Los nombres de los personajes que utilizo en esta historia; no son de mi pertenencia sino de RUMIKO TAKAHASHI. La historia si es mía y queda prohibida su copia total o parcial.
Toma mi mano
Capítulo 3.
Me sentía tranquilo, la cena había pasado rápido, el proyecto ya se pondría en marcha e increíblemente, la hija de Naraku, no había resultado como la imaginaba. Si, quizás hablaba mucho y sonreía demasiado pero, fuera de eso, no era desagradable.
Mientras caminaba con ella, en dirección al estacionamiento, después de semanas, mi mente se mantuvo en blanco, no pensé en nada. Tal vez, era buena señal, pues el plan de concentrarme únicamente en el trabajo estaba funcionando de verdad. Lamentablemente, todo se fue a la mierda.
Sabía que del lado contrario, se acercaba una pareja, pues escuché voces así como el sonido de un par de tacones. No tendría que haberme importado, no soy esa clase de sujeto. Por lo tanto, no tendría por qué haber levantado la mirada pero… ¡Maldita sea! Lo hice y fue mi error, pues fue en ese momento, cuando noté que no se trataba de una pareja cualquiera, sino de Rin y su esposo. ¿Y cómo supe que era su esposo? Bueno, pues el bastardo, la llevaba tomada de la mano.
Está de más decir, que esa tranquilidad que comenzaba a sentir, desapareció por completo. Igualmente, no puedo explicar cómo pasó pero, aunque solo fueron un par de segundos, pude ver con claridad, cada detalle, tanto de Rin, como de ese maldito.
El sujeto, llevaba puesto un traje barato, su porte demostraba desequilibrio y por su rostro, parecía sentirse incómodo. No obstante, en su mirada pude notar una picardía que me enfureció. Tal vez, fue mi odio que ya le sentía aun sin conocerlo o tal vez, mi rapidez para despreciar a las personas lo que me hizo notar una extraña actitud en él. No puedo asegurarlo porque repito, pude haberlo hecho a propósito pero aun así, en mi mente, tengo su imagen, viendo de manera lasciva a mi acompañante.
Pero eso no es lo peor. Lo peor de todo, es que Rin, lucía increíblemente hermosa.
Llevaba puesto un bellísimo vestido rojo. Largo, con escote moderado pero que dejaba al descubierto sus sexis hombros. Un par de zapatillas color plata y su abundante cabello iba recogido con una brillante peineta. Iba sonriendo, su rostro demostraba ilusión, su mirada demostraba felicidad y su mano, la misma donde lucía su anillo de matrimonio se aferraba a la mano de su esposo.
Un vacío se apoderó de mi estómago y como si hubiese recibido un golpe en el pecho, inmediatamente me sentí sofocar. En un instante, ya no pude pasar saliva, mi pulso se aceleró y mis piernas la sentí temblar. Claro está que, puse todo de mí parte para parecer inmutable y continué caminando.
Es así que, pasando uno del lado del otro y como completos desconocidos, ambos, desviamos la mirada.
Kagura y yo, llegamos hasta el estacionamiento, me despedí de ella y sin mirar atrás, entré a mi auto. Cerré la puerta y como si hubiese llegado de correr una maratón comencé a jadear. Observé mis manos, estaban temblando, así que intenté controlarme cerrando los puños y recargando mi cabeza en el volante, pero no funcionó.
Era obvio, ¿A quién quería engañar? Está claro que nunca volvería a sentirme tranquilo. Nunca me desharía de ese dolor, porque mientras no dejara de amar a Rin, no podría seguir adelante.
No me fui. No lo hice porque no estaba en condiciones y también, porque algo dentro de mí, deseaba comprobarlo. ¡Pero que idiota! ¿Qué más quería comprobar? O tal vez, simplemente era un masoquista. Sea como fuere, me quedé en ese estacionamiento, hasta que los volví a ver. Sabía que habían llegado en auto, pues al momento de entrar, venían de esa dirección, así que me fue fácil suponerlo.
No sé si fue buena o desafortunada mi suerte pero su auto, no se encontraba lejos del mío, así que aprovechando esa vista, los observé. El tipo iba delante de ella, parecía apresurado pero el rostro le lucía satisfecho. ¡Infeliz! No pude ver el rostro de Rin, pues él la cubría. Cuando por fin ambos llegaron hasta su auto, sin entrar a él, comenzaron a hablar. No pude escuchar, pero atento, quise obtener alguna idea, lo que fuera. Pues bien, el que busca encuentra, ya que, pude ser testigo de cómo es que ese bastardo, tomándola por la cintura, la acercó a su cuerpo, acarició su cabello y después de palmar su trasero, comenzó a besarla.
Voltee el rostro, asqueado por lo que acababa de contemplar. Intenté pasar saliva pero no pude, y en un instante, me sentí arder de rabia. En ese momento, desee con el alma salir de mi auto, apartarlo de ella y golpearlo hasta quedarme sin fuerza. Pero… no podía, no podía hacer nada. ¡Carajo! – gruñí. – es así que, en un acto a penas guiado por mi razón, arranqué mi auto y salí de ahí.
Maldije, maldije y volví a maldecir. Era un imbécil, un total imbécil. Pero yo mismo me lo había buscado. ¿Por qué carajo tenía que quedarme? ¿Por qué carajo tenía que ver con mis propios ojos como otro hombre la sostenía en sus brazos? ¿Por qué tenía que volver a atravesarme el corazón? ¡Imbécil y mil veces imbécil! Eso es lo que era.
Llegué a mi departamento, abrí la puerta y sin fuerza para seguir controlando mi furia, solté un golpe a lo primero que mis ojos vieron. Afortunadamente se había tratado de la pared, y ¿Por qué lo digo? Porque ansiaba desesperado que se me hubiese roto la mano, que sintiera otro dolor que no fuera el de mi pecho, pero… no pude conseguirlo. En cambio, cuando observé mi mano, si, estaba roja, pero por algún motivo, no sentí dolor. Parecía como si no hubiera golpeado nada, mientras que dentro de mí, seguía punzándome el corazón.
Tomé aire, me llevé una de mis manos al pecho y con dificultad, solté un suspiro. Recargué mi cabeza en la pared, justo al lado donde había golpeado y respirando entre cortado, quise evitar volver a ponerme a llorar.
Yo me lo había buscado… pero no exactamente haber visto lo que vi, sino… lo que había pasado.
Cuando tomé la decisión de irme, no pasó por mi mente explicarle las razones a Rin porque no quería que supiera lo patético que era. No quería que me tuviera lastima, que fuera ella quien me salvara, no quería que viera mi lado vulnerable. Es por eso que, simplemente me fui. Por mucho tiempo, me cuestioné el ¿Por qué no le pregunté, si hubiera estado dispuesta a esperarme? Pero después recordaba que, ni yo mismo sabía si iba a poder regresar.
Afortunadamente lo hice pero… si ella hubiera aceptado mi propuesta, me habría esperado, ocho largos años. Si, lo admito, esperar que me recibiera con los brazos abiertos a pesar de como habíamos terminado, fue una tontería, pero más que eso, fue meramente soberbia. Sabía que Rin me amaba, y que si se lo hubiera propuesto, ella habría aceptado casarse conmigo. Fue por eso que, quizás, creí que nunca encontraría a alguien más, que yo siempre estaría presente. Pero está claro que mi vanidad me ganó y me cegó a la realidad. Su vida debía continuar, ya fuera conmigo o sin mí.
Como bien se lo había dicho a Inuyasha, era total y únicamente mi culpa. Había cometido un terrible error. Sin embargo, él hubiera no existe, la había perdido para siempre y yo, debía aprender a vivir con eso.
Esa noche, volví a hacerlo. Volví a portarme como un niño. Me recargué en la pared, me dejé caer al piso y ahí, pasé toda la noche.
Agradezco realmente, que el proyecto comenzara tan pronto, pues desconozco si me hubiera vuelto a hundir entre el alcohol y los sueños. Pero como dije, afortunadamente, me concentré solamente en el trabajo, y gracias a eso, pude sobrellevar mis días. Amaba mi trabajo, me gustaba lo que hacía y confieso que, era relajante, no obstante, nada de eso importaba, ya que, ese penetrante dolor en mi pecho, seguía ahí, no se marchaba, y estaba seguro que ahí permanecería el resto de mi vida.
Kagura, la hija de Naraku. Constantemente me pedía reuniones para revisar detalle a detalle la construcción de los departamentos, pues según sus palabras; quería conocer hasta el último rincón del lugar que ella administraría en el futuro. Debo mencionar que, aunque no me desagradaba la chica, era incómodo que todo el tiempo estuviera presente, más que nada cuando me percaté que su constante presencia, se debía a su interés por mí.
Siendo sincero, me sentía molesto. Me hubiese gustado, darme una oportunidad. Ella, era una chica increíble. Era hermosa, inteligente, divertida. Lo único malo es que, ella, no era Rin.
Quizás, si esa noche en aquel restaurante, no me hubiera encontrado con Rin y su esposo. Quizás, me habría dado la oportunidad de estar con Kagura. Pero desafortunadamente, no fue así.
¿Por qué tenía que encontrarla? ¿Por qué tenía que ver con mis propios ojos, como era feliz con ese bastardo? ¿Por qué se había casado? Pero lo peor de todo es; ¿Por qué seguía aferrándome a ella, cuando ya no me pertenecía? Era una mujer casada, había hecho una familia, tenía una vida, ¿Por qué no podía olvidarme de ella?
Cuando recién me percaté del interés amoroso que tenía Kagura para conmigo, juro que lo intenté. Traté de interesarme en ella, de ver sus virtudes, de alabar su belleza, pero no pude. No pude porque cuando veía algo bueno en Kagura, inmediatamente era comparado y opacado por Rin.
Cuando Kagura, me sonreía, era inevitable el no pensar que Rin, siempre tuvo la sonrisa más hermosa. Cuando Kagura me miraba, con esos ojos escarlata, no podía evitar extrañar esos ojos cobrizos, que cada que se posaban en mí, me inundaban el alma de tranquilidad. Y cuando Kagura tenía comportamientos encantadores, era inevitable pensar, que entre todas, Rin siempre fue la mujer más maravillosa. Desde su voz, su manera de hablar, su cabello, su risa, hasta su forma de caminar. ¡Todo! Todo en Rin, era perfecto.
No era justo. No al menos para Kagura, pues no merecía que mientras ella ponía todo de su parte para ganar mi corazón, yo estuviera pensando en otra mujer y que al mismo tiempo, la estuviera comparando con ella. ¡Era increíble! Kagura era increíble. Lamentablemente, yo era un idiota. Un completo idiota.
Habíamos pasado diez meses trabajando juntos, sabía que se había enamorado de mí y aunque yo había puesto todo de mi parte para poder corresponderle, siempre cuidé mi manera de hablarle, mi manera de mirarla y mi manera de tratarla. Sin embargo, no había funcionado, ¿Qué significaba? Que tenía que romperle el corazón. El contrato ya había terminado, nuestro tiempo trabajando juntos, por fin quedaría en el pasado, y así mismo, tendrían que pasar sus ilusiones de estar a mi lado.
Esa noche, en la fiesta de inauguración, me aislé del ruido dirigiéndome a la terraza principal. Necesitaba un poco de aire. Había pasado ya un año desde mi regreso a Japón. Diez meses desde la última vez que había visto a Rin besarse con su esposo y aun así, no lograba sacarla de mi mente. Apreté los ojos, solté un suspiro e intenté con todas mis fuerzas reprimir mi dolor.
Había sido difícil. Vivir de esa manera. Soportando cada día, esas imágenes que no podían borrarse de mi mente, ese lento palpitar de mi corazón cada que pensaba en ella, esa desesperación de volver a buscarla y ese deseo de poder olvidarla que, al mismo tiempo, se mezclaba con el deseo de guardarla para siempre dentro de mí. Porque, de algo estaba seguro. Sabía que si llegaba el día en que por fin me olvidara de Rin, el amor que alguna vez me tuvo, por fin se marcharía. Ese amor que Rin, alguna vez me sintió, ya no existiría, ni siquiera en mi memoria. Y yo, no estaba dispuesto a desprenderme de eso.
No quería olvidar que ella alguna vez me sonrió solo a mí, que sus manos alguna vez, solo me acariciaron a mí y que sus labios, alguna vez, solo me besaron a mí.
¡Ja! ¡Que patético! ¿No? que masoquista y que enfermo estaba.
O quizás, realmente se trataba de depresión, de dolor y de un duelo que no podía superar.
Le di un trago a mi copa e intenté pasar el alcohol por mi garganta, al mismo tiempo de convencerme que esa debía ser una buena noche. Naraku por fin me había hablado del proyecto en el que quería trabajar conmigo y dueños de poderosas constructoras ya me habían pedido cita, así que, era momento de dejar atrás los juegos. Mi nombre ya se estaba conociendo, debía sentirme feliz por lograr lo que había buscado. Pero lo único que sentía, era una inmensa desesperación.
Quería volver a verla…
Volví a soltar aire y planee irme, cuando de pronto, escuché una voz.
- ¡Sesshomaru! – voltee la mirada y ahí estaba ella, luciendo un hermoso vestido morado. - ¿Qué haces aquí? – cuestionó, acercándose a mí.
- Disfruto de la vista. – respondí, dirigiendo mis ojos a la ciudad.
- No creí que fueras tan romántico. – bromeó.
- No lo soy. – adelanté. Ella, soltó una risita. Después de un tiempo sin decir más, suspiró.
- Hoy es nuestro último día trabajando juntos. – cerré los ojos.
- Así es.
- Sabía que mi padre haría esto. – dijo de pronto. Yo, la observé. – desde el principio siempre te consideró para el proyecto de su próximo hotel. – entrecerré los ojos, ¿a qué se refería? - ¿No lo sabías? – preguntó. Yo, levanté una ceja. – Esto de que ambos trabajáramos juntos no fue más que una prueba para mí.
- ¿Una prueba?
- Así es. Mi padre, lo único que quería, era saber si yo, era capaz de ir al mismo paso que un profesional como tú. – la observé con duda. - ¿Sabes? Fue mentira todo ese discurso de que quería probar si eras tan bueno como se lo dijo su amigo americano. Mi padre ya lo sabía. Todo esto lo hizo por mí. – por mi parte, guardé silencio.
Lo cierto es que, mentiría si dijera que ya lo sabía, pero en realidad no fue así. Al menos, no al principio. Y aunque desde el inicio, me pareció extraño que el hombre con más hoteles en el país, me pidiera un proyecto para departamentos de renta, preferí no indagar y aceptar el proyecto, (mis razones ya las he mencionado anteriormente) no obstante, cuando comencé a trabajar con su hija, me percaté realmente de que sus principales intenciones, eran iniciar a su hija en su futuro negocio.
Está de más mencionar que enfurecí, y aunque quise retirarme, también acepté que hacerlo, no hubiese sido profesional. Aun así, planee nunca más volver a trabajar con él, hasta esa noche, cuando después del brindis se acercó a mí.
Flashback.
- Parece que tú y mi hija, se acoplaron muy bien trabajando juntos. – comentó divertido, mientras que yo, contuve mis deseos de golpearlo. – ¡Tranquilo Sesshomaru! el juego ya terminó. – añadió entre risas, mientras tocaba mi hombro. Así mismo, sus palabras, llamaron mi atención. - ¿No lo crees?
- No sé de qué está hablando. – dije sin más.
- De que ya es momento en que tú y yo nos reunamos. En mis planes esta construir otro hotel. Y quiero que tú, te encargues de ese proyecto. – abrí los ojos, realmente me había tomado por sorpresa. - ¿Qué te parece? Entre más rápido comencemos mejor.
- Estoy de acuerdo. – respondí y estrechando nuestras manos, cerramos el trato.
Fin del Flashback.
Ya veo – me dije. Entonces de eso se trataba.
Y así, por fin lo entendí. Primero deseaba que su hija obtuviera sus bases, con mi ayuda. Para después, enfocarse realmente en lo que tenía planeado para su empresa.
¡Maldito anciano! – dije, gruñendo por debajo.
- ¿Estas molesto? – preguntó Kagura, sacándome de mis pensamientos. Voltee a verla e intentando contener mi furia, le respondí.
- Contigo no. – le dije, pues parecía estar preocupada.
- Ya veo… - suspiró. – Me alegra. Igualmente, supongo que tiene algo bueno el que vayas a trabajar con mi padre en su futuro hotel. Así podre seguir viéndote. – añadió, mirándome con sus penetrantes ojos carmesí.
La observé por un segundo. Realmente era un idiota. Sin embargo, era algo que ya sabía. Nunca llegaría la mujer, que opacara a Rin. Por lo tanto, cuando vi que comenzó a acercarse a mí, y que al mismo tiempo entrecerró los ojos, me aparté.
- Detente, Kagura. - pronuncié. Ella, abrió sus ojos.
- ¿Qué pasa? – cuestionó enseguida.
- Lo siento pero, no puedo…
- ¿Lo dices por mi padre? ¿Porque van a trabajar juntos? – interrumpió. - Sesshomaru, por mucho que ame y respete a mi padre, nunca voy a permitir que se interponga en mi vida personal. Solo yo, decido con quien quiero estar. Y quiero estar contigo. – e intentó volverse a acercar pero yo, de inmediato intervine.
- No es tu padre el motivo por el que no puedo corresponderte Kagura. Sino porque, no tengo sentimientos por ti. – ella, contuvo el aliento – Me agradas, eres una excelente amiga, pero hasta ahí. No puedo verte de otra manera. Lo siento.
Lo admito, quizás, fui brusco con ella pero, alargar las cosas no era lo más apropiado. Quería dejarle claro que entre ella y yo, no pasaría nada.
- Ya veo. – suspiró. Justo después, no dijo nada más. Bajó la mirada, se llevó una mano a su pecho y pasados unos segundos, regresó sus ojos a mí para añadir. - Hubo días en los que…sentí como si tú, realmente hubieras comenzado a tener sentimientos por mí. Fue por muy poco pero, quise aferrarme a eso. Solo quiero saber, ¿Fue cierto o fui yo quien se confundió?
No era cierto, nunca generé sentimientos por Kagura, sin embargo, si quise intentar sentir algo por ella, pero no lo logré. Aun así, no podía admitirlo, porque si lo hacía, se aferraría a la poca esperanza que le quedaba para no dejarme ir y lo que yo quería era que ella, buscara a alguien que realmente la amara.
- Nunca me comporté de otra manera que no fuera profesional. Lamento que te hayas confundido. – dije y fue justo ahí, cuando sus lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas.
Sabía que le había roto el corazón, así que ya no dije más, y tampoco me acerqué. En esa situación, lo mejor era; hacer nada.
Pasados un par de minutos, Kagura, se limpió el rostro, levantó la mirada y mirándome a los ojos, habló.
- Está bien… - suspiró. – Lo entiendo. Fue mi culpa. Yo fui quien se ilusionó y quien se engañó, cuando tú, solamente, estabas trabajando. Lo siento Sesshomaru. Nunca fue mi intención incomodarte. – yo, solo la observé. - Bueno eh, ya debo irme. – y dando la vuelta se encaminó a la salida.
Me giré, con la intención de volver a enfocar mis ojos a la ciudad, cuando su voz, me detuvo.
- Me dijiste que no podías verme de manera romántica, pero que sí me ves como una excelente amiga. – pronunció de pronto. - ¿Crees que pueda quedarme con ese título? ¿Puedo ser tu amiga? – lo admito, me tomó por sorpresa, pues ni siquiera yo, me había percatado de mis palabras.
Quizás, porque había sido sincero, porque en efecto, consideraba a Kagura una buena amiga, solo que hasta esa noche, no me había percatado de eso. La observé por un momento, cuidando que mi sorpresa no se reflejara. Después, con seguridad, le respondí.
- Claro que si, Kagura. – vi como todo su rostro me sonrió y sus ojos que aún estaban irritados por las lágrimas, brillaron de alegría. Me di la vuelta y ella, finalmente, se marchó.
Recién eran las diez de la noche, cuando me fui de la fiesta de inauguración. Había empezado hacía apenas dos horas, pero en vista de todo lo sucedido, fue suficiente para desear irme. Además, no solían gustarme las fiestas y el proyecto de los departamentos por fin había terminado, por lo tanto, ya no tenía motivo para que continuara ahí.
Esa noche, no sé por qué, pero en lugar de ir directamente a mi departamento, decidí ir a caminar. Cerca de mi departamento había un parque, que a pesar de la hora, era muy concurrido, quizás se debía a la abundante luz que lo iluminaba, así como a los cientos de negocios que lo rodeaban. En fin, me adentré en él y comencé a recorrerlo. Esa noche, a comparación de otras noches que lo había visto, se encontraba particularmente solo, lo cual me favoreció pues lo que quería, era silencio y tranquilidad.
Lamentablemente, no pasó como lo planee pues mientras caminaba, comencé a escuchar un quejido que después se trasformó en llantos. Giré mi cabeza para tratar de encontrar el origen de los sollozos pero no veía nada. Llegué a pensar que quizás fue mi imaginación, así que continué caminando. Pero nuevamente escuché ese llanto. Me detuve, estaba comenzando a irritarme. Lo único que quería era un paseo tranquilo. Cuando entonces, pude ver algo cerca de unas bancas. Parecía una chica, estaba sentada en una banca, justo debajo de un árbol. Sus manos cubrían su rostro y parecía estar tratando de calmarse.
Ciertamente, mi primer instinto, no fue ir a ayudarla. Aun así, por algún motivo, me acerqué.
Habían pasado diez meses. Diez meses desde haberla visto por última vez. Nunca imaginé que volverme a encontrar con Rin, seria de esa manera.
Comentarios de la Autora.
¡Hola! Mis queridísimas lectoras. Aquí les traigo, un nuevo capítulo de "Toma mi mano"
Con respecto a "Love Song" tranquilas, ya estoy trabajando en donde me quede. No les prometo fechas pero si puedo decirles que también ya estaré poniéndome al día con ese Fic.
Por cierto, el capítulo de hoy, quizás fue un poco apresurado pero… no quise enfocarme mucho en la relación entre Kagura y Sesshomarru. Deben saber, que todo lo que ha pasado ha sido meramente de transición. A partir de este capítulo, se viene la verdadera trama. Claro, sin contar los POVS de Rin, ya que los capítulos narrados por ella, solo serán un vistazo de su perspectiva.
Bueno, eso es todo, les mando un fuerte abrazo y espero con ansias leer sus comentarios.
