ONCEAVA COPA
Hanji escuchó la puerta cerrarse junto con las voces lejanas de los niños detrás de ella. Aunque no le gustaba el estar alejada de ellos, la terrible gripa que la aquejaba era peligrosa para sus sistemas, así que aceptaba este día sin cuidarlos. Realmente, aunque no lo dijera, era un respiro necesario.
Corinne Berner no tardó tanto en llegar a su hogar, empezando con preparativos para cualquier cosa que Hanji necesitara. Tés, compresas calientes, toallas en agua fría, medicamentos, cobijas... puso mucho esfuerzo en darle comodidades a la científica.
Había dormido durante las primeras horas de la mañana aun con Levi en la casa, sorprendentemente sin ser perturbada por el ruido de los niños mientras éstos eran atendidos por el policía detective. Sólo se despertó un poco en cuando Levi le anunció que Corinne había llegado a la casa, escuchando un pequeño y lejano intercambio cordial de palabras entre el hombre y la mujer antes de que sus pequeños se marcharan.
Corinne había ido directamente a ella a revisarla, sin hacer mucho ruido y hablando poco y en tono bajo al captar que Hanji podía quedarse dormida en cualquier momento. Se dedicó a acomodar el cuarto de la científica para darle la mayor comodidad posible en caso de que quisiera pararse al baño o a la cocina conectada a la sala, y se aseguró de dejarle suficiente té tibio en una pequeña jarra al lado de la cama.
Fue así como la mañana transcurrió para Corinne, sentada en la sala de la casa leyendo un periódico mientras Hanji dormía profundamente en su cuarto. No quería perturbarla mucho, así que Corinne se aseguró de no hacer mucho ruido o alboroto, así que se mantuvo en un lugar al alcance de Hanji para cualquier cosa que necesitara.
Pasadas las doce del día, Corinne se levantó y fue hacia el cuarto de Hanji, y se asomó por la puerta con cautela.
— ¿Hanji? —llamó en un susurro.
No hubo respuesta. Corinne entró de puntitas y se dirigió a la cama, echando un vistazo a la castaña dormida que parecía bastante cómoda con el cobertor hasta la boca. Si bien la fiebre había bajado, la mujer dudaba que fuera bueno para Hanji el cubrirse demasiado.
—Hanji, por favor despierta —le susurró. Extendió una mano y la tomó del hombro, meciéndola un poco sobre su lugar—. Hanji, no has desayunado y necesitas comer algo.
Una queja vino de la joven maestra, quien enterró la nariz en la cobija sobre su rostro.
—Vamos Hanji, debes comer un poco para que te sientas mejor —le indicó la rubia.
Hanji abrió los ojos y miró a su amiga, apenas encontrándola a detalle con su borrosa mirada. Corinne era una mujer de cabello rubio oscuro corto y un rostro en forma de corazón, bastante bonita, de estatura mediana y rasgos delicados. Era muy parecida a Moblit, por lo que nunca hubo duda de que eran parientes. Ambos tenían una expresión amable hacia los demás, y si se ponían nerviosos eran dados a expresarlo físicamente, pero jamás retrocedían ante nada. Valientes y amables, era la palabra que Hanji les daba a ambos como definición.
— ¿Has sabido algo de los niños? —preguntó Hanji con su voz ronca, apenas dando palabras detrás de un rasposo sonido.
—No, pero eso deben ser buenas noticias, ¿no? —preguntó Corinne con una sonrisa y voz suave.
Hanji enarcó una ceja.
—En mi experiencia, el silencio de Levi es más bien una mala noticia.
Levi subió al siguiente piso con rapidez, sintiendo el sudor detrás de su nuca pegando la camisa de trabajo a su espalda. Había desabrochado varios botones del cuello para ventilarse un poco mientras continuaba con su búsqueda, pero el correr por toda la sede sólo le había empeorado el aspecto.
— ¡Eren! —llamó nuevamente al entrar al siguiente pasillo que era anterior al piso de su oficina.
Ese piso era una sección de espera para cuando se llevaban a cabo casos grandes con muchos testigos, relativos o familiares involucrados, por lo que era normal verlo vacío en un día cualquiera. Levi agradecía que ese día tampoco había casos importantes que atender, por lo que dio una rápida vuelta por todo el piso carente de paredes o pasillos, y registró con prontitud que Eran no estaba ahí.
Su escuadrón se había movido a pisos superiores para apoyarlo con la búsqueda, pero habían aclarado "despejado" al registrar que no había ningún niño ahí, lo que hizo que la sangre de Levi se helara inmediatamente. Armin ya estaba con Mike y los demás infantes en la oficina de Levi, pero Jean tampoco había estado a la vista de nadie.
Levi se acercó a un sillón y colocó las manos sobre el respaldo, ayudándose de la claridad de la luz que entraba por los enormes ventanales de alrededor para sentir que se purificaba su mente.
La mitad del edificio estaba recorrido, al menos hacia arriba no había nadie, pero eso dejaba el riesgo de que los dos niños hubiesen bajado hasta la planta baja y salido del edificio. Levi confiaba en que los elementos de seguridad en las puertas los tendrían detenidos en caso de que vieran a dos menores deambulando por ahí sin supervisión, pero eso no lo exentaba de sentir el miedo que le recorría el cuerpo.
Su pie comenzó a rebotar arriba abajo mientras más y más posibles escenarios ocurrían en su cabeza. Aunque no se consideraba un extremista, muchos habían apuntado que ese rasgo había despertado en él desde la muerte de sus hermanos, y si bien no era claramente evidente, había pequeñas acciones que delataban que pensaba en los peores resultados en cuando algo malo ocurría, y eso ponía a todos a su alrededor a decir motivaciones aquí y allá sólo para calmarlo.
Pero ahorita no había nadie más que él, y sólo él podía tranquilizarse para solucionar el problema presente.
Se enderezó y caminó hacia el elevador, decidiendo ir hasta la planta baja para ir a hablar con los otros policías y preguntar si vieron a los niños. Mientras entraba en el cubículo, su teléfono comenzó a sonar. Lo sacó con rapidez y vio el nombre de Mike en la pantalla, dándole ligeras esperanzas.
— ¿Mike? —contestó— ¿Volvieron?
—No, ninguno de los dos.
Esperanzas muertas.
—Pero Weilman está como loco. Dice que, si no te ve dentro de una hora, va a tomar a los niños bajo custodia policial y te va a poner como sospechoso de secuestro.
El pecho de Levi se infló.
— ¡¿Qué?! —escupió con desconcierto— ¡¿Está idiota?! ¡Eso es totalmente absurdo!
—Es lo que le está diciendo tu equipo en este momento. Me encerré con los niños en la oficina, pero creo que saldré a darle respaldo a tus compañeros, porque Weilman tiene bastantes tornillos zafados y no quiere escuchar nada.
—Voy a buscar a Jean y a Eren a la recepción. Si no los encuentro, te avisaré por mensaje y mandas a mi equipo a continuar la búsqueda, y anúnciale a Weilman que voy para allá en cuando me desocupe.
—Sí señor.
— ¿Ninguno? —preguntó Levi al policía de la entrada. Vincent, si no mal recordaba.
—Ningún niño, capitán —afirmó el joven—. He estado en mi puesto desde las seis de la mañana, le aseguro que nadie ha entrado o salido.
—Bien, gracias chicos —dijo Levi mientras daba media vuelta.
Caminó hacia el pasillo que daba a la salida privada del estacionamiento, tratando de parecer natural ante todos a pesar de que su peinado pulcro y fijado con gel había pasado a ser una maraña de pelo desordenada sobre su cabeza. Cualquier nido de pájaros era más presentable que su aspecto.
Pasó a los guardas de la entrada y los saludó con la cabeza. Ellos no tenían información de los niños tampoco, lo supo porque Vincent les preguntó por el radio que comunicaba al sistema interno de seguridad del edificio, y confirmaron que tampoco había salido ningún menor.
La cabeza le comenzaba a doler, así que decidió ir a buscar una pastilla a su auto policial asignado antes que tomar las baratas e inservibles de la enfermería. O bueno, al menos a él no le servían, víctima de la gravedad de sus dolencias por todos sus años de servicio.
Sacó la llave del auto y desactivó los seguros, abriendo sin cuidado la puerta del conductor para alcanzar las pastillas en el revistero. Justo cuando las luces se emparejaban a el bote de los seguros, un par de gritos lo detuvieron de sentarse en el asiento del conductor.
— ¡Espere señor, no arranque!
— ¡Estamos atrás!
El par de voces infantiles lo hizo saltar en su asiento y abrir los ojos tanto como pudo. Se enderezó en segundos y dio media vuelta sobre su lugar, y corrió hacia la cola del auto como si la vida se le fuera en ello. Ahí, entre el vehículo y la pared, Eren y Jean se acuclillaban escondidos con las manos contra sus torsos.
— ¡¿Qué hacen aquí?! —preguntó sorprendido e irritado. Extendió las manos y tomó los brazos de los niños, instándolos a ponerse de pie para sacarlos del recudido espacio— ¡¿En qué estaban pensando?! ¡Llevo mucho tiempo buscándolos!
—Fue idea de Eren escondernos aquí —contestó Jean con evidente miedo, temblando un poco mientras su boca vibraba entre sus palabras—. Un policía nos encontró y escapamos para que no viera a los demás.
—Fue un buen plan, ¿no? —comentó Eren con orgullo, cruzando los brazos y sonriendo— ¡Tardaron mucho en encontrarnos! Aunque... ¿en dónde está Armin?
—Con Mike —respondió Levi. Frunció el ceño y colocó sus manos sobre sus caderas, alzándose tan imponente como podía sobre ambos niños—. ¡¿Tienen idea de lo que realmente provocaron?!
Eren y Jean saltaron en sus lugares, con el primero perdiendo todo su valor junto a su sonrisa instantáneamente.
— ¡Allá arriba es un caos! ¡Weilman me está buscando para sancionarme por tenerlos aquí, y ustedes y sus hermanos están en peligro de ser tomados y llevados por ese tipo!
—Y-yo... no sabía que él era alguien importante —confesó Eren en voz baja, sin apartar la vista de Levi— ¿Nos... Nos va a llevar?
— ¡Es lo que ahora tengo que evitar! ¡Rápido, vámonos a la oficina!
Levi se agachó, y sin esperar a que aceptaran el gesto o una queja, tomó a ambos en sus brazos. Al enderezarse pateó la puerta del auto y lo cerró, despreocupándose totalmente de poner el seguro, y trotó hacia el interior del edificio para reunirse con sus amigos y los demás niños.
—Me sorprendió mucho que Levi fuera quien me contactara —comentó Corinne, sirviendo más sopa en el bowl de Hanji.
La castaña estaba sentada en la sala de piernas cruzadas sobre el sillón, mirando un programa de entretenimiento en su vieja televisión mientras comía la primera comida del día que recibía. Corinne había sido muy linda con ella y le había preparado platillos bastante elaborados pero nutritivos, y el caldo de crema con verduras y condimentos que le cocinó era una delicia que Hanji no probaba desde hacía muchos años.
Al escuchar el nombre de su ex-esposo, Hanji volvió la vista hacia la rubia, quien le extendió el plato con cuidado. Lo tomó de inmediato y comenzó a revolver el alimento, esperando por Corinne a que se sentara a su lado para responder.
—Supongo que para todos es una sorpresa —comentó Hanji con su voz tenue y ronca—. Si fuera por mí, él no estaría aquí.
—Bueno, después del divorcio, supongo que es entendible que la idea fuera contacto cero —dijo Corinne con reserva—. Pero me alegró un poco escuchar que él estaba aquí atento a ti. Después de todo, siempre te cuidó mucho.
Hanji parpadeó lentamente, fijando su mirada en la sopa.
Claro que sí, Levi siempre fue un soldado exageradamente protector con ella.
En sus años de amigos, Levi siempre estaba al pendiente de que ella comiera y se aseara, pues era común para él que ella no tuviese cuidado con su persona y dejara pasar aspectos básicos que mantendrían su salud. La alimentaba, la obligaba a ir a lavarse los dientes, y también la bañaba en las peores ocasiones en las que ella se recluía en sus investigaciones.
Recordaba perfectamente la peor de esas ocasiones con bastante claridad.
FLASHBACK
Hanji escuchó la puerta de su laboratorio personal abrirse con fuerza, y el aire frío del exterior se filtró a su caluroso espacio. Había puesto un ventilador en la esquina para mantener fresco el lugar, pero poco o nada podía hacer el pobre cuando no había ni siquiera ventanas para que circulara el aire.
— ¡¿Esto es una puta broma?!
La mujer se volteó en su lugar, alejando su cara de la enorme lupa que tenía sobre unas plantas que analizaba.
— ¡Hey, Levi! ¡Que sorpresa tenerte aquí!
No era una sorpresa real. Levi visitaba su departamento cada tres días desde que ella comenzó a trabajar en la estación de policía, asegurándole que era para revisar que no se hubiera llevado nada de las evidencias o elementos del edificio para hacer sus "locas investigaciones". Aunque, bueno, en ese punto había pasado de ser una visita de revisión a una que se extendía hasta que Hanji se iba a dormir y Levi abandonaba la casa al asegurar que la castaña no se despertaría a desvelarse en sus experimentos.
— ¡Cinco días, cuatro ojos! —reclamó Levi— ¡Cinco días que no vas a la estación y nadie sabe nada de ti!
El pelinegro se aproximó por un lado de la mesa, ya con la cara de disgusto que siempre ponía en cuando captaba que Hanji había, de nuevo, saltado sus duchas diarias.
—Cuando vine el lunes, esperaba que hubiera quedado claro que era importante que te encargaras de tu departamento desde la sede —comentó Levi, molesto—, y también cuán furioso me iba a poner si no te veía bañada en tres días. No vine el miércoles por la misión que Erwin me asignó en los límites de la ciudad, y quise poner mi fe en que habías ido como te dije. ¡Pero voy a trabajar hoy, y por una vez decido leer los registros de los que fueron a trabajar, y me encuentro con que tus fechas de asistencia marcan todas "trabajo desde casa" desde el sábado pasado! ¡¿Qué pasa por tu mugrienta cabeza?! ¡¿Quieres perder tu empleo por faltas?!
Hanji soltó una enorme carcajada mientras apagaba las luces que rodeaban a las plantas, retirando la enorme lupa que se sostenía de un brazo metálico a la mesa.
— ¡Oh, vamos Levi! Poner la fe de cualquiera de nosotros dos sobre el otro sería una especie de negligencia de nuestra parte —dijo con diversión, volteando a verlo—, especialmente si ambos somos no creyentes.
Levi descruzó los brazos y se acercó a ella, arrebatándole de la cabeza los protectores de ojos que usaba y lanzándolos a la mesa. Desenchufó de los conectores en el piso cada máquina que no estaba usando o haciendo algo sobre la mesa, sin preocuparle si a Hanji le importaba, aunque ésta realmente no estaba molesta por esto ya que la estaba ayudando a acabar rápido con sus pendientes. No tenía experimentos en la mesa más allá de las plantas que estaba haciendo crecer, y esas plantas no necesitaban luz solar o condiciones estrictas de ambiente, así que lo dejó ir y venir mientras apagaba todo por ella.
—Es suficiente. Vete a la regadera ahora mismo. Ropa en el piso, cabello suelto, ¡y no quiero un endemoniado libro ahí dentro! ¡Te vas a bañar y ya!
— ¡Sí señorito! —le gritó Hanji mientras salía a saltos de su laboratorio.
Se divirtió con el panel semitransparente de su bañera, dibujando ecuaciones sobre un cuerpo humano mal retratado mientras murmuraba para sí misma debajo del hirviente chorro de agua. Su regadera era pequeña, mucho, apenas con espacio para ella, y los protectores de plástico apenas llegaban a la altura del techo para poder encerrar el vapor en el pequeño espacio rectangular colocado en la esquina del minúsculo baño.
Su departamento era pequeño, tenía su baño, su cocina-comedor-sala totalmente conectados y sólo con un sillón y sin mesa de comedir realmente, y dos cuartos pequeños, uno para ella y el otro lo usaba como laboratorio personal al no tener compañero con quien compartir. Era algo que podía pagar sin verse en números rojos a finales del mes, y le funcionaba sin problema.
Después de haberse separado de sus padres, y de que su vida comenzara a dar un giro brusco de dirección al aceptar el trabajo en la policía como parte del equipo forense, ella había comenzado un sistema muy débil de ahorros, el cual le aseguraba no morirse de hambre conforme las cosas pudieran ponerse difíciles. Sin embargo, no tenía un ahorro para emergencias como situaciones médicas o desastres naturales, y quería ahorrar lo mayormente posible para no sentirse al borde del colapso.
Unos meses atrás, cuando Levi se enteró del primer riesgo económico que pudo sacarla de su casa (una enorme inundación en su barrio que dejó sin electricidad y sin agua a todos los departamentos de su sector, lo que también ocurrió cuando justo se enfermaba de una fuerte varicela que la envió al hospital por días, y todo esto unido se llevó todos sus ahorros y más dinero no contemplado), el pelinegro casi enloquece y llegó con regaños y reclamos a verla, exigiéndole saber por qué no había pedido un aumento o ayuda a sus amigos si la situación había estado tan grave. Hanji se había guardado todo por miedo, y por orgullo si también era honesta, queriendo solucionarlo en silencio y rápido. Aunque todo fue más ruidoso y lento, en realidad, cuando Erwin terminó por anunciar al departamento de Hanji que la directora del área se ausentaría por casi cincuenta días por estar internada en el hospital con la enfermedad que, a esa edad, ya podría ser fatal.
Levi nunca se había enfurecido tanto con ella como aquella vez, y desde entonces, él rondaba su alrededor cada tanto para asegurarse de que estuviera bien, disfrazándolo como excusa de que la revisaba para ver que no estuviera continuando con cosas del trabajo en su casa. Ella lo conocía bien, Levi maquillaba su verdad para no reconocer que hacía algo de corazón. Claro, el matón de la policía no podía verse sensible frente a nadie, y eso le daba risa a Hanji.
Fue así como la castaña tomó la decisión de empezar a atiborrarse de proyectos externos nuevamente, aceptando investigaciones en revistas de ciencias o en escuelas que requerían científicos y analistas para tener manos de trabajo, y empezó a ganar un poco más que iba guardando para todas esas emergencias que no había podido contemplar antes.
Ella esperaba que, con un poco más de ahorro, pudiera devolverle a Levi el dinero que él se gastaba en comprarle insumos para su casa, aunque Hanji realmente no se los pidiera. Era decisión de él, surtirle una pequeña despensa cada quince días porque él necesitaba su "super cerebro" para el trabajo, y no estaba dispuesto a perder tiempo reclutando a otro científico menos calificado... según sus vagas palabras.
Otra vez la verdad maquillada.
La mente de Hanji estaba plagada de trabajo. Trabajo, trabajo, trabajo. Esa era su vida, y aunque pareciera, para otros, un desperdicio de tiempo, para ella era suficiente para decidir continuar.
La puerta del baño se abrió, y ella escuchó a Levi entrar. La puerta principal de los paneles de plástico estaba semiabierta, así que pudo verlo moviéndose por el baño mientras preparaba la mascarilla de cabello que él le consiguió en el supermercado, el cepillo, un peine, el desodorante, y su ropa para dormir.
—Más te vale que el shampoo me lo hayas dejado a mí —comentó Levi cuando captó que ella lo miraba.
— ¡Cllllaro que sí! —le respondió sonriente— ¡No he tocado nada de la cabeza!
Levi le frunció el ceño y arrugó la nariz, acercándose a ella.
— ¿Ni siquiera te lavaste la cara?
— ¡Oh! ¡No, eso sí! ¡Me lavé la cara, los dientes y las orejas! —respondió orgullosa.
Levi bufó.
—Al menos sólo tengo que concentrarme en el cabello.
—Oh, vamos Levi —se quejó Hanji.
Levi se quitó los zapatos y los colocó junto a la entrada del baño, sentándose en el retrete para retirarse los calcetines. Cada que le lavaba el cabello, él dejaba lejos su fino calzado para evitar dañarlo con toda el agua que Hanji sacaba de la regadera con sus movimientos bruscos.
— ¡Confía más en mí! Nunca te he mentido cuando vienes y me sacas del laboratorio —continuó ella— Puedo bañarme sola e irme a dormir. Te prometo que en la mañana desayuno bieeeen.
Levi la ignoró, poniéndose de pie se arremangó las mangas y caminó a ella.
—Sí, claro, y no volver a verte por otros cinco días porque te enclaustras como idiota en el laboratorio y te tratas peor de lo que Weilman trata a sus subordinados —se burló él.
Hanji se encogió de hombros.
—Hay prioridades —dijo ella—, y las mías son el trabajo y el dinero.
Levi soltó una risa irónica mientras alcanzaba el shampoo colocado en el piso.
—Sí, ya me di cuenta, por eso estoy aquí —sostuvo él—. Porque no tienes sentido común como para mantenerte a salvo tu sola.
—Aaaww —soltó Hanji de la nada—. ¿Estás diciendo que soy tu prioridad?
Levi no la miró mientras le bajaba la cabeza y le colocaba el líquido amarillo sobre el cabello, comenzando un masaje suave pero minucioso por cada hebra.
—Eres un problema, eso es lo que eres —respondió él—. Desafortunadamente, mi problema, porque si tu no estas en condiciones de trabajar, yo no recibo la información que necesito del departamento forense, y retrasas mis tareas.
—Aish, por favor, Levi —se quejó Hanji, buscando en qué pierna recargarse para aguantar su peso en la incómoda posición—. Deja de fingir, sabes que no puedes resistir un día sin verme.
Hanji se divertía apretando los botones, algo que Levi ya sabía y dejaba que pasara. Después de todo, era la única manera de hacerla despegar su cerebrote de las investigaciones y cosas sin respuesta, como él había comentado en algún momento.
—Ja, créeme que puedo pasar muuucho tiempo sin verte. Lo que no tolero es que, la única vez que te veo, huelas como mapache en basurero y te veas como auto oxidado.
—Ay, eso duele —se quejó Hanji en broma—. ¡Pero no tanto como te duele el corazón al no verme!
—Dices tonterías cuando no trabajas en tu laboratorio.
— ¡Claro que no! Apunto a los hechos. Si pudieras aguantar días y días sin verme, no estarías viniendo cada que puedes a buscarme, a ver si estoy bien —señaló con audacia, como si estuviera señalando puntos de una hipótesis—. Ni estarías revisando el historial de asistencias de la sede.
—Ya te dije que fue espontaneo —dijo Levi con desgana.
—Las evidencias indican que no hay gestos espontáneos si estos vienen posteriores a una idea preestablecida que guía tus comportamientos —comentó Hanji con su voz de sabelotodo—. No resististe pensar en mí tanto en la semana, pensando en si estaba bien o al menos me había bañado, que tu mente, inconscientemente, te dio la idea de revisar las asistencias para tener una mínima señal de vida de mí. ¡Lo que indica que no puedes pasar muuucho tiempo sin verme! ¡Soy una prioridad!
Hanji esperaba cualquier comentario burlón de él, o que chistara o se quejara de sus divagaciones como siempre lo hacía, antes de empujarla hacia el chorro de agua y fingir que la dejaba ahogarse con el jabón que chorreaba de su cabeza.
En cambio, fue guiada con fuerza hacia dentro de la regadera, lejos del chorro de agua directo hacia la pared, que conectó con su espalda y la hizo encorvarse por el frío contacto. Bajó la cabeza de golpe ante el disgusto del cambio de temperatura, pero la levantó en un segundo cuando una nueva fricción se hizo presente en el frente de su cuerpo, mirando cómo Levi se posaba debajo del chorro de agua y la apretaba entre éste y la pared dentro del pequeño espacio de la regadera, con ambos apretados por el contacto de sus torsos y el pecho de Hanji contra el de Levi.
Él la miraba fijamente y con las cejas apretadas al centro, entrecerrando los ojos con una mirada afilada hacia la sorprendida de ella. Sus dos brazos se extendieron y descansaron a cada lado de Hanji, acorralándola entre él y la pared.
— ¡Levi! ¡T-Te estás mojan-
— ¿De verdad crees que tengo tan poca resistencia y control sobre mí mismo? —preguntó él con voz sombría, ganándose el silencio de la castaña.
Hanji no respondió, parpadeando confusa a la pregunta. Jamás se imaginó que algo así podía molestarlo tanto.
—Bu-Bueno...
— ¿De verdad lo crees? —volvió a cuestionar él. Acercó su cara a la de ella, empatando por poco sus narices ante la diferencia de altura, pero apoyándose de que Hanji estaba con las rodillas dobladas por la posición— ¿Crees eso después de que he venido a encargarme de bañarte por meses? ¿Después de que te he tenido desnuda delante de mí en tu cuarto cuando te obligo a cambiarte por ropa limpia? ¿Después de que he pasado mis manos por tu cuerpo para limpiarte mientras tu exclamas, con sonidos, cuán cómoda te sientes luego de que te quito de tus sentados incómodos y tus posturas incorrectas en las mesas? ¿Crees que no puedo resistir verte, de verdad?
Hanji nunca imaginó ese tipo de confesión de parte de Levi. Ambos eran amigos, claro, y tenían mucho tiempo de conocerse y una intimidad especial que los llevó a estar bastante cómodos entre ellos en las buenas y en las malas; pero lo que no esperaba era que él la viera como una mujer, que él realmente encontrara esos rasgos en ella, o esa característica sexual humana natural.
Siempre se sintió indeseada, incapaz, y, sobre todo, fuera de las categorías elegibles, por lo que no le preocupaba su aspecto. ¿Quién diría que el hombre más pulcro, elegante, aseado y atractivo de la sede de policía, su mejor amigo, sería quien despertaría ese tipo de deseos por ella?
—Me subestimas, Zoe —dijo Levi, sacándola de sus pensamientos—. No tienes idea cuantas veces con qué frialdad y naturalidad te he tratado al día siguiente de haber soñado contigo en esta misma regadera.
Hanji soltó un suspiro que se hizo evidente entre él vapor, ganándose un lento parpadeo de Levi. Apretó los labios y pasó saliva.
— ¿M-Me las contarás, o tengo que adivinarlas?
Levi afinó su mirada aún más ante el reto disfrazado de pregunta. Si la camisa que el pelinegro traía era fina o no, le preocupó muy poco a él, pero mucho a Hanji, cuando ella lo vio apartar las manos de la pared y dirigirlas a su pecho, arrancando la unión de los botones con fuerza para quitársela.
—Nueva investigación para tí, Zoe —dijo Levi mientras aventaba la camisa hacia el piso fuera de la regadera—. Descubre cuántas fueron.
FIN DEL FLASHBACK
Hanji sonrió al recuerdo detrás del cuenco de sopa, acercándose el borde hacia la nariz.
— ¡Oh! ¿Tienes temperatura de nuevo? —preguntó Corinne.
Hanji saltó de su mente al escucharla, y volvió su mirada a ella cuando le colocó una mano sobre la frente.
— ¿Qué?
— ¡Estas muy roja! Pero te sientes templada —señaló la rubia, calmándose—. Quizá fue sólo la sopa, está muy caliente.
Hanji le sonrió.
— ¡S-Sí! Fue la sopa, yo me siento bien —respondió ella.
Corinne le sonrió.
— ¡Excelente! Si dejo que empeores, Levi me mataría —comentó casual y con diversión, volviendo a acomodarse en el sillón.
Hanji volvió a ver al plato, justo cuando este recuerdo anterior se fundía nuevamente hacia la realidad y la hacía aterrizar, apagando su sonrisa poco a poco.
Sí, él siempre la cuidó.
Sé que me tomó un milenio, y quiero pedir una disculpa :'v
¡Hola a todos! Espero se encuentren muy bien! Por fin tuve mucha inspiración para escribir la historia (y también la chamba se relajó) entonces pude volver a leer la historia y darle la atención que se merece. Espero poder actualizar el siguiente capítulo pronto, porque ahorita no quiero perder el hilo que tengo sobre los niños y Levi, jajaja, porque esos doce van a ser un caos con el hombre.
Espero que la historia, y el capítulo, les esté gustando, y les agradezco mucho por seguir acá dándose una vuelta y leyendo. De verdad que aprecio mucho que estén dedicándole tiempo a la historia, y espero esté cumpliendo sus expectativas :'3
Cuídense mucho. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!
Ana Kogane Holt
