¡Hola mis queridos lectores!

Bueno… ¿Cómo empezar? ¿Hola? Creo que he desaparecido por casi nueve años, han pasado muchas cosas, estudié artes, me titulé, tuve una crisis existencial y ahora volví a escribir fanfiction porque la vida no ha sido muy amable conmigo, creo que igual reconectar con las cosas que "creo" se me daban bien es un avance.

No los aburro con mis declaraciones y a leer.

[Kamisama Hajimemashita, no es mío es de Suzuki Julietta. En cambio la historia que vas a leer es mía, que la disfruten.]

-RacconTail-


Si la tensión tuviera que ser retratada en una pintura sería pintada esta escena, Kirihito miraba a Mizuki y este a Kirihito, como si tuvieran una guerra de miradas donde ninguno se daba a torcer, Kurama tenía a Inori en las piernas pero igual le daba unas miradas a Kirihito, Nanami por su parte solo quería que terminaran con este sufrimiento que era la tensión en el lugar.

Si bien la chica tenía un corazón de oro, no era fácil de olvidar que él quiso matarla, fue el culpable de muchas situaciones peligrosas y en algún momento intentó aprovecharse de ella (Aunque lo nieguen ambos). También desde lo que pasó con Tomoe que ella no invitaba gente en el templo, no es que no quisiese pero algo en su corazón no sentía correcto eso.

—¿Y este lelo qué?— Kurama finalmente cortó la tensión, inmediatamente tomó a Inori cerca de él y miraba afiladamente a Kirihito.

—¿A quién le dices lelo, cuervo bastardo?

—¡No le digas cuervo bastardo al cuervo bastardo!— Intentó defender Mizuki, mientras se estiraba para tomarlo por el cuello del sweater. La falta de interacciones sociales era clara en el lugar e incluso Nanami no sabía cómo iniciar una conversación adecuadamente. Ella reaccionó inmediatamente para poder soltarlos pero la voz infantil de Inori hizo que volvieran a sus asientos.

—¿Qué es un lelo?

—Son temas de adultos, Inori-chan— Pero Nanami tampoco sabía que era, ni siquiera sabía de dónde había sacado esa palabra Kurama.

Sirvieron el té y Kirihito quiso irse pero Kurama hizo el gesto de acompañarlo a la salida para irse también. El muchacho no sabía como poner el tema de conversación, era una extraña incomodidad, la lástima que le dio esta situación fue tanta que el agujero negro que tenía por pecho se comprimía.

—No está sola por si te lo preguntaba.

—¿Saben dónde está?

—No… luego de tres años dejé de buscarlo, Nanami también dejó de hacerlo de manera física pero tiene las cosas del templo buscando aún— el cuervo se tocó el cabello con frustración —No le hace bien, a Inori nunca le faltó, ni le faltará nada y nunca pregunta— mintió —Lo hace un poco más fácil— mintió nuevamente, hablaba de ello con naturalidad, de todas formas la vida que tenía actualmente eran Inori y Nanami.

El muchacho de cabello negro no preguntó más, el resto del camino fue silencio, todo lo que necesitaba saber se lo había comentado Kurama en ese momento, eso no le quitó la sensación de angustia y amargura que sentía. Aunque sentía que la sensación en la garganta que sentía podía ser otra cosa.

Nanami los miró desde la ventana, los veía alejarse y por un instante no quería que se fueran, las discusiones de hoy había sido lo más cercano a estar en casa nuevamente.

Ella sabía que era presa de la soledad y una adicta a la nostalgia, pero qué más podía hacer, sus recuerdos eran lo poco que le daba un calor en su corazón y traían los colores nuevamente a su vida… aunque fuera una ilusión… aunque fueran solo eso, recuerdos.

—Mami ¿Vamos a seguir viendo a ese amigo tuyo?— Inori la miró con sus penetrantes ojos violetas que incluso Nanami se sintió sonrojada por ello.

—¿A Kirihito?— no había entrado como una posibilidad el volver a verlo, de hecho pensaba que sería raro seguir frecuentando.

—Es lindo contigo.

Nanami sintió sus mejillas sonrojarse por primera vez en cinco años.

En el carruaje se encontraba unos pergaminos tirados, un péndulo y a Mikage por su parte fumando y leyendo dónde podría encontrar a su zorro, acababa de comenzaba a buscar a Tomoe, nadie le había dado la información que él había desaparecido hasta que encontró a Kotetsu y Onikiri.

—Mikage-sama.

—Dime Onikiri— Mikage

—¿Cree que podamos encontrar a Tomoe?

—Claro que sí, solo hay que buscar dónde Nanami no haya ido.

—Nanami-sama buscó con cada diosa de la adivinación, lugar o templo, es como si se lo hubiera tragado la tierra.

"Tragado la tierra"

—Kotetsu ¿Nanami visitó algún lugar con temporalidades distintas?

—No creo, ella es humana así que evitamos que vaya a esos lugares pero tampoco fuimos a muchos, el desfase temporal era fuerte, hubo una realidad dónde creímos estar dos horas pero fueron dos meses.

—Busca todas esas realidades, vamos a buscar un amuleto con el dios del tiempo e inspeccionar.

La máscara de ambos se iluminó, había una posibilidad de poder encontrar a Tomoe.

Nanami le acarició el cabello a su hija mientras dormía y suspiraba cada vez que recordaba a Tomoe, sería bueno invitar a Kirihito a pasar el tiempo, Kurama lo hacía a diario —Tomoe…

Nanami… ¡Nanami!— el zorro se levantó exaltado en una cueva, se miró sus manos y tenía quemaduras, asumió que por el frío, estaba a un lado de una fogata y nevaba sin parar.

—Pensé que no ibas a despertar, zorro.

—¿Quién eres? ¿Dónde estoy?

—Estamos en una grieta temporal del inframundo, es dónde envían a los castigados, se puede entrar pero no salir.

—¿Grieta… temporal? ¿Cuanto tiempo llevo aquí? te encontré hace unas horas pero es variable, no hay un tiempo específico, para mi pueden ser diez años aquí y dos en la tierra o para tí cinco días aquí y un año en la tierra, depende de cada quién— la mujer puso su mano en la mejilla y observó a Tomoe.

—Debo salir de aquí— se paró de golpe pero un dolor invasor en su interior lo detuvo, estuvo mucho tiempo tirado en la nieve quemándose y quizás sin comer… se detuvo en la entrada sin saber qué hacer —Le dije cosas horribles a mi esposa por celos— se cubrió la cara con su antebrazo —Dios quizás cuánto tiempo ha pasado.

La mujer lo miró con lástima y no supo cómo decirle que no tenía idea cómo salir.

Mientras que en la tierra comenzaba otro día con Nanami y Mizuki, ambos comenzaron a cocinar para Inori y desayunar.

—Te ves terrible.

—Buen día a ti también, Mizuki.

El peliblanco se encogió de hombros y miraba picar las verduras a Nanami, había un temblor en sus manos por la falta de sueño, le entristecía verla así, siempre pasaba, era cíclico y siempre le atormentaba pensar que podría quedar solo con Inori.

La diosa no había dormido en la noche, le dio miedo otra pesadilla y no quería ver la imagen malvada de Tomoe, pero esta vez le gustaría ver a Kirihito. Esperó que su hija terminara de comer y la alistó para ir a clases.

—Adiós, Nori-chan.

Caminaron juntas y se toparon a Kirihito en la entrada de la escuela de Inori.

—Mamá es el robachicos— apuntando a Kirihito.

—¿Cómo que robachicos?

—Hasta dónde yo sé, él jamás se ha robado a un chico.

—Está bien que te robes chicos, con mamá vemos series coreanas de amor entre hombres y lo aprobamos— dijo levantando el pulgar y haciendo reír a Nanami.

—¿La mocosa no tiene que entrar a clases?— dijo el muchacho ya francamente irritado con una vena saltándole en la frente.

—Adiós Nori-chan.

—Adiós Mami.

—¿Nori? ¿Tanta hambre tienes?

—Es Nori por Inori, Inori Momozono.

Caminaron hacía el santuario en un silencio cómodo.

—¿Has tenido señales del zorro?

—No— le sonrió un poco triste —Pero las malas noticias son las primeras en saberse así que supongo que estará bien con quién esté.

—Supongo.

Supongo que Kirihito no tenía porqué contarle a Nanami que había sentido la energía de Tomoe viviendo de una grieta al inframundo cerca de su casa.


¡Gracias por leer!

y gracias por la espera si es que quedan lectoras de este humilde fanfic.