Sus pasos se desplazaban con un considerable sigilo, a través del espacioso pasillo.
Hypnos miraba con su ceño fruncido la larga longitud que se desplazaba como un aparente camino sin fin, mientras poco a poco, sus zancadas iban perdiendo velocidad hasta detenerse por completo; su mirada girando hacia un costado, podía mirar el verde intenso del césped ondeante con el viento de los jardines.
Volviendo su mirada hacia enfrente podía apreciar el pasillo que lo llevaría hacia sus aposentos, que a su vez le otorgaba la gran probabilidad, de encontrarse con Thanatos, y de alguna cierta manera, tendría que tolerar sus tonterías.
La sensación de los labios de su hermano sobre los suyos, moviéndose con una necesidad que no había deseado, le había provocado un ligero miedo y, a su vez, una casi imperceptible sorpresa, al verse sometido de esa manera.
Sentir como sus manos recorrían su cuerpo, casi a la par de descendían y sus labios no paraban de moverse, y aumentaba la urgencia. Y su cuerpo, temblando en una clara traición a lo que su mente le dictaba, resonando como claros y sonoros latidos de su corazón palpitante en una loca carrera que se azotaba en sus costillas no podían haber previsto, como momentos atrás, esa misma situación se había manifestado, antes de ser interrumpidos por Afrodita.
En un movimiento casi desapercibido, su cuerpo comenzaba a girarse hacia las escaleras, así en un mísero parpadeo, sus pies comenzaran a descender, uno a uno los escalones, adentrándose en los verdosos jardines.
Una incómoda sensación en su pecho, una sensación que le apretujaba su corazón, llenando de un sentimiento amargo y a su vez asfixiante, que permanecía torturado su interior.
La unión de dos alfas estaba prohibida, y en dos ocasiones casi comenzaban ese crimen.
'"Oye niño, no sé quién provoca ese fuego en ti, mucho menos me interesa saberlo, pero lo que, sí te puedo decir, es que no lo reprimas; eso matará tu alma lentamente, sin embargo, debes saber que sea cual sea tu elección, debes estar dispuesto a lidiar con las consecuencias."'
Cada paso entre los ondulantes pastizales, le hacía sentir un poco de la calma que le había sido arrebatada, en pocos momentos. El ligero roce de los pastizales sobre las largas túnicas, le daban un conocido cosquilleo, que distraía la tormenta de pensamiento que provocaban un ruido que sólo parecía que nada podía silenciar.
En el poco tiempo desde que había logrado pisar el Olimpo, era la primera vez en el que una parte de su ser deseaba no estar cerca de Zeus. Lo deseaba, era cierto, no obstante, también era cierto, que el mismo dios, le había dicho, de una manera clara, rotunda e indirecta, que no lo tendría. Era una manera de hacerlo ver algo que, por alguna razón, su madre no les había dicho desde el principio; ahora él lidiaba con las consecuencias, también sabía que aun estando al tanto de todo, lo que sentía no cambiaría, de cualquier manera, él hubiera caído sin remedio alguno ante él.
De cada dios, ninfa y ser sobre ese primitivo universo, no tenía conocimiento de la existencia de algún otro ser divino que fuera tan recto como lo era él. Estar ante ese magnifico, y fuerte dios, de tenerlo tan a su alcance; un ser tan apegado a sus creencias, a su propia rectitud, lo que le daba la autoridad absoluta sin impedimentos.
Una honorabilidad que le había enganchado desde que lo había notado en sus ojos celestes, para que con la misma fuerza implacable le hacía saber que no podía tenerlo; provocaba una sensación que parecía amenazar con lentitud y crueldad su enfriar su corazón.
"Ten calma."
Un silencioso suspiro salía de entre sus labios, a la vez que una de sus trémulas manos cubría con un toque ligero su rostro, que poco a poco cerraba sus ojos. De repente, cesando sus pasos en medio de la hierba, un ligero y casi visible temblor que recorría desde la punta de sus pies, hasta las puntas de sus dedos y largos y alborotados cabellos dorados.
No podía tener de compañero a ningún alfa, inclusive, esa estúpida ley también hacía que todo ese deseo que sentía por ser poseído por el General de los Dioses era estrictamente prohibido, lo único que le provocaba era que ese nuevo deseo se intensificara iniciando un fuego que lo consumía con lentitud.
"Quiero tenerte…"
El paraíso verde enfrente de él se iba volviendo una confusa y borrosa imagen, conforme la opresión en su pecho aumentaba, y una desconocida amargura alimentaba ese sentimiento de pérdida, que comenzaba a cavar un hueco en el mismo lugar donde su corazón latía con una molesta rapidez.
Sin desearlo, esa agitación se intensificaba a cada latido.
La manera tan risueña como Metis lo miraba, con una clara intención infantil e idealista de elegir a sus compañeros, y notificarle la idea a Zeus, era demasiado evidente de cómo se habían dado las cosas.
El matrimonio entre ella y Zeus aún no se llevaba a cabo, y, sin embargo, ella parecía que ya llevaba las riendas como la reina del dios, sintiendo como su ya amargo pecho, iba agitándose conforme crecía con desmesura.
Cerca de ese lugar, unas suaves pisadas se escuchaban cadentes mientras se acercaban con cautela. Y con un sobresalto, el temblor de su cuerpo se agitaba, aspirando casi de inmediato en un esfuerzo por retomar su compostura.
—Miren que tenemos aquí —Rompiendo el silencio, una cantaría voz que hacía que su concentración se desviara un momento—. No esperaba verte sin la sombra de tu hermano, niño.
Con un movimiento lento y cauteloso, Hypnos viraba su cuerpo con lentitud, hasta mirar las delicadas facciones de la diosa, que poco a poco, dejaba que las esquinas de sus labios se elevaban formando una provocativa sonrisa.
—Deseaba estar solo un momento.
—¿A caso sucedió algo? —Respondiendo con un tono cauteloso, los ojos de la diosa lentamente iban entrecerrándose y las puntas de sus labios iban descendiendo, hasta dejar una línea recta inexpresiva en su rostro—. Así que, estoy en lo cierto…
—No entiendo a qué se refiere.
—De acuerdo fingiré que no vi nada, aunque… tus ojos están gritando todo lo contrario, niño.
Frunciendo el ceño, el dios del sueño, aspirando el aire hasta lo más profundo de su ser, para expulsarlo con una forzada y contenida calma. Afrodita sin rodeos comenzaba a reducir le espacio entre ambos, para que de pronto acercara su rostro con sus ojos fijos en los suyos.
—Únicamente he estado pensando en cómo ayudarle diosa Afrodita —entrecerrando sus ojos, no apartaba la mirada de su rostro cauteloso—, hacer dicha petición al dios Zeus, no es algo que pueda decirse a la ligera. Sobre todo, debido a la nueva situación que se ha presentado.
Alejándose de su faz, la deidad mantenía la seriedad en su expresión. Alzando su cabeza con un aire desbordante de altanería y recelo.
—¿Nueva situación? —La interrogante fluía de su melodiosa voz, que comenzaba a distinguirse de la arrugada apariencia que había tomado su bello rostro—. Explícate.
—Justamente acabo de salir de la Gran Sala del dios Zeus —contestando con una falsa amabilidad, Hypnos abría despacio sus parpados conservando un desinteresado semblante—; él está al tanto de lo sucedido, cerca de los aposentos de Metis.
Abriendo los ojos de par en par, el rostro de Afrodita parecía perder el adorable tono rosado de sus mejillas, y por un insignificante momento, parecía que su delicado cuerpo temblaba desde sus frágiles pies, hasta cada hebra de sus rubios cabellos.
—Sin embargo, Thanatos y yo cumpliremos con nuestra parte —sin dejar que la diosa replicara las palabras del joven dios—, es lo menos que puedo hacer por el bien del convenio.
—¡¿Qué ganas haciendo esto, niño?! —Respondiendo con pocas dosis de ira en su voz, podía mirar, como Afrodita no apartaba la mirada de su rostro, estudiándolo con una inspección a cada gesto que hiciese—. ¡No confío con que no consigues algo a cambio! ¡Dime que es lo que quieres!
Escudriñando en las facciones deformadas por una extraña mueca en el rostro de la diosa, podía observar cómo a pesar de eso, su belleza seguía resaltando, mostrando como se acentuaba su apariencia; en una diabólica imagen, resultándole… bellamente aterradora.
—Sólo es una pequeña cosa —contestando con indiferencia, Hypnos empezaba su andar sin dejar de mirarla con sus ojos pacíficos—; ya sólo usted puede ayudarme.
El rostro de Afrodita se había suavizado con notoriedad, y casi de inmediato, una risilla se escuchaba, Hypnos se limitaba mirarla con calma; sus ojos no podían apartarse de semejante imagen, que de igual manera lo observaba vigilante.
—Lo siento, pero de verdad parece una broma ridícula —respondiendo entre risas, la diosa colocaba una de sus manos sobre sus caderas, clavando su mirada triunfante en él—, no creo que seas incapaz de conseguir lo que quieres por tus propios medios.
—Me disgusta admitirlo —contestando al mismo tiempo que entrecerraba sus ojos, bajando la mirada con un toque nostálgico—, pero en realidad, tenía razón al decir que hay alguien a quien deseo.
Los ojos azules de la diosa Afrodita se iluminaban a la par que sus parpados se abrían expectantes, dando la apariencia de un cielo diurno invadido por estrellas intrusas.
"¡¿Quién es?!"
—Estuve meditando sobre eso —Argumentando con una solemne y dubitativa voz, Hypnos comenzaba a deambular con pequeños pasos—. Y no he podido negar que tenemos cosas en común.
—¡¿Qué te hace pensar semejante cosa?! —La voz de la diosa se escuchaba con una fuerza notoria sin dejar de perder su melodioso tono—. ¡Por lo visto, tú eres aún más arrogante que la altanera de Metis! ¡Esa falsa superioridad que les da ser una beta y un alfa! ¡No es más que una auto complacencia sobre valorada! Porque puedo asegurarte de que los omegas, somos quienes estamos encima de ustedes.
—Puedo entenderte —Manteniendo el tono de voz, el dios del sueño mantenía su fachada, al mismo tiempo que seguía observándola con cautela—. Sin embargo, eres una diosa omega que busca elegir por cuenta propia a su compañero.
—¿A qué quieres llegar con eso?
—He llegado a la conclusión, que el collar que usas es para evitar que algún alfa te marque durante tu celo; lo cual es… admirable —sin parar de hablar el dios se detenía a un costado de ella manteniendo su mirada a la nada—. pues no cualquiera tiene la fuerza para construir su propio destino; de igual manera, estoy yo, un ser que tiene el infortunio de desear a un otro que me es prohibido. Ambos no tenemos libertad de cumplir abiertamente nuestros deseos.
"¿Acaso será…?"
El silencio cada vez más se apoderaba del lugar, los ojos de la diosa se veían perdidos en la nada, al mismo tiempo que se perdían en sus pensamientos. Hypnos, mantenía con calma la serenidad de su rostro, observando cada movimiento de Afrodita.
— Imagino que tienes una idea, de la identidad de esa… divinidad.
—Aunque tengas razón, no te ayudaré hasta no asegurar que cumplas tu parte, debo proteger mis intereses—Afrodita giraba con delicadeza, hasta quedar otra vez cara a cara, mostrando su encandilada sonrisa, ahora con su habitual seguridad—; y… aunque tengo curiosidad, preferiría no saberlo. No me arriesgaré haciendo enfadar a Zeus, tú me entiendes.
—Por supuesto, puedo asegurar que no te haré esperar demasiado.
—Cuando eso suceda, veremos en que puedo hacer.
—¿Tenemos un trato? —El dios del sueño levantaba una de sus pálidas manos, extendiéndola hacia la diosa, manteniéndola pacientemente.
—Trato —Tomando con fuerza su mano, Afrodita cerraba sus delgados y cortos dedos, alrededor del dorso se du mano.
"Fue demasiado sencillo".
Sus ojos negros no hacían nada más que ver cómo la penumbra de la noche cubría poco a poco y sin miramientos cada rincón del firmamento en el Olimpo, dejando que los bellos jardines se ensombrecieron. A su vez mantenía sus brazos enredados sobre su pecho, sentían como sus latidos resonaban con fuerza sobre sus duras costillas, resonando con fuerza en el interior de su abrumada cabeza.
Recostando su cuerpo sobre el firme marco de la ventana, en su mente podía ver como los ojos dorados y carente de emociones de su hermano lo atravesaban, golpeándolo en su pecho sin piedad; de igual manera en la que sus impulsos le habían llevado a dejarse invadir de ese mismo deseo, que lo quemaba y quería que devorara a Hypnos, a través de sus manos acariciando sin miedo ni duda su cuerpo.
Una brisa de aire fresco golpeaba su rostro, erizando su piel mientras su mente regresaba a la realidad sin reparo, dejando que su febril piel se refrescara un poco dejando un sutil sonrojo debajo de sus oscuro ojos.
Habían pasado varias horas desde la última vez en la que había visto como su gemelo salía por la puerta de esa misma habitación, y a pesar de todo, él se había negado a regresar. Con el ceño fruncido, y moviendo con una cadencia sobre la piel pálida de su brazo, movía a un inusual ritmo coordinado de sus dedos en una notoria ansiedad.
"¡Maldita sea Hypnos, ¿dónde te metiste?!"
Sus pasos comenzaban a andar recorriendo la largas longitud de la habitación parecía alargarse a cada cadente y desesperado paso que daba. De un lado a otro sus pisadas sonoras no dejaban de moverse, con el ceño de su frente arrugándose cada vez más, haciendo que par de cejas oscuras casi se tocasen, al igual que daba la impresión, que sus blancos y perfectos dientes, chocaban con un agudo sonido chirriante.
Una fría brisa se colocaba en los aposentos de su gemelo, golpeando de lleno su costado izquierdo, metiéndose con alevosía entre sus las hebras de sus largos cabellos negros, alborotándolos sin escrúpulos.
—¡Carajo, Hypnos! —Vociferando con fuerza, el dios de la muerte dejaba caer sus rígidos brazos para que cayeran a sus costados.
Unas cuantas zancadas ruidosas hacia el hueco de la ventana, colocando sus manos sobre el borde de la abertura, presionando con fuerza sus dedos en la dura roca, hundiéndose son saña sobre la superficie; los ojos inyectados en sangre de Thanatos se dirigían hacia la maleza bañada de noche. Al mismo tiempo que lentamente, con un fuego que iniciaba a arder y consumiendo su impacientada razón.
De repente, un crujido proveniente de la puerta de la habitación se manifestaba llenando la habitación del molesto ruido, haciendo virar la cabeza con rapidez, una mueca deformada junto con un ceño arrugado y fiero, le hacía lucir con una notoria ira consumiéndole. El rostro sereno y helado de Hypnos se asomaba con descaro; introduciendo su cuerpo cubierto de blanco a los aposentos.
La expresión de su gemelo era diferente, para él era evidente.
Era diferente a lo que era habitual en él, Hypnos siempre había sido caracterizado por su control innato de emociones, que era con evidencia, muy diferente al juicio frío y analítico; tenía un perfecto autocontrol muy por encima de un comportamiento enteramente visceral. Sin embargo, podía mantener un rostro pacífico, tranquilo.
Sabía que algo, en ese lapso grande de tiempo, algo había pasado, tenía la misma expresión cuando Afrodita había entrado a la sala. Una máscara fría e inexpresiva, sus ojos a hacer notar como el mar de oro líquido estaba congelado, y con una carencia de vida.
—¿Qué haces aquí? —Las frías palabras de su hermano, rebotaban en sus oídos provocando que el fuego de su vientre se volviera cada vez más intenso y violento—. Estos no son tus aposentos.
—¿Y qué si no lo son? —Respondiendo con ironía, Thanatos comenzaba a andar, paso a paso disminuyendo la distancia entre ambos—. Evidentemente, te he estado esperando.
—Pudiste esperar un poco más —Hypnos respondía con aire gélido en su voz, ocultando alguna emoción que le dificultaba entender—. Tu simple presencia aquí ya es por sí problemática.
Entrecerrando los ojos su cuerpo se movía con rapidez, al mismo tiempo una de sus manos se movía, y con un ligero empujón y un golpe sonoro, la colosal puerta se cerraba detrás de sí. El dios de la muerte, rompiendo con la distancia entre ambos, extendiendo una mano para, en un fugaz movimiento, atrapar entre sus largos dedos, la delgada muñeca, aumentando a cada momento la presión a su alrededor.
Sin aviso alguno con una mano en su pecho, el dios empujando el ser de su hermano hasta que, en un golpe sordo, este quedara recostado contra la dura superficie de la puerta; para luego colocar la mano apresada por encima de su cabeza, dejando la mano sobre su pecho recorrer, sobre la delgada tela, las líneas del pecho su Hypnos.
—Espero te encuentres consciente de lo que harás —respondiendo con desgana, el dios del sueño entrecerraba sus ojos, y de un momento a otro clavaba su mirada en la de él—; porque eso significaría que nuestros días aquí estarán contados.
De repente, la presión sobre la extremidad de su hermano reducía notablemente su agarre. Thanatos abriendo sus ojos como platos miraba la profundidad en los ojos del dios.
—¡Explícate! —Exclamando de una forma repentina el dios volvía a aumentar la presión de sus dedos alrededor de la extremidad.
—Resolví el misterio del porque fuimos separados —Contestando sin girar la mirada de él, Hypnos continuaba con su natural y molesto tono glacial, sintiendo que la furia siguiere aumentando sin consideración—. Y la estupidez que intentaste, pudo ser un error fatal para nosotros.
—¡Déjate de rodeos Hypnos!
—Hay una ley impuesta por Zeus —Respondiendo con calma, Hypnos en una ligera sacudida, iba deshaciéndose de la opresión de su mano—. La cuál prohíbe que los alfas puedan ser compañeros. Una ley que ni siquiera excluye al propio Zeus.
Moviendo sus pies hacia atrás, alejándose del cuerpo de su hermano. Por un momento, la posibilidad se le había presentado, con un evidente descaro, de poseer a ese divino ser que siempre había estado a su lado, y ahora de la misma manera, aunque con un despiadado giro, se le decía que era un crimen el tenerlo.
—Por otro lado, puede tener relación del por qué Metis quiere comprometernos —Hypnos hablaba con calma, a la vez que él seguía estático en su lugar, escuchando de lejos las palabras de su hermano—. Sin embargo, contamos con el apoyo de Afrodita…
"¡¿Por qué todo tiene que ver con esa omega?!
—Te lo he dicho con anterioridad, Thanatos. Sólo con su ayuda nos acercaremos a Metis.
Girando su cuerpo hacia la entrada, el dios reanudaba sus pasos sin mencionar palabra alguna, con el fuerte resonar de sus pasos avanzando cada vez más hacia la entrada.
—¿A dónde piensas ir Thanatos?
—No es de tu incumbencia, Hypnos —Respondiendo con un tono cortante, el dios se detenía con lentitud frente a la puerta.
De un instante a otro, su cuerpo comenzaba a desvanecerse hasta que, en silencio, desapareció por completo.
.。:∈-ヽ(・ω・`*)。:∈-ヽ(・ω・`*)。:.。
Holis ಥ_ಥ
**¿Qué les pareció el capítulo? Espero les haya gustado,
**Las cosas se están poniendo tensas, así como cada cosa y personaje están
comenzando a tomar su posición para lo que viene, lo cual, créenme no se lo esperan,
**Pido una disculpa por tardar en publicar, más que nada esta vez sucedieron cosas, una tras otra, entre ellas, que hubo una situación la cual me dio un bajón, al punto que quise tirar el proyecto, debido a ciertas cosas y comentarios recibidos en fb con referente a mi estilo de escritura, sé que no debería tomarlo personal, pero la verdad mi ansiedad no ayuda...┗( T﹏T )┛
**Estuve yendo al gym, lo que de verdad calmó considerablemente mi ansiedad, es divertido :3
**Creo sería todo, recuerden comentar que les pareció, si se me fue algún error, si quieren mentar madres a mí o a cualquier personaje (lo harán, creanlo), o simplemente sólo dejar su estrellita,
**Bueno ahora sí me voy o daré spoiler...
**Los espero en el siguiente capítulo,
Bye Bye (✿◡‿◡)
