Disclaimer: BNHA y sus personajes, no me pertenecen.
Summary: Las noches en "Dollhouse" siempre eran movidas; la gente iba y venía y las historias que las damas de compañía escuchaban, no siempre eran felices. Uraraka Ochako trabajaba allí bajo el seudónimo de Angel face y de entre todos los desdichados que pagaban por unas horas con ella, nunca esperó hallar al padre de su amiga aguardando por su compañía.
Aclaratoria: Ésta es una obra propia y todos los derechos son reservados.
Advertencias: Lemon/Sexo explícito.
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Capítulo 22
Oasis
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Las luces cegadoras de los flashes hacían más distante todo a su alrededor mientras sus pasos parecían resonar en un mutismo asfixiante. Sentía la respiración agitada o quizá fue su propia percepción de la realidad a medida que se acercaba a la mesa donde su nombre reposaba en un pedazo de acrílico rectangular. Todo se oía distante, sordo, ajeno a él y entre esa amalgama de emociones desbordantes a consecuencia de los reporteros que, al momento de verlo llegar, dispararon como ametralladoras sus flashes hacia él, Bakugo Katsuki sólo pudo pensar en una persona, la única que le transmitía tanta paz con sólo mirarla, con sólo recrearla en su mente.
Ochako.
Cerró los ojos de forma involuntaria y aspiró profundo, recreando en su mente el aroma a vainilla que la joven de ojos otoñales poseía.
―¿No se sentirá muy nervioso? ―La voz de Ochako en su memoria lo llevó a la noche anterior en el que, luego de cenar y acurrucarse en su cama King Size, dejando al descubierto cuán gigantescas eran sus dimensiones, Katsuki yacía abrazando la espalda de la más joven quien dibujaba círculos en su ancho brazo. Katsuki cerró los ojos al escuchar su pregunta y hundió su rostro en su cuello, mezclándose con las hebras castañas que olían a fresa. Dios, Ochako era la representación de la dulzura, mientras todo en ella le recordaba a esas películas navideñas con cocoa, vainilla y muchos clichés.
―No será la primera vez que esté ante tanta gente preguntando por mi vida privada ―respondió Katsuki sin moverse pero sintiendo que, a cada segundo transcurrido, su cuerpo se fusionaba con el de Ochako. Ella detuvo el movimiento de sus dedos sobre la piel del brazo del hombre y él abrió un poco los ojos ante la ausencia de sus caricias―. ¿Tienes miedo de algo?
―Temo por usted, Katsuki-san ―dijo Ochako y moviéndose un poco, volvió su vista a la rojiza del hombre que le doblaba en tamaño y en edad. Se acomodó de tal forma que pudo mirarlo de frente―. No quiero que lo lastimen.
―Te doblo en edad, mocosa ―respondió él con cierta gracia―. ¿Por qué te preocupas por mí? Deberías de pensar en tí.
―Incluso los animales más fuertes temen por su vida, a pesar de tener a la biología de su parte ―respondió Ochako sin un ápice de gracia en su voz. Ella se mostraba genuinamente preocupada por él y eso lo conmovió pero no se lo dijo. Hay muchas cosas que Ochako le hacía sentir que él no se lo decía porque, sencillamente, era la primera vez que las vivía―. ¿Qué sucederá si algo malo acontece?
―¿Qué podría pasar? ―Preguntó él. Ella se encogió de hombros―. Preguntarán cosas incómodas, de seguro buscarán escarbar en la razón de mi divorcio y ya tenemos cubiertas esas respuestas.
Ochako no parecía convencida, lo decía el puchero en sus labios. Katsuki sonrió. Había tanto en Ochako que causaba emociones contradictorias en él que lo ponía en aprietos consigo mismo, con su ego, con su corazón.
―Si necesita de mí…
―Te necesito aquí ―respondió enseguida Katsuki y con la fuerza de sus brazos, tomó a Ochako por las muñecas, moviendo su cuerpo de tal forma que la dejó debajo suyo, aprisionando sus manos con las propias, por encima de su cabeza. Ochako lo miró sorprendida una vez lo tuvo encima de ella―. Quiero que me esperes aquí, en ésta cama, aguardando por mí.
Ochako sonrió y él acercó su frente a la de la más joven, ambos cerraron los ojos en respuesta a su cercanía.
―Si necesita de mí ―volvió a hablar Ochako―, estaré aquí, esperando por usted. Siempre.
―Siempre es un largo periodo de tiempo, niña.
―No el suficiente ―respondió la castaña. Katsuki se alejó de ella para mirarla a los ojos y encontrar sus mejillas sonrojadas y sus ojos cerrados. Esa era la imagen que Katsuki recreó en su mente cuando sus pasos irrumpieron la sala de conferencia para dirigirse hasta la mesa alargada con 5 sillas y membretes acrílicos en donde su nombre y el de otros más, se encontraban esperándolos. Por supuesto, él recreaba a su amuleto de paz cuando sentía ganas de correr lejos de allí porque Ochako tenía una extraña esencia que lo hacía sentirse más tranquilo.
Una mano se posó sobre su hombro y lo sacó de su letargo. Volvió a la realidad al ver a Camie junto a él, indicando que tomara asiento. A su alrededor, el equipo presidencial del Grupo Bakugo y Athena's Silk ya se encontraba tomando asiento, salvo él que seguía de pie ante el gentío. Katsuki asintió a su ex esposa y la imitó, no sin antes dar una reverencia de respeto a los presentes.
El ruido de las voces y las cámaras fue menguando cuando todos, finalmente, se hallaron sentados en la mesa principal delante de los demás reporteros, algunos sentados en mesas particulares, otros de pie al final de la sala por falta de lugares. La afluencia fue mayor a la esperada, a pesar de tener el listado de invitados para la sesión del día.
El vocero principal del Grupo Bakugo dio el saludo inicial para dar comienzo a la sesión del día, anunciando los temas a tratar, entre ellos el lanzamiento de lo que se espera para la Colección Primavera-Otoño de Athena's Silk.
La presentación fue breve, recreaba los temas que se tomaron para la creación de los diseños de la colección mientras Camie iba señalando algunos detalles y respondiendo algunas preguntas relacionadas al tema, claro, no eran demasiadas preguntas y nadie se mostraba verdaderamente interesado en ello. No era difícil saber que la mayoría estaba allí por un motivo en particular.
Y el tema no tardó en salir a colación cuando el bloque de Athena's Silk presentando la colección, finalizó.
Uno de los reporteros tomó la palabra y el vocero le dio permiso para hablar.
―Buenos días, Bakugo-san. Soy Sako Atsuhiro, del periódico Vanguardia ―saludó el hombre a la pareja―. Tendré que ser un poco brusco pero se ha estado rumoreando de una posible separación. ¿Es verdad eso? ¿Habrá un quiebre entre las empresas con Athena's Silk? ¿El directorio se disolverá?
Una mirada compartida entre los asesores, Camie y Katsuki fue suficiente para que el Presidente tomara la palabra para responder.
―¿Cómo es su nombre, disculpe? ―Preguntó el Presidente.
―Sako Atsuhiro ―repitió el hombre de cabello castaño―, del periódico…
―Sí, sí ―cortó Katsuki―. Bien, tomen nota para los demás metiches del círculo ―habló Katsuki. Muchos tomaron con gracia su respuesta pero podía sentir la mirada furibunda de su ex esposa junto a él―. Tras veinte años de matrimonio con mi esposa, hemos decidido poner fin a la relación ―los periodistas comenzaron a saltar uno tras otro al escuchar tal declaración, pero Katsuki no les dejó continuar, sino que añadió―. Fue una decisión bilateral, procesada y consensuada de ambas partes; sin embargo, nuestra separación no fue en malos términos, por lo que la asociación con Athena's Silk no se verá afectada y Utsushimi Camie seguirá como Directora Ejecutiva de la firma. Confío en Camie como socia, así que no puedo pensar en otra persona llevando el mando de ésta empresa ―las palabras de Katsuki se mostraban sinceras para sorpresa de Camie, quien no pudo evitar mirar a su ex esposo con notoria sorpresa―. Respondiendo a tu pregunta, no; el directorio no se separará ni sufrirá ninguna modificación. Seguimos siendo socios, de hecho, somos mejores siendo socios que esposos ―comentó con gracia y Camie rio por lo bajo, dando su aprobación a tal comentario. El ambiente se sintió ligero y eso parecía gustar a los invitados, sin embargo, el reportero Sako no parecía muy convencido.
―Cuando dice que se debe a un acuerdo bilateral, ¿habla de que ambos están conformes con ésta situación? ¿No se debe a algún mal momento para el matrimonio o quizá una infidelidad?
El vocero del grupo quiso interrumpir esa pregunta pero Katsuki no se lo permitió.
―Sako ―llamó Katsuki con cierta molestia―, de verdad te deben estimar en tu trabajo. Al parecer, lees entre líneas y eres mejor que el resto. ―Se burló el Presidente con evidente gracia―. No, Sako. Los años cansan, el negocio fue quedando en primer lugar entre ambos. Las cosas son así, no siempre se puede tener todo en la vida. O tienes un buen negocio o tienes una buena relación con tu esposa y al parecer, tú estás igual de jodido que yo, si es que hay alguna mujer que te espera en casa, claro.
Las risas no se hicieron esperar en la sala con el comentario del hombre, claro, todos menos el reportero en cuestión sonreían o reían por las respuestas ingeniosas del Presidente del Grupo. Katsuki podía leer fastidio en las facciones del hombre sentado no muy lejos de la primera línea de invitados a la rueda de prensa, pero para sorpresa suya, el semblante molesto no pareció perdurar mucho en el rostro del reportero.
El hombre llamado Sako Atsuhiro se puso de pie para sorpresa de todos los presentes, incluso de la familia Bakugo, Camie sintió un mal presentimiento, no era la única, pero antes de poder darse el tiempo de advertirle con algún monosílabo a su ex esposo, el reportero se apresuró a hablar.
―Debo decir que, a diferencia suya, Bakugo-san, estoy poco acostumbrado a lo que usted llama "buena relación" con su esposa, personalmente no me gusta serle infiel a mis parejas ―su respuesta con un tono victorioso en su voz, consiguió que Katsuki frunciese el entrecejo y Camie tragara pesado. No fueron los únicos sorprendidos con esa declaración, muchos de los presentes comenzaron a cuchichear a sus espaldas y eso ponía más nervioso a Katsuki.
―¿Eres tonto? ¿Acaso hablé de alguna infidelidad? ―Preguntó ya sin gentileza alguna el Presidente. Sako levantó su teléfono permitiendo que en su pantalla pudiese enseñar claramente la imagen de un video perteneciente a unas cámaras de circuito cerrado.
―¿Por qué no ha sido del todo franco sobre su divorcio? ¿Acaso temía que las portadas de las revistas expresen que su matrimonio es una farsa y usted prefiere la compañía de jovencitas que podrían tener la edad de su hija? ―Katsuki abrió los ojos de par en par al reconocer, sin hacer mucho esfuerzo, la fotografía que era enseñada por el reportero en donde podía verse a sí mismo en Doll House, en la Golden Room más específicamente, besando a Ochako quien se hallaba cómodamente sentada sobre él. ¿Cómo podría no reconocer esa fotografía si él mismo la tenía tatuada en su mente? Pero para su mala suerte, ya no era el único que tenía grabada esa imagen de sí mismo con Ochako, ahora todos los foros de noticias, chismes y estaba muy seguro que hasta los compañeros de universidad de Mahoro tendrían en sus manos la foto más comprometedora de Bakugo Katsuki.
El aire comenzó a faltarle, sentía cómo su sangre hervía en sus venas. Estaba por cometer una locura si seguía mirando la fotografía y la sonrisa burlesca del maldito de Sako Atsuhiro. Las personas comenzaron a revisar los foros de noticias, la imagen estaba colgada allí para deguste de los chismosos, pudiendo apreciar con sus propios ojos el rostro de Bakugo Katsuki, besando a la joven Doll de cabellera corta y rosa, mientras sus manos apretaban el cuerpo de Ochako con tanto placer que quería romper en pedazos los teléfonos de cada uno de los presentes.
Mina tomó la palabra para indicar que, lo que estaban observando era una edición para perjudicar al Grupo Bakugo, pero los reporteros comenzaron a saltarle encima con preguntas cada vez más difíciles de responder. Katsuki estaba mudo, no podía procesar una sola palabra nisiquiera en su mente y eso pudo notarlo Camie, quien no despegaba sus ojos de su ex esposo.
Katsuki sintió la mano de Camie tomando la suya y por primera vez en mucho tiempo, el hombre vio a su ex esposa con un rostro cargado de angustia y culpa.
―¿Camie?
―Es mi culpa ―dijo la mujer―, todo esto es mi culpa. ―Pero antes de que Katsuki pudiese decir algo más para entender a qué se refería la mujer rubia, Camie se puso de pie, tomó la palabra y pidió a todos que guardaran silencio para seguir con la rueda de prensa de forma civilizada. Cuando Sako quiso continuar atacando a Katsuki con sus acusaciones de infidelidad, Camie lo silenció con rudeza casi―. Preferiría que el Señor Sako deje las instalaciones para poder proseguir con las personas interesadas en ésta conferencia.
Sako intentó oponerse pero los guardias de seguridad ya estaban por acorralarlo para sacarlo de allí a rastras si era necesario. Viendo la corpulencia de los uniformados, prefirió marcharse por su cuenta antes de intentar alguna tontería, porque finalmente, su único propósito allí fue completado: causar estragos y generar disturbios para desestabilizar al Grupo.
Cuando finalmente Sako Atsuhiro dejó la sala y el silencio volvió a reinar las instalaciones de la sala de conferencia del Grupo, Camie volvió a tomar la palabra a pesar de que Mina temía por lo que fuera a decir, después de todo, no habían previsto que la verdad de Katsuki acudiendo a Doll House viese la luz en esa conferencia.
Camie se aclaró la garganta para iniciar.
―Temo que no he sido una buena esposa para Katsuki ―las primeras palabras de Camie dejó a muchos expectantes para escuchar algún drama por parte suya en contra de su esposo pero a diferencia de eso, lo siguiente que dijo Camie dejó helados a todos―. He fallado a mis votos con mi esposo hace un año atrás, cuando cometí adulterio. Y aún así, tras haberle sido infiel a Katsuki y defraudar su confianza, él apostó por mí para seguir liderando Athena's Silk, ha tenido la madurez suficiente para poner a un costado el dolor de la traición que le he causado para centrarse en lo más importante: el negocio familiar y por sobretodo, nuestra hija Mahoro. ―Un sollozo se atoró en la garganta de la mujer que intentaba con todas sus fuerzas de no derrumbarse. Katsuki le tendió un pañuelo pero ella sólo negó con una pequeña sonrisa que él no supo cómo responder―. Por favor, no midan los valores de mi esposo por una fotografía fraudulenta o malintencionada, cuando la villana en toda ésta tragedia, soy yo.
―¿Entonces sí se debió a una infidelidad la decisión del divorcio?
―¿Bakugo-san no llamará a juicio por el caso de infidelidad?
―¿Está de acuerdo que su esposo acuda a bares nudistas?
Las preguntas no hacían más que crecer en número y en intensidad, estaban todos tras el cuello de Camie, intentando dar con más contenido para sus graneros, cuando en realidad, sólo causaban más alboroto. Katsuki se puso de pie entonces, permitiendo que Camie guardara silencio, para evitar que se saliera de control.
―Camie no tiene por qué responder preguntas que no van hacia ella directamente. ―Habló Katsuki mirando a sus invitados―. Mi ex esposa tiene alardes de grandeza, realmente cree que me quedé llorando en un rincón de la casa pero lo único que consiguió fue que trabajara el doble ―rio y con él, muchos reporteros incluso su mesa expositora compartió risas―. De verdad, llevar un negocio tan grande y un matrimonio a la vez es muy complicado, cuidas uno y descuidas el otro. No se puede tener todo en éste mundo, así que no la culpo por cansarse de mí. ―Camie negó pero él sólo apretó su hombro con cuidado―. La fotografía que están viendo ahora mismo es real.
Mina y Camie lo miraron con urgencia, no eran las únicas, todos en su mesa y por sobretodo, los reporteros invitados no cabían del asombro, disparando flashes y preguntas hacia el protagonista de la fotografía que se volvió tendencia en solo unos minutos. Katsuki sabía lo que decía por más de que para sus asesores y su propia publicista, parecía que acabó de perder la cabeza, él sabía que no podía huir por mucho tiempo de sus propias acciones.
―Un amigo me invitó a ese bar el día que supe de la infidelidad de mi ex esposa, supongo que trató de que no hiciese una locura y me llevó a un bar de Host, no son prostitutas ni nudistas ni te ofrecen nada más que compañía. Supongo que la ebriedad y la desilusión fue la combinación perfecta para dar como resultado la fotografía que tienen en sus manos.
―¿Frecuenta a la mujer de la fotografía?
―No, de hecho, ni siquiera sé quién es debajo de esa fachada. Fue necesario acudir a ese lugar para arreglar las cosas con Camie, supongo que le debo más a la chica de la foto que a mi propio terapeuta. ―comentó y las risas no tardaron en llegar. Camie y Mina compartieron una mirada al darse cuenta que la situación fue retomada con gracia por el Presidente y eso hacia más tranquilo todo.
El curso de la entrevista no duró demasiado, las cosas fueron regresando a la calma gracias a la intervención de Katsuki, algo que ni Camie ni Mina contaban, ya que temían qué las cosas se salieran de control. Pero algo que ninguna de las dos o siquiera alguien de la mesa o los invitados sabía es que él mantuvo la calma, no porque tuviese todo bajo control, sino porque sabía que si no tomaba la fotografía con pinzas, Ochako pagaría las consecuencias.
Su preocupación principal era su hija. Sabía que la conferencia de prensa era transmitida en vivo, además de que la fotografía suya con Ochako inundó Internet, era cuestión de tiempo antes de que Mahoro vea todo con sus propios ojos y lo que temía era la reacción de su hija.
Cuando bajaron de la tarima finalizada la conferencia, Katsuki buscó su teléfono para llamar a su hija, sin embargo, el grito de Mina lo sacó de sus pensamientos al momento de escucharla decir ¡Camie!
Katsuki ya no veía a su ex esposa, sólo las espaldas de sus asesores y algunos guardias de seguridad, por lo que apresuró el paso y abriéndose camino entre ellos, llegó hasta Mina para hallar el cuerpo de Camie tendiendo en el suelo. No lo pensó, su cuerpo se movió por sí sólo y lo único que trajo a su mente fue el recuerdo de Katsuma. No, por favor, rogó Katsuki dentro suyo mientras tomaba a Camie por un brazo y trataba de levantarla. Sus guardias de seguridad acudieron al instante y lo ayudaron a levantarla, uno la tomó por las piernas y otro por la espalda, mientras Mina llamaba a una ambulancia.
―Llevenla en mi oficina ―Indicó Katsuki a sus guardias y estos fueron de prisa pero con cuidado de no lastimarla. Katsuki regresó su atención a Mina con un rostro pálido.
―Katsuki…
―Pídele a Kirishima el teléfono del oficial Tenya ―Respondió Katsuki sin pensar mucho. Mina lo miró con sorpresa.
―Katsuki, él no tiene que ser visto con…
―¡Mina! ―Gritó el hombre rubio al punto del colapso, recordando cómo fue perder a Katsuma en cuestión de segundos. Tenya era el padre del hijo que Camie llevaba adentro, él debería de estar al lado de ella en esos momentos, porque si el desenlace del bebé de Camie era el mismo que del hijo que perdieron, Tenya debía saberlo―. No tenemos tiempo para apariencias. Tú sabes que Camie no podía volver a tener hijos.
―Si, yo… Lo siento, le pediré su número a Eijiro ―dijo ella pasmada y apenada.
Katsuki por su parte seguía recordando la dolorosa sensación que fue el día que llevó a Camie al hospital para darse cuenta que ya no había vida dentro de su vientre.
La pérdida de Katsuma fue la razón por la que Katsuki ya no quiso que Camie volviera a pasar por el trauma de un aborto espontáneo, que la naturaleza le volviera a negar lo que ella tanto ansiaba, por ese motivo él prefirió tomar la decisión de estirilizarse y ya no crear siquiera una fantasía de ampliar su familia; nunca pensó en Camie, en cómo le afectaría eso, pero en ese momento en el que la vio tirada en el suelo, supo que volverían a romperle el corazón y él debía de dejar ir la amargura, la inmadurez y darle paso a su nueva pareja para que le de contención en esos momentos.
Mahoro nunca había tenido una mala relación con su madre, de hecho, sentía que podía hablar de tantas cosas sin sentirse juzgada. Tenían mucho en común, además del gran parecido físico, también su gusto por el arte, la música, la moda; y fue precisamente por esa intrínseca relación madre e hija, que la aventura de Camie le dolió tanto, porque aunque no se lo dijera directamente, ella admiraba mucho a su madre, y el hecho de que haya fallado a sus votos maritales con su padre, se sentía también una traición a sí misma.
Creyó que, después del suceso con su madre, de todas las cosas que le había dicho, de la indiferencia, Mahoro no se sentiría culpable si algo le sucedía a Camie o al hijo que llevaba en su vientre. Se repetía una y otra vez que ella ya no era su madre y el bebé no tenía relación alguna con ella.
Sin embargo, ver la rueda de prensa en vivo a través de la televisión nacional, ver cómo su padre y madre eran juzgados tan duramente, mientras su padre tomaba las cosas con tanta calma que la ponía de malas. Quería romper en llanto y tirar a la basura todo, echar a correr lejos de allí pero sencillamente, quedó tiesa y helada en su sitio mientras sus ojos seguían observando sin parpadear, la pantalla de su laptop en el comedor universitario en donde, no sólo apreciaba la rueda de prensa, sino la razón por la que, de pronto, sintió que todas las miradas a su alrededor iban a parar hacia ella.
Levantó la mirada y comprendió que no era imaginación suya. Las personas que se encontraban en el comedor la observaban y cuchicheaban entre ellas mientras su atención se repartía entre la heredera del Grupo Bakugo y sus smartphones.
¿Qué mierda…?
―Mahoro… ―La voz susurrante de Ochako la regresó a su realidad, apartando su vista de los buitres mediáticos que la atacaban con la mirada y murmullos despectivos, retornando su vista a lo que dejó helada a Ochako en ese momento.
En la pantalla de la laptop se podía observar cómo miles de mensajes llegaban al foro de la universidad con una foto en particular llenando cada confín del mismo. Una foto que comprometía por completo a su padre y, para qué negarlo, a ella también.
"Parece que la familia perfecta Bakugo, no era tan perfecta"
"Dios, y pensar que su padre parecía tan correcto. ¡Qué asco!"
"Pobre mujer, debe de estar tan asqueada como yo. ¡Su esposo se acuesta con prostitutas!"
Y los comentarios seguían subiendo y subiendo en el portal digital de la universidad a los pies de la fotografía que, como si fuese una dinamita, estalló delante de ella sin siquiera preparar sus oídos para el abrupto ruido.
Los grupos de su clase y los de los demás cursos comenzaron a viralizar la imagen de su padre besando apasionadamente a una mujer con poca ropa, que a juzgar por los comentarios, debía de ser alguna prostituta que contrató, pero su padre jamás podría hacer algo así… ¿O sí?
Para ser justa, nunca creyó que su madre fuese a engañar a su padre pero ahora se encontraba embarazada de otro hombre. Una sacudida la invadió y las arcadas atacaron su estómago. Se sintió tan confundida que trastabilló en un intento inútil por alejarse de la pantalla de su laptop. Para su sorpresa y alivio, la mano de Ochako fue más rápida y la sostuvo al tiempo en el que la otra mano fue a la pantalla de su laptop y la bajó con rapidez, como si haciendo eso, la sensación asfixiante que la invadía.
―Mahoro… ―Ochako comenzó a hablarle intentando reponerla del shock sufrido. Mahoro parecía completamente abstraída de la realidad y eso obligó a Ochako a tener que apretar ligeramente las mejillas de su amiga para regresarla a ella.
―Ochako… ¿Qué mierda les sucede a mis padres? ―Dijo en respuesta a su tacto. Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas y para empeorar la situación, el sonido de cámaras fue instaurándose. Ochako abrazó a Mahoro y ocultó su rostro entre sus brazos, gritando a los demás compañeros que dejaran de sacar fotos de la joven.
Ochako tomó la laptop de su amiga y sin dejar de abrazarla con uno de sus brazos, cubriendo como podía su rostro, la llevó lejos de la mirada pública. El campus universitario, de pronto, se volvió una maldita escena de persecución porque, donde quiera que caminaran, las personas señalaban a Mahoro y buscaban sacarle fotos en su estado actual. Ochako maldijo en su interior pero se apresuró a avanzar lo mejor que podía hasta encontrar un lugar seguro. No había nada mejor que ingresar al baño femenino y tratar de poner distancia entre su amiga y los insensibles que buscaban burlarse de ella en esos momentos. Por primera vez, Ochako comprendió que ser reconocible por pertenecer a una familia influyente era un asco total.
Ochako instó a Mahoro a sentarse sobre uno de los inodoros tapados para que pudiese recuperar el aliento que tantas emociones le arrebataron. Las lágrimas fueron brotando de ella y Ochako la dejó sentir todo lo que necesitara en esos momentos.
La joven castaña mojó el rostro de Mahoro y acarició su cabello hasta que el llanto pasó a ser hipos ocasionales que la conmoción causaba en ella. Ochako no dijo nada pero sus acciones fueron el mejor bálsamo que Mahoro pudo pedir en esos momentos.
―De verdad… ―Mahoro susurró llamando la atención de su amiga, quien se agachó hasta estar a su altura―, ¿con qué cara mis padres me pedían perfección cuando ninguno de ellos se acerca siquiera a serlo? Malditos cínicos…
―Mahoro, escucha, ésto tiene una explicación. Estoy segura que no es lo que parece ―dijo Ochako con una carga de culpa enorme en su interior pero sólo podía pensar en que Mahoro no podía llegar a odiar a su padre. Ya tenía suficiente con estar distanciada de su madre pero si pierde el respeto por su padre, estaba segura que la decaída de su amiga sería inmensa. Y todo por culpa de ella.
El sonido de la puerta del baño principal se abrió y el impulso de Mahoro de cerrar la puerta del cubículo en donde se encontraba fue inmediato, no soportaría volver a ser blanco de burlas, peor en ese estado deplorable. Ochako no necesitó comprender sus acciones, por lo que le puso seguridad al cubículo.
―¿Puedes creer lo de la familia Bakugo? ―Una voz se escuchó fuera del cubículo perteneciente a una alumna, al parecer no estaba sola.
―¿Quién iba a pensar algo así de ellos? Parecían tan perfectos.
―Pero lo más sorpresivo fue que la esposa haya sido quien empujara prácticamente al Presidente Bakugo a ir a esos lugares ―respondió una tercera voz.
Una mirada compartida entre Mahoro y Ochako las hizo prestar mayor atención a la conversación que se debatía frente a ellas.
―Es que su esposa le fue infiel y de seguro de rabia, fue a buscar a alguien que lo complaciera.
―¿Puedes creer que un año duró su amorío? Qué vergüenza ser ella.
―Pero qué envidia de la mujer de la foto, ¿no? ―Comentó con picardía una de las jóvenes, causando risas entre ellas.
―Si sabía que andaba tan mal su matrimonio, podría haber intentado acercarme a su hija. No me molestaría ser madrastra ―las risas incrementaron entre las tres alumnas, consiguiendo que Ochako se encogiera en su sitio y Mahoro se mordiera la lengua de la rabia.
―Como sea, al parecer su ex esposa perderá todo a éste ritmo.
―Pues me parece bien ―respondió la otra muchacha―. ¿Cómo puedes engañar al hombre que te dio tanto poder? ¿Es tonta o qué?
Mahoro estuvo tentada a salir del cubículo para responder a las tres mujeres sin filtro que hablaban de su familia como si nada, pero Ochako posó su mano sobre su hombro y con una negativa silenciosa, la hizo recapacitar.
Las tres alumnas no tardaron en dejar los baños femeninos cuando terminaron de arreglarse el maquillaje y una vez el silencio regresó, las dos amigas dejaron el cubículo.
Lo primero que hizo Mahoro al salir, fue revisar su teléfono y comprobar que, efectivamente, su madre habló abiertamente sobre su infidelidad, atribuyéndose toda la culpa y dejando a su padre limpio de los miramientos morales, causando que el pecho de Mahoro temblara inexplicablemente; su madre había llevado hasta los extremos las decisiones de su padre y saber eso le dolía, pero Camie no suavizó su culpa, lo que dijo a la prensa, dejó en claro que Bakugo Katsuki no era el hombre que se estaban imaginando.
Y mientras toda esa amalgama de emociones circulaba dentro suyo, a su lado, Ochako la observaba con culpa y miedo por su reacción siguiente. Mahoro levantó su mirada a Ochako y lo siguiente fue abrazarla con fuerza, Ochako se sorprendió pero no rechazó la búsqueda de afecto que su amiga le rogaba.
Por su parte, Mahoro recordó entonces las palabras de su tía Mina al hablar sobre sus padres.
―Sé que no es un consuelo lo que voy a decirte, cariño, pero hay veces en el que los adultos parecen tener control de sus propias vidas pero es una mentira. Todos estamos en las mismas condiciones que el resto, intentando entender para dónde llevar nuestro propio bote. Tomamos decisiones y si bien, nos hacemos responsables (o al menos la mayoría), no significa que haya sido una buena elección pero debemos vivir con eso.
Las lágrimas comenzaron a atorarse en sus ojos nuevamente, intentaba detener su avance pero al igual que las emociones fueron fluyendo por su pecho, sus lágrimas lo hicieron sobre sus mejillas sonrojadas. Ochako la abrazó con más fuerza y Mahoro dejó que lo hiciera, que la sostuviera, que sea su balsa en medio de la tormenta mientras se sentía como una niña pequeña, asustada por lo que a sus padres pueda pasarles.
―Mi madre… Ella puede perderlo todo ―dijo Mahoro entre sollozos―, la pueden expulsar del directorio, le pueden arrebatar la empresa de Athena's Silk, incluso la pueden despojar de lo que consiguió por su cuenta… ¡Ella no necesitó a mi padre, ella se hizo lugar sola en todo ese mundo apestoso y superficial! Y puede perderlo todo…
―Tu padre nunca lo permitiría, Mahoro ―dijo Ochako completamente convencida de sus palabras.
―Mi padre es el Presidente, pero incluso él debe rendir cuentas al directorio del Grupo Bakugo. ―Mahoro se limpió el rostro con ambas manos―. Si dejaba pasar la situación como una infidelidad de parte de mi padre hacia ella, él no tendría tantos problemas con el directorio. En cambio ella…
Ochako comprendió las palabras de su amiga, la abrazó con más fuerza y pensó en Camie. De verdad ella lo protegió a sabiendas de que la que puede perderlo todo no era él.
―Tu madre es una buena persona, Mahoro ―dijo entonces Ochako, ganándose una mirada de parte de su amiga―. Ella pudo haberse resguardado de las críticas detrás de tu padre, pero a pesar de eso, quiso dejar en claro que él jamás le haría algo malo.
Mahoro guardó silencio un momento procesando las palabras de Ochako, más lo siguiente fue tomar su teléfono y marcar el número de alguien. Ochako la observaba con atención. Ver a Mahoro hablar por teléfono con tanta urgencia, le recordó en donde se hallaba parada, percatarse de que todo había sido por culpa suya, la hizo retroceder unos pasos lejos de Mahoro. Nuevamente sentía la necesidad de desaparecer porque su simple presencia causaba todo tipo de problemas. Ella había orquestado que Katsuki la besara esa noche, ella sabía dónde se encontraban las cámaras de seguridad y había tenido toda la intención de usar ese mismo video, esa misma imagen, en contra del hombre que confiaba plenamente en ella.
Un nudo en la boca del estómago la hizo taparse con sus manos su propia boca. Todoroki Enji era la única persona capaz de acceder a esas imágenes y estaba segura que la rabia generada por ella y por su último encuentro a las afueras de Doll House, fue lo que detonó que él buscara venganza de la forma más rápida.
Pero si había sido Enji, ¿por qué la había persuadido inicialmente de no utilizar ese video contra Bakugo Katsuki? ¿La había manipulado para quedarse con la oportunidad de publicarlo él mismo? No tenía sentido ofrecer tantos millones de yenes para buscar otra información que pudiese perjudicar a Katsuki.
―¡¿Qué?! ―La voz alterada de Mahoro la sacó de sus pensamientos, dirigiendo su atención a la de su amiga que sostenía con dificultad el teléfono mientras recibía una mala noticia―. ¿Ella está mal? ¿Dónde se encuentran? ―Mahoro volteó a mirarla y Ochako sintió que la distancia que había puesto entre ella y su amiga era inmensa. No podía dejarla sola en esos momentos, aunque la culpa la estuviese comiendo viva por dentro, no volvería a dejar sola a Mahoro―. Está bien, iremos para allá. Gracias, Tía Mina.
―¿Qué sucedió? ―La pregunta de Ochako resonó en Mahoro cuando ésta colgó su llamada con su tía. La castaña encontró miedo en el rostro de su amiga―. Mahoro…
―Mi mamá está hospitalizada ―sollozó la joven de heredera Bakugo―. Tuvo un colapso y cayó desmayada. Está en la Clínica de mi familia, no muy lejos de aquí.
―Mahoro, respira. Tienes que serenarte. Vamos juntas pero debes mantenerte tranquila una vez salgamos de aquí ―Mahoro la miró con urgencia recordando cómo todos se abalanzaron sobre ella como lobos y como Ochako la ayudó para hacerse paso entre ese gentío de curiosos.
―¿Vas a… A acompañarme? ―Ochako la miró un momento, tomó su mano y sonrió.
―¿A dónde más iría? Somos amigas y no pienso dejarte sola con esa manga de chismosos ―respondió. Mahoro la abrazó entonces con fuerza, sollozando en su hombro, mientras la castaña la contuvo en sus brazos hasta estar segura de que Mahoro había recuperado un poco más su calma.
Y desde que salieron del baño de regreso al exterior, Ochako no soltó la mano de Mahoro, la sostuvo tan fuerte que Mahoro recordó quién era ella. Se abrieron paso entre las personas que buscaban capturar algún mal ángulo, alguna lágrima, alguna debilidad pero lo único que encontraron fue la fiereza Bakugo abriéndose paso entre las miradas indiscretas.
El chofer no tardó mucho en recogerlas para conducirlas a la Clínica perteneciente al Grupo Bakugo, en el corazón mismo del barrio Ginza. Ochako conocía por nombre el lugar pero era la primera vez que pisaba las instalaciones, pudiendo apreciar cuán costoso se veía todo dentro del predio hospitalario. Cuando los ojos de Ochako encontraron el nombre "Bakugo" escrito en el sector de recepción, sus pies se detuvieron abruptamente, dejando que Mahoro siguiera el curso de su andar hasta la mesa de recepción. La secretaria reconoció de inmediato a la joven hija de la familia Bakugo y le indicó la habitación en donde su madre se encontraba internada.
Cuando la joven rubia se proponía a retomar su celérico andar, recordó que su amiga se había quedado atrás, volteó a buscarla y vio a Ochako de pie con la mirada perdida en un punto lejano para ella. Mahoro retrocedió y tomó la muñeca de su amiga para regresar a la realidad, como un alfiler es capaz de explotar un globo, ensordeciendo todo a su paso.
El miedo en el pecho de Ochako volvió a tomar partida. Ella no tenía derecho de estar allí.
―¿No vienes? ―Preguntó Mahoro con prisa.
Ochako tomó la mano de su amiga y se separó un poco de ella pero antes de que la confusión reinara en el rostro de la más joven, la castaña se apresuró a decir.
―Es un momento muy íntimo para ti y tu familia, Mahoro. Te esperaré aquí, ¿de acuerdo? ―Mahoro no estaba de acuerdo, lo leía en su rostro, pero ninguna pudo decir nada más. La voz resonante de Sero Mina llegó a ellas al reconocer a su sobrina.
―¡Mahoro! ―La aludida volvió su atención a su tía y soltó a Ochako deprisa para correr hacia la pelirrosada mujer―. Qué alegría verte aquí.
―¿Cómo está mi mamá? ―Inquirió su sobrina sin tiempo para halagos ni mentiras. La urgencia era tan clara en su expresión como el miedo en la de Ochako.
―Está descansando, no parece haber sido algo de gravedad pero ve a verla. ―El alivio era palpable en la joven Bakugo quien apretó las manos de su tía como un abrazo tácito―. Tranquila, fue un susto. Ve a ver a tu madre, se pondrá feliz de verte.
Mahoro asintió pero entonces, el recuerdo de su amiga regresó a ella y volteó a mirarla con urgencia; sin embargo, Mina conocía la situación, pudo reconocer a Ochako tan rápido como reconoció a Mahoro, pero su expresión estaba lejos de ser apacible al ver a Uraraka allí. Apretó un poco más las manos de su sobrina con cariño, ganándose una mirada de la misma.
―Ve tú, Mahoro. Tu madre necesita de tu cariño más que nunca, ¿de acuerdo? ―Mahoro dudó un momento pero comprendió sus palabras, asintió con fuerza y se alejó de allí, no sin antes dedicarle una mirada a su amiga. Ochako asintió con una sonrisa apenada a Mahoro, sólo para que no se preocupara por ella, pero estaba segura de que era pésima mintiendo.
Mina podía leer su expresión a la perfección y por un momento, Ochako se sintió desnuda ante ella. Cuando Mahoro se alejó de allí, Mina volteó a sus espaldas para corroborar de que nadie conocido estuviese cerca y cubriendo la distancia con la ex doll, Mina susurró al oído a Ochako para salir a caminar. Por la expresión de la pelirrosada, Ochako sabía de que no era una pregunta y de que Mina no estaba siendo amable.
Los pasos de ambas mujeres se trasladaron por los pasillos del nivel en donde se hallaban inicialmente para ingresar al elevador. Mina tocó el botón destinado para el último piso del complejo hospitalario, la terraza, y Ochako no preguntó, sabía que allí nadie andaría merodeando, después de todo, Mina sabía que Ochako era una pieza sensible en ese tablero imaginario. Era la pieza de deseo de Katsuki y a la vez, era la única que podía llegar a destruirlo. Se podría decir que era su Rey.
Mina aspiró profundo con esa metáfora metida en su mente. Ella no era estúpida, podía ver el modo en el que su amigo miraba a Ochako, no era el modo en el que cualquiera miraría a la amiga de su hija, sino como un hombre mira a una mujer que podría llegar a estar a su alcance. La idea de que eso sea cierto la incomodaba terriblemente, porque ella sí veía a Ochako como veía a Mahoro y pensar que Katsuki ignoraba estos detalles, la ponían en alerta.
Cuando las puertas del elevador se abrieron, dejando ver el horizonte de la ciudad ante sus ojos, Mina no tardó en caminar fuera de la cabina, pensando en lo que vendría a continuación. Ochako no tardó en seguir los pasos de la mujer delante suyo, sin apartar los ojos de sus zapatos.
―Seré directa, Ochako ―inició Mina sin mirarla a los ojos, seguía con esos orbes completamente oscuros, admirando el horizonte―. ¿Le has tendido una trampa a Katsuki?
Ochako reaccionó de inmediato, alarmándose al instante. Su rostro delataba genuino terror.
―¡No, por supuesto que no! ―Soltó Ochako con ímpetu―. Yo no…
―¿Qué hace rondando ese video del circuito cerrado de Doll House, entonces? ―Preguntó Mina mirándola por primera vez. Ochako apretó sus puños con fuerza y no titubeó en ningún momento.
―No tengo idea de cómo se pudo filtrar ese video, pero no tiene nada que ver conmigo ―Aseguró.
―Si no habías planeado tenderle una treta a Katsuki, ¿qué hacías en su regazo, besándolo? Tú ya tenías conocimiento de que se trataba del padre de Mahoro, entonces…
Ochako bajó la cabeza con bochorno, tenía la vergüenza tatuada en sus mejillas, completamente muda y sobrepasada. Ella de verdad quiso sacarle provecho a Katsuki, por ese motivo hizo lo que hizo, pero finalmente, se arrepintió. ¿Cómo explicarlo entonces sin quedar como una mentirosa y sintiéndose tan culpable?
―Yo…
―Mina, es suficiente ―la voz imponente de Katsuki se oyó ingresando al área de la terraza, alarmando a ambas mujeres de pie, no muy lejos del elevador. Katsuki se notaba molesto y Ochako pudo suponer que ella era la causante, no podía culparlo si tenía las mismas sospechas que Mina hacia ella.
Mina, por su parte, no cambió su expresión molesta al ver de pie a su amigo con ese semblante intimidante, ni siquiera cuando lo vio acercarse hacia ellas.
―¿De verdad planeas hacerte el idiota, fingiendo que no ha sucedido nada, luego de que filtraran ese video?
―¿Qué sugieres? ―Inquirió el hombre mirando a Mina con seriedad, más de lo que acostumbraba―. ¿Cambia algo con interrogarla como cuál policía? ―La frase sonó más molesta de lo que quiso demostrar, y eso estaba claro en la expresión sorprendida de Mina. Katsuki se mordió la lengua―. Déjala en paz, ella no estaba al tanto de ese video.
―¡¿Cómo estás tan seguro, eh?! ―Preguntó molesta, levantando su voz, disminuyendo la distancia entre ambos―. Hasta hace un tiempo, buscabas cualquier excusa para incriminar a Ochako en la más mínima sospecha de algo ilícito para sacártela de encima y ahora eres su maldito protector? ―Mina echó una risa fingida―. Ni siquiera temes qué te vean con ella y si hace alguna tontería, la apoyas. Cualquiera pensaría que te la estás tirando, Katsuki.
Ochako sintió una punzada en su pecho al escuchar sus palabras. Todo lo que Mina decía eran verdades y lastimosamente, había dado en el clavo, tan pero tan profundo que cuando Mina esperó alguna negativa de parte de Katsuki u Ochako, sólo recibió un silencio comprometedor qué hizo borrar su sonrisa confiada del comienzo. Mina miró a Katsuki con urgencia, aún con un atisbo de esperanza de escuchar alguna reprimenda de su parte, alguna palabrota por siquiera sugerir algo tan descabellado pero el mutismo en ambos, Uraraka y Bakugo, hizo que la pelirrosa retrocediera un paso y volteara a sus espaldas, buscando el rostro de la más joven, pero al ver que Ochako estaba sonrojada hasta las orejas con la mirada pegada al suelo, Mina sintió un instinto casi animal de golpear a alguien.
―No… ―Mina negó debatiéndose en mirar a Katsuki o a Ochako, esperando encontrar algún indicio de que sus sospechas eran infundadas―. Tienes que estar… ¡Tienes que estar jodiendo, Katsuki! ―Mina ni siquiera lo pensó cuando su mano fue a parar al rostro de su amigo, la rabia por descubrir algo que ponía en tela de juicio la concepción de la persona que alguna vez llamó mejor amigo, hizo que la bofetada sea más dura de lo que imaginó. Ochako pegó un grito ahogado por sus manos al escuchar el sonido del impacto de piel con piel y cuando levantó la mirada hacia los mayores, vio a Katsuki con el rostro ladeado―. ¡Puede ser tu hija, enfermo!
Cuando Mina quiso arremeter otra bofetada contra su amigo, Ochako se interpuso entre ambos y trató de recibir el golpe, pero al sentir que la joven podría ser el blanco de la furia de Mina, el cuerpo de Katsuki se movió por inercia, tomando la muñeca de su contemporánea antes de que pudiese dañar a Ochako. El repentino movimiento sorprendió a ambas mujeres pero la castaña se apresuró a hablar.
―¡No es lo que usted cree, Mina-san! ―Dijo Ochako deprisa―. Nosotros no…
―Por el amor de… ―Mina se soltó del agarre de Katsuki con rabia―. Ni siquiera tienes el lóbulo frontal del cerebro maduro y quieres venir a mentirme en la cara, Ochako. ¡Espero que tu amistad con Mahoro valga la pena un polvo pasajero!
―¡Mina! ―Bramó molesto Katsuki, haciéndola sonreír con sorna a la aludida.
―Oh, por favor, Katsuki. ¿No le has explicado cómo es el mundo adulto? Ochako, valórate. Ningún hombre de su edad ve en ti a alguien con quien pasar el resto de su vida. ¿Sabes que Katsuki no quiere tener hijos? ¿Sabes que odia el matrimonio y se ha casado con Camie por presión social? ¿Acaso piensas que te llevará a conocer a sus padres que, intuyo, tienen la edad de tus abuelos? No, querida Ochako, no tienes nada que ofrecer más que un buen rato a un despechado como Katsuki.
―¿Por eso también juega con Eijiro? ―La pregunta de Ochako tomó desprevenida a Mina quien frunció su ceño molesta, mientras que el semblante de Ochako se imponía una impoluta tranquilidad―. ¿También usa a Eijiro como polvo pasajero?
―¿Cómo te atreves a compararte con Eijiro y conmigo?
―¿Entonces planea casarse con él? ¿Tener hijos? ¿Sabe cuál es la fantasía más grande de Eijiro? Tener una casa en el campo, rodeado de vegetación y con niños ruidosos recorriendo sus pasillos ―las palabras de Ochako la tomaron desprevenida y eso consiguió que Ochako frunciera su ceño―. Al parecer, Katsuki no es el único que busca sacar provecho de alguien. ―Mina intentó decir algo más, pero Ochako añadió―. Soy consciente de las condiciones de Katsuki, no estoy lejos de compartir sus aspiraciones así que júzgueme por el video si quiere, más no se tome atribuciones por mis sentimientos hacia él.
―¿Sentimientos? ―Mina miró a Katsuki con fastidio―. Si valoras a tu hija y a tu empresa, tienes que ponerle fin a esta ridiculez, Katsuki.
―Mina, hablaremos de esto más tarde ―dijo Katsuki con el semblante cansado, sin embargo, Mina no estaba para esperar.
―No, Katsuki. No estamos hablando de una aventura con tu secretaria o con tu compañera de gimnasio o la maestra de Mahoro, estamos hablando de que te tiras a la amiga de tu propia hija. Esto tiene que terminar ya. ―Katsuki trató de mediar con Mina, pero esta se alejó de allí, no sin antes añadir―. Olvídate de mi amistad y mi asesoría si vas a continuar alimentando la ingenuidad de esta niña y piensas anteponer ésta ridiculez por encima del bienestar de tu hija.
Ochako intentó decir algo más, intentó que las palabras escaparan de sus labios para que Mina no deje colgando toda la responsabilidad sobre Katsuki; intentó pero la mano del hombre frente a ella tomando su muñeca, frenaron toda intención por hablar, por decir algo más, dejando que Mina se marchara de allí, dejando detrás suyo un ambiente tenso y cargado de pesar en ambas personas. Ochako no podía mirar a Katsuki y él tampoco se sentía con las ganas de intercambiar miradas con la jovencita; se podría decir que las duras palabras de su amiga, lo hicieron recordar por qué había frenado sus clandestinos e indecentes deseos por la joven doll desde un principio.
―Katsuki-san… ―Inició Ochako entonces. Él la soltó pero ella tomó su mano con ambas suyas, permitiendo que el calor que emanaba sus palmas, hiciesen una pequeña fogata en su tacto, mientras el invierno lo congelaba por dentro. Los ojos rojizos de Katsuki estaban apagados pero al mirar a los castaños ajenos, un atisbo de pasión regresó a él. ¿Por qué debía de ser tan hermosa y tan prohibida?―. Déjeme explicarle…
―¿Explicarme? ―inquirió en un hilo de voz. Ella asintió deprisa.
―El video que estuvo circulando…
―Ah, claro… ―Katsuki había minimizado tanto el magno problema mediático al que se enfrentaba porque su aventura con la joven que lo tomaba de la mano como si fuese lo más preciado para ella, había sido descubierto por su mejor amiga y la idea de que su círculo íntimo siguiera el hilo de conocimiento sobre su situación amorosa, lo dejó consternado. Cerró los ojos y apretando el tabique de su nariz con cierta fuerza, intentó aclarar un poco el mar de ideas chocando unas con otras, mientras su cabeza palpitaba frenéticamente―. Ochako, no tienes que…
―Fui yo ―soltó la joven para sorpresa de Katsuki, quien la miró con urgencia y, para qué negar, con un poco de miedo. Miedo a ser traicionado por la persona que creyó que era diferente al resto―. Yo ocasioné que nos besáramos ese día, yo quise tenderle una trampa y ponerlo en aprietos con ese video…
―Ochako… ¿Qué…?
―Pero antes de que me juzgue, déjeme explicarle que fue cuando mi madre nos encontró en el lobby de mi antiguo departamento y lo increpó. Las dudas sobre su persona me asaltaron, las palabras de mi madre estaban cargadas de odio y por un momento, creí en ella ―Ochako no soltaba su mano pero podía leer a través de su cuerpo, cuán preocupada estaba de su reacción―. Quise tenderle esa trampa para hacerme con el video de la cámara de seguridad y persuadirlo por información, para ponerlo en aprietos a cambio de que me sea completamente honesto sobre su relación con mi padre… Sin embargo, cuando Todoroki Enji-san descubrió que el video fue intencional, me puso un precio para que lo ayudara a hundirlo a usted ―Katsuki no podía creer todo lo que estaba escuchando. Por un momento, sintió la necesidad de alejarse de allí, de alejarse de Ochako, pero algo en los ojos de la joven le decía que esperara, que escuchara por completo y luego decida frente a quién se encontraba―. Cuando me di cuenta que mi intento de venganza hacia usted estaba siendo persuadida por el odio infundido de mi madre y la presión de Todoroki-san, tuve miedo de que realmente algo malo sucediera y preferí abandonar esa idea. Me he sentido culpable por haber siquiera intentado hacerle daño, había decidido dejar de verlo en DollHouse por ese motivo, creí que sería lo mejor alejarme de Mahoro pero luego todo se complicó con el ataque que sufrí y… ―hizo una pausa considerable mientras sus mejillas tomaban más color. Los ojos expresivos y dulces de Ochako encontraron los suyos―, por los sentimientos que desarrollé por usted.
Katsuki la observó un momento, recordando cada detalle en su mente de las facciones de la joven, de sus grandes ojos, su pequeña nariz y sus labios carnosos que había probado de todas las formas posibles. Ochako era un manjar para él y la culpa volvió a invadirlo al recordar las palabras de Mina. Maldijo en su mente.
―Sé que las palabras de Mina-san lo torturan ―Katsuki abrió con sorpresa los ojos al escucharla decir esas cosas―. Y sé que está en todo su derecho de terminar lo que sea que hayamos iniciado porque no se siente a gusto. Sé que para ella soy una niña, pero no necesito que me expliquen el mundo, he tenido que madurar más rápido de lo que me hubiera gustado así que no se preocupe por mí. No me interpondré en su relación con Mahoro ni con Mina-san, nunca me perdonaría por hacerle elegir algo que nadie debería de siquiera mencionarlo. ―Ochako aspiró profundo un momento para añadir―. Sólo quería ser honesta con usted y tampoco quiero que cargue con la responsabilidad injusta que Mina-san ha puesto sobre usted. Lo que hemos hecho fue consensuado, lo disfruté tanto que no tengo forma de mirarlo de otra manera.
―Ochako…
―Y no quiero que tenga que decidir nada. No se haga responsable por ambos ―Ochako lo miró con esa determinación que lo encendía de tantas formas―. Le agradezco por haber confiado en mí, en mi historia y haberme tendido la mano cuando más lo necesitaba. Créame, nunca olvidaré la persona maravillosa que es ―Ochako sonrió y soltó su mano entonces. Katsuki podía notar cómo los ojos castaños de la joven se humedecían pero su sonrisa noble no se borraba de su rostro. ¿Cómo podía estar diciéndole todas esas cosas mientras se mostraba tan firme? Esa niña tenía más entereza que cualquier persona que conocía.
La sonrisa de Ochako lo dejó pasmado por un momento que no reaccionó de buenas a primeras cuando los pasos de la más joven se alejaron de él. Por un momento, se preguntó qué sucedería si iba tras ella, cuando podía dejarla ir, podía dejarla ir para que ya nada se complicara, para que las cosas se acomoden de forma inmediata. No habría que darle explicaciones incómodas a nadie, ni tendría que estar pasando una situación para nada deseable con la joven Ochako frente a su hija, frente a su círculo de amigos, frente a sus padres.
Lo mejor que podía hacer en ese escenario era aceptar que Ochako le estaba haciendo un favor enorme al marcharse y dejarlo continuar con su vida para que las complicaciones se alejaran de una buena vez. Incluso estaba seguro de que su empresa podría estabilizarse sin ningún contratiempo de por medio con la gestión adecuada, empleando el escándalo de DollHouse como un trampolín mediático.
Claro, todo se solucionaría de ese modo pero un recuerdo llegó a él tan rápido que lo obligó a contener la respiración por segundos.
―¿Puedo pedirle un favor, Bakugo-san? ―Las palabras de Ochako en la noche que se encontró con ella en un puesto de comida callejera, se revolvieron en su mente―. Si usted... Supiera algo sobre mí... ¿Podría mirarme de la misma forma que lo hace ahora?
Katsuki sonrió, maldiciéndose a sí mismo. Él podría haberse hecho un favor y dejar ir a Ochako, claro que pudo haberlo hecho.
Y a pesar de saberlo, de estar completamente seguro de que era la mejor decisión, sus pies se regresaron y apresuró el paso hasta que su mano tomó el brazo de Ochako y la jaló hacia sí mismo, hundiendo el pequeño cuerpo de la joven, dentro de su pecho y con sus gruesos brazos, la envolvió sin esfuerzo alguno. Sus ojos estaban abiertos de par en par, como si no pudiese creer lo que estaba haciendo, mientras su cuerpo hacía todo lo imposible por retener a Ochako, su corazón palpitaba endemoniadamente y por primera vez, Bakugo Katsuki, no sabía qué decir.
―¿Por eso querías que te siga mirando como lo hice esa noche? ―Susurró Katsuki contra su oído. Ochako abrió sus ojos sorprendida al escuchar sus palabras, recordando a qué se refería.
Sintió las pequeñas manos de Ochako apretar su saco y en un intento por apartarse de él, Katsuki la abrazó con más fuerza. Estaba loco, había perdido completamente la cabeza.
―Katsuki-san… Por favor… ―Escuchó la voz de Ochako en un sollozo, apretando sus prendas en una súplica tácita para que la dejara ir, pero él cerró los ojos y se dejó descansar en el cuerpo de la más joven, hundiendo su nariz en el cuello de Ochako, entremezclándose con el aroma de su piel y su cabello, recordando cuán tibio era su cuerpo bajo sus sábanas, debajo suyo―. Katsuki-san… Mina-san tenía razón, no puedes renunciar a todo lo que tienes sólo por…
―No lo digas ―susurró Katsuki contra la piel de su cuello, enviando una corriente eléctrica a todo el interior de Ochako―. No hables, Ochako.
―Pero…
―Tú sabes que ésto no es sólo un polvo y ya ―volvió a hablar el hombre pegando sus labios contra la piel de Ochako, quien apretó aún más las prendas de Katsuki―. Por primera vez en mucho tiempo, quiero algo para mí, quiero disfrutar algo sin tener que estar dándole explicaciones a nadie, quiero… Te quiero a ti.
―Eventualmente, tendrá que dar explicaciones y será mucho más complicado si seguimos esto.
―Lo sé ―Katsuki se alejó de ella un poco para mirarla a los ojos y encontrar un rostro cargado de lágrimas pero esa sonrisa de falsa fortaleza ya no estaba para alivio del rubio. El pulgar de Katsuki limpió el camino de una lágrima silenciosa en el rostro de Ochako y sus labios fueron a los de la joven para fundirse en un beso apasionado y profundo, tan pero tan profundo que el calor interior en ambos volvió a invadirlos. Había tanta tensión entre ellos que era hasta doloroso fingir que no sucedía nada, por eso, prefería mil veces ver a Ochako con sus emociones reales a flor de piel, no esa sonrisa de falsa calma. Cuando Katsuki se separó un poco de Ochako, pegando su frente a la ajena, añadió―. Pero no me importará dar explicaciones de por qué te elegí.
―No tiene que elegir, se lo he dicho… ―Las lágrimas en Ochako cayeron con más intensidad―. ¿Cómo podría hacerlo elegir entre su familia, su trabajo y yo? No soy tonta, Katsuki… Jamás podré estar a la altura de lo que espera. No tiene que decir cosas que no siente sólo porque le gusta acostarse conmigo.
―Hasta hace un momento, le decías a Mina que tenías sentimientos por mí, ¿entonces por qué dices estas cosas?
―¡Yo sí tengo sentimientos por usted! ―Bramó Ochako entre lágrimas―. Pero usted nunca podrá verme de otra forma que no sea como su amante… Y no me había dado cuenta de eso hasta que Mina-san lo dijo… Lo siento, yo…
―Ochako, eso es mentira ―respondió Katsuki con fastidio―. ¿Acaso crees que puedo tener ésta conexión con cualquier otra persona sólo porque quiero un polvo y ya? ¿Qué tan superficial me crees? ―Ochako negó deprisa y Katsuki tomó su rostro entre sus manos mirándola con firmeza―. Entonces, ¿crees que no puedo sentir por ti lo mismo que sientes tú? ¿Por qué? ¿Porque soy mayor o porque mi hija es tu amiga?
Ochako sollozó abrazándose a él, dejando escapar más lágrimas que encontraron su destino en la camisa del hombre. Katsuki la abrazó con fuerza, recordándole que él tenía la fuerza suficiente para contenerla si lo necesitaba, mientras ella tenía la dulzura que él buscaba en la vida amarga que llevaba.
―Yo… No quiero… No quiero lastimarlo…
―Entonces no lo hagas ―susurró Katsuki con una sonrisa ladina, sin dejar de abrazarla―. Me pediste que te haga un favor, ¿recuerdas? ―Ochako asintió contra su pecho―. Que te mire como lo hice esa noche. Dime, ¿cómo crees que te estoy mirando ahora?
Ochako se separó un poco del hombre para mirarlo a los ojos, una pequeña sonrisa se formó en sus labios. Sin duda los ojos de Katsuki eran fuego puro pero cuando miraban a Ochako, ella sentía estar dentro de una hoguera, siendo consumida por las llamas que la colmaban en un calor casi asfixiante. Quería abandonarse en ese fuego que la llamaba como si fuese a consumirse en él.
Katsuki quiso besarla nuevamente pero ella se apresuró en añadir.
―Le ocasioné muchos problemas por culpa de ese video… Yo no lo filtré, yo…
―Lo sé, no tienes que decir algo que ya sé ―respondió Katsuki―. La prensa es así, cuando encuentra trapos sucios, los ventila sin miedo a represalias pero no te preocupes, ese es el menor de los problemas ahora mismo ―Ochako lo miró con curiosidad―. La mesa directiva del grupo Bakugo buscará mi cabeza en una bandeja, así que si debo preocuparme por algo sería por ellos.
―Pero eres el presidente, no pueden…
―Pueden hacer que renuncie si se unen en mi contra, y muchos están cansados de que les esté pisando los talones porque son una manga de dinosaurios holgazanes, muchos son hombres que ya trabajaban para mi padre y odiaron la idea de hacerle caso a alguien menor a ellos ―respondió con gracia. Ochako no entendía por qué se veía tan tranquilo cuando su trabajo pendía de un hilo―. ¿Por qué pones esa cara?
―¿Por qué usted no está preocupado? ―Preguntó con hastío.
―Porque puedo con ellos ―respondió con una sonrisa confiada―. Y tengo algunos trapos sucios que esa gente no tiene conocimiento. Si quieren hacer un alboroto, tengo uno que otro dato comprometedor que puede ponerlos de vuelta en regla.
―¿Qué… ¿Qué tipo de datos? ―Dudó en preguntar.
―¿Crees que soy el único ejecutivo que ronda Kabukicho? ―Respondió―. Conozco las andanzas de muchos. Japón es un país muy hipócrita, se rasga las vestiduras ante actos que catalogan de inmorales, pero ellos hacen lo mismo, sólo que en lugares menos públicos.
Ochako lo observó un momento y sonrió dulcemente.
―Si necesita mi ayuda, conozco a alguien que puede darle una mano con información confidencial ―atinó. Katsuki besó sus labios en respuesta, atrayéndola a sí mismo―. Hablo en serio, Katsuki-san.
―Lo sé ―respondió con cierta gracia―. Entonces, ¿te quedarás a mi lado para ver cómo arde Roma?
Ochako observó un momento esos ojos cargados de fuego, de adrenalina, de ímpetu y supo que ella quería arder dentro de la hoguera que vivía en Bakugo Katsuki, sin importar el dolor que pudiera aparecer después. Ella quería permanecer a su lado, aún así deban de andar escondiéndose y viéndose de soslayo, como dos cómplices de un crimen que cometieron y seguirán cometiendo hasta que las llamas del infierno donde decidieron permanecer, los consuman por completo.
Cuando Mahoro supo de la situación de su madre, temió horriblemente porque algo malo le sucediera a ella o a su hijo, después de todo, sabía mejor que nadie lo mucho que sufrió con la pérdida de su hermano no nato y la idea de volver a verla en una etapa depresiva como lo fue ese episodio en su vida, la hizo apurar el paso para llegar hasta la habitación de su madre. Según su Tía Mina, Camie ya no corría peligro pero el miedo en Mahoro crecía a cada segundo, como si el miedo a que le sucediera algo fuese realmente el miedo a que todo lo malo que le deseó a su madre, cuando supo de su infidelidad, se cumpliese.
La puerta de la habitación VIP del ala de internaciones se abrió y para sorpresa de Mahoro, encontró a Camie acostada en la vasta cama de hospital que ya casi jugaba un rol queensize dentro de la ostentosa habitación, pero no se hallaba sola, no. Mahoro observó con sorpresa al hombre sentado no muy lejos de su madre portando el uniforme policial, unos lentes de vista y un rostro joven y atractivo; al momento en el que el hombre y Camie fueron conscientes de su llegada, el oficial se puso de pie casi como si algún superior hubiese entrado en el cuarto y él tenga que mostrar la más solemne muestra de respeto.
―Maho-chan ―saludó su madre también sorprendida y un poco sonrojada.
―Disculpa, pensé que estabas sola ―dijo la veinteañera al sentirse el mal tercio dentro del cuarto, pero antes de que tuviese toda intención de marcharse de allí, el oficial de policía se apresuró a hablar.
―Bakugo Mahoro-san, me llamo Iida Tenya, es un gusto conocerla al fin ―Iida le dedicó un cabeceo profundo de respeto como si fuese ella mayor a él, llamando la atención de la más joven quien miró su madre con cierta curiosidad, causando que Camie se encogiera de hombros y un rostro que denotaba gracia por el comportamiento del oficial―. No tiene que molestarse, yo estaba por marcharme de regreso a la estación de policía. Por favor, proceda a acompañar a su madre, no se preocupe por mí.
Antes de que Mahoro pudiese decir algo más, el oficial dirigió una mirada a Camie y un ligero asentimiento de cabeza que ella respondió con una sonrisa dulce. Mahoro lo vio marcharse, no sin antes dedicarle otro cabeceo de respeto que la tomó por sorpresa nuevamente. El hombre parecía un poco excéntrico, quizá estaba muy nervioso ya que, para fines prácticos, él era el amante de su madre.
Cuando Tenya dejó la habitación y a ambas mujeres dentro de la misma, Mahoro dudó un momento en cómo iniciar la conversación. Había tenido tantas preguntas en su mente a medida que sus pasos avanzaron hasta el ala de internación, tenía tantas emociones entremezcladas y las dudas parecían brotar solas pero en ese momento, de pie frente a su madre, no sabía qué decir. Sólo sabía que su pareja actual había venido a verla y de seguro, ver que todo lo relacionado con su hijo estaba en orden.
―Maho-chan ―escuchó a su madre decir entonces, llamándole la atención a la más joven quien pareció sorprendida al escuchar la voz de su madre. Tonta, se llamó a sí misma―. ¿Cómo estás?
―¿Por qué me preguntas eso? ―Respondió Mahoro con un poco de fastidio―. Eres tú quien está postrada en una cama de hospital. Yo debería de preguntarte cómo te encuentras.
―Fue sólo un susto a consecuencia de mi hipotensión. Ya sabes, bajo el estrés, baja mi presión y…
―¿Cómo está… ―las palabras de Mahoro se atoraron en su boca por un momento, confundiendo a Camie―, digo, ¿tu hijo? ¿Está bien?
Camie sonrió con cierta pena. Mahoro se mordió un poco la lengua al darse cuenta que hablaba a su madre con dureza nuevamente. Acababa de tener un susto horrible y lo primero que hacía era tratarla con frialdad.
―Si, el bebé está bien, no le ha afectado nada gracias al cielo ―respondió Camie acariciando su barriga notoria. Mahoro observó a su madre con otros ojos, dándose cuenta que era la primera vez, en mucho tiempo, que volvía a verla y ahora se le notaba mejor su barriga de embarazada. Sus mejillas se sonrojaron y apartó la vista a otro punto sin saber muy bien qué decir―. ¿Aún no lo has visto, no es verdad? ―Camie tomó una carpeta en donde se encontraba la última ecografía realizada de urgencias cuando ingresó a la Clínica Privada de los Bakugo―. ¿Quieres verlo?
Mahoro no dijo nada, sólo acortó la distancia hacia su madre para observar las imágenes que la ecografía arrojaba, en donde podía apreciarse perfectamente el perfil del bebé gestante en el interior de su madre. Camie le entregó la carpeta y Mahoro, con cierta torpeza, lo tomó y observó con fascinación el perfil del bebé.
―Está enorme ―dijo con admiración causando que Camie sonriera―. ¿Ya sientes las pataditas?
―Aún no, pero si me quedo mucho tiempo quieta, comienzo a sentir como se mueve ligeramente ―comentó su madre. Mahoro tuvo un arrebato por tocarle la barriga pero en el último segundo, dudó; sin embargo, su madre tomó su mano y se la acercó a la barriga para sentir su perfecta circunferencia. Las mejillas de la joven se encendieron de la emoción―. Quizá tu hermano quiera saludarte ―comentó en un susurro.
La palabra hermano hizo que el corazón de Mahoro se encogiera un poco pero no apartó su mano de la barriga de su madre, pensando en que quizá esa palabra sonaba más cercana de lo que creía inicialmente. Mahoro comenzó a preguntar más cosas sobre su hermano y la tensión inicial fue cesando, prevaleciendo un ambiente tranquilo entre ambas, hablando con dulzura como alguna vez, ambas, se recordaban a sí mismas.
Y de un momento a otro, Mahoro ya no se encontraba de pie, sino sentada en la cama de su madre, sentada, conversando afablemente.
―El oficial que estaba aquí hace un rato… ―Camie miró a Mahoro con sorpresa cuando, de pronto, las palabras brotaron de los labios de su hija―, es tu… ¿novio?
―Sí, podría decirse de ese modo ―respondió su madre. Mahoro asintió.
―¿Papá ya lo conoce? ―Preguntó entonces. Camie asintió.
―Tu padre fue quien lo llamó para que venga a verme ―dijo entonces Camie―. Tú sabes cómo es tu tía Mina con relación a su trabajo y mantener el perfil de la familia lo más bajo posible… Trata de cuidarnos y que Tenya asista a la Clínica podría atraer la atención indeseada de los medios, pero eso a tu padre no le importó.
Mahoro compartió una sonrisa con su madre.
―Me gusta que hables así de papá ―dijo Mahoro entonces.
―No necesito inventar nada, Katsuki es un buen hombre…
―Tu… Novio ―dijo Mahoro en un hilo de voz―, también parece ser un buen hombre. ―Camie sonrió y asintió―. Parece un poco excéntrico pero bueno, tú tampoco eres muy normal.
―Hey, ¿a qué viene eso? ―Preguntó Camie con falso fastidio, haciendo sonreír a su hija―. Era tener una madre aburrida o una cool, y te tocó ganar la lotería.
Mahoro rió con su madre y la tensión, finalmente, desapareció de la sala. Ambas volvieron a conversar como antes, como cuando se sentía que no había nada que ocultar entre ambas, cuando se sentían tan amigas que las palabras madre-hija, quedaban cortas. Por primera vez en mucho tiempo, Camie se sentía verdaderamente en paz, verdaderamente completa y feliz de que ya no tenía que tener una doble vida y que a pesar de sus decisiones, su familia decidió aceptarlas y tratarla como antes.
Y mucho tenía que agradecérselo a Katsuki, porque el primero en aceptar ésta confusa situación, fue él y Camie sabía que si no fuese así, Mahoro quizá nunca más querría volver a tener un vínculo con ella. Finalmente, Katsuki mostró que su lealtad siempre estuvo ahí con ella, aunque ya no estaban juntos, él mostró que siempre la protegería.
Katsuki y Ochako se encaminaron hacia la habitación de Camie, ya había pasado bastante tiempo de que los dos se encontraran a solas y no querían levantar más sospechas; ya tenían suficiente con que Mina esté al tanto de su relación como para incluir a alguien más a la lista de testigos. Ochako caminaba por los pasillos sintiendo una pesadez instaurándose sobre su pecho como si estuviera haciendo algo malo pero a la vez no quería sentirse de ese modo porque ella conocía sus sentimientos por Katsuki y sabía que él sentía lo mismo por ella.
A pesar de eso, el sinsabor de los comentarios de Mina seguía atorándose en ella.
De pronto, los pasos de Katsuki se detuvieron y los de ella por igual casi por imitación. Ochako volvió su atención hacia el hombre.
―¿Sucede algo, Katsuki-san?
―Eso es lo que quiero saber, Ochako ―respondió el hombre mirándola con la seriedad plasmada en sus facciones marcadas por los años―. Siento que estás tensa y no quiero estar obligándote a algo. Sólo quiero buscar a Mahoro y mandarlas de regreso a la casa. ¿Estás de acuerdo con eso?
―¡No, no tiene que preocuparse por mí! ―Se apresuró a decir la joven―. Disculpe, sólo estoy un poco pensativa sobre…
―Si fue por las palabras de Mina, tienes que relajarte. Ambos hemos aclarado en qué página nos encontramos, ¿es así? ―Ochako asintió deprisa.
―¿Y si Mina-san dice algo a Mahoro o a Camie-san? ―Katsuki negó inmediatamente―. ¿Pero y si…?
Katsuki se acercó a Ochako y tomando sus brazos, los acarició con ambas manos, intentando que ella se relajara. El tacto de Katsuki era cálido, intenso, abrasador. Podía sentir cómo su corazón bombeaba sangre intensamente al instante en el que las manos del hombre tocaron su cuerpo y quiso abandonarse en él nuevamente.
―Conozco a Mina desde hace más de veinte años, ella podrá estar molesta conmigo y podrá intentar hacerme cambiar de opinión pero nunca metería a Mahoro en ésto. ―Respondió sin duda alguna en su voz―. Es una buena persona, sólo que ambos provenimos de familias cuya reputación nos hizo vivir de cierta manera. No puedo culparla, al principio, cuando inició su relación con Kirishima, tampoco fue algo que me llenara de orgullo.
Ochako sonrió con gracia, llamando su atención.
―¿De qué te ríes, niña?
―Lo siento, es sólo muy gracioso que ponga a comparar la relación de ellos con la nuestra ―confesó. Katsuki se acercó un poco más a la joven, apoyándola contra el muro que tenía a sus espaldas, llamando su atención. La sonrisa inicial en Ochako desapareció por una expresión de genuino terror, buscando con la mirada a alguna persona que pudiese verlos en ese momento, porque estaba segura que ni el mismísimo Bakugo Katsuki, tendría una coartada para tal escena―. ¿Qué… ¿Qué está haciendo?
―¿Puedes repetir lo que dijiste? ―Dijo Katsuki acercando sus labios a su oído. Ochako tembló bajo su cuerpo al sentir su aliento contra la piel de su oreja, sintiendo como cada vello corporal se erizaba ante su cálida voz hecha un susurro seductor.
―Katsuki, alguien podría vernos…
―Dime lo que quiero escuchar y te dejaré ir ―respondió levantando los brazos de la joven por encima de su cabeza, para empeorar el sonrojo que Ochako ya traía en sus mejillas.
―¡Katsuki-san! ―La voz de Ochako era un susurro pero podía leerse la desesperación en su expresión.
Lo siguiente que sintió Ochako fue cómo el muslo del hombre encontró cabida entre sus piernas y en un intento involuntario por detenerlo, Ochako apretó sus piernas pero él ya había encontrado una parte sensible suya que conocía a la perfección. Ochako no pudo evitar dejar escapar un gemido ahogado ante la presión que ejercía Katsuki contra su intimidad y ella tampoco cedía en ese juego de cercanías.
―Vamos… Dime ¿qué habías dicho? ―Volvió a susurrar Katsuki con su ronca voz, despertando en ella partes que sólo él podía encender con un tacto, con una caricia, con un susurro.
―¿Nuestra…Relación? ―preguntó Ochako cerrando sus ojos, siendo presa por el fuego que crecía desde sus partes bajas para ir subiendo como una serpiente de fuego por todo su cuerpo.
―¿Así que tienes una relación conmigo? ―Katsuki mordió ligeramente la piel de su oreja, causando que Ochako perdiera fuerzas en sus piernas.
―Katsuki-san… ―Ochako ya no podía decir que estaba libre de pecado, ella disfrutaba esos arrebatos de salvajismos que el hombre le propinaba de un momento para otro, y su cuerpo, para nada tonto, le recordaba cuánto adoraba sentirlo de ese modo. La humedad en su entrepierna comenzaba a incrementar y ella sólo podía cerrar los ojos como si mirar a Katsuki, hiciese que ella perdiera el poco control que le quedaba.
El sonido de unos pasos a través del pasillo la hizo abrir los ojos pero quien se apresuró en dejar en claro que llevaba por delante la carrera de la experiencia fue Katsuki quien se separó de ella abruptamente y comenzó a caminar como si, segundos atrás, no quisiera hacerle el amor a la jovencita que aún trataba de recuperar el aliento pegada contra la pared como una calcomanía totalmente humedecida.
Unos enfermeros caminaron frente a ambos y saludaron al dueño del grupo Bakugo con un cabeceo pero para cuando llegaron hasta Ochako, sentada en el suelo, con el rostro hundido entre sus rodillas, completa y totalmente avergonzada, no pasaron de alto temiendo que esté llorando o quizá padeciendo algún episodio depresivo.
―No se preocupen por ella, tiene nosocomefobia[*] ―habló Katsuki disuadiendo a los enfermeros quienes, al escuchar al hombre, asintieron con cierta duda―. Es conocida de mi hija. Ya sabemos cómo tratarla.
Sin más, los enfermeros asintieron al hombre nuevamente y se marcharon de allí. Ochako permaneció en su posición hasta estar completamente segura de que los enfermeros se hubieran marchado de allí y una vez levantó su mirada, fulminó con la misma a Katsuki quien se encogió de hombros para seguir caminando.
―¡Katsuki-san!
―Apúrate o Mahoro comenzará a sospechar ―respondió como si nada, guardándose las ganas de reír por la expresión furibunda de Ochako detrás suyo, como si fuese un chihuahua molesto.
Ochako llegó hasta Katsuki y lo empujó ligeramente con el hombro para pasar de él. Katsuki la vio avanzar con un trote marcado y no pudo evitar sonreír al verla de ese modo, ni siquiera se reconocía a sí mismo, como si fuese un adolescente enamorado. Sin duda, Ochako despertaba muchas cosas en él que creyó extintas y él lucharía porque siga haciéndolo.
Cuando llegaron al cuarto destinado a Camie, ambos escucharon risas proviniendo del interior. Katsuki sonrió al reconocer la voz de su hija y de su ex esposa y esa sonrisa fue muy clara para Ochako.
La puerta se abrió y la imagen de Mahoro y Camie riendo como antes, ambas en la cama de la Clínica, mirando el teléfono de la más joven fue lo que recibieron Katsuki y Ochako. Mahoro y Camie los reconocieron y la primera fue quien saltó de la cama para ir a abrazar a su padre y luego a su amiga. Ochako se sintió un poco fuera de lugar en la escena, después de todo, la familia estaba reunida y ella no tenía mucho que hacer allí.
―Ochako-chan ―saludó Camie al verla de pie junto a Katsuki―, me alegra verte por aquí. Espero que esperar junto con Katsuki no te haya desesperado. Puede ser un poco difícil cuando está aburrido ―bromeó la mujer. Ochako negó enseguida.
―Mi papá no es la mejor compañía cuando se trata de esperar ―convino Mahoro.
―Por lo que veo, ambas brujas están bien, ya están tirando veneno ―comentó Katsuki con falsa molestia, consiguiendo que las mujeres en la sala rían.
―Lamento hacerte esperar mucho tiempo ―dijo Mahoro tomando el brazo de su amiga―. A mi madre le darán el alta mañana por la mañana, quería acompañarla ésta noche.
―¿Por qué tanto tiempo? ―Preguntó Katsuki mirando a Camie―. ¿No era que ya estabas fuera de peligro?
―Quieren monitorear si vuelvo a hacer un episodio más de hipotensión ―explicó la mujer―. Yo también me quejé con el médico pero sólo es por precaución.
―Como sea, si tu médico te lo recomendó, no hay nada que hacer ―respondió Katsuki, miró entonces a su hija―. ¿Te quedarás con tu madre? ¿Qué hay con tu amiga? ―Señaló con falso desdén apuntando a Ochako con su pulgar―. ¿Tendré que ser niñero otra vez?
―¿Cómo puedes decir esas cosas estando Ochako presente, Katsuki? ―Preguntó Camie con molestia―. De verdad, tú no cambias.
―No se preocupen por mí, puedo quedarme con mi amigo Eijiro ésta noche ―respondió Ochako con una sonrisa tranquila, conociendo a la perfección lo que sus palabras causarían. Katsuki la miró de soslayo y ella contuvo una risita pícara.
―Oh, eso estaría bien ―comentó Camie―. No quisiera que Katsuki te ahuyente. Ya habrá sido difícil compartir espacio bajo el mismo techo.
―Me agrada Eijiro ―convino Mahoro.
―Ese idiota aún se recupera de que le abieran el estómago como si fuese un pedazo de res ―respondió Katsuki de mala gana―. Tu amiga se quedará en el edificio, de todas formas, tengo trabajo que hacer en la oficina y estará mejor con la seguridad de la casa.
―Oh, y ese repentino cambio, ¿acaso te estás ablandando, Katsuki? ―Aguijoneó Camie, recibiendo una mirada furibunda de su ex esposo―. No me parece mala idea, después de todo, Ochako eres un blanco buscado. Qué miedo, Mahoro me ha contado lo que has tenido que pasar éste último tiempo.
Ochako bajó un poco la cabeza recordando sus eventos traumáticos recientes y que, de alguna u otra forma, fueron los mismos los que hicieron que su camino se cruzara con el de Bakugo Katsuki. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro recordando lo que Katsuki representaba para ella, no sólo era su pareja, sino fue su salvador.
―Creo que a papá le agrada Ochako, ha estado en modo protector desde que todo sucedió ―añadió Mahoro. Katsuki se aclaró la garganta.
―Ya, ya, dejen de incomodar a la mocosa. Tengo que partir para la oficina, ―miró a Ochako―, te vienes conmigo entonces.
La joven asintió a sus palabras y no tardaron mucho en despedirse de Camie y Mahoro para marcharse rumbo al elevador. Katsuki marcó a su chofer y en cuestión de segundos, ya tenía su vehículo privado en la entrada principal de los estacionamientos del subsuelo. Katsuki invitó a Ochako a ingresar primero en la cabina trasera y él la secundó.
―¿Los llevo a la Torre Bakugo, señor? ―Preguntó el chofer. Katsuki miró a Ochako y sonrió.
―Sí, llévanos a la casa. Tengo mucho trabajo por hacer ―respondió Katsuki casi relamiéndose los labios. Y Ochako supo que, por la expresión del hombre, lo que inició en el pasillo de la clínica lo terminarían en la cama de su habitación. Una sacudida interior la hizo mirar a la ventanilla, intentando contener el sonrojo en sus mejillas que, siendo franca, empeoraba con tener a Katsuki tan cerca porque no necesitaba tocarlo para sentir lo despierto y desesperado que estaba el hombre al igual que alguien quien busca agua en medio del desierto. Ochako era su oasis y Katsuki quería beberla por completo.
Y saberse tan deseada, la prendía como no se podría imaginar jamás. La forma en la que Katsuki la miraba, pronunciaba su nombre, hasta la manera en la que pasaba sus dedos sobre su piel, casi sin contacto frente a los demás, la hacía sentir que estaba a sólo un paso de perder la cordura que lo mantenía en ese rol de hombre perfecto, serio, intocable e intachable.
Pero cuando las miradas se apartaban, los reflectores dejaban de apuntarlos y las puertas se cerraban, Ochako podía ver a profundidad cuán salvaje podía llegar a ser el hombre perfecto de traje y mirada intensa.
Al momento en el que su cuerpo cayó sobre el sofá de la sala principal de la Suite Presidencial, Ochako supo que ya no había escapatoria para ella y sonrió al sentirse presa del hombre que fue desabotonando su camisa mientras la miraba desde arriba como un depredador, observa a su presa, dándole una falsa sensación de alivio por permanecer a la distancia.
Sin embargo, Ochako no era ninguna presa y tampoco quería distancia. Ochako quería que Katsuki apagara la hoguera que encendió dentro de ella.
La joven extendió su mano hacia Katsuki y éste no dudó en tomarla, sin embargo no contaba con que ella lo jalara hacia sí misma; el hombre no quería aplastarla, así que terminó arrodillado ante ella, sin comprender qué acabó de suceder, mas al leer la expresión lasciva de Ochako, Katsuki supo que su juego durante la Clínica estaba dando sus frutos.
―¿Qué sucede, Ochako? ¿Sigues molesta? ―Preguntó con gracia.
―Así que tengo nosocomefobia, ¿eh? ―Katsuki rió con ganas al escucharla decir esas palabras―. ¿Qué otro trastorno me inventará para pasar desapercibido?
―Ya, ya. Lo lamento ―respondió con gracia―. ¿Cómo quieres que te lo pague, eh? ―Al momento de preguntarlo, las piernas de Ochako fueron a sus hombros, dejando bien en claro que ella buscaba una compensación que la deje satisfecha y él no pensaba hacerla renegar nuevamente.
Katsuki sonrió y poniéndose de pie, la invitó a hacer lo mismo; Ochako no opuso resistencia y lo siguiente fue desprender el botón de sus pantalones para bajárselos y dejarla solamente con su ropa interior blanca. Katsuki adoraba los colores claros en su piel, le gustaba que usara tonos pasteles, resaltaba esa dulzura que la caracterizaba, así que sin perder la atención sobre sus panties, Katsuki tomó asiento en el sofá y la atrajo hacia él, poniendo una de sus piernas sobre su hombro.
El interior del muslo de Ochako quedó a disposición de sus labios y la respiración de la joven comenzó a agitarse tras sentir cómo los labios del hombre dejaban un camino de besos húmedos sobre su piel, avanzando hacia el interior de su ingle. Ochako tuvo que apoyarse sobre Katsuki para no trastabillar a medida que los besos iban subiendo por la ropa interior de Ochako pero ella ya no pudo contener las oleadas de placer cuando los dientes del hombre estiraron un poco su ropa interior pero también un poco de su piel.
Katsuki la sostuvo y la invitó a sentarse sobre él, permitiendo que su rostro sea el asiento para la intimidad de la joven. Ochako dudó un momento, se excusó que podía lastimarlo pero él fue muy claro.
―Siéntate en mi rostro ―ordenó sin miramientos. Ochako volvió a dudar pero él la atrajo hacia él y ella ya no tuvo muchas opciones, posicionándose con cuidado sobre él, ubicando su vulva cubierta aún por su húmeda pantie, sobre la boca cálida del hombre.
―Katsuki-san, no creo… ¡Ah! ―Ochako tuvo que buscar apoyo en el respaldo del sofá para no caer cuando Katsuki, haciendo uso de una de sus manos, apartó la tela de su ropa interior y su lengua comenzó a avanzar al interior de su vulva, hallando los pliegues de su vagina y finalmente, dar con su hinchado clítoris. Ochako, quien al principio se sentía avergonzada y sin mucha idea de lo que podía suceder teniendo a Katsuki debajo suyo, comenzó a abrir aún más sus muslos buscando que la boca del hombre encontrara más espacio para darle el recorrido que ella buscaba.
Las uñas de la joven fueron introduciéndose en la tela del sofá y sus gemidos fueron subiendo de tono a medida que la lengua del hombre, en compañía de sus dientes y sus labios succionando, la hacían delirar. Sin darse cuenta, su cuerpo se mecía al ritmo contrario que Katsuki la lamía y succionaba su clítoris, causando mayor fricción y mejor acceso a cada parte de su intimidad. Ochako echó para atrás la cabeza, exhalando cada vez más rápido y respirando erráticamente. De su boca brotaban gemidos pero también el nombre de Katsuki, rogando que no se detenga, pidiéndole que su lengua y sus labios no cesen sus movimientos en su intimidad. Ochako estaba llegando al clímax y sabía lo que venía a continuación, trató de quitarse de encima del hombre pero él tomó presa sus piernas y acentuó mejor el movimiento de su boca, consiguiendo que Ochako, no sólo acabara con un grito casi gutural, sino que un su orgasmo vino acompañado de un chorro húmedo qué empapó a Katsuki.
Ochako no podía moverse por las oleadas de placer que le causó tan fuerte orgasmo pero estaba completamente avergonzada por lo que había sucedido. Katsuki sonrió triunfante y se acercó a ella como quién acabó de ganar una medalla.
―Katsuki-san, lo siento, yo…
―¿Por qué lamentas haber tenido un squirt? ―Preguntó con diversión, secándose el rostro con su camisa―. Yo quiero que me empapes con tu orgasmo, Ochako, quiero que grites mi nombre y hacerte saber lo que se siente que un hombre te haga llegar de ese modo al clímax. Nunca te sientas mal por tu sexualidad. ―La joven lo observó con detenimiento y fue a sus labios para besarlo con desesperación. Todo lo que sabía en ese momento era que Katsuki la volvía loca y que lo necesitaba dentro suyo cuánto antes.
Ochako, sin dejar de besarlo, se montó sobre el regazo del hombre y lo fue despojando de sus pantalones y su ropa interior, para buscar hacerse con su miembro ya endurecido.
―¿Me deseas, Ochako? ―Preguntó Katsuki antes de que ella pudiese montarlo―. Dímelo.
―Quiero todo de usted ―dijo la joven sin vergüenza, sin miedo, con la calentura aflorando en ella y acentuándose en su rostro―. Quiero que me haga sentir todo lo que sea posible sentir… Quiero que siempre me haga suya.
Katsuki sonrió y la besó con pasión, pero acabó por apartarla, más antes de que la joven pudiese protestar, Katsuki la puso de a cuatro contra el sofá y comenzó a penetrarla sin miramientos, sin tiempo a pensar ni preguntar. La primera estocada dejó muda a Ochako pero a medida que fue moviéndose dentro suyo, la joven arqueó su espalda con mayor ángulo para permitir que el pene del hombre pudiese entrar con mayor libertad. El gemido en ambos fue reinando el cuarto, mientras Katsuki se deleitaba con la imagen de las grandes y jugosas nalgas pálidas de la muchacha; él comenzó a golpear las nalgas de la joven y tomarla por el cabello, levantando su espalda para pegarlo contra su pecho.
―Eres y serás mía, Ochako ―susurró el hombre, mordiendo su cuello―. Nunca olvides eso. Si es necesario, te lo recordaré siempre que te tenga en cuatro ante mí.
―Katsuki-san… Ah Ah… ―Ochako no podía concentrarse más que en gemir al ritmo de sus embestidas―. Soy tuya… Siempre…
Katsuki sonrió ante sus palabras y añadió casi con placer en su voz.
―Siempre es un largo periodo de tiempo, niña.
Ochako volvió un poco su rostro hacia él, una sonrisa coqueta afloró en su rostro entonces.
―No el suficiente.
Katsuki la embistió con mayor fuerza y volvió a empujarla para tenerla recostada contra el sofá mientras veía su gloriosa retaguardia moverse al compás que él marcaba. Los gemidos de Ochako inundaron su sala, era cual melodía que lo excitaba tanto como el mismo hecho de estar dentro de su apretado interior. Y el saber que era suya, que estaba allí para él y que gritaba su nombre como si fuese a desfallecer lo llevó al clímax, derramando todo de él dentro de la joven quien, al sentir el cuerpo del hombre colapsar y oír un gemido gutural mientras su esencia la llenaba por completo.
Ochako se acomodó mejor en el sofá y atrajo el cuerpo del hombre hacia ella, abrazándolo y dejando que el hombre recuperara el aliento en su pecho. Ella, por su parte, se sentía extasiada, etérea; el orgasmo al lado del hombre mayor la hacía experimentar una de las mejores sensaciones del mundo y su cuerpo se había acostumbrado a esa droga que el cuerpo de Bakugo Katsuki le entregaba.
Un silencio se instauró entre ambos en donde lo único que podía escucharse era la respiración agitada de ambos que, a medida que pasaban los segundos, fue coordinándose hasta oírse sólo un compás. Katsuki buscó el rostro de Ochako y la vio con los ojos cerrados, la joven estaba cayendo dormida en su sitio y sonrió con ternura, atrayendo su rostro al suyo. Los ojos de Ochako se abrieron entonces y ella correspondió a su tierno beso.
―Luces agotada ―habló entonces Katsuki.
―¿Aún se pregunta por qué? ―Dijo con gracia, ambos sonrieron para fundirse en otro beso corto y dulce.
―Ve a mi cuarto, descansa.
―¿Dónde irá usted? ―Por un segundo, Katsuki sintió inquietud en la joven.
―Debo regresar a la oficina. Con éste tema del video, necesito organizar a mi personal ―respondió el hombre sin mucho ánimo.
―Entonces, déjeme ayudarlo ―insistió―, tengo la responsabilidad de…
―Ochako ―llamó el hombre, deteniendo cualquier impulso de la muchacha de alejarse de él para ponerse en marcha. Ella lo miró con duda―, no es tu culpa, lo sabes.
―Pero…
―No tienes que hacerte responsable por ésto, así que no quiero que te tomes ésto personal ―Ochako negó, haciéndole fruncir su entrecejo―. Mocosa, te estoy…
―Déjeme ayudarlo con lo que dijo ―se apresuró a hablar la muchacha, enderezándose en su sitio, mirándolo con urgencia―. Confíe en mí. Puedo ayudarlo si me deja.
Katsuki observó los ojos castaños de la joven por un momento, apreciando cada facción en ella, descubriendo que la determinación era clave en la belleza de esos orbes castaños que caracterizaban a la ex doll. Katsuki acarició los labios de Ochako y encogiéndose de hombros, dio la respuesta que la muchacha buscaba.
Notas de la Autora:
[*]La nosocomefobia es un miedo intenso y abrumador a los hospitales. Se trata de una fobia (miedo) específica, similar al trastorno de ansiedad.
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¡Hola hola!
Lamento la enorme tardanza en la actualización del capítulo, pero se me acumuló mucho trabajo pero ya estoy organizándome nuevamente para ir levantando capítulos cada dos o tres semanas, de acuerdo a la disponibilidad de mi trabajo.
Gracias por seguir interesados en ésta historia y lamento no haberme manifestado por ningún lado.
Gracias por la paciencia y espero que este capítulo haya sido de su agrado. ¡Nos leemos pronto en el siguiente capítulo!
