-El gerente gritó casi en lágrimas.-¡El señor King me va a despedazar si se entera de que intenté congelar al guardaespaldas de su hija!-

Con un gesto brusco, Tobe lanzó a Fyah al suelo, sin esfuerzo, liberándose al fin. Se levantó con un ajuste rápido de su ropa.

-D-De verdad, lo siento...-Eiyo, intentando mitigar la situación, se acercó con torpeza y comenzó a ayudar a arreglar su corbata y el desorden en su chaqueta.

-No importa-El samurái bufó.-Al fin y al cabo, él tiene que conocer al hombre que protege a su hija.-

Fyah, levantándose con dificultad, miró a Eiyo y ambos comenzaron a ajustar la apariencia de Tobe con rapidez y precisión. La tensión crecía mientras lo hacían, como si estuvieran preparándolo para una batalla crucial.

-¿Algún consejo?-El samurái arqueó una ceja, desconfiado.

-Por favor, no seas un imbécil-Los dos lo miraron fijamente.

-¿Por qué rayos me piden algo así?-Tobe los miró, ofendido, como si el comentario hubiera herido su orgullo.

-Porque eres un imbécil-Fyah respondió con frialdad, sin siquiera intentar suavizar el golpe.

-¡Oye!-El samurái frunció el ceño, ofendido de verdad, pero no pudo rebatirlo.

La verdad era que a veces sus reacciones impulsivas lo metían en problemas.

-Escucha Tobe, El señor King no es cualquier persona.-Eiyo, sin embargo, mantuvo la seriedad y le puso una mano en el hombro.-Es alguien con un poder que no puedes imaginar, lo entenderás cuando lo veas.-

El samurái frunció el ceño, pero una chispa de curiosidad apareció en sus ojos. Había oído hablar del legendario Dong King, pero nunca había tenido la oportunidad de conocerlo en persona.

Con una última mirada seria de Eiyo y Fyah, el samurái respiró hondo y ajustó su chaqueta.

Las puertas de la oficina se abrieron de golpe, resonando en todo el restaurante. Fyah y Eiyo, alarmados por la repentina aparición de Dong King y Ring-ring, se formaron inmediatamente, el nerviosismo grabado en sus rostros.

La imponente figura de Dong King dominaba la escena, y ambos empleados sabían que cualquier error, por pequeño que fuera, podría tener consecuencias.

-Preparen la mejor mesa para que mi hija y yo almorcemos. -El hombre ordenó, su tono no dejaba espacio para la duda.

-¡D-De inmediato, señor! -Fyah y Eiyo respondieron al unísono y se movieron apresurados, como si su vida dependiera de ello.

Sin embargo, el ambiente se tensó aún más cuando los ojos de Dong King se posaron en Tobe, quien aguardaba cerca. La expresión del magnate se endureció, y en el aire se sintió un peso casi tangible. Ring-ring, que conocía bien el temperamento de su padre, sintió cómo su corazón se aceleraba.

Sabía que el samurái, con su carácter explosivo, podría fácilmente desencadenar un conflicto con solo una palabra equivocada.

El silencio era sofocante.

-¿Y tú quién eres? -Dong King inquirió, con su mirada perforando al samurái.

-¡P-Padre! E-Él es... -Ring-ring intentó intervenir, temiendo lo peor.

-Cariño.-El hombre la interrumpió, sin desviar la mirada de Tobe.-Se lo pregunté a él.-

Las palabras de Dong King cayeron como un martillo, y Ring-ring, sorprendida y avergonzada, bajó la cabeza. Fyah y Eiyo se miraron de reojo, compartiendo la misma preocupación.

Pero, en un giro inesperado, Tobe dio un paso adelante con una compostura que nadie había anticipado.

En lugar de su usual arrogancia o sarcasmo, el samurái se inclinó levemente ante Dong King, mostrando un respeto que parecía ajeno a su naturaleza.

-Señor King.-Tobe comenzó con una voz firme y serena.-Permítame presentarme...Soy Tobe, guardaespaldas de su hija, es un honor conocerlo.-

El asombro fue inmediato.

Ring-ring, quien esperaba algo muy diferente, lo miró incrédula. Eiyo y Fyah apenas podían disimular su sorpresa; todos esperaban que el samurái desafiara la autoridad de Dong King, no que se comportara con tal deferencia.

El magnate lo observó con una mezcla de sorpresa y algo más, algo que parecía una chispa de reconocimiento.

La atmósfera en la oficina de Ring-ring se cargó de una tensión palpable cuando Dong King mencionó el nombre de Tobe. La pregunta que lanzó al aire pareció detener el tiempo, dejando a todos en la habitación expectantes.

-Tobe...-El magnate murmuró, su tono era profundo como si escarbara en el pasado.-¿De dónde me resulta familiar ese nombre?-

Ring-ring sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

No sabía cómo reaccionaría su padre.

Fyah y Eiyo, cada uno con su propia inquietud, intercambiaron miradas furtivas, intentando medir la gravedad de la situación.

-Ja, es obvio que ni siquiera recuerda a Tobe...-El gerente murmuró con una arrogancia apenas contenida, confiando en que Dong King simplemente ignorara el detalle.

El silencio se prolongó por unos segundos más, hasta que de repente, una chispa de reconocimiento cruzó los ojos del empresario.

-¡Ah! Ahora lo recuerdo -El magnate exclamó con una sonrisa que dejó a todos congelados por un segundo.-Tú... tú eres el joven que contraté para proteger a mi hija.-

-Sí, señor.-Tobe, inclinó levemente la cabeza en señal de respeto. -Desde ese entonces, me he encargado de cuidar de su hija.-

La tensión finalmente se rompió cuando Dong King sonrió, mostrando un raro atisbo de aprobación.

Fyah, que había estado conteniendo la respiración en anticipación de una reprimenda, se desmayó, cayendo dramáticamente al suelo, como si todo el estrés acumulado en el ambiente lo hubiera dejado sin aire.

-Parece que has hecho un buen trabajo, muchacho -Dong King inclinó levemente la cabeza hacia Tobe.-Sabía que tenías potencial.-

El samurái dejó que una ligera sonrisa se esbozara en su rostro.

Pocas veces alguien como Dong King reconocía sus esfuerzos, y esa era precisamente la razón por la cual había aceptado este trabajo: porque lo admiraba genuinamente.

Ring-ring y Eiyo, por su parte, soltaron un suspiro de alivio. La aprobación de Dong King significaba más de lo que las palabras podían expresar, y la presión en la sala comenzó a disiparse.

-Querida...-La voz de Dong King cortó el momento.- Es hora de que vayamos...-

-C-Cierto...-Ring-ring respondió de inmediato, sobresaltada por el recordatorio.

Salieron de la oficina hacia el restaurante, con Ring-ring al frente, seguida por su padre y Tobe, que mantenía su postura profesional, observando cada detalle. Eiyo, arrastrando el cuerpo inerte de Fyah, los seguía nervioso, aunque aliviado de que todo parecía estar bajo control.

El Bonasera, uno de los restaurantes más exclusivos de la ciudad, se alzaba imponente ante ellos.

Las luces suaves y cálidas llenaban el lugar, mezclándose con el aroma de los platillos más finos y el murmullo elegante de los comensales.

En la zona más exclusiva, una mesa espaciosa y decorada con buen gusto esperaba a la familia King.

Dong King tomó asiento con la misma autoridad que irradiaba en la oficina, mientras Ring-ring se acomodaba frente a él.

Tobe, por su parte, se mantuvo cerca, vigilante y alerta, sin perder de vista ni un solo movimiento en el lugar.

El almuerzo avanzaba en un ambiente que exudaba lujo y perfección. Los camareros se movían con una elegancia casi coreografiada, sirviendo platos delicadamente decorados y vertiendo vino en las copas con una precisión impecable.

Cada detalle del restaurante, desde la iluminación suave hasta la música de fondo, parecía estar diseñado para exaltar el prestigio de la ocasión.

Dong King, sentado con su usual porte imponente, hablaba con una calma calculada, como si sus palabras pesaran toneladas en cada decisión que tomaba.

-Estoy en conversaciones con varios inversores potenciales.-El magnate comentó mientras giraba su copa de vino, observando el líquido moverse antes de tomar un sorbo.- Y quiero que lideres el equipo que se encargará de gestionar las expansiones. Esto no solo es importante para la empresa... -Sus ojos se fijaron intensamente en Ring-ring.- también es una oportunidad para ti.-

La peli azul mantenía su atención en él, asintiendo de vez en cuando, aunque la chispa en su mirada no era la misma de antes.

Sabía que su padre estaba hablando de oportunidades, crecimiento, y más poder... pero dentro de ella, había algo que no terminaba de encajar.

A pesar de su impecable comportamiento y la imagen que proyectaba, se sentía como si su vida fuese solo un engranaje más en la enorme máquina que su padre había construido.

Tobe, desde su posición, observaba a su jefa en silencio, notando algo que la mayoría no percibiría: el brillo en los ojos de su jefa, antes tan vivaz y lleno de determinación, ahora parecía empañado.

Aunque el discurso de Dong King continuaba, los pensamientos de Ring-ring volaban en direcciones que él no podía seguir.

Algo en esa reunión estaba apagándola, y eso lo inquietaba profundamente.

Cuando el almuerzo llegó a su fin, Dong King se levantó con la misma autoridad con la que había llegado.

Ring-ring lo siguió en silencio, su expresión permanecía estoica, pero la incomodidad en su interior crecía.

Tobe, sobresaltado por el repentino cambio de ritmo, también se levantó, ajustándose la espada en la espalda y caminando tras ellos con cautela.

-¡S-Señor King! -Fyah se apresuró a llegar junto a ellos, sonriendo nerviosamente.- ¿Necesita algo?-

-Quiero dar un recorrido por mi restaurante y verificar que todo esté en orden.-Dong King lo miró de reojo, sin perder su paso firme.

-¡P-Permítame guiarlo! -El gerente asintió rápidamente, adelantándose para liderar la pequeña comitiva.

Mientras caminaban, la presencia de Dong King era como una sombra pesada que caía sobre todo a su alrededor. Los empleados se enderezaban, los camareros aceleraban su paso, los cocineros apretaban los dientes en concentración.

-Como verá, señor, hemos seguido sus indicaciones al pie de la letra.-Fyah, aunque hablaba con una seguridad aparente, no podía ocultar el ligero temblor en su voz.-Cada rincón ha sido pensado y rediseñado para asegurar la máxima comodidad y elegancia para nuestros clientes.-

Dong King apenas asintió, sus ojos analizaban cada detalle con una intensidad implacable. Observó los pisos relucientes, las mesas perfectamente alineadas, y los platos que salían impecablemente presentados desde la cocina.

Era evidente que nada menos que la perfección absoluta sería aceptable para él.

Ring-ring no pudo evitar sentir una punzada de nervios al ver a su padre ocupado en una conversación con Fyah.

Era su oportunidad, y sin pensarlo demasiado, tomó a Tobe por la corbata y lo arrastró con urgencia hacia un armario cercano. El samurái, sorprendido por la repentina acción de su jefa, la siguió en silencio, aún sin comprender del todo lo que estaba sucediendo.

Cuando estuvieron dentro, la joven cerró la puerta de golpe y encendió la pequeña luz que iluminó el estrecho espacio. Su respiración era pesada, y sus ojos mostraban una mezcla de ansiedad y tensión contenida.

-¿Qué carajo...? -Tobe frunció el ceño, algo molesto por haber sido jalado sin previo aviso.

Ring-ring lo miró con frustración antes de suspirar profundamente, soltando el nudo que sentía en su pecho.

-Gracias... -

-¿Gracias? -Tobe arqueó una ceja, aún sin comprender.-¿Por qué?-

-Por no actuar como un idiota cuando mi padre apareció de repente. No tenía ni idea de que vendría hoy -La peli azul se cruzó de brazos. Su tono, aunque duro, tenía un toque de vulnerabilidad que no era común en ella.

-A mí también me tomó por sorpresa, pero, oye, tu padre parece ser un tipo bastante impresionante... -El samurái sonrió levemente. -Tiene ese aire de autoridad que realmente impone.-

-Impresionante no es la palabra que usaría... Es un maniático perfeccionista y... da mucho miedo -La peli azul murmuró, desviando la mirada.

-Ah, ya veo de dónde lo heredaste.-Tobe rio levemente, su habitual sarcasmo aflorando.

El comentario fue recibido con un rápido golpe en el brazo por parte de Ring-ring, quien frunció el ceño.

-No es momento para bromas, idiota.-

-¡Ouch!-El samurái se quejó, frotándose el brazo donde su jefa lo había golpeado. -Pero en serio, ¿Por qué te escondes? Creí que estarías emocionada de ver a tu padre después de tanto tiempo.-

-Quizás lo estaría... si tuviera diez años otra vez. -El tono de Ring-ring se endureció. Pero ahora, lo último que necesito es que él esté aquí, no vino para pasar tiempo conmigo; vino para asegurarse de que todo salga perfecto para esa maldita cena de la fundación, no es más que una inspección disfrazada de visita familiar.-

Tobe observó el cambio en su expresión. Aunque ella trataba de parecer indiferente, estaba claro que había algo de dolor en sus palabras.

-Mira, si no quieres lidiar con esto, solo tienes que inventar una excusa creíble.-El samurái se inclinó un poco más hacia ella.-Dile que tienes una reunión importante o algo por el estilo.-

-Sí.-Ring-ring lo miró, pensativa.-Supongo que eso podría funcionar... -Susurró, aunque no estaba del todo convencida.

Parte de ella deseaba poder enfrentar a su padre con firmeza, pero otra parte solo quería escapar de esa presión constante.

-Vamos, antes de que alguien note que desaparecimos... -Tobe abrió ligeramente la puerta, asomándose para verificar que el pasillo estuviera despejado.

El samurái salió primero, asegurándose de que el camino estuviera libre de miradas curiosas. Ring-ring lo siguió, pero antes de avanzar, miró a Tobe una vez más.

-Gracias... otra vez. -La peli azul murmuró, esta vez con más sinceridad.

-Para eso estoy aquí, ¿No?-Tobe la miró por encima del hombro y le guiñó un ojo.

Una vez que el pasillo quedó desierto, Ring-ring y Tobe salieron disparados de su escondite, caminando con prisa, pero cuidando que sus movimientos no llamaran la atención. Dong King y Fyah seguían inmersos en su conversación, sin siquiera notar que ambos habían estado ausentes.

-Parece que todo está en orden. -El magnate murmuró mientras miraba con atención cada rincón del lugar.

-¡Por supuesto, señor! -El gerente rio nerviosamente, asintiendo con energía, casi como si quisiera convencer más a sí mismo que al magnate.

-Ring-ring, querida... -Dong King se volvió hacia su hija con una expresión seria que la hizo tensarse de inmediato.

-¿S-Sí? -La joven parpadeó, el repentino tono de su padre la hizo tambalear por un instante.

-La fiesta es pasado mañana, así que me quedaré en Seúl hasta entonces. -

-¿N-Necesitas que te reserve un lugar para quedarte? -La peli azul se sobresaltó ligeramente, ya con el teléfono en la mano, buscando opciones como una reacción automática.

-¡Yo podría encargarme de eso señor! -Fyah intervino, apresurándose a ofrecerse como siempre, ansioso por demostrar su utilidad.

Dong King los observó en silencio, sus ojos pasando de su hija a su leal gerente, pero pronto se posaron en Tobe, quien había mantenido un perfil bajo hasta ese momento.

La mirada del magnate se tornó evaluativa, como si estuviera buscando algo más allá de lo evidente. Para Dong King, todos debían ser puestos a prueba, y el samurái no sería la excepción.

-Tobe... -La grave voz del empresario resonó con firmeza, haciendo que un leve escalofrío recorriera la espalda del guardaespaldas.

-¿S-Sí, señor? -El samurái se acercó con cautela, manteniendo una expresión neutral, pero con una tensión palpable.

-¿Conoces alguna residencia de máxima seguridad en la zona? -

Tobe parpadeó, mirando de reojo a Ring-ring, notando el leve temblor en sus manos. Sin embargo, se recompuso rápidamente.

-Podría recomendarle algunos lugares, señor. ¿Prefiere algo más cercano a la empresa o al restaurante? -El samurái mantuvo la calma, aunque sentía el peso de la mirada del magnate sobre él.

Ring-ring dejó escapar un suspiro de alivio. Por primera vez en lo que parecía mucho tiempo, su guardaespaldas estaba manejando la situación con sorprendente competencia.

-Dado que terminé mis asuntos antes de lo previsto, prefiero algo cercano al restaurante...-Dong King lo observó con una leve inclinación de cabeza, visiblemente impresionado, aunque su rostro apenas lo reflejaba.

-Por supuesto señor, Haré algunas llamadas de inmediato. -Tobe asintió y se retiró unos pasos para sacar su teléfono, dejando a su jefa y a su padre nuevamente frente a frente.

-Ring-ring... -La voz del magnate volvió a cortar el aire, y su hija volvió a sobresaltarse.

-¿S-Sí, padre? -La peli azul trato de mantenerse firme, pero el nerviosismo aún se colaba en su voz.

-¿Tienes planes para mañana? -

La pregunta sonó inocente, pero algo en la forma en que la formuló hizo que Ring-ring se tensara aún más.

-Bueno... tengo trabajo, y... -La joven empezó a decir, buscando una excusa que su padre pudiera aceptar.

-Fyah, encárgate de eso. -Dong King ordeno sin siquiera mirarlo.

-¡C-Claro, señor! -El gerente lo miro con una sonrisa forzada, aunque claramente disfrutaba del favor de su jefe.

-P-Pero, padre, yo... -Ring-ring intentó protestar, pero la mirada de su padre la detuvo en seco.

-He decidido tomarme un día libre, y espero que no te moleste acompañarme. - Dong King respondió con una calma sorprendente, casi como si fuera una orden disfrazada de invitación.

Los ojos de Ring-ring se agrandaron, incrédula ante lo que acababa de escuchar.

¿Un día libre? ¿Con su padre? Parecía un sueño, o quizás una trampa emocional que prefería no explorar demasiado.

-¿¡Hablas en serio!? -La sorpresa en la voz de la peli azul era innegable, como si esas palabras fueran algo que nunca había esperado oír de su padre.

-Por supuesto.-

-P-Padre... ¿acaso estás enfermo?-La peli azul alzo una ceja con incredulidad.

No podía recordar la última vez que su padre había mencionado tomarse un descanso, y mucho menos hacerlo.

-No, no estoy enfermo.-Dong King soltó una leve risa, apenas perceptible, y negó con la cabeza, sin perder su seriedad habitual.-Solo... ha pasado mucho tiempo desde que me tomé un respiro, Creo que debería aprovechar la oportunidad. -Hablo, como si aquellas palabras fueran más para convencerse a sí mismo que a su hija.

-Y-Ya veo... -La joven murmuró, aún algo desconcertada, pero sin ganas de seguir cuestionando algo tan inesperado.

Antes de que el silencio se asentara por completo, el samurái reapareció, caminando con la postura recta.

-Señor King, su reservación está lista y... -

-¡Y-Yo puedo llevarlo! -El gerente interrumpió, empujando a Tobe con una torpeza evidente en su intento de ganar puntos con su jefe.

-No hace falta, prefiero que Tobe me lleve.-Dong King, sin siquiera mirarlo, levantó una mano en señal de desaprobación.-Además, él también se encargará de llevar a mi hija de regreso a su hogar, tú hazte cargo de mi equipaje...-

-C-Claro... -Fyah intentó disimular su decepción, pero la caída en su voz era inconfundible.

Tobe, con un rostro impasible, entregó la tarjeta con la dirección del hotel al gerente antes de recibir una rápida mirada de reojo de Dong King.

El magnate evaluaba cada movimiento, no solo de su guardaespaldas, sino también de su hija, como si quisiera entender algo que aún no alcanzaba a definir.

Sin más preámbulos, se dirigió con pasos firmes hacia la salida.

-¡D-Deben marcharse! -El gerente exclamó Fyah, ahora visiblemente nervioso, empujando suavemente a Ring-ring y a Tobe hacia la salida, casi como si el destino de su carrera dependiera de su puntualidad.

-¡El auto! -La peli azul recordó de repente, apresurándose para seguir el ritmo firme de su padre.

Tobe asintió, ya enfocado en la tarea. Se apresuró hacia el estacionamiento con la misma determinación silenciosa que siempre lo acompañaba.

En cuestión de minutos, localizó el vehículo y lo condujo hasta la entrada principal del restaurante.

Con movimientos precisos y ágiles, descendió del auto y abrió la puerta del pasajero.

Dong King, sin siquiera una palabra, asintió con aprobación.

Aunque no lo expresara, el magnate notaba y valoraba la impecable eficacia de Tobe. La joven, por su parte, lanzó una mirada fugaz a su guardaespaldas, mezcla de agradecimiento y alivio.

-Sube. -El magnate ordenó, tomando asiento con la misma gracia controlada de siempre.

Ring-ring lo siguió, tomando su lugar junto a él, mientras su mente seguía procesando el inusual giro de los acontecimientos.

Tobe, sin más preámbulos, ingresó la dirección del hotel en el sistema de navegación, y el vehículo se deslizó suavemente por las calles de Seúl.

El silencio dentro del auto se tornó casi palpable, el samurái, no podía evitar notar la frágil tensión en el aire.

Minutos después, el automóvil se deslizaba suavemente por las abarrotadas calles de Seúl. Tobe mantenía su mirada firme en la carretera, sus manos firmes sobre el volante, mientras el silencio en el asiento trasero era casi palpable. La tensión en el aire parecía haber crecido desde la última interacción. Ring-ring, normalmente confiada, ahora mantenía la vista baja, las manos entrelazadas en su regazo.

-Ring-ring, cariño, ha pasado mucho tiempo desde que realmente conversamos, ¿Cómo has estado en mi ausencia? -El magnate hablo con una calma que sonaba casi ajena a su naturaleza.

El hombre, siempre tan inmerso en los negocios, rara vez abría espacio para ese tipo de preguntas personales.

Ring-ring parpadeó, sorprendida. ¿Su padre preguntando por ella? ¿Por su vida fuera de la empresa?

Aquello no era normal, y la desconcertó más de lo que hubiera querido admitir. Aun así, esbozó una sonrisa pequeña, algo forzada.

-T-Todo está bien. -La peli azul ha lo con un matiz de incertidumbre. Intentaba sonar despreocupada, pero sus palabras apenas rozaban la superficie.

-¿Qué tal tu día? -Dong King insistió, girando ligeramente la cabeza para observarla.

-Bueno... fue un viaje largo desde Sooga hasta Seúl y... -Ring-ring río levemente mientras se encogía de hombros, su voz flotaba con una vaguedad que no solía caracterizarla.

El ceño de Dong King se frunció al instante. La simple mención de Sooga lo dejó perplejo. ¿Su hija aún vivía allí? ¿Cómo no lo había sabido antes?

-¿Sigues viviendo en Sooga? -El magnate hablo con un tono de desaprobación velada, buscando más que una confirmación.

Ring-ring, incómoda ante la reacción de su padre, asintió con cautela. Había algo en la mirada de su progenitor que la hacía sentir diminuta, como si cada decisión que hubiera tomado estuviera bajo escrutinio.

-Sí... aún vivo allí, pero paso mucho tiempo aquí en Seúl por la empresa y las franquicias. -La joven explicó, aunque la incomodidad se colaba en su voz.

El silencio que siguió fue tenso. Dong King frunció aún más el ceño, claramente desaprobando la idea de que su hija, alguien a quien consideraba de su linaje y estatus, viviera en un lugar que él veía como inadecuado para sus estándares.

-No es necesario que sigas viviendo en esa aldea, deberías considerar mudarte definitivamente a Seúl, donde está nuestra empresa principal y es aquí donde realmente perteneces. -El magnate sugirió con una firmeza que no dejaba lugar a discusión.

La expresión de Ring-ring se nubló de inmediato. Aunque intentaba mantener la compostura, el brillo en sus ojos se apagó.

Sooga no era solo una aldea para ella; era su refugio, el lugar que le permitía respirar lejos de las expectativas sofocantes de su padre.

Pero Dong King nunca lo entendería.

-S-Sí, padre... lo tomaré en cuenta.-La peli azul murmuró, pero era evidente que no lo sentía de verdad.

Desde el asiento delantero, Tobe observaba por el espejo retrovisor.

Había estado en silencio todo el tiempo, pero no pudo evitar notar el cambio en el ánimo de su jefa.

Conocía demasiado bien esa mirada; el brillo en sus ojos que antes había sido tan vibrante, ahora parecía apagarse con cada palabra que su padre pronunciaba.

Era como si una sombra envolviera a Ring-ring, una sombra que él había visto antes pero nunca de forma tan palpable.

El silencio volvió a envolverlos durante el resto del trayecto, pesado y opresivo, hasta que finalmente llegaron al hotel.

Dong King se bajó del auto con la misma compostura impecable de siempre, dedicando una última mirada a su hija y a Tobe.

-Nos vemos pronto. -dijo con una sonrisa controlada antes de desaparecer en el elegante vestíbulo del hotel.

Ring-ring lo observó hasta que las puertas automáticas se cerraron detrás de él. Entonces, dejó escapar un suspiro largo, como si hubiera estado reteniendo el aliento durante todo el viaje.

-¿Hay algún lugar al que quieras ir?-El samurái la observó de reojo a través del retrovisor con una mezcla de preocupación y suavidad.

-N-No... regresemos al departamento. -

-Está bien...-

Mientras conducía, notó cómo Ring-ring se hundía más en su asiento, su mirada fija en algún punto indeterminado fuera de la ventana.

Había algo en su expresión que lo inquietaba profundamente.

Después de unos largos minutos de silencio, Tobe decidió romper la tensión con una pregunta casual.

-Por cierto, ¿Terminaste el vestido para la fiesta? -El samurái sin apartar la vista del camino, intento sonar despreocupado.

-O-Oh... -Ring-ring se sobresaltó un poco, sacada de sus pensamientos. -Obviamente, trabajé mucho en él y estoy deseando lucirlo en la alfombra roja. -Una sonrisa surgió en sus labios, y se inclinó un poco hacia el asiento delantero, mostrando una chispa de emoción que no había estado allí momentos antes.

-Lo bueno es que ya tienes prácticamente todo listo, así que solo te queda lidiar con las personalidades más insoportables de Seúl... -Tobe soltó una pequeña risa.

-Sí, cada año mi padre envía detalles específicos para la fiesta, es el único evento "especial" que supervisa personalmente, pero aun así, me sorprendió que decidiera venir hasta aquí... -La peli azul se encogió de hombros, aunque su mirada reflejaba un matiz de duda.

-Supongo que tendrá sus razones -El samurái Tobe, intentando no indagar demasiado en el tema familiar que sabía que era delicado para ella.

-Sí, pero...-Ring-ring suspiró, su sonrisa se desvaneció un poco.-Ahora que conozco un poco más acerca de la historia de mis padres, quisiera hacerle un homenaje a mi madre, es solo que no sé si mi padre estará de acuerdo con eso... -Su voz se volvió más suave, cargada de una tristeza silenciosa mientras sus pensamientos la arrastraban a recuerdos que aún no compartía por completo.

-No lo sabrás hasta que se lo preguntes.-Tobe observó su reflejo en el retrovisor y asintió con calma.-Podrías hablarle mañana, aprovechar la oportunidad, Además, podrías mencionarle tu pasión por la moda o incluso tus poderes... -

-¡N-Ni loca! -Ring-ring se sonrojó y lo miró con una mezcla de sorpresa y nerviosismo.

-Solo digo que es una buena oportunidad para conectar con él.-El samurái rio entre dientes, tratando de aligerar el ambiente.-Y aunque no lo admitas, estoy seguro de que, en el fondo, te alegra que esté aquí. -Sus ojos se encontraron brevemente en el retrovisor, como si supiera más de lo que ella dejaba ver.

-¡C-Claro que no! -La joven protestó rápidamente, y su sonrojó se intensifico.-Además... ¿C-Cómo sabes eso? -

-Solo con mirarte lo sé...-El samurái la miro con una sonrisa burlona.

Ring-ring desvió la mirada, antes de recostarse contra la ventana, la brisa nocturna de Seúl acariciando su rostro a través del cristal ligeramente entreabierto.

-S-Sí, pero... da igual. Primero tengo que sobrevivir al "Día padre e hija"... -La peli azul murmuró, casi resignada a lo que el día siguiente traería.

-¿Qué se supone que harán? -

-No tengo idea de lo que podría gustarle ¿Tienes alguna sugerencia? -La joven lo miró de reojo con una pizca de desesperación en su voz.

-¿Eh? ¿Por qué me lo preguntas a mí? -Tobe levantó una ceja, sorprendido por la pregunta inesperada.

-Bueno, es que... soy nueva en esto de "pasar tiempo con mi padre". -Ring-ring se inclinó un poco más hacia él.-Así que... ¿Qué le gustaba hacer a tu padre en su tiempo libre? -Su voz se suavizó al hacer la pregunta, como si quisiera comprender más allá de su propia situación.

La pregunta tomó a Tobe por sorpresa. Su mirada se nubló momentáneamente, mientras un recuerdo fugaz de su propio padre cruzaba su mente.

Había pasado mucho tiempo desde que pensaba en eso, y la imagen de su padre parecía difusa, pero no desaparecida.

-Mi padre... -El samurái murmuró, casi perdido en sus pensamientos.

-Sí, seguro que tenía otros gustos además de entrenar, ¿Verdad ? -Ring-ring insistió, con una sonrisa tenue.

-Lo siento... -Tobe parpadeó, volviendo al presente y sacudió la cabeza ligeramente, aclarando su mente antes de responder.-S-Sí, recuerdo que a veces jugaba a Paduk o Yutnori... juegos más tradicionales. -Su voz era un poco más suave, como si esos recuerdos lo tocaran más de lo que estaba dispuesto a admitir.

-Oh... no sé si mi padre estaría interesado en algo tan tradicional.-La peli azul murmuró, pensativa.-¿Eso era lo único que hacía en sus ratos libres? -

-Bueno...-El samurái evadió la mirada de la joven enfocándose en el camino.-Escuche que el también solía jugar golf...-

-¿Golf? -La peli azul se enderezó en su asiento, su interés despertando de nuevo. -Supongo que debe haber un club campestre con campo de golf cerca de aquí, creo que eso podría funcionar-

Tobe, por su parte, volvió a concentrarse en la carretera, aunque aún sentía el peso de sus propios recuerdos, esos que prefería no revivir demasiado.

Al día siguiente, el sol resplandecía sobre el cielo despejado, creando un contraste perfecto con los impecables jardines y los vastos campos de golf del club campestre más exclusivo de Seúl.

El automóvil avanzaba suavemente por el camino adoquinado, rodeado de árboles bien cuidados que ofrecían un respiro del bullicio de la ciudad. Tobe, manejaba en silencio mientras Dong King y Ring-ring ocupaban los asientos traseros.

Ring-ring se removía en su lugar, jugueteando nerviosamente con un mechón de su cabello y ajustando el borde de su vestido cada pocos segundos.

Su nerviosismo era palpable, pero intentaba mantener la compostura frente a su imperturbable padre, que observaba el paisaje con la misma calma con la que dirigía sus negocios: analítica, pero distante.

Finalmente, el auto se detuvo frente a la entrada principal del club. Tobe bajó ágilmente, entregó las llaves al valet y rápidamente abrió las puertas traseras para que ambos descendieran.

Mientras lo hacían, también bajó un par de maletas con cambios de ropa, anticipando lo que podrían necesitar para el día. Ring-ring había planificado todo con esmero, deseando que el día fuera perfecto.

Pero la tensión en el aire era innegable.

-No está mal... -Dong King observó los alrededores con una mirada crítica, evaluando cada detalle como si estuviera revisando una de sus propiedades.

-S-Sí... -La peli azul murmuró, haciendo lo posible por sonar tranquila. Pero su sonrisa parecía una fina máscara que intentaba ocultar su ansiedad.

El silencio entre ellos se prolongó hasta que su padre rompió la quietud.

-¿Qué hacemos aquí exactamente? -El magnate alzó una ceja, desinteresado, como si estuviera midiendo el valor del tiempo que se disponía a gastar.

-O-Oh... bueno, en este club hay muchas actividades... -La peli azul soltó una risa nerviosa, esforzándose por sonar casual.

Aunque había planeado cada detalle, la frialdad de su padre comenzaba a desmoronar su confianza.

En ese momento, un mayordomo vestido con impecable precisión apareció para recibirlos.

-Bienvenidos al Club Campestre Seúl Royal, señor King, es un honor tenerlo entre nosotros. -El gerente se inclinó respetuosamente.

Dong King asintió, pero dirigió una mirada inquisitiva a su hija. Ring-ring, sorprendida por la mirada, se sobresaltó levemente, obligándose a recuperar la compostura.

-S-Sí, gracias.-La peli azul balbuceo.

-Por favor, no duden en llamarnos si necesitan cualquier cosa.-El gerente añadió antes de retirarse con otra reverencia.

Mientras el mayordomo desaparecía, Dong King volvió a mirar a su hija.

-¿Y bien? -El tono del magnate era calmado, pero su mirada la instaba a tomar la iniciativa. -¿Por dónde comenzamos?-

-¿Q-Qué te gustaría hacer primero?- Ring-ring tragó saliva y sonrió, aunque por dentro sentía que se le caía el mundo.

-Me gustaría recorrer un poco el lugar.-El hombre comenzó a caminar por los pasillos sin esperar una respuesta, como si su elección fuera obvia.

Ring-ring miró a Tobe desesperadamente en busca de ayuda. El samurái, siempre observador, le hizo un par de discretas señas con las manos, alentándola a aprovechar el momento para entablar conversación.

Ella suspiró profundamente, sabiendo que debía intentarlo. Caminó apresuradamente para seguir el paso firme de su padre.

-E-Entonces, papá... ¿has estado muy ocupado últimamente? -La peli azul soltó una risa nerviosa, intentando romper el hielo.

Dong King no se detuvo, pero miró a su alrededor como si inspeccionara el lugar antes de responder, manteniendo su compostura distante.

-Los negocios nunca se detienen, Ring-ring. Siempre hay algo que atender.-El magnate hablo sin emoción, casi mecánicamente, mientras examinaba cada rincón del club con un ojo calculador.

-C-Claro... -La joven murmuró, frustrada.

Miró de nuevo hacia Tobe en busca de más apoyo.

El samurái, consciente del delicado equilibrio, continuó haciéndole señas, esta vez con un poco más de énfasis.

Ring-ring le hizo un gesto de negativa con la cabeza, pero él solo redobló sus gestos, claramente decidido a que hablara más con su padre.

La escena comenzó a llamar la atención de los demás miembros del club, quienes miraban de reojo a Tobe, desconcertados por su comportamiento.

Algunos incluso parecían un tanto asustados por las exageradas señas que hacía el samurái, como si estuviera orquestando algún tipo de danza secreta.

Uno de los hombres ajustó nerviosamente su sombrero y se apresuró a cambiar de dirección, evitando cruzarse con él.

Ring-ring frunció el ceño, consciente de lo que Tobe intentaba insinuar. Sabía que en algún momento tendría que hablar con su padre sobre su verdadera pasión: la moda, y sobre su madre, cuya presencia siempre había sido un tema delicado.

Pero este no parecía el mejor momento.

-Padre, ¿Alguna vez jugaste golf? -

-Sí, algunas veces.-Dong King asintió sin mucho entusiasmo.-No es mi pasatiempo favorito, pero sé jugar...-

-Y-Ya veo... -La peli azul le lanzó una mirada frustrada a Tobe, quien simplemente se encogió de hombros, intentando transmitir que al menos no había sido un mal intento.

-¿Dónde está el campo de golf? -Dong King se giró hacia ella, una ceja apenas levantada, más por cortesía que por verdadero interés.

Ring-ring intercambió una mirada con Tobe. El samurái le hizo una señal de aprobación con el pulgar, indicándole que todo iba bien. Al parecer, no había sido una mala idea después de todo.

Llegaron al campo de golf, y fue allí donde Dong King empezó a revelar un poco más de su habilidad.

Con cada swing, la precisión de su tiro era evidente.

La pelota surcaba el aire con una gracia que hablaba de años de experiencia. Ring-ring, por su parte, se esforzaba por mantener el ritmo. Aunque su juego no era perfecto, mostraba habilidades notables para alguien que no solía jugar con regularidad.

A pesar del nerviosismo, Ring-ring se sentía orgullosa de algo más: los conjuntos que había diseñado para la ocasión. Llevaba un atuendo elegante y funcional, ideal para una jornada en el campo de golf, pero con un toque de su propio estilo. Sin embargo, su padre no parecía notarlo, concentrado como estaba en su juego.

Tras el golf, se dirigieron a las canchas de tenis. Dong King, ágil y preciso, golpeaba la pelota con una fuerza medida, controlando cada punto con la misma calma con la que manejaba sus negocios.

Ring-ring, por su parte, hacía lo posible por mantenerse al ritmo, pero no estaba a la altura de su padre en cuanto a destreza. Aun así, se esforzaba por seguir adelante, siempre consciente de la mirada crítica de su progenitor.

El siguiente reto fue la sesión de tiro al plato. Una vez más, Dong King demostró su impecable puntería, rompiendo cada plato con una facilidad que parecía casi mecánica.

Ring-ring, con una chaqueta de tiro diseñada por ella misma, adornada con detalles únicos, sorprendió con su destreza, logrando acertar varios disparos. Aunque su estilo no se comparaba con la precisión de su padre, no pasaba desapercibida.

Durante todo el tiempo, Tobe se mantenía como un observador silencioso. Desde su posición, podía ver algo que le resultaba dolorosamente claro: la relación entre Ring-ring y su padre no era realmente una interacción entre padre e hija.

La peli azul parecía más interesada en demostrar que podía estar a la altura de las expectativas de Dong King. A veces, contenía sus comentarios, otras veces forzaba una sonrisa cuando su padre lograba un buen tiro.

Pero sobre todo, Tobe notaba cómo su jefa intentaba, de manera sutil, llamar la atención de su padre para que este notara sus atuendos.

Aunque Dong King, en su estilo habitual, mantenía su concentración en las actividades, parecía haber un momento en el que, brevemente, sus ojos se posaban en los conjuntos de Ring-ring. Sin embargo, nunca decía nada al respecto. Para él, el estilo de su hija era irrelevante, algo que no tenía cabida en su mundo de negocios y precisión.

Lo que Ring-ring no sabía era que las personas a su alrededor comenzaban a notar lo que su padre no veía. Otros miembros del club comentaban entre ellos sobre la elegancia y originalidad de sus atuendos, admirando el nivel de detalle y el toque personal que impregnaba en cada pieza. Sin embargo, esos murmullos no llegaban a Dong King, y la presión sobre la peli azul aumentaba con cada comentario que escuchaba.

-Su hija tiene un ojo increíble para la moda...-Comentó una mujer elegantemente vestida, mientras pasaba junto a Dong King y Ring-ring.

Dong King, imperturbable, apenas inclinó la cabeza en reconocimiento, pero no dijo nada. Ring-ring escuchó el elogio, y aunque sus mejillas se sonrojaron ligeramente, sabía que no era suficiente.

Necesitaba algo más, algo que viniera directamente de su padre.

La tarde continuó, pero el aire entre padre e hija seguía cargado de una tensión no resuelta. Ring-ring, con el ceño levemente fruncido, sabía que tarde o temprano tendría que enfrentar esa conversación que tanto evitaba.

Y Tobe, desde su lugar, solo esperaba que cuando llegara ese momento, Dong King estuviera dispuesto a escuchar más allá de las apariencias.

Después de un agotador día de actividades al aire libre, Dong King y Ring-ring se encontraron en el elegante restaurante del club campestre.

El aire era fresco, y el suave murmullo de los demás comensales se mezclaba con el sutil tintineo de copas y cubiertos. A pesar de su aparente insatisfacción por su desempeño, Dong King no perdió la oportunidad de alardear de sus logros en cada actividad.

-Querida, tu desempeño de hoy fue... aceptable. -El magnate comentó mientras bebía de su vino, una sonrisa complacida dibujándose en su rostro.-Aunque, claro está, siempre hay margen para mejorar, Sabes bien que la perfección es lo mínimo que esperamos en esta familia.-

Ring-ring asintió nerviosa, jugueteando con su servilleta. Las palabras de su padre, aunque disfrazadas de elogio, pesaban sobre sus hombros. Intentaba sonreír, pero no encontraba la manera adecuada de responder.

Justo en ese momento, un par de socios importantes se acercaron a la mesa, rompiendo el incómodo silencio.

-¡Sr. King! Qué placer encontrarlo aquí -dijo uno de los socios con una sonrisa tan amplia que parecía ensayada.

-Ciertamente -Dong King apenas levantó la mirada y asintió con indiferencia, su atención ya desviada hacia los hombres.

-Debe ser una ocasión especial si lo vemos aquí. -Añadió el otro socio, lanzando una mirada inquisitiva hacia Ring-ring antes de tomar asiento junto a Dong King, sin siquiera preguntar.

La peli azul sintió una oleada de incomodidad. Sabía lo que venía: una conversación de negocios que la dejaría aún más relegada. Apretó los labios, buscando una excusa para retirarse sin parecer descortés.

-Si me disculpan, iré a servirme un poco más de té...-La joven los miro con una sonrisa educada, levantándose con cuidado para no interrumpir la charla que ya comenzaba a girar en torno a cifras y contratos.

Una vez fuera del alcance de sus voces, Ring-ring soltó un suspiro, sintiendo que el peso de la presión se disipaba, al menos por un momento, Tobe se acercó discretamente hacia ella.

-Más te vale que me hayas traído un sándwich, estoy muriendo de hambre. -El samurái la miro con el ceño fruncido, fingiendo impaciencia, pero con una chispa de humor en su mirada.

-No vine por comida.- Ring-ring le lanzó una mirada severa.-Solo... vámonos ya, Mi padre está distraído con sus socios.-

-¿Eh? ¿Por qué? -Tobe arqueó una ceja, sorprendido.

-Porque... este día ha sido un completo desastre, nada salió como esperaba.-

-Bueno, si estás lista para rendirte, supongo que sí, deberíamos irnos -El samurái se encogió de hombros.

-¡No me estoy rindiendo! -La joven protestó, siguiéndolo con paso acelerado.

-Claro que sí...-Tobe mantuvo esa serenidad que tanto la sacaba de quicio.

-¿P-Por qué crees eso? -La peli azul inquirió, frunciendo el ceño y cruzando los brazos, esperando que su guardaespaldas tuviera una buena respuesta.

-Pensé que al menos ibas a hablar con tu padre sobre...-Tobe la miró por un momento, luego se encogió de hombros.-Ya sabes qué.-Sus ojos se encontraron con los de Ring-ring, esperando ver una chispa de decisión en ellos.

-S-Sí, bueno...-La peli azul desvió la mirada, incómoda.-No he encontrado el momento adecuado.-Murmuró, aclarando su garganta para ocultar su nerviosismo.

-Ring-ring, el hecho de que tu padre esté aquí es una oportunidad que no puedes desperdiciar.-El samurái insistió, su voz se volvió más suave, pero firme. Él sabía lo importante que esto era para ella, incluso si ella misma se negaba a aceptarlo.

-¿Crees que no lo he pensado? -La peli azul suspiro con frustración.- El problema es que él solo está interesado en su trabajo, no sé cómo captar su atención.-

Tobe la observó en silencio, comprendiendo el dolor que ocultaban sus palabras.

Él mismo conocía esa sensación de querer ser visto, de querer ser reconocido.

Suspiró pesadamente, sintiendo empatía por su jefa.

-Bien, en ese caso podríamos irnos ahora que tu padre está distraído con esos sujetos, le diré a Fyah que se haga cargo de él. -Tobe miraba su teléfono mientras escribía el mensaje, sus dedos volaban con precisión por la pantalla.

-¿E-En serio? -

-Sí, así tendrás otra oportunidad en otro momento.-

Ring-ring, aun mordiéndose el labio, desvió la mirada hacia su padre, quien charlaba con sus socios.

Sabía que una ocasión como esta, en la que él estaba presente y no absorbido por su trabajo, no se presentaría de nuevo pronto. Tobe tenía razón... pero el miedo le apretaba el pecho.

Finalmente, con una profunda exhalación, levantó la cabeza.

-No... hablaré con él ahora.-

-¿Estás segura?-El samurái la miró sorprendido.

-Sí...-La peli azul asintió con más firmeza, sus ojos brillaban con una determinación renovada.

-En ese caso... suerte.-Tobe le dio un par de palmaditas en la espalda, una pequeña sonrisa de apoyo cruzando su rostro.

Cuando los socios se levantaron y se despidieron, Ring-ring reunió el coraje para regresar a la mesa. Su padre la recibió con una pequeña sonrisa, quizás más relajado tras la charla de negocios.

-¿Todo bien? -La joven se acomodó en su asiento.

-Por supuesto, aquellos socios parecían bastante entusiasmados con la fiesta de mañana. -Dong King asintió con seguridad.

-Después de todo es un evento especial.-La peli azul murmuró ella, forzando una sonrisa, aunque su mente ya estaba trabajando en cómo abordar el tema.

-Y uno que dejará una impresión duradera en todos los invitados.-

El corazón de Ring-ring comenzó a latir más rápido. Era ahora o nunca.

-Padre... -La joven comenzó con su voz temblorosa pero decidida.-¿Recuerdas algo sobre mis poderes?

La pregunta pareció congelar el ambiente. Dong King levantó la vista lentamente, frunciendo el ceño levemente.

-¿Crees que olvidaría ese pequeño defecto que posees? -El magnate hablo con frialdad, su tono era tajante y distante.

El alma de Ring-ring se encogió, su ánimo desinflándose por un momento. Pero sabía que retroceder ahora no serviría de nada. Intentó recuperar la compostura, aunque una parte de ella quería abandonar el tema.

-B-Bueno... es que sé que esos poderes son una herencia de mamá, y me gustaría hacerle un homenaje en la fiesta de mañana... -La voz de Ring-ring se suavizó al hablar de su madre, sus ojos buscando algún rastro de emoción en su padre.

Dong King se detuvo, claramente sorprendido por la mención de su difunta esposa. Sus labios se tensaron antes de sacudir la cabeza con una firmeza helada.

-No creo que sea necesario, la fiesta debe centrarse en nuestra empresa y nuestros logros, tu madre... no es el foco de este evento -El magnate mantuvo su tono frío, casi mecánico.

Ring-ring sintió una punzada en el corazón, su ceño fruncido mientras la frustración comenzaba a hervir en su interior.

-¡Pero padre! -La voz de la joven se elevó con un toque de desesperación.-Mi madre fue una parte fundamental de tu vida y de la empresa, Hacer un homenaje sería algo hermoso y significativo ¡No puedes ignorarla así!-

-Sería de mal gusto, Ring-ring.-Dong King dejó su copa de vino en la mesa con un golpe suave pero firme. Sus ojos la miraron con una intensidad que casi la hizo retroceder.-No puedes presentar un "espectáculo" emocional como ese a última hora, no en un evento de esta magnitud...No es el momento ni el lugar.-

La furia y el dolor comenzaron a mezclarse en el pecho de Ring-ring.

-¿Cómo puedes decir que es de mal gusto? ¡Se trata de mi madre... de tu esposa! -La peli azul exclamó, su voz se quebró ligeramente al final, mientras sentía que un nudo se formaba en su garganta.

La expresión de Dong King cambió por un instante, un destello de algo más oscuro y profundo cruzó su rostro.

Apretó su copa con más fuerza, sus nudillos tornándose blancos. Tobe, que observaba desde la distancia, vio algo que jamás había imaginado ver en el rostro de su jefe: una sombra de dolor, oculta tras una capa de ira contenida.

-Ring-ring... -Dong King habló en voz baja, casi como una advertencia.

La peli azul no pudo detenerse. El peso de los años de incomprensión, la distancia emocional, la presión... todo estallaba en su interior.

-P-Por favor, papá. Haré algo muy especial si solo me das la oportunidad, Si tan solo pudieras...-

Pero cada palabra parecía hacer la atmósfera más densa. Dong King apretaba la mandíbula, claramente molesto, mientras la tensión en la mesa se volvía insoportable.

Tobe, aunque lo observaba todo desde lejos, sintió el conflicto entre ambos con fuerza. Sabía que esta conversación no terminaría bien si continuaba de esa manera, pero al mismo tiempo, algo le decía que Ring-ring necesitaba sacar esto a la luz, aunque fuera doloroso.

El silencio entre padre e hija era ensordecedor.

Ring-ring respiró hondo, sintiendo el peso de la tensión en el aire.

No podía permitirse explotar en un lugar tan público, no con todas esas miradas alrededor. Su reputación, la imagen que tanto había construido, estaba en juego. Pero cada palabra de su padre era como una daga, y el dolor empezaba a quebrarla por dentro.

-Mi respuesta sigue siendo no -El magnate replicó, su voz era afilada como una cuchilla. Apretó la copa con tanta fuerza que, de pronto, esta se hizo añicos en su mano.

El sonido del vidrio rompiéndose resonó como un eco frío en el elegante restaurante, provocando que Ring-ring diera un respingo.

Los fragmentos de vidrio cayeron al mantel blanco, manchándolo con pequeñas gotas de vino tinto. Las miradas curiosas de los comensales comenzaron a girar hacia ellos, como si estuvieran viendo un espectáculo fuera de lugar.

-P-Padre...-

-La fiesta no necesita distracciones innecesarias -El magnate continuó con el ceño fruncido, su mirada dura perforando a su hija.-Ya te dije que debemos centrarnos en la empresa y en nuestros logros, Eso es lo importante.-

Ring-ring sintió un temblor recorrer su cuerpo.

Quería gritar, defender su deseo de honrar a su madre, pero las palabras se quedaron atrapadas en su garganta.

Su padre la miraba con esa frialdad habitual, la misma que usaba para dirigir su imperio, como si ella no fuera más que una extensión de sus ambiciones.

Su corazón latía con fuerza, y una tristeza sofocante comenzó a apoderarse de ella.

Él ni siquiera podía ver lo que realmente le importaba.

¿Cómo puede ser tan ciego?

¿Tan poco le importa su familia, o incluso su esposa?

Dong King, consciente de las miradas que los rodeaban, suspiró profundamente.

Miró la palma de su mano cubierta de diminutos cortes, pero no mostró dolor. Como siempre, el magnate sabía cómo retomar el control de la situación, y decidió cambiar de tema, intentando calmar las aguas.

-A propósito... -Dong King empezó, con un tono mucho más suave, casi indiferente.-Esos atuendos que has estado usando últimamente... parecen haber llamado bastante la atención aquí en el club. -Le lanzó una mirada de reojo a su hija, midiendo su reacción.

Ring-ring alzó la vista, sorprendida. Había un leve brillo en sus ojos, una pequeña chispa de esperanza que no había esperado sentir en ese momento.

-¿E-En serio? -La peli azul sonrió, incrédula, aferrándose a la ligera posibilidad de que su padre estuviera interesado en algo que ella amaba.

-Sí. Algunos de los miembros me han preguntado quién es el diseñador.-Dong King asintió, con una leve sonrisa, aunque sus ojos seguían fríos. -Parece que están bastante impresionados ¿Se trata de alguien reconocido?-

-¡De hecho, yo misma los diseñé! -La joven lo miro con orgullo, esbozando una sonrisa que no mostraba en mucho tiempo.

Finalmente, pensó, su padre podría ver algo de valor en ella.

Pero la reacción de Dong King fue todo lo contrario a lo que ella esperaba. Su expresión se oscureció, y el ceño se frunció de una manera que no presagiaba nada bueno.

-¿Tú misma los confeccionaste? -El magnate repitió, incrédulo, como si esa revelación fuera un golpe a su propio orgullo.

-Sí... Es un pequeño pasatiempo que tengo.-Ring-ring asintió, aunque su entusiasmo se debilitaba a medida que veía el disgusto en el rostro de su padre.

-¿Un pasatiempo? -Dong King dejó escapar una risa sarcástica, su mirada fija en ella con desaprobación.- ¿Por qué perderías el tiempo en algo así? -Hablo con un tono despectivo, casi como si lo que ella había logrado fuera insignificante.

-Es algo que disfruto... -La peli azul intentó defenderse, pero notó cómo las palabras comenzaban a sonar huecas incluso para ella misma.

-¿No tienes cosas más importantes en las que deberías enfocarte? -La pregunta de su padre fue más un reproche que una duda, El desprecio en su voz no era accidental.

Ring-ring sintió cómo una mezcla de vergüenza y rabia empezaba a burbujear en su interior.

¿Por qué no podía apoyarla, aunque fuera en algo tan pequeño? Tragó el nudo en su garganta y lo miro con una sonrisa forzada.

-Por supuesto que sí, padre, Solo es algo que hago en mi tiempo libre...-

-Pues deberías reconsiderar en qué empleas ese tiempo. -Dong King hizo una pausa, observando a su hija con una mezcla de decepción y desdén

Ring-ring respiró profundamente, intentando contener las emociones que bullían en su interior. Su corazón latía con fuerza mientras miraba a su padre, quien permanecía impasible, como una estatua de autoridad inquebrantable. A pesar de todo, ella intentó una vez más conectar con él, ofrecerle algo de sí misma.

-Incluso... -La peli azul continuo, con una sonrisa titubeante.- He confeccionado un vestido absolutamente maravilloso para la fiesta de aniversario de la empresa.-

Por un breve momento, Ring-ring esperó que sus palabras despertaran algo de orgullo o, al menos, curiosidad en su padre.

Pero Dong King apenas reaccionó, sus ojos oscuros solo mostraban una sombra de descontento.

-Hija... -El magnate empezó con un tono severo.-No me malinterpretes, esas son habilidades... "útiles", pero ¿Realmente crees que es apropiado enfocarte en la moda en este momento?-

Las palabras cayeron sobre Ring-ring como una losa de piedra. Parpadeó, tratando de asimilar la frialdad en su voz.

-P-Pero... sé que la empresa es importante, claro, pero también creo que... -La joven intentó explicarse, pero fue interrumpida por un suspiro pesado de su padre, el tipo de suspiro que indicaba que estaba a punto de dar un sermón.

-Ring-ring... -El magnate sacudió ligeramente la cabeza, como si estuviera cansado de repetir siempre lo mismo.-Entiendo que tengas tus propios intereses, pero no es tiempo para distracciones, tu verdadera vocación es cuidar de la empresa.-

Ring-ring sintió un nudo en la garganta. Estaba a punto de hablar, de decirle lo que realmente pasaba por su mente, de confesar lo que tanto había guardado. Respiró profundamente. Este es el momento. Debo decírselo.

-S-Sobre eso, padre... yo... -La peli azul se armó de valor para continuar, pero antes de que pudiera terminar, su padre la interrumpió con una mirada penetrante que la desarmó por completo.

-Querida... -El magnate logro suavizar ligeramente el tono, como si estuviera dispuesto a concederle una victoria que ella no buscaba.-Lo que digo no es una crítica, es la verdad...Eres perfecta.-

Ring-ring lo miró con sorpresa, boquiabierta. Aquellas palabras la dejaron sin aliento. Nunca había esperado escucharlas de su padre. Durante toda su vida, había trabajado para obtener su aprobación, siempre persiguiendo un elogio que parecía inalcanzable.

-El trabajo que has hecho en la empresa es impresionante. -El magnate continuó con una leve sonrisa.- Estoy seguro de que serás una líder excepcional para nuestro legado, estoy orgulloso de ti, Ring-ring.-

El corazón de la peli azul latía con fuerza.

¿De verdad lo cree?

¿Es esto lo que siempre he querido oír?

Su mente se nublaba con la mezcla de emociones, y una sonrisa temblorosa se formó en sus labios.

-¿E-Eso crees? -La peli azul lo miro, incrédula, sintiendo cómo el nudo en su garganta comenzaba a deshacerse.

-Por supuesto, querida. -Dong King la observó con la satisfacción de alguien que cree haber ganado una batalla.- Sabía que lo entenderías.-

Las palabras de su padre eran como un bálsamo.

Esto es lo que siempre quiso... ¿No?

Y sin embargo, mientras las escuchaba, una parte de ella se sentía extrañamente vacía. Una parte que él no alcanzaba a ver, o que quizás nunca vería.

-P-Padre, yo... -La joven intentó hablar, pero él volvió a interrumpirla, su tono una vez más práctico y distante.

-¿Tienes algo más que decir, Ring-ring? -El magnate la miro levantando una ceja con expectación.

Ella tragó saliva y asintió rápidamente, obligándose a mostrarse fuerte.

-¡Haré lo que sea necesario para que la empresa siga siendo un éxito! -La peli azul exclamó con una energía renovada, aunque sintió un vacío en su estómago al decirlo.

-Eso es lo que quiero escuchar, hija. Siempre tomas las decisiones correctas.-Dong King sonrió, satisfecho.

Pero mientras hablaba, Ring-ring no podía dejar de sentir que algo importante se deslizaba entre sus dedos.

Su padre estaba contento, sí, pero a un costo que no podía ignorar.

-Ahora, sobre la fiesta de aniversario -El magnate continuó.- Asegúrate de elegir un vestido más apropiado para la ocasión, Algo que refleje nuestra posición y el respeto que la empresa merece.-

Ring-ring asintió, aunque su corazón estaba dividido. Sabía que debía estar complacida, que había hecho lo correcto. Pero había una parte de ella que no podía dejar de gritar.

Mientras tanto, Tobe, quien había estado observando todo desde la distancia, no pudo evitar sonreír al ver a su jefa aparentemente más tranquila, más relajada en compañía de su padre.

Para él, parecía que finalmente las tensiones se habían disipado.

Pero había algo en el brillo apagado de los ojos de Ring-ring que lo hizo dudar. Sabía que no todo estaba bien, aunque no podía descifrar qué era.

Algo faltaba. Algo que ni siquiera las palabras de Dong King podían llenar.

Un par de horas más tarde, el vehículo conducido por Tobe surcaba las calles de Seúl, envuelto en el suave resplandor de las luces nocturnas.

El "día de padre e hija" parecía haber sido un éxito en la superficie: Ring-ring estaba sonriente, sus ojos brillaban con una satisfacción recién encontrada, mientras Dong King, como siempre, mantenía su expresión seria, casi imperturbable.

La energía en el auto era tensa, aunque camuflada por la aparente tranquilidad del ambiente.

-Tobe... -La voz de la peli azul rompió el silencio, suave pero cargada de una energía contenida.

-¿Sí? -El samurái alzó la vista al espejo retrovisor, encontrándose con los ojos de su jefa.

-¿Podrías llevarme primero a mi departamento? Necesito enviar unos documentos a Fyah. -

-C-Claro -Tobe asintió levemente, aunque en su interior una pequeña ola de nerviosismo lo inundó.

Miró de reojo a Dong King, quien no se inmutó, su presencia parecía hacer que el aire en el auto se sintiera más pesado.

Había algo en estar a solas con el magnate que lo incomodaba profundamente, aunque no podía precisar exactamente qué.

En cuestión de minutos, llegaron al lujoso edificio de apartamentos donde Ring-ring vivía.

La joven se despidió de su padre con una sonrisa, algo que Tobe notó como un gesto casi mecánico, y desapareció tras las puertas de cristal del vestíbulo.

El samurái suspiró, ajustando las manos sobre el volante.

Ahora, solo él y Dong King estaban en el coche, y el aire se volvió más frío, más tenso.

Se dirigió hacia el hotel donde el magnate se hospedaba, intentando disimular la incomodidad.

De vez en cuando, sus ojos se deslizaban hacia el retrovisor, observando a Dong King con precaución.

La figura del hombre era imponente, una sombra de poder que lo envolvía con una aura de autoridad casi sofocante.

-Tobe... -La voz profunda de Dong King resonó de repente, provocando un pequeño escalofrío que recorrió la espalda del samurái.

-¿S-Sí, señor? -El samurái apretó el volante con fuerza, sintiendo cómo su propio pulso se aceleraba.

-No tienes por qué asustarte...-El magnate rio, era una risa baja, como si disfrutara el poder que su mera presencia ejercía.-Solo me gustaría conversar contigo, mientras tanto.-

-¿C-Conversar... conmigo? -La voz de Tobe tembló, intentando sonar más serena de lo que realmente se sentía.

-Por supuesto -El magnate asintió levemente.-Tu profesionalismo y tu dedicación como guardaespaldas de mi hija no han pasado desapercibidos, es raro encontrar a alguien tan competente en tu campo.-

Tobe, sorprendido, sintió una oleada de alivio mezclada con duda. Las palabras de elogio eran raras, especialmente viniendo de alguien como Dong King.

-Gracias, señor King...Aprecio mucho sus palabras -Tobe sintió un extraño alivio mezclado con desconfianza, aunque no pudo evitar preguntarse si había alguna trampa oculta en esa alabanza.

-No suelo elogiar a menudo. -El magnate continuó el magnate, su tono volviéndose más calculador.-ero reconozco el talento cuando lo veo...-Fijó su mirada en Tobe, como si buscara una reacción.-De hecho, me atrevo a decir que eres mucho mejor que ese otro chico de Sooga... ¿Cómo se llamaba?-

-¿Se refiere a... Garu? -El samurái intento no parecer demasiado sorprendido.

-Oh, claro, "mi hijo" -La risa de Dong King fue baja, pero cargada de burla.

-¿¡S-Su qué!? -Tobe giró la cabeza en shock, casi perdiendo el control del vehículo.

El hombre estalló en una carcajada baja pero profunda, como si disfrutara del desconcierto del guardaespaldas.

-Tranquilo... solo le dije eso para que formara parte de mi plan...-El magnate miro a través de la ventana.-Ya sabes...Nada más que una mentira estratégica. -Su tono se tornó despreocupado, como si hablara de un juego trivial.

El samurái exhaló un suspiro, tratando de liberar la tensión que se había acumulado en su cuerpo. Por un momento, había sentido que su corazón se detenía.

-Pero, ¿Cómo supo que Garu es alguien con grandes habilidades? -

-Hice algunas investigaciones sobre Garu, claro está -El tono del magnate se volvió más frío, casi distante.- Me llevé varias sorpresas...Pero después de hoy, logré despejar todas mis dudas.-

Tobe sintió que el ambiente se tensaba de nuevo.

¿Qué habría descubierto Dong King?

Un mal presentimiento comenzó a instalarse en su pecho, pero decidió no seguir indagando.

La última cosa que quería era entrar en los misterios de un hombre tan calculador.

-Lo que es seguro...-El magnate continuó, con una expresión más neutral.-Es que me siento completamente seguro al saber que un joven como tú está cuidando de mi querida hija.-

-Estoy completamente comprometido con la seguridad y el bienestar de Ring-ring, señor King.-Tobe sintió un leve alivio, aunque su cuerpo seguía tenso.-Y...Haré todo lo que esté en mis manos para protegerla.-

Dong King asintió lentamente, con esa calma calculada que a menudo parecía ocultar una verdad más profunda.

Sus ojos se entrecerraron, como si estuviera evaluando cada palabra que diría a continuación.

-Sabes, a veces, las apariencias pueden ser engañosas...-El magnate murmuró, su tono era enigmático pero cargado de intenciones.-La gente tiene una imagen distorsionada de mí, ¿Sabes ? Pero la realidad es simple: solo quiero lo mejor para mi hija ¿Entiendes lo que digo?-

Tobe se tensó ligeramente en su asiento, sintiendo el peso de la mirada de Dong King a través del espejo retrovisor. Cada palabra parecía estar cargada de un doble sentido, pero el samurái no podía permitirse vacilar.

-Por supuesto, señor...-Tobe mantuvo su tono respetuoso, aunque su mente comenzaba a correr con pensamientos contradictorios.

Dong King desvió la vista hacia la ventana, observando el paisaje urbano que pasaba lentamente a su lado.

-Es por eso...-El magnate continuó, su voz más baja, casi un susurro.-Que tuve que negarme rotundamente a ese... "homenaje" que quiere hacerle a su madre.-

El silencio en el auto se volvió más denso, como si las palabras del magnate hubieran absorbido todo el oxígeno. Tobe sintió que el volante se volvía más pesado entre sus manos.

-¿U-Usted se negó? -El samurái preguntó con cautela, lanzando una mirada de reojo al retrovisor, donde los ojos de Dong King permanecían fijos en el paisaje.

-Tenía que hacerlo.-El magnate afirmó, su voz era grave y cargada de un pesar oculto.-Para Ring-ring, el recuerdo de su madre es solo una sombra borrosa, algo distante que nunca podrá alcanzar del todo, Pero para mí... -Hizo una pausa, aclarándose la garganta como si las palabras que venían a continuación fueran difíciles de pronunciar.-Para mí, sigue siendo una herida abierta... un dolor que prefiero mantener en silencio.-

Tobe se quedó atónito. Las palabras de Dong King desbordaban una vulnerabilidad que jamás habría imaginado en el magnate.

El hombre que tenía fama de ser implacable, duro como el acero, ahora hablaba de dolor, de heridas del pasado.

Algo en el interior de Tobe cambió en ese momento, una sensación incómoda de respeto que no esperaba sentir por él.

Mientras continuaban su camino hacia el hotel, el samurái no podía evitar reflexionar sobre las palabras de Dong King.

¿Era posible que la percepción común de este hombre fuera equivocada?

¿Podría ser que debajo de esa fachada de frialdad se ocultara un hombre que había sufrido, que protegía a su hija desde un lugar de amor y no solo de control?

La duda se asentaba en su mente, lenta pero segura.

Finalmente, el coche llegó al hotel. Tobe maniobró con cuidado y estacionó frente a la imponente entrada. Bajó del vehículo con agilidad y, con respeto, abrió la puerta trasera para que Dong King saliera.

-Tobe...-El magnate lo miro mientras descendía, su voz ahora más suave pero aún con ese aire de autoridad inquebrantable.-Ha sido un viaje interesante...Estoy seguro de que seguirás protegiendo a mi hija de manera excepcional.-Hizo una pausa, breve pero significativa.-Y estoy seguro de que serás un buen ejemplo para ella.-

Tobe sintió un extraño calor en el pecho ante esas palabras.

Que Dong King, el hombre cuya aprobación parecía imposible de ganar, dijera algo así... No era algo que hubiera esperado.

-Gracias, señor King...-El samurái inclinó ligeramente la cabeza.-Puede estar seguro de que lo haré.-

El magnate extendió su mano hacia Tobe, un gesto raro, pero que el samurái aceptó con gratitud.

La mano de Dong King era firme, pero no fría como Tobe habría imaginado.

Era un apretón que transmitía más que palabras: reconocimiento, confianza... quizá algo más profundo que aún no podía descifrar.

Después de la despedida, Tobe observó cómo Dong King entraba al hotel, su figura alta y elegante deslizándose con la misma confianza que siempre había mostrado.

Pero ahora, Tobe lo veía de manera diferente. No solo como un hombre de poder, sino como alguien que cargaba con cicatrices que nadie más conocía.

Subió de nuevo al auto, cerrando la puerta con un suave clic.

Un leve suspiro escapó de sus labios mientras encendía el motor.

Era extraño, pero se sentía genuinamente satisfecho.

Finalmente, alguien había reconocido sus habilidades, su esfuerzo.

Y lo más sorprendente, había sido Dong King, el hombre que todos consideraban inalcanzable y aterrador.

Pero mientras se alejaba, notó algo por el espejo retrovisor.

Dong King, parado junto a las puertas del hotel, observaba el coche con una pequeña sonrisa en los labios.

Una sonrisa que, aunque leve, irradiaba una extraña mezcla de aprobación y algo más... algo que Tobe no podía descifrar del todo.

El samurái frunció el ceño por un instante, pero decidió no darle más vueltas.

Aceleró, dejando atrás la imagen del magnate, pero no la sensación que aquella sonrisa había dejado en el aire.

Al día siguiente, el sol de la tarde filtraba sus rayos a través de las cortinas en el acogedor departamento de Ring-ring.

La joven estaba sentada frente a su espejo, terminando de maquillarse. Aunque su elección de vestuario era inusual, algo en su expresión revelaba una inusual seriedad.

Tobe entró en la habitación con un toque suave en la puerta, listo para llevar a Ring-ring a la esperada fiesta de aniversario de la empresa de su padre.

-¿Estás lista? -

-Ya casi... -La joven se reincorporo y se colocó un par de pendientes.

Sin embargo, Tobe quedó en shock al verla vestida con un hanbok en lugar del vestido que ella misma había confeccionado.

-¿Q-Qué pasa? -La peli azul lo miro confundida por su reacción.

-N-No es nada, es solo que... tu vestido... - El samurái aclaró su garganta, intentando recuperar la compostura.

-Oh... -Ring-ring caminó hacia él con una sonrisa en el rostro. -Decidí optar por el hanbok, Creo que es más adecuado para la ocasión...Después de todo, ¿Qué clase de imagen le daría a la empresa si me presento con el otro vestido? -Rio levemente, intentando quitarle importancia al asunto.

-Pero... creí que morías por usar tu vestido... - Tobe la miró con una mezcla de confusión y preocupación.

-Podría usarlo en otra ocasión. Hoy es un día muy importante... -La peli azul ajustó la falda de su hanbok con gracia.

Tobe la miró de la cabeza a los pies, sintiendo que algo no cuadraba.

-Está bien... -El samurái se acercó a ella y sujetó su rostro, inspeccionándola de cerca. -¿Qué le hiciste a la verdadera Ring-ring?-

-¡Oye! -La joven le dio un golpe en el estómago, alejándose de él.

-¡Auch! - Tobe se sujetó el estómago, fingiendo dolor, pero con una sonrisa traviesa.

-Estás actuando como un idiota... bueno, más de lo normal... -La peli azul frunció el ceño, volviendo a su espejo para verificar su maquillaje.

-Es solo que tú... luces un poco rara... bueno, más de lo normal... -El samurái no podía evitar sentirse preocupado.

-Ugh, está todo bien, ¿ok? -Ring-ring suspiró pesadamente.-Es solo que la conversación que tuve con mi padre ayer...-

-¿Qué fue lo que te dijo? -Tobe la miró con genuina preocupación.

-¡Él dice que está orgulloso de mí!- Ring-ring sonrió levemente. -Además... hizo que me diera cuenta de algo importante.-

-¿Qué cosa? -El samurái arqueó una ceja, intrigado y algo preocupado por lo que su jefa estaba a punto de decir.

-Que mi verdadera vocación es hacerme cargo de la empresa de mi padre... -La peli azul giró la cabeza hacia él, sus ojos brillaban de emoción.

El rostro del samurái se llenó de sorpresa. No se esperaba esta declaración, no después de las conversaciones que habían tenido sobre la pasión de Ring-ring por la moda y su habilidad para diseñar y confeccionar ropa.

-Mierda, eso es... inesperado... - Tobe colocó una mano sobre su boca, tratando de asimilar lo que había oído.

-Lo sé, pero no podía creer que la respuesta estuvo frente a mí todo este tiempo... - Ring-ring rio levemente, aunque su risa estaba teñida de una extraña mezcla de determinación y melancolía.

-¿Estás segura de que es lo que quieres? -El samurái se acercó a ella con preocupación evidente en sus ojos.

-Sí, estoy segura... Mi padre cree en mis habilidades para liderar la empresa, y creo que yo también... -Ring-ring asintió, aunque su voz temblaba ligeramente.

-Pero, ¿Qué hay de la moda? ¿Ya no te gusta? -Tobe no podía ocultar su preocupación por los sueños que su jefa había compartido con él.

-Al final de cuentas, se trataba solo de un pasatiempo, sabía que tarde o temprano me aburriría de eso... -La peli azul miró de reojo las prendas en su armario, mordiendo su labio inferior.-Al fin y al cabo, es solo una tontería...-

Tobe se quedó pensativo por un momento, procesando esta revelación.

-Entonces, deberías darte prisa o si no llegarás tarde a la fiesta... -El samurái murmuró, rompiendo el silencio con un intento de normalidad.

-¡E-Es cierto! -Ring-ring se sobresaltó y volvió hacia su espejo para rociar un poco de spray sobre su cabello.

Tobe suspiró pesadamente y salió de la habitación, definitivamente algo no andaba bien.

La noche estaba llena de anticipación y glamour. La alfombra roja, que se extendía como un río escarlata bajo las estrellas, deslumbraba a medida que las celebridades comenzaban a llegar, creando un espectáculo de luces y colores.

Los paparazzi se agolpaban detrás de las barreras, ansiosos por capturar la imagen perfecta. Las cámaras centelleaban como estrellas fugaces en el cielo nocturno mientras los invitados de la alta sociedad surcoreana descendían de sus lujosos autos, envueltos en un aire de elegancia y sofisticación.

Las estrellas llegaron vestidas con sus mejores galas, deslumbrando en trajes de diseñador y vestidos de alta costura que parecían flotar a su alrededor.

Las risas y los susurros de emoción llenaban el aire mientras los asistentes se saludaban, se tomaban selfies y compartían chismes de la industria del entretenimiento.

El ambiente en la alfombra roja era eléctrico.

Los flashes de las cámaras creaban destellos intermitentes, y los gritos de los paparazzi pedían la atención de las estrellas. Los fans agitaban pancartas y clamaban por ver a sus ídolos favoritos, sus voces formando un murmullo constante que añadía una capa más de emoción a la noche.

Dong King había reunido a la crema y nata de la sociedad para esa noche tan importante, y eso se reflejaba en la sonrisa de cada invitado. Adentro del gran salón, Dong King, acompañado de Ring-ring, recibía a todos los invitados con una sonrisa.

El magnate era la novedad de la noche; para muchos era una gran sorpresa e incluso un honor que él estuviese presente durante el evento.

-Recuerda que esta es una noche muy importante, querida...-Dong King murmuró, su voz era grave y autoritaria resonando en los oídos de Ring-ring.

-L-Lo sé, padre... -La peli azul trato de mantener la compostura mientras su corazón latía con fuerza.

-Quiero que te comportes y también que mantengas a raya tu carácter, escuché que en Sooga causaste uno que otro alboroto al transformarte... -El magnate la miró fríamente, su desaprobación clara en cada palabra.

-D-Descuida, hoy es un día muy especial, no tengo por qué perder los estribos... - Ring-ring forzó una sonrisa, intentando ocultar su nerviosismo.

-Eso espero... -

Los invitados se acercaban a saludar al magnate, ignorando casi por completo a Ring-ring.

Ella comprendía que, después de todo, esa noche se trataba sobre su padre y su arduo trabajo en la empresa.

Sin embargo, no podía evitar sentir una punzada de desilusión al ser relegada a un segundo plano.

Al final, Ring-ring decidió recorrer el salón por su cuenta.

El hanbok, aunque elegante, le dificultaba un poco la movilidad, pero avanzaba con la cabeza en alto, decidida a cumplir con sus responsabilidades. Mientras caminaba, saludaba a algunos conocidos de la familia, intentando mantenerse firme. Sin embargo, el destino no tardó en ponerla cara a cara con un grupo que preferiría evitar.

-¿¡Ring-ring!? -Una voz aguda resonó a sus espaldas.

Ring-ring se dio la vuelta, encontrándose frente a frente con Miran y su séquito de amigas. El encuentro le resultó amargo desde el primer instante, pero respiró hondo. Debía mantener una fachada profesional, sin importar lo incómodo que se sintiera.

-Chicas, qué bueno que vinieron.-La peli azul forzó una sonrisa.

-¡Wow! Creí que era una broma, pero... -Miran soltó una carcajada que fue seguida por el coro de risas de sus amigas, mientras miraban el hanbok de Ring-ring con evidente burla.

Por un momento, las marcas de la transformación de Ring-ring comenzaron a manifestarse en su piel, un signo claro de su creciente irritación. Pero en lugar de dejarse llevar por la rabia, ajustó su postura y respondió con calma.

-Es una ocasión importante para la empresa Es natural que me vista de manera acorde a la celebración...-La peli azul sonrió con una mezcla de dulzura y autoridad.

Las chicas intercambiaron miradas, claramente decepcionadas por no haber logrado hacerla perder la compostura.

-A propósito... -Jenny intervino, tratando de cambiar de tema.- Ring-ring, ¿Dónde está tu sexy guardaespaldas?-

-¡Es cierto! -Las demás suspiraron, recordando con anhelo al samurái.

Las marcas de transformación volvieron, esta vez con más fuerza, por alguna razón le molestaba que otras chicas pensaran en Tobe de esa forma.

Pero, una vez más, Ring-ring controló sus emociones. No iba a dejar que aquellas chicas la vieran debilitarse.

-Él se encuentra realizando su trabajo...-La peli azul las miro con una sonrisa arrogante.-Después de todo, no puede quitarme los ojos de encima...Soy su única prioridad.-

El comentario hizo que las sonrisas de las chicas se desvanecieran, sus rostros tensándose de envidia. Ring-ring disfrutó brevemente de esa pequeña victoria antes de darles la espalda.

-Si me disculpan, debo atender a otros invitados.-

Con un movimiento elegante, se alejó del grupo, pero la incomodidad del encuentro dejó una sombra sobre ella. Había olvidado lo agotador que era navegar por ese ambiente hostil.

Mientras cruzaba la sala, las miradas la seguían como si estuvieran juzgando cada detalle de su ser. Los susurros no tardaron en llegar.

-¿Viste lo que lleva puesto? Es tan... poco convencional -Murmuró uno de los invitados, apenas escondiendo su burla.

-No me sorprende -Respondió su acompañante con una risa contenida.- Siempre trata de llamar la atención...-

Ring-ring sintió un nudo en el estómago, pero mantuvo la cabeza erguida, negándose a mostrar debilidad.

Sabía que su padre esperaba que se comportara impecablemente en estos eventos, y no iba a defraudarlo, por mucho que esos comentarios mordieran su confianza.

Pero los cuchicheos no cesaban, y cada palabra parecía tallar su orgullo.

-¿Has notado lo delgada que está? -Susurró un grupo de mujeres al pasar cerca de ella.

-Probablemente intentando impresionar a alguien... -Otra risa, fría y despectiva, resonó a su alrededor.

El calor subió a sus mejillas, no de ira esta vez, sino de vergüenza.

Apretó los puños bajo las mangas de su hanbok, respirando hondo, tratando de mantener el control.

Sin embargo, con cada paso que daba, sentía como si el suelo se desmoronara bajo sus pies.

Sabía que había perdido algo de peso, pero no por razones frívolas.

Todo se debía al riguroso entrenamiento que realizaba junto a Tobe. Sin embargo, esos detalles no parecían importar cuando las voces mordaces de los invitados perforaban su autoconfianza como dagas afiladas.

-¿De verdad crees que Ring-ring puede manejar la empresa? -Se mofaba uno de los magnate, con su tono cargado de condescendencia.- Las mujeres rara vez son buenas líderes en este tipo de industria.-

-Está aquí solo porque es la hija de Dong King, seguro que no tiene idea de lo que está haciendo...-Una carcajada resonó, agria y venenosa, secundada por su compañero.

El peso de sus palabras se sentía como un ancla que la arrastraba hacia el abismo. Avanzaba por la fiesta como una sombra, cada paso más pesado que el anterior.

Los murmullos sobre su vestido, su cuerpo, sus capacidades... Todo formaba una espiral oscura que la envolvía, haciendo que su confianza se desmoronara, pedazo a pedazo.

El eco de las risas burlonas seguía retumbando en sus oídos, mientras las marcas de su transformación surgían en su piel cada vez más, un reflejo físico del caos emocional que intentaba contener.

Respiraba profundamente, una y otra vez, intentando calmarse, intentando recordar que ella era perfecta, que no debía perder el control.

Pero incluso esa perfección ahora parecía una carga insoportable.

Finalmente, después de lo que le parecieron siglos de críticas y miradas despectivas, encontró un rincón apartado.

Se dejó caer en un sofá, sus manos temblando ligeramente mientras miraba al suelo. Todo en su interior se sentía distorsionado. El mundo en el que había crecido, el lugar donde siempre había pensado que pertenecía, ahora parecía ajeno, como si ella fuera una intrusa.

Antes de que pudiera perderse más en sus pensamientos, una voz familiar rompió el silencio.

-¡Ring-ring! ¡Querida, te he estado buscando por todas partes!-

La peli azul levantó la vista, sorprendida de encontrarse con Smella, quien la miraba con entusiasmo.

-O-Oh, hola Smella... -La joven intentó sonreír, aunque el gesto no alcanzó a borrar la tristeza en sus ojos. Se levantó de golpe, tratando de aparentar normalidad.

-¡Qué gran fiesta, querida! -La diseñadora exclamó, observando la decoración con admiración.- Definitivamente, esto fue obra tuya...-

-T-Todo es gracias a mi padre...-respondió Ring-ring, su voz temblando ligeramente mientras trataba de encontrar seguridad en esas palabras.

-Escuché que él está por aquí... -Smella se giró hacia ella, pero su mirada se congeló al notar el hanbok.- ¡Q-Querida! ¿Qué pasó?-

-¿Eh? ¿A qué te refieres?-Ring-ring dio un paso atrás, alarmada por la reacción de Smella.

-Linda, pensé que habías confeccionado algo especial para hoy... -La diseñadora se acercó, sus ojos escaneaban el atuendo tradicional de Ring-ring, claramente desconcertada.

-O-Oh... sobre eso... -La peli azul bajó la mirada, la vergüenza coloreando sus mejillas.- Pensé que esto era más adecuado para la ocasión...-

Smella frunció el ceño, percatándose del tono inseguro en la voz de la joven. Su reacción la inquietó. Sin decir más, levantó el mentón de Ring-ring con suavidad, forzándola a mirarla directamente a los ojos.

-Querida... -La diseñadora sonrió levemente.- Mientras te sientas bien con lo que llevas, eso es lo único que importa.-

La diseñadora podía intuir que algo más rondaba en la mente de Ring-ring, pero decidió no presionar. Su mirada se suavizó, ofreciendo una salida sin confrontación.

-Entonces, ¿Qué te parece si vamos por unas bebidas? -Smella sugirió , intentando aligerar el ambiente.

-C-Claro... -La peli azul forzó una sonrisa, su mente aún en otro lugar mientras guiaba a Smella hacia la barra. Sin embargo, antes de llegar, se detuvo, sacó su teléfono y se alejó lo suficiente para hacer una llamada rápida.

-¿Te están atacando o...?-

-¡N-No idiota!-

-Entonces ¿Qué quieres?-

-Tobe... ella está aquí.-El tono de Ring-ring se tornó serio de inmediato.

-¿¡En serio!? -La voz del samurái sonaba emocionada al otro lado de la línea.

-Sí, es hora de poner en marcha el plan. -La joven miró hacia la multitud, buscando la figura de Smella.

-Entendido, Asegúrate de que esté en la posición correcta.-

-Lo haré. -La peli azul cortó la llamada con determinación y volvió con Smella, sonriendo como si nada hubiera sucedido.-Vamos, la barra nos espera.-

Mientras tanto, Tobe estaba en otra zona de la fiesta, acompañado por varios guardaespaldas que, a pesar de cumplir con su deber, parecían disfrutar del evento tanto como los invitados. La música resonaba, las luces centelleaban, y la opulenta atmósfera hacía que todo pareciera más grandioso.

-¡Oye, Smit! -Tobe se acercó a uno de los guardaespaldas, quien estaba en medio de una conversación animada con sus compañeros.

-¿Todo bien, Tobe? -Smit le lanzó una mirada curiosa.

-Tu jefe solicitó tu presencia.-

-¿¡Qué!? ¿¡Sucedió algo!? -El hombre se tensó de inmediato, la preocupación pintada en su rostro.

-¿¡Qué está pasando!?-Los otros guardaespaldas se al armaron ante el grito de Smit.

-¡Calma! No ha pasado nada grave -Tobe alzo una mano para tranquilizar a los demás guardaespaldas, que ya comenzaban a preparar sus armas.-Todo está bajo control.-

Los hombres soltaron un suspiro colectivo, volviendo a sus conversaciones y bebidas. Smit, por otro lado, seguía nervioso.

-Ven, no querrás hacerlo esperar. -Tobe sonrió con suficiencia, guiando a Smit hacia la salida que conectaba con el salón principal de la fiesta.

-¡S-Sí! -El guardaespaldas lo siguió, claramente aún inquieto, mientras el ambiente a su alrededor se volvía cada vez más denso con el murmullo de los invitados.

La noche estaba en su punto más alto, con la elegante fiesta en pleno apogeo. Las risas, la música y las conversaciones resonaban en cada rincón.

Tobe y Smit se abrían paso entre los invitados, la ansiedad en el rostro de Smit era evidente.

A diferencia del samurái, que caminaba con una confianza imperturbable, Smit no podía evitar sentirse fuera de lugar.

Los guardaespaldas de otras empresas se mantenían atentos, pero también compartían entre sí sonrisas nerviosas, sabiendo que cualquier error podía costarles caro en un evento de este calibre.

-Tobe, pensé que mi jefe estaba buscándome. -Smit miraba a su alrededor, cada vez más confundido.

-Ah, sí... mencionó algo acerca de la barra de bebidas. -El samurái saludaba casualmente a los invitados que lo reconocían, como si estuviera disfrutando de una fiesta personal.-Tal vez le guste uno de los cócteles especiales.-

-Es cierto... al señor Long le encantan los cócteles que sirven aquí. -Smit intentaba sonar profesional, pero no podía evitar el nerviosismo en su voz.

-Además... podríamos aprovechar para tomar algunos tragos también. -Tobe le dio un par de palmaditas en la espalda a Smit, con una sonrisa astuta.

-Caray, Tobe, para ser honesto, realmente admiro tu valentía... -El guardaespaldas sonrió levemente.

-¿Por qué tendría que tener miedo? -El samurái rio con una arrogancia despreocupada, como si el peso del ambiente no le afectara en lo más mínimo.

-B-Bueno... aquí hay gente muy poderosa -Smit bajó la voz, lanzando miradas furtivas a los magnates y empresarios que se movían por el salón con una confianza que él no compartía.-Es normal que alguien como yo se sienta... un poco intimidado.-

-¡Ja!-Tobe sonrió, pero esta vez la sonrisa no alcanzó sus ojos.-He lidiado con cosas peores, No me asusta un grupo de ricachones...-Bufo, aunque algo en sus palabras sonó más forzado de lo que esperaba.

¿Por qué?

Nunca había tenido problemas con situaciones como esta.

¿Por qué, ahora, esa sensación de no pertenecer?

-Cómo me gustaría volver a ser joven para tener esa confianza...-Smit sonrió con algo de resignación, pero también admiración.

Tobe desvió la mirada por un momento, observando a las personas que lo rodeaban. Hombres con trajes impecables, mujeres con vestidos de diseñador, todos moviéndose con una elegancia y una seguridad que, de repente, le hicieron sentir algo extraño.

Entonces, sus ojos encontraron a Ring-ring, radiante en su hanbok, hablando con otros invitados con una naturalidad que lo desarmaba.

Era como si ella estuviera brillando entre la multitud, mientras que él, por primera vez en mucho tiempo, se sentía... inferior.

¿Inferior?

Sacudió la cabeza, apartando ese pensamiento.

¿De dónde diablos vino eso?

No podía permitirse pensar así.

-Bueno -El samurái aclaró su garganta esforzándose por sonar despreocupado, aunque algo en su tono revelaba una leve inquietud.-Creo que en parte se debe a que soy amigo de la anfitriona.-

-¿De verdad? -Smit lo miró sorprendido.-Vaya... no es muy común que los jefes consideren a sus empleados como amigos.-

-Mi jefa no es como los demás -El samurái sonrió de forma genuina esta vez, pero sin poder apartar del todo esa extraña sensación que le pesaba en el pecho.- Ella y yo... nos entendemos.-

-Me alegra que ya se lleven bien...-Smit sonrió.

Tobe lo miró de reojo, midiendo sus palabras. La complicidad entre él y Ring-ring era evidente, pero era un secreto que no todos comprendían.

-Sí, sí... lo que sea. Vamos por una bebida antes de que te encuentres con...-El samurái se sobresaltó.-¡T-Tu jefe! -Se apresuró a corregir su tono, casi dejando escapar más de lo que debía.

-E-Esta bien... -Smit no parecía darse cuenta del traspié, demasiado concentrado en su nerviosismo.

Se dirigieron a la barra de bebidas, donde la multitud seguía conversando, las copas tintineando al chocar en brindis. En cuanto llegaron, las miradas de Tobe y Ring-ring se encontraron como si hubiera sido ensayado.

En ese instante, un destello de entendimiento cruzó entre ellos, una chispa que hizo que los ojos de la peli azul brillaran con una travesura casi maliciosa.

Ring-ring asintió sutilmente, con un gesto calculado que Tobe captó al instante. Sabía que era el momento de poner en marcha el siguiente paso del plan. Mientras él seguía caminando con Smit, la peli azul hizo un movimiento apenas perceptible, pero suficiente para hacer que Smella tropezara.

El pie de Smella se enganchó ligeramente con el borde de la alfombra, y en un parpadeo, perdió el equilibrio, tambaleándose hacia atrás. El murmullo de la fiesta parecía amortiguarse mientras su caída se desplegaba como en cámara lenta. Desde su posición detrás de ella, Smit reaccionó de inmediato, sus reflejos aún estaban intactos a pesar del paso de los años.

El tiempo pareció detenerse cuando sus manos la sujetaron con firmeza pero con una delicadeza que hizo que el momento pareciera más íntimo de lo que cualquier observador podría notar.

Smella, apoyada en los brazos de Smit, lo miró con ojos llenos de sorpresa.

Habían pasado tantos años desde que sus caminos se habían separado, y ahora, tras todo ese tiempo, allí estaban, tan cerca como no lo habían estado en mucho tiempo.

Los latidos de sus corazones resonaban en sus pechos, sincronizados en ese instante en que sus miradas se encontraron.

Un sinfín de recuerdos de su juventud pareció desbordarse en un solo segundo.

Aquellos días en los que se amaban, en los que el mundo les parecía pequeño comparado con lo que sentían el uno por el otro, regresaron a sus mentes como una ráfaga.

-¿Smit...? -La diseñadora susurró, sin poder ocultar la mezcla de sorpresa y confusión en su voz.

-S-Señorita Smella... -La voz del guardaespaldas era temblorosa mientras la ayudaba a ponerse de pie nuevamente.

Sus manos permanecieron en contacto unos segundos más de lo necesario, como si ninguno de los dos estuviera listo para dejar ese momento atrás.

Tobe y Ring-ring, que observaban desde una distancia prudente, se miraron con una chispa de complicidad y discretamente chocaron los cinco. Su plan había sido un éxito rotundo.

-Deberíamos dejarlos solos... -La peli azul murmuró, sujetando el brazo del samurái con una sonrisa astuta.

-¿Por qué? -Tobe alzó una ceja, claramente no leía bien el ambiente.

-Ugh, eres tan tonto... -Ring-ring lo miró con una mezcla de exasperación y diversión antes de arrastrarlo lejos del reencuentro que habían orquestado.

Mientras caminaban juntos, el samurái observó cómo la expresión de la peli azul comenzaba a cambiar. Su habitual seguridad parecía desvanecerse poco a poco, y su mirada se volvía distante.

-Vaya, esta fiesta sí que está infestada de tipos ricos... -Tobe murmuró, tratando de romper el hielo.

-S-Sí... -

-¿Estás bien? -El samurái frunció el ceño, notando el cambio en su energía.

-O-Oh, por supuesto que estoy bien... -La joven fingió un bostezo exagerado, intentando parecer despreocupada.-Solo estoy un poco agotada.-

-Se nota... -Tobe replicó, sin pensarlo mucho.

-¡¿C-Cómo que se nota?! -La peli azul exclamó, frunciendo el ceño y cruzando los brazos, claramente a la defensiva.

Tobe sonrió levemente, disfrutando del ligero tono combativo en su voz. Aunque sabía que algo la estaba molestando, prefería darle espacio hasta que estuviera lista para hablar.

-Debería volver a mi puesto... -El samurái suspiro pesadamente.-Fyah casi se desmayó la última vez que me escabullí.-

-¿Te escabulliste? -Ring-ring lo miró de reojo, intrigada.

-Sí, mis ninjas querían algunos autógrafos, pero esos chicos lindos de ese grupo de K-pop se creían demasiado como para prestarme atención... Así que digamos que en su auto les espera un pequeño panal de abejas...-Tobe sonrió con malicia.

-¡¿E-Estás loco?! -

-¡Tenía que vengarme! -El samurái replicó, con una sonrisa orgullosa.

-Definitivamente estás loco... -La joven suspiró.

-Entonces, te veo más tarde... -Tobe dio un ligero toque en el brazo de Ring-ring mientras comenzaba a alejarse, pero fue detenido por un gesto inesperado.

-¡E-Espera! -La voz de Ring-ring lo detuvo, y antes de darse cuenta, ella estaba sujetando delicadamente su mano.

El contacto hizo que ambos se sobresaltaran un poco, y Ring-ring retiró su mano rápidamente, como si hubiera sido un error.

-¿Qué pasa? ¿Tienes hambre otra vez?-El samurái alzó una ceja mirándola de reojo.

-¡N-No! -La joven protestó, frunciendo el ceño, pero sus ojos delataban algo más profundo.

Tobe inclinó la cabeza, observándola con detenimiento. Sabía que había algo que ella no estaba diciendo, algo que la mantenía en silencio.

-Entonces, ¿Qué pasa? -El samurái insistió, esta vez con más suavidad.

Ring-ring tragó saliva, sintiendo un nudo formarse en su garganta. Los comentarios que había escuchado durante la fiesta seguían rondando en su mente, pero las palabras no salían de sus labios.

Quería hablar, quería decirle cómo aquellos cuchicheos la habían afectado, pero sentía que mostrarse vulnerable era una debilidad que no podía permitirse.

La soledad que había sentido durante toda la velada se esfumó en cuanto Ring-ring se encontró con el samurái.

Era como si su sola presencia le diera un respiro, una especie de refugio silencioso en medio de la tormenta social que la rodeaba.

Pero esa sensación no tardó en convertirse en una mezcla de emociones que ni siquiera ella podía comprender del todo.

-S-Se que sonará tonto, pero... creo que eres el único amigo que tengo en estos momentos -La peli azul murmuró, mientras sus manos se aferraban con fuerza a su falda. Las palabras salieron más rápido de lo que hubiera querido, vulnerables, pero sinceras.

-¿Qué hay de Smella? -El samurái alzó una ceja, como si no entendiera del todo la profundidad del comentario de Ring-ring.

Ella lo miró con incredulidad, parpadeando rápidamente para contener la molestia que comenzaba a arder en su pecho. Tobe, sin duda, tenía una habilidad innata para arruinar los momentos delicados. Su mirada bajó hacia el suelo, la frustración aumentando.

-E-Ella ya está con Smit... -La peli azul murmuró mientras evadía su mirada.-Y...me gustaría que te quedes un rato más.-

El samurái, por un instante, sintió un pinchazo en el pecho al verla tan vulnerable, algo que no solía mostrar. Su respuesta no fue inmediata, como si buscara las palabras adecuadas, aunque sabía que no era precisamente el mejor para esas cosas.

-Ya veo... entonces, creo que podría quedarme aquí y... -Tobe sonrió levemente mientras se recargaba sobre la joven.

Pero antes de que pudiera terminar la frase, la tranquilidad se rompió abruptamente.

-¡Tobe! -La voz de Fyah, aguda y decidida, irrumpió en la escena mientras se acercaba a gran velocidad, agitando una servilleta de tela como si fuera un arma. Sin mediar palabra, golpeó al samurái en la cabeza con fuerza.-¿¡De nuevo te estás escabullendo!? ¡Es la quinta vez!-

Ring-ring miró a Tobe, que solo se encogió de hombros con una expresión despreocupada, guiñándole el ojo con una sonrisa juguetona. Estaba claro que los reclamos del gerente no le preocupaban en lo más mínimo.

-Vuelve a tu puesto inmediatamente... -El gerente lo sujeto de la oreja, casi arrastrándolo hacia la dirección opuesta.

-F-Fyah, espera... yo le pedí a Tobe que viniera aquí... -interrumpió Ring-ring, su voz era vacilante pero lo suficientemente firme como para que Fyah se detuviera.

El gerente, todavía con la mano en la oreja de Tobe, se volvió para mirarla, levantando una ceja incrédulo.

-¿Eso es cierto? -Fyah miro al samurái con incredulidad.

-Obviamente...-Tobe asintió con supuesta naturalidad.

-¿Y por qué lo llamó a él, señorita Ring-ring? Sabe que, si necesita algo, puede recurrir a mí...-

Ring-ring se quedó sin palabras por un momento, sintiendo una extraña presión en su pecho. Sabía que había razones que no podía explicar, como la seguridad que sentía al tener a Tobe cerca, pero no tenía el valor para verbalizarlas.

-B-Bueno, es que... -La peli azul intentó responder, pero su voz quedó atrapada en su garganta.

Antes de que pudiera continuar, la imponente figura de Dong King apareció en escena, provocando que los tres se sobresaltaran. Fyah soltó a Tobe inmediatamente, enderezándose como un soldado ante su superior.

-Ring-ring... -La voz profunda de su padre llenó el aire, calmada pero autoritaria.-Querida, quiero que me acompañes a hablar con algunos posibles socios.-

El corazón de Ring-ring se detuvo por un segundo. No tenía escapatoria.

-S-Sí, padre... -La peli azul asintió levemente, aunque en sus ojos había un brillo de resignación. Miró de reojo a Tobe, buscando algo en su mirada, quizás una despedida silenciosa, pero su padre ya comenzaba a alejarse, y ella no tuvo más opción que seguirlo.

-¡Y tú, vuelve al trabajo! -El gerente espetó, empujando a Tobe hacia su puesto con un gesto brusco, sin darse cuenta del pequeño intercambio de miradas que había pasado entre el guardaespaldas y la hija del anfitrión.

El samurái observó cómo Ring-ring se alejaba con su padre, y pudo ver claramente la tristeza que se apoderaba de su rostro con cada paso que daba.

Algo dentro de él se agitó, una mezcla de frustración e impotencia.

Sabía que ella estaba luchando contra algo, algo que no podía expresar, y él no podía hacer nada al respecto en ese momento.

Mientras se dirigía hacia su puesto, el samurái apretó los puños, sintiendo que no había hecho lo suficiente por ella esa noche.

Aunque se mostrara despreocupado, una parte de él no podía ignorar lo que veía: el brillo de la peli azul parecía extinguirse.

Más tarde, la fiesta estaba en su máximo esplendor. Las luces bañaban el salón con destellos dorados, la música suave se mezclaba con las risas y el tintineo de las copas de cristal. Todo era un derroche de elegancia y lujo, y la energía en el aire era palpable, como una promesa de grandes momentos por venir.

Dong King, el magnate cuyo poder era evidente con solo su presencia, caminaba por la sala hablando con varios socios clave.

A su lado, Ring-ring lo acompañaba, cada paso suyo irradiaba gracia y confianza.

Aunque por dentro, la joven sentía que se desmoronaba un poco más con cada sonrisa que forzaba. Se obligaba a mantener su compostura, ofreciendo asentimientos y palabras amables, mientras las conversaciones giraban en torno a inversiones, estrategias de mercado y expansiones futuras.

Los socios no podían evitar quedar impresionados. No solo era la belleza de Ring-ring lo que los atraía, sino su inteligencia aguda y su conocimiento profundo de la empresa.

A pesar de los desafíos que enfrentaba, se negaba a ceder terreno.

Esta era su oportunidad de demostrar que podía manejar el negocio, que podía ser tan fuerte como cualquier hombre en la sala.

Mientras las conversaciones continuaban, su padre, con su usual tono satisfecho, se inclinó hacia ella.

-Sabía que estos socios se unirían a nosotros -El magnate asintió.-Has hecho un gran trabajo, querida.-

Ring-ring le devolvió una sonrisa, pero algo en su interior no podía relajarse del todo.

-¿De verdad lo crees? -La peli azul intento que su voz sonara tan segura como su apariencia.

-La empresa estará en buenas manos contigo -Dong King la miró con intensidad, sus palabras eran a la vez una afirmación y una advertencia.-No me decepcionarás, ¿Verdad?-

Ring-ring, sintiendo el peso de esas palabras, se enderezó con firmeza.

-¡Por supuesto que no! -La peli azul lo miro con una sonrisa, aunque por dentro un nudo apretaba su estómago.

-Hay algunos socios más que me gustaría que conocieras.-El magnate la guio hacia un grupo de jóvenes empresarios.

Entre ellos estaba Christopher, y al verlo, una punzada de mal presentimiento recorrió su espalda.

Las alarmas internas de Ring-ring se dispararon, pero no podía hacer nada más que seguirle el juego a su padre.

-¡Donnie! -Algunos de los jóvenes saludaron a Dong King de forma casual, como si fueran viejos conocidos, la familiaridad entre ellos era desconcertante.

-Chicos, espero que estén disfrutando de la fiesta... -El magnate mantuvo su sonrisa controlada que usaba cuando ya estaba ganando una partida antes de que siquiera comenzara.

-Ha sido una velada encantadora...-Christopher intervino , dirigiéndose a Ring-ring con una sonrisa que tenía algo de depredador.-Y parece que mejora aún más con la presencia de la señorita Ring-ring.-

La joven forzó una sonrisa, pero sentía cómo esa incomodidad empezaba a crecer bajo las miradas insistentes de los demás.

-Espero que esta ocasión sea ideal para fortalecer lazos comerciales.-Dong King, lanzó una mirada significativa al grupo, su tono frío, pero calculado.

-Eso sería un verdadero placer... -Christopher no apartaba la vista de Ring-ring, y su sonrisa burlona la hacía sentir atrapada, como si estuviera bajo un microscopio.

Ella deseaba poder cambiar el tema, o mejor aún, desaparecer. Su piel se erizaba bajo la intensidad de sus miradas, y por un momento, sus labios se movieron con intención de hablar, de excusarse.

-Papá, yo...-

Pero su padre la cortó con rapidez.

-Entonces, me retiraré por un momento -El magnate anunció, cortando cualquier esperanza de escape.-Los dejaré conversando mientras tanto... -Sus ojos encontraron los de su hija, y la confianza implícita en su mirada era tan pesada como una cadena de hierro.

-¡Por supuesto! -Rio el grupo de jóvenes, sin apartar los ojos de ella, como si la diversión recién empezara.

Ring-ring sintió cómo el pánico comenzaba a latir bajo su piel. Su padre se alejaba, dejándola sola con esas sonrisas afiladas.

-P-Pero, ¿A dónde vas? -La peli azul intento no dejar ver su nerviosismo.

-Voy a prepararme para el brindis...-Dong King se dio la media vuelta.-Te dejaré a cargo de nuestros invitados.-

Las palabras resonaron en su cabeza, pesadas y llenas de expectativas. Ring-ring tragó saliva y asintió, obligando a sus labios a dibujar una sonrisa más.

-Por supuesto... -La joven murmuró, más para sí misma que para ellos, mientras su padre desaparecía entre la multitud.

Christopher avanzó un paso hacia ella, su mirada cargada de esa mezcla de arrogancia y atracción que la hacía querer retroceder. El grupo reía entre murmullos, intercambiando miradas cómplices.

Ring-ring, aunque intentaba no mostrarlo, sentía cómo el aire se volvía más denso a su alrededor, el calor de las luces la asfixiaba, y el nudo en su garganta se hacía más grande con cada segundo que pasaba.

Pero no, no podía permitirse flaquear.

Esta era la oportunidad para mostrarles que era más que la hija de Dong King, más que una cara bonita. Tenía que salir de esta situación con la cabeza en alto, se sentía sola para enfrentar el peso de los invitados y las conversaciones que ahora recaían sobre sus hombros.

-Vaya, señorita Ring-ring...-El rubio comenzó, dejando que sus palabras cayeran con lentitud.-Tu padre debe estar muy orgulloso de ti...después de todo su hija es tan joven, tan hermosa, y tan... obediente.-

El grupo soltó una risa baja, casi susurrante, que se mezclaba con la música de fondo. Ring-ring se obligó a sonreír, aunque por dentro sentía cómo el nudo en su garganta crecía.

-Gracias... -La joven respondió con un tono seco, intentando mantener la compostura.-Mi deber es asegurarme de que estén disfrutando de la fiesta.-

-Oh, lo estamos disfrutando... -Otro de los jóvenes intervino.-Aunque creo que la presencia de una mujer tan encantadora como tú mejora todo.-

-Luces muy linda esta noche.-Comentó uno de los jóvenes, su tono claramente era insinuante.-Debes haber pasado horas arreglándote solo para nosotros.-

El grupo estalló en carcajadas, pero los comentarios no cesaron.

-¿Sabes? Deberías sonreír más...Te ves mucho más adorable así. -

-Lástima que estés tan ocupada con los negocios, podrías... relajarte un poco con nosotros.-

Ring-ring apretó las manos en puños, ocultándolos tras su espalda mientras las palabras seguían cayendo como dagas. Sabía que no podía permitirse reaccionar. Si perdía el control, su padre lo sabría, y eso solo empeoraría las cosas.

-Estoy bien así, gracias. -La peli azul intento sonar firme, pero la tensión en su voz era evidente.

-¿Estás segura? -Christopher avanzó otro paso, acercándose peligrosamente.-Pareces un poco tensa... quizás porque no tienes a tu "perro guardián" cerca. -Las risas estallaron a su alrededor mientras los demás hombres intercambiaban miradas de burla.

-¿Te refieres a Tobe...?-La peli azul sabía que el rubio trataba de buscar venganza luego de la humillación qué sufrió por parte de su guardaespaldas.

-Tal vez no estés eres tan fuerte cuando no tienes a tu perro protegiéndote, ¿Eh? -Christopher la miró con esa sonrisa burlona que tanto la irritaba. Ring-ring mantuvo la mirada, negándose a ceder ante su provocación.

-No olvides lo que te dijo... -La joven replicó, con el mentón en alto.-Tobe fue muy claro contigo y créeme, si te atreves a pasarte de listo de nuevo, hará que vuelvas a llorar como una mariquita...-

-¿Ah, sí? -La sonrisa del rubio se congeló por un segundo, pero rápidamente se transformó en una mueca llena de desprecio.-Dime, Ring-ring, ¿Qué clase de "trato" tienes con tu guardaespaldas? -

-Uno totalmente profesional, por supuesto...-

-Oh no, esto va mucho más allá...-Hizo una pausa, saboreando cada palabra antes de dejar caer la bomba.-Quizá... ¿Logró llevarte a la cama? Después de todo, parece que tienes una debilidad por él...-

El grupo estalló en carcajadas, y Ring-ring sintió que la rabia le quemaba el pecho. Apretó los dientes, intentando controlar las lágrimas que amenazaban con aparecer. Pero ya no podía soportarlo.

-¿Disculpa?-

-Alguien tan sobreprotector como él... debe estar recibiendo algo a cambio.-El rubio miro a la joven de reojo con una sonrisa, provocando que ella se sobresaltara ligeramente.

-¡No tienes ni idea de lo que hablas!-La peli azul espetó, alzando la voz, lo suficiente para que todos se callaran.-Tobe no es como ustedes ¡Él es un millón de veces mejor que cualquiera en este grupo de imbéciles!-

-¿De verdad crees eso? -Christopher arqueó una ceja, su sonrisa ahora más afilada que nunca y hablo con tono sarcástico.-Pronto te darás cuenta de que él no es más que un empleado, un simple sirviente que está haciendo su trabajo.-Se encogió de hombros.-No le importas en lo más mínimo, Ring-ring, solo te sigue porque le pagan para hacerlo y...cuando dejes de serle útil, desaparecerá.-

Las palabras de Christopher la golpearon como un puñetazo, pero Ring-ring no estaba dispuesta a dejar que él viera cuánto la afectaban.

-Prefiero confiar en Tobe antes que en alguien como tú, que no vale ni lo que cuesta la ropa que llevas puesta...-La joven soltó con desprecio, su voz afilada como un cuchillo.-No eres más que un cobarde qué cree que ganará algo de autoestima diciendo cosas tan desagradables como esa...-

Christopher, claramente irritado, dio un paso hacia ella, pero antes de que pudiera decir algo más, Ring-ring giró sobre sus talones y se alejó, con la cabeza en alto.

La música seguía envolviendo el ambiente, pero para ella, todo se sentía lejano, mientras intentaba mantenerse firme, sus ojos, casi de forma instintiva, buscaron a Tobe entre la multitud.

Tal vez, solo tal vez, encontrarlo la ayudaría a recuperar ese poco de control que sentía perder.

Al mismo tiempo el magnate se retiró hacia una habitación apartada, dejando a la joven en medio de la fiesta.

En otra parte del salón, el samurái Tobe se deslizaba entre la multitud con la misma sutileza que una sombra, manteniéndose siempre fuera del radar de Fyah.

Su mirada, buscaba a su jefa. Algo en su interior le decía que ella no estaba bien, que detrás de su sonrisa educada y su compostura perfecta, Ring-ring necesitaba ayuda.

Pero antes de que pudiera alcanzarla, sus ojos captaron una escena inquietante: Dong King, su figura imponente, se dirigía hacia una puerta en el fondo, seguido de cerca por Fyah.

Justo cuando Dong King iba a entrar en la habitación, algo cayó de su bolsillo, golpeando el suelo con un pequeño tintineo.

Tobe se detuvo, su instinto le dijo que no ignorara ese detalle.

Se acercó y recogió el objeto: un elegante reloj de bolsillo. Las manecillas brillaban bajo las luces del salón, pero lo que realmente lo desconcertó fue la sensación de urgencia que lo invadió al sostenerlo.

-¿Debería devolverlo ahora o más tarde? -El samurái murmuró para sí mismo, aunque algo más lo empujaba a seguirlos.

Cauteloso, se acercó a la puerta de la habitación donde habían desaparecido Dong King y Fyah, y justo antes de llamar a la puerta, las voces del otro lado comenzaron a filtrarse.

Tobe se detuvo, se quedó en el aire a unos escasos centímetros de la puerta, indeciso entre su lealtad a Ring-ring y la creciente sospecha que lo hacía quedarse a escuchar.

Dentro de la habitación, Fyah, siempre diligente, se apresuraba a servirle un vaso de whisky a Dong King, que se acomodaba en un amplio sofá de cuero.

-¡Felicitaciones, señor! La fiesta ha sido un rotundo éxito, como siempre. -El gerente lo miro con una sonrisa demasiado amplia, casi ansiosa por el elogio.

-Lo sé, todo salió según lo planeado, como siempre... gracias a mí. -El magnate replicó, con una frialdad que hizo que el whisky en sus manos pareciera más amargo de lo que realmente era.

-¡Por supuesto, señor! Y debo decir que estoy realmente contento de que finalmente esté pasando más tiempo con la señorita Ring-ring.-Fyah, todavía sonriendo nerviosamente, intentó mantener la conversación ligera.

Dong King lo interrumpió, su tono era cortante, casi despectivo.

-No estoy haciendo esto por ella, ni por ninguna clase de amor paternal.-

El silencio que siguió fue tan espeso que incluso Tobe, del otro lado de la puerta, sintió cómo el aire en la habitación se tensaba.

-¿S-Señor? -El gerente parpadeó, incrédulo.

Dong King dio otro trago antes de posar el vaso sobre la mesa de cristal con un golpe sutil, pero firme. Su mirada oscura reflejaba algo mucho más siniestro que la preocupación por su hija.

-Ring-ring... es mi "bien" más preciado. Y como cualquier bien valioso, debe mantenerse bajo control. -El magnate murmuró, su voz baja pero impregnada de una fría determinación.

El vaso giraba entre sus dedos, y con cada giro, sus palabras parecían volverse más pesadas.

-Pero ella es una líder excepcional, señor. La gente la respeta, incluso la admiran... -Fyah intentó defenderla, aunque su voz se apagaba ante la intransigencia del magnate.

-Tal vez, aún tiene mucho que aprender.-Dong King rio entre dientes, una risa breve y sin alegría.-No es perfecta... no todavía.-

Tobe, del otro lado de la puerta, se quedó paralizado.

Cada palabra de Dong King resonaba como un eco frío en su mente.

La forma en que hablaba de Ring-ring, como si no fuera más que una pieza en su tablero, un peón en su juego, le revolvía el estómago.

Ese hombre, su propio padre, no la veía como una hija, sino como una propiedad, un recurso que podía moldear y utilizar a su antojo.

El samurái apretó los puños, conteniendo la furia que empezaba a bullir en su interior.

Quería irrumpir en esa sala, enfrentar a Dong King, pero sabía que eso solo empeoraría las cosas.

En cambio, respiró profundamente, controlando el temblor en sus manos, y se obligó a escuchar más. Tenía que saber hasta dónde llegaba la oscuridad de las intenciones de ese hombre.

Fyah, con cierta vacilación en su voz, se aventuró a continuar:

-Señor King, perdóneme si me excedo, pero... creo que su hija es extraordinaria, ha estado al frente de la empresa y lo ha hecho de manera excepcional, los socios la respetan y muchos la admiran.-

-¿Excepcional? -El magnate repitió, casi burlándose.-Tal vez...Pero lo que a ti te parece extraordinario es simplemente el cumplimiento de su deber, es lo mínimo que se espera de alguien en su posición. -Tomó un sorbo más de su whisky antes de posar su vaso con delicadeza en la mesa.- Admito que en algún momento consideré retirarme por completo, dejarla a cargo, pero cuando vi su interés por esas tonterías...como la "moda"... Me hizo cuestionar su enfoque.-

El desprecio en la voz de Dong King era palpable, como si los sueños y ambiciones de Ring-ring no fueran más que caprichos infantiles a sus ojos. La mención de la moda parecía activar en él una mezcla de disgusto y decepción.

-P-Pero señor...-

-Ella es solo una pieza más en el tablero... No confío en que una mujer, ni siquiera mi hija, pueda llevar las riendas de algo tan grande como esta empresa.-

Tobe, sintió una punzada de ira que le recorrió el cuerpo. No solo por las palabras despectivas de Dong King, sino por la frialdad con la que hablaba de su propia hija.

Ring-ring no era solo una pieza en su juego empresarial, no era una herramienta para moldear a su antojo.

Era una mujer fuerte, capaz, con sueños que iban más allá de los planes calculados de su padre.

Pero para Dong King, esos sueños no parecían tener valor.

El samurái respiró profundamente, intentando calmar la rabia que hervía en su interior. Pero fue en vano.

La injusticia de la situación, la fría manipulación de Dong King, era más de lo que podía soportar.

-Tonterías, dice... -Tobe murmuró para sí mismo, apretando el reloj de bolsillo en su mano.

Sin pensarlo dos veces, lo lanzó al suelo con un golpe seco, el sonido del metal chocando contra el mármol resonando en el pasillo.

Sin mirar atrás, se retiró rápidamente, dejando el reloj roto como símbolo de su desprecio.

Sus pasos lo llevaban de vuelta al salón, donde las luces brillaban y las risas de los invitados llenaban el aire.

Pero su mente estaba en otro lugar.

Recordaba cada palabra de la conversación que acababa de escuchar.

Dong King no veía a su hija como una persona, sino como una posesión que debía controlar y moldear a su imagen.

Y eso era algo que Tobe no podía permitir.

Mientras cruzaba el salón, sus ojos buscaban a Ring-ring entre la multitud.

La imagen de ella, de pie junto a su padre, sonriendo ante los socios mientras intentaba ocultar su nerviosismo, le dolía.

Sabía que la joven estaba bajo una presión inmensa, atrapada entre sus propias aspiraciones y las expectativas sofocantes de su padre.

Tobe aceleró el paso, esquivando a los invitados que celebraban sin saber lo que estaba en juego.

Sabía que Dong King estaba manipulando a su hija, moldeando su futuro a su conveniencia, y no podía quedarse de brazos cruzados mientras eso sucedía.

La corazonada que lo había atormentado desde el día anterior ahora era clara como el agua.

El padre de Ring-ring estaba jugando un juego sucio, y Tobe estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para asegurarse de que ella no cayera en sus garras.

Con el corazón acelerado y la mente enfocada, el samurái atravesó las grandes multitudes, decidido a encontrarla.

La fiesta continuaba a su alrededor, ajena al torbellino de emociones que lo impulsaba, pero Tobe sabía que no podía perder ni un segundo más.

Había llegado el momento de enfrentar la verdad, de advertir a Ring-ring antes de que fuera demasiado tarde.

Su lealtad a ella no solo era una cuestión de honor, sino de algo más profundo: un vínculo que no permitiría que se rompiera.

Finalmente, la encontró en uno de los rincones más elegantes del salón, rodeada de luces cálidas y risas educadas, conversando animadamente con un grupo de invitados.

Los destellos de su cabello azul reflejaban el brillo de los candelabros, pero todo eso desapareció en el instante en que Tobe, con paso decidido y una expresión grave, rompió la burbuja de la conversación.

-Ring-ring, necesito hablar contigo... -El tono del samurái era firme, casi desesperado, lo que hizo que ella lo mirara con una mezcla de sorpresa y preocupación.

-T-Tobe... -Los ojos de la joven se movieron nerviosamente entre él y los invitados, intentando mantener la compostura.-¿Está todo bien? -Su voz era suave, pero temblaba bajo la tensión de la situación.

Tobe no se molestó en disimular su urgencia. Sus ojos se clavaron en los de Ring-ring, serios, casi suplicantes.

-Lo siento, es algo muy importante, no puede esperar.-La angustia en la voz del samurái no pasó desapercibida para su jefa, quien se tensó al instante.

-Está bien... -La peli azul desvío la vista momentáneamente hacia sus invitados.-Disculpen, parece que tenemos que dejar nuestra charla para otro momento... -Su sonrisa cortés era solo una fachada.

-Vayamos a un lugar más privado -Tobe murmuró, inclinándose ligeramente hacia ella.

Ring-ring lo miró con creciente curiosidad, su inquietud apenas contenida.

Asintió, y juntos se dirigieron hacia una de las habitaciones apartadas del bullicio de la fiesta. Mientras caminaban, la atmósfera en torno a ellos cambiaba drásticamente. Las risas y la música se desvanecían, sustituidas por el sonido de sus pasos apresurados y la tensión palpable entre ellos.

Al llegar, Tobe cerró la puerta con cuidado, asegurándose de que nadie los escuchara.

-Oye... ¿Estás bien? -La peli azul cruzo los brazos mientras lo observaba con preocupación.-No me digas que Fyah te está buscando otra vez...-

-¡No! -El samurái negó de inmediato, sacudiendo la cabeza.

-Entonces... ¿Qué está pasando? -

Tobe respiró profundamente, como si las palabras que estaba a punto de decirle pesaran demasiado.

-Ring-ring, escuché una conversación entre tu padre con Fyah y...Fue...fue inquietante.-Tobe aclaró su garganta, como si incluso recordar esas palabras fuera un esfuerzo titánico.

-¿De qué estás hablando, Tobe?-Ring-ring frunció el ceño, claramente confundida y un poco irritada.-Mi padre siempre habla de negocios, eso no tiene nada de raro... -Su tono era defensivo, pero el samurái notó el ligero temblor en su voz.

-No es solo negocios esta vez, Ring-ring... -El samurái dio unos pasos en la habitación, su mente todavía girando con la conversación que había presenciado.-¡Mierda! No sé cómo decírtelo de otra manera.-Se rasco la nuca, era evidente que estaba muy nervioso.

-Ugh...Solo dilo, tengo que volver a la fiesta.-

-Escucha, sé qué crees que la relación con tu padre mejoró pero...-Tobe hizo una pausa, clavando sus ojos en los de ella.-Él...te está engañando...-

-¿Q-Qué quieres decir con eso?-

-Tu padre... no te ve como más que una pieza en su juego empresarial, escuché cómo hablaba de ti... como si fueras solo una marioneta.-

Ring-ring se tensó visiblemente, sus ojos se llenaron de incredulidad. No podía, no quería, creer lo que escuchaba.

-No puedes estar hablando en serio...-La joven frunció ligeramente el ceño, su voz temblando de enojo y confusión.

-Él quiere controlarte, no le importa lo que tú quieras o lo que te haga feliz.-El samurái se detuvo frente a ella.-Él te está utilizando para sus propios fines.-

El silencio cayó entre ellos como una losa. El rostro de Ring-ring, al principio incrédulo, se fue endureciendo.

-N-No puedes estar hablando en serio... -La voz de la joven era apenas un susurro al principio, pero el enojo comenzó a infiltrarse.-Mi padre ha trabajado duro para construir esta empresa, Y yo... quiero seguir su legado, porque ese es mi sueño...¿¡Cómo puedes decir eso!?-

-¡Él no te permitirá seguir tu propio camino si eso no beneficia sus negocios! -El samurái colocó sus manos sobre los hombros de ella.-¡Te está manipulando! Tal vez incluso más de lo que te das cuenta.-

-¡Basta! -Ring-ring se alejó, sus ojos destellaban ira.-¡No puedes entender lo que significa ser parte de esta familia! ¡No puedes entender lo que mi padre ha sacrificado por mí y por la empresa! ¡Él me ama! -

-¡Por supuesto que no! -Tobe frunció el ceño.

-¡Estás equivocado! -La peli azul dio un paso hacia atrás, apartándose de su toque. La frialdad en su mirada era evidente.-¡Mi padre solo quiere lo mejor para mí! Ha hecho sacrificios, ha... ha confiado en mí para que lidere la empresa. ¡No tienes idea de lo que dices!-

-¡Sí lo sé! -El samurái exclamó, su voz subió de tono, el peso de sus emociones estaba desbordándose.-¡Yo quiero lo mejor para ti! ¡Quiero que seas feliz, que sigas tus propios sueños, no los que él te imponga! ¡Él no te dejará libre! -Su desesperación era palpable, y sus palabras colgaban en el aire entre ellos, cargadas de una verdad que ella no quería escuchar.

Ring-ring lo miró, sus labios temblando mientras trataba de contener las lágrimas.

-Mi padre... -La peli azul comenzó, su voz se quebraba.- Mi padre me ama. Él nunca me haría algo así. Tú... tú no puedes entenderlo.-

-Tal vez...te ama a su manera. -El samurái miro fijamente a la joven.-Pero eso no significa que sus deseos sean los tuyos ¡Tú amas la moda! ¡Te he visto trabajar y soñar con ello! ¿De verdad quieres renunciar a lo que te hace feliz por cumplir con sus expectativas?-

-¡No tienes derecho a decirme cómo vivir mi vida! -La peli azul grito mientras su rostro se enrojeció por la furia.-¡Yo decidiré lo que quiero hacer! ¡Y me haré cargo de la empresa porque es lo que debo hacer, no por obligación, sino porque quiero!-

-¡Te estás engañando! -Tobe dio un paso hacia ella, intentando desesperadamente que lo escuchara.-¡Siempre has defendido a tu padre! Pero...¡Él te está utilizando! ¡Te está robando la oportunidad de ser tú misma!-

La tensión en la habitación era insoportable. La peli azul, con el pecho agitado, dejó caer su mirada por un momento, las palabras de Tobe hacían eco en su mente, pero no estaba lista para enfrentarlas.

-¡No quiero escucharte más! -Ring-ring se dio media vuelta, su voz temblaba, y el aire a su alrededor comenzó a vibrar con la energía de su transformación.

Los mechones de su cabello se agitaban descontroladamente, mientras pequeñas marcas de poder aparecían en su piel, un reflejo de las emociones desbordantes que no podía contener.

-¡Pues es una lástima! ¡Tienes que hacerlo si quieres conocer la verdad!-El samurái replicó Tobe, su voz subió de tono con una mezcla de frustración y dolor.

La ira de ambos llenaba la habitación como una tormenta inminente, y Tobe comenzaba a perder la paciencia. Las emociones que había intentado mantener bajo control durante tanto tiempo finalmente emergían, y su voz, por lo general serena, ahora tenía un filo amargo.

-¡E-Eres un mentiroso! -La peli azul intentaba no mirarlo, su cuerpo temblaba, como si una batalla interna se librara en cada una de sus palabras.

-¡No lo soy! -Tobe dio un paso hacia ella, sus ojos ardían con una mezcla de tristeza y enfado.-¡No te mentiría jamás con algo así! ¡Soy tu amigo Ring-ring! ¿¡De verdad crees que inventaría algo así!?-

La palabra "amigo" resonó en el aire, como un eco de algo que ambos estaban a punto de perder. Pero en su desesperación, Ring-ring no podía ver más allá de su confusión y dolor.

-¡No lo eres! -La joven gritó, su voz se quebró, cada palabra cayendo como un golpe.-¡Solo eres mi guardaespaldas, y no tienes derecho a opinar sobre mis decisiones!-

Tobe sintió que esas palabras lo atravesaban como un cuchillo.

Su rostro se endureció, su dolor evidente en los pequeños gestos: la tensión en su mandíbula, sus puños apretados, la mirada herida que no pudo ocultar.

-Así que... "solo tu guardaespaldas"... -El samurái repitió con voz apagada, como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar.

Su mirada, normalmente cálida y protectora, se volvió fría, casi vacía. Había visto muchas batallas, había enfrentado innumerables peligros, pero nunca se había sentido tan derrotado como en ese momento.

Ring-ring, al escuchar el tono quebrado de Tobe, sintió que algo dentro de ella se rompía.

Giró bruscamente para cubrir su rostro, sus labios temblaban, y el nudo en su garganta amenazaba con hacerla estallar en llanto. Se mordió el labio inferior con fuerza, tratando de contener las lágrimas, pero el remolino de emociones en su interior era incontrolable.

¿Cómo había llegado todo a esto?

¿Por qué había dejado que esas palabras salieran de su boca?

Tobe, viéndola en esa lucha interna, no dijo nada más. Su silencio fue más atronador que cualquier palabra que pudiera haber pronunciado.

Y antes de que la peli azul pudiera decir algo, él se dio la vuelta y salió de la habitación.

Cerró la puerta detrás de él con un golpe sordo, el eco resonó en el silencio que ahora invadía el lugar.

El sonido de la puerta retumbó en el corazón de Ring-ring como una sentencia. Ahora estaba sola.

Las lágrimas que tanto había intentado contener finalmente cayeron.

Sus hombros temblaron mientras sollozaba en silencio, odiando cada palabra que había dicho, odiando la forma en que todo había salido tan mal.

Afuera, el bullicio de la fiesta continuaba como si nada hubiera pasado, pero dentro de esa habitación apartada, el aire estaba cargado de emociones no dichas, de heridas invisibles que dolían más que cualquier golpe físico.

Mientras tanto en la cocina era un hervidero de actividad, con chefs y asistentes corriendo de un lado a otro entre el humo de las sartenes y los aromas exquisitos que flotaban en el aire.

El bullicio era constante, pero cuando Tobe entró, su presencia pareció calmar la energía por un breve instante.

Con una mirada sombría y pasos pesados, el samurái se movía entre las bandejas y los gabinetes con un propósito silencioso.

Sin decir una sola palabra, comenzó a agarrar puñados de aperitivos, bocadillos y dulces, llevándoselos a la boca de manera compulsiva.

Los chefs intercambiaron miradas desconcertadas, deteniendo momentáneamente sus tareas para observar al normalmente reservado guardaespaldas comportarse de una manera tan extraña. Era como si estuviera buscando algo más que comida entre esos platos.

Eiyo, que supervisaba a los meseros desde una esquina, no tardó en notar el comportamiento inusual de su compañero.

Dejó lo que estaba haciendo y se acercó a Tobe con cautela, intentando no parecer intrusivo, pero lo suficientemente preocupado como para intervenir.

-Tobe... ¿Estás bien? -El secretario lo miro con una mezcla de curiosidad y preocupación en su tono.

El samurái se detuvo, con las mejillas llenas de pastelitos, masticando lentamente antes de tragar. Sus ojos, normalmente afilados y calculadores, ahora reflejaban una profunda incomodidad y un malestar que no podía esconder.

-Sí... -Tobe aparento calma, aunque la pesadez en su voz y sus hombros caídos decían lo contrario. Soltó un suspiro antes de continuar.-Solo...Acabo de discutir con Ring-ring.-

Eiyo arqueó una ceja, dejando escapar una pequeña risa para aligerar el ambiente.

-Bueno, eso no es precisamente una novedad... -El secretario bromeó, pero al ver la gravedad en la expresión del samurái, su sonrisa se desvaneció.-¿Qué pasó?-

-Esta vez fue diferente... -Tobe admitió, su voz un susurro lleno de frustración. Sus dedos temblorosos se cerraron alrededor de otro puñado de aperitivos, pero no los llevó a la boca. Solo los apretó, como si de alguna manera aquello pudiera calmar el torbellino en su interior.

-¿Qué quieres decir con "diferente"? -Eiyo colocó una mano sobre el hombro del samurái, su mirada era sincera e inquisitiva.

Tobe dudó por un momento, sus ojos clavados en el suelo de azulejos, antes de finalmente soltar lo que llevaba dentro.

-Escuché a Dong King y a Fyah hablando... sobre ella, sobre lo que él realmente piensa. -

El tono del samurái se endureció al recordar cada palabra que había oído.

Luego relató, con voz grave, la conversación que había presenciado en secreto.

Cada palabra que compartía con Eiyo lo hacía sentir más vulnerable, pero al mismo tiempo, como si liberara un peso que llevaba sobre sus hombros desde aquella fatídica conversación.

Eiyo escuchó en silencio, sus ojos cada vez más abiertos mientras comprendía la magnitud de lo que Tobe estaba diciendo.

-Vaya... -El secretario murmuró finalmente, sin encontrar palabras que pudieran expresar completamente su sorpresa.-Nunca imaginé que el señor King pudiera ser tan... despiadado con su propia hija.-

-Eso no es lo peor...-El samurái añadió, con una amargura palpable.-¡Lo peor es que Ring-ring no me cree! ¡Piensa que estoy mintiendo! Y que solo soy... su guardaespaldas. -Las palabras salieron como veneno de su boca, y sin pensarlo, devoró otro puñado de comida, como si eso pudiera calmar la rabia y la tristeza que lo consumían por dentro.

Eiyo soltó un suave suspiro y con un toque de empatía, palmeó el hombro de su amigo.

-Hiciste bien en decírselo.-La voz del secretario era calmada, pero firme.- Tal vez solo necesita tiempo para procesarlo, es mucho lo que le has dicho, y...no debe ser fácil para ella aceptar que su padre la ve como una pieza más en su juego.-

Tobe rio, pero fue una risa amarga, sin humor alguno.

-Da igual. -La mirada del samurái se volvió distante, como si ya no estuviera allí, sino en otro lugar.-Tal vez es mejor que se quede siendo la hija perfecta de su padre, yo... regrese a Sooga.-

-Tobe, no tomes decisiones precipitadas. -Eiyo frunció el ceño, alarmado ante esa confesión.- Esto es una situación complicada, sí, pero tal vez las cosas se puedan resolver con el tiempo...-Se inclinó ligeramente hacia él, intentando capturar su atención de nuevo

Justo cuando Eiyo parecía haber calmado un poco la tormenta interna de Tobe, un mesero irrumpió en la cocina, claramente agitado.

-¡Oigan, mi bicicleta desapareció! -El joven exclamó, con los ojos desorbitados.

-¿Tu bicicleta...? -El secretario Eiyo lo miró con incredulidad, como si intentara comprender la urgencia del problema.

-¡Estaba estacionada en la entrada y ahora no está! -El mesero gesticulaba frenéticamente, su voz al borde del pánico.

Tobe, que había estado masticando en silencio, levantó la vista, aún con el ceño fruncido. Pero en lugar de continuar con su frenesí alimenticio, sus ojos se enfocaron repentinamente.

-Ugh...-El samurái frunció el ceño ante los lloriqueos del mesero.-¿Qué no hay cámaras de seguridad?-

-¡Qué gran idea Tobe!-Eiyo sonrió levemente y miro al mesero.-Afortunadamente hay cámaras por todas partes.-

-¿En todas partes?-El samurái alzó una ceja con curiosidad

-¡Claro! El señor King es muy estricto con la seguridad.-

-¡Eso es!-Tobe sonrió y se reincorporo de golpe.-¡Vamos a revisar esas cámaras! -

-¡Si! Así encontraremos al ladrón.-El mesero sonrió.

-¿¡A quién le importa tu bicicleta!? -El samurái prácticamente tomo a Eiyo entre sus brazos y salió de la cocina con una gran sonrisa, dejando al pobre chico.

Unos minutos más tarde, después de recomponerse y arreglar cuidadosamente su peinado, Ring-ring estaba lista para escuchar el discurso de su padre.

Sin embargo, las palabras de Tobe seguían resonando en su mente, como una espina que no podía ignorar.

El salón estaba lleno de vida: el murmullo de las conversaciones, la música suave en el fondo, y el constante tintineo de copas que marcaba el ritmo de la velada.

Luces doradas bañaban el lugar, y una atmósfera de celebración se apoderaba de todos los presentes. Dong King, desde la mesa principal, se levantó con una confianza palpable. Su porte imponente y la sonrisa calculada dejaban claro que era el centro de atención, el hombre del momento.

-Queridos amigos y colaboradores...-La voz grave del magnate lleno cada rincón del salón, obligando a todos a detenerse y prestarle atención.-Hoy celebramos un hito importante en la historia de nuestra empresa...Han sido años de trabajo arduo, de sacrificios y, sobre todo, de visión...-

Ring-ring, sentada cerca, lo miraba con una mezcla de admiración y ansiedad. Ella conocía mejor que nadie el esfuerzo que su padre había puesto en la empresa, y siempre había sentido orgullo de estar a su lado, siendo parte de esa historia.

Pero esta vez, algo se sentía diferente.

Mientras lo escuchaba, no podía evitar esperar que él reconociera su esfuerzo, su propio sacrificio. Había trabajado tanto para ser la heredera perfecta, para estar a la altura de las expectativas de su padre.

-Cada desafío que enfrenté me hizo más fuerte, cada obstáculo que superé fue una oportunidad para demostrar lo que soy capaz de lograr...-Dong King continuó, su tono adquiría una intensidad que capturaba la atención de todos.- Y es gracias a mi dedicación, a mi visión y, por supuesto, a mi capacidad de liderazgo, que hoy estamos aquí, celebrando el éxito de esta empresa que se ha convertido en un referente mundial.-

Las palabras se sentían frías, casi robóticas para Ring-ring, quien apretó los puños bajo la mesa, sus uñas clavándose en la palma de sus manos.

¿En qué momento mencionaría su papel?

¿Cuándo hablaría de todo lo que ella había hecho por la empresa?

Su corazón latía con fuerza, esperando con ansias ese reconocimiento, pero el silencio sobre su nombre se hacía cada vez más largo.

-Así que hoy quiero brindar por mis logros, por todo lo que he alcanzado.-Dong King alzo su copa con una sonrisa orgullosa.-Y agradecerme a mí mismo, por mi esfuerzo incansable y mi visión inquebrantable ¡Porque sin mí, nada de esto sería posible!

Un estruendoso aplauso se levantó en el salón. Los invitados sonreían y brindaban con entusiasmo, lanzando elogios hacia Dong King.

Pero para Ring-ring, ese aplauso sonaba lejano, como un eco hueco. Su estómago se revolvía, y la realidad la golpeó como una bofetada.

Ni una mención a ella.

Ni una palabra sobre su contribución.

La verdad comenzó a filtrarse en su mente como veneno. Las palabras de Tobe, aquellas que había rechazado con tanta vehemencia, ahora flotaban en el aire, implacables: "Él te está utilizando para sus propios fines."

Y por primera vez, un pequeño atisbo de duda se abrió paso en su corazón.

¿Había estado ciega todo este tiempo?

Dong King, en cambio, seguía recibiendo los elogios, disfrutando de la atención que tanto le gustaba.

Para él, esta celebración era una manifestación de su éxito personal, de su capacidad para construir un imperio.

¿Pero a qué costo?

Ring-ring, aún sentada, sentía como si el suelo bajo sus pies se estuviera desmoronando.

Su sonrisa, esa sonrisa perfecta que tanto había practicado, comenzaba a desvanecerse.

Se sentía invisible, como una sombra que nadie notaba en medio del brillo de la fiesta. Sus manos temblaban levemente mientras intentaba mantener la compostura.

Con la vista perdida, de repente sus ojos se cruzaron con los de Tobe, quien estaba al otro lado del salón, observándola en silencio.

Su mirada era penetrante, casi como si pudiera ver a través de la fachada que había mantenido durante tanto tiempo.

Y en ese instante, algo cambió dentro de ella.

Quizás, solo quizás, Tobe no era solo su guardaespaldas.

Quizás, era la única persona que realmente la entendía, el único que se preocupaba por su felicidad y no por su papel en la empresa.

Sin decir una palabra, Ring-ring se levantó de la mesa.

Los aplausos y las risas continuaban a su alrededor, pero ella ya no podía seguir allí.

Se sentía sofocada, atrapada en una red de expectativas y deberes que ya no podía soportar.

Mientras se alejaba del salón, las luces y los sonidos de la fiesta se desvanecían a su espalda, pero su mente seguía anclada en ese único pensamiento:

¿Quién era realmente para su padre?

Con cada paso que daba, se sentía más abrumada por una mezcla de tristeza y decepción.

Su vida, que hasta ese momento había estado definida por los sueños de otro, ahora se desmoronaba ante sus ojos. Y lo peor de todo, era que ya no estaba segura de cuál era su lugar en ese mundo.

Ring-ring se dirigió a una habitación apartada, lejos del bullicio y las luces que tan solo intensificaban su malestar.

Las risas y los brindis se amortiguaban detrás de las gruesas paredes, pero no lograban acallar la tormenta en su pecho.

Se sentó en un rincón, abrazando sus rodillas, intentando convencerse de que había una razón lógica para la omisión de su padre.

Seguramente fue un descuido...

O tal vez estaba concentrado en algo más importante...

Las excusas no llenaban el vacío que sentía.

El sonido suave de la puerta al abrirse la sacó de sus pensamientos. Tobe entró, cerrando la puerta tras de sí con la misma delicadeza, como si entendiera que cualquier ruido abrupto podría hacerla estallar en mil pedazos. No necesitaba preguntar cómo se sentía; la tristeza en los ojos de Ring-ring lo decía todo.

Sin pronunciar una palabra, el samurái se acercó lentamente. Sus movimientos eran calculados, llenos de una paciencia y una comprensión que siempre habían estado allí, aunque ella apenas lo había notado antes.

Al llegar a su lado, sin mediar palabra, sacó su teléfono, navegando por los archivos con dedos firmes pero controlados. Ring-ring lo observaba, incapaz de decir nada, la curiosidad mezclada con un extraño temor comenzaba a nacer dentro de ella.

Tobe comenzó a reproducir el video que había grabado en secreto. En la pantalla, la imagen de Dong King y Fyah llenaba la habitación con su presencia ominosa. Las palabras de su padre fueron un golpe directo al pecho de Ring-ring.

-Ella es solo una pieza más en el tablero... No confío en que una mujer, ni siquiera mi hija, pueda llevar las riendas de algo tan grande como esta empresa.-

El eco de esas palabras resonó, golpeando los muros de la pequeña habitación como una bofetada invisible.

La joven sintió que el suelo bajo sus pies se tambaleaba, que el mundo que había conocido toda su vida comenzaba a desmoronarse.

La verdad estaba allí, cruda e innegable.

Su propio padre la veía como un simple peón en su gran esquema, incapaz de confiar en ella más allá de su utilidad superficial.

Las lágrimas comenzaron a formarse en sus ojos, quemándole las mejillas mientras caían lentamente.

No podía apartar la mirada de la pantalla, como si la imagen de su padre conspirando la hubiera hipnotizado.

Cada palabra que escuchaba desgarraba su corazón un poco más.

Cuando el video terminó, Tobe apagó el teléfono y lo guardó.

Se quedó en silencio, permitiendo que el espacio entre ellos se llenara con el sonido de la respiración entrecortada de Ring-ring.

No había necesidad de hablar. Él sabía que cualquier palabra sería insuficiente para calmar la tormenta interna que ahora rugía dentro de ella.

-No puedo creer que... que él realmente piense así de mí...-La joven murmuró, su voz estaba rota y vacilante. Era como si el peso del mundo hubiera caído sobre sus hombros de golpe.-Mi propio padre...-

Tobe, con una expresión sombría, dio un paso adelante, deseando consolarla, pero sabiendo que no podía reparar lo que acababa de romperse.

-Ring-ring...-

Ella se levantó de repente, su cuerpo temblando mientras sus emociones fluctuaban entre la incredulidad y la culpa. Su mente buscaba desesperadamente una razón para todo, pero cada respuesta solo la hería más.

-Entonces... -La voz de la joven se quebró antes de continuar.-Después de todo... soy yo quien tiene la culpa, ¿Verdad?-

-¡Oye, no digas eso! -Tobe frunció el ceño, dando un paso más hacia ella...- No puedes culparte por esto.-

-No, es cierto... -Ring-ring comenzó a caminar de un lado a otro, su mente acelerada, su corazón pesado.-Mi padre tiene razón, tal vez no soy lo suficientemente buena para dirigir la empresa, Él ya lo decidió, después de todo... -Se rio amargamente, las lágrimas aun deslizándose por su rostro.-Solo soy su hija... una hija inestable con un carácter bipolar, que se transforma cuando se molesta... ¡Tal vez nunca fui más que eso para él!-

Su voz aumentaba en intensidad con cada palabra, mientras sus emociones fluctuaban entre la ira y la desesperación. Se sentía atrapada en una realidad donde sus esfuerzos, sus sacrificios, todo lo que había hecho para ganar la aprobación de su padre, se habían reducido a nada.

-Escucha, Ring-ring. -El samurái, sin apartar la vista de ella, dio otro paso, manteniendo la calma aunque su propia frustración comenzaba a hervir.-No puedes culparte a ti misma por las expectativas poco realistas de tu padre.-

-¿¡Has visto cómo me miran sus socios!? -La voz de Ring-ring vibraba con una mezcla de furia y desasosiego, subiendo de tono con cada palabra.-Algunos me ven como si fuera una niña jugando a los negocios, otros... -su mirada se oscureció.- Otros me miran como si fuese una "muñeca".-

-¿Qué...? -Tobe frunció el ceño, su mandíbula apretándose. Un escalofrío recorrió su espalda ante la idea de alguien viéndola de forma inapropiada.

-¡Sus asquerosas miradas me hacían sentir tan... incómoda! -La ira de Ring-ring estalló en su voz, temblando como si fuera una tormenta a punto de desatarse.

-¿¡Quien fue!?-El samurái dio un paso hacia ella, al parecer tendría que poner a muchos sujetos en su lugar.

-¿Y qué me dices de las mujeres de esta maldita fiesta? -La peli azul espetó, casi sin darle tiempo de respirar.- ¡Con sus miradas llenas de celos y desprecio! ¡No puedo soportarlas!-

-B-Bueno... -Tobe comenzó, pero fue interrumpido.

-¡Yo no quería usar este ridículo vestido en primer lugar! -Ring-ring, en un arrebato de frustración, comenzó a desabrocharse el Hanbok con manos temblorosas.- ¡No es mi culpa ser más linda que ellas! -

-Es... es envidia -El samurái murmuró, sin saber qué más decir, con la mirada fija en ella mientras tiraba de la prenda.

De repente, Ring-ring lanzó la parte superior de su vestido al suelo, revelando su espalda desnuda. A pesar de que todavía llevaba puesto su sostén, Tobe no pudo evitar sentirse nervioso, desviando rápidamente la mirada con un ligero rubor subiéndole por el cuello.

Pero las palabras que estaban por salir de su boca se detuvieron cuando ella continuó hablando.

-¡Ya estoy harta de todo esto! -La joven grito y resonó en la habitación, cargada de años de frustración reprimida.

-Ring-ring... -Tobe intentó acercarse, su corazón palpitando al verla así, desmoronándose ante sus propios ojos.

Era como si su mundo estuviera colapsando y él no supiera cómo sostenerlo.

-Desde que era una niña... -La voz de la joven temblaba, quebrándose con la carga emocional.-Siempre he sentido que tenía que ser perfecta, en todo... -Ring-ring empezó a caminar de un lado a otro, como si las palabras pudieran aliviar el peso que llevaba en sus hombros.- Ser la hija de Dong King, la heredera... siempre fue una carga, todos esperando que fuera la sucesora perfecta, que no cometiera errores, que fuera igual a él.-

Tobe la escuchaba en silencio, el dolor en su rostro evidente mientras cada una de sus palabras perforaba su corazón.

-Pero por más que lo intenté... nunca me sentí lo suficientemente buena. -La peli azul paró de repente, su respiración era agitada, y sus ojos comenzaron a brillar con lágrimas contenidas.-Era como si siempre me faltara algo, como si nunca pudiera cumplir con esas malditas expectativas...M-Me esforcé tanto en ser lo que todos querían de mí, que al final olvidé quién era yo misma. -Su mirada se hundió en el suelo, y las primeras lágrimas rodaron por sus mejillas.

Tobe apretó los puños, queriendo hacer algo, decir algo, pero sabía que este era su momento, su catarsis.

Ella tenía que soltar todo ese peso que la estaba consumiendo.

-Cuando empecé a diseñar, a confeccionar mi propia ropa... -Una risa suave, rota, escapó de los labios de la peli azul.-Carajo...fue la primera vez en años que sentí felicidad... pura y auténtica.-Suspiro pesadamente.

La tensión en la habitación era palpable, como si cada palabra que ella decía la acercara más al borde de un abismo emocional.

-Incluso ahora, la sensación de no ser lo suficientemente buena sigue ahí...-La voz de Ring-ring se quebraba mientras sus manos temblaban al cubrir su rostro.-E-Es como si siempre tuviera que demostrar algo... como si estuviera persiguiendo una perfección que nunca podré alcanzar.-

Las lágrimas rodaban por sus mejillas sin control, su cuerpo sacudido por pequeños sollozos que no lograba contener.

La presión de años de expectativas y exigencias acumuladas finalmente la estaba aplastando.

Tobe, observando la escena, sintió una punzada de impotencia.

Verla así, rota, desgarraba su corazón más de lo que hubiera querido admitir.

-Es agotador... -La peli azul confesó, su voz se rompió por el llanto.- A veces siento que nunca voy a poder liberarme de esto... de esta maldita presión que me consume.-

-Oye... -Susurró Tobe, dando un paso hacia ella con una mezcla de suavidad y cautela.

Quería decir algo que le diera consuelo, pero las palabras parecían quedarse atoradas en su garganta.

-¡Jamás seré perfecta! -Ring-ring sollozó, cayendo en el sofá como si sus piernas ya no pudieran sostener el peso de su angustia.

Sus manos cubrían su rostro mientras las lágrimas fluían sin freno.

-¡Ring-ring! -Tobe cruzó la distancia que los separaba en un segundo, arrodillándose frente a ella y sujetando sus hombros con firmeza, pero con una delicadeza que demostraba lo mucho que la respetaba.- Deja de hablar y escúchame, solo...escúchame, por favor.-

La joven levantó lentamente la mirada, sorprendida por la seriedad en los ojos del samurái.

Tobe la sostuvo con firmeza, como si con su presencia pudiera anclarla a la realidad, alejándola del mar de dudas y autocrítica en el que se estaba ahogando.

-Escúchame bien, Ring-ring...-El samurái comenzó y su voz era más suave de lo que jamás había usado.- Nadie es perfecto ¡Nadie! ¿Me oyes? La perfección es una mentira que solo sirve para que nos castiguemos a nosotros mismos. Nos hace creer que nunca seremos suficientes... pero tú lo eres, eres más que suficiente.-

Ring-ring no pudo apartar los ojos de él. Las palabras de Tobe eran como un bálsamo, como si con cada una de ellas borrara un poco de la presión que había soportado por tanto tiempo.

-Eres apasionada, valiente, y amas lo que haces con todo tu ser. Eres inteligente, divertida... -Tobe sonrió levemente.- Y muy fuerte, demasiado diría yo...-Soltó una pequeña carcajada.-Tu determinación es inquebrantable ¿Eso suena como alguien que no es suficiente?-

El corazón de la joven dio un vuelco. Las palabras del samurái perforaban su dolor, llenando los vacíos que las críticas y las expectativas habían dejado en su interior.

Sus sollozos comenzaron a calmarse, aunque las lágrimas seguían cayendo, ahora con menos amargura.

-Y déjame decirte algo más...-El samurái continuó, enderezándose un poco mientras la miraba con ternura.- No tienes que demostrar nada a nadie, excepto a ti misma...¡A la mierda las expectativas de los demás! -Exclamó, levantando los brazos con una sonrisa tan sincera que, por primera vez en mucho tiempo, Ring-ring sintió un rayo de luz en medio de su tormenta.

Una risa suave, apenas un susurro, escapó de los labios de la peli azul mientras secaba las lágrimas de su rostro con las manos.

-Tobe... -La joven murmuró, sintiendo que algo dentro de ella se aflojaba, como si un peso insoportable hubiera comenzado a desvanecerse.-L-Lamento mucho haberte dicho que solo eras mi guardaespaldas, no fue justo... fui una idiota.-

-El capitán me ha dicho cosas peores -El samurái se encogió de hombros restándole importancia mientras le daba un par de suaves palmadas en la cabeza, con esa cercanía cómplice que solo ellos compartían.

-No, en serio... -Ring-ring se incorporó un poco, mordiéndose el labio con arrepentimiento.- Me dejé llevar por los halagos que nunca recibí de mi padre, y... fui injusta contigo. -Sus ojos se llenaron nuevamente de lágrimas.-¡D-De verdad lo siento! -

Por un instante, Tobe se vio reflejado en el dolor de Ring-ring, en esa lucha interna que ambos compartían, aunque desde diferentes ángulos.

Algo en su interior lo impulsó, y sin pensarlo dos veces, la rodeó con sus brazos.

El gesto fue instintivo, cálido, lleno de una ternura que rara vez mostraba.

Al principio, la joven se quedó rígida, sorprendida por la cercanía repentina. Pero el calor del abrazo la envolvió como una manta en una noche fría, y, poco a poco, se permitió hundirse en él.

Se aferró a él con una fuerza que casi le sorprendió.

Era como si, en ese abrazo, ella estuviera sosteniendo no solo a él, sino también las piezas de su mundo, tratando de que no se desmoronaran a su alrededor.

Sus dedos se apretaron contra la tela de su chaqueta, aferrándose a la única cosa que en ese momento parecía real y tangible.

-No necesitas ser perfecta... -El samurái murmuró suavemente, inclinando su cabeza lo suficiente como para que su voz llegara directamente a los oídos de la joven.-Solo necesitas ser tú misma.-

Esas palabras cayeron como un bálsamo sobre el alma herida de Ring-ring.

Había pasado tanto tiempo intentando ser algo que no era, persiguiendo una perfección que nunca podría alcanzar.

Pero en ese instante, todo su esfuerzo, todo el dolor y la frustración, parecieron disolverse como humo.

Las lágrimas volvieron a brotar, pero esta vez, no eran de tristeza ni de impotencia.

Eran lágrimas de liberación, de alivio.

Finalmente, estaba soltando una carga que llevaba demasiado tiempo sobre sus hombros.

-T-Tobe... -La voz de la peli azul temblaba, mientras sus sollozos suaves escapaban de sus labios.-G-Gracias...-

Él no respondió.

No había necesidad.

Solo mantuvo sus brazos alrededor de ella, ofreciéndole el único consuelo que podía en ese momento.

El silencio de la habitación era casi palpable, roto solo por la respiración entrecortada de Ring-ring, que poco a poco iba encontrando un ritmo más calmado.

Para Tobe, ese abrazo no era solo un consuelo para ella, sino también una reafirmación de algo más profundo.

A pesar de todo lo que había pasado, siempre estaría ahí para ella, como un pilar firme en medio de cualquier tormenta.

El tiempo pareció detenerse. El ruido del mundo exterior se desvaneció, dejando solo el calor de su contacto.

Para Ring-ring, era como un oasis en medio de un desierto emocional. Durante tanto tiempo había estado tratando de ser fuerte, de cumplir con todas las expectativas, pero en los brazos de Tobe, por fin se permitía ser vulnerable.

Sin embargo, el samurái empezó a sentir cómo el abrazo de Ring-ring se volvía...algo fuerte, tal vez demasiado. Con una ligera mueca de incomodidad, sintió cómo sus órganos comenzaban a comprimirse bajo la presión.

-Y-Ya puedes soltarme... si te sientes mejor... -Tobe trato de mantener un tono ligero mientras intentaba recuperar algo de aire.

La joven no reaccionó de inmediato. Estaba inmersa en su propio torbellino de emociones, pero algo en las palabras de Tobe la sacó de su trance.

Una extraña sensación, como un cosquilleo suave pero insistente, recorrió su estómago.

Sentía mariposas revoloteando en su interior, algo que no había experimentado en mucho tiempo.

Su corazón dio un pequeño salto, y sus mejillas se ruborizaron sin que pudiera evitarlo.

Ring-ring se apartó bruscamente de Tobe, su corazón desbocado resonando en sus oídos.

Por un momento, el mundo parecía haberse detenido, pero cuando la realidad volvió a instalarse, la habitación se le hizo pequeña. Afuera, la fiesta seguía. Risas, música, el sonido lejano de conversaciones vacías. Todo eso contrastaba con el caos que sentía dentro de sí misma.

-Lo siento... -La peli azul murmuró, incapaz de mirarlo a los ojos.

El abrazo, el calor de su cuerpo, había despertado en ella sensaciones que no comprendía del todo.

-S-Sí, como sea... -Tobe aclaró su garganta, mientras se quitaba su chaqueta y, con una mezcla de nerviosismo y cortesía, la envolvía alrededor de los hombros de Ring-ring, tratando de no mirarla directamente.-S-Solo cúbrete...-

-Por el amor de Dios, Tobe...-Ring-ring lo miró con una ceja alzada y soltó una risa sarcástica.-Ya las viste, no tienes por qué actuar así...-

El rostro de Tobe se puso rojo como un tomate, y su ceño se frunció casi al instante.

-¡N-No me lo recuerdes! -El samurái replicó con un bufido, desviando la mirada mientras intentaba mantener la compostura.

La peli azul se ajustó la chaqueta de Tobe, abrochándola con cuidado. El aroma que emanaba de la prenda la reconfortaba de alguna manera que no lograba comprender del todo, como si ese simple gesto la hiciera sentir protegida.

-Entonces... ¿Qué pasará ahora? -Tobe alzó una ceja.

-Ugh... no tengo idea. -La joven admitió con franqueza, pero al instante agregó.-Pero de algo estoy segura.-

-¿De qué? -El samurái la miró con genuina curiosidad.

Ring-ring suspiró, más aliviada de lo que quería admitir, y una pequeña sonrisa curvó sus labios.

-Que no pienso hacerme cargo de la empresa de mi padre.-La peli azul sonrió con una determinación que no había sentido en años.

La reacción de Tobe fue instantánea. Soltó una carcajada inesperada, una que resonó en la habitación con una mezcla de alivio y orgullo.

-¡Ja! Sabía que recapacitarías... -

Ring-ring lo miró, sintiendo cómo una nueva ola de confianza la invadía.

-No pienso volver a ser su marioneta...-

El samurái la observó, notando el cambio en su actitud, y asintió lentamente, como si aprobara su resolución.

-Entonces deberías hacérselo saber de una buena vez...-Tobe le sugirió con una sonrisa torcida, mientras se dirigía hacia el fondo de la habitación.

-¿Y cómo se supone que haga eso? -Ring-ring entrecerró los ojos, cruzándose de brazos.-No creo volver a verlo después de la fiesta, y mucho menos podría hacerlo en medio de toda esta estúpida reunión...-

-Hablando de tu padre... -El samurái hizo una pausa, apoyándose contra una puerta cercana, y la miró de reojo con una expresión que denotaba que sabía algo que ella no.-Sabes, él me pidió que fuera un buen ejemplo para ti...-

-¿E-Eh?-Ring-ring lo miró desconcertada

-Obviamente, no pienso hacerlo. -Tobe con una sonrisa traviesa, abrió la puerta del armario, revelando una sorpresa que hizo que los ojos de Ring-ring se abrieran por completo.

-¡M-Mi vestido! -La peli azul exclamó, dando un paso adelante.-Pero... ¿Cómo ...? -La incredulidad brillaba en su rostro al ver el vestido que ella misma había diseñado, colgado con cuidado dentro del armario.

-Hice una visita rápida a tu departamento.-Tobe, satisfecho con su pequeña sorpresa, se cruzó de brazos y la miró con una sonrisa ladina.- Y, de paso, hice un par de llamadas...-

-¿A quién llamaste? -

El samurái se acercó a una cortina al lado de la puerta y, con un gesto dramático, la tiró para revelar un cuadro que había estado escondido detrás.

Era un retrato de la madre de Ring-ring, mirándola con una expresión serena, pero llena de una fuerza tranquila que parecía resonar en la habitación.

Ring-ring dio un paso adelante, con los ojos brillando, incapaz de apartar la mirada del retrato.

-V-Vaya... -La peli azul susurró, su voz estaba llena de emoción.

El samurái , sin perder el tiempo, volvió a cubrir el cuadro con la cortina de terciopelo. Se giró hacia ella con una sonrisa traviesa, mientras levantaba el vestido.

-Me encargaré del cuadro.-Tobe guiño un ojo.-Mientras tanto, deberías darte prisa y cambiarte.-

Ring-ring lo miró, todavía procesando lo que acababa de pasar.

Su mente daba vueltas, pero antes de que pudiera decir algo más, Tobe se acercó a ella, sus ojos serios por un momento mientras tiraban del broche que sujetaba su cabello.

Los largos mechones azulados cayeron en cascada alrededor de sus hombros, dándole un aire más salvaje, más libre.

-¿Q-Qué se supone que haga...? -

-Declara la guerra -Tobe se inclinó hacia ella, su mirada era intensa, casi desafiante.-

-P-Pero...¿Como?-

-Ya sabrás que hacer...-

Sin esperar respuesta, Tobe tomó el cuadro con delicadeza y salió de la habitación, dejando a Ring-ring con su vestido en la mano y el corazón latiendo como un tambor.

Ring-ring sostuvo el vestido en sus manos, su corazón latiendo con fuerza, pero esta vez no era por nerviosismo, sino por una creciente determinación.

Sabía que este era el momento en el que finalmente tomaría el control de su vida, el punto de inflexión que tanto había esperado.

Se pasó los dedos por la tela, sintiendo cada detalle, cada costura que había puesto con sus propias manos.

Ese vestido representaba su pasión, su identidad, y el camino que estaba decidida a seguir, alejada de las imposiciones de su padre.

Tobe le había dado el empujón que necesitaba, y aunque las emociones aún la embargaban, una nueva confianza comenzaba a surgir dentro de ella.

Con manos aún temblorosas, pero firmes en su propósito, comenzó a vestirse.

Cada movimiento, cada pliegue del vestido sobre su piel la hacía sentir más poderosa, más en sintonía con quien realmente era.

Se giró hacia el espejo, observándose detenidamente.

El vestido resaltaba su esencia, no solo como diseñadora, sino como una mujer que estaba decidida a luchar por su futuro.

No más marionetas.

No más expectativas ajenas.

Una sonrisa se dibujó en su rostro, pequeña al principio, pero pronto llena de satisfacción.

Era el momento de enfrentarse a su padre, de decirle que su destino ya no le pertenecía.

Mientras tanto, en el salón de la fiesta, Tobe se movía con una naturalidad casi felina, acercándose a un grupo de empleados que se encontraban desprevenidos.

Su plan improvisado había comenzado a tomar forma, y aunque él no era del tipo que disfrutara estar en el centro de atención, sabía que lo que estaba por hacer era necesario.

-¡Oigan, ustedes! -El samurái gritó con un tono autoritario y ceñudo atrayendo la atención inmediata de un par de empleados.

Los trabajadores, desconcertados, se giraron hacia él, viendo cómo dejaba caer un pesado cuadro con delicadeza en el suelo.

-¿¡Por qué me encontré con esto tirado en la bodega!? -Tobe frunció el ceño.

Los empleados intercambiaron miradas nerviosas, sin entender del todo qué estaba pasando.

No conocían a Tobe, ni sabían quién era, pero su tono demandante los hacía sudar.

-¿S-Señor...? -Balbuceó uno de los empleados, incapaz de ocultar su confusión.-¿Q-Quién es usted?-

-¿¡Que quien soy!?-El samurái exclamó, adoptando una expresión de falsa indignación.-¿¡Como se les ocurre hacer preguntas tan estúpidas!?-

-L-Lo siento es que...-

-¿¡Como es posible que no reconozcan al gerente de esta franquicia!?-Tobe se cruzó de brazos.-¡Soy Fyah!-

Los empleados se miraron entre sí, visiblemente asustados por la posible reprimenda.

-¡L-Lo sentimos mucho, señor Fyah! -Dijeron a coro, inclinando la cabeza repetidamente.

-¡Dejen de holgazanear! -El samurái ordenó, disfrutando del control que tenía en ese momento.-¡Y cuelguen eso en el centro del escenario! ¡No quiero verlos perder el tiempo!-

Los empleados, nerviosos, tomaron el cuadro con la mayor delicadeza posible y corrieron a cumplir sus órdenes, desapareciendo en dirección al escenario principal.

Tobe, satisfecho con su actuación, se detuvo un momento para observar a su alrededor.

La fiesta continuaba en pleno apogeo, con Dong King, inmerso en conversaciones banales con sus socios, completamente ajeno a lo que se estaba preparando a sus espaldas.

-El gran espectáculo está por comenzar...-Tobe pensó con una sonrisa ladeada, disfrutando del pequeño caos que había sembrado.

Unos minutos después, uno de los empleados regresó al lugar donde había dejado a Tobe, nervioso, buscando al "gerente Fyah" para confirmar que el cuadro había sido colocado.

Pero al llegar, Tobe ya no estaba.

El samurái se había desvanecido entre la multitud, dejando a los empleados confundidos y temerosos.

De pie, al fondo de la sala, Tobe observaba desde las sombras, sus ojos buscando el momento en el que Ring-ring haría su entrada triunfal.

Sabía que su próxima jugada sería la que cambiaría todo.

De vuelta en la habitación, Ring-ring se ajustó el último detalle del vestido, sintiendo cómo la tela se amoldaba perfectamente a su cuerpo.

Cada pliegue, cada hilo, cada textura era suya.

Era su creación, y en ella se sentía poderosa, más viva que nunca.

Miró una vez más su reflejo, sus ojos brillaban con la misma intensidad que su sonrisa. Ahora estaba lista.

Respiró hondo antes de salir al pasillo, su mente concentrada en lo que estaba por venir. Sabía que su padre no esperaría lo que estaba a punto de suceder.

Esta vez, sería ella quien controlara la narrativa

Fue entonces que emergió de la habitación con un aire completamente distinto, luciendo el vestido que había diseñado, caminó por la fiesta con una confianza que nunca antes había sentido.

Cada paso que daba resonaba en la habitación, y su presencia no pasó desapercibida.

Los invitados se volvieron para mirarla, sorprendidos por su belleza y elegancia. El vestido, era una obra maestra de la moda, y Ring-ring lo llevaba con gracia y seguridad.

A medida que se acercaba al escenario, podía sentir las miradas de todos sobre ella.

Algunos invitados murmuraban elogios y críticas, mientras que otros simplemente la observaban con admiración.

Pero esta vez, Ring-ring no se dejaba llevar por los comentarios, no permitía que las palabras de otros definieran su valía.

Finalmente, llegó al escenario y subió los escalones con gracia. La música de fondo cambió a una melodía suave que la acompañaba mientras se detenía en el centro del escenario.

La peli azul se dio cuenta de que tenía la atención de todos, incluido su padre.

Todo en su postura irradiaba confianza, un contraste absoluto con la mujer que había sido sometida durante tanto tiempo a la voluntad de su padre.

En ese momento, sentía el peso del poder en sus manos, sabiendo que el destino que una vez creyó inalcanzable, ahora estaba al alcance de sus dedos.

-Buenas noches, damas y caballeros...-La voz de la joven resonó con una seguridad tan serena que obligó a todos los presentes a fijar su atención en ella.

Cada cabeza giró hacia el escenario, atraída por su sola presencia.

El silencio que siguió era palpable, solo roto por el suave murmullo de la música de fondo. Ring-ring, con el micrófono en mano, caminó hacia el centro del escenario, su mirada encontrando la de Dong King.

Él la observaba desde la distancia, orgulloso al principio, pero su semblante empezaba a cambiar cuando notó la intensidad en los ojos de su hija.

-¡Quiero agradecerles a todos por acompañarnos esta noche para celebrar un aniversario muy especial! -La peli azul comenzó, su voz era clara y firme.-Esta empresa, como muchos saben, fue construida por el arduo trabajo y la determinación de mi padre, Dong King.-

La sala asintió, y muchos miraron al magnate con respeto.

Él, por su parte, sonrió levemente, recibiendo los aplausos que resonaban a su alrededor.

Sin embargo, esa sonrisa se desvaneció rápidamente cuando Ring-ring continuó.

-Pero hoy no quiero hablar únicamente de mi padre -El tono de la peli azul cambió, suavizándose pero a la vez cargado de una intención que no pasó desapercibida.-Hoy quiero hablar de alguien más, alguien cuyo nombre ha permanecido en las sombras por mucho tiempo, pero cuya influencia fue fundamental para que todo esto fuera posible...-

Dong King frunció el ceño, sus dedos apretándose alrededor del reposabrazos de su silla. Sabía que algo no iba bien, y cada palabra que su hija pronunciaba lo confirmaba.

-Quiero hablar de mi madre, Ming-Deung.-

El silencio en la sala se volvió más denso, cargado de sorpresa y tensión. Los invitados intercambiaron miradas, algunos con desconcierto, otros con creciente curiosidad.

La mayoría no sabía nada sobre la madre de Ring-ring, apenas un nombre olvidado en la historia de la empresa.

Pero la forma en que la joven hablaba de ella, con un respeto casi reverencial, despertó el interés de todos.

Ring-ring, con un paso firme, se dirigió hacia una gran cortina que colgaba al lado del escenario.

Dong King se tensó, mientras su hija daba ese paso audaz. Sabía lo que estaba a punto de hacer y el pánico se apoderó de él, aunque mantuvo su rostro impasible.

-Mi madre, Ming-Deung, no era solo la esposa de Dong King...-La peli azul continuó, deslizándose frente a la cortina.-Ella era una mujer increíble, una visionaria, cuya creatividad y fortaleza impulsaron los cimientos de esta empresa.-

Con un movimiento dramático, Ring-ring retiró la cortina, revelando un majestuoso retrato de su madre, Ming-Deung, radiante en toda su gloria.

Su rostro reflejaba serenidad y poder, como una diosa inmortalizada en la pintura. Los ojos de Ming, llenos de determinación y dulzura, parecían observar a los presentes desde más allá del tiempo.

Un suspiro colectivo recorrió la sala. Muchos se quedaron boquiabiertos ante la magnificencia del retrato, mientras otros intercambiaban susurros, intentando recordar si alguna vez habían oído hablar de ella.

Pero lo más impactante no fue el retrato en sí, sino la reacción de Dong King.

Su rostro se tornó rígido, la tensión en su cuerpo casi palpable.

No podía apartar la mirada del retrato de su difunta esposa, sus manos temblaban levemente, como si las emociones que había mantenido ocultas durante tanto tiempo estuvieran a punto de desbordarse.

Ming-Deung, la mujer a quien había amado, ahora volvía a ocupar su lugar bajo los reflectores. Y era su hija quien la había traído de vuelta.

-Mi madre era una mujer increíble...-La peli azul continuó, la emoción la recorría de pies a cabeza, como una corriente eléctrica.-No solo era una diosa en el sentido más puro de la palabra, era una visionaria, Fue su visión la que, en esencia, inspiró la creación de esta empresa.-

Las cabezas en el público se volvieron unas hacia otras, el desconcierto era evidente en los rostros de los invitados.

Nadie sabía realmente quién había sido Ming-Deung, la esposa del imponente Dong King, y mucho menos que su legado corría por las venas de Ring-ring.

La revelación era un golpe que dejaba a todos boquiabiertos. Murmullos comenzaron a recorrer la sala como un murmullo bajo, mientras la joven hablaba con una convicción que nunca antes había mostrado.

-Gracias a mi madre -La joven sonrió.- he heredado más de lo que jamás imaginé, algunos de sus... dones, y hoy quiero agradecerle públicamente por todo lo que hizo, no solo por esta familia, sino por esta empresa.-

Dong King, con los nudillos blancos de tanto apretar los puños, observaba cada movimiento de su hija con creciente enojo.

No era este el discurso que había imaginado.

No era este el tributo a su poder y control que había esperado.

La dirección que Ring-ring estaba tomando lo hacía hervir por dentro, desviándose de su narrativa perfectamente calculada.

-Esta noche...-La peli azul continuó, con una mirada intensa hacia la audiencia.-No solo celebramos el legado de mi padre, celebramos el de mi madre, quien ha estado en cada rincón de esta empresa, incluso si su nombre fue olvidado...Su influencia sigue viva, en mí y en todo lo que hacemos aquí.-

El aplauso que resonó por la sala fue ensordecedor.

La multitud, visiblemente conmovida por las palabras de Ring-ring, no podía contenerse.

Pero mientras el público aplaudía, Dong King hervía en silencio.

Su rostro se tornaba de un rojo profundo, la furia contenida lista para explotar. No podía permitir que su hija le robara el protagonismo de esa manera, menos aún con menciones a Ming, una herida que aún no había cerrado.

Ring-ring, observando el rostro de su padre desde el escenario, notó el destello en sus ojos cuando, con manos temblorosas de rabia, Dong King sacó su teléfono.

Al instante supo lo que estaba a punto de hacer.

Conocía demasiado bien a su padre.

Él no toleraba desafíos a su autoridad, y llamar a seguridad era su modo de imponer su control cuando sentía que lo perdía.

Sus ojos se ensancharon al ver cómo comenzaba a marcar números, y su corazón se aceleró.

No podía dejar que las cosas escalaran a ese nivel. No aquí, no ahora, con toda la atención sobre ellos.

-¡Gracias a todos por su tiempo esta noche! -La peli azul sonrió levemente, tomando un último vistazo al público que seguía aplaudiendo. Sus palabras apenas lograron salir con la calma que intentaba proyectar.-Espero que disfruten el resto de la fiesta. ¡Buenas noches!-

Sin perder un segundo más, dio un paso atrás y, con un movimiento rápido y preciso, desapareció detrás del telón.

Los aplausos y murmullos de la multitud la siguieron, pero Ring-ring apenas los escuchaba.

Cada fibra de su ser estaba alerta, su cuerpo en movimiento antes de que siquiera procesara la magnitud de lo que acababa de hacer.

Al otro lado del telón, sus pasos resonaban sobre el suelo de madera mientras avanzaba entre las sombras del backstage, su vestido ondeando detrás de ella.

Podía sentir su corazón latiendo frenéticamente, como un tambor de guerra, pero no se detuvo. No había tiempo para la duda ni para el miedo.

Tobe estaba allí, en las sombras, observando todo desde su rincón oculto.

Había visto la furia de Dong King reflejada en sus ojos, había anticipado lo que sucedería, y se había preparado para cualquier eventualidad.

Cuando la peli azul emergió detrás del escenario, su respiración era agitada, pero su mirada estaba fija en el samurái, quien la esperaba con una mezcla de preocupación y determinación.

Al verla aparecer, su rostro se suavizó por un instante, pero la urgencia volvió rápidamente.

Tobe no dijo nada.

No hacía falta.

Con un rápido movimiento, la tomó de la mano, y sin más preámbulo, ambos comenzaron a correr.

Atravesaron los pasillos sombríos, esquivando los bastidores mientras la tensión aumentaba. Los ecos de sus pasos resonaban como un metrónomo en el corredor vacío, acelerando con cada segundo.

Ring-ring sentía los tacones martilleando el suelo bajo sus pies, pero no podía detenerse.

Sabía que la alarma ya había saltado, y los guardias de su padre no tardarían en alcanzarlos.

Los hombres de Dong King siempre habían sido rápidos, pero esta vez, Tobe y ella lo serían aún más.

-¡Por aquí! -El samurái tiro suavemente de su mano mientras giraban por un estrecho pasillo que conducía a una escalera de emergencia.

Los latidos de su corazón se sentían como un tambor de guerra en sus oídos. A medida que subían los escalones, los ecos de los guardias se volvían más cercanos. Pero no había tiempo para mirar atrás.

Finalmente, tras lo que pareció una eternidad, empujaron la puerta que daba al techo, emergiendo a la fresca noche bajo un cielo estrellado.

El viento los golpeó en la cara, trayendo consigo un breve alivio. El contraste entre el caos interior y la serenidad del cielo nocturno era abrumador. Ring-ring se detuvo un momento, apoyando las manos en las rodillas para recuperar el aliento, mientras Tobe, siempre vigilante, oía con atención los pasos que se acercaban.

-No tenemos tiempo... -El samurái tomo nuevamente su mano.

Ring-ring asintió, aunque todavía jadeaba. Ambos sabían que no podían quedarse allí por mucho tiempo. Y mucho menos ahora, con los guardias aproximándose rápidamente.

Sin más palabras, corrieron por el tejado, esquivando antenas y saltando sobre ductos de ventilación como si sus vidas dependieran de ello, porque en cierto modo, así era. Tobe la guiaba con agilidad, con los ojos siempre atentos, asegurándose de que no hubiera sorpresas en su camino.

-¡Cuidado! -Tobe exclamó justo antes de tirar de Ring-ring hacia un lado atrayéndola hacia él, esquivando un obstáculo a último momento.

El viento silbaba a su alrededor, mientras sus cuerpos sorteaban cada desafío con precisión. Los guardias no estaban lejos, pero la oscuridad les daba una ventaja.

Se movieron como sombras, ágiles y fugaces, hasta que finalmente encontraron un refugio detrás de un grupo de equipos de aire acondicionado. Agachados, se ocultaron del mundo por un instante.

-Creo que los hemos perdido... -El samurái murmuró, su voz era baja y entrecortada por el esfuerzo. Se llevó una mano al pecho, intentando normalizar su respiración.-Pero no podemos quedarnos aquí mucho tiempo.-

-No podemos bajar...-Ring-ring miró a su alrededor, mordiéndose el labio mientras sus ojos repasaban el tejado.-Probablemente hay más guardias esperándonos.-

-Entonces tomaremos otra ruta. -Tobe miró el horizonte, buscando una salida alternativa. Tras unos segundos, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.

-¿Eh? -Ring-ring frunció el ceño, desconcertada.-¿Qué ruta?-

-Allá...-El samurái señaló con la cabeza hacia el borde del edificio.

-¡Estás loco! -La peli azul protestó, sus ojos se abrieron por completo mientras se acercaba a la orilla y observaba la distancia entre ambos edificios.-¡No pienso saltar desde aquí! ¡Si te quieres morir, adelante! Además, ¡Mi vestido no sobreviviría a eso!-

-¡No soy un suicida!-Tobe replicó, sin perder la sonrisa.-Solo digo que podríamos saltar, y si usas tus poderes, tu vestido estaría intacto...-

-Es cierto... -La peli azul murmuró, enderezándose y recuperando la compostura.-¡Ugh! ¡Lo haré!-Señalo al samurái y frunció el ceño.-Pero si algo sale mal...¡Te haré responsable!

-Acepto las consecuencias.-Tobe soltó una carcajada.

Ambos se reincorporaron, observando el otro lado del tejado con determinación. Mientras el samurái revisaba su teléfono rápidamente.

-Tu departamento está a unos diez minutos de aquí.-Tobe señaló al horizonte.-Si cruzamos hacia ese edificio, podremos evitar el resto de los guardias.-

-De acuerdo...-La peli azul asintió, posicionándose al borde del tejado junto a él, su corazón estaba acelerado pero ahora más firme.-Vamos a hacerlo.-

Ring-ring cerró los ojos un instante, concentrándose profundamente, y cuando los abrió de nuevo, había cambiado.

Su vestido rojo brillante, con intrincados detalles dorados, parecía reflejar la luz de la ciudad, y el elegante tocado adornaba su cabeza, dándole el porte de una diosa en pleno ascenso.

-¿Lista? -El samurái mantuvo su mirada fija en ella, con una mezcla de emoción y desafío.

-Sí... -

Ambos retrocedieron unos pasos, alineando sus cuerpos con la dirección del salto que los llevaría al próximo edificio.

Con un arranque de velocidad, corrieron juntos, el sonido de sus pisadas resonando sobre el techo antes de impulsarse hacia el vacío.

En el aire, Ring-ring cerró los ojos de nuevo, aunque el miedo aún latía en su pecho, había algo liberador en esa sensación de caída libre, de soltar el control, de confiar plenamente en él.

-¡Oye! ¡Abre los ojos! -El samurái soltó una carcajada vibrante, su voz llena de vida, como si estuvieran en una aventura, no en una huida.

Poco a poco, Ring-ring abrió los ojos y lo que vio la dejó sin aliento.

Ante ellos, la ciudad de Seúl se extendía como un océano de luces vibrantes, parpadeando en todas direcciones, iluminando la noche con colores que se reflejaban en las ventanas y en el horizonte.

El viento azotaba su cabello, y en ese momento, el miedo dio paso a una libertad indescriptible.

Cada salto que daban entre los edificios era como una coreografía en el aire, una danza secreta solo para ellos dos.

Las luces de la ciudad formaban un caleidoscopio de colores bajo sus pies, y los sonidos de la vida urbana se desvanecían en la distancia.

A cada giro, a cada brinco, Ring-ring se sentía más ligera, más libre.

El peso de las expectativas y las miradas críticas de la fiesta parecían haberse quedado en algún lugar muy lejano, reemplazado por esta aventura vertiginosa, donde solo importaba el aquí y el ahora.

-¡Más alto! -Tobe gritó, su voz estaba cargada de emoción, y Ring-ring respondió sin dudarlo.

Usando sus poderes, se elevó aún más, sintiendo cómo el viento fresco la envolvía, cómo el miedo se convertía en pura emoción.

Mientras ascendían entre las sombras y las luces de los rascacielos, Tobe la sostenía de la cintura con una firmeza delicada, dándole la seguridad de que nada podría salir mal.

El mundo entero parecía haberse detenido para ellos.

Los problemas, las responsabilidades y las tensiones quedaron atrás, reemplazados por risas compartidas y un sentimiento de alegría que hacía tiempo no experimentaba.

Era una sensación de vuelo, de auténtica libertad.

-Esto es increíble... -La peli azul murmuró, casi para sí misma, mientras la brisa nocturna acariciaba su rostro y el horizonte se desplegaba ante ellos como una obra de arte viva.

-¡Ja! Sabía que te gustaría...-

Giraron en el aire, sus cuerpos sincronizados como si lo hubieran hecho toda la vida.

Ring-ring no recordaba la última vez que había reído así, con el alma ligera, sin el peso de las expectativas que su apellido conllevaba.

Por primera vez en mucho tiempo, se sentía completamente ella misma.

El cielo estrellado y la ciudad que palpitaba debajo de ellos se fusionaban en un paisaje de ensueño, y en ese espacio entre el cielo y la tierra, había un instante de paz, un momento que pertenecía solo a ellos.

Cada salto, cada carcajada compartida era una declaración silenciosa.

No necesitaban nada más que esto, la noche y la compañía mutua.

Era un respiro, una liberación, un momento en el que ambos podían ser simplemente ellos mismos, lejos de las sombras de sus pasados y las cargas de sus futuros.

Más tarde, en la intimidad del departamento de Ring-ring, el ambiente estaba cargado de emociones encontradas: el alivio tras su osada huida y la euforia de haber escapado con éxito de las garras de Dong King. La suave iluminación de la habitación daba un toque acogedor al espacio, mientras el eco de la ciudad quedaba silenciado tras las paredes.

Tobe, con una sonrisa satisfecha en los labios, tomó una botella de vino que había sacado de un pequeño refrigerador cercano. El sonido del corcho al salir resonó como un símbolo de celebración silenciosa. Llenó ambas copas con un líquido espumoso, cuya burbujeante textura parecía acompañar la ligereza del momento.

-¡Por nuestra gran escapada! -El samurái exclamó, levantando su copa con una carcajada que resonó en la habitación.

Ring-ring, aún con una sonrisa brillante en el rostro, alzó su copa para chocar suavemente con la suya.

-¡Si!-La peli azul agregó, bebiendo un sorbo mientras la dulzura del vino se deslizaba por su garganta, amplificando el calor de la victoria que ambos compartían.

Se miraron por un instante, saboreando no solo el vino, sino también la tranquilidad que finalmente podían disfrutar.

-¿Crees que esto te traerá problemas?-Tobe miro a su jefa de reojo, mientras giraba el vino en su copa.

Ring-ring suspiró, dejando que su mirada se perdiera un segundo en el horizonte nocturno a través de la ventana.

-Mi padre estará furioso, sin duda...-La peli azul admitió, pero luego una sonrisa astuta apareció en su rostro.-Pero la buena noticia es que se va en unas horas, No podrá hacer mucho al respecto, al menos por ahora.-

-Entonces, ¿Qué sigue? -El samurái la observó con curiosidad, esperando su respuesta.

Ring-ring dejó su copa sobre la mesa, inclinándose ligeramente hacia él con un destello en los ojos, el mismo que mostraba cuando algo grande cruzaba por su mente.

-Es el momento de empezar mi propio imperio.-La joven sonrió.-Quiero crear mi marca, un logo que sea inconfundible... pero primero, necesito un nombre.-

-¿Qué te parece algo como... "Tobe"? -El samurái la miro con una sonrisa traviesa, esperando su reacción.

Ring-ring entrecerró los ojos con un aire de diversión, antes de soltar una pequeña carcajada.

-Ugh, no, todo el mundo pensará que vendo ropa barata. -La peli azul río más fuerte al ver la expresión ofendida del samurái.

-¿¡Barata!? -Tobe frunció el ceño con una exageración que hizo que la joven se doblara de risa.-¡Mis gustos son impecables!-

Ring-ring, aun riendo, trató de beber un sorbo de su copa sin derramar nada.

-¿Y qué pasará con la empresa de tu padre? -El samurái alzó una ceja, inclinándose hacia ella, dejando su copa sobre la mesa.

La peli azul se encogió de hombros, la seriedad también alcanzándola, aunque no del todo preocupada.

-Mientras él siga creyendo que necesita un hombre para tomar las riendas, me mantendré jugando su juego. Lo que él no sabe es que ya estoy trabajando a sus espaldas.-Ring-ring sonrió con astucia.

Tobe la miró durante un momento, con una mezcla de admiración y orgullo. Sabía que Ring-ring tenía la habilidad de manipular el tablero sin que nadie lo notara.

-Eso suena bien, pero... -El samurái sonrió.-Creo que podemos llevar esto un paso más allá.

-¿Un paso más allá? ¿Qué tienes en mente?-La peli azul levantó una ceja, intrigada.

Tobe se inclinó hacia ella con un brillo cómplice en los ojos, como si estuviera a punto de compartir un plan secreto.

-He estado investigando un poco sobre el mundo de la moda ¿Qué te parecería lanzar tu propia marca con un desfile de moda?-El samurái sugirió, su sonrisa ensanchándose mientras revelaba la idea.-Sería la entrada perfecta al mundo, con estilo, en tus propios términos.-

Los ojos de Ring-ring brillaron de emoción ante la idea. Podía imaginarlo: las luces, la música, su colección de prendas desfilando ante una audiencia boquiabierta.

-¡Eso suena increíble! -La peli azul exclamó, entusiasmada.-Pero... ¿Cómo lo haremos?-

-Ya tendremos tiempo para preparar todo...Desde los diseños hasta las modelos, la producción, los detalles de cada paso. Será duro, pero tú naciste para esto.-El samurái la miro y guiño un ojo.

Ring-ring tomó otro sorbo de su copa, pensando en lo lejos que podría llevar esa visión. Con su vestido aún puesto, se acomodó en la cama con una sonrisa, sin poder contener la emoción.

-No puedo creerlo -La peli azul murmuró.-De verdad, este podría ser el comienzo de algo grande.-

-Confía en mí, lo será...-Tobe alzó su copa nuevamente, con una risa que llenó la habitación de complicidad.

-Vaya... con todo lo que pasó, olvidé por completo comer algo.-Ring-ring suspiro pesadamente mientras se quitaba los tacones y se acomodaba en la cama.

-Créeme, la comida de la fiesta no valía la pena...-El samurái se encogió de hombros con una sonrisa burlona mientras volvía a rellenar sus copas.

-¿Pedimos algo entonces? -La peli azul lo miro de reojo, dejando sus tacones al lado de la cama.-Estoy muerta de hambre.-

-Está bien...¿Que te gustaría? -Tobe se acercó a su teléfono.

-Lo que sea, solo que llegue rápido... no puedo esperar mucho más.-Ring-ring soltó una pequeña risa.

-Bien, mientras tanto iré por más bebidas. -Tobe se levantó, dejando su copa sobre la mesa y desapareciendo por la puerta, mientras Ring-ring lo veía salir, sintiendo que, por primera vez en mucho tiempo, todo estaba bajo control.

Tumbada sobre su cama, con la mirada fija en el techo, la joven dejó escapar un suspiro profundo.

Por primera vez en lo que parecía una eternidad, la paz se asentaba sobre ella, pero una paz frágil, quebradiza, como si estuviera caminando por una cuerda floja.

La sensación de libertad que ahora sentía era algo que había ansiado durante tanto tiempo. Finalmente había escapado de las ataduras que la habían mantenido prisionera bajo las expectativas de su padre, y todo, en gran parte, gracias a Tobe.

Su mente no pudo evitar volver a los momentos que habían compartido: todas las veces que él había estado allí, firme, como su protector y su más ferviente aliado.

Tobe había sido su refugio cuando las tormentas emocionales la azotaban y su guía cuando las dudas la consumían.

Una sonrisa suave se dibujó en sus labios al recordar la mirada intensa de él, su presencia siempre tan serena y segura.

Si no hubiera sido por él, por esa grabación reveladora que le mostró, tal vez aún estaría atrapada en las cadenas del control de su padre.

Tobe no solo le había brindado una escapatoria, sino que le había dado la valentía de buscar su propia felicidad, de luchar por lo que quería realmente.

Pero entonces, algo se removió dentro de ella. Era un sentimiento que había estado guardado, enterrado bajo capas de confusión, miedo y negación.

La paz que había sentido comenzó a tornarse en una oleada de emociones más complejas, más intensas.

Sus pensamientos, hasta ese momento ordenados, se desbordaron en todas direcciones, llevándola a una conclusión que la golpeó con fuerza.

-Yo... -La peli azul susurró, su voz apenas un era suspiro que rompía el silencio de la habitación, como si ese pensamiento hubiese esperado demasiado tiempo para salir a la luz.

El viento nocturno, como un confidente silencioso, se colaba por la ventana, acariciando su rostro y alentándola a seguir. Ring-ring cerró los ojos y dejó que la verdad fluyera, sin filtros, sin miedos.

-Estoy enamorada de Tobe...-

El peso de esas palabras, aunque ligeras en sonido, cayó sobre ella con la fuerza de una tormenta.

De inmediato, sus ojos se abrieron de golpe, como si acabara de despertarse de un sueño, y su corazón comenzó a latir frenéticamente en su pecho.

Se llevó las manos a los labios, como si pudiera retroceder en el tiempo y evitar que esas palabras hubieran salido.

¿Qué acababa de decir?

La gravedad de su confesión resonaba en la habitación, como si las paredes hubieran oído el secreto que tanto había intentado ocultar.

El espacio a su alrededor se sentía repentinamente más pequeño, las paredes parecían cerrarse, atrapándola en un rincón de vulnerabilidad del que no podía escapar.

El latido de su corazón retumbaba en sus oídos, acelerado, descontrolado, mientras intentaba procesar la enormidad de lo que acababa de admitir.

No era solo el hecho de haberlo dicho en voz alta, era lo que significaba.

Ese sentimiento, ese amor, había estado presente desde hacía mucho más tiempo del que estaba dispuesta a aceptar.

Pero ahora que lo había dicho, que lo había reconocido, ya no había vuelta atrás.

Las preguntas comenzaron a arremolinarse en su mente como un huracán.

La incertidumbre la invadió. Pero en medio de la tormenta emocional que la sacudía, algo dentro de ella se aclaró.

Ya no podía seguir ocultando lo que sentía, no después de haberse escuchado decirlo. La verdad estaba fuera, desnuda y vulnerable, y ahora tendría que enfrentar las consecuencias de sus palabras.

Ring-ring respiró hondo, dejando que el aire fresco llenara sus pulmones. Sus pensamientos aún estaban revueltos, pero una cosa era segura: la dinámica entre ella y Tobe había cambiado. Y ahora, tendría que descubrir si esa verdad recién revelada la liberaría aún más... o la llevaría a una nueva batalla interna.

Pero lo que sí sabía era que, independientemente de lo que sucediera después, ya no había lugar para el silencio.


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HIIIII GUYS

Bueno como ya saben este espacio es únicamente para las preguntas random so.

En una escala del uno al diez ¿Qué tanto odian a Dong King y por qué?

Amistades este capítulo me dejo mal en muchos sentidos, pero bueno.

¡El amor!

¡El amor!

¡No deja de ser~! (?)

¡Nos leemos en el próximo capítulo!

Bye-nee!~