Capítulo 1.


Después de pensárselo mucho tiempo, Aloy decidió regresar al Este para tener más ayuda de la necesaria para la siguiente lucha. Había estado platicando con su nueva hermana sobre la amenaza de Némesis, y aún no alcanzaba ninguna de las dos a entender qué tan grande era, ambas tenían miedo pero por su parte Aloy, que era la más fuerte mentalmente, animaba a Beta a no decaer, quizá, y tan sólo quizá podrían derrotarlo muy fácilmente con GAIA ahora más completa. Pero eso no restaba que debían estar preparadas, así fuera con armas y hombres.

Aloy ya había hablado con Beta acerca de todas las tribus del Este, y Beta, había leído algunos datos del foco de su hermana, aunque escuchara hablar era y se sentía diferente, tanto que le dieron ganas de ir a visitar las tierras sagradas Nora. Luego de tomada la decisión, ambas mujeres, junto con Erend, se encaminaron de nuevo a Luz Baldía, tomarían un descanso y seguirían con su paso hasta llegar a de nuevo a Meridian, que también sería sólo una visita rápida y ya. Por supuesto que GAIA venía con ellas, aunque ya no corriera peligro de que alguien quisiera de nuevo "secuestrarla", no iban a dejarla sola en la base. Además Aloy, encontraría la forma de tenerla bien resguardada en la montaña Sagrada.

— Bien, el plan es el siguiente, iremos cabalgando hasta Luz Baldía y Cadena Chirriante, de ahí controlaré algún Alasol para poder cruzar al Este —. Ordenó Aloy.

— De acuerdo — Asintió Erend — Pero recuérdame por qué tengo que ir yo.

— Porque necesitamos quien nos cargue el equipaje, Erend — Contestó con sarcasmo, Aloy y después se rio — ¿No te gustaría volver a ver caras conocidas?

— Por supuesto, pero es un viaje de semanas, aunque lo del Alasol me ha convencido un poco. Y te apuesto, a que no soy yo el que quiere ver esas caras conocidas.

Aloy le dedicó una mirada retadora.

— ¿A-a qué te refieres? — Preguntó ella, aun sin saber el sentido del comentario de su amigo, aunque se imaginaba algunas cosas.

— Olvídalo, Aloy — Ahora Erend parecía un poco molesto por la reacción ella.

Las dos chicas sin entender del todo, sólo se miraron y alzaron los hombros sin tomar mucha importancia, había mucho camino que recorrer.

Durante la noche Aloy pensaba mucho en sí debía sólo dejar a Erend en Meridian y ella y Beta, tomar de largo el camino hacia las tierras sagradas. Había olvidado la horrible sensación que sentía cada que pensaba en alguien. Su mente daba vueltas, no podía cerrar los ojos cada que se daba cuenta que estaban más cerca del Este. ¿Qué era? Pensaba en sus viejos amigos, ¿Talanah tal vez? ¿Utid y Vanasha? ¡No!, quizá tampoco quería ver la mirada ruda y dura de la cacique Sonna, ahora que sabía que sus dos hijos habían partido de ese mundo. No, tampoco era eso… ¿volver a su viejo hogar?, no, de hecho, aquel recuerdo de Rost y su viejo hogar le emocionaban un poco, pero quien la tenía sumamente inquieta era Avad. Le había hecho una "promesa" si podía llamarla así, y la había olvidado hasta ese momento.

"— Espero volver a ver Meridian, Avad… a ti —."

Claro que se sintió como una promesa, y de verdad quería volver, pero nunca imaginó que ese día iba a llegar tan pronto. Y aún no sabía qué significaba todo eso que estaba sintiendo. ¿Miedo? No, miedo es lo que sentía al recordar que algo mucho más fuerte que una IA malvada, venía a acabar con todo. Eso era otra sensación, extraña, y no le gustaba para nada.

Así que se alegraba cada vez que el sol volvía a brillar.

— ¿Aloy? — La llamó Beta, aún tenía ese tono tímido en su voz.

Los tres iban aun cabalgando por el desierto de tierra de nadie, y Erend les había adelantado el paso para asegurar a sus amigas de cualquier peligro cercano.

Aloy volteó a ver a su hermana en respuesta.

— Discúlpame, nuevamente me he entrometido en algunos datos de tu foco.

— Ya debería estar acostumbrada a eso, no te preocupes. ¿Qué descubriste? — Quizo saber Aloy, usando ese tono juguetón en ella.

— Por las noches he notado tu falta de sueño, y… — Beta cerró la boca de repente y alzó la mirada hacia Erend.

Se acercaba una manada de maquinas, las más molestas para Aloy si podía decir, cavadores. Para nada eran un problema para la cazadora y Erend, pero Beta aún no podía decir lo mismo, ni siquiera se atrevía a tomar un arma aún. Así que se quedó en un lugar seguro, escondida mientras veía cómo sus compañeros acababan con cada una de esas maquinas, y se preguntaba si algún día sería igual de valiente como Aloy, por lo menos estar lista para la llegada de Némesis. Y esa pequeña distracción, hizo que Beta se olvidara de la pregunta hacia su hermana, y ella también. Así que siguieron su camino, a trote más de prisa porque ya no faltaba mucho para cruzar las puertas de Luz Baldía, y ya no querían encontrarse con más sorpresas, antes de que nuevo cayera la noche.

Una vez dentro del asentamiento, Aloy se dio cuenta de que habían llegado más pronto de lo esperado, Erend era el que estaba más contento de poder llegar a un lugar más civilizado y con comida recién hecha, así que la disputa estaba entre ellos dos.

— Me parece un poco injusto que tengamos que irnos de inmediato, quiero comer algo que no sea hecho por mí… o por ti — Se quejó Erend, agitando los brazos con frustración.

Aloy se echó a reír a carcajadas, Beta quien los miraba sólo se rio, le había causado algo de gracia, ya que tenía razón Erend, ninguno de los dos era muy bueno cocinando.

— Esto es una tortura, había viajado con comida mala pero no así.

— Basta, ahora entiendo porque viajas solo — Aloy rió por ultima vez — Te daré dos hora para que comas lo suficiente y te suministres de los mejores platillos que puedas cargar, ¿de acuerdo?

Erend hizo una mueca de disgusto y luego alzó una ceja.

— Estoy sospechando que no haces este viaje sólo por ir a las tierras Sagradas — Acusó nuevamente Erend a Aloy.

Y ella se había puesto un poco colorada.

— ¿Cómo? ¿Piensas que voy de prisa?

— Sí… aunque pensándolo bien, siempre vas de prisa, a todos lados — Erend dejó de quejarse y se adelanto a una taberna cercana.

Aloy vio a su hermana, y ésta sólo le alzó los hombros. Así que siguieron al hombre que seguramente sólo tenia hambre, por eso su molestia durante todo el viaje.

Y a medio camino, Aloy recordó que había que buscar un buen lugar donde poder reparar alguna de sus armas, tal como la batalla anterior, se preguntó lo mismo que Beta, debía estar preparada para una batalla, y se había puesto como primer misión enseñarla a cazar como una buena Nora, le compraría y mejoraría un arma ahí mismo. Así que sólo le indico a Beta que sugiera a Erend, ella no tardaría mucho.

— ¡Erend! — Gritó Beta, para alcanzarlo — Espera… comeré contigo.

— Qué raro que Aloy no venga — Dijo con sarcasmo.

Beta se rio.

— Descuida, creo que vendrá después.

Los dos entraron al lugar y se sentaron en los primeros taburetes de la barra que vieron disponibles. Los platillos olían exquisito, y más si se trataba de dos jovenes que habían viajado ya varios días por el desierto alimentándose de puras plantas. Para Erend era comentar en el cielo.

— ¡Es cómo estar en el cielo! — Exclamó él, y por fin se le dibujaba una sonrisa.

Beta de nuevo sonrió de contenta.

— Pensé que dirías eso, pero tienes razón. Aveces siento que Aloy es demasiado estricta con la comida… y con todo. — Dijo Beta.

— ¿Estricta? Yo no lo diría mejor, a pesar de ser iguales por fuera, por dentro son muy distintas. Tú tienes buen gusto por la buena comida, espero igual para la cerveza — Comentó Erend quien estaba muy feliz ahora.

— Oh, no, Aloy me advirtió sobre eso. Además, ¿olvidas las lecciones? En el pasado la cerveza estuvo prohibida por sus efectos secundarios.

— ¡Por supuesto que lo sé! Pero créeme, los antiguos no tuvieron el privilegio de conocer la mejor cerveza, y esa sólo la conocen los Oseram — Dijo con orgullo Erend.

Beta de nuevo rio, le parecía muy gracioso su nuevo amigo, y debía admitir también que sus ocurrencias eran algo graciosas de vez en cuando. Entendía por que Aloy y los demás lo querían mucho.

— Lo bueno de Luz Baldía, es que hay buena cerveza — Les dijo el chef que había estado escuchándolos — Y nadie mejor que un Oseram para probarla.

— ¿Me estas diciendo que no es hecha con las manos artesanas de mi tribu? — Preguntó Erend un poco ofendido.

— No exactamente. No soy un chef cualquiera, me gusta experimentar también, y he hecho buenos amigos… Oseram, para ser exactos.

Erend lo miro retador. Para él nadie hacia mejor cerveza que los Oseram, y ese chef no era uno de ellos, era un carja… Así que dudó en probarla una vez que el hombre le acercó un tarro lleno.

— Bien, debo admitir que no está mal… tiene buenos amigos — Admitió por fin Erend al primer sorbo — Vamos, Beta toma un poco.

A Beta también le había acercado un tarro. Y dudó en probarla, ya que nunca había tomado algo igual y sabiendo las consecuencias de tomar alcohol, le daba un poco de miedo. Pero luego del codazo que recibió por parte de Erend para animarla, lo hizo. Era su primer paso a una vida más libre y sin prejuicios; y tal como lo dijo su amigo, no estaba nada mal pero, había recordado unas palabras de Zo: "La cerveza es amarga, y sobre todo si viene de parte de los Oseram". No había mentido, pero le dio otra oportunidad, y Erend solo la miraba fascinado y se reía a carcajadas de que le hubiera gustado.

— ¡Esa es mi amiga, Beta! Debes aceptar que está bien — Dijo Erend casi a gritos.

— Claro que no, es amarga, Zo tiene razón. No entiendo porqué te gusta — Beta hizo un gesto de desaprobación.

— Fueron dos tragos…

— Sí, uno para probarla y dos, para corroborar… amarga — y volvió a hacer el mismo gesto, y sólo para molestar a Erend.

Erend sólo se reía, ya le estaba cayendo mejor.

— Dejaré que tomes todo lo que quieras — Finalizó Beta con una sonrisa.

Los dos estaban a mitad de la comida que habían pedido para retomar fuerzas, y Erend de repente se puso serio, para Beta el silencio no le era incomodo, aún se estaba readaptando a la sociedad y los silencios repentinos no le parecían raros, lo que sí, es que el ruido de la taberna y los demás comensales le abrumaban un poco. Cuando Erend dejó sus propios pensamientos la volteó a ver, ella sólo miraba su plato aún medio lleno.

— ¿Te sucede algo? — Preguntó él preocupado.

— No, pensaba en Aloy, dijo que no tardaba — Respondió ella aun con su mirada baja.

— Seguro fue a… a hacer alguno de sus quehaceres, Aloy no es nada predecible, algunas veces la vez y otras no — Trató de animarla Erend.

— ¿Siempre es así? — Ahora Beta miraba a Erend a la cara.

— Sí, esa es Aloy, siempre está haciendo algo, por eso mismo la admiro — Contestó Erend agachando la cabeza cuando terminó la frase ya que se había puesto colorado.

Admitir sus emociones siempre le había resultado difícil, era algo que compartía con su ya querida amiga Aloy, pero desde la muerte de su hermana Ersa, le resultaba un poco menos atemorizante, y se había prometido así mismo hablar de ello de vez en cuando, Beta estaba ganando su confianza muy pronto, quizá porque tenía la misma sangre que Aloy, y que tenía buen oido.

— No creo que sólo la admires por eso — Beta lo invitó a que dijera más — ¿Quieres un trago más?

Por alguna razón, Beta podía ver lo transparente de las personas, le resultaba fácil leer en sus ojos lo que sentían, y eso lo aprendió estando sola en la nave Zenith, estando mucho tiempo a solas había adquirido muchísimas más habilidades de las que podría aprender un ser humano común, y no sólo se enfocó a aprender de manera académica. En los libros que Tilda le daba de vez en cuando, había uno que otro sobre psicología humana, claro que la escritura era primitiva, pero lo entendió, y una vez que conoció a los amigos de Aloy y a la misma Aloy, supo que no era muy diferente la manera de pensar de los humanos antiguos de hace mil años a los de ahora. Poco a poco lo entendía, y quería que todo eso que aprendió lo tomara como una lección para ella misma, pero por el momento, hablar con su amigos y entenderlos le hacía muy bien.

Ese trago que invitó a Erend quizá lo ayudaría a él a hablar un poco más.

Beta suspiró.

— Lo haré, sólo por que tu me lo pides — Erend tomó un tarro lleno de cerveza en un solo trago — Y dime, ¿qué más te inquieta?

— Por el momento nada, ustedes me han demostrado que este mundo no es muy diferente al de Elizabeth, son fuertes e inteligentes …

— ¿Quieres decir que ya no tienes miedo? — Interrumpió él, ya un poco ebrio.

— No, siempre tengo miedo, sobre todo del futuro. Por eso le pedí a Aloy volver a donde nació. Quizá yo entienda el porqué de nuestras diferencias ahí y aprender lo que ella aprendió — Decía Beta con ilusión en su mirada.

— ¿Alguna vez te contó todo lo que pasó en el Este?

— No, pero la información en su foco… No es muy clara, a veces siento que no quiere mostrar muchas cosas, y las oculta, tanto en ella misma como en el Foco. Información clasificada, dice — Beta soltó una risita — Eso sólo aparece cuando muestra el rostro de una persona, no se quién es. Conozco a Rost, pero la otra persona nunca la ha mencionado, y cuando trato de averiguar su nombre, restringe la información.

Erend quien estaba sintiéndose un poco ebrio, puso atención de nuevo y sintió un vuelco en su corazón.

¿Una persona? Sino es Rost, ¿de quién se trata? Pensó Erend.

— ¿Qué? Con que Aloy tiene sus secretos, eh — Dijo Erend para si mismo.

— Todos los tenemos, aunque me inquieta un poco, porque él es la razón del por qué Aloy no duerme desde que emprendimos este viaje…

— ¿Cómo sabes eso? — Preguntó con curiosidad Erend.

— Si no durmieras como un oso, te darías cuenta de que ella no pega el ojo hasta ya cansarse, abre las imágenes de su foco, lo ve a él, se frustra y se duerme — Informó Beta.

Erend pensó de nuevo, y su corazón empezó a latir nuevamente rápido, cómo si estuviera siendo perseguido por un dientes serrados. Eso no podía pasar, pensaba él. ¿Aloy enamorada de alguien? Imposible.

Y justo en ese momento, la susodicha, había entrado a la taberna buscando a sus dos acompañantes, esperando que hubieran terminado de comer.

— ¡Aloy! Estábamos hablando de ti — Saludó Beta un poco emocionada. Al parecer los únicos dos tragos de cerveza que había hecho le hicieron efecto.

Ella alzó una ceja incrédula y luego sonrió rendida.

— No puedo enojarme contigo, Beta, pero prefiero que no lo hagan — Y volteo a ver a Erend con una mirada asesina.

— Yo no dije nada — Se defendió Erend.

Las horas pasaron y aún había tiempo de salir de Luz baldía, Erend se había adelantado a las dos chicas, porque quería llegar al lugar favorito de todos los Oseram, Cadena Chirriante, y eso porque quería seguir bebiendo con sus viejos conocidos de por ahí, Aloy ya no le dio mucha importancia, pero si quería tenerlo en Meridian una vez que llegasen.

— ¿Por qué no quieres que Erend esté con nosotras? — Preguntó Beta.

Ambas habían ya echo de nuevo el viaje, e iban cabalgando despacio.

— Nunca lo he visto borracho, pero sí es el caso, no me sirve de mucho que nos acompañe en ese estado. Espero verlo bien en Cadena Chirriante —. Aloy parecía molesta.

— No te enojes con él. La idea de beber… de más, fue mía — Confesó Beta.

Aloy la miró extrañada.

— Veras, las emociones de las personas me inquietan un poco. Erend y tú, no son muy diferentes después de todo, aunque él es mucho más transparente que tú, y quería averiguar más sobre ti — Comenzó Beta a decir —. Pero no funcionó.

— ¿A qué te refieres con "qué no funcionó"? — Preguntó de nuevo Aloy molesta y luego continuó — Beta, no intentes hablar sobre mí con alguien más. Erend es sólo mi amigo, y un viejo compañero de guerra, no sabe mucho.

— De acuerdo, lo siento — Dijo Beta — ¿Entonces dime quien es el hombre que no te deja dormir?

Aloy paró en seco a su montura.

— ¿¡Qué!? Oh, no, Beta… No se trata de nadie. Haremos lo que tenemos planeado y dejemos que mi pasado se quede ahí, ¿ok? — Pidió Aloy sumamente nerviosa, aunque trató de ocultarlo con un poco de molestia en su voz.

Beta no supo que decir, se sentía regañada y siguió su camino, y durante el tiempo que les tomó en llegar a Cadena Chirriante, ninguna de las dos dijo nada; apretaron el paso porque Aloy sí se había molestado y quería evitar el tema a toda costa. Y para desgracia de las dos chicas, Erend había partido solo hacia el este esa misma tarde, y cómo era noche, ninguna de las dos quiso viajar para alcanzarlo. Aloy se había animado un poco en la noche, ya no estaría sola una vez que pisara de nuevo las Tierras Carja, y su enojo contra lo que sea que haya despertado Beta se había desvanecido, pero su ansiedad y nervio, se habían intensificado.

Luego de dos semanas largas de viaje, dos maquinas controladas por dos chicas que llegaban de tierras del Oeste prohibido, se hayan frente a las puertas altas y detalladas, de Meridian, la capital del pueblo Carja, aún en ruinas, pero cada vez parecía más el pueblo prospero y elegante que solía ser, antes de la batalla de la Ardiente. Lleno de soldados, y de gente que al conocer a Aloy, no hicieron otra cosa más que asombrarse y darle la bienvenida. Claro que era incomodo para Aloy, pero no podía decirles nada. Además, el asombro de los pobladores se intensificó una vez que vieron el enorme parecido de la joven que venía con ella. Se preguntaban ¿era su hermana gemela?. Gracias al cielo, a la Diosa o a quien sea, los soldados carja intervinieron y lograron salvar a Aloy y a Beta de la turba de personas resguardándolas dentro del palacio una vez que pudieron entrar.

— La redentora de Meridian, de nuevo aquí — Exclamó Marad, el intachable — Escuché todo el bullicio desde lo más alto de mi torre, no dudé ni un segundo en que eras tú, Aloy… y ¿joven Aloy?

Marad se refería a Beta.

— Marad, ella es Beta… mi hermana — Explicó Aloy sin más.

— ¡Esto es increíble! Hasta donde sé, en las Tierras Sagradas, nunca se te conoció una madre ¿Quiere decir que estuvo en el Oeste Prohibido todo este tiempo? — Quizo saber Marad, asombrado aún.

Aloy negaba con la cabeza, y trataba de sonreír para no parecer incomoda.

Los tres se dirigían adentro de la capital para poder alejarse más de las personas del pueblo.

— Es un poco complicado de explicar, Marad — Con la mirada, Aloy trató de explicar que no podía decir más.

Marad era un hombre discreto y sobre todo respetaba las decisiones de las personas, sobre todo cuando no querían hablar ni explicar mucho.

— Lo entiendo. Pues Bienvenida, Beta. Estás en la cúspide de las tierras del Este, Meridian, Tierra del Sol y hogar de los carja, por supuesto. — Dijo Marad con esa voz elegante que lo caracterizaba.

— Es un placer, demasiado bello a mi parecer — Contestó Beta, mientras miraba a su al rededor.

Aún podían verse ruinas, pero como habían pasado muchos meses desde que Aloy se había marchado al Oeste Prohibido, la capital carja se había puesto en pie de nuevo, eso demostraba que su trabajo como arquitectos y artesanos era bastante bueno, además de un admirable trabajo en equipo.

— Han hecho un excelente trabajo aquí — Dijo Aloy.

— Sí, no podíamos dejar que nuestro hogar decayera, sobre todo a manos de un lunático. El rey Sol ha hecho también su trabajo. Desde entonces ha madurado un poco — Comentó Marad.

— Supongo, debió ser un golpe duro enterarse de la muerte de su primo — Continuó Aloy — Todo el trabajo que realizó para nada.

— Oh, no. Claro que le dimos un entierro digno a Fashav, pero Avad nunca decayó por eso, a mi parecer él ha sabido controlar esos sentimientos.

Aloy hizo una mueca.

— No sé que trae por aquí, Aloy, pero me alegra mucho verte, siempre es un placer tener a la redentora aquí. Este también es tu hogar, Aloy, por favor siéntanse cómodas, y sabes que puedes usar la casa de Olin. Cuando estén listas, vengan a verme al centro de la ciudad — Ordenó por ultimo Marad.

Marad y sus soldados se habían alejado lo suficiente y Aloy y Beta se encaminaron a la que antes era la casa de Olin, se la habían regalado a Aloy hace tiempo.

— Esta ciudad, es lo más parecido a lo que era antes, las ciudades de los antiguos, es hermosa — Dacia Beta aún mirando cada edificio que se le pusiera enfrente.

— Mantén la mirada enfrente Beta, podrías tropezar — Advirtió Aloy.

— Pero no puedo dejar de fascinarme, quizá, puedas mostrarme toda la historia de este pueblo y su gente — Pidió Beta.

— Claro, transferiré toda la información que recopilé a tu foco. Pero primero iremos a dejar todo el cargamento y hagamos lo que Marad pidió — Concluyó Aloy.

De nuevo Beta sintió que Aloy le estaba ocultando algo, y la notó algo nerviosa y sonrojada, pero ya no iba a sacar conclusiones sin que ella se las dijera primero, aunque para eso sería lo mejor preguntar, sólo que, el cómo concluyó ella la conversación, era mejor no hacerlo hasta que las bienvenidas y temas que debía tratar antes, se terminaran primero.

Aloy y Beta se dirigieron con Marad, ahora él se encontraba solo, sin su guardia y cerca de un mercader.

— Marad — Saludó de nuevo Aloy.

— Aloy, ¿sabes qué Erend llegó aquí hace dos días? — Preguntó el hombre.

— Debió venirse dormido en su montura si eso fue posible — Se burló Aloy.

— Fue un milagro, si me lo preguntas. Pero llego fascinado con la noticia que escuchó en Cadena Chirriante…

— ¿Un rumor? ¿Para eso tanto misterio, Marad? — Preguntó incrédula la joven pelirroja.

— Es una celebración, Aloy. Te recuerdo que aún no sé los motivos por los cuales estas aquí, y si es solo de paso, te pidiera, casi a suplicas que por favor se queden. Ambas — Dijo Marad.

Aloy alzó una ceja, ahora la noticia le estaba inquietando un poco.

De entre los oscuros pasillos que rodeaban el centro de la ciudad, apreció Erend, quien ya se encontraba sobrio, y justo detrás de él su vanguardia.

— ¡Aloy, Beta! ¡Llegaron! — Gritó él de contento.

— Me alegra que hayas llegado a salvo, Erend — Dijo por primera vez, Beta.

— Sí, ni yo lo hubiera imaginado — Se echó una carcajada — Pero les agradará saber el porqué apresuré el paso. Vengan.

Erend hizo un movimiento con su mano para que las chicas lo siguieran, incluido Marad. Al entrar de nuevo a la ciudad, Aloy sintió un inquietante sentimiento de nervios y sus manos le empezaron a sudar, mucha gente la reconocía a ella, y con asombro a Beta, las dos sólo se limitaban a sonreír a cada persona que las saludaba.

Entonces llegaron a donde Aloy temía más que nada en el mundo, la estatua que habían mandado a hacer de ella. Era una exageración para ella, pero para el pueblo era muy poco, Beta al mirarla, se asombró mucho y se puso muy feliz, tanto que abrazó a Erend de costado.

— ¡Aloy! ¡Eres más increíble de lo que pensé! — Canturreó Beta.

— No lo digas, por favor — Aloy se cubrió la cara de vergüenza, pero no dejaba de sonreír. Al final solo alzó los hombros al saber que no podía controlar las emociones de los demás hacia ella.

— Nunca mencionaste esto — Beta fingió una molestia.

— No era necesario — Contestó Aloy.

— Tu hermana es una súper estrella, Beta, pero odia admitirlo — Continuó Erend.

Aloy agachó de nuevo la mirada.

— ¿Y bien, Aloy? — Le susurró Marad. Refiriéndose a la propuesta de hace un rato.

— Marad, Beta y yo sólo estamos de paso, de nuevo, lo siento — Contestó Aloy.

— Aloy, dudo mucho que quieras irte ahora… — Interrumpió Erend quien alcanzó a escuchar.

La joven pelirroja sólo soltó un suspiro casi a punto de rendirse cuando escuchó de nuevo su nombre por detrás.

—¡Aloy!

Todos voltearon a ver a quien pronunció el nombre de la joven, y Beta por fin pudo reconocer el rostro de la persona que no dejaba dormir a su hermana.

— Avad — Dijo Aloy, soltando por fin ese suspiro.


Hola, buenas noches, esté es sólo un capitulo piloto, de todos modos tengo la intención de terminar de escribir la historia por que estoy facinada con la historia de Horizon Zero Dawn y Forbbiden West. Sobre todo soy Team Aloy x Avad. Sé que la comunidad de Aloy y HZD es muy corta, pero espero alguien me llegue a leer y sepa que esta historía es como yo quisiera que retratasen a una Aloy más humana y sobre todo cursi como yo lo soy xd.

Nota: Ninguno de los personajes me pertenecen, son obra de Guerrilla Games y Sony.