DOCEAVA COPA
—... y no castigados, ¡totalmente revocados de por vida, a ver si así aprenden a no tomar decisiones precipitadas!
Eren y Jean escondían sus rostros en el cuello de Levi, escuchando cómo éste les enumeraba cada una de las cosas que tendrían que dejar en el castigo que se avecinaba sobre ellos. El elevador se movía a un ritmo lento, pero Levi había hecho que el trayecto pareciera aún más eterno para ambos infantes con el regaño que les daba.
Levi suspiró.
—Ahora tengamos esperanzas en que Weilman no logre hacer nada estúpido —murmuró el pelinegro, apretando a los niños contra él.
Podría estar muy enojado con ellos, querer sentarlos en silencio en una sala sin dejarlos moverse mientras él se recuperaba del susto, pero por sobre su maldito espíritu tendrían que pasar si querían llevarse a los niños, porque hasta con su cadáver iban luchar para lograrlo.
—Perdón.
Levi abrió los ojos a su tenue reflejo en la puerta, escuchando la pequeña voz que le susurraba en el oído derecho. Inclinó la cabeza en esa dirección, prestando atención.
— ¿Hm?
—Perdón —susurró Eren, afligido. Levi podía apostar que estaba aguantando sus primeras lagrimas con todas las ganas—, no quería causar problemas, sólo quería proteger a mis hermanos. El señor se veía maligno, y me asusté.
Levi suspiró lo más leve que pudo, tratando de no alertar a Eren de cuán pesado estaba siendo para él el reaccionar adecuadamente a todo. Entendía que eran niños, que no estaba en su naturaleza hacer el mal, y el miedo siempre era la primera respuesta a la violencia, especialmente con el historial de Eren, así que trató de calmarse para no transmitirle más vibras negativas a ninguno de los dos mientras regresaban.
—Hablaremos después —le dijo Levi.
Eren se acurrucó más contra él, escondiendo su rostro en su cuello, algo que Levi le permitió. Jean, al otro lado, miró a Eren con pena. Puede que no fueran los mejores amigos, pero se apreciaban de alguna forma, y Eren se había hecho cargo de la situación para protegerlos, no para perjudicarlos, algo que él mismo reconocía que no se imaginaba haciendo. Jean sabía que una parte de él era cobarde, o al menos así se sentía, y prefería quedarse detrás de la línea punteada de peligro que retarlo.
Cuando el timbre sonó sobre sus cabezas, los niños se aferraron más a Levi mientras éste salía del elevador hacia su piso.
El policía miró a todas las caras que lo voltearon a ver al instante, justo cuando un griterío inmenso se detenía ante su presencia.
Paralizado en su lugar, Levi vio a Weilman parado en medio del piso con el escuadrón Ackerman rodeándolo y en poses defensivas, mientras Mike se alzaba detrás de ellos, pero frente a la puerta de la oficina donde los demás huérfanos estaban a salvo.
Weilman le dirigió una gélida y ofensiva mirada a Levi, que éste último respondió con su característica mirada afilada.
—Ackerman.
—Weilman.
Levi caminó hacia él con seguridad, decidido a no dejar intimidarse por su presencia.
—Me informaron del alboroto que estabas armando —comentó Levi de forma casual. Sabía que ese tono despreocupado molestaría al viejo dramático lo suficiente para desacomodarlo de su seguridad.
Las alas de la nariz de Weilman aumentaron de tamaño por la enorme cantidad de aire que tomó, para desagrado de Levi, de forma sonora. Su pecho se infló por el enojo, pero nadie se intimidó realmente por esto.
—Patético —susurró un chico del plato al fondo.
— ¿De verdad quiere verse intimidante con ese aspecto teniendo al capitán Ackerman de frente? —murmuró otro.
— ¡SILENCIO! —ordenó Weilman hacia sus espaldas con un grito chirriante.
Levi arrugó la nariz ante esto.
Weilman volvió a dirigir su atención a Levi, esta vez enfocándose en los niños en sus brazos, quienes se contrajeron en sus lugares ante el grito de Weilman.
—Ackerman, espero una explicación que justifique la presencia de esos niños en esta sede policial —exigió Weilman con su (inexistente) voz autoritaria.
Levi se inclinó lentamente hacia el piso sin despegar la mirada de Weilman, colocando suavemente a los niños en el piso. Aunque no querían, ambos soltaron el cuello de Levi con duda, rozando la camisa de él mientras daban media vuelta y veían al policía del que habían huido.
Cuando Weilman les dirigió una mirada, que más allá de estricta era amenazante, Eren se estiró hacia el frente y jaló a Jean detrás de él, apenas cubriéndolo con la diferencia de altura entre ambos, siendo el castaño oscuro más chico físicamente. Levi vio esto con asombro, notando cuan firme se volvía Jaeger al tener a alguien a quien cuidar. No importaba cuánto miedo tuviera o que Weilman le llevara casi cuatro veces su tamaño, Eren se movió inmediatamente para ponerse como escudo delante de su hermano.
— ¡No se acerque a mis hermanos! —le gritó Eren a Weilman— ¡Déjenos en paz!
— ¡Pon atención, mocoso-
En cuando Weilman avanzó hacia los niños, Levi se puso de pie de un salto y se posó delante de ellos, dando la cara hacia el otro hombre y cortando su contacto con los menores. Weilman trasladó su atención hacia el detective pelinegro, estupefacto por lo desafiante que se estaba volviendo con él.
—Ackerman, ¿qué sig-
—Aléjate de ellos, Weilman. No tengo tiempo para tus escenas y tampoco voy a lidiar con tu poca profesionalidad para abordar el tema de los niños. No tengo porqué explicarte nada de ello de cualquier manera. Haz tu trabajo y aléjate del mío.
—Levi, Weilman —llamó Nanaba, quien salía de la oficina de Levi hacia el Plato. Ambos la miraron—. No hagan de esto un escándalo, los niños ya están espantados, y creo que ha sido demasiado.
— ¿Cómo está Krista? —preguntó Eren de inmediato, atrayendo la atención de todos.
Nanaba miró al niño, sorprendida de que le dirigiera la palabra.
— ¿Kri-Krista? ¿Cuál de todas es?
— ¿Todas? —preguntó Weilman a Nanaba. Volvió su vista a Levi— ¿Cuántos niños tienes ahí, Ackerman?
— ¡Suficiente!
Todos en el piso brincaron por la voz autoritaria que se alzó detrás de ellos. Levi volteó su mirada sobre el hombro izquierdo y miró a Erwin caminando hacia ellos, con Rico Brzenska a su lado.
No le hubiese impactado o preocupado la presencia del hombre rubio bajo ningún término, pero la de la trabajadora social era otro asunto. Las cosas con la situación de Hanji aún no se definían correctamente, y para información de la trabajadora, el orfanato estaba ya estaba cerrado y los niños deberían haber sido reubicados en otros.
FLASHBACK
—La señora Amanda habló por teléfono con la trabajadora social —explicó Hanji.
Levi movió el teléfono de su oreja derecha a la otra, acomodándose mientras terminaba de lavar los trastes de su cena. Mike y Nanaba habían ido a cenar esa noche a su departamento, Erwin había faltado por otra junta importante de las elecciones, así que Levi no vio problema en cocinar sólo para tres personas en lugar de conseguir algo a domicilio como solían hacer cuando se juntaban los cuatro.
Eran las once de la noche, y Hanji le había llamado para tratar asuntos referentes a la tutoría de los niños. Resultó que la visita de la trabajadora social no se había limitado sólo a Hanji como tutora legal de los niños, sino que también entrevistaron a todos los trabajadores del orfanato, lo que hizo difícil ocultar la situación económica del plantel.
—La trabajadora espera que ya se tenga el plan de reubicación de los niños. La señora Amanda mintió diciéndole que sí, que ya había un lugar en el que serían recibidos, pero no le aclaró más nada.
—Evidentemente no le conviene revelar que los niños están contigo —opinó Levi.
—Mañana iré a ver a la señora Amanda. Dice que quiere ver a los niños, así que aprovecharé para tratar con ella todo este asunto del papeleo y la tutoría.
Levi bufó mientras pasaba otro plato a la segunda tarja, con los trastes ya limpios.
—Me preocupa que no tenga suficiente en sus manos como para ayudarte. Ella es quien mejor podría manejar las cosas si tuviera todo lo que las autoridades necesitan para continuar validando su custodia sobre los niños.
—Lo mismo pensaba yo —concordó Hanji—. Veré qué tiene que decirme mañana, espero sea útil y no sólo una plática por la tarde.
—No dejes de actualizarme sobre ello.
—Para nada. Oye, ¿has podido investigar sobre la posible asignación de tutoría?
—No va a favor de ti —explicó Levi—. Toda la información que encontré está apegada a que tengas un lugar donde los niños vivan decentemente y que los ingresos sean de casi el doble de egresos por cabeza, para evitar que haya riesgos económicos, y al menos un ingreso anual, por cabeza, que pueda cubrir dos situaciones que impliquen visitas largas en hospital; en pocas palabras, que puedas cubrir un hospital privado de ser necesario, pero que tengas seguro para cada niño.
—No tengo ni seguro para mi —murmuró Hanji—. Y los niños son muy dados a andarse lastimando a cada rato, especialmente Eren. Es un imán de golpes y ejemplar de huesos rotos. No puedo contar con la mano cuántas veces hemos tenido que tenerlo en descanso en el transcurso de un mes para sanar una lesión en él.
Levi bajó el vaso que tenía entre las manos, y miró hacia el agua con burbujas de la primera tarja, pensativo.
— ¿Desde cuándo no tienes seguro?
Hubo silencio entre ambos. Levi tenía una idea clara de en qué momento el seguro ya no existía más para Hanji, pero esperaba a no adelantarse a la respuesta de la castaña como una ligera respuesta de su esperanza.
—Desde que dejé la policía, mi seguro como doctora se canceló tres meses después.
Levi suspiró en silencio, agradecido de que no había ocurrido tras el divorcio de ambos. El haber acabado con su relación legal le trajo más problemas a Hanji que a Levi en cuanto a términos de beneficios. Como Levi era quien percibía un sueldo más grande y más prestaciones gubernamentales debido a su trabajo, muchas de ellas ofrecían una extensión gratuita a dos familiares, y, por ende, Levi había dado un espacio para Hanji.
Aunque había esperado que el seguro de la policía aumentara de beneficios para Hanji una vez que ella ascendiera en puestos, ella nunca le comunicó nada al respecto debido a que eran asuntos que trataban aparte, y mientras él la tuviera asignada a sus beneficios propios, no recibía notificaciones de cambios en los beneficios de Hanji.
—Pero eso ya no es importante —dijo Hanji, cortando el ambiente—, bueno... sí es importante, tengo que concentrarme en cómo conseguir todo lo que me piden para que los niños puedan quedarse conmigo.
Levi se reclinó sobre el lavabo, recargándose con sus brazos y meditando.
—Pensemos en ello rápida y detenidamente.
FIN DEL FLASHBACK
Levi pasó saliva discretamente, sintiendo los nervios subiendo por su cuello mientras veía la característica mirada sombría y firme de Erwin cuando estaba enojado.
Aunque a Levi nunca le había dado miedo este semblante de él, por primera vez en mucho tiempo entendió qué era temer esconderle algo, especialmente cuando Erwin era alguien tan impredecible como severo.
— ¿Quiere alguien explicarme a que se debe todo este griterío? —dijo Erwin deteniéndose en el centro del grupo.
Todos los oficiales, incluido Levi, se pusieron firmes y saludaron con la pose de la policía, el puño en el pecho, a su superior.
—Descansen —indicó Erwin—. Mike.
—El Capitán Weilman está armando un alboroto innecesario por un caso que el Capitán Ackerman está manejando —respondió el rubio alto al ser llamado.
— ¿De qué se trata? —cuestionó el comandante.
—El Capitán Levi está ayudando a que un grupo de niños huérfanos que se separaron de su grupo —explicó Mike, mirando de pasada a la trabajadora social. Levi esperaba que no fuera una manera de darle un vistazo analítico—. Los niños se separaron por accidente de su grupo de viaje, y el Capitán los encontró en la calle, y como conoce a uno de esos niños, el menor se apoyó en el oficial para pedir ayuda.
Rico miró a Levi por un segundo, enarcando una ceja.
— ¿Este niño es Eren Jaeger? —preguntó la mujer.
Levi asintió ante la pregunta, entendiendo que iba dirigida a él.
—Así es.
—Bien, me gustaría ver a los niños.
Levi miró a Erwin, quien volteó su mirada hacia Rico, asintiendo. Mike se movió para guiar a la mujer hacia la oficina de Levi, y Nanaba los siguió por detrás.
Erwin se volvió hacia Weilman y Ackerman, cuadrando los hombros hacia ellos. Levi no se intimidaba por las poses autoritarias de Erwin, ya lo conocía bastante bien y sabía que ese comportamiento era más un acto para inspirar respeto. Sin embargo, Weilman no sabía ni la mitad de esa información, así que se tensó notablemente, enderezó la espalda y apretó la boca.
Levi lo miró de reojo con molestia.
—Weilman, no quiero que cause más alboroto durante su visita —comentó Erwin—. Comprendo las condiciones de trabajo a la que nos estamos ajustando durante esta temporada de elecciones, y que el rango y responsabilidades que cubren su posición son cruciales para mucho desarrollo interno del cuerpo de trabajo. Sin embargo, esta sede se está manejando bajo mi directo comando, aunque aún se esté debatiendo al sucesor de Zackly, y no permitiré que haya alteraciones a los planes de trabajo por parte de nadie que no sea el Capitán Ackerman, el Capitán Zacharius o yo.
Weilman arrugó la nariz, mirando hacia Ackerman y de nuevo a Erwin. Dio un paso al frente y lo encaró.
—Aunque ese sea el caso, no creas que ya por ser candidato puedes comenzar a realizar tus faltas de autoridad para darle a este — miró a Levi con desprecio— sus libertades.
Levi se detuvo de responder, pensando que sería muchísimo más perjudicial para él que para cualquier otro si le contestara sus ofensas a Weilman.
—Soy consciente de que no debo cometer abuso de mi poder, Weilman —comentó Erwin, bajando la voz de una manera que sonaba casi amenazante—. Por algo soy candidato a comandante en jefe.
Levi se burló internamente de este comentario. Era bien sabido que Weilman había aspirado, desde su ascenso a Capitán, a ser el máximo comandante de todo el cuerpo de policial de la ciudad, siendo un puesto muy difícil de lograr desde que Zackly había aclarado que no se retiraría a una edad temprana. A Zackly no le interesaba "la jubilación temprana"; el vivir años de descanso, vacaciones, disfrutar, era algo que el hombre mayor jamás vio como una meta, trabajar era su todo. Así que, literalmente, había dejado el puesto junto con la vida.
La asignación de candidatos había sido brutal para muchos comandantes y capitanes en el cuerpo, pues varios posibles sucesores habían sido descartados desde el inicio para sorpresa de muchos, mientras que otros de los que se tenía poco conocimiento, habían sido enviados directo a la clasificación final. Algo que Levi sabía, pero que muchos ignoraban, era que algunos candidatos eran agentes en cubierto o capitanes especiales, que normalmente se desplegaban en campo en situaciones peligrosas, así que no se les daba el trato estricto de tenerlos a la vista de sus subordinados o compañeros, por lo que casi no los conocían. Levi no había figurado en los candidatos porque los superiores no permitieron su nombramiento, así que se bloqueó cualquier sugerencia de parte de otros policías que lo veían como buen sucesor de Zackly.
Levi estaba agradecido de que su popularidad fuera eclipsada totalmente por la de Erwin, pues era una molestia tener tanta atención sobre de él para un papel que ni siquiera quería desempeñar. Por esto mismo, que Erwin y Levi fueran candidatos antes que el mismo Weilman, lo había llevado a generar un rencor ofensivo hacia ambos.
—Weilman, le sugiero que termine su visita de acuerdo a su agenda y que no intervenga más en los procesos de mi sede —indicó Erwin, señalando con su brazo izquierdo extendido hacia la salida del Plato—. Por favor, no permita que una tarea, que el capitán Levi puede hacer perfectamente por su cuenta, lo detenga.
Levi juró que Weilman pudo haber explotado por cómo se veía que su cerebro hervía del coraje. La cara roja y las cejas fruncidas eran lo más "sencillo" que este hombre podía dar a ver de su furia, pero Levi no estaba dispuesto a seguir empujando los límites para ver qué más reacciones desencadenaba.
—Ackerman.
El azabache volteó con los ojos muy abiertos hacia el rubio alto, mirándolo impactado ante haber sido llamado por su apellido. Erwin sólo lo llamaba así cuando estaba enojado, realmente enojado.
—A mi oficina.
—Ya te lo dije, Hanji está enferma.
— ¿Y no podías pedirme otro día libre y quedarte con ellos en tu departamento? —preguntó Erwin, señalando la sugerencia como si fuera lo obvio.
—No podía pedirte otro día libre, Erwin —respondió Levi—. Tengo pocos días libres al año, no tengo vacaciones de invierno y quiero guardar mis días de vacaciones para poder estar cuando los niños lo necesiten. En lo que Hanji y yo logramos inscribirlos a una escuela, que nos encargamos de que le den la total custodia, quiero poder estar libre para fechas como sus cumpleaños, días festivos, y los...
Mientras más hablaba, Erwin no notaba que iba retrocediendo en su propia silla, sopesando el peso de las palabras de Levi conforme reaccionaba a lo que estaba ocurriendo con el joven policía.
—... al menos que pueda tener mi horario disponible para...
—Lo tomaste personal.
Levi se detuvo y miró a su amigo, deteniendo incluso cada movimiento que estuvo haciendo mientras hablaba. Parpadeó, entendiendo lo que Erwin comenzó a hilar, y esto lo alteró al instante.
—Espera...
—Dijiste que no te involucrarías.
—Erwin...
— ¡Te dije que no te metieras de más! —. Erwin levantó las manos al aire— ¡Levi!
— ¡No me metí de más! —reclamó Levi, tratando de buscar la calma en su amigo.
— ¡¿Buscar ser el tutor legal de los niños no es meterse de más?! —cuestionó Erwin, poniéndose de pie.
Se puso a dar vueltas detrás de su escritorio, con las manos en jarra sobre su cadera y una expresión reprobatoria. Levi estaba inquieto de verlo así.
—Entiendo tu preocupación porque yo me haya... metido en esto, pero tengo una buena razón —explicó el policía pequeño, extendiendo una mano desde su asiento hacia Erwin—. Sólo escúchame.
—Habla habla —indicó Erwin con un gesto de la mano, casi desganado.
El policía alto se acercó hacia la cafetera en la esquina de su oficina y comenzó a llenar una taza con café puro hasta el tope. Levi era alguien que tomaba mucho café, Erwin no, y era claramente una sorpresa el verlo tomar algo tan amargo como café con agua. Levi sabía que su amigo era de tomar café con leche, algún endulzante y, de preferencia, con un acompañamiento como galletas o bombones, pues el efecto de la cafeína le pesaba tras muchos años de haber consumido la bebida sin cuidado. En palabras de Levi, Erwin se había podrido por dentro y ahora era débil de estómago.
—Bien. Si yo me vuelvo tutor de los niños, ellos tendrán acceso automático a la escuela que provee la policía para sus trabajadores —explicó Levi—. Hanji no tiene un buen ingreso, todo su dinero no le sirve para que los niños estén bien en la casa en la que vive. O se encarga de los pagos básicos, o de comprarles ropa, o la comida, pero seguro que no puede ver por todos los gastos. La vio ajustada antes de que me dejara participar y proveer un poco; me permite llevarle algunos alimentos u objetos de limpieza, cosas para reemplazar necesidades de la casa, pero no me recibe dinero extra. Apenas le ofrecieron una casa a la que ir a vivir con los niños, perteneciente a la antigua dueña del orfanato, pero la casa necesita mantenimiento antes de que pueda moverse para allá, y ese dinero que ella va a poner puede dejarla en ceros totales. Si registro a los niños bajo mi tutela, tienen escuela, se reducen gastos alimenticios porque me haré cargo de ello pagando comedor escolar, y también tengo la extensión de los privilegios laborales para que tengan un seguro, y con ello acceso a tratamiento médico gratuito. Todo eso le quita un peso a Hanji, y ella podría hacer lo de la casa sin mirar las cuentas.
— ¿Y sabes qué nivel de peso tiene eso en ti? —cuestionó Erwin, bebiendo la mitad de su café de un tirón.
— ¿A qué te refieres?
— ¿Entiendes las implicaciones sociales y personales que representas para esos niños? —preguntó el rubio, nuevamente, replanteando su pregunta.
Levi parpadeó y bajó la mirada, analizando cuál sería su respuesta.
—Sí, seré su tutor legal.
—Levi —habló Erwin, alejándose del mueble donde estaba la cafetera y caminando hacia su amigo—, necesito que reflexiones sobre esto. Ser su tutor legal no representa, para ellos, sólo a un sujeto que se encarga de pagar y proveer, o de castigarlos si hacen algo malo. No quería que te involucraras con ellos porque estás entrando de forma emocional. Te volverás su guardián, su lugar seguro, y son infantes, aún tienen una mente moldeable, y ante ellos no serás sólo un guardián.
Levi pasó saliva y apretó la boca, volviéndose hacia su amigo mientras se movía hacia su asiento detrás del escritorio.
—Hanji no quiere que ellos lo hagan.
—Quieras o no, te verán como un padre, Levi —dijo Erwin—. Sin importar que Hanji desee que no lo seas, no puedes condicionar a un niño a que no sienta lo que está recibiendo, que no interprete todos tus gestos como cariño o amor. Además, algunos de esos niños vienen de conocer el ambiente familiar, y no dudo que relacionen tu manera de cuidarlos con la de sus difuntos padres.
Abatido por este comentario, Levi se echó hacia atrás en su asiento. Sintió su espalda golpear el respaldo, y el antiguo sudor de su apuro por encontrar a los niños se pegó por la ropa tiesa y sucia.
Erwin miró a Levi con paciencia, preocupado por cómo estaba entendiendo las cosas que le había expuesto.
—No estoy en contra de que le ayudes con los niños, estoy en contra de lo que realmente quieres lograr con ello.
— ¿Y qué crees que realmente quiero hacer? —preguntó Levi y frunció el ceño, molesto por las insinuaciones— Se honesto, no me estés dando rodeos.
—Levi, te divorciaste de Hanji —respondió el comandante. Entrelazó sus dedos y se recargó con los codos en su escritorio—. Tú te divorciaste de Hanji, ella no tomó esa decisión. Tú te alejaste, elegiste dejarla. Entiendo cada uno de los motivos por el que tomaste esa vía de acción, y te agradezco que hayas confiado en mí entonces para hablarlo. Pero de la misma manera te pido que confíes en mi para lo que te digo, y es que no estás cuidando a esos niños sólo porque quieras ayudarlos, sino porque te permiten estar cerca de la mujer que tú te forzaste a dejar.
El orgullo de Levi estaba diciéndole que negara. Di que no, di que no, di que no, una repetición inútil en una cabeza que estaba quemándose por autoconvencerse. Se mentía a si mismo constantemente, diciéndose que hacía las cosas por no ver a los niños sufrir. No era una mentira, pero el que eso implicara que Hanji también estaba a su alcance era un increíble plus. Sí, quería verla, quería desesperadamente verla tanto como pudiera, pero Erwin tenía razón en que había sido él quien puso la distancia, era egoísta intentar forzar que esa distancia se cerrara cuando Hanji ya había aceptado esa separación.
Levantó la mirada hacia Erwin, quien no lo veía ni con compasión o pena. El rubio era consciente de cuándo demostrar este tipo de emociones, y no iba a complacer a Levi con apoyo moral sobre algo que iba totalmente en contra de lo que él creía correcto.
Por eso Levi lo apreciaba, por ser totalmente recto con él en un mundo donde todos intentaban dar gusto a los demás.
Tomó aire con fuerza e infló el pecho visiblemente, calmándose.
—Sí quiero a esos niños, sí quiero ayudarlos —admitió—, y sí quiero... quiero volver a ver a Hanji. Pero si... pero no es lo correcto y lo entiendo. Hablaré con ella sobre esto.
— ¿Crees que necesita decirte más sobre qué limites debes respetar? —objetó Erwin, enarcando las cejas.
—No, los límites no. Pero necesito que sepa lo que sentí y pensé todo este tiempo, para que me ayude a definir el resto de mi participación con los niños. Nuestro matrimonio y relación están muertos, lo entiendo —aceptó el azabache—, y por eso necesito que me dé la etiqueta correcta para con los niños. En este punto no pienso echarme hacia atrás y abandonarlos, voy a quedarme y a darles todo lo que necesitan.
—Levi...
—No como su padre —interrumpió al rubio, escuchando ya el regaño en su tono—, como un amigo.
Erwin suspiró, entendiendo que, en ese punto, no iba a hacer a Levi sentarse y dejar de cocinar en la vida de esos pequeños. Se movió en su asiento para tomar la taza nuevamente y bebió lento lo restante de su contenido.
En medio del silencio desanimado de la oficina, Levi se enderezó en su lugar y frunció las cejas, con algo completamente diferente cubriéndole la cara.
— ¿Cómo sabías que pensaba tomar la tutela de los niños?
Erwin bajó la taza y miró a Levi sin emoción alguna, como si lo obvio fuera innecesario mencionarlo. Levi torció la boca.
—Mike.
Levi se puso de pie de golpe.
— ¿A dón-
—Por unas flores.
Rico no se había quedado en la oficina para discutir con Levi sobre los niños. En cuando el policía cruzó la puerta de su oficina y se encontró con todos, la trabajadora social, Mike y Nanaba, la mujer de pelo blanco se acercó a él y le entregó una tarjeta con un número y una fecha.
—Es una cita en mi oficina. Traiga a la señorita Zoe —indicó la mujer.
Levi la dejó marchar con la seguridad de que atendería su llamado, pero estaba asustado sobre cuál era el asunto que ella quería abordar.
Se sentó en el piso delante del escritorio, uniéndose al círculo hecho por los niños, Mike y Nanaba.
—Bien, no trataremos nada de lo que pasó aquí —dijo Levi a los niños, quienes lo miraron atentos—. Pero tampoco vamos a ignorarlo. No tengo el día libre y tampoco nos iremos pronto, así que vamos a estar aquí en mi oficina, sin salirnos. Voy a trabajar en mis pendientes, y ustedes se encargarán de hacer una tarea que sé que Hanji les ha dejado antes. Si todo va bien, confío en que ustedes y yo acabaremos al mismo tiempo y podremos ir a comer algo que a todos les guste, ¿de acuerdo?
Los niños asintieron complacidos, con un poco más de emoción de Sasha al escuchar la recompensa por su paciencia. Levi notó que Eren fue el único que no respondió. El niño apretaba la boca y miraba al piso, con una expresión de preocupación cubriéndole el rostro. Antes de que pudiera preguntarle qué le pasaba, Eren se puso de pie de un salto y corrió hacia él. Abrazó a Levi del cuello con fuerza y escondió su cara de él, provocando que el azabache apenas pudiera mirarlo de reojo.
— ¿Eren?
Los niños, Mike y Nanaba miraron esto con sorpresa y preocupación. Levi puso una mano en la espalda del niño y lo atrajo, usando su mano izquierda para apoyarse del piso y no caer de espaldas con el menor.
—Lo siento. No quería provocar esto.
El policía suspiró con una leve sonrisa asomándose. Apretó al niño con suavidad contra él y volteó la cabeza, bajando la voz para reconfortarlo un poco.
—Protegías a tus hermanos, ¿no? —le mencionó— Nunca me enojaré por eso.
Eren se apretó más a él, así que Levi lo acomodó para que sintiera que lo abrazaba con total sinceridad. Aunque no esperaba el que todos los niños se pusieran de pie y los abrazaran a ambos (con Reiner y Berthold quedándose en sus lugares por su altura), Levi aceptó la masa de niños que lo rodeó, captando que todos, incluido él, necesitaban ese abrazo.
Después de todo, estaban empezando a entenderse.
