Los nombres de los personajes que utilizo en esta historia; no son de mi pertenencia sino de RUMIKO TAKAHASHI. La historia si es mía y queda prohibida su copia total o parcial.
Toma mi mano
Capítulo 6. 1. POV Rin.
No sé cómo lo hice, pero, pude conciliar el sueño. Aunque, no fue por mucho pues, muy de mañana, mi madre, me despertó.
- Rin… hija… - susurró.
- ¿Qué sucede, mamá? – pregunté, aun somnolienta.
- Es tu esposo, hija, está aquí.
- ¡¿Qué?! – exalté, incorporándome de un brinco y dirigiéndole a mi madre una mirada llena de desconcierto e incredulidad. Y, por la manera en como ella me veía, estaba claro, que sentía lo mismo que yo. - ¿A qué hora llegó? – cuestioné mientras buscaba un suéter para ponerme. Así mismo, viendo la pantalla en mi celular.
- No lo sé, ahora son las siete, pero me despertó que llamaban a la puerta. No sé si ya tenía tiempo de estar esperando a que abriera. – no le dije nada, me puse el suéter y confundida, le dirigí a mi madre una mirada. – ¿Hablarás con él? – preguntó preocupada. Yo, suspirando por dentro, pasé saliva.
- Si. – dije sin más, saliendo de la habitación.
Tomé aire, no sabía lo que le diría, no sabía si iba con intenciones de hablar y arreglar las cosas con él, o si pasaría algo con nuestro matrimonio, pues, aun me sentía confundida. De cualquier forma, no perdí más tiempo y llegué a la sala.
- ¿Bankotsu? – dije, al verlo sentado en el sofá. Él, dirigió sus azules ojos a mí, y enseguida se puso de pie, su aspecto, me sorprendió.
Parecía recién salido de la ducha, olía a perfume, traía puesta la chamarra azul que tanto me gustaba y su sonrisa al verme, no hizo más que aumentar mi confusión.
- ¡Rin! – pronunció, y enseguida, acercándose a mí, me abrazó para después darme un beso. - ¿Nos vamos? – añadió.
- ¿A dónde?
- A nuestra casa, ¿A dónde más? ¡Vamos! Trae a Hishiro. ¿Quieren ir a desayunar? Yo vengo muerto de hambre. – mencionó, mientras yo, seguía sin entender el porqué de su tan buen humor y así mismo, de su actitud tan despreocupada.
- Bankotsu, espera. – adelanté al fin. – No entiendo qué está pasando. – él, me observó confundido.
- ¿De qué hablas?
- ¿De qué hablo? – repetí. - ¡De que te fuiste! – aclaré firme. – Hace un mes que no regresas a casa y de pronto, ¿Apareces aquí, actuando como si nada hubiera pasado? Y, ¿Simplemente quieres que nos vayamos todos juntos como una familia feliz? – pregunté, pero él, continuó con el mismo rostro de duda. Lo cual, me enfureció. - Viniste hasta la casa de mi madre por nosotros, acaso, ¿No te parece un mensaje claro de cómo es que me siento al respecto? ¿Realmente no sabes por qué nos vinimos?
- Viniste a pasar unos días con tu madre, está bien, no tengo problema con eso.
- ¡No me refiero a eso, Bankotsu! – exalté. – Sino a por qué lo hice. Y lo hice, porque tú, ya no regresaste a casa. ¡Porque te fuiste a no sé dónde, por más de cuatro semanas!
- ¿Vamos a volver hablar de lo mismo? – cuestionó en un suspiro de fastidio. – Ya sabes a donde voy y lo que hago. Y si se extiende el tiempo no es mi culpa, a veces así pasa.
- ¿A veces así pasa? – repetí indignada. – ¿Esa es tu excusa para justificar que tus días de fiesta se alargan gradualmente?
- No es una excusa, es la verdad. Y como te dije, no es algo que yo pueda controlar.
- ¡Claro que sí! ¡Porque eres tú, quien decide en que momento debe regresar a casa con su esposa y su hijo! – Bankotsu, rodó los ojos. – Ahora, dices que yo sé a dónde vas y lo que haces. ¡Pero eso no es verdad! La única información que tengo es que; estás con Renkotsu y Jakotsu. Fuera de eso, no sé a dónde vas ni lo que haces durante tantos días.
- ¡Ay, Rin! – suspiró y llevándose las manos a la cabeza cubrió su rostro.
- ¿Que? – indagué.
- ¿Vas a venir conmigo a casa, sí o no? – exhaló, dejándome boquiabierta.
¡Lo detesté! Lo admito. En ese momento, lo detesté. Así mismo, desee gritarle, reclamarle que nunca me escuchaba, que nunca me ponía atención. Desee decirle mil cosas pero, gracias a que mi cordura aún estaba bien, recordé que seguía en casa de mi madre y que hablar ahí, no era apropiado. Solté aire, tal vez, por esa razón, Bankotsu había cortado de esa manera nuestra conversación. Volví a exhalar. Si ese había sido su motivo, tenía razón, lo mejor era marcharnos. Es por eso que en un instante, esa furia que comenzaba a recorrer mi cuerpo, desapareció, y pasando saliva, comprendí que era lo mejor que podía hacer en ese momento.
- Si, está bien. – respondí. – Iré por mis cosas y por Hishiro.
- De acuerdo, aquí te espero. – asentí y dando la vuelta, me dirigí a la habitación.
En cuanto entré, y vi a mi madre, me percaté de que había escuchado todo. Le desvié la mirada y actuando como si no hubiera pasado nada, le dije que nos regresaríamos a casa. Obviamente se sorprendió, pero antes de que pudiera cuestionarme, me adelanté.
- Es lo mejor, mamá, necesitamos hablar a solas. – dije, terminando de arreglar mi maleta. – Y… con respecto a lo que escuchaste, finge que no lo hiciste. – mi madre, abrió los ojos. Yo, cargué entre mis brazos a mi hijo. – Por favor. – insistí, dirigiéndome a la puerta. – Hasta que yo hable contigo, no te hagas especulaciones y no te preocupes de más. Es mi vida y yo sé lo que debo hacer. Lo prometo. – dicho eso, salí de la habitación.
Ya no voltee a verla, sabía que vería preocupación en sus ojos, es por eso que, simplemente me dirigí a donde estaba mi esposo.
- Listo. – dije y enseguida, Bankotsu, se levantó para ayudarme a cargar la maleta.
Nos despedimos de mi madre y así, por fin, salimos de su casa.
- Como traigo cargado a Hishiro, me iré a los asientos de atrás. – le dije.
- Está bien. – aceptó, ayudándome a abrir la puerta.
Voltee a ver la casa de mi madre y ella, aun seguía parada en su puerta. Le sonreí a través de la ventana del auto, intentando decirle con mi mirada que todo estaba bien pero, sé perfectamente que no me creyó. Enseguida, arrancando el auto, nos marchamos.
Mientras íbamos en camino, no pude aguantarme y simplemente, continué con la conversación:
- ¿No te sorprendió que me viniera con mi madre?
- En realidad, sí. – respondió. – Sí me sorprendió pero, también me dio gusto por ti.
- ¿Te dio gusto por mí?
- ¡Si! Porque, a comparación de ti Rin, a mí no me molesta que salgas a distraerte. – mencionó, reprochándome.
- ¿Ah no? – cuestioné sarcástica. – No creo que pensaras igual si un día, simplemente me voy con mi madre o con mis amigas por un mes entero.
- Pues, no. – contestó enseguida. – No me molestaría, Rin. Y ¿Sabes por qué? Porque tanto tú, como yo, tenemos derecho a divertirnos.
- ¿Divertirnos? Bankotsu, ¿De qué demonios estás hablando? ¿A qué clase de diversión te refieres? – exalté, y aunque por poco despierto a mi hijo, afortunadamente, logró volverse a dormir. Bankotsu por su parte, me observó por el retrovisor. Entonces, insistí. - ¿A qué clase de diversión te refieres, Bankotsu?
- ¡De nuevo con tus celos! – exclamó. – ¡No voy con mujeres si eso es lo que crees, Rin! Ya te lo he dicho cientos de veces. Yo no hago eso, yo nunca te engañaría. Lo único que hago es irme con mis amigos a beber, a jugar y a pasear… así como lo hacíamos antes.
- ¿Antes de casarte conmigo?
- Exacto. – confirmó, y aunque por la forma en la que me lo dijo, sé que no se percató, ya lo había hecho. Había clavado otra herida en mi corazón.
Decidí no decirle nada más, hasta llegar a casa. Discutir en el auto mientras Hishiro estuviera dormido no era buena idea. Así que, aunque no fue fácil, me contuve. Él, por su parte, también guardó silencio.
Llegando a casa, me dirigí a la habitación de mi hijo, lo acosté en su cama y sin perder tiempo, salí. Bankotsu, se encontraba sentado en el sofá, comía un pastelillo de los que había comprado de camino a casa y estaba a punto de prender el televisor, cuando me adelanté.
- No lo hagas. No prendas el televisor, necesitamos continuar con nuestra conversación. – él, rodando los ojos, soltó un suspiro.
- ¿Otra vez hablar, Rin?
- Si. Es necesario ya te lo dije. – Bankotsu, levantó los hombros. Yo, fingí no verlo. – Bankotsu – suspiré, parándome frente a él. – No me molesta que veas a tus amigos, y que se reúnan para divertirse y charlar como lo hacían antes, sino… el tiempo que utilizas para ello. Al principio, solo era una noche cada fin de semana, pero después, comenzaste a irte días enteros. Sin avisarme siquiera y eso me asustaba mucho. Llegaba a pensar que algo te había pasado.
- Y yo te expliqué que no debías preocuparte…
- Sí, sí. – interrumpí. - Me dijiste que cuando sucediera eso, significaba que estabas con Renkotsu y Jakotsu.
- Exacto.
- Y aunque nunca me ha gustado que te vayas sin avisarme. Intenté comprenderte. Pero lo que nunca he entendido, es porqué comenzaron a ser días completos, y lo peor, que esos días comenzaron a aumentar. Si bien, ya no te vas cada fin de semana, lo recompensas con los días que te vas. Entiendo que es una manera de relajarte en compañía de tus amigos pero… ¿Debe ser por tanto tiempo? Acaso, ¿No vez que tu hijo y yo te extrañamos?
- Entiendo que me extrañen, Rin, pero… debes comprender y también debes explicarle a Hishiro, que es algo necesario para mí.
- ¿Necesario? – repetí. - ¿Por qué es necesario irte con tus amigos por días o hasta semanas completas? Tienes una esposa y un hijo en quien pensar, y con quiénes deberías pasar esos días para divertirte. No con tus amigos.
- Cada vez que hablamos me repites lo mismo.
- Porque es la verdad. Dime, ¿Cuándo has jugado con Hishiro? ¿Cuándo hemos salido como familia a dar un paseo?
- ¿Acaso no sabes que trabajo todo el día? – reclamó. – Cuando regreso debo recuperar el trabajo de esos días, Rin. Eso tú lo sabes.
Y sí lo sabía, su propia madre me lo había dicho. Bankotsu pedía permiso para faltar al trabajo y cuando regresaba, recuperaba el trabajo atrasado. Le era fácil, trabajaba con su madre, ella era prácticamente su jefa, así que, conseguir los días que quería, era realmente sencillo. Y más que nada porque mi suegra, no le negaba nada a su hijo.
- Si, lo sé. Pero así como pides permiso para irte con tus amigos por semanas completas, también puedes hacerlo para pasar tiempo con nosotros.
- ¡Por favor, Rin! – exclamó. – ¿Todo esto es por celos?
- ¡No son celos, Bankotsu! ¡¿Qué no comprendes lo que te estoy diciendo?! – exalté molesta. – Hishiro y yo, también deseamos pasar tiempo contigo.
- ¿Pasar tiempo conmigo? Rin, vivimos juntos. Cada mañana y noche estamos aquí. ¿Qué más tiempo necesitas?
- ¡El mismo tiempo que le entregas a tus amigos! ¡El tiempo que deberías entregarnos a tu hijo y a tu esposa! O es que acaso, ¿Prefieres estar con ellos? – cuestioné furiosa esperando su respuesta, cuando de pronto, al ver la expresión de su rostro, me lo dijo todo.
No voy a negarlo, de alguna manera, ya me lo esperaba, pero aun así, el confirmarlo, me había dolido muchísimo. Así mismo, y aunque sentí ganas de llorar, no lo hice. Solo, con la voz un poco quebrada, repetí la pregunta. Claro que, solo fue para escucharlo por su propia voz.
- Entonces, si, ¿Realmente prefieres pasar tiempo con ellos, Bankotsu?
- No es eso, Rin, es solo que… - suspiró. – Es… necesario, para mí.
- ¿Necesario? ¿De qué hablas? – cuestioné confundida.
- Necesito hacerlo. – exhaló. – Necesito salir de todo esto, de la rutina, de los deberes, de las obligaciones. De una vida que… de una vida que yo no elegí.
No le mentí a mi madre, cuando le dije que me enamoré de Bankotsu. Incluso, cuando me casé con él, aún estaba enamorada. Con el tiempo, con su comportamiento y con todos los problemas que comenzamos a tener, ese enamoramiento que sentía, fue disminuyendo poco a poco. Aun así, seguía sintiendo algo por él, quizás poco, pero lo suficiente como para romperme el corazón, cuando lo escuché decir esas palabras.
Aunque pensándolo mejor, tal vez, no fue exactamente por amor, sino porque, por segunda vez, me hizo sentir despreciada.
Ya no pude evitarlo. Después de sentir un golpe en el pecho, de mis ojos comenzaron a brotar lágrimas. Lo observé desconcertada, herida e indignada. Sorprendida, de que no pudiera ver la magnitud de las palabras que acababa de pronunciar.
- Entonces… lo haces. Te vas por días porque, de esa manera tu…
- Me siento libre. – confirmó, mientras que yo, solo podía sentir mi cuello y mi pecho, mojados.
- ¿Libre de mí? ¿libre de tu hijo? – Bankotsu, me dirigió una mirada, después, bajando la cabeza, se puso de pie.
- No lo tomes de esa manera, Rin. – explicó. – No es que no los quiera sino que…
- ¿Qué, Bankotsu? – insistí, pero él, viéndome con compasión, se acercó a mí.
- Tú sabes que yo no quería esto. – susurró, acariciando una de mis mejillas. – Te amaba Rin. Aun te amo y quiero estar contigo pero, yo no quería casarme. Esta no es la vida que quería para mí. Por lo tanto, no planeo atarme a la idea de estar enclaustrado con una esposa y un hijo. No puedo hacerlo.
- Pero… Bankotsu.
- Necesito que lo entiendas, Rin, porque ya no puedo seguir con estas discusiones, y mucho menos con tus reclamos.
- Entonces, es un hecho, ¿No vas a dejar de hacerlo? ¿No vas a dejar de irte por días?
- No. – respondió firme.
- ¿Y qué hay de cuando te disculpabas, cuando me decías que no volvería a pasar? ¿Era mentira?
- No exactamente. Claro que me sentía mal porque me extrañabas pero, creí que con el tiempo lo comprenderías. Creí que no era necesario que lo explicara, ya que era algo obvio. Pero, veo que para ti, no. – solté aire. – Yo sé que a ti si te gusta esta vida Rin. El estar casada, tener una casa, cuidar de tu hijo, y está bien, si eso te gusta y te hace feliz, sigue asiéndolo. Por mi parte, yo haré lo que me hace feliz. Solo queda saber si, tú, ¿vas a apoyarme? Así como yo lo hago contigo.
Me quedé inmóvil, ¿Había escuchado bien? ¿Me acababa de decir que, el estar casado conmigo, el vivir juntos como una familia, lo hacía solamente, porque era algo que solo yo quería? ¿Prácticamente, me estaba dando gusto, como si fuera un capricho mío?
No supe que responder, ¿Qué podía decir ante lo que me acababa de confesar? ¿Debía seguir con una vida así? O…
- ¿Papá? ¡Ya llegaste! – mencionó mi hijo, saliendo de su habitación.
- Hola, Hishiro. Si, ya regresé. – dijo Bankotsu, recibiendo el abrazo de nuestro hijo.
- ¿Te vas a quedar a jugar conmigo? – preguntó mi pequeño.
- No, no puedo, tengo que ir a trabajar. – y después de ver la hora y dirigirme una mirada que concluyó nuestra conversación, se encaminó a la salida. – Nos vemos en la noche. – y así, cerrando la puerta, se marchó.
Por mi parte, confundida y lastimada no hice otra cosa más que; continuar con mi rutina. Pues, ocultar mis sentimientos de mi hijo, fue mi prioridad en ese momento. Al final del día, después de haber realizado mis actividades diarias, con el corazón agrietado, esperé a que llegara mi esposo. Obviamente, durante el día, pensé en lo que habíamos platicado, y aunque estaba claro, no lo quise ver. Quizás, porque… dentro de mí, aún tenía mucho miedo de volver a sufrir y de volver a sentirme rechazada. Es por eso que, no tomé ninguna decisión.
Finalmente, cuando Bankotsu llegó, como siempre, cenamos juntos, se dio un baño y nos fuimos a acostar para dormir. Ni él, ni yo, mencionamos nada al respecto.
Ya en la cama, me di la vuelta sintiéndome un poco incómoda. No sabía qué hacer, no sabía cómo sentirme, es por eso que, mejor, intenté dormir, pero entonces, sentí cuando Bankotsu, se acercó a mi cuerpo.
- Eres hermosa… - susurró en mi oído, acercándose más a mí. – Y muy sexy… - añadió comenzando a acariciar mi trasero y a besar mi cuello.
- Esta noche no me siento con ánimo, Bankotsu. – le dije, sincera.
- Yo puedo hacer que te animes… - aseguró, continuando con sus besos y caricias.
- No, Bankotsu, me duele la cabeza y me siento cansada. Quiero dormir. – insistí.
- Y lo harás, créeme. Vas a dormir, muy relajada.
- Bankotsu, no quiero. - dije, pero él, no hizo caso.
Comenzó a besarme, a quitarme la ropa, a acariciar mi cuerpo y aunque intenté corresponder, sentir sus besos, sentir su calor, no pude. Lo único que sentí, fue; mucha incomodidad, ardor e insatisfacción.
Al terminar, Bankotsu se dio la vuelta, se cubrió con la sábanas e inmediatamente, se quedó dormido. Mientras tanto, yo, me pregunté a mí misma, qué acababa de pasar. ¿Había aceptado llevar la vida que Bankotsu quería? Bueno… no le había dicho que no. Pero, entonces, si estaba de acuerdo, ¿Por qué no me sentía bien? ¿Por qué no estaba feliz? ¿Por qué me sentía obligada? Sé que, en mayor parte, lo hacía por no destruir la familia de mi hijo, sin embargo, yo, como mujer, ¿Me estaba sepultando?
No quise responderme.
Esa noche, como una cobarde, no hice ni dije nada. Solo, continué con mi vida.
Después de lo sucedido con mi esposo, pasaron dos días.
Ya me había hecho a la idea de continuar como siempre, como si no hubiera pasado nada, así que, ese día, hice lo mismo: llevé a Hishiro al colegio, y planeaba regresar a casa para hacer el aseo cuando de pronto, escuché la puerta de mi casa. Fui a atender y para mi sorpresa, quien estaba frente a mí, era mi madre.
- ¿¡Mamá!? – expresé sorprendida, pues casi no iba a visitarme. Mucho menos de sorpresa.
- ¡Hola, Rin! – saludó con alegría.
- ¿Qué haces aquí? – pregunté al mismo tiempo de abrazarla.
- Vine a visitar a mi hija, ¿Qué no puedo?
- ¡Claro que sí! Adelante, pasa. ¿Ya desayunaste? ¿Te preparo algo?
- No hace falta, hija…
- Si me esperas, puedo hacer cupcakes. – dije, sabiendo que a mi madre le encantaban.
Vi en su rostro un brillo de ilusión y así, después de soltar una risita, me puse a preparar los pastelitos.
Ya sentadas en la mesa, con los cupcakes terminados, nos dispusimos a desayunar. Hasta ese momento, no habíamos platicado nada serio, simplemente trivialidades, y aunque sabía que la visita de mi madre se debía a su preocupación por mí, no le había mencionado nada, pues aún no sabía que iba a responderle si me preguntaba como había resultado mi conversación con Bankotsu.
Bueno, aunque, ni yo misma sabía como responderme a mí misma, esa pregunta.
De cualquier forma, sería inevitable, y sabía que, entre más tiempo tardara en hablar del tema con mi madre, ella más se preocuparía, así que, sin aplazarlo más, decidí, tomar la palabra.
- No sueles venir a visitarme. El viaje es largo y por tus rodillas, no es conveniente un traslado tan cansado. ¿Por qué te arriesgaste así? – cuestioné, dando un sorbo a mi taza. Por su parte, me observó tranquila.
- Tenía que saber que pasó. – respondió. - Quería verte y asegurarme por mi misma, que estás bien.
- ¿Y qué opinas? ¿Cómo me veo ante tus ojos? – indagué, aunque, no estoy segura de por qué le hice esas preguntas. Quizás, porque, quería partir de su respuesta para saber cómo decirle que todo estaba bien. Quería que me ayudara a hacer menos difícil el mentirle.
- No lo sé. – suspiró. – Estás feliz, puedo verlo, pero… supongo que es por mi visita. Fuera de eso, sigo viendo en ti, una profunda tristeza.
Sus palabras me paralizaron el cuerpo. Tenía razón, absolutamente en todo. Pero, no podía dejar que lo supiera. Es por eso que, tuve que interrumpirla.
- No pudieron resolver sus problemas verdad…
- No, mamá, no es eso. Escucha, antes que nada, mi esposo y yo, estamos bien. Conversamos y llegamos a un acuerdo. Todo está bien, te lo aseguro. – y aunque traté de decirlo con la mayor firmeza, por la expresión en su rostro, sabía que no me creía nada. Así que, tuve que esforzarme aún más. – Está bien, lo admito, estoy triste. Pero no es por lo que te imaginas, lo que sucede es que, no me gustó discutir con él. Es mi esposo y lo amo, es por eso que, cuando nos enojamos, me siento mal. Y en esta ocasión, creo que ha sido la pelea más grande que hemos tenido, es por eso que, aun me siento triste. – mi madre, me observó. – Fuera de eso, estamos bien. Te lo prometo.
No supe que más decir, no me gustaba mentirle, sin embargo, no me había quedado otra opción.
Por un par de segundos, no dijo nada, simplemente sus ojos me analizaron. Al final, y antes de que mis nervios me delataran, me creyó.
- Pues, me alegra que hayan arreglados sus problemas, hija. Y con respecto a cómo te sientes. Deberías olvidarlo. Si ya pasó, si ya están bien, supéralo, Rin. No te aferres a los malos sentimientos. – mencionó, y con muchísimo esfuerzo, contuve mis ganas de llorar.
- Si. – suspiré. – Tienes razón, voy a superar este sentimiento. – mi madre, sonrió.
- Bueno… – soltó aire. – Ya que me quedó claro que entre tú y tu esposo todo está bien. Pasemos a la segunda razón por la que vine. – dijo de pronto, causándome dudas.
Entonces y de la nada, levantó uno de sus brazos. Lo acercó a mí, y justo a lado de mi plato, dejó mi anillo de matrimonio junto con una tarjeta. Mi madre tenía una expresión divertida, por mi parte, además de no entender el porqué, en ningún momento sospeché algo extraño, simplemente bajé la mirada, vi que se trataba de mi anillo pero sinceramente a lo que le presté más atención fue a la tarjeta. Pues quería saber de qué era y porque me la había dado. Fue entonces que, cuando la leí, lo comprendí todo.
Tomé la tarjeta entre mis manos. Solo para asegurarme de que había leído bien y efectivamente, no me había equivocado. Era el nombre de Sesshomaru.
No supe que hacer, inmediatamente que lo confirmé, mis ojos llenos de impresión, se dirigieron a mi madre. Intenté preguntar ¿Cómo es que la tenía? ¿Quién se la había dado? ¿Por qué me la había dado con mi anillo? ¿Qué es lo que ella sabía? Pero… no pude hablar. Mi voz, simplemente había desaparecido.
Afortunadamente, se trataba de mi madre, así que, no hizo falta que le preguntara, ella misma, respondió a mis dudas.
- Él fue quien me la entregó. – habló. – El mismo día que te fuiste con tu esposo y tu hijo, llegó Sesshomaru. Y, preguntó por ti. – no sé por qué, pero en ese momento, me sentí sonrojar. – Me dijo que quería hablar contigo.
- ¿Hablar conmigo? Pero…
- No me dijo de que, solo se excusó diciendo que era para entregarte tu anillo, ya que, lo olvidaste en su auto. – y en cuánto terminó de pronunciar aquellas palabras, mis pulmones, quedaron sin aire.
¡Dios mío! ¿Qué había hecho Sesshomaru? Me pregunté angustiada, pues mi madre, me veía con reproche.
- Mamá, yo…
- Podrías explicarme, ¿Qué fue todo esto, Rin? – interrumpió firme. - ¿Por qué tu ex novio apareció frente a la puerta de mi casa? Y, ¿Por qué es que olvidaste tu anillo de matrimonio en su auto?
Sabía lo que me estaba insinuando, pero, aunque hubiese preferido que así hubiera pasado. En ese momento, restaurar mi imagen frente a mi madre, fue mi prioridad.
- ¡Mamá, escucha! – adelanté. – Primero que nada, no quiero que te imagines escenarios, por favor, no saques conclusiones. Te voy a explicar absolutamente todo.
- Bien, te escucho. – mencionó acomodándose en la silla. Por mi parte, solté un suspiro.
No sabía que era lo que Sesshomaru le había dicho a mi madre, pero, intentar averiguarlo no me serviría de nada. La única opción que tenía era; hablar con la verdad. Así que, tomando valor, me dispuse a hablar.
No obstante, fue mi madre quien no soportó y simplemente, soltó todas sus dudas.
- ¿Te has estado viendo con Sesshomaru a escondidas de tu esposo?
- ¡¿Qué?! ¡No! ¡claro que no!
- ¿Desde hace cuánto tiempo? Y, ¿Cuándo fue que regresó? ¿No se supone que estaba en Estados Unidos?
- ¡Mamá por favor! ¿Podrías dejar que te explique? – ella, frunciendo el ceño, guardó silencio. – No sé con exactitud cuándo regresó. Pero, cuando lo vi por primera vez, fue hace casi un año. - Vi el asombro en sus ojos y antes de que pudiera hablar, continué.
Le mencioné cada encuentro que habíamos tenido, claro omitiendo por completo el impacto emocional que sufría cada vez que lo veía. En realidad, solo le dije lo que había pasado superficialmente y como se supone que yo debí tomarlo. O sea, sin importancia. Después, llegué al momento en que nos encontramos en el parque.
- Sé que tal vez, no fue apropiado de mi parte pero… su cortesía realmente me ayudó a desahogarme. – mi madre, levantó una ceja. – No, mamá. – adelanté - Sesshomaru fue sincero. Créeme cuando te digo que, en él, no vi ninguna otra intención más qué auténtica amabilidad. – y al afirmarlo, no pude evitar sentir dolor. – Y eso es todo.
- Ya veo. – suspiró. – Entonces, no me mintió con lo que me dijo.
- ¡¿Que?! ¿Él, te lo dijo? – tartamudee atónita.
- Si. Me dijo lo mismo que tú, que se habían encontrado por casualidad, que conversaron un poco y que después, te llevó a mi casa. – yo, la observé inquieta. – No te dije nada porque, debía asegurarme de que me dijeras la verdad y también asegurarme de que lo que él me dijo, fue verdad. – dijo sincera y al instante, cerré los ojos. Mi madre, era una mujer muy inteligente. – Y dime Rin, ¿Realmente no sentiste nada, al volver a ver a Sesshomaru? – preguntó enseguida. – Sé que omitiste esa información, ¿Por qué? - y lo reafirmo, hablar con mi madre, era difícil.
- No te lo mencioné porque, no tiene importancia. ¿Qué imaginas que sentí? Lo normal. Asombro, un poco de coraje pero… fue todo. Lo nuestro terminó hace mucho tiempo, así que, entre Sesshomaru y yo, ya no hay nada que sentir. – le dije, siendo consciente de que le estaba mintiendo descaradamente.
Y está claro el por qué. No iba a decirle a mi madre que desde el primer encuentro con Sesshomaru, me percaté de que nunca pude olvidarlo. Que desde ese momento, a cada instante comencé a desear que mi esposo fuera él y no Bankotsu.
No podía hacerlo. Simplemente, no era algo que mi madre debía saber.
- Ya veo… y supongo que tienes razón. – comentó. – Después de todos estos años, es normal que entre ustedes ya no exista ningún sentimiento. Por lo menos de tu parte. – comentó, haciéndome dudar.
- ¿A qué te refieres?
- A que, me percaté de algo cuando hablé con Sesshomaru.
- ¿De qué te percataste? – indagué.
- Pues, parece que se siente culpable de lo que sucedió entre ustedes. Y ¿Sabes cómo pude notarlo? – yo, levanté una ceja. – Porque te ofreció su amistad.
- ¡¿Qué?! – exalté. - ¿Me ofreció su amistad, pero, cómo?
- Cuando me entregó su tarjeta. Me dijo que te la diera y claro, que te comunicaras con él, si necesitas algo. – Pronunció con una actitud que en ese momento no pude identificar.
Por otro lado, lo que si pude comprobar fue que; no estaba molesta, mucho menos indignada. Lo cual, me pareció muy extraño, pues, durante todos estos años, mi madre, le había guardado mucho rencor a Sesshomaru. Y, ¿Cómo no? Le había roto el corazón a su hija.
- Ya veo… - suspiré.
- Si, y con eso fue suficiente para saber que, al ofrecerte su "ayuda" es porque intenta remediar de alguna manera lo que te hizo. – explicó. - Quizás, se dio cuenta, tarde, de que no había actuado correctamente y al ofrecerte su tarjeta para que lo llames si necesitas algo, es su manera de compensar su actitud pasada. ¿No lo crees?
- No, no lo sé. – dije sincera. Pues, no había pensado en esa posibilidad. – Quizás, solo fue amable.
- Si se hubiera tratado solo de amabilidad, no habría regresado a dejarte su tarjeta, Rin. – yo, la observé. – Escucha hija, no me mal entiendas. Estoy segura de que su amabilidad contigo fue sincera pero, también creo que quiere remediar lo que te hizo.
- No lo había considerado. – dije sincera. Analizando tanto las palabras de mi madre, como la propuesta de Sesshomaru.
- En fin. Parece que, aunque es un idiota, sigue siendo un joven, bueno, un hombre, muy amable. – mencionó y sin poder evitarlo, sonreí.
- Si… creo que sí.
- Bueno Rin. Me alegra saber que todo está bien con tu esposo y que, tú y Sesshomaru, tomaron con madurez estos reencuentros. – añadió, viéndome directamente al rostro, pero, gracias a que me encontraba un poco distraída, no pude darme cuenta, del mensaje oculto en sus palabras.
- Ah, sí, sí. Gracias mamá. - fue lo último que dije.
Y así, después de aquella conversación con mi madre, durante ese día que estuvo de visita, no volvimos a mencionar nada sobre Bankotsu o Sesshomaru.
Sin embargo, por mi parte. No dejé de darle vueltas a sus palabras.
Mi madre me había dicho, que Sesshomaru se sentía culpable de lo sucedido entre nosotros, y que, el ofrecer su tarjeta, había sido como un acto de redención. Y si bien, admitía que mis sentimientos por él, no habían desaparecido a pesar de los años, no significaba que no lo culpara. Porque realmente así era. Cada vez que lo veía, me dolía el corazón, no solo porque ya no estábamos juntos sino también, por la herida que aún no había sanado dentro de mí. Herida que él, me había hecho.
Por lo tanto, llegué, a una posible conclusión.
Si, en definitiva, algo andaba mal con mi vida. Pero, deshacer a mi familia para remediar mi confusión sentimental, no era una opción. No quería terminar mi matrimonio. Tenía miedo, por mí y por mi hijo. Es por eso que; desee entender a Bankotsu, desee poder encontrarle un sentido lógico, razonable a sus palabras, pero no podía hacerlo sola. Necesitaba ayuda. Y sabía perfectamente que esa ayuda, no la encontraría ni con mi madre, ni con Sango. Quizás, porque de alguna manera, sabía lo que me dirían y en ese momento, no quería escucharlo.
Es así que, la única opción, fue Sesshomaru.
Porque si, en efecto, estar cerca de él, me llenaba de tranquilidad, me hacía sentir confianza. Como si pudiera decir cualquier cosa. Entonces me cuestioné, si Sesshomaru, quería de alguna manera, "remediar" lo sucedido, ¿Por qué no aprovecharme de eso? Si realmente estaba dispuesto a "ayudarme" ¿Por qué no recibir su ayuda? Era hombre, quizás, si le decía lo que Bankotsu me dijo, podría explicarme a que se refería y hacerme entender a mi esposo.
A pesar de todo, Sesshomaru siempre había tenido la característica de ser muy maduro a pesar de su edad, ahora que ya habían pasado los años, debía ser más sabio.
Eso fue lo que quise hacer. Aprovechar su sabiduría para saber entender a mi esposo. Ya cuando lo lograra, y consiguiera al fin, mantener en paz mi vida familiar y matrimonial, la amistad llegaría a su fin. O, eso fue lo que pensé.
Durante diez días, estuve pensando en todo eso. Convenciéndome de que pedirle un consejo a Sesshomaru era lo mejor. Después, me confirmaba a mí misma que era una tontería, que no debía hacerlo. Nuestras vidas se habían separado hace mucho, por lo que tener una amistad, no era apropiado. Principalmente, porque no había dejado de amarlo. Pero, al mismo tiempo, y gracias a ese motivo, también deseaba verlo otra vez.
Es por eso que, durante todos esos días, aunque lo deseaba, no me atreví a llamarlo.
Fue entonces, que un día, siguiendo mi rutina, fui por mi hijo al colegio, y como siempre, pasamos por el parque. En mi mente, seguía cuestionándome el llamarlo o no, cuando de pronto, girando la cabeza, mis ojos, se encontraron con su imagen.
Comentarios de la Autora.
Y, díganme. ¿Quién más pensó que la madre de Rin le había mentido a Sesshomaru? jajaja.
Espero que este capítulo no se les haya hecho pesado, pues como ya lo notaron tuvo muchas conversaciones. Por lo contrario, espero que les haya gustado mucho y así mismo, puedan darme sus opiniones y comentarios, saben que me gusta mucho leerlos.
Por otro lado, les pido disculpas, sé que faltó la parte en donde se encuentran Sesshomaru y Rin pero, esa aun la sigo editando. Es por eso que, el POV de Rin, será de 2 capítulos por esta ocasión.
Bueno, muchísimas gracias por su apoyo, por su paciencia y por tomarse el tiempo de leer. Les mando un fuerte abrazo.
