Los nombres de los personajes que utilizo en esta historia; no son de mi pertenencia sino de RUMIKO TAKAHASHI. La historia si es mía y queda prohibida su copia total o parcial.
Toma mi mano
Capítulo 1
Me encontraba caminando por los jardines, aquellos que se encontraban a las orillas de la ciudad. Había mucha gente, entre ellos, cientos de niños. No lo sabía pero justo frente a los jardines, habían construido un colegio. Ese día, acababa de reunirme con un cliente. Me había comentado sus planes y la idea que tenía para su futuro proyecto, pero por la fecha en que deseaba ponerlo en marcha, me dejaba a mí el tiempo contado. Obviamente, mi primer pensamiento fue el de aclararle su estúpida idea, sin embargo, no podía hacerlo todavía. A pesar de mi buena reputación en Estados Unidos, el trabajo aquí era diferente, por lo que mantener intacta mi imagen y demostrar la calidad de mi trabajo, era esencial.
No tenía otra alternativa, debía contener mis opiniones y dejarlo hablar tonterías. Además, también era porque no me sentía con la energía suficiente para lidiar con otra frustración. Durante todo ese mes, prácticamente me había pasado cada día buscándola, preguntando por ella o su familia y no había podido encontrar nada. Ni una sola pista de dónde podía estar.
Comenzaba a sentirme desesperado. Aunque sé que solo era un mes, no dejaba de pensar en qué; entre más tiempo pasara, esos días, seguirían sumándose a los ocho años alejado de ella.
Solté un suspiro y continúe caminando por el jardín hasta que llegué a la gran fuente que se encontraba en el centro. Cerré los ojos e intenté no dejarme inundar por la desesperanza. Tengo que admitirlo, comencé a preocuparme, a pensar que tal vez, ya no se encontraba en el país, o peor… en este mundo. Pero entonces, cuando mi mente comenzó a llenarse de estúpidos temores, escuché una voz.
Una voz, que nunca podría olvidar.
Abrí los ojos de golpe, dirigí mi mirada al lugar de donde se había escuchado y fue entonces cuando la vi.
No pude moverme, mi cuerpo se había paralizado. ¡Era ella…! No cabía duda, ¡era Rin!
Aún recuerdo la primera vez que la vi. Me encontraba cerca del edificio de licenciaturas, era el primer día de clases, por lo que para muchos de ellos era su primer año, pero para mí, ya era el tercero. Traía puestos mis audífonos, tenía clases hasta dentro de una hora, así que tenía tiempo. Entonces, justo cuando crucé frente a la facultad de administración, levanté la vista y fue ahí cuando mis ojos la vieron.
Es imposible explicar, todas las sensaciones que recorrieron mi cuerpo con tan solo verla, pues, era una chica hermosa. Todo de ella me encantó al instante. Desde su deslumbrante cabello castaño, hasta su preciosa sonrisa. Desde sus encantadoras piernas que gracias a su falda, pude disfrutar, hasta su pequeño y delgado cuerpo que ante mi perspectiva, era un cuerpo perfecto. Fueron solo un par de segundos, pero fueron suficientes para dejarme paralizado en medio del camino. Fueron suficientes, para atraparme por completo y provocar en mí, un interés que jamás había sentido por nadie. No exagero cuando digo que esa chica, desde el primer momento, fue la mujer más hermosa que he visto en mi vida.
Y eso no cambió, pues cuando volví a verla, no solo comprobé que era ella, sino que seguía siendo, la mujer más hermosa de todas.
Su deslumbrante cabello castaño seguía siendo largo y frondoso, su mirada, continuaba siendo cálida y distraída, su cuerpo… continuaba siendo esbelto y pequeño. Y su bello rostro, a pesar de verse más maduro por los años transcurridos, continuaba siendo tan angelical como el primer día.
Pasé saliva, sentí mi cuerpo temblar y mi respiración se aceleró tanto, que tuve que utilizar todo mi esfuerzo para mantenerme tranquilo. Era lo que esperaba, volver a verla. Incluso, la había buscado desde el primer día de mi llegada, pero aun así, en mi mente, no había siquiera planeado qué le diría o cómo me acercaría. Habían pasado ocho años, ocho largos años en donde, nuestro último recuerdo juntos, fue cuando sin más explicaciones que solo irme por problemas familiares, fue la razón para dejarla.
En un instante me sentí un imbécil. No sabía qué hacer. La tenía justo frente a mí, pero de alguna manera extraña, los tres metros de distancia, parecían tan lejanos como la distancia que separa a Estados Unidos de Japón. Aun así, no quise continuar pensando tonterías, la vida me había dado la oportunidad de volver a verla, y la tenía a tan solo tres metros, por lo tanto debía acercarme. Ya vendrían a mi mente las palabras que tendría que decirle, lo principal era, que ella supiera que yo, había regresado.
Fue así que, comencé a caminar, y en un acto dirigido por mis impulsos, pronuncié su nombre.
- Rin… - ella tardó un poco en voltear pero cuando lo hizo, sus ojos no pudieron mentir, sabía que era yo.
No dijo nada, sus bellos ojos cafés, solo me miraron como si mi presencia se tratara de un fantasma. Quizá haberme aparecido así no fue lo mejor. Aun así, ya estaba hecho.
Me inquieté un poco, la sorpresa en sus ojos no cambiaba y continuaba sin moverse, así que, intenté dar un paso, pero fue en ese momento, cuando la escuché pronunciar mi nombre.
- ¿Sesshomaru? – suspiró, llevándose una de sus manos al pecho.
- ¡Hola! – intenté saludar pero ella se adelantó.
- ¿Eres… eres tú? ¿Realmente eres tú? – cuestionó, y la manera en como lo había dicho, me hizo sentir como si ella, realmente me hubiera estado esperando.
- Sí, soy yo… - afirmé y ella, soltó aire.
Sé que estaba confundida y que tal vez, mil preguntas pasaban por su cabeza, pero ya tendría tiempo de explicarle todo. En ese momento, lo único que quería era, tomarla entre mis brazos y abrazarla hasta quedarme sin fuerza. Sin embargo, debía contenerme, había pasado mucho tiempo, no podía invadir su espacio solo porque la había extrañado como un loco. Ella debía darme su permiso. Entonces, lo único que hice fue; cortar el silencio.
- Ha pasado mucho tiempo…
- Sí, mucho tiempo. – y después de una pausa, agregó - Cuando, ¿Cuándo regresaste?
- Hace un par de semanas.
- Ya veo… Supongo que… viniste por trabajo, ¿No es así?
- No realmente. – suspiré - Si conseguí trabajo aquí pero… la razón por la que vine fue…
- ¿Y tu padre? – interrumpió enseguida - ¿Pudiste arreglar… ese asunto familiar? – y al escucharla, supe que no lo había olvidado. Durante todo ese tiempo, esa razón que le di para irme, la había mantenido presente.
- No del todo. – respondí sincero – Pasaron muchas cosas… Pero lo importante es que, no hará falta que regrese ahí. Nunca más… – vi como soltó un suspiro y cómo trató de decirme algo, pero al instante pude advertir como es que cambió de opinión.
- Pues… me alegro por ti. Igualmente, fue… una gran sorpresa volver a verte. – Enfoqué la mirada, acaso, ¿Ya estaba despidiéndose de mí? Pues no lo permitiría.
- Dime Rin – pronuncié de pronto – ¿Cómo has estado? – sus grandes ojos me miraron. Lucían vidriosos, pero no pude identificar si era porque brotarían lágrimas o si era porque mi pregunta le había indignado.
- He estado bien. – respondió a secas. – Al igual que tú, yo también viví muchas cosas… - ya lo suponía, estaba molesta. – Pero en fin…
- Rin yo… - traté de adelantarme, no quería que todo se quedara en esa conversación, pero entonces, se escuchó una voz.
- ¡Mami!
No tengo idea de cómo es que la voz de un niño llamó tanto mi atención, lo suficiente que me hizo voltear, pero quizás, la verdadera razón fue porque de alguna manera, algo ya me lo advertía.
No sé de dónde apareció, ni cómo fue que llegó tan rápido, lo único que sé es que, en cuestión de segundos, un pequeño niño, de alrededor de tres años, corrió en dirección a Rin y aferrándose a sus piernas, la abrazó volviendo a pronunciar aquella palabra.
- ¡Mami!
- ¡Oh! ¡Hola mi amor! – dijo ella correspondiendo al abrazo del pequeño.
Solamente una vez en mi vida, he experimentado un dolor tan grande que se ha sentido como si me matara, y fue; justamente aquel día en que me fui. La amaba, la amaba tanto, que irme me había destrozado por completo. Aun así, pude continuar mi camino, porque quizás, en comparación con lo que acababa de contemplar, no tenía comparación.
Si, definitivamente, era mucho peor.
Mil ideas y mil razones pasaron por mi mente en ese momento, pero las principales fueron claras.
Rin, tenía un hijo. Rin, había estado con otro hombre. Rin, había hecho una vida. Una vida sin mí.
Intenté pasar saliva, pero no pude, mi garganta se sentía rasposa, un agudo dolor se clavó en mí pecho, tan fuerte que me sentí sofocar. Mi cuerpo comenzó a temblar y la fuerza que me sostenía al piso, parecía haberse esfumado. No podía creerlo, ella ¿Realmente me había olvidado?
- ¿Quién es? – preguntó de pronto, volteando a verme.
- Ah, él… es…
- Tienes un hijo. – solté sin pensarlo y Rin, volteo sus ojos a mí.
- Así es… - afirmó.
Y entonces, como si hasta el momento no hubiera sido poco, cuando levantó su mano para acomodarse un mechón de cabello, pude ver lo que traía en una de sus manos. Era un anillo de matrimonio. ¡Maldita sea! ¿Cómo es que no lo había notado? ¡Traía un anillo de matrimonio! Un maldito anillo de matrimonio.
- Y, te casaste… - susurré. Y ella, volteando sus ojos a su mano y como si le hubiera dado vergüenza, escondió el anillo.
- Ah, bueno… si…- respondió. Y yo, lo único que pude decir fue:
- Ya veo…
De cualquier forma, ¿Qué más podría haberle dicho? ¿Qué nada en esta vida, me había dolido tanto, como el hecho de saber que ya estaba casada y que tenía un hijo? O ¿Cómo el hecho de que la única mujer a quien he amado, había hecho una vida, olvidándose completamente de mí?
Por un par de segundos que se sintieron eternos, ninguno de los dos, pronunció una sola palabra. Quizás porque, no sabíamos que decir o quizás, porque ya no se tenía nada que decir.
- Rin querida, lo siento mucho, en cuanto te vio, comenzó a correr. – dijo una mujer de avanzada edad que apareció de pronto.
- Tranquila, no se preocupe. Lo bueno fue que no se desvió.
Las observé inquieto, no conocía a la mujer, pero al escuchar que el niño no tardó en llamarla abuela, de inmediato supe que era la suegra de Rin. Antes de marcharme, habíamos mantenido una relación de dos años, por lo que fue fácil deducirlo, ya que yo, conocía bien a sus padres.
Por instinto, ambas dirigieron sus ojos a mí, y por la expresión de Rin, supe que mi presencia ya no cabía en ese lugar. Tal vez identifiqué su angustia por no desear presentarme a su suegra como su exnovio ya que la conocía a la perfección o fue simple intuición. Fuera cual fuera la razón, debía marcharme.
Aún, cuando me sintiera hecho pedazos.
- Ah, ¿Estabas ocupada? – cuestionó la mujer en un tono molesto, observándome con desdén. Pero antes de dejar hablar a Rin, me adelanté.
- Bien, le agradezco señora. Por la información. – Rin me observó y sin tardarse, entendió a la perfección mis intenciones, por lo que, lo único que hizo fue; responder cordial y después de dar media vuelta, se marchó.
La vi alejarse y quise hacer lo mismo, dar media vuelta e irme de ahí para nunca más volver, sin embargo, no pude hacerlo, en su lugar, me quedé ahí parado como imbécil. Viendo cómo se alejaba de mí, y al mismo tiempo, sintiendo como mi alma se desprendía de mi cuerpo.
No tengo idea de cómo fue que llegué a mi departamento, a pesar de estar perdidamente embriagado, pero lo hice.
Cerré la puerta detrás de mí y dirigiéndome a la cocina tomé la primera botella que encontré. Como pude me senté en el piso y de lo único que hubo espacio en mi mente, fue; ahogarme en alcohol. Lamentablemente, al ser víctima de la inconciencia, no pude controlar mis recuerdos y esas malditas imágenes que no dejaban de aparecer frente a mis ojos.
Rin, se había casado. Con un hombre que no era yo. Habían procreado un hijo. Un hijo que no era mío. Había hecho una vida. Una vida totalmente alejada de mí. Se había olvidado de mí.
Se había olvidado de mí.
No me considero un hombre fácil de sorprender, de persuadir o incluso, fácil de lastimar. ¿Pero esto? Esto era demasiado.
Mi pecho me volvió a doler, lo suficiente que ya no pude continuar bebiendo. Llevé mi mano hasta aquel dolor y en un momento, ya no pude contenerme más. Recuerdo haber llorado, pero eso había sucedido cuando era un niño. Nunca imaginé, que volvería a experimentarlo a mis treinta años.
Comentarios de la Autora:
¡Hola! Yo sé que fue corto este capítulo, pero debido a la futura trama, tuve que dejarlo hasta ahí. Como habrán notado, esta historia comenzó con el punto de vista de Sesshomaru, pero… al estarlo pensando, llegué a la conclusión de que también debo incluir el punto de vista de Rin. Así que el siguiente capítulo, será como el primero pero, ahora con la perspectiva de Rin.
No, los capítulos no serán uno y uno. Solo el primero se desarrollará de esta manera. Para los siguientes capítulos, la historia ira turnando los puntos de vista.
Bien, ahora que ya les expliqué cómo será, espero que les haya gustado el capítulo y como siempre, me puedan apoyar con sus hermosos comentarios. Les mando un fuerte abrazo y por cierto, muchísimas gracias por todo su apoyo, no saben lo feliz que me hizo ver su participación y disponibilidad para leer mi nueva historia. De verdad, se los agradezco mucho.
