De no ser por una clase de Defensa contra las Artes Oscuras bastante desagradable con Snape (que no relataré por ser sobradamente conocida), los días siguientes habrían sido bastante gratificantes para Harry. La conversación con Remus le dejó muy animado, y la profesora McGonagall le dijo en secreto que Kingsley estaba trabajando muy duro. También averiguó algo más sobre Nymphadora Tonks: la profesora Sprout, que estaba al tanto de todo y que había sido su Jefa de Casa, le reveló que había sido una alumna brillante, indisciplinada, pero brillante, y que, de hecho, nunca había creído del todo en la culpabilidad de su tío.

Llegó por fin el día del partido. Draco había logrado aplazar el partido Slytherin contra Gryffindor, fingiendo que su brazo estaba mal, de forma que jugarían contra Hufflepuff. Bajando hacia el campo (hacía un tiempo muy malo), Harry se encontró con una joven de unos veinte años, con el pelo color rosa chillón y un atuendo que recordaba más al de una "groupie" que al de una bruja. De hecho, salvo por la varita mágica y la bufanda de Hufflepuff, nadie habría dicho que era una bruja. Fred y George la reconocieron al instante.

—¡Hola, Tonks!—la saludaron.

—¡Hola, chicos!—sonrió la joven. —Encantada de veros. Siento deciros que vengo a animar a mi antiguo equipo—se señaló la bufanda—pero espero que eso no estropee nuestra amistad.

—¿Qué te trae por aquí?—preguntó Fred.

—Es simplemente que formo parte del equipo que investiga la fuga de Sirius Black. Y tengo la sospecha de que podría ocultarse en el campo—les guiñó un ojo rápidamente a Harry, Ron y Hermione. —Podría estar escondido en la última grada, transformado—volvió a guiñar un ojo a Harry.

—Entonces podrías transformarte en Quien ya sabes y engañarle—sugirió George.

—¿De qué habla?—preguntó Ron.

—Oh, de esto...—Tonks frunció un poco las cejas y entonces ocurrió algo sorprendente: su cara se transformó de golpe en otra distinta. Harry lanzó un grito: recordaba bien aquella cara, la había visto pegada a la nuca de Quirrell años atrás, y ese verano la había visto a menudo en sus pesadillas. Ron y Hermione gritaron y Harry dio un paso instintivo hacia atrás. El Voldemort-Tonks se rió.

—Tú has visto su cara, me lo contó Dumbledore. ¿Doy el pego, Harry?—dijo la joven.

—Desde luego—asintió Harry, nervioso.

—¿Cómo ha hecho eso?—preguntó Hermione.

—Es muy fácil, soy una metamorfomaga—frunció el ceño y Harry lanzó otro grito: ¡ahora Tonks tenía su cara! Fred y George se rieron a carcajadas. —Puedo transformar mi aspecto a voluntad—frunció otra vez el ceño y entonces reapareció la cara de Tonks.

—Eso lo hacía a menudo cuando estudiaba aquí, lo recuerdo muy bien—explicó Fred. —Charlie nos la presentó.

—Ah, Charlie, era muy guapo y yo estaba coladita por él, pero solo le interesaban los dragones—suspiró Tonks.

—Hola, Tonks—intervino Oliver Wood, acercándose. —Nos alegra verte por aquí, de verdad, pero el partido está a punto de empezar.

—Es cierto—admitió Fred.

Se dirigieron hacia los vestuarios mientras Tonks, Ron y Hermione se dirigían a las gradas. El partido empezó. Gryffindor se puso rápidamente por delante pero a causa del horrible tiempo Harry no era capaz de ver la snitch. Ni tampoco Cedric Diggory, el buscador de Hufflepuff. De vez en cuando, siguiendo el aviso de Tonks, Harry echaba un vistazo a la última grada, donde había un enorme perro negro, que Harry supuso que era Sirius. Hermione, en un tiempo muerto, les lanzó un hechizo de impermeabilidad que le permitió ver mejor, y de hecho, no tardó en divisar la snitch.

Pero como es sabido, no la atrapó. Porque justo en ese instante los Dementores aparecieron en el campo, y su terrible influencia hizo que Harry (que volvió a oír las voces de sus padres) cayera de su escoba. De hecho, de no ser por la rápida intervención de Dumbledore, Harry se habría matado. Pero únicamente perdió el conocimiento, y se despertó en la enfermería, rodeado por sus angustiados compañeros de equipo. Que le dieron dos malas noticias: uno, que habían perdido el partido, dos, que la escoba de Harry había volado hasta el Sauce Boxeador, que la hizo pedazos (Ron le trajo los escasos pedazos). Harry también vio a Tonks, cuyo pelo estaba de color negro.

—Cuando estoy preocupada el pelo se me pone negro—le explicó. —¿Sabes? yo conocí a tu padre. No mucho, pero recuerdo muy bien una tarde que vino a mi casa con mi tío...con Sirius Black. Me divertí mucho con él, al irse yo no quería que se marchara pero me prometió que volvería pero no pudo ser porque tuvo que pasar a la clandestinidad, y lo siguiente que supe de él era que le habían asesinado. Yo tenía siete años, recuerdo como si fuera ayer cuando mamá me lo dijo, estuve llorando toda la noche.

—He oído la voz de mi madre...cuando me atacaron los dementores—dijo Harry.

Tonks asintió.

—Son horribles. Esas criaturas nos hacen revivir nuestros recuerdos más espantosos. Si no fuera porque la mayoría son unos asesinos sin entrañas, hasta me daría lástima por los presos de Azkaban que tienen que vivir con ellos día y noche. Es realmente sorprendente que Sirius Black haya resistido tantos años sin enloquecer.

Harry ardía en deseos de preguntarle más cosas de Sirius, pero había demasiada gente en la enfermería. Claro que en ese instante la señora Pomfrey ordenó a todos que se fueran. Cuando todos se hubieron ido, menos Ron y Hermione y Tonks, que se habían quedado atrás, Tonks le susurró:

—Sin Pettigrew no podemos convencer al ministro de que Sirius es inocente. Pero debes saber que creo que sí podremos convencerle de que no traicionó a tus padres y que mató a Pettigrew en un arrebato de dolor.

—¿Y en qué mejoraría eso su situación?—bufó Ron.

—En que en tal caso Sirius no supondría ninguna amenaza para Harry y el Ministerio retiraría los Dementores de Hogwarts. Después de lo que ha pasado, imagino que no tendréis ningún inconveniente con eso, ¿no?

—No—admitió Harry. —Pero...

—Harry, sé lo que piensas. Créeme, nadie desea tanto probar la inocencia de Sirius como yo. Pero a veces hay que conformarse con lo que haya. Sirius me ha dicho que no le importaría pasar por el asesino de Peter si a cambio se demuestra que él no traicionó a tus padres. Sobre todo, porque tú sabes la verdad.

—Ya basta. Potter tiene que descansar. Fuera de aquí—ordenó la señora Pomfrey.

Harry se quedó solo. Después del ataque de los Dementores, la pérdida de su escoba, y lo que le acababa de decir Tonks, ya no se sentía tan animado como los días anteriores. Casi había llegado a creer que todo se solucionaría, pero lo cierto es que Tonks tenía razón. Muchos dudaban de que Sirius fuera un traidor pero sí le creían capaz de matar a Pettigrew por venganza, y desde luego, como Sirius le había confesado, cuando le acorraló en aquel callejón deseaba matarle. No lo había hecho pero tenía la intención de hacerlo. Y Harry sentía que ojalá lo hubiera hecho. Era por causa de Pettigrew que había perdido a sus padres.

Pese a sus protestas, Pomfrey insistió en mantenerlo en la enfermería todo el fin de semana. No estuvo solo: Ron y Hermione lo visitaron a menudo y también Ginny le visitó pero fue incapaz de decir nada, solo le dejó una tarjeta de "ponte bien" y salió corriendo al instante, más colorada que un tomate. Harry pensó en lo que le había dicho Remus. ¿Significaba eso que estaba enamorada de él? Pudiera ser, pero Harry decidió no pensar en ello, porque casi ni la conocía y no estaba muy seguro de qué hacer al respecto.

Los días fueron pasando. Remus volvió y se ofreció a enseñarle un hechizo especial contra los Dementores, pero para después de Navidad. No se compró una escoba nueva, pese a la insistencia de Oliver Wood, no se decidía a cambiar de escoba pese a que su querida Nimbus 2000 estaba rota de modo irreparable. Se acercaba el segundo viaje a Hogsmeade, al que Harry no podría ir por no tener permiso. O eso pensaba: el mismo día de la visita, Fred y George le hicieron un regalo muy especial: un mapa mágico de Hogwarts que le señalaba los pasajes secretos y sobre todo que le señalaba la posición de cada persona que estuviera en el castillo. Entonces recordó que Sirius le había contado que él, James Potter, Remus Lupin y Peter Pettigrew se hacían llamar "Los Merodeadores" y que el mapa se llamaba justo así: "el mapa del Merodeador". ¿Significaba eso que aquel maravilloso objeto lo había hecho su padre? Eso parecía, lo que le hizo emocionarse aún más. Pero se controló: Fred y George no estaban al tanto de todo y era mejor que aún no supieran nada.

Sobre lo que ocurrió después en Hogsmeade, no me extenderé por ser sobradamente conocido. Saltaremos hasta Las Tres Escobas, donde Harry, escondido tras un árbol y cubierto por la capa de invisibilidad, escuchó una conversación entre el ministro Fudge, Nymphadora Tonks, Kingsley Shacklebolt, Hagrid, Flitwick y McGonagall.

—O sea, si no le he entendido mal, Tonks, Sirius Black no era el guardián de los Secretos de los Potter cuando Quien ya sabemos les encontró.

—Así es. Necesitamos que nos autorice a analizar su varita para demostrarlo, pero los interrogatorios que hemos hecho a las personas que le conocían apuntan en esa dirección—respondió la joven.

—Eso es muy débil, y seguimos teniendo el testimonio de Dumbledore de que el guardián de los secretos era él—objetó el ministro.

—Pero si es verdad, la historia se vuelve mucho más coherente. Nadie ha sabido dar una explicación de por qué Black traicionó a los Potter. Pero Pettigrew da mucho mejor el perfil de alguien capaz de eso—respondió Kingsley.

—Sí, estaba todo el día pegado a James Potter y Sirius Black porque eran los más populares y los más fuertes—intervino McGonagall. —Puede que creyera que Quien usted sabe era más fuerte y por eso se cambió de bando. Siempre se arrimaba al sol que más calienta.

—¿Se han olvidado de quién es primo Black? —protestó Fudge.

—Sí, de Bellatrix Lestrange, la mano derecha de... "él", y tampoco hemos olvidado que su hermano Regulus era mortífago. Pero no olvide que Regulus Black desertó y como consecuencia le hicieron desaparecer. O que a Sirius Black su propia madre le echó de casa. No tiene sentido que se convirtiera en un traidor—replicó Kingsley.

—En cambio, sí lo tiene que en un arranque de dolor por la muerte de dos personas a las que amaba como a hermanos hiciera volar en pedazos a quien consideraba responsable—dijo McGonagall. —Black no era violento, pero cuando veía en peligro a alguien querido por él podía ser más terrible que los mortífagos.

—Es cierto—asintió Hagrid. —En su último año le castigaron muchas veces por maldecir a alumnos de Slytherin que mostraban demasiada simpatía por los mortífagos y Quien ustedes saben. Sobre todo a aquellos que insultaban a Lily Evans llamándola "sangre su..." y lo que sigue.

—¿Pero es posible cambiar de Guardián de los Secretos?—inquirió Fudge.

—Oh, sí, siempre que quien haga el hechizo Fidelius sea el Guardián de los Secretos—explicó Flitwick.

—Por eso necesitamos que nos autorice a reabrir el caso, para que podamos analizar la varita de Black—dijo Kingsley.

—Sí, sí. Pero ¿qué hay de lo que pasó en el callejón? Tenemos testigos que dicen que Pettigrew llamó traidor a Black.

Tonks y Kingsley se miraron.

—De eso queríamos hablar, ministro Fudge. Hemos descubierto que en los informes de los agentes del Ministerio está la firma de Barty Crouch.

—¿Y qué? ¡Era el Director de Seguridad Mágica, es lógico que los firmara!

—No "ese" Barty Crouch. El OTRO Barty Crouch—dijo Tonks en tono misterioso.

—¿Qué insinúa?

—Todos sabemos cómo acabó. ¿No cree posible que...bueno, que alterara los informes para ocultar las pruebas de que Pettigrew era el verdadero espía?—dijo Kingsley

—Sí...bueno, suena verosímil.

—Además, ministro, si nos equivocamos, no pasará nada, pero si acertamos usted se apuntará un gran tanto—dijo Tonks.

—Pero si es así, Black seguirá siendo un criminal, eso no cambiará nada su situación.

—Pero para Harry eso puede significar el mundo—intervino Hagrid. —Es verdad que él no sabe que Sirius Black supuestamente traicionó a sus padres pero seguro que antes o después se entera y eso puede ser devastador para él.

—Si averigua la verdad, eso será una forma de cerrar este capítulo. Sobre todo porque el verdadero traidor está hecho pedazos. Puede vivir con que Black hiciera volar en pedazos con la persona que traicionó a sus padres. Pero le será mucho más difícil digerir la posibilidad de que Black les traicionara. Si demostramos que eso no fue así le ayudaremos. No sé si está al tanto de lo que pasó en el partido de quidditch—contó McGonagall.

—Sí, los Dementores le atacaron—asintió Fudge.

—Entonces, ¿tenemos luz verde?—preguntó Kingsley.

—La tienen. Pueden reabrir el caso.

—Espero que tengáis razón—dijo Hagrid. —Yo quería muchísimo a Sirius, para mí fue un duro golpe cuando oí que él podía ser un traidor. Que haya matado a esa rata asquerosa de Pettigrew si es que él es el traidor, que yo creo que sí, eso no me importa.

"Ni a mí tampoco", pensó Harry, mientras veía levantarse a Tonks, Kingsley, Hagrid, Flitwick y McGonagall. "Si le encontramos, no dejaré que se escape con vida".

¡Hola! Había dejado este fic abandonado pero creo que voy a retomarlo. Espero que os guste. ¡Saludos!