️🔞 ¡Advertencia! 🔞 ️
El siguiente capitulo contiene escenas un poco violentas.
No apto para menores de edad.
Se recomienda discreción.

Lentamente sus párpados iban abriendo con un trémulo movimiento, sintiendo como la pesadez de su mente y cuerpo iban desvaneciéndose. La neblina en sus ojos se disipaba poco a poco, hasta que por fin podía notar el techo sobre su cabeza.

"¡¿Cómo… carajos llegué aquí?!"

Extendiendo una mano hacia su rostro, sosteniendo su cabeza, Thanatos intentaba calmar el fuerte letargo que se aferraba a su ser intentando cerrar pesadamente sus ojos.

Únicamente en su cabeza, podía mirar como aquellas confusas imágenes volvían una tras otra; en un intenso torbellino que sólo le mostraba como todo a su alrededor daba vueltas, a la vez que su mente, comenzaban a deshacerse del intenso letargo que lo había dejado tumbado en aquel lugar.

La imagen de Hypnos tan cerca de Zeus, era una escena que seguía tan vívida, observar cómo los ojos dorados de su hermano se fijaban en el rostro del dios, mientras hablaba con una efusividad pasiva en su tono de voz. Al mismo tiempo, el bastardo de Zeus lo miraba atento con un extraño brillo, le daba una rara impresión, como si en cualquier momento saltaría encima de su gemelo.

Aún podía recordar como el dolor en su pecho aparecía, seguido de un calor familiar e inconfundible, aquel calor qué quemaba y avanzaba en un primitivo anuncio de su inevitable celo; el cuál comenzaba a hacerle sentir como su mente racional, era capturada sin misericordia, por ese lado instintivo, hundiéndolo en el deseo más salvaje y despiadado. A la vez, una completa rabia iba abrumando su corazón y mente.

Sólo la sola imagen de ver el rostro sereno de Zeus, y esa grotesca mirada celeste, devorando a su hermano, hacían nacer y crecer el deseo de querer arrancarle la cabeza, y llevarse a Hypnos lejos de él.

Sin pensarlo, el dios intentaba sentarse, soportando el ligero dolor, además de la rigidez que aún se encontraba en su cuerpo; a la vez que extendiendo una de sus manos se alzaba para apoyarse en el respaldo de la cabecera.

De repente el sonido de unos ligeros golpes en la puerta de su habitación, se hacían notar, retumbando en la superficie; haciendo que Thanatos soltara un silencioso suspiro, a la vez que descendía su mano para dejarla en su regazo. Cerrando sus ojos, hacia caso omiso del sonido, cuando el cómo los acompasados golpes en la puerta de madera seguían escuchándose, sin apartar la mirada de la entrada.

—Thanatos —la repentina voz de Hypnos de escuchaba al otro lado, conservando su tono tranquilo—, entraré.

"¡Maldición! ¡Ni se te ocurra…!"

De un momento a otro, un rechinido se escuchaba hasta que la misma dejaba ver la figura de su hermano, arrastrando las largas vestiduras blancas se asomaba, introduciendo un pie al interior, para, casi de inmediato, con un golpe seco, cerrando la puerta detrás de él.

Paso a paso, la distancia entre ambos se iba desvaneciendo, Thanatos sentía con más fuerza los latidos de su corazón mientras golpeaban sus costillas.

Frunciendo el ceño, fijaba sus ojos en el rostro sereno de Hypnos; el cuál fijaba su mirada en la de él; conocía a su gemelo. Para él, era evidente lo que sus ojos dorados ocultaban: una peculiar mezcla entre interés, reproche y desconfianza, en el mismo instante, en que tensaba aún más su ya adolorido cuerpo.

—Por lo que veo —comenzaba a hablar, sin apartar sus ojos de los de él, al momento en que toleraba los pequeños vestigios del molesto mareo—, recién despiertas.

—Sí —Respondiendo con un evidente tono cortante, Thanatos desviaba la mirada hacia un costado, mirando superficialmente el muro de su habitación—. Y, si eso es lo único que venías a preguntar, ya puedes irte. Siendo honesto, no estoy de humor para visitas. Ni siquiera la tuya, Hypnos.

El seseante sonido de sus vestiduras era lo único que se percibía en los aposentos, cuando casi de manera inmediata, un sonoro suspiro se escuchaba, proveniente de la posición de su hermano.

—No, no lo es —Contestando con ese tono que tanto le molestaba. Sin dudarlo, Thanatos volvía la mirada hacia su hermano, que ahora tenía sus brazos cruzados sobre su pecho—. Solamente quiero saber si recuerdas lo que sucedió ayer.

Aún con la mirada fija en él, Thanatos alzaba una de sus cejas al mismo tiempo que moviendo sus brazos hacia sus espaldas, colocaba sus manos sobre el lecho, únicamente para recargar todo su peso en ellas, con una lentitud evidente, que parecía intentar parecer despreocupado con sus movimientos. Mirando como el ceño de Hypnos iba arrugándose en respuesta a su comentario, en su interior, sentía una gratificante sensación.

Era su hermano gemelo, y aunque sus personalidades eran tan distintas, él sabía cómo provocar sus reacciones, sus gestos. Sabía cómo molestarlo, y, sobre todo, sabía sacar la información que él intentara ocultarle.

—¿Crees que recuerdo algo, si ni siquiera sé cómo llegué aquí?

Con lentitud, una de las comisuras de sus labios se levantaba cínicamente, y sin esperar, Hypnos soltaba un casi imperceptible bufido, mientras miraba la tensa postura de su hermano.

—¡No actúes como si hubiera sido tu primer celo! —Exclamando con una voz claramente contenida, Hypnos tensaba más sus brazos, parecía que ponía un notable esfuerzo por no caer en sus provocaciones—. Apareciste de la nada. Expulsando feromonas demasiado agresivas. Lo primero que hiciste fue lanzarte hacia mí —Thanatos escuchaba atento, en su mente trataba de recuperar las imágenes demasiado difusas de sus recuerdos, sin notar que su irónica sonrisa poco a poco iba desapareciendo—. Afortunadamente, Aquiles y Orión te sostuvieron, sin antes que yo te detuviera.

Thanatos abría los ojos como platos, lentamente su cabeza se agachaba mientras una, aún borrosa imagen, llegaba de sus recuerdos.

"Una pesada bruma se adueñaban de cada rincón de su razonamiento, sus extremidades inferiores comenzaban a moverse con una descomunal velocidad. Sus ojos negros e inyectados en sangre se enfocaban en el oro líquido de los ojos de Hypnos, que era adornado con sus alborotados cabellos a juego, que cubriendo parcialmente su jovial rostro por la traviesa brisa del atardecer, lo atraía.

"Atravesando los arbustos, su mano extendiéndose hacia Hypnos, un etéreo brillo se interponía entre él y su hermano.

"La gran figura de Zeus bloqueando el paso, con una postura rígida e impasible, con los brazos a sus costados, un fuerte aroma a roble golpeaba sus fosas nasales; y acto seguido, Thanatos arrugaba la nariz, expulsando un notable y agresivo aroma a musgo.

"Desde el fondo de su garganta, un gruñido se formaba, saliendo con un vibrante retumbar de su cavidad y cuerdas vocales, que, aunque mantenía sus labios contraídos dejando expuesta su perfecta dentadura apretándose contra sí, dejaban salir el gutural sonido en una implacable advertencia.

"Un segundo y vibrante gruñido se hacía presente, proveniente del dios frente suyo, igual que él, se mantenía en su posición, cuando sus finos labios se veían mostrando sus dientes, listos para la batalla.

"Una extraña presencia parecía raptar la poca razón que le quedaba. Thanatos sintiendo como su instinto ya manejaba la situación, a la vez que lo hacía con cada parte de su propio cuerpo. La ira, la frustración eran parte del cóctel de emociones que lo invadían, a su vez, de otras que no lograba reconocer.

"Como alfa en celo, supuestamente su naturaleza le dictaba que debía buscar a un omega, para enlazarse y procrear descendientes, pero en su caso, era distinto.

"Siempre había menospreciado a los omegas, seres que sólo atraían problemas en todas las veces que había logrado observar.

"Peleas entre alfas, por la atención un omega, y lo peor de todo, la completa sumisión del alfa ante su omega marcado; unidos por un lazo que sólo la muerte de uno de ellos rompería. Y, en muchos casos, el otro terminaba perdiendo la vida después de la pérdida de su compañero.

"Eso sin duda, una de las tantas cosas que odiaba de los omegas; a su vez, lo que realmente encabezaba esa lista, era una muy simple: separarse de Hypnos.

"Nunca había logrado concebir que él y su hermano terminarían separados él o su hermano enlazados… con un vínculo que sólo la muerte podía deshacer; pero para los dioses esos lazos eran, tan efímeras como la inmortalidad misma.

"Las zancadas de Thanatos se hacían cada vez más rápidas y ágiles, y de un repentino salto, su cuerpo se movía con una increíble fuerza, hacia el cuerpo de Zeus. Con los brazos extendidos, logrando sostener los hombros del dios, y el impulso con la que ambos dioses iban cayendo, hasta que sentía como un impacto en el cuerpo debajo de él lo sacudía.

"Teniendo al regente debajo de su cuerpo, un nuevo gruñido se escapaba de sus labios, a la vez que sus perfectos dientes se abrían, y Thanatos, respirando y exhalando superficialmente, no dejaba de percibir la fuerte esencia a roble, clavando su mirada sangrienta en el expuesto cuello de Zeus.

"Abriendo la quijada, dejaba a la vista sus afilados incisivos, que, entre tanto, intentaban alcanzar la piel bronceada del cuello. De repente, un resplandor violáceo hacía su aparición, creciendo sin mesura.

"Alzando la mirada, Thanatos intentaba mirar el origen de aquel brillo, cuando sin aviso, el resplandor lo golpeaba directamente en su ser, sumiéndolo en un denso y profundo abismo."

—Lo recordaste —La severidad de la voz de Hypnos había disminuido un poco, alzando la cabeza con lentitud, sólo para mirar la postura aún rígida de su gemelo—. Entonces, puedes entender la gravedad de la situación.

Una risotada salía de los labios de Thanatos, para luego mirar cómo su hermano abría los ojos, y aunque su rostro no lo demostraba, podía mirar como sus orbes dorados se inyectaban de sangre, al momento en que sus labios se fruncían ligeramente.

—¿Qué es lo que te causa gracia? —Refutando con un calmado y severo tono, el dios aumentaba la rigidez de su cuerpo.

—¿A caso no es obvio? —Respondiendo mientras intentaba ahogar su risa, manteniendo sus oscuros ojos sobre de los de su hermano—. Dices que estoy en problemas porque entré en celo, y ataqué a dos alfas que estaban presentes. No puedo evitar ver lo gracioso, en que mi naturaleza como alfa deba ser motivo de castigo.

—No es el hecho de ser un alfa, Thanatos —moviendo sus pies adelantando unos cuántos pasos hacia él—, es el hecho que atacaste a Zeus. ¡Ése, es el maldito problema!

—Lo suponía —respondía Thanatos volviendo a elevar la comisura de sus labios sin apartar la mirada de Hypnos—; lo dicen cómo si les preocupara que un alfa como yo, formara un lazo con el gran Regente de los Dioses —Thanatos burlándose de las palabras de su hermano, observaba como su mirada lentamente se volvía sombría. Una punzada en su pecho comenzaba a molestarlo, pero a su vez quería seguir observando su reacción —. Pero, es imposible, no puedes formar un lazo con un alfa.

—¿A qué viene eso, Thanatos? —Cuestionando, el dios del sueño se alejaba, mirando como él abría los ojos, para casi de inmediato, su mirada volvía a la normalidad, con el un extraño brillo en sus orbes.

—¿Acaso lo olvidaste, Hypnos? —Acercando su rostro hacia el del joven dios, Thanatos no dejaba de mirar los casi invisibles gestos en su gélida faz—. Nuestra madre nos dijo una vez, que los lazos exclusivamente se forman entre alfas y omegas —Mencionando con cierto tono mordaz, absorto sólo podía observar cada detalle del rostro de Hypnos —. Ella cree, que morder el cuello de un alfa, no es más que una táctica para dejar fuera a la competencia. Además, la violencia y el descontrol son parte del celo de un alfa, o ¿también olvidaste como me atacaste en tu primer celo?

Hypnos entrecerraba los ojos sin soltar la mirada sobre él, este por su lado, levantaba aún más la comisura de sus labios, luego, una peculiar chispa nacía con un curioso brillo en los ojos de su hermano.

—Lo que me recuerda —Continuaba Thanatos con un tono malicioso y curioso, y a la vez, que, con lentitud, el joven dios se incorporaba acompañado de un ligero rechinido de su lecho, y en pequeños y cautelosos pasos, acortaba el espacio entre ambos—. Si no mal recuerdo, el ciclo de nuestros celos, sólo tiene unas horas de diferencia, ¿no se supone que, en estos momentos, deberías estar recluido por ello?

De repente, Hypnos fruncía el entrecejo, para después relajarlo con lentitud.

—No he venido a dar explicaciones —refutando con calma, cerrando con mesura sus párpados, para luego abrirlos con la misma lentitud, mostrando una calma desesperante—, simplemente tenía que hacerte consciente de lo sucedido.

La comisura de sus labios iba bajando a la vez que su ceño lo imitaba. Ahí estaba de nuevo, esa maldita condescendencia en torno a Zeus, mientras él, únicamente era rechazado y echado a un lado.

"¡Realmente, ¿quién te preocupa, Hypnos?! ¡¿Él o yo?!"

Un pensamiento inconscientemente se había proyectado en su mente. Sabía que eso, era un inevitable inicio para algo que no podría frenar.

—¡¿Qué esperas de Zeus?! —Hablaba mientras sentía cómo un conocido calor, iba consumiendo su interior, un calor diferente a la calentura del celo—. Desde que nuestra madre nos contaba esas historias, siempre lo has idolatrado. Has llegado mencionar que él era lo que querías llegar a ser —Thanatos no se había dado cuenta que su mente se nublaba, y el tono de su voz, aumentaba a cada palabra—. ¡Ahora no sólo estas detrás de él todo el tiempo! ¡Incluso lo cuidas como si fuera mejor que nosotros!

—¡Estas siendo demasiado absurdo, Thanatos! —Logrando articular, mientras con la ira llameando en sus ojos, el dios de la muerte apenas podía mirar como la tensión de sus facciones era… realmente gélida—. ¡Realmente no sabes, ni entiendes nada!

Casi de inmediato, Hypnos volvía su cuerpo con esa acostumbrada elegancia, y sus calmados pasos desvanecía la distancia hacia la puerta. Desacelerando sus zancadas, hasta detenerse frente a la puerta, y con un sonoro rechinido, abriéndola con tranquilidad.

Frente a la entrada, la figura de dos ángeles inclinando la cabeza al mirar hacia el interior.

—El dios Zeus, dio la orden de mantenerte encerrado unos días para que reflexiones sobre tu comportamiento —Mencionando el joven dios del sueño, iba sacando su cuerpo de la habitación, dejando a la mirada fría e indiferente sobre él—. Deberías aprovecharlo.

Con un sonoro golpe la puerta de su habitación se cerraba, sintiendo como su cuerpo parecía hundirse con el silencio y la profunda soledad con la que su hermano lo había dejado.

Entrecerrando sus ojos acentuaba su rostro contraído, la imagen de él tan cerca de Zeus aún seguía en su mente, mientras el calor de su celo le iba invadiendo, no sólo era el calor del celo.

Esa ira que se encendía cuando lo veía, con alguien más; era la misma que se encendía cuando alguna ninfa se cruzaba en su camino mostrándose vulgarmente coqueta con Hypnos.

Esa ira que, alimentándose de su frustración, crecía cuando su madre los mantenía separados durante las horas que duraba su caótico celo.

Pero, no eran obstáculos para que él se convirtiera en su más fiel y leal cómplice.

Cuando por primera vez, había sentido como su cosmos se quemaba al límite, su primer momento de complicidad.

Cuando él le había confesado de que estaba creando un mundo donde sólo él podría acceder.

Cuando por primera vez lo veía en pleno trance por largas horas.

Cuando por primera vez él se acercaba y se dejaba rodear por sus brazos.

Cuando por primera vez, él propiciaba un tímido y cálido beso sobre sus labios incrédulos.

Hasta el maldito día en que, por ayuda de su madre, habían llegado a este lugar.

Ahora, Hypnos se atrevía idolatrar, sin descanso a ese bastardo alfa.

Ahora, se había atrevido a tener secretos con él.

Ahora, parecía concertar encuentros a solas con ese maldito dios, excluyéndolo por completo.

Ahora, también revelaba a Zeus, aquello de lo que se sentía orgulloso en ser el único que lo conocía.

Ahora, con la finalización de su mundo, Zeus fue el primero con el que le había dicho como se llamaría.

Ahora, que ya tenía terminado el Mukai, cada uno de los futuros y furtivos encuentros, se esfumaban como polvo esparcido en medio de una violenta ventisca.

Ahora en lo más hondo de su corazón, un dolor que amenazaba por crecer, en el mismo lugar donde aquella cálida sensación había estado escondida por quien sabe cuánto tiempo.

Pequeñas, pero pesadas lágrimas se formaban sobre el borde sus párpados, que comenzaban a arder, irritándose para darle un notorio tono rojizo, a la vez que hacía juego con la sangre inyectada en sus orbes.

Un pequeño vacío en su pecho comenzaba a abrirse paso, dejando que esa calidez quemara los frágiles bordes de su pecho herido, agrietándose con saña, dejando a simple vista la sensación de pérdida en su interior.

"¡De nada me ha servido seguir tus reglas!"

—¡No pienso darme por vencido! —Susurraba mientras con un pausado y arrítmico movimiento volvía su cuerpo hacia la ventana que se encontraba encima de su lecho, como con esas simples palabras, intentaban restaurar el frágil terreno de su pecho, avivando la dulce calidez que lo hacía sentir en el paraíso— ¡Absolutamente nadie, mucho menos el bastardo de Zeus me separará de ti! —Arrugando el entrecejo, la ira en sus ojos oscuros como una noche sin luna ni estrellas resaltaban con la notable furia que se alimentaba con su dolor y frustración.

"¡Es hora, de hacer las cosas a mi manera!"

Cuando un alfa entraba en celo, supuestamente su instinto le decía que debía buscar un omega para marcarlo y procrear a su descendencia, de ser así, ¿Por qué en ese momento, al único que deseaba follar hasta el final, no era más que a Hypnos?


Uno a uno, sus pasos se adentraban cada vez más al mismo lugar de siempre.

Sus largos cabellos negros se mecían grácilmente al compás de la traviesa brisa que se colaba entre ellos, revolviéndolos sin vergüenza, logrando provocarle un silencioso y travieso cosquilleo sobre la lívida piel al descubierto, entre tanto las largas oscuras vestiduras se quedaban atrás con un ligero arrastre por los largos tallos de las flores.

Poco a poco sus pasos iban perdiendo velocidad, hasta que, en un momento, se detenían, fijando su mirada cian sobre los montículos de columnas.

Un par de figuras se encontraban sentadas en los restos maltratados de mármol. El par de cascadas de cabellos parecía expulsar resplandores, uno tan brillante como el oro, y el otro, violáceo como las flores purpura de aquel claro, junto con las tintineantes risillas que ambas mujeres soltaban.

—¡Hades! —Girando la mitad superior de su cuerpo, Metis lo recibía con una sonrisa de oreja a oreja, y en sus marrones ojos llenos de un fulgor nuevo y una notable vitalidad, a la vez que Hera imitaba los movimientos de la titánide—. ¡Date prisa!

Sus pies comenzaban a moverse casi de manera intuitiva, y sin pereza comenzaba a romper la distancia con las deidades. Pasando de largo a ambas mujeres, Hades comenzaba a acercarse a su lugar acostumbrado. Sentándose sin decir nada, el dios giraba su cuerpo para quedar con sus pies estirados sobre los fragmentos de la columna, fijando su mirada hacia el otro extremo donde el montón de árboles yacían tranquilos e inertes.

Ahí se encontraba de nuevo, aquella sensación reconfortante, que únicamente sentía, desde hacía un par de meses aproximadamente, cuando ella estaba cerca.

—Bueno —la voz de Hera desmoronaba el silencio entre los presentes, mientras que Hades mantenía la mirada en el borde del claro, y sus oídos se mantenían atentos a lo que sucedía con su hermana y con la casi reina de los dioses—, ¿qué es eso tan importante que nos querías decir?

—Me puse a pensar en lo que dijiste ayer… —interrumpiendo sus palabras con cierto temblor en el tono de su voz. Sin pensarlo el dios entornaba sus ojos hacia Metis, que se encontraba mordiendo su labio inferior—; y hoy temprano fui a ver a Galena.

—¡¿Qué te dijo?! —Respondiendo a la vez que elevaba el tono de su voz, Hades volvía su mirada hacia el frente, inclinándose con cuidado, justamente a su costado, una vibrante flor purpura, de un tono casi idéntico al del cabello de Metis, extendía su mano intentando alcanzarla—. ¡¿Te encuentras bien?!

—M-me dijo que sí —otra risilla se salía de sus labios, escuchando como inhalaba aire con una notoria aspiración—, que… en mi estado es normal…

Un ligero, pero pesado silencio caía en el lugar, Hades no detenía su movimiento, extendiendo y encorvando cada vez más su espalda hacia el frente, estirando con cuidado cada vez más su mano que temblaba y casi sentía que podía rozar sus delicados pétalos; no obstante parte de su atención se encontraba sobre las tímidas palabras de Metis.

—Zeus y yo…

De pronto una serie de crujidos metálicos se acercaban con un molesto y estrepitoso sonido. Hades giraba su cabeza hacia el origen del sonido.

Un pequeño grupo de ángeles, vestidos con sus celestiales Glorys, se acercaban con premurosos pasos, en los semblantes de sus rostros, una sombra se postraba sobre sus hermosos y brillantes ojos.

"¿Ángeles de Zeus?

Hades se incorporaba con rapidez, sin dejar de mirar al grupo, que, liderado por Aquiles se acercaba, al momento que cada fibra de su cuerpo se tensaba, aumentando la rigidez de cada parte de su ser.

Hera y Metis imitaban los movimientos de Hades, al mismo tiempo que el dios comenzaba a caminar, dejando atrás a las otras dos deidades, colocándose inconscientemente entre el grupo y Metis.

Hades sin pensarlo dos veces, movía sus pies en largas zancadas, logrando bloquear el paso de los ángeles, en su pecho comenzaba a sentir como una molesta opresión aparecía, dejando a su vez, que sus pulmones también iniciaran una respiración entre cortada y superficial.

—¿Qué sucede, Aquiles? —Cuestionando al ángel, que en un momento tranquilo y un semblante sombrío y frío, miraba fijamente a sus ojos.

—Lamento la molestia dios Hades —Respondiendo con el habitual tono respetuoso, no obstante, otra emoción iba entremezclándose, la cuál no podía distinguir—. Pero, tengo órdenes de su hermano, el dios Zeus.

—¿Qué órdenes? —Cuestionando con la voz contenida, Hades aspiraba aire ruidosamente, esperando la respuesta del guardián.

—…

"Tch…"

—¡Aquiles, contesta! —Subiendo los decibelios de su voz, Hades fruncía a un más su entrecejo, provocando que sus oscuras cejas casi se tocaran—. ¡Es una orden!

El silencio se mantenía junto con su semblante aún sombrío agudizándose a cada momento. Cerrando suavemente los párpados, para después, aspirando una bocanada de aire fresco, este los abriera mostrando una fría mirada hacia alguien a sus espaldas.

—Señorita Metis, por órdenes del Gran dios Zeus, Gobernante del Olimpo, y Regente de los dioses; queda arrestada, por el crimen de traición hacia el Gran Zeus. Además, de poner en riesgo la integridad y seguridad de los dioses habitantes del Olimpo.

—¡¿Qué mierda estas diciendo Aquiles?! —Un grito proferido de los labios de Hades desquebrajaba la paz de aquel claro, observando como la mirada sombría cara del ángel. Las manos del dios comenzaban a cerrarse en un puño, que sólo hacía resaltar los fuertes músculos de sus extremidades, al igual que las venas que parecían palpitar.

"¡¿Zeus, dio esa orden…?!

Holiii! (*/ω\*)
¿Cómo están?
Espero que bien y también espero que estén ansiosos con este capitulo como yo.
Las cosas va a ir mucho mejor (?) a partir de ahora.
Se viene lo mas bueno e intenso, y aunque no parezca la relación de nuestros protas están avanzando.
En los próximos capítulos aparecerá un nuevo personaje, el cual, me concentre mucho diseñarlo y sobre todo, lo hice con mucho amor ❤️

Bueno ya di spoiler, espero que estén atento a lo que viene porque esto esta por ponerse mas intenso...
Ya saben pueden comentar, criticar, mentar madres a mí (por tardar y las escenas intensa) o algún personaje.
Este es su espacio y sus comentario son bienvenidos.
Los amo, cuídense mucho y abríguense (porque acá hace un chingo de frio) o si de lo contrario, hace mucho calor, pónganse filtro solar y tomen agüita.
besitos
Bye Bye (❁´◡`❁)