Los nombres de los personajes que utilizo en esta historia; no son de mi pertenencia sino de RUMIKO TAKAHASHI. La historia si es mía y queda prohibida su copia total o parcial.
Toma mi mano
Capítulo 1.2 POV Rin.
Era un día normal. Me había levantado en la mañana, había alistado a mi hijo para llevarlo al colegio, me había despedido de mi esposo y como siempre, había corrido para alcanzar el transporte. Aún estaba intentando acostumbrarme a la ausencia de Kichiro, no me había separado de él, desde su nacimiento y sinceramente, sin mi dulce hijo a mi lado, me sentía… sola.
Mi suegra, la señora Banryu, solía visitarnos muy seguido. Más de lo que podía soportar, sin embargo, nunca se lo demostraba, aun cuando detestaba que tuviera llaves de mi casa para entrar en el momento que se le diera la gana. Y ese día, no fue diferente, pues después de llegar a casa y proponerme a realizar el aseo, mi suegra, llegó de visita. Otra vez.
Realmente, no teníamos una mala relación. Amaba a su nieto, amaba a su hijo y a mí, (según sus palabras) me hacía compañía. Era buena conversadora, alegre y muy, muy optimista, así que, si, podría decir que, no teníamos una mala relación.
Algo que disfrutaba mucho, era ir por su nieto al colegio, y como mi pequeño también quería a su abuela, no me molestaba darle la potestad de recogerlo. Sabía que al salir, lo llevaría a comprar una paleta helada, así que, me dirigí a la gran fuente que se encontraba en medio de los jardines.
No puedo mentir, me sentía cansada, frustrada y molesta. A veces, los días eran tan iguales y tan repetitivos, que había momentos en los que, ya no sabía el día ni el mes en el que estaba. Pero en fin, no tenía otra opción más que aguantar y tener paciencia.
Cerré los ojos y solté un suspiro. Justo después, pasó frente a mí una amiga, la saludé cordial y después de dirigirle la misma sonrisa de todos los días, me convencí de que ese día, sería igual que todos.
Hasta que… escuché una voz. Una voz, que nunca podría olvidar.
- Rin…
Abrí los ojos de inmediato en que mi cuerpo tembló y mi pulso se aceleró. Al instante, me quedé quieta, y sin aun voltear, intenté negarme a mí misma que se trataba de él, pero… no me di el tiempo de continuar considerándolo. Pues lo admito, mi curiosidad fue más grande por lo que simplemente, me giré para comprobarlo de una vez.
Fue entonces cuando lo vi.
¡No podía creerlo! Acaso, ¿Mis ojos me engañaban? ¿Era él a quien tenía en frente? Habían pasado muchos años. Ocho para ser más específica. Ocho años desde la última vez que lo había visto, ocho años, desde haberme roto el corazón. ¿Cómo era posible? Tenía en cuenta que se había marchado para nunca volver, ¿Cómo es que estaba ahí frente a mí? ¿Era real? O será que, ¿Estaba viendo un fantasma?
Es así que, sin poder evitarlo, me dejé guiar por mis instintos y en voz alta, expresé mi sorpresa.
- ¿Sesshomaru? – pregunté, sin saber en qué momento fue que me llevé mis manos al pecho.
- ¡Hola! – respondió, y fue ahí en que, pasando saliva, agregué aún más dudas a mi desconcierto.
- ¿Eres… eres tú? ¿Realmente eres tú? – insistí con ese aire de esperanza que creía haber sepultado hace mucho tiempo.
- Si… soy yo. – afirmó y soltando aire, mi cabeza se volvió una torbellino.
De acuerdo, no era mi imaginación, era real. El Sesshomaru frente a mí, era real. – Me dije - Sin embargo, al instante de confirmarlo, no supe cómo sentirme. Mil preguntas comenzaron a atormentar mis pensamientos, mi cuerpo temblaba, mi respiración no se calmaba y mi corazón… continuaba sin saber bajo qué sentimiento esconderse.
Entonces, ayudándome a regresar en sí, Sesshomaru, cortó el silencio.
- Ha pasado mucho tiempo…
- Sí, mucho tiempo. – afirmé tratando de parecer tranquila. Después de una pausa, agregué - Cuando, ¿Cuándo regresaste? – pregunté más que por seguir una conversación, por curiosidad propia. Aunque, tartamudear no me ayudaba. Debía tranquilizarme.
- Hace un par de semanas. – respondió.
- Ya veo… Supongo que… viniste por trabajo, ¿No es así? – y esa pregunta, fue quizá, más para mí, que para él.
- No realmente. – suspiró – Si, conseguí trabajo aquí pero… la razón por la que vine fue…
- ¿Y tu padre? – interrumpí enseguida, tal vez por miedo a conocer sus motivos, o porque sabía que no podría con más información. - ¿Pudiste arreglar… ese asunto familiar? - Y al escucharme, su rostro cambió de expresión, como si tocar ese tema le hubiese apagado el ánimo.
- No del todo. – respondió soltando aire – Pasaron muchas cosas… Pero lo importante es que, no hará falta que regrese ahí. Nunca más… – No pude evitarlo y solté un suspiro.
Cierto, lo había olvidado. Sesshomaru, nunca hablaba de más. No creía que a pesar de esos ocho años, ese aspecto en él, continuará intacto pero, está claro que me equivoqué. Era el mismo.
¿Cómo lo había pasado por alto? Tenía razón, muchas cosas habían pasado, tanto para él, como para mí. Su respuesta había sido tan concreta y falta de detalles, que me hizo volver a pisar el suelo de la realidad. Ese encuentro solo era un saludo. Un breve intercambio de palabras, entre dos personas que hace mucho tiempo, ya se habían vuelto simples conocidos.
Aun así, no pude evitar preguntarme, ¿Por qué me había saludado? Pero, cuando lo escuché, preferí dejar de lado mi curiosidad y regresar a mi papel. O mejor dicho, a la actitud que desde el principio debí tener.
- Pues… me alegro por ti. Igualmente, fue… una gran sorpresa volver a verte. – sabía que no estaba siendo grosera. Realmente, ya no teníamos más que decir, así que, continuar cada uno con nuestro camino era lo mejor. Sin embargo, cuando planee dar la vuelta y marcharme, Sesshomaru se adelantó.
- Dime Rin, ¿Cómo has estado?
Lo observé incrédula, hasta el momento, solo habíamos tenido un intercambio de palabras que hasta cierto punto, fueron normales pero, preguntar cómo había estado, ¿De verdad había tenido el descaro de preguntarme eso?
- He estado bien. – dije sin más, intentando contenerme de lo que de verdad quería decirle. Al final, preferí solo decir: Al igual que tú, yo también viví muchas cosas… - e intenté volverme a despedir – Pero en fin…
- Rin yo… - dijo, casi sonando a desesperación, pero no pude comprobarlo porque al mismo tiempo la voz de mi hijo apareció.
- ¡Mami! - No me dio tiempo de voltear cuando Kichiro, ya estaba aferrado a mis piernas.
- ¡Oh! ¡Hola mi amor! – dije espontánea correspondiendo al gesto de mi pequeño niño.
No supe cómo, ni de donde había llegado, pero estaba ahí. Y ver su sonrisa, fue suficiente para hacerme olvidar por un instante de mis sentimientos, todo pensamiento, e incluso a quien tenía en frente.
Pero claro, no podía ser por mucho tiempo. Mucho menos, cuando Kichiro era tan observador.
- ¿Quién es? – preguntó de pronto, volteando en dirección a Sesshomaru.
- Ah… - abrí los ojos sorprendida – Él… es… - no sabía cómo responder, nada venía a mi mente. Pero entonces, fue en ese momento que, mientras intentaba encontrar una buena explicación, Sesshomaru, habló.
- Tienes un hijo… – mis ojos se dirigieron a él, lo observé y noté que se veía más que sorprendido. Eso fue raro, solía ser un hombre muy poco expresivo. Aun así, sin tardarme, lo afirmé.
- Así es…
Incómoda, me arreglé el cabello y aunque quizá ya lo esperaba, su mirada me inquietó un poco, porque, no fue realmente de sorpresa, sino más bien de…
- Y, te casaste… - pronunció de pronto, provocándome un escalofrió en todo el cuerpo.
¡No puede ser! – me dije. Observé el anillo que llevaba en el dedo y en un acto que no debí hacer, escondí mi mano.
- Ah, bueno… si…- respondí y aunque no era mentira, no comprendí porque es que me costó tanto aceptarlo. Tendría que haberlo dicho como cuando afirmé lo de mi hijo, pero… no lo hice.
Pasé saliva, una enorme angustia comenzó a recorrer mi cuerpo. Quería levantar la mirada y verlo con ese mismo gesto de orgullo que había adoptado durante nuestra conversación, pero no pude. Aun así, hice el intento y lentamente comencé a subir mi mirada. Cuando por fin llegué a sus ojos, esa expresión en su rostro, me derrumbó por completo.
- Ya veo… - dijo sin más. Y yo, aunque quería hablar, pronunciar aunque fuera una sola palabra, no pude hacerlo, porque al mismo tiempo, no podía dejar de verlo. No podía dejar de preguntarme, ¿Por qué me veía de esa manera? Y, ¿Por qué desee retractarme?
Ninguno de los dos dijo nada más. Quizás porque, no sabíamos que decir o quizás, porque ya no se tenía nada que decir.
Segundos después, escuché la voz de mi suegra.
- ¡Rin querida! – y al instante aparté mis ojos de él – Lo siento mucho, en cuanto te vio, comenzó a correr. – dijo apenas llegando y por lo visto, lo suficientemente agitada.
En cuestión de segundos entendí lo que había pasado. Había soltado a mi hijo, y sin sentido de la responsabilidad, lo había dejado llegar hasta mí, solo. Sentí una furia recorrer mi pecho, ¿Cómo era posible que actuara así? El jardín era enorme, mi hijo tenía apenas tres años y aun así ¿Lo había dejado correr a buscarme? Pasé saliva, desee reclamarle, dejarle en claro su incompetente acto, pero claro y como siempre, debía tragarme mis sentimientos y tratarla con cariño.
- Tranquila, no se preocupe. Lo bueno fue que no se desvió. – me observó tranquila, sin siquiera una pisca de remordimiento. Justo después, dirigió su mirada al frente y al ver su expresión, toda mi furia desapareció.
- Ah, ¿Estabas ocupada? – cuestionó en un tono molesto, observando a Sesshomaru con desdén.
¡Lo que me faltaba! – Pensé – ¿Ahora qué le diría? Estaba claro que me encontraba hablando con él. Con mi hijo, al ser un niño, fácilmente podría haberlo convencido de cualquier cosa pero, ¿Mi suegra? Nunca fui buena para mentir y para ese punto ya me encontraba lo suficientemente nerviosa como para provocar sospechas. ¡No puede ser! – Me dije – Por instinto, dirigí mis ojos a Sesshomaru y como si hubiera entendido mi dilema, habló.
- Bien, le agradezco señora. Por la información. – no hizo falta que dijera más para que lo entendiera completamente. Tal vez, ya no podría decírselo pero agradecía su ayuda.
- No fue molestia – respondí cordial, como si se tratara de un desconocido. Dicho eso, di media vuelta. - ¿Nos vamos? – indiqué a mi suegra. Tomé la mano de mi hijo y comenzando a caminar, nos marchamos.
No voltee para atrás en ningún momento. Ni cuando salimos de los jardines, ni siquiera, cuando cerré la puerta de mi casa cuando por fin llegamos. No lo hice, no solo para que mi suegra no comenzara a crear suposiciones, sino también por mí. Deseaba con toda el alma que ese encuentro se quedara ahí, que ese pequeño desbalance en mi vida, quedara en el pasado para poder continuar con mi rutina.
Es así que, lo hice, después de ese momento, no volví a pensar en él.
El día continuó su rumbo. Hice de comer, conversé con mi suegra, ayudé a mi hijo con su tarea, y traté de recoger lo más que pude. Llegada la tarde, mi esposo llegó, saludó a su madre y después de que por fin se marchara mi suegra, los tres cenamos juntos. Llevé a mi pequeño a su cama, me acosté en la mía, y como siempre, escuché los ronquidos de mi esposo.
Pasado un tiempo, cuando sabía que ambos ya se encontraban completamente dormidos, me levanté. Tomé una manta y salí al balcón. Lo cerré desde afuera y aun a pesar del ruido de la ciudad, tape mi boca, para que nadie me pudiera escuchar. Entonces como si mis piernas hubieran perdido fuerza, me dejé cae de rodillas y fue ahí, cuando ya no pude seguir aguantándome y me solté a llorar.
No podía controlarme. Parecía una niña inconsolable. Sentía mis lágrimas recorrer mis mejillas, mi cuello y algunas, incluso las vi caer al suelo.
Estaba sorprendida. Sorprendida de mi misma. Realmente había hecho una buena actuación. Había sonreído y había actuado como si nada. Si, había podido engañar a todos, incluso a Sesshomaru. Pero no a mí misma. No a mí, porque… desde haberlo escuchado, el mundo que hasta ese momento vivía y aceptaba, se derrumbó.
En ese instante, cuando mis ojos confirmaron que era Sesshomaru, todo lo pasado se me olvidó. Olvidé que se había marchado sin darme más explicación, olvidé que me había dado la espalda sin decir adiós, incluso, olvidé que me había roto en mil pedazos el corazón. Todo lo olvidé, al punto en que quise correr, y lanzarme a sus brazos.
Sin embargo, pude contenerme. Pude mantener mi postura y controlar mis sentimientos para no ponerme a llorar frente a él. Aunque… también, debo admitirlo y darle mérito a Sesshomaru, pues gracias a sus palabras, pude recordar, la despiadada manera en cómo me abandonó.
Aun podía recordar ese momento. Lo tenía lúcido, como si hubiera pasado esa misma tarde.
Recordaba cómo es que me citó en esa plaza comercial. Yo me sentía emocionada, pues estaba perdidamente enamorada de mi novio. Lo vi a lo lejos, y desde contemplar su expresión, supe que algo pasaba. Sabía que aún estaba de luto por lo de su madre, así que planee darle ánimo, al fin, yo le había prometido estar siempre a su lado.
Cuando llegó hasta mí, como siempre, me lancé a sus brazos e intenté besarlo, pero él, no me lo permitió. Con frialdad, me apartó y sin darme la oportunidad de preguntar, comenzó a hablar. Fue simple y concreto, me dijo que se marcharía, pues debía resolver asuntos con su padre que estaba en Estados Unidos, por lo tanto, lo que había entre nosotros, debía terminar.
Intenté cuestionar, buscar más explicaciones pero, Sesshomaru, simplemente, dio media vuelta y se alejó.
Por mucho tiempo sufrí y lloré por él, pero… por mucho tiempo, también lo odié. A pesar de todo, continué mi vida. Al pasar los años, conocí a más personas hasta que llegó mi esposo. Con él, volví a experimentar esa emoción y esos sentimientos que tienes por alguien especial. Es así que, cuando descubrí que estaba enamorada de él, supe que Sesshomaru, al fin era parte del pasado. Me casé, tuve un hijo a quien amo con todo mi corazón y así, continué con mi nueva vida.
Pues siendo sincera, no creí que volvería a saber de Sesshomaru o que lo volvería a ver. Mucho menos, que volver a tenerlo frente a mí, me haría revivir todo lo que sentía por él. Pero lo que nunca imaginé ni siquiera en mis pesadillas, fue el hecho de; decirle al amor de mi vida, que yo, ya era una mujer casada.
Pero en fin, ya no podía hacer nada, lo pasado, ya era pasado. Sabía que Sesshomaru había regresado, nos habíamos encontrado y listo. Cada quién, continuaría con su camino y con su vida. Debía aceptarlo, por más que me doliera, por más que me negara. Debía hacerlo. Así que, voltee mis ojos al cielo, estaba a punto de amanecer, me sequé las lágrimas y decidida me prometí a mí misma, no volver a pensar en ese encuentro, no volver a pensar en Sesshomaru. Viviría la vida que había elegido y listo.
Después, entré a casa.
Comentarios de la Autora:
Mis queridísimas lectoras. Deben saber que en esta historia, el principal narrador será Sesshomaru. Si, Rin también participará pero en sí, la historia pertenece a Sesshomaru. Es por eso que, los capítulos que sean narrados por Rin, serán más simples o incluso, su narración será más concreta.
Espero que este capítulo les haya gustado y espero en verdad, saber su opinión, pues les tengo una pregunta, ¿Qué narración fue más dolorosa? Estaré esperando sus respuestas. Ya saben que amo leerlas.
Por cierto, muchísimas gracias por su apoyo, me llena de alegría ver la aceptación que tienen para con mis historias. Les mando un fuerte abrazo y nos leemos en las siguientes actualizaciones.
