Capítulo 1

Su última noche de libertad fue muy extraña. Incluso podía decir que se encontraba cansado de esperar su sentencia. Estaba dispuesto a soportar lo que fuese ya que sin duda se lo merecía.

Sus crímenes contra la Aldea Oculta de la Hoja y la Aldea Oculta de la Nube debían ser pagados. No le importaba particularmente haber sido de gran apoyo en la Cuarta Gran Guerra. Su participación para terminar el conflicto y brindar la victoria a la Alianza Shinobi aún le parecía ínfimo en comparación con la magnitud de sus actos criminales. Además, cada una de sus decisiones habían sido conscientemente egoístas, aún en aquel momento de extrema fatalidad.

Había querido acabar con todo lo que existía; tampoco era capaz de enunerar sus pecados: se infiltró en el País del Hierro e irrumpió en la Cumbre de los Cinco Kages, causó un gran alboroto sin mencionar que el mismísimo Raikage perdió un brazo en su combate. Luego se había encargado de eliminar al Hokage provisional y tenía claras intenciones de acabar con el equipo siete de no ser por su debilidad. Ah si, no podia dejar de mencionar su secuestro a Killer Bee.

Si, en definitiva se merecía cualquier sentencia que le ordenaran porque ninguno de sus actos en la Cuarta Guerra habían sido para remediar sus crímenes anteriores. Y en el fondo, no se arrepentía del todo. Las circunstancias de su vida lo habían transformado en la persona que era y sería en el futuro. Estaba seguro de poder hacer algo para remediar todo el daño que había causado pero necesitaba mucho tiempo para ser perdonado. Usaría todo su poder para lograrlo, sin embargo no era el tiempo preciso. Había momento para todo y ahora mismo era el tiempo para ser castigado, estaba en paz con ello.

Todas esas circunstancias lo habían llevado justo a donde estaba en la actualidad; en una celda, con sus ojos sellados y un traje diseñado para limitar los movimientos de su cuerpo. Básicamente debía cumplir el tiempo prudencial que considerara Kakashi para recuperar su libertad.

La realidad era que todas esas medidas eran para que sus cuidadores pudieran sentirse más seguros pues si él lo deseaba sería capaz de escapar en un minuto. Aún asi estaba dispuesto a soportar las condiciones impuestas. Después de todo recuperar la confianza del mundo Shinobi no sería una tarea sencilla.

Dormía muchas horas. De hecho, pasaba buena parte del tiempo durmiendo. Incluso había llegado a preguntarse si le pondrían algún narcótico en la comida pero realmente lo dudaba pues al despertar siempre se sentía perfectamente descansado y despejado. Sin mencionar que su cuerpo era bastante resistente a las toxinas.

Lo que le molestaha particularmente era el insoportable calor que hacía en esos días de verano. El invierno fué bastante soportable pues su celda era bastante cálida y la primavera pasó sin pena ni gloria. Ahora bien, ese verano estaba siendo un verdadero reto para su paciencia. Soportar las ganas de liberarse nunca había sido más apremiante esa temporada. Los meses que habían transcurrido parecían un fin de semana en comparación a los interminables e incandescentes días veraniegos.

Estaba a dos grados de empezar con las alucinaciones cuando escuchó el ligero y casi imperceptible suspiro de su acompañante de turno. Hubiese pasado desapercibido de no ser por el silencio que reinaba en la estancia. Pensó que tal vez había hecho algún movimiento involuntario porque escuchó pasos alejarse.

Generalmente el custodio a cargo de vigilar su celda era presa de una gran tensión en todo su cuerpo cuando él se movía o hablaba debido a alguna solicitud ineludible, él podía notarlo, percibía esas fluctuaciones en el cuerpo que activaban y alertaban todas las extremidades preparándose para reaccionar.

Era una pena que nada de aquello pudiera funcionar contra él si fuese el caso. Simplemente estaba a un nivel superior.

Siempre que Sasuke se encontraba en esa situación particular de necesitar algo su pobre guardia no tenía más remedio que resignarse a atenderle, después de todo él era un ser humano y cada cierto tiempo le era menester suplir ciertas necesidades, como cualquiera.

Se esforzaba en gran manera de respetar sus horarios de comida pero de vez en cuando requería un poco de agua extra, particularmente en ese verano, aunque se había resignado a llegar a su límite para no importunarlos. Lamentaba haber asustado a su centinela, no era su intención haber hecho algún moviéndose brusco; simplemente estaba algo incómodo.

De improviso se abrió la puerta haciendo un ruido estrepitoso, el joven volvió el rostro hacia sonido casi sobresaltado pero con disimulo.

Pocas cosas le habían producido placer en su vida pero en ese momento sentir el agua helada deslizándose por su garganta le había transportado a un mundo de ensueño. Su visitante le dejó tomar agua hasta la saciedad, por eso pudo determinar que no era uno de los guardias comunes quien había entrado. El trabajo de éstos era de tiempo limitado. Nadie lo acompañaba más de un minuto. Sin embargo a los visitantes aprobados por el Hokage los habían dejado entrar a su celda algunas veces.

Esporádicamente algunos de los chicos de su generación habían venido alguna vez, aunque raramente lo visitaba alguien más además de Naruto o Sakura.

Sin embargo, hasta donde él podía recordar Naruto le había comentado en su última visita que se irían por algún tiempo pues tenían algún tipo de misión aunque realmente no había prestado demasiada atención. A pesar de estar en paz con sus compañeros no le apetecía hablar con ellos ni renovar su amistad, no aún. A sus excompañeros nunca les había afectado demasiado su estoicismo así que su silencio no era mal recibido, aún así aceptaba que sus visitas rutinarias le ayudaban a matar el tiempo. Aunque fuese solo para escuchar su interminable cacareo.

Podía llegar a admitir que esta persona desconocida le parecía ligeramente enigmática. Ese pensamiento le hizo sonreír para sí mismo, pensó que estaba tan aburrido que había empezado a crear ficciones en su cabeza sobre quienes eran o cuales eran las vidas de los guardias que lo custodiaban solo para matar el tiempo. Jamás se había interesado por la vida u orígen de alguien más.

Había sus contadas excepciones pero casi siempre su foco de interés en alguien más era para su propio beneficio; como cuando investigó la vida, orígenes y habilidades de aquellos que serían parte del equipo Hebi, más tarde Taka. Su marcado interés por ellos estaba justificado en el hecho de que podían serle de mucha utilidad para sus propósitos vengativos.

Esta persona desconocida había aparecido de improviso algunas veces en el transcurso de unas semanas o tal vez poco más de un mes. Nunca había hablado con él pero sabía que era una mujer. Tal vez había llegado a determinarlo por su forma de caminar al acercarse o el sutil perfume que había llegado a percibir. No tenía ni idea de cómo lo sabía pero le traía una ligera remembranza de algo relacionado con flores blancas. ¿Cómo lo sabía o donde antes había llegado a tener la información de que un perfume podía llegar a oler a flores blancas? No era capaz de recordarlo. Y eso que estaba muy orgulloso de su buena memoria.

Muchas cosas de esa situación se le habían hecho extrañas. Una particularidad de las mujeres que alguna vez se habían acercado a él era que no podían parar de hablarle, hacerle preguntas o buscar alguna manera de llamar su atención; algunas habían sido muy patéticas, otras habían sido más creativas, debía admitir. Pero siempre era ese el comportamiento de una mujer promedio, en lo que a su experiencia se refiere.

Aunque no era capaz de culpar a ésta por no hablarle, no estaba precisamente en su mejor momento y era consciente hasta cierto punto que el interés que generaba en las mujeres era motivado simplemente por su aspecto físico, no se esforzaba en ello, pero era la realidad que siempre había conocido.

Sea como fuere, ¿Quién en su sano juicio iría a visitarlo y además se atrevería a entrar a su celda?

No quería ser presumido pero la verdad es que era temido y hasta repudiado por la gente de su aldea. Por eso el que alguien además de su antiguo equipo fuese a hacerle compañía se le hacía sumamente extraño.

Debía ser una persona temeraria pues no se había limitado a solo acompañarlo desde afuera de la celda sino que había entrado a atenderlo en su primera visita, las siguientes veces se había limitado a quedarse sentada a su lado. Tal vez era idea de Kakashi que alguien le hiciera compañía para que recordara que existían otras personas en el mundo, o para que no se sintiera tan solo. Pero era una idea extraña. La chica no le hablaba, solo se quedaba parada afuera de su celda o sentada los días que quizás estaba cansada. La sentía distante, ausente. Como si su mente estuviera fuera de su cuerpo.

Recordaba aquella primera visita con algo de nostalgia pues, sea quien fuere, le había traído oniguiris y tuvo que admitir que realmente los había disfrutado. O había pasado demasiado tiempo desde la última vez que había probado algún tipo de comida decente pues le supieron a pura gloria.

Honestamente no debía quejarse, había sido una grata sorpresa que esta vez se hubiese tomado la molestia de traerle agua con características bastante decentes, no tenía sabor a tierra y además estaba muy fría, era un pequeño lujo que no se atrevía a rechazar.

Su sorpresa fue aún mayor cuando después de escuchar algunos ruidos inidentificables, la mujer se aproximó para soltar la cuerda que mantenía firmemente el traje aferrado a su cuello y luego de retirar su cabello le colocó una toalla llena de agua fría refrescar su piel de elevada temperatura.

La circunferencia de su cuello ahora fresca por el gesto se sintió complacida. Nunca antes habría pensado que era merecedor de tantos mimos, o peor aún que se iba a sentir agradecido de recibir atenciones de una mujer. Hubiera podido ponerse ronronear como un gatito pero aún tenía suficiente cordura como para contenerse.

No recordaba la última vez que había hablado, así que su voz le sonó extraña y desgastada cuando le agradeció por el gesto.

Ella no le respondió enseguida pero pudo notar que la había sorprendido ya que él tampoco le había hablado antes. Fue una sorpresa para los dos que fuese precisamente él quien abriera la ventana para una posible conversación. Se lamentó inmediatamente por haber hablado, pero que más daba. Era cierto que estaba agradecido.

Afortunadamente la mujer no inició una conversación indeseable, simplemente seguía removiendo algún tipo de implementos que había colocado cerca de donde estaba sentado. Pudo percibir como ella se acomodó a su lado y tuvo el atrevimiento de retirar un mechón de su cabello del rostro.

- Nunca habías tenido un aspecto tan descuidado, podría ayudar un poco si quieres.

Ahora sí estaba intrigado, esa voz no le era conocida en absoluto pero la familiaridad con la que ella le hablaba le daba a entender que ella si que lo conocía y no de manera casual como cualquier persona del mundo ninja sabría quién es Sasuke Uchiha.

No de esa manera, ningún desconocido se atrevería a hablarle así. Le trataba con la cordialidad que uno reserva a sus amigos, como si le conociera de toda la vida. Era extraño, las personas solían sentirse abrumadas ante su presencia pues él era imponente y que solía intimidar a los demás. Cualquier persona que supiera la razón por la que estaba en esa celda debía saber sobre su pasado.

Fácilmente pudo determinar que no era ninguna chica que pudiera recordar. En sus primeras visitas pensó que quizás era Ino Yamanaka pero la rubia había ido una vez a visitarlo y nunca se había quedado callada. Recordó a Hinata Hyuga pero apenas se acordaba de haber escuchado su voz alguna vez pues siempre hablaba con susurros y era demasiado retraída como para atreverse a tocarlo.

- ¿Vas a dejar que yo lo decida? - Continuó con un tono ligeramente desafiante - Está bien.

Tal vez estuvo divagando demasiado pues ella tomó la iniciativa y empezó a desenredar su cabello para luego proceder a cortarlo. La fémina tenía buena agilidad para manejar la navaja pues después de limpiar de su rostro el rastro de vello facial pudo notar que no le hizo ningún corte. Cuando terminó todo se sintió más ligero.

La sensación de lucir un aspecto aseado le hizo sentir más humano. Pensó en que quizás debería haberle agradecido nuevamente pero la mujer no volvió a hablarle, se limitó a recoger sus pertenencias y retirarse.

Percibía que estaba a punto de irse cuando decidió romper el silencio y preguntarle finalmente quién era. Después de todo había venido varias veces y aún no sabía el porqué de su presencia.

La joven se detuvo durante un largo rato antes de responderle. Percibía en su cuerpo una gran tensión, su respiración era irregular y parecía estar moviéndose incómoda con su pregunta.

- No creo que sepas quién soy - Le dijo finalmente con voz apagada, hablando lento, como intentando encontrar la manera de ordenar las palabras - Mi nombre es Tenten. Era parte del equipo liderado por Maito Gay, estoy segura que recuerdas a Rock Lee y también estaba...

Se detuvo súbitamente como si las palabras se le hubieran quedado atoradas en la garganta. Su sentido del oído se había desarrollado más al estar cegado. Incluso le pareció que su cuerpo se había estremecido ligeramente.

- Bueno, no importa. Estaré por aquí. Si necesitas algo solo dímelo, yo veré la manera de traerlo. Adiós.

Le pareció que se esforzaba demasiado por sonar casual y despreocupada pero no había logrado engañarlo, el tono apresurado de su voz había delatado una ligera desesperación por acabar la conversación.

Estaba ocultando algo muy en fondo, algo profundo y complejo, algo que se le hacía bastante familiar. Después de todo él sabía muy bien lo que era el dolor y la soledad.

No sabía porqué la pesadumbre de la mujer llamada Tenten se le había quedado presente. Pasó mucho rato reflexionando sobre los acontecimientos de ese día y llegó a la conclusión de que tal vez la siguiente vez que volviera podría intentar ser un poco más cordial con ella.

Tal vez.

.