Tras la carta donde la Reina le explicaba un poco a Ciel la situación en Alemania deciden emprender el viaje, iba a ser un viaje largo en tren por lo que Sebastian aprovecha para repasar alemán con su amo.

Pero Ciel estaba cansado del alemán después de dos días viajando y con Sebastian presionándolo por la pronunciación.

-¿no hay algo más entretenido que hacer? Me mareo cada vez más- se quejó el menor recostándose en el sillón que tenía su vagón

-desafortunadamente no estábamos tan cerca de donde vamos, y no quiso que lo llevara personalmente- sonrió Sebastian tomando el libro que había botado en el suelo su amo

-no seas idiota, teníamos que tomar tren- Ciel rodo los ojos- además no íbamos a venir solos

-si hubiera sido así, la situación actual sería diferente- susurro en su oído acercándose sin que su amo lo notara

-esta anocheciendo y los demás saben que no deben acercarse- el peliazul desvió su mirada evitando los ojos rojos que lo veían con intensidad

-¿y podrá guardar silencio? La última vez tuve que encargarme de que todos estuvieran fuera de la mansión- Sebastian se agacho tomando la barbilla del menor haciendo que lo viera

-deja de disimular que no disfrutas mis sonidos- respondió Ciel devolviendo la intensa mirada

No tenía mucho tiempo que la adolescencia se había empezado a manifestar en Ciel, Sebastian fue el primero en notarlo, había algo cambiando con su amo, pero no sabía con exactitud que era hasta que Finnian lo mencionó un día mientras preparaban la cena.

Y a partir de ese momento Sebastian noto como el ojo azulado de su amo lo seguía son atención, Meirin había guardado silencio, pero su amo le había pedido cambiar las sábanas de forma más constante y ni que decir de ciertas noches donde el propio Sebastian detenía sus recorridos nocturnos al oír suspiros salir de la habitación de su amo.

No fue hasta una noche que entre gemidos Ciel invoco sin querer a Sebastian, había estado pensando en él y en medio de su imaginación pre orgásmica lo llamo, el demonio ingreso a la habitación procurando cerrar con llave y sin hacer ruido desanudo su corbata, Ciel estaba con los ojos cerrados y una de sus manos entre sus piernas masturbándose.

El pelinegro se colocó encima de su amo quien se asustó y abrió los ojos escandalizado solamente para ser callado por los labios del demonio mientras sentía como su mano era sustituida por la del mayor. Esa había sido la primera noche de muchas, Sebastian no tenía ninguna queja, para sus deseos de poseer no solo el alma de Ciel, ese era el punto máximo.

Las primeras veces había sido solo masturbación y empezar a enseñarle a Ciel las artes del sexo, primero descubriendo que le gustaba para llegar a como hacer que la otra persona disfrutara; y descubrió gratamente que la boca de su amo servía para mucho más que dar órdenes.

Nada había sido forzado ni con violencia, hasta que Ciel quiso probar el sexo anal por primera vez y salió la parte más baja de un demonio como Sebastian, una que rar vez salía con sus múltiples amantes, en medio del éxtasis el pidió a su amo que lo mordiera, Ciel había sonreído y ahogando sus gemidos y gritos en su piel lo mordió y no con delicadeza haciendo que el demonio se corriera con fuerza en su interior.

Pero para esas satisfactorias actividades tenían pasos previos para hacer, revisar que nadie los oyera, que nadie entrara de improvisto al cuarto del menor o peor, que alguien descubriera las marcas en el cuerpo del otro, en el caso de Sebastian era más fácil, desde que había empezado tener una relación más física con su amo había dejado de buscar alguna amante para satisfacer sus deseos.

Pero esa noche de camino a Alemania ambos sabían que lo máximo que podían hacer seria cerrar la puerta con llave, con una mirada Ciel ordeno que el demonio lo hiciera, quien con rapidez se dirigió a cerrarla, apagar las luces quedándose solo con la luz de la luna que entraba por el ventanal del vagón.

-si quería hacer esto en lugar de estudiar habría puesto horarios más estrictos- el mayordomo camino al sillón donde estaba su amo quitándose a su paso la corbata, el saco y el chaleco

-te recuerdo que aún no controlo ni entiendo bien como me siento- Ciel suspiro quedándose acostado

El pelinegro quito los zapatos de su amo y los propios, después se posiciono encima del menor notando una creciente erección.

-puede decirlo en voz alta o con una nota bastara- las manos del mayordomo quitaron el parche del ojo del conde

-seguiré intentando- respondió Ciel quitando los guantes blancos de su demonio

Con lentitud, pero procurando rozar la piel sensible de Ciel, Sebastian quito su ropa oyendo los suspiros quedos que soltaba el otro chico quien a penas y podía quitar su camisa y desabotonar su pantalón con manos temblorosas por los nervios y la anticipación.

-no era el único que quería dejar el alemán- respondió Ciel tocando por encima de la ropa la erección del mayordomo

El pelinegro soltó un suspiro pesado al sentir la pequeña mano de su amo metiéndose entre su ropa y tocándolo, si fuera por el en ese momento se quitaba el pantalón y se hundía en la rosad ay apretada entrada del conde, pero tenía autocontrol y prefirió ver la pequeña boca de Ciel cerrarse en torno a su adolorido miembro.

-siéntate- ordeno Ciel

El demonio no dudo y acato al orden bajando su pantalón y ropa interior viendo como Ciel se arrodillaba en medio de sus piernas y tomando con sus manos el pene del demonio acerco su boca sintiendo como Michaelis se estremecía al sentir su aliento chocar con su sensible glande para después rodearlo con sus labios y comenzar a meterlo lo más que podía.

Sebastian llevo una de sus manos al cabello del menor ayudándole a encontrar el ritmo y una vez que lo encontró se dedicó a disfrutar de lo que estaba haciendo su amo, aunque no dejo que lo hiciera mucho tiempo, no quería correrse en su boca.

Con delicadeza lo alejo y lo obligo a sentarse sobre el quedando sus erecciones juntas, Ciel fue quien empezó el beso mientras el mayordomo los masturbaba al mismo tiempo oyendo los gemidos ahogados del conde.

Tomando un poco de su liquido preseminal llevo una de sus manos a la entrada del menor para prepararlo, necesitaba por lo menos tres dedos antes de poder entrar en él.

-apúrate- gimió el peliazul queriendo sentir el placentero dolor que disfrutaba al tener sexo con Sebastian

-tenemos mucho tiempo- susurro en su oído antes de lamerlo y jugar con su lóbulo

Al Ciel sentir que estaba listo de un golpe quito la mano del mayordomo y apoyándose de sus hombros se levantó, Sebastian entendió lo que quería por lo que alineo su erección con la entrada del conde y tras una mirada cómplice Ciel se dejó caer sintiendo como era llenado por completo.

Sebastian era grande y no todas sus parejas hacían podido con él por completo, le sorprendió la primera vez que llego hasta el final con Ciel, había entrado todo y no había habido ni una queja.

-ayúdame a moverme- pidió el conde ya que la fuerza en sus piernas no le daba lo suficiente para hacer que el miembro de Sebastián saliera casi por completo y volver a entrar

El demonio tomo de las caderas a su amo y como si pesara menos que una pluma lo alzo lo justo para volver a llenarlo oyendo un grito agudo por parte del menor quien había enterrados sus uñas en los hombros de su amante.

-baje la voz- susurro Sebastian con la respiración agitada

-oblígame- sonrió Ciel provocadoramente

Sebastian soltó un gruñido bajo y lo beso sin dejarse de mover y de sentir como las manos de su amo recorrían su espalda arañándolo por el placer que sentía.

-más rápido- gimió el menor separándose de los labios de su demonio

-como ordene- respondió Sebastian aumentando el ritmo sintiendo su orgasmo cerca

Una de las manos de Ciel bajo a su muy necesitado miembro masturbándose bajo la intensa mirada roja brillante de su demonio quien no perdía detalle de sus expresiones y sonidos, gracias a eso se dio cuenta cuando su amo llego al orgasmo y besándolo para evitar que todo el tren se enterara que estaba teniendo sexo con el sintió como las paredes se estrechaban alrededor de su miembro.

Ciel en la bruma post orgásmica abrazo el cuello de Sebastian y sintiendo las embestidas más potentes por su sobre estimulado cuerpo comenzó a morder a su demonio, primero de forma casi juguetona hasta llegar a mordidas que dejaban pequeños puntitos de sangre.

No fue hasta una que toco directos su próstata que ahogo el nombre de Sebastian en su piel clavando sus dientes en su hombro mientras sentía como era llenado por el espeso semen de su amante quien se había limitado a llegar con un grave gruñido y encajar sus dedos en las caderas, seguro tendría moretones que tardarían días en irse.

Con cuidado salió del interior del menor y se dejó caer en el sillón dejando a su amo recostado sobre su pecho. Sus respiraciones regulándose poco a poco mientras el tren seguía avanzando.

-¿eso es todo?- pregunto Ciel burlonamente

-un día se va a arrepentir de haberme provocado- sonrió Sebastian llevando una de sus manos al trasero el menor

-no creo que ese día llegue- murmuro Ciel mordiéndose el labio al final

Entre besos húmedos comenzaron otra ronda. Fuera del cuarto nadie sospechaba nada o si lo hacían nadie decía nada, después de todo, todos tenían formas diferentes de pasar el tiempo en lo que llegaban a su destino.