Capítulo 13: Magia nocturna.
Diana llegaba al jardín trasero de la prestigiosa escuela de magia, Luna Nova. A esa hora como era costumbre todas las alumnas estaban en sus habitaciones durmiendo tal y como debería ser.
Pero ella tuvo la genial idea de salir a media noche para practicar sus habilidades de magia y aunque era una experta en magia, pues en sus manos tenía el Claiomh Solais, una de las mejores y más antiguas varitas mágicas que solo las mejores brujas que han habido en la historia han tenido la maravillosa suerte de tener.
Y ella era una de ellas en este momento.
—Y también Akko... —Murmuró Diana con algo de fastidio.
En verdad no quería admitirlo pero tenía envidia por que la mejor varita de la historia le perteneciera a una atolondrada, una cabeza hueca y una chica tan despistada que perdería su cabeza si no la tuviera pegada a su cuerpo.
—Ya ni modo —dijo por lo bajo. Dejó su abrigo a un lado y se preparó para lanzar un hechizo con la vara brillante. Tomó un poco de aire, cerró sus ojos, pensando en momentos felices, prácticamente todos eran con su madre. Sonrió levemente al recordar la vez que ambas cayeron en el pequeño lago que hay en casa de su tía y sus primas. Eso fue divertido.
Cómo era costumbre en una chica tan dedicada, siempre debía prepararse antes de hacer algún deber.
De repente, cómo apareció, su sonrisa desapareció y su expresión cambió a una muy seria. De pronto abrió sus ojos y mientras agitaba la varita hacia el frente, gritó con todas sus fuerzas.
—¡Luviosa Inistratos!
—¿Me preguntó por qué la cocina está cerrada? —Se preguntó una muy pensativa Akko mientras observaba la puerta de entrada de la cafetería.
En la puerta había un letrero que decía "Cerrado".
Después de ir al baño, ella se dirigió a la cocina para ver si podía comer algo.
Pero al parecer no podrá comer nada.
—¡Tengo hambre! —Gritó con furia. —Solo quería una tarta, un jamón, unos pastelillos, pescado seco, pan, una tarta, jugo de naranja, una tarta, café y una tarta... —Sollozo en voz baja. Bajo la mirada y cuando parecía que se iba a ir a dormir. —¡ABRAN LA MALDITA PUERTA! —Gritó furiosa. De repente tomó una lámpara de quién sabe dónde y empezó a golpear la puerta qué estaba cerrada.
¡PAM!
¡PAM!
¡PAM!
Un par de segundos después.
—Estoy cansada... —Dijo una muy agitada Akko. Al parecer, golpear una puerta cerrada con el estómago vacío era muy mala idea. —Tengo hambreeeeeee...
Derrotada se retiró de allí, arrastrando sus pies en el suelo. Al parecer iba a tener qué esperar hasta el desayuno de mañana para comer algo delicioso.
—Moriré pronto... —Murmuró con lágrimas en sus ojos. Dejó la lámpara por allí y se dirigió a su habitación. —Buaaaahhh... —Bostezo de repente. —Tengo tanto sueño... —Se frotó sus ojos y continuó su camino.
Al parecer el sueño puede más que el hambre.
Iba caminando por los largos pasillos de la academia Luna Nova. Veía por los umbrales de las ventanas lo bella que era la luna llena. Sonrió, era hermosa. Parecía algo distraída con el bello paisaje qué se veía a través de las ventanas hasta que algo le llamó su atención.
—¿Esa es Diana? —Dijo sorprendida al ver a su mejor amiga en el jardín trasero de la academia. —Está practicando magia... ¡QUÉ EMOCIÓN! —Gritó eufórica.
De la nada salió corriendo para ir a ver cómo su talentosa amiga hacía algo de buena magia. Era su oportunidad de aprender algo de magia y acercarse un paso más para ser cómo Shiny Chariot.
—¿Qué pasó? —Se preguntó Diana al ver qué no había salido ningún hechizo de la varita. –¡Luviosa Inistratos! —Gritó nuevamente el hechizo pero nada. Agitó la varita un par de veces pero aún así nada de nada. Al parecer algo estaba mal.
Diana observó la varita más de cerca. Tenía siete orbes brillantes, aunque uno de ellos brillaba más que los demás.
—Las siete palabras olvidadas... —Murmuró por lo bajó.
—¿Las siete que? —Dijo una voz a sus espaldas.
—¡AAAAAAHHHH! —Gritó la rubia con fuerza al instante en que daba media vuelta, daba un salto hacia adelante y abrazaba con fuerza la vara brillante contra su pecho. —Ah... Ah... Ah... —Respiraba difícilmente. Al parecer si que se había llevado un buen susto.
Pero su expresión asustada cambió rápidamente a una muy furiosa al ver a la sonriente castaña qué le observaba con mucha burla.
—Jeje te asuste —bromeó Akko con una sonrisa traviesa.
¡PLAM!
Para luego recibir un golpe en su cabeza propinado por Diana, la cuál no lo pensó dos veces antes de estrellarle el Claiomh Solais a la molesta chica en la frente.
—Alitas calientes... —Dijo Akko mientras se tambaleaba de un lado a otro. Parecía qué se iba a caer desmayada pero rápidamente sacudió su cabeza en repetidas ocasiones para después sujetarse la cabeza con ambas manos. —¡Ay me duele mi cabecita! —Empezó a chillar.
Diana se llevó una mano a su boca. No podía creer lo que había hecho. Se sentía muy mal por haberle pegado a su compañera de habitación. Ella no era así, ella no era violenta y debía demostrarlo.
Puso el Claiomh Solais en el suelo y se acercó a Akko para intentar ayudarla con su dolor.
—Perdóneme señorita Kagari, no fue mi intención... —Dijo la rubia mientras tomaba la cabeza de la japonesa y la revisaba para ver si no tenía nada grave.
Akko aún con sus ojos llorosos no pudo evitar ver hacia arriba y encontrarse directamente con los hermosos y brillantes ojos azules de Diana Cavendish. A simple vista su compañera de cuarto era hermosa y por otro lado las suaves caricias de Diana en su frente la hacían sentir una relajación qué nunca antes había sentido.
Era cómo ser acariciada por un ángel.
—¿Se siente mejor? —Preguntó Diana.
Akko sonrió mientras agitaba su cabeza de arriba hacia abajo dando a entender que se sentía mejor.
Diana suspiró.
—Qué bueno qué está... —Diana se quedó sin habla al ver que la expresión de la castaña cambiaba rápidamente de feliz a una especie de expresión de animal rabioso.
—¡Eso me dolió mucho! —Gritó Akko enfurecida.
Diana solo vio cómo ella alzaba su puño y con una fuerza descomunal lo impactaba contra su hombro a una velocidad muy rápida.
—¡Ah! —Se quejó la rubia. Cayó al suelo de rodillas mientras se sujetaba el hombro con su mano. Eso sí que le dolió y mucho.
Akko se tapó la boca con ambas manos por lo que acababa de hacer.
—¡Oh Diana por favor perdóname no fue mi intención! —Muy mal por lo que hizo se acercó a su amiga para ayudarla. —¡AAAAAAHHHH! —Pero se tropezó y fue cayendo directamente sobre la rubia.
¡PAM!
—¡AAAAAAHHHH! —Gritó Diana al recibir un duro cabezazo directo en su frente haciéndola caer de espaldas al suelo.
Lo bueno del nuevo dolor es que era mucho mayor que el que sentía en su brazo y de una u otra forma lo compensaba o algo así.
—¡Mi cabecita me duele mucho! —Gritó Akko mientras daba vueltas y vueltas en el suelo, sujetándose la frente con ambas manos.
Un rato después.
Ambas chicas estaban sentadas en el suelo frente a frente. El dolor ya se les había pasado y ahora se observaban con caras de pocos amigos. Parecía que había un poco de resentimiento en el lugar.
—¿No deberías estar durmiendo? —Preguntó Diana tajante.
Akko infló sus cachetes y se cruzó de brazos. Observó a la rubia engreída que tenía enfrente con una mirada asesina. Nunca toleró qué la enviaran a dormir. Ella era lo bastante grande cómo para estar despierta lo que ella quisiera.
Incluso podía estar días despierta y seguir cómo nueva.
—¡Escúchame tú! —Gritó mientras señalaba a Diana con su dedo índice. —Buaaaaaaa... Ay que sueño...
Diana alzó una ceja. A veces no sabía si tomar en serio o no, a tontas como a la qué tenía enfrente. Obviamente Akko tenía sueño, bueno ella también pero solo quería hacer una cosa antes de irse a dormir.
Y eso era usar su magia con el Claiomh Solais. Pero por alguna razón la varita no funcionaba.
—Seguramente debe ser por qué solo la elegida puede usarlo... —Murmuró por lo bajo.
—Oye tú, ¿Qué tanto murmuras? —Preguntó una Akko muy ojerosa.
Diana rodó sus ojos. No tenía tiempo para lidiar con esta bruta. Debía demostrarle a las grandes nueve brujas qué ella era digna de ser la elegida.
—No tengo tiempo para ti, debo practicar un par de hechizos —dijo Diana con molestia. Acto seguido se levantó del césped y se dirigió a una parte despejada del gran jardín.
—Oooooh magia —dijo Akko con los ojos bien abiertos y con una enorme sonrisa llena de emoción. Se levantó del suelo también y se fue detrás de la rubia inglesa.
Diana se preparó nuevamente. Sostuvo la vara brillante con ambas manos. Cerró sus ojos y se concentró.
—¿Harás magia cómo la de Shiny Chariot?
O se intentó concentrar ya que al abrir sus ojos lo primero que vio fueron un par de ojos rojizos que desbordaban mucha emoción.
—No... —Dijo Diana con decisión. —Intentó hacer magia de verdad.
—Por eso —respondió Akko cómo si fuera lo más obvio del mundo.
Diana por su parte rodó sus ojos. No podía creer qué debía soportar a esta chica tan molesta. Y no sólo era molesta, si no que también era muy, pero muy infantil.
¿Qué acaso nadie le dijo que la niñez termina a los diez años?
Diana gentilmente colocó su dedo índice en la frente de la castaña y con delicadeza la alejó lo más que pudo de su persona.
—No señorita Kagari —comenzó Diana. —Eso qué hacía la ridícula de Shiny Chariot no se podía llamar magia. —Esas palabras hicieron enojar a Akko. —La magia es una bendición qué nuestras antepasados lograron dominar y gentilmente heredarnos. —Esas palabras hicieron que Akko suavizara su expresión rabiosa. Incluso bajó la mirada. —La magia debe usarse con sabiduría. —Diana extendió sus manos mientras miraba al cielo. Hablar sobre la magia la llenaba de alegría. —La magia es lo más hermoso de este mundo y aunque poco a poco se va acabando... —De pronto bajó la mirada, observando el suelo con tristeza pero con una pequeña sonrisa. —Pero tengo la sensación de que si usamos esto. —Le mostró el Claiomh Solais a Akko. —Lograremos qué la magia llegue a cada rincón no sólo del planeta tierra, si no que tal vez a todos los confines de la galaxia. —La emoción la invadió demasiado.
Ahora no sólo tenía sus manos sobre los hombros de Akko, si no que también la observaba de forma soñadora, de la misma manera en que la castaña la observaba hace tan solo unos segundos.
—¿Qué es eso? —Preguntó Akko con una sonrisa tonta mientras señalaba la vara brillante con su dedo índice.
Diana volteó su cabeza lentamente para ver qué era lo que está chica le señalaba. No sólo puso una expresión de pokerface al ver qué se trataba del Claiomh Solais si no que se sorprendió en exceso.
Quitó las manos de encima de Akko y le mostró la poderosa varita a esta tonta para ver si se acordaba de ella. Pero al ver la expresión inocente de esta, pues era obvio que la había olvidado.
—¿¡Cómo!? —Exclamó Diana. —¿¡Acaso olvidaste algo qué es tuyo!? —Preguntó más molesta que sorprendida.
Akko alzó una ceja. Observó a Diana con extrañeza.
—¡Jajajajajaja! —Para luego romper a carcajadas. —¡Ay tonta Diana!
—¿¡Cómo!? —Exclamó Diana un tanto ofendida.
—¿Cómo puede ser mío algo que no traje de Japón? —Preguntó Akko en tono de burla.
¡SLAP!
El manotazo que Diana se dio en la frente sonó muy fuerte. Era obvio lo irritada que se empezaba a poner gracias al tiempo que le estaba tomando esta conversación con la atolondrada chica.
Diana simplemente decidió suspirar y seguir en lo suyo. Si seguía perdiendo tiempo con Akko, llegaría diciembre y la verdad es que tenía mucho sueño.
—Hazme un favor —pidió Diana.
Akko asintió un par de veces.
—Guarda silencio mientras práctico magia, ¿Entendido?
La castaña asintió para después levantar uno de sus pulgares hacia la rubia dándole a entender que solo observaría. Incluso se sentó en el suelo con sus piernas cruzadas mientras ponía atención a lo que Diana iba a hacer.
—Muy amable —agradeció Diana. —"Tal vez no es tan molesta después de todo". —Pensó.
Después de eso volvió a colocarse en medio del jardín trasero de la academia y mientras cerraba sus ojos y empuñaba la varita legendaria con sus dos manos. Comenzó su ritual de concentración.
Pasó un rato hasta que por fin abrió sus ojos y procedía a gritar con fuerza un hechizo. Agitando la varita hacia el frente, esperando así que la magia surgiera de esta.
Unos veinte minutos después.
—Ah... Ah... Ah...
Una muy agitada y muy sudorosa Diana Cavendish, caía al suelo. Apoyando sus manos contra el césped. La vara brillante había caído a un lado de la rubia la cuál respiraba de manera difícil.
Parecía que hubiera corrido veinte mil kilómetros pero no, estuvo gritando y agitando la varita intentando hacer qué algún hechizo saliera de esta. Pero al final lo único que consiguió fue cansarse.
—¿P-por qué no funciona? —Se preguntó a si misma con los dientes apretados.
Era inaudito que alguien tan buena en la magia, fuera tan mala usando una varita legendaria.
Fue entonces que Diana llegó a una sola conclusión...
—No soy la elegida... —Murmuró en silencio.
Volteó a ver a Akko quién dormía toda estiradota sobre el césped mientras roncaba en gran medida. Diana sonrió levemente. Ahora todo tenía sentido.
El Claiomh Solais elegía a su portadora por la inocencia qué hay en estas y no por la habilidad de estas en la magia.
Diana suspiró. Ya estaba cansada y ver que se le negaba el uso de tan majestuosa varita, no tuvo de otra que retirarse a dormir.
Un rato más tarde.
Diana depositaba a Akko en su cama. Lo cuál fue difícil ya que esta pesaba mucho y que durmiera en la litera de arriba no lo facilitaba en lo absoluto. Pero aún así se esforzó por dejarla allí. Después de taparla con una manta y dejar la vara brillante a su lado.
Se dispuso a dormir también. Se recostó en su cama y mientras miraba el techo no pasó mucho tiempo para que empezará a llorar.
—¿P-por qué no puedo ser la elegida? —Sollozo por lo bajo.
Era lo único que podía hacer...
Llorar de frustración mientras veía cómo una inútil desaprovechaba un enorme poder.
Pero poco se podía hacer.
Al poco tiempo se quedó dormida. Debía levantarse temprano si quería seguir siendo una alumna ejemplar.
—Tal vez pueda ayudarle a esa boba a ser aplicada y así... Buaaaa... Salvar la magia... —Dijo Diana entre sueños.
Al parecer tenía una idea o algo así.
Continuará...
Nos vemos en la próxima, adiósh ;3.
