Track 3

This thing called love, I just can't handle it (Crazy little thing called love – Queen)

—¡¿Cuánto dinero?! —gritó Harumi. Su voz llegó a cada rincón de la casa.

—Y si nos parece poco están dispuestos a aumentar la suma —Yuzu se mantuvo serena. Ya había gritado mucho desde que abandonó el edificio Aihara y su garganta no daba para más—. Es un proyecto muy importante para esa empresa y le están apostando todo.

—La paga no es mala —comentó Matsuri antes de dar un trago a su bebida. A diferencia de Harumi y Nene, no parecía emocionada por el dinero.

—¿No es mala? —le increpó Harumi—. ¡Es demasiado!

—Es mucho más de lo que hemos ganado con nuestras presentaciones hasta ahora —señalo Nene.

—Ya que tienen la disposición, deberíamos sacarles todo el dinero que se pueda, ¿no creen? —agregó la baterista con tono malicioso—. Con este trabajo debemos empezar a cotizarnos.

—Eso también podría ser contraproducente —señaló Harumi. Era usual que tuvieran todo tipo de diferencias, desde que película ver en el cine hasta el mejor lugar para dar un concierto—. Que firmemos con una empresa grande no garantiza un éxito a futuro.

—Pero si no pensamos en grande ahora, después será muy tarde —rebatió de inmediato Matsuri. Su voz sonó divertida ante las reacciones de sus compañeras.

Sin embargo, Yuzu se mantenía ajena a la discusión de sus amigas. Estaban sentadas en la misma mesa, separadas solo por unos centímetros y la música de la radio no era lo suficiente fuerte pasa sobreponerse a sus voces. Aun así, ella permanecía en sus propios pensamientos que distaban mucho al trabajo que tenían en puerta. Era seguro que aceptarían; no todos los días se daba la oportunidad de trabajar para una empresa tan importante como Aihara Company. Además, su encargo no era diferente a una presentación como las que acostumbraban en el Starry; aunque el lugar sería por completo diferente, solo tenían que hacer lo mismo que ya han hecho en cientos de ocasiones: llegar, tocar e irse. Sin mencionar que ese trabajo se traduciría en un buen dinero extra que no les vendría nada mal.

De manera disimulada, sacó la tarjeta con la información de Mei y la miró por unos segundos. Aun le parecía imposible que la supuesta modelo que llamó su atención en verdad fuera la directora de un área de la empresa. ¿Qué hacía entonces como rostro de la nueva campaña publicitaria? Era bella, de eso no había duda alguna, pero no entendía por qué apareció en esos anuncios y eso le provocaba demasiada curiosidad. Se moría de ganas por preguntárselo, pero también le parecía algo indebido pues ni siquiera se conocían. Con algo de suerte, a medida que pasaran los días ambas podrían comenzar a charlar y en todo caso, volverse amigas… o algo más. En definitiva, Yuzu haría todo lo posible por conseguir ese algo más, a pesar de no haber avanzado en ninguna relación desde hace ya muchos años.

Ese era su mayor problema. No había salido con nadie durante toda su vida universitaria, ni al terminarla. Entre el trabajo, la banda y que toda la atención de las fanáticas se la robaba Harumi, sus oportunidades de conseguir pareja se reducían a nada, sin mencionar que esto no era algo que realmente le quitara el sueño. Atrás quedaron esos días en los que conseguir pareja eran su prioridad, algo que no sentía desde su época de preparatoria. En resumen, salvo dos parejas en su época colegial, Yuzu carecía de experiencia. ¿Cómo iba a imaginarse siquiera una cena con alguien de ese nivel? Ni siquiera sabía si era soltera o ya casada, o que al igual que ella, le gustaran las mujeres. Antes de pensar en planes románticos, debía averiguar sobre la vida de Mei y eso solo se lograría si primero se acercaba con intenciones amistosas. Era momento de pensar un poco como Matsuri.

—¡Yuzu! ¡Despierta! —le gritó Harumi.

Al regresar a la realidad, Yuzu se dio cuenta que sus amigas la observaban con atención. ¿Cuánto tiempo estuvo perdida en sus pensamientos? Estaba segura de que solo habían pasado unos cuantos segundos, sin embargo, en ese momento carecía de toda percepción del tiempo y bien podría llevar más de una hora con sus divagaciones. Con un poco de vergüenza, se aclaró la garganta y pidió disculpas por su distracción.

—Cielos, parece que esto también te tiene nerviosa —señaló Harumi con un suspiro.

—Un poco —admitió Yuzu. No era del todo mentira, aunque la verdadera causa de sus distracciones tenía nombre y apellido, vestía de traje y poseía un destacado puesto ejecutivo—. Es que, se trata de un buena oportunidad. Sé que da algo de miedo el firmar con una empresa tan grande, pero estoy segura de que podremos hacer un gran trabajo. Si se fijaron en nosotras por sobre todas las bandas, es porque realmente podemos con esto. Sea vea como se vea, tenemos mucho que ganar y poco que perder.

—En eso tienes razón —concedió Harumi—. Aunque aceptar este trabajo nunca estuvo en discusión, es algo que debemos aceptar a como dé lugar.

—¡Sí! Este es el contrato que habíamos esperado —agregó Nene con emoción. Sus manos temblaban por una combinación de emociones—. ¡Les prometo que no quedaré mal en ningún ensayo!

—Solo no descuides tus clases, ¿bien? —le advirtió Yuzu.

—Yo aun tengo tres preguntas —dijo Matsuri levantando la mano—. ¿Qué hay del repertorio? No has mencionado nada sobre este asunto. Y… ¿Cuánto les vamos a cobrar?

—Sobre eso —Yuzu se llevó la mano a la barbilla. En verdad no le dieron ninguna pauta a seguir, solo que su presentación debía cubrir un tiempo aproximado de 20 a 25 minutos—. No dijeron la gran cosa, solo lo del tiempo. Supongo que tenemos libertad para elegir las canciones, ya preguntaré cuando llame para confirmar nuestra decisión.

—Deberíamos darles una propuesta —sugirió Nene—, o preguntar si quieren alguna canción en especial.

—Me gusta la idea —le respaldó Harumi—. Podríamos elegir de las ultimas canciones que subimos a YouTube, hay algunas que aún no tocamos en vivo.

—No es mala idea, aunque prefiero tener unos cuantos detalles más sobre el evento antes de establecer algo —mencionó Yuzu. Le tranquilizaba ver como sus colegas también se empeñaban en su labor—. En cuanto al dinero —hizo una pausa para aclararse la garganta y con gesto serio preguntó—: ¿Quién cree que debemos ir por todo?

La respuesta no se hizo esperar. Las cuatro levantaron la mano al instante y tras un coro de risas cómplices, volvieron a la misma seriedad con la que votaron. Si el ofrecimiento ya estaba sobre la mesa, debían tomarlo. No querían aprovecharse de la oferta, ya era una buena suma lo que les ofrecieron desde un inicio pero un poco de dinero extra no estaba de más. A cambio, se comprometerían a dejar su cuerpo y alma por esa presentación. Con todo acordado, Yuzu llamaría a primera hora a la oficina de la señorita Aihara para aceptar el trato. Daba igual cuando le llamaran a firmar el contrato, así tuviera que sacrificar días de descanso, estaba dispuesta a acudir en el momento en que Mei se lo pidiera.

—Por cierto —intervino Nene con autentica curiosidad—. Matsuri-chan, ¿cuál es la tercera pregunta? Solo hiciste dos.

—Oh eso, gracias por recordarme lo más importante —sonrió la pelirrosada—. Creo que todas tenemos esta duda.

Yuzu ladeo confundida la cabeza. Estaba segura de haberles contado todo a sus amigas, al menos hasta donde sabía. Faltaban algunos detalles por aclarar, pero al no tener nada firmado, la empresa no podía revelarle todos sus planes. Todo lo que podía importarles hasta ese momento fue discutido, por lo que Yuzu no entendía que más había que preguntar. Incluso el dinero, aquello que más interesó a Matsuri ya había sido aclarado y terminarían por hacerle caso en aceptar la mayor oferta posible. Claro, Yuzu se encargaría de no verse abusiva con el ofrecimiento.

—Pero ya les dije todo lo que pasó en la junta.

—No es sobre la junta, Yuzu —le respondió Matsuri canturreando—. Queremos saber si encontraste a la chica de tus sueños en el edificio.

—¿Eh? ¿A ella? —balbuceó Yuzu.

Desvió la mirada un instante, pero aun así podía sentir que sus amigas tenían los ojos fijos en ella. Parecían más interesadas en el posible encuentro con esa modelo que en el contrato laboral con Aihara. No sabía si sentirse halagada ante ese interés o molestarse por la actitud entrometida de sus amigas. Estaba consciente que su vida amorosa no era para presumir, pero tampoco le parecía que cualquier mujer que llegase a gustarle causara tal revuelo entre sus amigas. Lo cierto era que sí se encontró con ella, pero no era una modelo como pensaron desde un inicio. ¿Cómo se supone que les diría que esa mujer era quien estaba por contratarlas?

—Sí, ella —contestó Matsuri. Al instante, las tres se inclinaron hacia Yuzu.

—Bueno… —se hizo la distraída por unos segundos—. Sí, la verdad es que sí la conocí.

Matsuri y Harumi no ocultaron su gusto por esa respuesta, pero bajo sus risas y celebraciones, se escucharon unos sollozos por parte de Nene. Tantos años siendo amigas, tantas veces que le explicaron el motivo por el cual nunca sería posible y ella se aferraba a imaginar que Yuzu y Harumi serían pareja en algún momento de sus vidas. Al menos, siempre se lo reconocían, era fiel a sus creencias. Sin embargo, este era solo el primer golpe y no esperaban la revelación que estaba por venir. Ni siquiera la misma Yuzu había terminado de creer lo que le pasó esa mañana al reunirse con la gente de Aihara. Suspiró. Tarde o temprano sus amigas se enterarían de la verdad, así que lo mejor era anticipar las cosas.

—¡Vaya coincidencia! —se alegró Harumi dándole un golpecito en el hombro a su amiga—. Parece que últimamente tienes muy buena suerte, Yuzuchi.

—Ya era hora de que pescaras algo —dijo Matsuri entre risas malévolas—. ¿Y bien? ¿Qué pasó?

—Eso es lo más interesante de todo —Yuzu titubeó antes de hablar. En verdad daba igual cuantas veces lo pensara, no había mucho sentido en la verdadera ocupación de Mei—. Para empezar, ella estaba en la junta.

—¿En serio? ¿Vamos a trabajar con ella? —preguntó Harumi en representación al asombro de todas.

—Más bien para ella —confesó Yuzu y, como esperaba, provocó cierto desconcierto en sus amigas—. Se llama Mei Aihara y no es modelo. En verdad es la directora de recursos humanos.

—¡¿Qué?! —chillaron sus tres amigas ante tal revelación. En respuesta, lo primero que hizo Yuzu fue cubrirse los oídos al sentirse aturdida por el revuelo.

—Tiene que ser una broma —mencionó Matsuri incrédula. De inmediato tomó su teléfono y comenzó a teclear en la pantalla—. No puede ser que tengas tanta suerte.

—¡Oye! —reclamó Yuzu.

—Momento, momento —intervino Harumi—. ¿Dices que ella es la directora de recursos humanos? ¿Por qué aparece en los anuncios de su nueva campaña?

—Eso no lo sé —contestó Yuzu agitando ambas manos—. Tengo la misma duda, pero no podía preguntárselo en ese momento.

—Tal vez es ambas cosas —sugirió Nene—. Muchas modelos tienen carreras profesionales, ¿no?

—Lo sabemos, pero nunca la habíamos visto en ninguna campaña anterior —la respuesta de Harumi fue inmediata. Ella y Yuzu estaban seguras de no haber visto su rostro antes. Las facciones y el porte de Mei Aihara eran imposibles de confundir; además, con su trabajo en la tienda de ropa y las constantes visitas a las numerosas tiendas de maquillaje, era imposible que no la reconocieran.

—Yo tampoco supe cómo reaccionar cuando la vi entrar a la sala de juntas. Pensé que solo era una modelo hasta que se presentó. Hasta tiene tarjetas con su nombre.

Les mostró la tarjeta que le dieron al salir de la empresa. Harumi y Nene la miraron con interés e incredulidad. No dejaban de preguntarse qué hacia la directora de recursos humanos como cara de la nueva campaña publicitaria. No es que le faltaran méritos, podían ver que tenía potencial para ser una modelo de talla internacional, pero no dejaba de ser extraño que alguien en un puesto tan importante tuviera que hacer un segundo trabajo dentro de la misma empresa.

—Umm… no hay nada —murmuró Matsuri—. No tiene redes sociales, ni una sola. Ni siquiera fotografías en los diarios. La única información disponible sobre ella es su nombre en el organigrama de la empresa. No es de extrañar que no la reconociéramos.

—Según esto, el presidente tiene el mismo apellido —comentó Nene al revisar el teléfono de Matsuri por encima de su hombro—. Debe ser su padre…

—No lo había dicho porque es muy obvio pero —mencionó Matsuri y de inmediato una sonrisa se dibujó en su rostro—, se apellidan Aihara y la empresa es Aihara. ¡Yuzu! ¡Ella es de la familia dueña de esa empresa!

—¿Eh? —y Yuzu tuvo una revelación ante las palabras de la baterista pelirrosada. Tenía la cabeza ocupada en tantas cosas que no se dio cuenta de lo más evidente; el apellido de Mei daba nombre a la empresa, no solo tenía un puesto significativo dentro de esta, era dueña de la misma. En todo caso, esto solo volvía aún más confuso que su rostro apareciera en los anuncios—. ¡No puede ser! ¿Cómo pude ignorar eso?

—Supongo que estabas tan centrada en el trabajo que no le diste importancia —respondió Harumi—. A cualquiera le podría pasar.

—Estaba tan ansiosa que no le di importancia a los nombres —admitió una apenada Yuzu. Ella misma estaba consciente que a veces podía distraerse con cierta facilidad, pero el que sucediera con algo así era casi imperdonable.

—Bueno, al menos todas estaremos de acuerdo en algo —agregó Matsuri a modo de burla—. Yuzu, esta es una oportunidad que no puedes perder. Tenemos que aceptar el trabajo y tú ir por esa mujer.

—¡¿Qué?!

—Yuzu-senpai —logró decir Nene al borde de las lágrimas—. Aunque mi corazón podría no soportarlo, tiene todo mi apoyo.

—¿Eh? ¿De qué están hablando? Está bien, admito que Mei me gusta pero… ni siquiera sé si también le atraen las mujeres o si ya tiene pareja.

—Para eso debes aprovechar este trabajo —le aconsejó Matsuri como si de una hermana mayor se tratase.

—Muy bien, es suficiente —intervino Harumi al notar que las cosas se estaban saliendo de control. Quizá sus intenciones eran buenas, pero un consejo de Matsuri podía ser un peligro potencial para más de una persona. Aún peor cuando se trataba de Yuzu—. A todas nos emociona que Yuzu pueda tener vida amorosa, pero recuerden que esto se trata de trabajo y eso es lo principal.

—Gracias Harumin —le susurró con alivio. Acababa de quitarle un peso de encima.

En momentos así, se entendía porqué Harumi tenía el rol de segunda al mando. Si no fungía como la líder, era porque le faltaba ese brillo que despedía Yuzu en el escenario así como su dominio del mismo. Eso lo sabían ambas desde un principio. En sus días de preparatoria, cuando se conocieron, Yuzu destacaba entre todas las alumnas del instituto por su desenvolvimiento, su facilidad para hablar ante la gente y la determinación en obtener aquello que se proponía. Harumi, en cambio, era más reservada y precavida en su actuar. Destacaba por su aspecto tan cuidado, pero comenzó a destacar más cuando conoció a su mejor amiga.

Juntas conformaron una dupla asombrosa. Yuzu ponía toda la energía en sus ensayos y presentaciones, derrochaba carisma ante el público y se robaba la atención de todos bajo los reflectores. Harumi era la voz de la razón, además de siempre mirar las cosas con calma, sin mencionar que de esta manera se sentía más cómoda al momento de tocar la guitarra en el escenario. Sabía que en algún momento la mirarían, pero para ese momento ya muchos ojos estarían sobre Yuzu, dejándole encargarse de lo suyo con tranquilidad. De paso, se encargaba de ayudarle con las tareas.

La reunión de la banda CITRUS llegó a su fin cuando las cuatro acordaron trabajar para la empresa Aihara, esperarían un poco antes de proponer su programa y, lo más importante, aceptarían la oferta inicial de su pago. La única que no estuvo de acuerdo con lo último fue Matsuri, que estaba dispuesta a sacar todo el dinero posible. Al final, desistió de sus ambiciones a cambio de que le invitaran el postre cada vez que salieran a comer por los siguientes tres meses y no dudaría en sacarle todo el provecho posible. A pesar de todos sus planes malvados o lo manipuladora que podía llegar a ser, Matsuri aún se comportaba como una niña en algunas situaciones, sobre todo cuando se trataba de dulces.

Nene y Matsuri, como era habitual, se despidieron y salieron juntas en dirección a sus respectivas casas. La mayoría de las veces se iban juntas, pues la casa de Matsuri quedaba de camino a la de Nene y en más de una ocasión, se había quedado a dormir con ella debido a la cercanía con su universidad. Yuzu se quedaría hablando con Harumi unos minutos más, bajo la excusa de ponerse al día con el trabajo de la tienda. Una vez solas, ambas se miraron en silencio por unos instantes hasta que Harumi habló.

—Tengo jugo de manzana con gas. ¿Quieres una copa? —preguntó con una sonrisa en los labios.

—¡Que sea doble! —pidió Yuzu siguiendo el juego—. Vamos a celebrar nuestro futuro éxito.

Harumi desapareció por el pasillo. Yuzu, hasta entonces sonriente, se quedó seria mientras miraba el muro que tenía enfrente. La casa pertenecía a la abuela de Harumi, una anciana muy animada que gustaba de pasar gran parte de su tiempo jugando cartas con sus amigas o ganando premios de toda clase en las máquinas de pachinko. Hasta hace pocos años, también vivía ahí Mitsuko, hermana mayor de Harumi. Actualmente, vivía en Osaka donde le ofrecieron trabajo de profesora y, según cuentan, es la más estricta y temida en todo el instituto, no solo por los alumnos, pues hasta el director le tiene miedo.

La mirada de Yuzu se detuvo en una pequeña repisa llena de fotografías familiares. Había retratos con las hermanas Taniguchi de niñas, de la abuela en sus años de juventud, una de Mitsuko tras ganar una carrera de motocicletas, de Harumi en sus años de secundaria cuando usaba el cabello trenzado y unas gafas de pasta gruesa. Pero lo que más llamó su atención, fue ver una fotografía de ella y Harumi. Recordaba ese momento. Fue el primer concierto que dieron juntas. En ese entonces habían improvisado un club de rock con otras dos chicas con quienes perdieron todo contacto al terminar la preparatoria. Debía admitir que no fue su mejor presentación y el escenario distaba mucho de ser glamuroso, pero solo eran una banda de estudiantes que se divertían con la música y, en la búsqueda de vivir el sueño de ser estrellas de rock, quisieron presentarse en el festival escolar. Fueron días divertidos, solo que en ese momento, la relación entre Harumi y Yuzu no era de amigas.

—A mi abuela le gusta mucho esa fotografía —dijo Harumi al regresar con una botella de jugo y un par de vasos. Yuzu, en respuesta, soltó un grito ahogado y se estremeció—. Descuida, no sabe nada de eso. Solo ve a su nieta y su mejor amiga tras su primer concierto.

—Si lo piensas bien, fue un tanto vergonzoso —admitió Yuzu—. Solo tu abuela y mi mamá estaban emocionadas.

—Ahora que lo pienso, tocar rock clásico en ingles no fue una muy buena idea.

—Demasiado bueno para esos chicos incultos —bromeó Yuzu con una voz ronca. Ambas comenzaron a reírse.

—Y míranos ahora, a punto de firmar con una gran empresa —celebró Harumi. Alzó su vaso en gesto victorioso—. Tenemos que brindar por eso. ¡Kanpai!

—¡Kanpai! —respondió Yuzu con entusiasmo.

Terminaron su bebida casi de un trago. Aunque aquello no era alcohol, sintieron que sus efectos fueron un tanto parecidos, pues por un momento dejaron a un lado todo el estrés acumulado en las últimas horas. Yuzu prefería pensar que este efecto fue causado más por estar en compañía de su amiga que por un juego burbujeante. Como si ambas estuvieran de acuerdo, volvieron a mirar aquella fotografía en la que unas Harumi y Yuzu colegiales sonreían a la cámara, felices por su presentación en el festival escolar. Para cualquiera, el detalle de que ambas estuviesen sosteniendo sus manos era irrelevante, excepto para ellas. Ambas sabían lo que ese gesto significaba.

—Harumin —le llamó Yuzu con una voz tranquila pero temblorosa—. Gracias por calmar las cosas hace rato. Se estaba volviendo incomodo.

—No hace falta que lo digas. Esas dos pueden volverse muy molestas con esos temas —Harumi volvió a llenar los dos vasos. Tomó el suyo y le dio un sorbo—. Y sabemos que Matsuri puede ser peligrosa con sus planes amorosos.

—La última vez que me trató de ayudar todo salió mal —lamentó Yuzu antes de dar un trago—. Pero lo que más me preocupa es si… no te molesta todo este escándalo.

—¿A mí? —arqueó las cejas. Harumi dejó el vaso sobre la mesa—. Yuzu, eso no debería preocuparte, ¡pasó hace mil años!

—¡Hey! No somos unas ancianas para que lo digas así.

—¡Lo siento! —dijo entre risas, a las que se sumó Yuzu—. Quiero decir, esa parte de nuestra vida ya pasó, no funcionó como esperábamos y hemos comprobado que así es mejor.

—Eso es verdad.

—Así que adelante, tienes que ir por ella.

—Pero… ni siquiera sé si le gustan las mujeres —suspiró Yuzu—. Alguien como ella debe tener pretendientes de sobra. Quizá hasta tenga pareja o esté comprometida.

—Bueno Yuzuchi —Harumi se acercó y se dejó caer para quedar sentada a su lado—. Sonaré como Matsuri, pero debes aprovechar para investigar todo eso. Y cuando lo sepas, la haces caer con tu encanto.

Harumi hacía que todo sonara fácil y siempre que tenía su apoyo, Yuzu sentía que podía lograr lo que fuera. Sin embargo, en esta ocasión, por más que tuviera el respaldo de su mejor amiga, no veía como lograría impresionar a Mei Aihara, ni siquiera pensaba que tuviese una oportunidad. Era muy temprano para darse por vencida. Antes de tomar una decisión, debía averiguar más sobre esa enigmática empresaria.


Hola!
Al momento de publicar esto me siento un poco enfermo. Podría ser reacción a una vacuna que tuve que ponerme... o no. Quien sabe.
Pero eso no me impide dejar un nuevo capitulo de esta historia. Son días un tanto pesados en el trabajo, pero con suerte todo esta saliendo bien.

Creo que la relación entre Harumi y Yuzu ha quedado muy clara aquí.
Nos leemos luego!