Sean bienvenidos a este nuevo proyecto con el que abro algo tarde el año, escrito bajo una comisión del usuario RF0726, autor del fanfic "The New Loud's Life", una divertida historia que les recomiendo leer, aunque por ahora sólo se encuentra en FFNet.
A continuación emito una alerta de spoiler acerca de ese fic para ponerlos dentro del contexto de este.
En la mencionada historia, Lincoln y su padre se llevan la desagradable sorpresa tras regresar de un viaje que hicieron para reforzar su lazo de padre e hijo, que su casa ha sido invadida por otro hombre y los sobrinos de este, con los que Rita y sus hijas no tuvieron empacho de intimar o de continuar haciéndolo con ellos presentes, motivo por el que los varones Loud terminaron sobrando en el que hasta ese día fue su hogar, viéndose obligados a marcharse y buscar auxilio y alojamiento con el hermano del señor Loud.
El tío Leon no tiene inconvenientes en recibirlos, pues su hogar ya es lo suficientemente espacioso tanto para él como para sus veinticinco hijas concebidas por distintas madres. Les aclaro que el relato original fue previo a cuando la serie animada presentó por primera vez al hermano canónico del señor Loud, Leo.
Lo que leerán a continuación será a Lincoln conociendo mejor a cada una de sus primas tras haber pasado su respectivo tiempo con cada una de ellas, chicas tan complejas como interesantes y simpáticas a su modo personal. Espero que les sean de su agrado.
Sin más que decir, permítanme comenzar por presentarles a Betty Loud. Pero primero…
Descargo de responsabilidad. El concepto de "The Loud House" y todo lo relacionado con el mismo pertenecen a su autor y casa productora: Chris Savino & VIACOM - NICKELODEON © 2016.
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Betty
La noche anterior Lincoln se había ido a dormir una vez más con desánimo a la habitación de su tío Leo. Habría pasado ya una semana desde que su padre y él tuvieron que dejar su hogar por culpa de Juan D. Magnífico y sus sobrinos. Sus enojos y frustraciones no sólo iban dirigidas contra él, sino también contra su propia madre, que había dejado entrar en su hogar a esas escorias dejándose seducir por aquél tipo, mandando de esa manera a la basura su matrimonio, y también a toda su familia al además permitir que los bastardos de ese maldito se revolcaran con sus hermanas. Con ellas también tenía bronca, pues contrario a ponerles un alto a esos imbéciles, no tuvieron reparos en abrirles las piernas como por el contrario para él y su padre el cerrarles la puerta de la casa.
Su pobre viejo se había pasado todos los días buscando un departamento para los dos que estuviera dentro de sus posibilidades el pagarlo, sintiéndose penoso de continuar aprovechándose de la amabilidad de su hermano, el tío Leo, que en la sala descansaba en una cama plegable tras haberles cedido una vez más su habitación a ambos.
Muy temprano por la mañana, incluso antes de que amaneciera, Lincoln sintió cuando su padre se levantó para comenzar una vez más a buscar departamentos en la ciudad. Con mucha flojera, quizá producto de su depresión, él se hizo el dormido todavía y continuó acostado con los ojos cerrados, sin más planes para ese domingo que quedarse en la cama durante todo el día, desmotivado a hacer cualquier otra cosa que no fuese ahogarse en sus penas
Habrían pasado como quince o veinte minutos desde que su padre se marchó, cuando…
—¡LEVÁNTATE AHORA, ZÁNGANO!
El inesperado rugido lo asustó tanto que de un salto se levantó. Torpemente no calculó bien al apoyar el primer pie que puso en el suelo, por lo que terminó por resbalarse y caer sobre este consiguiendo reaccionar de manera instintiva por lo menos para girar y no darse de lleno el golpe en la cara.
Su cabeza quedó entre los pies de una chica y sus ojos se abrieron enormemente, pues por un instante se le figuró ver ni más ni menos que a su hermana Lori delante de él observándole de manera estricta, vistiendo lo que parecía ser el uniforme militar que solía usar cuando sus padres la dejaban al mando cada vez que ellos salían a tener una cita.
—¿Lori?
Con furia la muchacha azotó contra el suelo un bastón corto con el que casi le da en la oreja derecha, esto fue la motivación que Lincoln necesitó para ponerse de pie aterrado, fue entonces que se dio cuenta que esa niña no se trataba de Lori, pues para empezar, su hermana no era tan bajita.
—¡¿Cómo te atreviste a llamarme?!
Previendo el peligro, con agitación el chico agitó sus manos delante de ella.
—¡No! ¡Nada, Betty! ¡Perdón! Es que… creo que me agarraste un poco dormido aún. Lo siento.
Y todavía se sentía dormido. Bisqueó un poco para despejarse y apreciar las diferencias que había entre su prima de doce años y su hermana de dieciocho, además de la altura por supuesto.
Aunque Betty también era rubia, su corte de cabello se asemejaba más al de Leni, pero hasta ahí llegaban las diferencias, pues Lincoln conservaba íntegro el recuerdo de Lori a esa edad, y entonces el aspecto de su hermana no difería mucho al de su prima en la actualidad, no ayudaba que Betty como de costumbre, además de aquellas gafas semi opacas, llevara puestos unos pantaloncillos marrones de tipo militar como esa chaqueta verde sobre su blusa del mismo tono, por lo menos no usaba unas botas con el conjunto que la volvieran aún más semejante a la mayor de sus hermanas, sino unas zapatillas también marrones.
Lincoln se talló los ojos recordándose que no se encontraba en su casa y principalmente que esa no era Lori, sino una de sus primas que había ido con él a… ¿a qué?
—¿Qué es lo que ocurre, Betty? Estaba durmiendo.
—Eso es precisamente lo que estaba ocurriendo. ¿Acaso no te da vergüenza que mientras el tío Lynn va a ocuparse de la situación de los dos, tú estás aquí todo el día echadote sin hacer nada?
Si su objetivo era hacerlo sentir mal, lo había conseguido.
—Lo lamento, Betty. Supongo que no me había dado cuenta de que ya eran las… —al ver por la ventana todavía oscuro, se apresuró a tomar su celular para revisar la hora que era— ¡Cinco con cincuenta de la mañana! ¡¿Pero qué te pasa?! Aún es muy temprano para ir a la escuela o… ¡o a cualquier otro lado, que ya recordé que hoy es domingo, mujer!
La perceptible miradita que Betty le dirigió a través de aquellas gafas, bastó para contener toda la ofuscación que sintió, dándose así cuenta muy tarde del error que cometió.
—¡Dame veinte en este momento si no quieres que te patee el trasero!
—Ah… creo que tengo cinco dólares y…
—¡Veinte flexiones! ¡Ya!
Al ruido de la fusta tras ser azotada contra la pared, Lincoln se tiró asustado al suelo boca arriba una vez más, y tras llevarse las manos a la nuca comenzó a hacer las flexiones.
—¡No te estoy escuchando contar!
—¡Tres… cuatro… cin…!
—¡Desde el inicio y quiero escuchar un "Señora" al final!
—¡Uno, señora… dos, señora… tres…!
Cuando llegó al veinte, el muchacho se dejó caer contra el suelo sintiéndose agotado e incapaz de recordar cuándo había sido la última vez que había hecho flexiones de esa manera tan apresurada. Betty, ya más calmada, le dio el visto bueno.
—Descanse, soldado.
Lincoln se puso de pie. Estuvo a punto de sentarse en la cama cuando precavido cambió de idea, no fuera a ser que su prima le incrementara la cuota de flexiones como castigo por hacer eso. Con voz zalamera y sumisa, le increpó.
—Entonces, Betty, ¿ya vas a decirme qué es lo que necesitas con tanta urgencia como para que me hayas venido a moles… despertarme a esta hora?
Tras decidir con cierta renuencia a pasar por alto su última impertinencia, dado que en efecto necesitaba algo de él, Betty carraspeó antes de responderle.
—Quedé con mi equipo de Airsoft a las setecientas treinta horas, pero anoche y de último momento, una de mis elementos se comunicó conmigo para informarme que no podría presentarse por causa de enfermedad —su primo suspiró ya intuyendo hacia dónde iba—, así que vine a pedirte de la manera más amable que por favor aceptes mi petición de acompañarme al campo de práctica para que puedas suplirla.
El muchacho se contuvo de preguntarle qué hubo de amable en el modo en que lo despertó para pedirle eso, a riesgo de que ella le hiciera algo peor que obligarlo a realizar más flexiones.
—¿Y qué ocurriría si te dijera: "Gracias, pero no estoy interesado"?
Se esperó que como Lori, sin prestarse a excusas, Betty le alzara la voz y le exigiera que moviera el trasero para que se apresurara a acompañarla, no que por el contrario, de pronto con una voz mucho menos autoritaria, le pidiera juntando las manos descomponiendo su rostro en una súplica.
—¡Por favor, primo! Llevo toda la semana esperando por esto, y el reglamento del campo de Airsoft establece un mínimo de cinco integrantes por equipo para poder participar.
—Ah… no lo sé, Betty. Yo… no estoy tan seguro de poder serte útil en eso. Digo, ya olvidé la última vez que hice algo así con mis amigos, ocasión en la que por cierto perdimos.
—No espero mucho de ti, lo que solamente quiero es ajustar la cuota de integrantes, además estarías conmigo, por lo que podría cubrirte y —pareció más entusiasta de pronto— enseñarte algunos trucos, trucos bastante buenos para hacer de ti todo un cadete estrella, quizá digno de un lugar permanente en mi equipo, ¿qué dices?
Lincoln notó con cierta simpatía cómo a su prima le brillaron los ojos ante una idea que a él no le resultaba precisamente atractiva.
—¿Por qué no se lo pides a alguna de las chicas?
Con molestia ella resopló comprendiendo que se estaba refiriendo a sus hermanas.
—A ninguna de esas perezosas parece interesarle tan noble y respetable deporte.
"Me abruma la nobleza que le ves a acribillar a punta de tiros con pintura a un grupo de personas", Lincoln pensó, creyendo que el Airsoft no sería tan diferente del Gotcha.
—¿Y qué te hace imaginar que a mí eso me interesaría?
—¿No se supone que eres un hombre? Vamos, piensa en lo divertido que podría ser pasar así el domingo, ¿o me vas a decir que tienes algo mejor que hacer, como quedarte en cama autocompadeciéndote?
Por lo bajo el chico gruñó, aunque tuvo que reconocer que su prima tenía un punto. Lo cierto era que no se estaba haciendo ningún bien al pasar todo su tiempo enojado por lo que su madre y sus hermanas les hicieron.
—Tendrías que tenerme mucha paciencia en lo que trato de adaptarme al juego.
Complacida al creer que ya lo tenía, Betty asintió con una gran sonrisa. Dejó que sus gafas resbalaran un poco sobre el puente de su nariz antes de responderle con expresión afable.
—Copiado, primo.
Para tratarse de una chica que constantemente inspiraba temor cuando permanecía con una actitud demasiado autoritaria, Lincoln pensó que a momentos su prima realmente conseguía mostrarse linda.
—Bien, dame un momento para cambiarme.
—Date prisa, porque todavía tengo que darte algo adicional para que te lo pongas. Te dije que tenemos que estar allá a las setecientas…
—En hora y media, lo tengo.
Betty salió de la habitación sintiéndose todavía más complacida tras descubrir que Lincoln conocía la terminología militar del tiempo. Aliviada de que después de todo no tendría que cancelar nada, sacó su celular para de manera apresurada enviarle un mensaje a su grupo.
"Mi primo Lincoln cubrirá a Stacy. El encuentro se mantiene en pie".
Su entusiasmo se transformó en descontento cuando sus fieles y habitualmente disciplinadas cadetes, como tontas colegialas comenzaron a preguntarle si su primo era lindo, si tenía novia y más tonterías que la pusieron de mal humor.
"¡Va a acompañarnos a entrar en combate! ¡Más vale que se comporten y no se pongan a perder el tiempo en niñerías con él!"
Tras recibir las disculpas de todas las chicas, que le prometieron que se concentrarían en el juego, Betty asintió satisfecha. Suspiró y por lo bajo musitó con pesar para sí misma.
—Sí. Supongo que es lindo.
—¿Quién es lindo?
Betty se sobresaltó dándose la vuelta al instante.
—¡Nadie! ¡A tus asuntos, Bodhi!
La chica de doce años, cuyo cabello era rubio platinado, enarcó una ceja.
—Tranquila, hermana. Deberías darle una oportunidad al yoga para aliviar tu estrés. Nomás digo.
Llegaron media hora antes de lo acordado. Lincoln no entendió por qué habían tenido que ir tan temprano, imaginando que ambos serían los únicos en espera a que el campo de práctica abriera, pero para su sorpresa, ya se encontraban presentes en la entrada otras tres chicas vistiendo unos gruesos uniformes moteados de tonalidades verdes de estilo militar como el que su prima y él usaban, afortunadamente estos eran muy holgados, por lo que a Lincoln no le apretaba el que llevaba puesto, se trataba de un traje extra que su prima tenía y le prestó, si acaso sólo le resultaba fastidioso que en ambas piernas por debajo el pantalón se le subiera a la altura de las espinillas al ser un poco corto para él.
A Lincoln las amigas de Betty le parecieron simpáticas cuando se relajaban y dejaban de adoptar el disciplinado aire militar con el que percibía que su prima las sometía.
La mitad del campo era terreno abierto, el resto tenía lo que parecían ser las ruinas de una construcción inacabada, Lincoln supuso que tal vez el propósito original de ese lugar fue una edificación que se canceló de último minuto, pero el propietario terminó por darle otro uso para no tener que enfrentar pérdidas.
Durante el recorrido que hicieron por el campo a trote a modo de calentamiento, después de tomar apuradamente un par de sencillos emparedados como desayuno, Betty había puesto a su primo al tanto de las reglas del Airsoft, provocando que el muchacho se arrepintiera por acceder a acompañarla, en especial cuando comprendió que no era precisamente pintura lo que le dispararían como en el gotcha llegado el caso.
—Deja de preocuparte. Si no consigues o crees que no puedas dispararle a nadie, entonces limítate a cuidar que nadie te dispare a ti.
Lincoln decidió no reñirle, más que nada porque le faltaba la voz. Le costó mantener el ritmo del trote quedándose muy atrás del resto, en especial porque para empezar fue trotando como habían llegado desde la casa hasta ese sitio. Buscando distraerse una vez que Betty terminó de explicarle de qué iría todo, conjeturó mentalmente quién entre ella y su hermana Lynn ganaría de enfrentarse ambas en una larga carrera.
Interrumpieron su calentamiento cuando un segundo equipo se presentó también ya listo para empezar. Mientras que en el equipo que Betty lideraba, el único varón era su primo, el equipo contrario, liderado también por una chica, tenía además de a tres mujeres, a cuatro varones.
—¿Y qué será ahora? —Una de las amigas de Betty le preguntó—. ¿Captura de bandera?
—No. Battle Royale. Pierde el equipo cuya totalidad de sus miembros sean derrotados.
Lincoln, quien nervioso examinaba el rifle que su prima le había prestado, y del que tenía apenas una idea muy vaga sobre cómo utilizarlo por lo que ella le explicó de forma previa, la miró inquieto.
—¿No es eso algo injusto dado que nos superan en número?
—No. Al contrario, eso lo vuelve más divertido. ¡Ahora vamos!
Durante las siguientes dos horas, Lincoln con cierta desesperación trató de mantenerse oculto entre las ruinas de la construcción. Con sigilo cambiaba de posición cada vez que escuchaba a alguien acercarse. Amargamente pensó en Lucy y en lo agradecido que debería de sentirse con ella por haberle enseñado una o dos cosas acerca de pasar desapercibido, pero pensar en su hermanita gótica le hizo preguntarse sobre cómo se encontraría ella en estos momentos.
Quería suponer que Lucy se mantendría a distancia de las demás y de las perversiones en las que se involucraron, pero entonces recordó de cuando se enteró acerca de cierta situación desagradable con respecto a Lola, en específico sobre el modo en el que en ocasiones se ganó el favor de los jueces en sus certámenes, y su humor volvió a agriarse.
—¡Tengo un objetivo!
Debido a su distracción, algo tarde Lincoln se percató que había sido descubierto por un chico que ya lo tenía en la mira de su arma. Se movió rápidamente, por lo que el sólido perdigón de plástico impactó detrás de él contra la pared, produciendo un fuerte y seco sonido, lo que hizo que Lincoln, mientras huía asustado, cuestionara la peligrosidad del material con el que aquellas cosas estaban hechas.
Consiguió perderlo, pero oculto contra una pared, comprendió que ante el aviso de ese chico, pronto tendría a más de uno de los integrantes del equipo contrario encima de él. Levantó su rifle con dificultad. No le sorprendería si alguien le confirmara que el peso de un arma real, era el mismo que el de aquella cosa que lo estaba limitando mucho para moverse. ¿Y si la dejaba ahí para huir sin más? No es que pensara que de verdad pudiese darle una utilidad.
Al girarse hacia una esquina exterior de la edificación, descubrió inesperadamente con la cara cubierta a otro de los contrarios observándole. El elemento actuó rápido y levantó su arma contra Lincoln cuando… ¡El protector que llevaba en la cabeza voló hacia atrás ante el certero tiro que el muchacho peliblanco le había dado de lleno al actuar con más rapidez!
—¡Maldición!
Tras escucharlo exclamar eso una vez que le dio un segundo tiro por encima de la rodilla para imposibilitar que por el momento lo siguiera, se echó a correr. Lincoln sonrió imaginándose que acababa de dispararle a uno de los malnacidos vástagos de Juan. Tal vez Betty tuviera razón y esto podría ser divertido. Recargó tal y como su prima le enseñó y decidió que era momento de buscar a "Juan".
Interrumpió el encuentro que, oculta detrás de un enorme bote, una de las amigas de su prima y parte de su equipo, estaba teniendo con otra chica que se protegía detrás de una pared incompleta. Tan concentradas estaban disparándose mutuamente procurando no ser alcanzadas, que no repararon en Lincoln, sino hasta que éste con la adrenalina a tope se acercó rápidamente y le dio dos tiros certeros en el pecho a la contraria.
La chica chilló soltando su arma encogiéndose en el suelo sin dejar de sujetarse un lado del pecho.
—¡Imbécil, me lastimaste una bubi!
Lincoln salió de su trance por lo que muy avergonzado de inmediato bajó su arma.
—¡Lo siento mucho! En realidad no quería…
*¡BANGHG!*
Al instante se llevó ambas manos a los oídos. Creyó haber podido ver por una fracción de segundo el borrón gris que fue el perdigón de goma pasar frente a sus ojos, pero al volverse, vio como había dado de lleno en el cuello de un chico que había ido al rescate de su compañera.
—¡No bajes la guardia!
La chica que rescató le advirtió tras a tiempo haberle disparado al contrario antes de que este le diera a él. Lincoln recogió su arma y se fue corriendo, detrás de él su compañera lo siguió, no sin antes meterle otro tiro a su contrincante de hace un instante que apenas estaba consiguiendo reponerse.
—¡Hija de…! ¡Justo en la otra!
Por la mala, Lincoln comprendió que no podría tener piedad por nadie si quería serle de verdadera utilidad a su prima con algo más que su asistencia.
El ruido de los tiros se intensificó y pronto junto con la chica que auxilió, terminó por reunirse con Betty y el resto de su equipo en un área descubierta, salvo por una sola miembro que perdieron tras ser acribillada y que se encontraba en ese momento apartada tomando un descanso observando todo como espectadora, junto a los chicos del equipo contrario que fueron eliminados.
Las chicas tenían contenidas a sus adversarios mostrando una precisión de disparo superior a estos, quienes a pesar de ser ya sólo tres en función, a su favor tenían elementos con los que podían permanecer ocultos fuera de cualquier rango de tiro.
—¡Necesitamos un plan para sacarlos de sus trincheras!
Lincoln suspiró. No le gustaba lo que se le ocurrió, pero no es como si no estuviese acostumbrado a sacrificarse por el bien del equipo en turno en el que se encontrara.
—Betty, tú y las otras aléjense, y nadie se acerque, al menos no por el frente. Ni tú o las demás abran fuego sino hasta que puedan rodearlos a todos cuando sin excepción consiga distraerlos.
La chica lo miró con desconcierto tras sus gafas.
—¿De qué estás hablando?
—¡Sólo recuerden lo que les acabo de decir!
Las amigas de Betty estaban impresionadas, y no tanto por lo que sea que se le hubiese ocurrido al muchacho, sino porque, y tal vez sólo por haberse contagiado por el calor del momento, se había atrevido a levantarle la voz a Betty, quien boquiabierta lo vió marchar directo hacia el enemigo. Estaba por seguirlo con el propósito de tomarlo por la parte de atrás del cuello de la camisa para traerlo de regreso a rastras, cuando al instante comprendió la tontería que planeó.
—Ese tonto. ¡Recuérdenme matarlo luego de que lo maten!
—¿Y qué se supone que haremos ahora?
Betty bufó.
—Ya escucharon a mi primo. Alejémonos de aquí y rodeemos el área para emboscarlos. ¡Pero ya, muévanse!
Algo contrariadas, sus amigas se replegaron. El otro equipo no parecía estar seguro de lo que sucedía, cuando de pronto el muchacho de cabello blanco, que no recordaban haber visto antes en compañía de Betty y las otras en los encuentros pasados que habían tenido contra ellas, provocándolos se acercó abriendo fuego hacia las paredes que tenían en las cercanías. ¿En serio ese torpe pensaba vencerlos a todos haciéndose el héroe solitario?
—¿Es que no piensas salir, Juanjo?
Entre sí se miraron con desconcierto preguntándose quién era el tal Juanjo, pero en cuanto se hartaron de sus pretensiones se asomaron a la vez y le llenaron el cuerpo de perdigones.
Lincoln gritó al recibir todos los dolorosos impactos, seguro de que cuando más tarde se quitara el traje encontraría su cuerpo lleno de moretones. Cual soldado siendo fusilado por un batallón en medio de un campo de guerra, lentamente cayó al suelo de rodillas imposibilitado de soportar más, hasta que su rostro terminó contra el suelo.
—¡Ahora!
Tarde, los tiradores se volvieron sólo para encontrarse con Betty junto a sus chicas disparándoles sin piedad a todos y a cada uno.
La líder trató de esquivar y guarecerse mientras su equipo enfrentaba el fuego. Se tiró al suelo y arrastrándose trató de ocultarse tras unos bidones, cuando sintió algo en su nuca, al volverse se encontró a los pies de Betty, quien con una sombría expresión apoyó el cañón de su rifle de asalto en la careta plastificada transparente que le cubría la cara. Con seriedad le increpó.
—Esto es por la muerte de mi primo.
Tras el funesto tiro, un silencio sepulcral inundó el ambiente. Las chicas con solemnidad vieron a su líder, el cuerpo de Lincoln tirado, y a sus enemigos con ojos expectantes incrédulos por lo que acababan de presenciar.
—¿En serio le acabas de disparar en la cara? —Alguien exclamó con indignación.
Tras emitir un chillido, de un salto la líder del equipo contrario se puso de pie al borde de las lágrimas, sin dejar de tocarse la cabeza una vez que de un tirón se quitó la careta.
—¡Sí! ¡La idiota me disparó en la cara! ¡¿Qué rayos pasó contigo, Betty?!
La rubia suspiró y se acomodó los anteojos.
—Está bien. Lo siento. Creo que me dejé llevar un poco. ¿Pero en serio te dolió? ¿No se supone que esa cosa sirve para contener cualquier impactó?
—¡Sí! ¡Pero los oídos me zumban horrores por haberme dado tan a corta distancia!
Mientras continuaba quejándose, una de las chicas se acercó al cuerpo derribado de Lincoln y le dió una patadita ligera en las costillas.
—Oye, niño. ¿Estás bien?
Lincoln abrió los ojos y gimió.
—Me duele todo el cuerpo.
Lo ayudaron a pararse. Betty, que terminó de discutir con su rival, se acercó a su primo. Sus compañeras le abrieron el paso. Lincoln la miró e ignorando el semblante disgustado que ella tenía, con cierta inocencia le preguntó manteniendo el tono convaleciente.
—Entonces… ¿ganamos?
La chiquilla de doce años tuvo que resistir el impulso de reírse.
—No del modo en que me hubiera gustado, pero sí, ganamos. Supongo que esta es la parte en la que vamos a celebrar yendo a almorzar.
Aliviadas porque la integridad del chico que las coronó se mantuviera, las chicas vitorearon a Betty alzando los brazos. Lincoln las observó, y algo tarde, alzó el brazo tratando de imitarlas dando un grito de triunfo para unírseles, cuando de pronto se encogió por el golpe que su prima inesperadamente le dió en el pecho.
—Eres un bobo, primo.
El peliblanco sobándose, apreció la sincera sonrisa que su prima le dedicó. Consideró que después de todo había valido la pena su "sacrificio".
El establecimiento al que fueron no se trataba de "Las Hamburguesas Del Eructo" que tanto le gustaba a Lincoln, pero la fachada le pareció presentable. Lo primero que el chico percibió al momento de entrar, fue cierta tensión en el oficial que estaba ahí terminándose una baguette con un café al verlos. Betty lo saludó con naturalidad.
—Buenos días, oficial Sullivan.
—Loud.
Tras dedicarle lo que a Lincoln le pareció una mirada de advertencia, el hombre continuó con su almuerzo. Las chicas del equipo por lo bajo emitieron algunas risitas y el peliblanco sintió que se había perdido de algo.
En la entrada habían dos tipos de menús diferentes para que cada persona tomara uno antes de irse a sentar, ya sea uno rojo para los almuerzos y desayunos, o el verde para las comidas y las cenas que se servían después de la una de la tarde, según indicaba la señalética que por encima en la pared lo describía. Betty que encabezaba el grupo, fue la primera en tomar el suyo, uno de los verdes a pesar de que apenas iban a dar las doce, mientras que los demás tomaron los rojos.
—Que extraño —la prima de Lincoln se pronunció cuando se sentaron y analizó el menú—. Creo que imprimieron mal esto. Se tratan de las comidas.
Algo incómodas, las chicas giraron los ojos. Sin contemplaciones Lincoln le señaló.
—Betty, ese es el menú de las comidas, en la entrada decía que los almuerzos y los desayunos están en los menús rojos como este.
Su prima al inicio lo miró como si acabara de decirle una tontería, entonces Lincoln le señaló su propio menú y ella dirigió su vista hacia los que sus amigas tenían, después miró de nuevo el suyo. A pesar de la evidente diferencia en el color, pareció tardar en comprender cuál fue su error; una vez que lo hizo, abochornada se puso de pie para ir a dejar el menú verde en la entrada con los rojos, y ya estaba por regresar a su lugar con otro menú verde, cuando a medio camino buscando cerciorarse de no haberse equivocado esta vez, lo examinó; tras darse cuenta que había vuelto a hacerlo, se regresó sintiéndose más avergonzada, esta vez tomó el menú correcto, y a pesar de que en efecto se trataba de uno rojo, igualmente leyó primero parte del contenido ahí mismo antes de regresar aliviada con los demás.
—Oye, Lincoln —una de las amigas de Betty le habló tratando de desviar su atención—. ¿Y qué te pareció el Airsoft? ¿Piensas unirte a nuestro equipo de manera permanente? Lo que hiciste allá fue una locura, pero pareció dársete muy bien.
—Hmm… fue interesante y… no lo sé. Lo pensaré.
Le dió su respuesta de manera distraída, no podía quitarle los ojos de encima a su prima por el comportamiento que tuvo. Cuando ella regresó a su asiento, un tanto molesta farfulló.
—Creo que tengo la cabeza en otro lado. Estoy tan acostumbrada a que los menús del desayuno los pongan en el lado izquierdo de la mesa y los otros a la derecha, que no me di cuenta que hoy los cambiaron a como suelen acomodarlos.
Una camarera no tardó en aparecer para tomar sus órdenes. Hecho el pedido se pusieron a aguardar. A Lincoln se le ocurrieron muchas preguntas para su prima, pero se las contuvo no muy seguro de hacérselas frente a las demás chicas. Decidió probar suerte con una que esperaba no fuese tan comprometedora.
—Oye… de aquel policía —lo señaló conforme este ya se levantaba para irse— sentí que hubo algo extraño en el modo que te trató. ¿Todo está bien?
Betty refunfuñó.
—¿El oficial Sullivan? Ignóralo, sólo es un tonto que no sabe hacer su trabajo, pero es tan celoso del mismo, que no tolera que alguien le eche una mano cuando le hace falta.
—¿Y eso lo dices porque…?
—Porque no sabe el significado de lo que es un "arresto ciudadano", si lo hiciera, hace mucho que me hubiese dado una medalla por mi buen servicio cívico. ¡Pero no! Por lo menos aquí reconocen que soy una heroína, que a veces me dan más papas fritas de las que esperaría.
—¿En serio? —con asombro le preguntó—. ¿Pues qué fue lo que hiciste?
Betty un tanto aburrida continuaba esperando a que la fila avanzara para recoger la orden que había hecho para llevar, por lo menos ya solamente faltaban cuatro turnos antes de que llegase el suyo, cuando de pronto el sujeto que estaba hasta el frente de manera inesperada sacó una navaja con la que amenazó al encargado.
—¡Dame todo lo que tengas ahora!
No se detuvo a pensar en sus acciones, había sido algo casi instintivo cuando Betty tomó el extintor que estaba a un lado de ella sobre la pared, y corriendo gracias a que las personas del frente y que por miedo se habían alejado, llegó al instante y sin contratiempos hasta el maleante alzando el extintor sobre su cabeza para con mucha fuerza y violencia…
—No fue para tanto. Al día siguiente salió del coma y a los dos días le dieron el alta. Soy yo la que corrió con peor suerte, pues por muy poco en esa ocasión casi termino en el reformatorio.
Pasmado, Lincoln se quedó con la boca abierta.
—¡Vaya! Digo… puedo entender que lo que hiciste fue algo muy peligroso por mucho que actuaras pensando en hacer lo correcto, pero creo que fue algo exagerado que trataran de internarte siendo esa tu primera ofen… un momento. "¿En esa ocasión?" ¿Es que hubo otras?
Otra de las chicas tomó la palabra.
—Está esa vez del tipo que trató de asaltar a la señora Cooper.
Una mujer de avanzada edad llevando su bolso caminaba rumbo a la tienda. Al otro extremo de la calle, Betty la reconoció. Justo en el instante en que la jovencita estaba por alzar su mano para saludar a la señora Cooper, salido de la nada apareció un sujeto detrás de la pobre mujer arrebatándole el bolso de un tirón, enseguida se echó a correr por donde estaba Betty con el único propósito de huir.
Betty se hizo a un lado, y al instante en que el bandido estaba por pasarla de largo para girar en la esquina, ella estiró un pie y le hizo una zancadilla, lo que hizo que el sujeto tropezara y por el impulso con el que corría terminara por salir volando hacia la calle, precisamente cuando una motocicleta transitaba y sin lograr frenar a tiempo…
—Y sigo sintiéndome mal por el brazo que ese pobre chico se rompió. ¿Pero cómo iba a saber yo que iba a aparecer de repente? —Betty trató de justificarse—, pero perdón si no siento pena por la pierna que se rompió el ratero ese.
Aunque sorprendido, Lincoln reflexionó al respecto.
—Igual no era posible que pudieras prever que algo así sucedería. No es tanto para que te lo tomen en cuenta si ignorabas lo que podría provocar tu buena acción.
Una de las chicas algo incómoda carraspeó.
—Lincoln tiene razón, aunque… no me lo tomes a mal, digo, agradezco que trataras de ayudarme aquella vez en la escuela con ese chico, Pete.
La muchacha que aquel día en la escuela había llevado una bonita blusa verde con una falda rosa esperando llamar la atención del muchacho que le gustaba, de lo más tranquila se acercó a un bebedero para refrescarse, ignorante que detrás de ella al inclinarse un chico se acercó con su celular para ágilmente tomarle una foto por debajo de la falda.
Cuando ella se enderezó se dio la vuelta confundida por haber sentido algo, pero todo lo que vio fue a Pete con su celular entrando al baño entre risas. Betty con expresión enfadada estaba cruzando el pasillo y la había ignorado cuando la saludó. De pronto y para su sorpresa, su capitana de Airsoft entró al baño de hombres para seguir a Pete.
—Esa vez casi te expulsan. Peor. Casi te levantan cargos por agresión sexual.
—No hice lo que hice por placer —musitó furiosa—. Además, el contenido del celular me amparó de que el único degenerado fue Pete, no yo.
—Afortunadamente no fue necesaria la operación que ya temían practicarle a Pete para que pudiesen recuperar el celular. Aunque supongo que volvió a dolerle mucho cuando los purgantes que le suministraron en el hospital hicieron su efecto.
Lincoln inconscientemente frunció la parte baja de su espalda al imaginarse lo que podría sentirse el experimentar algo así. Miró su propio celular y se contuvo de preguntar de qué tipo era el del tal Pete, específicamente, de qué tamaño era.
—Vaya, parece que tienes muchas anécdotas… interesantes al respecto. —El muchacho no pudo evitar sudar frío.
—No nos ajustaría el día para terminar de contarte todas las que por lo menos nosotras sabemos.
Betty gruñó por lo bajo, que si bien estaba orgullosa de la mitad de ellas, no lo estaba del todo de la otra mitad, aunque para el caso, de un modo u otro la mayoría le habían generado muchos problemas posteriores.
Continuaron hablando orillando la conversación hacia algo distinto, como el modo en el que las chicas se conocieron. Lincoln se sorprendió cuando se enteró que durante la primaria solían ser todas, incluída su prima, chicas exploradoras… por lo menos hasta que Betty propiciara que la expulsaran a causa de su carácter tan explosivo.
Mucho más tarde, y ya de regreso a casa tras despedirse de las chicas, las cuales tuvieron que conformarse con anexar a Lincoln al grupo de mensajería telefónica del equipo, después de que Betty fuera cortante en que su primo intercambiara con cada una de ellas sus números, cuando sería más fácil (y controlado por ella) que sencillamente hiciera aquello, los chicos tuvieron un momento para ellos conforme caminaban, pues eso sería, en palabras de Betty, un ejercicio recomendable el repetir.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
Desde que se quedaron solos, Lincoln parecía deseoso por hacerle una y Betty lo notó, preguntándose si su primo se valentonaría a decírsela o se la contendría por temor a meterse en problemas con ella.
—Si tienes boca, supongo que puedes hacerla. Que te la quiera responder ya es otro tema.
Apenada, esperaba de todo corazón que, y quizá a causa del calor del momento que vivieron en el campo de Airsoft, a Lincoln no se le ocurriera la locura de declarársele… o preguntarle si alguna de sus amigas estaba disponible. No estaba segura de qué le afectaría más. Lo mejor que se le ocurría en cualquier caso era cortar de una vez por lo sano, permitiendo a su primo explayarse. Lincoln tras asentir, habló.
—¿Qué tanto te afecta el ser daltónica?
La chica se detuvo de golpe ante aquello.
—¿Que soy qué?
—Daltónica. Ya sabes, que tienes dificultades para percibir los colores. Había sospechado que lo eras por algunos detalles que noté en ti desde que llegué a vivir con ustedes, y creo que terminé por confirmarlo en el restaurante por lo que te ocurrió con los menús que confundiste.
Aunque lo primero que pensó en hacer fue negar que lo fuera, Betty, que ya había escuchado, y ahora de primera mano comprobado lo observador que su primo podía llegar a ser, decidió no andarse con rodeos para terminar pronto con el tema apartando su vista de la de él.
—No me afecta en nada —de pronto lo miró con acusación—. ¿O es que vas a decirme que crees que esto afectó mi desempeño en el encuentro que tuvimos?
—Para nada, ni siquiera lo noté ahí. Ya te dije que fue hasta que entramos a almorzar en aquel lugar.
—Bien. ¡Porque eso no interfiere de ningún modo con mi liderazgo en batalla!
Puntualizando esto, le picó repetidas veces el pecho con su dedo índice obligándolo a retroceder amedrentado.
—Ya te dije que no insinué que te afectara en eso —con molestia le recriminó—. ¿Por qué es tan importante para ti tener siempre el control de esta manera?
—Porque una buena soldado y sargento en formación debe de tenerlo si quiere alcanzar el mayor rango.
—¿Como tu mamá?
Tan pronto le soltó esto, Lincoln se arrepintió de haberlo hecho. La tez de Betty palideció para enseguida enrojecer. El chico esperó el golpe y por un instante con fuerza cerró los ojos esperando a que todo fuese rápido, pero al no recibirlo, con temor los abrió. Su prima había reanudado la marcha a paso rápido dejándolo muy atrás. Preguntándose a sí mismo el porqué no estaba sacando provecho de esto para correr en la dirección contraria buscando ponerse a salvo, se apresuró a alcanzarla.
—¡Betty, espérame!
—¡Piérdete!
—Mira, no quise…
—¡Déjame en paz o te daré una paliza!
No sólo la alcanzó, sino que se puso delante de ella sujetándola por los hombros tomándola por sorpresa ante su osadía.
—¡¿Peor qué rayos te pasa?!
—Mira, a riesgo que me conviertas en un pretzel humano quiero dejarte las cosas en claro. Primero, no quería molestarte a propósito. Y en segundo, de verdad y en serio estoy muy interesado en saber por qué te obsesiona tanto el ser como tu madre. Creí que no te llevabas bien con ella.
—¿Quién te dijo eso?
—No importa —no delataría a ninguna de sus primas—. Por favor, dímelo.
—¿Qué te importa?
—Quiero saber si puedo… ya sabes… hacer algo por tí como ustedes han hecho mucho por mí y papá al ayudarnos, y me refiero a hacer algo más importante que ser parte de tu equipo de gotcha con balas de goma.
—Airsoft.
Tras corregirlo, su primo la soltó al notarla menos ofuscada. Betty se tomó el puente de la nariz dándose unos momentos.
—No hay nada que puedas hacer por mí en eso. Son sólo… cosas que necesito resolver por mi cuenta. Mira, casi no veo a mi mamá. Siempre se la pasa en servicio, y puedo entenderlo. Está ayudando a ser del país un lugar mejor al servir por él en el extranjero, y aunque me la paso preocupándome por ella, sé que es muy capaz, y confío en papá cuando dice que ella siempre regresará sin importar lo que pase, pero… pero… ah…
—Te gustaría pasar más tiempo con ella del que puedes cuando está en descanso.
La muchacha suspiró.
—Incluso cuando lo está y pasamos el tiempo juntas, todo se trata de escucharla hablar acerca de lo que hace en servicio con su cuartel. Pasa todo el tiempo. Cuando era aún más joven siempre odiaba eso, creí que tal vez me abandonaba a propósito porque quería más a su oficio de lo que me quería a mí, pero… he crecido, comprendí y sigo comprendiendo por qué es tan importante lo que hace, tanto que a mí también ha terminado por gustarme, y quiero hacer algún día lo que ella hace: Servir a mi país, hacer mi parte por él, defenderlo, pasar tiempo con mi mamá y…
De pronto se cubrió la boca con ambas manos. Miró con miedo a su primo preguntándose cómo fue que consiguió que se abriera tanto con él, en mucho menos tiempo de lo que llegó a hacerlo con muchas de sus medio hermanas e incluso su propio padre. Pero en la expresión del peliblanco no encontró ningún indicio de que la estuviera juzgando, si acaso… compadeciéndola y comprendiéndola.
—No tengo dudas de que tu mamá te ama, Betty, más de lo que supones —le costó decirle esto al pensar en su propia madre que no pareció pensárselo dos veces cuando se deshizo de él junto a su padre—. No estoy seguro, pero tampoco voy a mentirte diciéndote que no tendrás ningún problema para conseguir todas las metas que te propongas, de hecho, es muy posible que incluso logrando entrar como tu mamá en el ejército, tu condición te limite en algunas áreas.
—Sólo si se enteran que la tengo —con altanería le rezongó—. ¿O es que vas a decirme que piensas delatarme por mi propio bien?
—No lo haría y de cualquier forma no tengo que hacerlo. Para entrar te hacen muchos exámenes de todo tipo en los que terminarán dándose cuenta de esto como tus amigas ya lo han hecho.
—¿De qué estás hablando? No le he dicho a ningún miembro de mi tropa lo que tengo.
—Me imagino que no, pero pude darme cuenta que la mayoría, si no es que todas, ya notaron y saben lo que tienes, aunque por supuesto y a diferencia del ejército, no te lo señalarán para no molestarte o hacerte sentir avergonzada por el cariño que te tienen.
Esto la sorprendió. Con algo de molestia contenida, le increpó.
—¿Y con esto estás tratando de decirme que no tengo ningún futuro en el ejército como mi madre? ¿Que mejor me busque otro modo de llamar su atención si quiero que en serio me quie…?
Se mordió a sí misma la lengua pensando que de nuevo había hablado más de lo que debió. Lincoln le pasó una mano por el hombro y a diferencia de la vez anterior, encontró el gesto… reconfortante y cálido.
—De hecho y hasta donde te he podido conocer mejor, creo que el ejército tendrá mucha suerte si puede contar contigo en un futuro. Pobres de quienes nos busquen una guerra por mandarte al frente con tu propio batallón —esto la hizo sonreír de manera apenada, ¿o sería porque Lincoln estaba demasiado cerca de ella?— Pero hagas lo que hagas, si te enrolas es porque en efecto es lo que quieres hacer por ti, y no por tu mamá o alguien más. Pero es en serio, y esto no sólo por ti, sino por la seguridad de quienes algún día queden bajo tu responsabilidad, es mejor que seas sincera con lo que tienes.
Betty chistó la boca lamentando tener que darle la razón en ese punto.
—Gracias, primo. Te prometo que investigaré bien si… —se pasó una mano sobre los ojos— esto tiene alguna solución… o qué tanto podría afectarme si me enrolo, algo que a estas alturas en serio quiero hacer ya por mí misma.
—Bueno, eso está bien. Ah… ¿podría pedirte un favor?
Se imaginó que sería algo relacionado a que ya no lo despertara tan temprano, o que ya no le exigiera hacer más ejercicio que a su juicio consideraba realmente que necesitaba hacer. Trataría de ceder a esto mientras que el favor no fuera que no volviera a pedirle que se juntara con ella y sus amigas a jugar Airsoft… ¿y si de pronto le pedía que le concertara una cita con alguna de sus cadetes? No supo qué de todo esto para ella podría ser lo peor.
—¿Qué es lo que quieres?
—Si te enlistas y te mandan a pelear en alguna guerra… ¿podrías prometerme tener cuidado para que nada malo te ocurra procurando mantenerte a salvo?
Sorprendida, lo miró entendiendo que él genuinamente estaba preocupado por ella. Lincoln también se sorprendió cuando de manera inesperada e impulsiva, Betty se le acercó más para darle un beso en la mejilla.
—Haré el intento, primito.
Pensando que después de todo y a pesar de que tenían la misma edad, Lincoln era unos pocos meses más joven que él, y siendo un niño como tal, su deber era protegerlo como una buena cadete, prima y niñera ocasional. Por lo que llevando la iniciativa, Betty lo tomó de la mano y así continuaron su camino a casa.
—Linc, ¿puedo preguntarte algo?
—Claro. Dime.
—¿Qué es un pretzel humano?
Tan pronto se lo explicó, Lincoln se arrepintió de haberlo hecho. Los ojos de Betty parecieron brillar ante lo que suponía era una magnífica forma de castigar a alguien.
Una vez que llegaron a casa, satisfecha, Betty soltó a su primo y abrió la puerta.
—¿Quieres que hagamos algo más? —Lincoln le preguntó expectante.
—Me pondré a hacer algunas tareas de la escuela que tengo pendientes. Descanse, soldado. Se lo ha ganado.
—¡Gracias!
Estaba por retirarse, cuando su prima una vez más lo tomó de la mano, pero esta vez de un modo algo brusco.
—Y de lo que hablamos…
—Ni una palabra a nadie. Confía en mí.
Tras guiñarle un ojo, el chico se apresuró a ir a la sala sin notar que su prima se había sonrojado.
—Que asco que sea mi primo… que si no lo fuera, supongo que tal vez consideraría salir con él y…
Al darse la vuelta para dirigirse hacia la cocina, con miedo se sobresaltó al encontrarse repentinamente con una chica pecosa castaña de su misma edad, aunque por muy poco, algo más baja. Llevaba un bonito vestido amarillo de una pieza con el borde de la falda en rosa.
—¿Estás considerando salir con un chico? ¿Tú? ¿Es en serio?
—¡Por supuesto que no! ¡No voy a salir con nadie! —cómo se odió por imaginarse por un breve segundo una muy hermosa boda con temática militar al lado de…— ¡A tus asuntos, Beverly! ¡Tú no oíste nada! ¿Entendido?
Aunque molesta por su actitud tan a la defensiva, Beverly se llevó con un rápido movimiento la mano recta hacia la frente esperando haber imitado un correcto saludo militar. Tras decidir que eso no lo había hecho para burlarse de ella, Betty se lo devolvió y se marchó tras decirle:
—Descansa. Voy a hacer mi tarea, así que estaré en mi habitación por si alguien necesita algo.
Beverly la miró subir por las escaleras. Agradecida porque por fin Betty liberara a su primo de sea en lo que sea que lo haya involucrado, fue a buscarlo esperando que Lincoln ahora sí tuviese tiempo para ella.
