Los nombres de los personajes que utilizo en esta historia; no son de mi pertenencia sino de RUMIKO TAKAHASHI. La historia si es mía y queda prohibida su copia total o parcial.


Toma Mi Mano.

Capítulo 3.3. POV Rin.


Lo había decidido. Después de esa noche, nunca más volvería a pensar en él. Ese encuentro entre ambos, quedaría borrado de mi memoria. Nunca más, volvería a llorar por Sesshomaru. Seguiría con mi vida, cuidaría de mi hijo y de mi matrimonio y así, todo continuaría normal. ¡Sí! Eso, era lo mejor.

Desafortunadamente, no pude cumplir mi propósito, ya que, después de esa noche, no volví a conciliar el sueño.

¡No podía entenderlo! Después de ese encuentro con Sesshomaru, cada noche comencé a despertar, y en cada madrugada, como si ya se hubiera vuelto mi nueva rutina; salía a la terraza, abrazaba mi pecho y ahí permanecía hasta recibir un nuevo día. ¿Pero y quién me acompañaba? Mis miles y miles de lágrimas.

¡Era cierto! Eso de haber olvidado a Sesshomaru, era una total mentira, pues soy consciente de que siempre permaneció en mi corazón. Había sido una persona importante para mí, ya que, en el pasado, lo había amado como a nadie. No obstante, eso no significaba que no aceptaba lo que pasó. Él y yo, habíamos terminado hace mucho tiempo, yo había conocido a alguien más, había olvidado a mi ex novio, me había enamorado, me había casado y habíamos procreado a un hermoso niño. ¿Por qué tendría que haberme afectado tanto el volver a ver a quien me abandonó? ¿Por qué sentía ese constante dolor en mi pecho? ¿Por qué no dejaba de llorar cada vez que recordaba ese momento?

¡Era una tonta! Era una mujer casada, no podía seguir así; pensando en otro hombre, llorando por otro hombre, sufriendo por otro hombre. No era correcto. Pero al mismo tiempo, era inevitable.

Me tardé un mes, pero al final, logré dejar de llorar cada noche. Y justo a tiempo ya que, pronto se acercaría nuestro aniversario de matrimonio. Debo admitirlo, el saber que se había cumplido un año más a su lado, me ayudó en mucho. Me hizo regresar a la realidad y me ayudó a enfocarme en lo que verdaderamente importaba. Mi familia.

Bankotsu y yo lo habíamos hablado meses atrás, para este aniversario saldríamos a cenar solo nosotros dos. Me sentía emocionada, no solíamos salir mucho, y pocas veces pasábamos tiempo a solas, así que, dentro de mi corazón, tenía la esperanza de que esa velada, sería la clave para hacerme recuperar la fe en lo nuestro y al mismo tiempo, borrar para siempre, la imagen de Sesshomaru.

Esa era mi más grande ilusión. Esa noche. Pues esa noche, sería la clave para que todo volviera a ser normal. Esa noche, sería el adiós definitivo. Sin embargo, no pasó como lo planee.

Sabía que mi esposo no era fanático de ese tipo de lugares, pues según sus palabras "él no encajaba ahí" aun así, logré convencerlo de que era una buena idea. Dejamos a Kichiro en casa de mi suegra y ya listos, nos dirigimos al restaurante.

Quizás para alguna persona bien acomodada, "Sensu" no era el restaurante más elegante, pero para mí, era perfecto, era hermoso, y además, solamente ahí, podía usar ese hermoso vestido rojo que me había regalado mi mejor amiga hace años. Me había esforzado, me había puesto unas zapatillas no muy altas para que Bankotsu no se incomodara, me había arreglado el cabello con una brillante peineta y me había maquillado como a mi esposo le gustaba. Por lo tanto, todo debía salir bien…

Sabía que Bankotsu no estaba feliz, habíamos gastado nuestros ahorros en ir a ese restaurante y el vestirse con traje no era algo que le agradara, por lo que, intentando animarlo, lo tomé de la mano, le regalé una gran sonrisa y prometiendo que esa noche sería increíble, nos dirigimos dentro.

El pasillo que conectaba con el estacionamiento y el restaurante, era bellísimo. Tenía una pared tapizada de rocas y del otro lado, era toda una pared formada por una elegante fuente. Quizás, en otras circunstancias, hubiese sido un recorrido romántico. Mi esposo y yo, tomados de las manos, caminando como cuando éramos novios. Pero… que desafortunada era mi suerte, pues además de que no pudimos estar solos porque una pareja que ya se marchaba, invadió el espacio, fue precisamente esa pareja, la que arruinó más que mi idea de una cena romántica. Arruinó mis planes, arruinó mi entusiasmo, arruinó mi vida.

Sinceramente, no me habría importado ver a otra pareja, es más, habría alentado mi fe de que esa velada sería mágica. Pero… ¿Por qué tenía que ser una pareja, conformada por Sesshomaru? ¿Por qué tenía que encontrármelo ahí? ¿Por qué? ¿Por qué justamente ahí? ¿Por qué justamente, cuando intentaba arrancarlo de mi mente?

No me percaté al instante, como dije, iba emocionada, ilusionada y con mucha expectativa. Me aferraba a la mano de mi esposo y contemplaba con asombro la hermosa fuente de pared. Quizás, fue que sentí como Bankotsu intentó soltar mi mano lo que me hizo voltear y ver justo frente a nosotros, como es que Sesshomaru, venía de adentro, acompañado no solo de una mujer, sino de una mujer muy, muy hermosa.

No voy a ocultarlo, al instante, sentí como si me hubiesen clavado un cuchillo en el pecho. Mis pulmones los sentí vacíos y aunque intenté pasar saliva, no pude hacerlo. Mis piernas me temblaron y todo mi cuerpo, lo sentí desvanecer. Lo intenté, juro que intenté con todas mis fuerzas parecer indiferente, desviar la mirada y no verlos, pero está claro que fallé. Pues mis ojos se posaron en ambos, y en un segundo, sentí como se llenaron de lágrimas.

No podía creerlo.

Si, lo sabía, Sesshomaru era un hombre libre, podía estar con la mujer que quisiera, nada lo ataba a mí. Mucho menos cuando yo, ya era una mujer casada. Aun así, me dolió. Y me dolió tanto, que usé toda mi fuerza de voluntad para no ponerme a llorar.

Observé a la mujer que lo acompañaba y como si se tratara de otro cuchillazo, me punzó el pecho. Pues no solamente era hermosa, sino que la chica… también era muy joven. Quizás, diez años menor que él, no lo sé, porque al menos, de veinte años si se veía.

Esa noche, era la primera desde hace muchas en que, me sentía hermosa. Mi vestido, mi cabello, mis zapatillas, todo me había encantado… hasta que la vi a ella. Ya que, en cuanto mis ojos la recorrieron, no pude evitar sentirme; poca cosa…

Debía esperarlo, ¿no? Ella era hermosa, joven, y parecía ser muy refinada, ¿Cómo no fijarse en ella? ¿Cómo no elegirla a ella? en comparación conmigo, yo no le llegaba ni a los pies. Ya no tenía veinte años, mi cabello ya no era igual de brillante y sedoso, mi piel ya no era suave y mi cuerpo, ya no era el mismo. Yo, ya no era la misma.

No sé cómo le hice para continuar caminando, pero lo logré. Logré pasar a su lado y fingir que lo que había visto, no me perturbó en lo más mínimo, cuando dentro de mi corazón, me sentía destrozada.

El perfume de Sesshomaru inundó mis pulmones. Apreté los dientes volviendo a contener mi dolor, no podía permitirme llorar. Ya no.

Continúe caminando con mi esposo a mi lado, hasta que llegamos a la recepción. Giré mi cabeza y los vi salir al estacionamiento. Mordí mis labios y me pregunté desconcertada; ¿Cómo es que Sesshomaru podía ser tan frio? Sabía que me había visto, sus brillantes ojos ámbar se habían cruzado con los míos y aun así, no había hecho ningún gesto, no había mostrado ningún sentimiento. Había permanecido con el mismo rostro inmutable de siempre.

¡Va! ¿Qué me esperaba? ¿Qué me saludara, que se sorprendiera? Rin… a veces eras tan ingenua. Él, realmente me había superado, ¿Por qué había esperado alguna reacción de su parte?

Bueno, quizás porque, yo… a pesar de todos estos años, aun no lo había superado.

Lo siguiente que pasó, lo viví en automático, al grado en que, no recuerdo exactamente, como fue que llegamos a nuestra mesa. Tal vez, fue la eterna sonrisa que mi esposo le regalaba a la hostess lo que me hizo regresar a la realidad o quizás, mi propio subconsciente, volviéndome a salvar. No lo sé, pero aun así, cuando mi atención regresó a donde debía estar, traté de enfocarme en la cena y disfrutar de ella.

Claro está, que eso fui imposible. Mucho menos, cuando mi esposo, se negaba a dejar de mirar a esa chica.

- ¡¿Bankotsu, podrías dejar de ver a esa niña?! – exigí, en voz baja.

- ¿Qué? Solo estoy viendo como realiza su trabajo. Y lo hace muy bien…

- Pareciera que le estas coqueteando. ¡Ya basta! La has visto más a ella en toda la noche, que a mí. – le reclamé, furiosa.

- ¿Vas a empezar con tus celos? – mencionó rodando los ojos, al mismo tiempo de hacerme enfurecer.

- ¿Celos? ¡Bankotsu, pedirte que me tengas respeto no es tener celos! ¡Soy tu esposa, no tienes por qué estar viendo a otras mujeres! Mucho menos enfrente de mí. – entonces, cerrando los ojos, se llevó una mano a la cabeza y después de soltar un suspiro, ya no me dijo nada.

Por mi parte, ya no dije nada, estábamos en un lugar público, por lo tanto, esconder mi impotencia, fue lo único que pude hacer.

Ya no podía más… siempre hacia lo mismo. Era un hombre atractivo, sabía que era asediado por las mujeres y que gracias a su carácter, atraía la atención; sin embargo, no le daba derecho a comportarse como un adolecente galán. Si, sabía que me amaba pero… no por eso, debía permitir que se portara como un coqueto.

Desde haber llegado, su atención había estado en la chica hostess y aunque no negaba que era atractiva, sus ojos debían estar en mí, solo en mí.

No es sorpresa que, la cena fue un total fracaso. Mi mente y mi corazón no habían estado tranquilos desde haber visto a Sesshomaru y aunque me dispuse a olvidarlo y concentrarme en mi plan, la actitud de mi esposo, había arruinado todo.

No le dije una sola palabra más hasta que llegamos al estacionamiento. Él iba delante de mí, con una actitud despreocupada y con una sonrisa que me enfurecía cada vez más. Entonces, cuando llegamos al auto, aproveché para volver a hablar.

- ¿Realmente vas a seguir así? – cuestioné, él, se giró hacia mí.

- ¿De qué estás hablando?

- ¡Sabes perfectamente de lo que estoy hablando, Bankotsu! ¡No dejabas de mirarla!

- Ya te dije por qué lo hacía…No entiendo por qué sigues con lo mismo.

- Porque yo te vi… le estabas coqueteando. Y ella a ti también. ¡Lo hacían frente a mí! – Bankotsu, soltó un suspiro, mientras que yo, estaba a punto de ponerme a llorar.

- Vamos Rin… no digas tonterías. – mencionó, acercándose a mí. - ¿Cómo podría mirar a otra mujer, cuando te tengo a ti frente a mí? Eres la mujer más hermosa de todas. – y acariciando mi rostro me acercó a su cuerpo.

Si, quizás fui una tonta, pues esas palabras y ese gesto fueron suficientes para que lo perdonara.

Acarició mi rostro, palmeo mi trasero y sin dejarme hablar, comenzó a besarme. Escuchamos cómo un auto salió a toda velocidad del estacionamiento. Ambos volteamos y después de compartirnos un par de sonrisas, entramos al auto para regresar a casa.

Esa noche, al regresar, mi esposo me abrazó por la espalda, comenzó a besarme y aunque no sentía ni en lo más mínimo, el deseo de compartir calor con él, puse todo de mi parte para no rechazarlo. Me dejé envolver entre sus caricias, traté de sentir sus besos e intenté sentirme excitada pero… no lo logré. Cuando terminó de desatar sus deseos conmigo, se envolvió entre las sábanas y al instante, se quedó dormido.

Por mi parte, me giré del otro lado de la cama. Me abracé a mí misma y conteniendo un quejido, traté de no sentirme como una estúpida. Traté de no sentirme usada, traté de no sentirme furiosa pero lo que más intenté… fue; no sentirme profundamente triste.

En silencio, mis lágrimas, bajaron por mi rostro. Me cubrí la boca para no ser escuchada y obligándome a mí misma, finalmente, logré quedarme dormida.

El fin de semana, pasó como un parpadeo. Yo, me comporté como siempre, guardando silencio, ocultando mis sentimientos. Fue hasta el jueves de la siguiente semana, que, después de llevar a mi hijo al colegio, mi rumbo de siempre, cambió. Entré a una cafetería y al llegar a la mesa, vi a mi mejor amiga con la que no hablaba desde hace tres años.

- ¡Rin! – exaltó Sango, muy emocionada y sin aun dejarme llegar, se abalanzó a mis brazos.

De devolví el abrazo, aferrándome a ella. Nos compartimos una sonrisa y después de reír, nos sentamos juntas.

- Me alegré muchísimo cuando llamaste, pero… también me sorprendí. Hace mucho no hablábamos. – confesó sincera. Yo, bajé la mirada.

- Desde que me casé… - respondí.

- Así es… bueno – suspiró. – no te juzgo amiga, ser ama de casa debe ser muy pesado, más que nada cuando tienes un hijo, ¿Cómo está el pequeño Kichiro? ¡Debe estar enorme! – dirigí mis ojos a ella, a pesar de que prácticamente la había abandonado por mi esposo, ella seguía queriéndome y tratándome como a su mejor amiga. Pasé saliva, no sabía cómo hablar con ella, me sentía muy avergonzada.

- Si, bueno… lo es. Es pesado. Y, Kichiro… está cada vez más grande. – dije entre suspiros. Sango, sonrió complacida. – Sango yo… - adelanté. – te debo una disculpa. Me alejé de ti, y de todos desde que me casé, y aunque tú siempre intentaste estar al pendiente, pocas veces te respondí. – mi amiga, bajó la mirada.

- Soy consciente de que no lo hiciste a propósito, Rin. tranquila, todo está bien, ¿de acuerdo? – me dijo, tomando mi mano y tranquilizando profundamente a mi corazón. Nos compartimos una sonrisa y después de suspirar, mi amiga, con su inigualable y encantadora personalidad, trató de romper la incomodidad. – ¿Y bien? ¿Cómo has estado? ¿La vida de casada te gusta? – cuestionó curiosa.

Guardé silencio, aunque sí quería responder a todas y cada una de sus preguntas; el verdadero motivo por el que me había comunicado con ella, iba más allá que una conversación trivial. En realidad, era por mi egoísmo. Tal vez tendría que haberme esperado y conversar un poco más con ella pero… no pude hacerlo. Es por eso que, simplemente, lo dije.

- Sango yo… - intervine. – Lo lamento, es verdad que te busqué porque te extrañaba y porque quería verte pero… también porque tengo algo importante que decirte. – tal vez fue la manera en como lo dije, mi rostro suplicante, o tal vez lo mucho que ella me conocía, pues de inmediato, vi como el semblante en su rostro, cambió. – Tal vez creas que soy una egoísta y voy a entender si…

- ¡Rin, basta! – interrumpió. – No importa el motivo, me buscaste porque me necesitas. No importa si pasaron años desde la última vez que hablamos. Sabes que siempre estaré para ti. – dijo, tomando mi mano. – Ahora, no tardes más, y dime de una vez que sucede… - pasé saliva. Sus palabras me tranquilizaron, ya me sentía más confiada en comentarle lo que quería, pero aun así, no sabía cómo expresarlo. Es por eso que, la única palabra que pude pronunciar fue:

- Regresó… - exhalé y dirigiendo mis ojos a ella, vi claramente cómo es que entendió a la perfección el significado. Abrió los ojos, su expresión de sorpresa fue obvia y aunque tardó un poco por fin respondió.

- ¿Re…gresó? – repitió desconcertada. - ¿Te… te refieres a…? ¿Sesshomaru?

- Si… - suspiré y Sango, se cubrió la boca con las manos.

- ¡No puede ser! – dijo al instante. – Pero… ¿Cómo lo sabes, qué…?

- Porque lo vi, e incluso, hablé con él.

- ¡¿Qué?! – exaltó. - ¡¿Cuándo?!

- Hace casi, dos meses…

- ¡¿Dos meses?! Y ¡¿Hasta ahora me lo dices?! ¿Por qué tardaste tanto en comunicarte conmigo? Debiste decírmelo al día siguiente de su encuentro. ¡Cuéntame todo! ¿Qué fue lo que…? – pero no la dejé terminar, pues se detuvo en cuanto me puse a llorar. – ¿Rin?

No sé porque lo hice, no estaba en mis planes ponerme a llorar, pero, supongo que, hablar por fin de ese tema con alguien me ayudó a liberar todos esos sentimientos comprimidos. Sango se acercó a mí, me abrazó y trató de consolarme. Cuando pude volver a mantener la calma, le agradecí y en seguida, le conté, todos y cada uno de los detalles. Desde que lo había visto en el parque frente al colegio de Kichiro, hasta el encuentro en el restaurante.

- Entiendo… - dijo finalmente. – Y tienes razón. Sesshomaru es un hombre libre y tú, una mujer casada, pero… aquí hay un detalle. – la observé atenta. - ¿Por qué te dolió tanto? – me paralicé, no supe cómo responder. – Comprendo tu reacción en el primer encuentro. – añadió. - Volver a verlo después de todos estos años, quizás, te hizo revivir el sentimiento de impotencia que te dejó cuando se fue. Por lo tanto, no considero fuera de lugar el que te hayas puesto a llorar. Lo que ya no fue normal, fue que; duraras así todo un mes. Igualmente, que verlo con una cita, te haya hecho sentir así. – guardé silencio. Sango, me observó. – Rin... – suspiró. – Ambas lo sabemos. Solo que tú, aun no te atreves a admitirlo.

- No sé de qué estás hablando… - dije bajando la mirada.

- Claro que sí. – y entonces, ya no pude evitarlo. – Rin, amiga, tú, no has olvidado a Sesshomaru. Rin, tú, aun lo amas…

Y como si me hubieran golpeado el pecho, sentí sofocarme.

Al instante, quise, traté de negarlo, de decirme a mí misma que era mentira, que Sango estaba loca, que yo, estaba loca. No podía, simplemente no podía ser posible. Era una mujer casada, tenía un hijo, tenía un esposo. No podía, no podía.

No podía seguir negándolo….

Seguía amando a Sesshomaru.

- Pero… yo, ¡No! ¡No puedo! – exalté. – ¡No puedo! Él me abandonó, se fue y yo… se supone que lo superé, se supone que todo terminó. No puede ser… - dije comenzando a lagrimar. – Sango, no puede ser… - llevé mis manos a mi rostro y cubriéndome, me solté a llorar.- No puedo, no puedo seguir amándolo. Ya no puedo… - continué, mientras mi amiga, me sostenía en sus brazos.

Ese día, después de que me despedí de Sango, me fui directamente al colegio, pues me había pasado toda la mañana hablando con ella. ¿Había llegado a una solución? No. ¿Había aceptado que mis sentimientos por Sesshomaru nunca se marcharon? No. Pero no podía hacer nada. Era un hecho, mi corazón nunca lo había olvidado. Es por eso que, haberlo visto en ese parque, había ocasionado un descontrol total en mi vida y en mí. Y todo había empeorado, cuando lo vi en el restaurante, porque no solo me confirmó que mi vida ya no continuaría como lo era antes, sino que también, me confirmó, lo mucho que Sesshomaru puede llegar a lastimarme.

No tenía solución. No podía negar mis sentimientos. Pero al mismo tiempo, no podía seguir aferrándome a ellos. Ahora, olvidarlo, más que una decisión, era obligatorio. Por mi bien, por mi hijo y por mi matrimonio.

Seguí reuniéndome con Sango. Después de ese día, intenté lo más posible mantenerme comunicada con ella. Me ayudaba en mucho, me distraía y me tranquilizaba. Hablar con alguien en quien confiaba sobre Sesshomaru, era un descanso para mi alma.

Después de ese encuentro en el restaurante, pasaron dos meses más.

Un fin de semana, después de mucho tiempo, fui a visitar a mi madre. Le había pedido a Bankotsu que me llevara, así que ese día, íbamos todos en el auto. Después de la muerte de mi padre, mamá se había mudado de casa, pues según sus palabras: necesitaba estar en un lugar donde no todo lo que viera, le recordara a su esposo. Es así que, para ir a verla debíamos recorrer un gran camino.

Su nueva casa estaba bien ubicada, cerca de una zona alta, por lo que sabíamos que estábamos cerca cuando comenzamos a ver edificios elegantes. Cerca de una plaza, había una zona vacía que por como se veía parecía que construirían algo nuevo, así que, con curiosidad, a través de la ventana del copiloto, giré mi vista a ese lugar, pero… maldita mi suerte.

No podía equivocarme, mis ojos siempre habían logrado identificarlo a la perfección. Su imagen, era algo que simplemente, no podía confundirse.

Sabía lo que había visto. Y lo que vi fue; a Sesshomaru.

¡Claro! - me dije al instante. – Él es el arquitecto.

Pasamos de largo, regresé la mirada al frente y con un silencioso suspiro, me pasé el sentimiento.

Podría mentir y decir que, después de ese día, las visitas a mi madre aumentaron porque tuve más oportunidad de hacerlo, pero… no fue así. Si, en efecto, durante ese mes, pude visitarla más seguido pero también, debo admitir que lo tomé como excusa para pasar por esa construcción y… simplemente, ver de nuevo a Sesshomaru.

Ya lo sabía, tanto él como yo, teníamos una vida. Una vida que ya no podíamos compartir, pero por alguna razón, me convencí que, verlo, aunque fuera de lejos, no tenía nada de malo. Él, nunca se percataría de mi presencia, además, ¿a quién quería engañar? Disfrutaba mucho verlo. Siempre, desde el día en que lo conocí, físicamente, me pareció el hombre perfecto.

Sin darme cuenta, con el paso de los días, me fui acoplando a esa nueva actitud mía. Cada que iba de visita con mi madre, ya sea que pasara en auto, transporte público o caminando, volteaba a ese lugar y ansiosa, buscaba poder encontrarlo. No sé, de una forma extraña, me hacía sentir bien. Verlo haciendo el trabajo que siempre soñó, me llenaba de alegría. Claro que, todo llega a su final y el mío llegó, cuando caminando por ahí, fui testigo de algo, que yo misma me busqué.

Mi hijo y yo, caminábamos por la acera, íbamos llegando justo al lugar de construcción y como siempre, dirigí mis ojos adentro. Por fortuna, no tardé en verlo, pero cuando mis ojos lo visualizaron también capturaron la presencia de esa chica. La misma chica, con la que Sesshomaru había salido del restaurante.

Está más que claro que verla acercarse a él, me causó algo más que una impresión, pues inmediatamente, sentí como mi corazón se detuvo.

- ¡Ya vine por ti, para que vayamos a desayunar! – mencionó la chica. Por mi parte, apresurando mis pasos, me alejé lo más rápido que pude.

Entonces, sigue con ella. – me dije, intentando pasar saliva. - ¿Cómo no lo haría? Ella, era hermosa.

Cerré los ojos, contuve mis ganas de llorar y prometiéndomelo a mí misma, me propuse nunca más volver a pasar por ahí.

Esa tarde, en casa de mi madre, me mantuve distante. La voz de esa chica, aun sonaba por mi cabeza. Gracias a Dios, no me había quedado para ver la respuesta de Sesshomaru, pues estoy segura que, de haberlo hecho, mis noches de insomnio regresarían.

- Has venido mucho últimamente. – comentó mi madre, sacándome de mis pensamientos. Entonces, tomando asiento a mi lado, continuó. – Me sentiría muy feliz, de no ser… por tus verdaderos motivos.

- ¿Verdaderos motivos? ¿De qué hablas? – cuestioné confundida.

- ¿Crees qué no sé, que tu constante presencia aquí, es por tu marido? – dijo y yo, la observé atónita. – Sé que, cuando tienes más tiempo libre, es porque ese hombre no está en casa, ¿no es así?

- ¿Pero… qué?

- ¿Te sorprende que lo sepa? – preguntó, levantando una ceja. - Pues sí, estoy al tanto de todo, Rin. Por lo que sé, que tu esposo no ha regresado a tu casa. – al instante, me quedé paralizada, y sin tener idea de cómo responderle, pues dentro de mi mente, solo podía preguntarme; ¿Cómo lo sabía? Mientras la observaba, completamente sorprendida.

- Mamá… - suspiré, siendo lo único que pude pronunciar.

- ¿Hace cuánto que se fue? – interrogó firme. Yo, no tuve más alternativa que decir la verdad.

- Hace, tres semanas… - y al escucharme, mi madre, me observó con dolor en sus ojos. Soltó un suspiro y después de pasar saliva, confesó:

- ¿Por qué tenías que casarte con él? – y aunque ahora entiendo que no fue un reproche, en ese momento, no pude verlo de otra manera.

- Eso, tú ya lo sabes. - respondí indignada.

- Supongo que sí, pero, hubiera preferido que, si un embarazo te llevó a casarte, al menos lo hubieras hecho con Kohaku. – soltó, dejándome en shock.

- ¡¿Kohaku?!

- Él te amaba, Rin… - prosiguió. - ¿Por qué nunca le diste una oportunidad?

- ¡Porque yo nunca sentí nada por él! – adelanté. - ¡Porque es el hermano menor de mi mejor amiga, y porque me enamoré de Bankotsu!– terminé de explicar, aunque eso último con un aire de melancolía en mi voz. Mi madre, por su parte, frunció el ceño. – ¿Habrías preferido que me casara sin amor? – pregunté confusa.

- Habría preferido que el hombre con quien te casaras, te amara. Y no al revés.

- ¿Qué insinúas? ¡Bankotsu me ama, madre! ¡No entiendo porque dices eso!

- ¿En serio te ama? – exaltó molesta. - ¿Entonces por qué cada que tiene la oportunidad, se larga con sus amigos y no regresa a casa sino hasta dentro de semanas? ¿Eso es amarte? Deja de engañarte, Rin. Ese hombre…

- ¡Basta! – exalté. – ¡Es suficiente! No voy a quedarme a escuchar tonterías. Si vas a seguir sin aceptar mi matrimonio, será mejor que me vaya. – y dicho eso, tomé mi bolso, a mi hijo y sin decir más, me marché.

Después de esa discusión con mi madre, no volví a hablar con ella, sino hasta la siguiente semana.

Se disculpó por sus palabras, yo me disculpé por mi actitud, y acordando ambas, no volver a tocar el tema, volvimos a estar bien. Días después, Bankotsu regresó, por lo que, no volví a visitar a mi madre sino hasta dentro de meses.

Con respecto a mi esposo, hablé con él, le plantee mis opiniones y sorpresivamente, las aceptó. Me pidió perdón y prometiendo que no volvería a pasar, continuamos con nuestras vidas. Debo admitir que, después de hablar con Bankotsu, todo se mantuvo tranquilo por más de cinco meses y para mi buena suerte, no volví a ver a Sesshomaru, ni saber nada de él. Durante ese periodo de tiempo, fue como si la misma vida, quisiera que mi rutina volviera a como era antes. ¡Y casi lo lograba! De no ser porque Bankotsu, me volvió a fallar.

No lo entendía… ¿Por qué hacía eso? ¿Por qué se iba? ¿Por qué nos dejaba solos? Sí, sabía que, al casarnos se había separado abruptamente de su libertad y que extrañaba salir con sus amigos pero… también debía entender que, ya tenía una esposa y un hijo. ¡Debía entender que lo necesitábamos!

Al principio, cuando comenzó a hacerlo, solo se iba por una semana, después aumentó a quince días. Después a tres semanas y para ese momento, ya iba a cumplirse un mes.

Mi madre, insistía en que esos días en los que Bankotsu se escapaba con sus amigos, aprovechaba para engañarme con mujeres pero… eso, era algo que simplemente yo no podía creer. Si, quizás, tomarse días de fiesta no era correcto pero, sabía que no pasaba de ahí. Estaba completamente segura de que solo se marchaba con sus amigos a beber, pero solo eso.

No podía engañarme. No podía porque, sabía que él, me amaba.

O eso, era lo que siempre intentaba creer.

Como sea, aunque siempre me lo decía e incluso, Sango llegó a pensarlo cuando se lo comenté, la idea de que Bankotsu me engañara, era algo que no permitiría que se adentrara en mi mente y mucho menos en mi corazón. Lamentablemente ya no pude seguir soportándolo.

Quizás, por mí misma, habría podido continuar, habría podido con mi falsa idea de que, yo podía superar esto, que podía mantener a flote mi matrimonio pero… todo cambió, cuando Kichiro, intervino.

Es pequeña la comparación, al decir que; me rompió el corazón, cuando llorando, me preguntó por su padre.

- ¿Por qué se va? ¿Por qué tarda tanto en regresar? ¿Por qué casi no puedo verlo? ¿Por qué nunca juega conmigo? ¿Acaso no me ama?

Debo admitir que no supe que responderle, porque ni yo misma sabía las respuestas.

Ese día, lo único que se me ocurrió fue; llevarlo a casa de mi madre, decirle que iría a buscar a su padre y que al regresar, todos jugaríamos juntos. Quizás fue un acto cobarde, el apartarlo de mí, pero no podía permitir que viera mi dolor. Era un niño, no podía ver sufrir a su madre. Se supone que yo era su fuerza, su pilar, no podía permitir que me viera destrozada. Así que hice un plan. Lo dejaría con mi madre y me iría a buscar a mi esposo. Y en cuanto lo encontrara, le plantearía un ultimátum.

Lo había decidido, eso es lo que haría. No obstante, no pude hacerlo, pues mi plan, no salió bien. Cuando fui a buscar a mi suegra e intenté pedir su ayuda, ella, simplemente lo defendió. Cuando asistí con los amigos que le conocía, solo se burlaron de mí y no dijeron nada. Al final, me quedé sin opciones y sin más ideas.

¿Qué más podía hacer? – me pregunté. - Me sentía vulnerable, me sentía sola y aunque intenté caminar un momento para despejar mi mente, me sentía tan perdida que no me percaté que permanecí sentada en la banca de un parque hasta que anocheció.

Era una tonta. ¡Una estúpida idiota! ¿En qué momento mi vida se había convertido en un tormento? ¿En qué momento había terminado así? Sintiéndome sin vida. Dependiendo de un hombre como Bankotsu, para sentirme feliz.

Entonces, como si una luz me hubiera iluminado, por fin, lo comprendí todo.

Era mi culpa.

Sí, todo era mi culpa, pues, en mi desesperación por olvidarme de Sesshomaru, había tomado las peores decisiones. Había hecho locuras y, ¿Qué había ganado? Esta vida.

Lo cierto es que, me había esforzado en negarlo, pero nunca lo conseguí. El hecho de creer que otro hombre podría reemplazar a Sesshomaru, era imposible.

Lo amaba, y nunca había dejado de amarlo, pero ¿Qué podía hacer? Él, ya no me pertenecía.

Entonces, en un impulso inundado de desesperación, pronuncié su nombre.

- Sesshomaru… - y después de suspirar, comencé a sollozar.

¿Por qué? ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué me dejaste? – me cuestioné, sin dejar de llorar. Entonces, fue ahí cuando, como si lo hubiera invocado, al levantar mi rostro, mis ojos se abrieron cual sorpresa. No podía equivocarme, frente a mí, estaba Sesshomaru.


Comentarios de la Autora.

Me tardé un poco pero por fin lo terminé. Espero que les guste y me puedan comentar su opinión. Les mando un fuerte abrazo y muchísimas gracias por su apoyo.

Curiosidad: Bankotsu, está inspirado en un rufián con quien salí, hace mucho tiempo.

PD. Recuerden que la historia es de Sesshomaru, y aunque habrá momentos en los que Rin narrara su punto de vista, no será tan detallado como el de Sesshomaru. Otra cosa, cuando haya interacción entre ambos, siempre habrá capítulos con ambos puntos de vista, así que si, espérense la versión de ambos, de este encuentro.