Los nombres de los personajes que utilizo en esta historia; no son de mi pertenencia sino de RUMIKO TAKAHASHI. La historia si es mía y queda prohibida su copia total o parcial.


Toma Mi Mano.

Capítulo 4.1 Pov. Rin.


No sé qué me pasó. Quizás, mi fuerza había terminado, mi valentía ya se había marchado, o quizás, mi desesperación ya me había superado, ya que, después de reprocharle al Sesshomaru de mi mente, por fin, después de años fui sincera conmigo misma. Nunca había dejado de amar a Sesshomaru, y Bankotsu… no era más que un completo error. No obstante, ya no podía hacer nada. Él, era mi esposo y el padre de mi hijo, ¿Cómo solucionaba eso?

Bajé la cabeza, me arrinconé en la esquina de la banca donde me había sentado y cubriéndome el rostro, desaté mi dolor. Me sentía destrozada, mi pecho me dolía y mi cuerpo temblaba. Era una mujer infeliz, acababa de descubrirlo, ¿De qué otra manera podía recibirlo? Me dolía el alma haber perdido a Sesshomaru, ¿De qué otra manera me liberaba más que con llanto?

No podía más, sabía que debía detenerme, pero no podía hacerlo. Al igual que mi vida, por más que quisiera, ya no podía cambiarla.

Entonces, dentro de mi desesperación, pronuncié su nombre, pero, quizás, fue mi deseo por verlo o mi mente que ya me estaba jugando bromas que, casi enseguida, escuché su voz. Mi llanto se detuvo, mi cuerpo se paralizó y con miedo, levanté el rostro.

¡Imposible! Me dije incrédula. Y aunque podía verlo, no podía creer que fuera él, porque, ¿Qué posibilidades había de que realmente fuera Sesshomaru, y no mí perturbada imaginación? Pero, cuando aún me encontraba analizando si era real o no, en un acto que no esperé, ese Sesshomaru que me observaba fijo, bajó su imponente presencia e hincándose ante mí, posó su mano en una de mis mejillas.

- ¿Qué fue lo que te pasó? – cuestionó viéndome con preocupación. Por mi parte, está de más decir que me sorprendió, lo suficiente que no pude responder. Lo había comprobado. Con ese acto, había comprobado que realmente se trataba de él, sin embargo, no supe que hacer, me sentía en shock. Entonces. - ¿Rin? – insistió, al mismo tiempo en que, con su otra mano, capturó todo mi rostro. Fue ahí, cuando puse todo de mi parte para poder hablar.

- Sesshomaru… - susurré al fin. - ¿Estas… aquí? – dije, aun con un aire de incredulidad pero al mismo tiempo, de alegría. Por su parte, respondió.

- Si, aquí estoy… - y tras escucharlo, un calor inundó mi cuerpo.

Cerré los ojos, solté un suspiro e intentando no ponerme a llorar, disfruté de la dulce sensación que me trasmitían sus cálidas manos. Me recargué en ellas y como si tan solo bastaran sus manos para protegerme del mundo, me aferré a su contacto.

¡Estaba ahí! Sesshomaru estaba ahí, conmigo. No sabía cómo, ni sabía por qué, pero estaba ahí, y fue suficiente, para hacerme sentir que ya no estaba perdida, que ya no estaba sola, que ahora que él estaba ahí, por fin estaba a salvo.

Lo sé, me había dejado llevar por mis sentimientos y gracias a eso, no me había percatado de lo que había hecho, hasta que, de un momento a otro, sentí cómo Sesshomaru, comenzó a acariciarme. Inmediatamente abrí los ojos, sentí sus dedos limpiar las lágrimas de mis mejillas y al levantar la vista, volví a ver en él, esa mirada. La mirada que me derretía, la mirada que siempre me llenó de amor y de paz, esa mirada que era solo mía. La mirada que solía darme, cuando éramos novios.

Si pudiera decir una de las principales razones que me hicieron enamorarme de Sesshomaru, diría que; fueron sus ojos. Amaba sus ojos, con ese color ámbar brillante y esa encantadora manera de cambiar tan rápido su expresión, solo cuando se trataba de mí. Era simplemente, mi debilidad. Y quizás, si no fuera porque volvió a tomar la palabra, estoy segura que habría perdido la cordura y no sé, tal vez, lo habría besado.

- ¿Estás mejor? - cuestionó con terneza. - ¿Ya puedes decirme que te sucedió? – Por mi parte, no pude hacer otra cosa más que, tartamudear.

Si, entendía que Sesshomaru estaba ahí y estaba intentando ayudarme pero… ¿Cómo podía responderle? ¿Cómo podía explicarle lo que estaba sucediendo? Bajé la mirada, quise hablar pero… no pude, me sentía avergonzada.

- Lo que sucede es que… yo… bueno… - por una parte, no pude hablar porque me había perdido en sus ojos, pero por otra, no sabía cómo empezar, no sabía cómo hablarle de mi esposo al hombre que nunca había olvidado.

Pero entonces, y gracias a mi silencio le di a Sesshomaru, una falsa sospecha.

- Acaso él, ¿Te hizo daño? – preguntó firme.

- ¿Qué? – exalté sorprendida. – ¡No! – dije enseguida. – ¡No! – reiteré. - Bueno… al menos, no físicamente. – dije sincera, viendo al mismo tiempo, como el rostro de Sesshomaru se tranquilizaba. Acaso, ¿Realmente había pensado que Bakotsu me golpeaba? Y de haber sido así, ¿Cómo habría reaccionado? ¿Qué habría hecho?

- ¿Entonces de qué manera? – insistió y aunque aún me sentía un poco inquieta, sabía que su intención era buena. Lo había visto en sus ojos, quería ayudarme pero no podía hacerlo si yo no hablaba. Fue así que, sin más, solo lo dije.

- Me rompió el corazón. - y después de suspirar, añadí. - Bueno… en realidad, fueron, mi esposo y mi hijo.

- ¡¿Qué?! – expresó. - ¿De qué hablas? ¿Tu hijo? – cuestionó confundido.

- Bueno, es que… - y volviendo a tartamudear, guardé silencio.

Era más difícil de lo que pensaba. Si bien, tenerlo tan cerca me ponía nerviosa, el intentar explicarle mi situación, era incluso peor porque, si le decía, ¿Qué pensaría de mí?

Pero quizás, me tardé demasiado, pues de un momento a otro, solo sentí cuando Sesshomaru, apartó sus manos de mí. Seguido de eso, habló.

- De acuerdo Rin, ya entendí. – suspiró. - Si no quieres decírmelo, está bien, estás en tu derecho. Es tu vida, tu privacidad, no debí cuestionarte. Lamento haberme entrometido. – y volteando el rostro, se apartó de mí.

Yo sé que, el haber hecho eso, no fue porque se hubiera molestado, sino que, estaba respetando por completo, mi privacidad y mi decisión, sin embargo, cuando sus manos dejaron de tocarme y sus ojos dejaron de mirarme, sentí como si el aire de mis pulmones, se hubiera ido con él.

- Sesshomaru… - exhalé sorprendida, viendo con temor cómo se ponía de pie.

- Ya es tarde como para que permanezcas aquí sola. – dijo y enseguida, ofreciendo su mano, añadió. – Vamos, te llevaré a tu casa. – entonces, no sé qué me pasó. Desconozco si fue su rostro de decepción lo que me incitó o su manera tan amable de hablarme o quizás, la imagen de lo que me proponía, lo que me hizo dar un salto y hablar.

- ¡No! no quiero ir a esa casa… al menos, no todavía.

- ¿Qué? Pero…

- Mi esposo no está en casa y mi hijo está con mi madre. Si me llevas a ese lugar, llegaré a una casa vacía. – confesé. Por su parte, me observó atento. Y aunque sé que no me entendió por completo, su manera de intentarlo, era más que encantadora.

- Bien. – suspiró. – Entonces, te llevo a casa de tu madre… - y aunque su propuesta era la mejor y la más apropiada, yo, simplemente, me negué.

- ¡No! – interrumpí firme. - Kishiro, no debe verme así. – dije y a pesar de que era cierto, también era porque… aun no quería despedirme. No quería que se fuera, quería… pasar más tiempo con él.

Fue así que, como si hubiese adivinado mis pensamientos, me propuso algo que, más que impactarme, me asustó.

- De acuerdo. Si es así… Podría invitarte un café, ¿Si estás de acuerdo? – dijo y sin poder ocultarlo, abrí los ojos. – Solo será un café. – adelantó, supongo que, por ver mi reacción. - Y si no quieres hablar, no lo hagas. Solo beberemos un café. – explicó. Entonces, me percaté de algo.

No había mentira en su voz, su mirada era sincera, su actitud era tranquila y esa manera de hablarme, era reconfortante en todos los sentidos. Entonces, ¿Por qué me había asustado? Bueno… porque, para mí, no había sido una simple invitación a tomar un café. Para mí, era la oportunidad perfecta de estar más tiempo a su lado. Era la oportunidad única para deleitarme de sus hermosos ojos, para contemplar su rostro, para disfrutar de su presencia. Y está claro que, pensar de esa manera, no era correcto. Era una mujer casada, yo, estaba casada.

Sin embargo, en ese momento, no me importó. Lo necesitaba. Necesitaba su compañía, su apoyo, necesitaba, seguir sintiendo en mi cuerpo esa tranquilidad que solo Sesshomaru podía darme. Por lo tanto, no lo pensé más y arriesgándome, acepté.

- Si… Estoy de acuerdo. - respondí. Él, dirigió sus ojos a mí, y enseguida, volvió a ofrecer su mano. La tomé y así, sin decir más, nos fuimos de ese parque.

Durante el camino, nadie dijo nada. Yo, al menos, porque me sentía avergonzada, además porque tenía muchas cosas que pensar y, ¿Sesshomaru? Bueno, él siempre había sido un hombre prudente y si hasta el momento no me había vuelto a cuestionar sobre algo, era porque estaba cumpliendo su palabra. Me estaba dando espacio.

No tardamos en llegar a una cafetería del centro, de esas que están abiertas las veinticuatro horas, y aunque no era el mejor lugar para beber un café, fue la única opción. Tomamos asiento, la mesera tomó nuestra orden y aun en silencio, permanecimos sentados uno frente al otro. Vi cuando Sesshomaru, giró su rostro al gran ventanal que teníamos a un lado, y como si hubiera adivinado su pensamiento, me percaté de que ahí se mantendría hasta que yo, tomara el valor para hablar o bien, hasta que el café se terminara.

Lo admito, me sentí extraña, Sesshomaru se estaba portando como un caballero. Estaba respetando mi silencio, mi privacidad e incluso mi espacio al girar su rostro a la ventana. Era la manera correcta de portarse, pero si era lo correcto, ¿Por qué me dolía tanto? ¿Por qué lo sentía tan distante de mí? Era acaso que, ¿Se portaba así por… respeto a su novia? O era porque, ¿Yo misma había formado una barrera entre los dos? Lo sabía, no había hablado de manera clara cuando estábamos en el parque pero no había sido por falta de confianza, sino por vergüenza. Por timidez, por miedo, por el simple hecho de… no querer hablarle de Bankotsu, al hombre que realmente amaba.

No obstante, no podía seguir así, Sesshomaru me estaba ofreciendo su ayuda desinteresada, su apoyo moral y yo, yo no había hecho más que bajar la cabeza. Si bien, su actitud distante me daba a entender que respetaba mi situación actual (como mujer casada) por más que me doliera, debía corresponder a su amabilidad.

Es por eso que, respirando profundo, apreté los puños para tomar un poco de valor y así, después de esperar a que tomara de su café, me dispuse a hablar.

- Lo lamento… - solté. Él, de inmediato, giró sus ojos a mí. Pasé saliva, me intimidó un poco pero aun así, continué. – No he dicho más que frases a la mitad. Debes sentirte muy confundido.

- No voy a mentirte. Lo estoy. – dijo sincero, volteando por completo su rostro. – Pero… no te juzgo, Rin. – dijo enseguida. - No soy la persona más indicada para hablar contigo sobre… tu vida privada. Ni mucho menos para estar aquí contigo… aun así, lo hice porque… - y en ese momento, un escalofrió recorrió mi cuerpo. ¿Qué planeaba decirme? ¿Había un motivo diferente al que yo había imaginado? Acaso él, ¿Lo había hecho por un interés personal? ¿También quería pasar tiempo conmigo? Me pregunté ansiosa, sin embargo, todas esas ilusiones se cayeron al piso en cuanto añadió: - Supuse que no querías estar sola.

- Si… - suspiré. – Supongo. – dije cabizbaja. Tenía que dejar de pensar tonterías. Entonces, proseguí. – Y… aunque tienes razón, a veces, es buena la opinión de una tercera persona. Es por eso que, si estás dispuesto a escucharme, me gustaría poder contarte. – y tras dirigirme una mirada, dijo enseguida.

- Claro que sí. – por mi parte, lo observé con alivio. Tomé mi taza y después de darle un sorbo, me preparé para comenzar a hablar.

- Sucedió algo con mi esposo… - y después de pasar saliva, exhalé. – Él, no ha regresado a casa. Desde la última vez que salió directo a su trabajo, no ha vuelto.

- ¿Desde hace cuánto tiempo? – cuestionó.

- Poco más de un mes… - respondí y al instante, pude ver la sorpresa en su rostro.

- ¡¿Qué?! Rin, eso es mucho tiempo. Supongo que, ya lo reportaste como persona desaparecida…

- ¡No de esa manera! – interrumpí. – Si bien, es cierto que no sé dónde está. Lo que si se es que se encuentra bien. – y aunque para ese momento, quise detenerme, ya no podía hacerlo. Si había decidido hablarle con la verdad, debía hacerlo bien. - Sé que está con sus amigos, y sé que si no ha regresado, es por voluntad propia. – dije al fin, y viéndolo con miedo, esperé su respuesta.

- ¡¿Qué?! – exaltó. - Espera, Rin… - dijo y en seguida, recargando los brazos en la mesa, vi su intento por comprender mis palabras. Llevó sus manos a su cabeza y después de pensarlo un momento, regresó su mirada a mí. – Creo que no te estoy entendiendo. – soltó. - ¿A qué te refieres con eso de que no ha regresado por voluntad propia?, ¿Te dejó?

- No. – respondí tranquila. - Lo que sucede es que, él… - no quería decirlo pero… al final, lo hice. - Suele ir a distraerse. – y ahí fue cuando su expresión cambió de una confundida, a una completamente impactada.

- ¡¿A distraerse?! ¡¿Por más de un mes?! – preguntó con un tono de voz un poco más elevado. Está claro que, no podía creer lo que le había dicho. Por mi parte, desvié la mirada. segundos después y creo que, al percatarse de su reacción, volvió a su postura y pronunciando mi nombre, garraspó la garganta. – Rin. Déjame ver si entendí. Tu esposo se fue a trabajar y no regresó. Pero… no lo hizo, porque se fue a distraer con sus amigos. Y por como lo dices, supongo que, no es la primera vez que lo hace, ¿Cierto? - me mordí los labios, me dio miedo responder, pero aun así, lo hice.

- Si… - suspiré y apretando los dientes, contuve mi vergüenza. Voltee mis ojos a Sesshomaru y por temor al ver su reacción, intenté acomodar lo que había dicho pero, ya no pude. -¡Pero… solo es por un tiempo! Sé que, solo va a relajarse un poco y ya después regresa, nunca se va más de un mes. – pero, tal y como lo había imaginado, intentar justificar a Bankotsu no había funcionado, pues pude ser testigo del rostro lleno de decepción que Sesshomaru expresó.

No dijo nada, se quedó en silencio, solo observándome, quizás, esperando que yo, reiterara lo que había dicho. Pero, ¿De qué otra manera lo hacía más que guardando silencio? Entonces, cerró los ojos, soltó un suspiro y cuando creí que no podía empeorar, habló.

- ¿Es un chiste, verdad? – dijo molesto, haciéndome estremecer. ¡Maldita sea! – me dije. - ¿Qué acababa de hacer? Bajé la mirada, no podía verlo a los ojos, no cuando me miraba de esa manera.

Volvió a guardar silencio, pero esta vez no tardó tanto para volver a hablar.

- Rin. – suspiró de pronto. - Lo lamento pero, tú esposo…

- ¡Él no me está engañando! – solté de la nada, como si hubiera adivinado lo que me diría. Y aunque tal vez, no se trataba de eso, no quise arriesgarme pues estoy segura que si lo hubiera escuchado de su boca sería suficiente para saber que era verdad. Y lo cierto es que, aun no podía aceptarlo, no quería, aun no. Sesshomaru por su parte, me observó sorprendido. Entonces, más que para él, la explicación que le di, fue para convencerme a mí misma. - Y lo sé porque… lo sé, porque… él, no podría hacerlo. Porque, él, me ama… - dije, esperando haberme escuchado realmente convencida.

Y tal vez lo logré pues Sesshomaru, volviendo a su postura, aceptó mis palabras continuando con la conversación.

- Si es así como dices… No entiendo porque dijiste que te rompió el corazón.

- Bueno… es que… - suspiré. - Como dije, nunca ha sido por más de un mes y esta vez, ha tardado más. Pero, eso no es lo importante, sino que… ya no quiero esto. – Ya le había planteado el problema, solo quedaba que supiera cual era mi manera de pensar, al menos, una parte. – Ya no quiero que se vaya. – continué. - Quiero que se quede en casa, conmigo, con mi hijo. Quiero que… deje de portarse cómo… cómo si no existiéramos.

Y si, aunque me costó trabajo decirlo, debía tener cuidado al hablar, debía recordar que por más que ya hubiera aceptado no haber olvidado a Sesshomaru, él, no debía saberlo. Debía creer que yo, amaba a mi esposo o que al menos, seguía amándolo.

- Entonces, ¿No te gusta que tu esposo haga eso? – dudó.

- ¡No! claro que no. A pesar de que, sé que lo hace para distraerse y que, solo está con sus amigos… no me gusta que lo haga. Sé que también, nos casamos de manera muy apresurada y que quizás, su libertad fue oprimida de manera muy abrupta pero… quisiera que entendiera que, ya nada va a ser como antes. Ahora tiene esposa y un hijo. Debería enfocarse en nosotros, no en su deseo de seguir divirtiéndose como cuando estaba en la preparatoria. Eso es lo que me rompe el corazón. – expliqué sincera. Él, asentó con la cabeza, después, preguntó.

- ¿Has intentado hablar con él?

- Si, lo hago cada vez que regresa. Le explico, le exijo, y lo toma en cuenta pero, solo por un tiempo, después, cuando veo que en la tarde ya no regresa, sé que es porque se volvió a ir. Y lo peor es que mi hijo, ya está comenzando a notarlo. Justamente hoy, me cuestionó el por qué su padre se va y nos deja.- y al tocar ese punto, volví a sentir como me quedaba sin fuerzas. - ¿Por qué lo hace? ¿Por qué no juega con él? – dije, con voz cortada, y sin poder evitarlo, volví a llorar. – Estaba llorando cuando me lo dijo… no sabes lo que sentí, mi alma se partió en dos. Kishiro, es mi vida entera… y verlo sufrir, me destrozó por completo.

- Por eso ya no pudiste contenerlo más, ¿Cierto? Por eso estabas llorando en el parque. – y aunque en efecto, ver el dolor de mi hijo, fue el culmen de mi desesperación, también lo fue Sesshomaru, pues, mientras estaba en ese parque, me convencí de que si nunca se hubiera marchado, nunca habría tenido que sufrir algo como esto. Me convencí de que a su lado, hubiera sido más que feliz. Sin embargo, no podía decirle eso…

- Si… - dije sin más, reservando mis verdaderos sentimientos.

- Y, ¿No has encontrado, alguna otra solución, además de hablar con él? – preguntó.

- Bueno… no tarda en regresar, así que, en cuanto lo haga yo… - y realmente planee decirle.

Le iba a decir qué, en cuanto regresara, le plantearía un ultimátum y que si no funcionaba, tendría que tomar una decisión pero… quizás, el que comenzara a sonar mi celular, fue una señal de que no habría sido correcto que Sesshomaru lo supiera, pues estoy segura que en mi voz, se habría reflejado mi verdadero deseo. Es por eso que, afortunadamente, fuimos interrumpidos.

- Ah, lo siento. – le dije, tomando mi celular en manos. Leí la pantalla y vi que se trataba de mi madre. – ¿Hola? ¿Mamá? – respondí a la llamada.

- ¡Rin! ¡Por Dios, hija! ¿Dónde estás? ¿Estás bien? – exaltó ella, con mucha preocupación.

- Estoy bien, tranquila, estoy en una cafetería. – respondí.

- ¿En una cafetería?

- Si. Es que, quise venir a descansar y a pensar un poco.

- ¿Pensar…? Entonces, ¿No lo encontraste?

- No. – suspiré.

- Lo siento hija, hiciste lo que pudiste. No queda nada más que esperar a que regrese. mientras tanto, deberías regresar… ya es muy tarde.

- Si, descuida, en cuanto termine me iré a casa. Y, ¿Kishiro?

- Está bien. Lo acosté a dormir temprano. Y por si lo preguntas, estuvo tranquilo. Tus palabras lo llenaron de paz. Es un niño muy valiente. – me dijo y con un nudo en la garganta, sonreí.

- De acuerdo… - suspiré – Muchas gracias mamá. Y descuida, ya casi término así que, no tardo.

- Pero apresúrate, Rin. Me inquieta saber que estás en la calle tú sola.

- Sí, claro, tú no te angusties. Nos vemos más tarde.

- Está bien. – suspiró. – Aquí te espero. - Seguido de eso, colgué la llamada. - Lo siento, Sesshomaru. – repetí, dirigiéndome nuevamente a él. - Era mi madre, está preocupada, salí de su casa desde temprano y hasta ahora no he regresado.

- ¿Desde temprano? – preguntó él.

- Sí, es que… salí a buscar a mi esposo. Fui a los lugares donde creí que lo encontraría e incluso pasé a casa de algunos de sus amigos pero, no lo pude encontrar. Quería hablar con él. Pero, supongo que hablaré lo que tengo planeado hasta que regrese a casa. – entonces, antes de que pudiera decirme algo, me adelanté. - En fin. Creo que será mejor que ya me retire.

- Estoy de acuerdo. – secundó. - Ya pasan de las tres y tu madre, debe seguir muy preocupada por ti.

- Tienes razón. – afirmé.

- Y ¿Tu hijo?

- Mi madre me dijo que estaba dormido y que durante el día, se mantuvo tranquilo. Gracias a Dios. – dije eso último, con alivio en el pecho. – Bueno… entonces, me voy. – e intentando despedirme, planee agradecerle, cuando él, me interrumpió.

- Yo te llevo. – pronunció de pronto. – Es muy tarde y estando sola, es peligroso. Solo dime dónde vive tu madre y te llevo hasta ahí.

- Preferiría que no. – dije al instante, pero no con la intención de ser grosera o porque no quisiera, sino porque, no era apropiado. Ya de por sí, el haber aceptado tomar un café con él y conversar como si fuéramos amigos me había hecho ilusionar. No quería alargar esto, por más que no quisiera despedirme, sabía que, ya era momento de terminar. No obstante, cuando vi su rostro sorprendido, no tuve otra opción más que buscar una excusa. - Ya hiciste demasiado por mí. – añadí, y aunque fue una excusa, no fue una mentira.

- Solamente te compré un café. – contestó, haciéndome reír.

- No hablo del café. Aunque también, gracias por eso. Pero me refiero a… haberme escuchado. – confesé.

- ¿Escucharte? – cuestionó al mismo tiempo en que soltó una risita. – ¿Realmente crees que eso fue, haber hecho mucho por ti? – y tras hacerme esa pregunta, me desconcertó.

- Claro que sí. – dije enseguida a pesar de estar un poco confundida. - ¿Por qué tú no lo crees? – dudé.

- Porque tu problema no se ha resuelto. – mencionó firme. Yo, lo observé curiosa. – Por que ayudarte, habría significado, borrar, desaparecer tu dolor. Y no lo hice. – dijo, con un tono como si se sintiera desesperado. Y no sé, tal vez lo imaginé pero… sentí como si hubiera querido decirme algo más.

Y está claro que, no me quedaría con la duda, así que, decidida le pregunté.

- Y ¿Cómo lo habrías hecho? – entonces, y sin esperarme algo como eso, respondió.

- Llevándote conmigo…

Y al instante de escucharlo, todo mi cuerpo se paralizó. ¿Era verdad lo que había oído? ¿Realmente, me estaba ofreciendo, irme con él? Sentí quedarme sin aliento, lo observé atónita y comencé a temblar. Pero eso no fue lo peor sino que yo, estuve dispuesta a aceptar.

A tal grado que, estuve a punto de responderle que sí, que aceptaba irme con él, cuando de pronto…

- Para ir a buscar a tu esposo. – añadió, quebrando por completo mis ilusiones. – Y así, terminar de una vez con todo esto.

- Ah. Entiendo… - suspiré, haciendo un esfuerzo sobre humano para que no notara mi decepción. – Bueno, ah, - agregué enseguida. - Agradezco tu interés Sesshomaru, pero… todo lleva su tiempo. – y como si no hubiera pasado nada, Sesshomaru insistió.

- Entonces, ¿Nos vamos? – lo observé un instante. Supongo que, no podía negarme, es así que, sin más, simplemente acepté.

Durante el trayecto, nuevamente, ninguno de los dos habló.

Pasada media hora, finalmente, llegamos.

- Nuevamente, muchas gracias por todo, Sesshomaru. – dije, tomando la palabra.

- No hay de qué. – respondió amable compartiendo conmigo, una pequeña sonrisa.

Lo observé, a pesar de los años, no había cambiado, seguía siendo el mismo hombre encantador de siempre.

- Bueno… - suspiré. - Ya debo entrar, así que… - y planee marcharme, cuando de pronto, me interrumpió.

- Búscame. – soltó. – No importa lo que pase, si necesitas de mi ayuda. No dudes en buscarme. – lo admito, no me había esperado esas palabras de su parte y aunque la sola idea de volver a tener una conversación con él, me ilusionó, también comprendí que ya era momento de bajar de mi nube. Debía aceptar que esa noche sería la primera y la última.

No le respondí y quizás entendió mi silencio ya que, después de unos segundos, finalmente, se despidió.

- Bien. Descansa, Rin. – y después de dirigirme una última mirada con sus hermosos ojos ámbar dio media vuelta. Llegó hasta su auto y abriendo la puerta me observó.

Realmente, no había cambiado. – me dije. - Pues ese gesto era el mismo que hacia cuando éramos novios y me llevaba a casa de mis padres. Solía esperar hasta que entrara a casa para poder irse. Sonreí por debajo, estaba segura que esa noche la guardaría para siempre en mi memoria.

Después de eso, entré a casa de mi madre.

- ¿Rin? ¡llegaste! – escuché a mi madre.

- Si… - suspiré. – Te dije que no tardaría.

- Me alegra mucho, hija…

- Mamá. – interrumpí. - Estoy muy cansada, yo… quisiera irme a dormir. – y después de sonreírle me fui a la habitación.

Entré, en la cama vi a mi pequeño, me acerqué a él, lo observé con devoción, y después de acariciar su cabecita y besar su frente, me senté. Solté un suspiro, mis manos abrazaron mi pecho y con dificultad, pasé saliva. ¿Qué acababa de pasar? Me pregunté confundida.

Me había comportado como una jovencita necesitada de amor. – me respondí enseguida. – Si, eso había hecho. Me había dejado llevar por mis emociones, por mis sentimientos, me había dejado llevar por las manos de Sesshomaru, por sus palabras, por sus ojos, por su amabilidad.

Si bien, acababa de admitir para mí misma que nunca había podido olvidarlo, no significa que debía comportarme así. Hipnotizada por él. Pues, a tal grado llegué que, incluso, había llegado a confundir sus intenciones. Sesshomaru solo estaba brindándome su apoyo, ¿Cómo es que había llegado a la conclusión de que, había sugerido irme con él? – solté aire. – En ningún momento me había dado cavidad a que pensara en otra cosa que no fuera simple cortesía. Se había portado de manera correcta. Como un caballero, como un amigo.

Amigo. Esa palabra retumbó en mi pecho. Sesshomaru no era mi amigo. No quería que fuera mi amigo, no podía serlo porque… de ser así, dolería mucho.

Me levanté de la cama y dirigiéndome a mi maleta, saqué la ropa de cama.

No… - suspiré después. – No era buena idea que fuéramos amigos. – me dije. – Pero quizás… era lo único que nos quedaba o mejor dicho, era lo único que me quedaba de él, lo único que podía tener de él. No dije nada más, la idea no me gustaba, así que, intenté distraerme metiéndome a la cama e intentando dormir.

Pero… está claro que no pude, por lo que llegué a una conclusión.

Debía dejar de pensar tonterías y mejor, enfocarme en arreglar mi matrimonio y mi familia. Mi hijo necesitaba estabilidad, necesitaba a su padre, a su madre.

Dicho eso, me pasé el dolor y cerrando los ojos, me dejé llevar por el sueño.

¿Ser amiga de Sesshomaru? Era algo, simplemente imposible.


Comentarios de la Autora.

Como les mencioné, este capítulo lo terminé rápido ya que fue la misma conversación solo que con el POV de Rin. En fin, ¿Qué les pareció? ¿Notaron la diferencia de opiniones? ¿Cómo es que, ambos confunden las acciones del otro? Así mismo, ¿Cómo es que ambos, comparten el mismo sentimiento? En lo personal, ese contraste de perspectivas que hay entre los dos, es algo que me encanta de esta historia. Disfruto muchísimo escribirlas y aunque sé, que puede ser agobiante para ustedes por querer verlos juntos, solo les pido que, tengan paciencia. Cada capítulo se pondrá mejor conforme vayamos avanzando.

Bueno, espero que les haya gustado mucho el POV de Rin y me puedan compartir sus opiniones. Amo leer sus comentarios, de verdad que lo amo. Muchísimas gracias por el apoyo, les mando un fuerte abrazo y nos leemos en la siguiente actualización.

PD: El nombre del hijo de Rin es Kishiro. En el capítulo anterior lo puse con "H" pero es con "K" Intenté acomodarlo pero ya no pude… Bueno, solo espero no se vayan a confundir.