Los nombres de los personajes que utilizo en esta historia; no son de mi pertenencia sino de RUMIKO TAKAHASHI. La historia si es mía y queda prohibida su copia total o parcial.


Toma mi mano


Capítulo 6. 2 POV Rin.

Mi hijo continuaba hablando mientras seguía degustando su helado, y yo, si ya desde antes no le estaba prestando la suficiente atención por venir concentrada en mis pensamientos, empeoro todo en cuanto mis ojos se percataron de la presencia de Sesshomaru. Pues, verlo ahí, sentado en una banca del parque, luciendo tan perfectamente varonil y elegante como siempre, fue suficiente como para hacerme ensordecer y no escuchar nada, solo los latidos de mi corazón.

Obviamente, al instante me pregunté, ¿Por qué estaba ahí? ¿Por qué aparecía frente a mí, justo cuando más lo necesitaba? ¿Por qué siempre sucedía lo mismo? Acaso, ¿Seguíamos conectados?

Solté aire. No era momento para pensar tonterías.

Como sea y sin esperarlo, ahí estaba, justo debajo de un hermoso roble. Traía puesta una camisa blanca remangada hasta los codos y portaba unas gafas de sol que lo hacían lucir… muy apuesto. Todo su cuerpo se encontraba en dirección a mí, y aunque no podía ver sus ojos gracias a sus gafas, por alguna razón, sabía que me estaba mirando.

Volví a exhalar preguntándome, ¿Qué debía hacer? ¿Voltearme, seguir caminando y fingir que no lo había visto? O ¿Saludarlo, aunque fuera de lejos?

Ninguna opción me agradó. Pues aunque no lo quería admitir, ya sabía lo que realmente quería hacer. Quería estar cerca de él. Pero, entonces, si eso era lo que quería, ¿Debía acercarme? Pero, ¿Cómo hacerlo sin desmayarme en el intento?

Como fuera, debía hacerlo de una vez, pues permanecer ahí parada, pronto me haría ver mal. Es así que, tomando a mi hijo como fuente de valor, a través de su mano, me encaminé a su dirección.

¡Vaya! ¿Qué cobarde de mi parte no es así? Resguardarme tras mi hijo de cuatro años para darme valor. ¡Qué patética era!

En fin, no tardamos en llegar, y aunque me aferré a la mano de mi pequeño, no pude evitar sentirme temblar al saber que era yo, quien debía saludarlo primero. Un simple "hola" debía bastar, pero no me ayudó en nada ver cómo es que se apartó las gafas y sus brillantes ojos ámbar, me observaron hasta que nos detuvimos frente a él.

Fue por eso que quizás, cuando abrí la boca para hablar, lo primero que dije fue:

- Sesshomaru. – pero afortunadamente, me di cuenta a tiempo y casi al instante, pronuncié un "hola" junto con una sonrisa, para obviamente, ocultar mis nervios.

- Hola, Rin. – respondió él, sin apartar ni un segundo, sus ojos de mí.

Después de eso, nadie dijo nada más, simplemente, nos observamos. Entonces, y en buen momento, mi hijo, intervino.

- ¡Hola! – saludó Hishiro, con su natural carisma de niño curioso. – ¿Quién es él, mamá? – preguntó enseguida, y aunque me inquietó un poco, traté de tomarlo con tranquilidad. La última vez que mi hijo me había preguntado, por la impresión que sentí no supe que responder. Aunque creo que le habría mentido. En esta ocasión, me di cuenta de que mentirle no sería buena idea, así que, decidí ser sincera.

- Él, es Sesshomaru, mi amor… Y él… es mi amigo. – suspiré, sintiéndome extraña. Pues, nunca había visto a Sesshomaru como amigo.

- ¿Es tu amigo? – repitió sorprendido. - ¿Tú también tienes amigos, mamá? ¿Así como papá? – cuestionó haciéndome ver que, por más que me esforzara, no podía protegerlo de todo. Estaba claro, había escuchado algunas de mis conversaciones con Bankotsu. Y aunque en ese momento sentí un hueco en mi estómago, traté de disiparlo y responderle de una manera correspondiente a su edad.

- Así es mi amor. – afirmé, intentando ocultar mi vergüenza frente a Sesshomaru. – Amigos y amigas, al igual que tú. Así como tienes amigos y amigas en el colegio, yo también los tengo. – expliqué, junto con una sonrisa.

- ¡Guau! – expresó él, viéndome con entusiasmo. Y para ese momento, creí que lo había logrado. Sin embargo, no esperé lo que dijo después. - Pero, mamá, si es tu amigo, ¿también es mi amigo? – preguntó de pronto, sorprendiéndome no solo a mí, sino también a Sesshomaru.

Y, ¿Cómo me di cuenta de su asombro? Pues, por instinto voltee a verlo y aunque nunca ha sido una persona que demuestre expresiones, yo lo conocía, así que, no me fue difícil saber que lo tomó por sorpresa. No obstante, percatarme de algunas de sus expresiones no significaba que también me hacía saber sus pensamientos, por lo que, para evitar que se sintiera incómodo, me adelanté.

- No lo sé, mi amor. Eso depende de… - pero entonces, y sin esperarlo, Sesshomaru, me interrumpió.

- Claro que sí. Podemos ser amigos, si tú quieres. – dijo, viendo con una sonrisa a mi hijo.

Lo admito, me sorprendió, pero también confieso que, su respuesta, me dio mucha alegría. Ya que, eso significaba que Sesshomaru, no rechazaba a mi hijo. Y eso, significó mucho para mí.

Por su parte, Hishiro tampoco esperó esa respuesta, ya que de inmediato, se aferró a mi brazo. Un poco tímido, dirigió sus ojos a mí y después de que le trasmití confianza, finalmente, respondió.

- Bueno. – dijo sin más, compartiendo una sonrisa con Sesshomaru. Después, se dirigió a mí. - ¿Puedo ir a jugar, mamá? – lo conocía, sabía que la presencia de Sesshomaru lo había intimidado (de buena manera) y el irse a jugar era su manera de escapar. Así que, no se lo impedí y asintiendo con la cabeza, le di permiso de ir al jardín.

Tanto Sesshomaru como yo, vimos como mi pequeño corrió en dirección al jardín y así, finalmente nos quedamos solos.

La verdad es que, mi hijo había ayudado en mucho a romper la tensión que posiblemente se sentiría, por lo que debía aprovecharlo. Así que, sin perder tiempo, tomé la palabra.

- Y, ¿Cómo estás? – añadí, intentando iniciar una conversación.

Pero, tan solo ver la expresión de Sesshomaru, fue suficiente para hacerme sentir nerviosa otra vez.

Al momento, no me dijo nada, solamente me observó, de arriba abajo debo decirlo. Después, poniéndose en pie, me invitó a sentarme. Sonreí tímida sintiéndome una tonta. Acepté su amabilidad y después de sentarse a mi lado, por fin, respondió.

- ¿Me preguntas como estoy? – cuestionó, viéndome directo al rostro. - Eso debería preguntártelo yo, ¿no lo crees? - dijo al instante, confirmando mi sentir. Yo, solté aire.

- Supongo que sí. – acepté, bajando la mirada.

- ¿Y bien…? – insistió, haciéndome regresar. Por alguna razón, Sesshomaru, tenía el poder de transmitirme confianza, con la más simple de las palabras.

- Bueno. – suspiré. No sabía por dónde empezar. – Estoy bien, de manera general pero, con respecto al asunto de mi esposo… no lo sé. Es… complicado. – confesé.

- ¿Más complicado de lo que ya es? – preguntó levantando una ceja, lo cual me causó gracia, pues la ironía, era muy obvia.

- Si… creo que sí. – acepté, con una sonrisa.

- ¿Y no vas a decirme? – preguntó curioso, con un tono tan genuinamente interesado, que me hizo comprenderlo al fin.

Sesshomaru, realmente tenía intenciones de ayudarme. ¡Mi madre tenía razón! Quizás, era por amabilidad, por compromiso o por su propia redención, no lo sabía aún pero. Lo que si sabía era que, no fingía. De verdad deseaba escucharme.

Por lo tanto, ya no quise dudar más y finalmente, tomé una decisión. Aceptaría su ayuda. Aceptaría ser su amiga.

Lo único que faltaba era, decírselo. Aunque claro, debía encontrar la manera adecuada. Así que, después de guardar silencio por un momento, tuve una idea.

- Si planeo decirte, Sesshomaru. – suspiré. – Pero, antes, quisiera que me respondieras algo. – mencioné, llevando a cabo lo que se me había ocurrido.

- ¿De qué se trata? – cuestionó. Por mi parte, tomé mi bolso e introduje mi mano.

- Esa noche, cuando me llevaste a casa de mi madre, me dijiste que te buscara si necesitaba ayuda. Tú… lo decías en serio, ¿no es así? – dije, viéndolo directamente al rostro. Pues no deseaba perderme alguna expresión que fuera a tener. Sin embargo, que levantara una ceja, no fue lo que esperaba. Acaso, ¿Lo había incomodado?

- ¿No creíste que hablara en serio? – preguntó serio.

- ¡No es eso! – adelanté. – Sé que no eres alguien que hable simplemente por hablar. A lo que me refiero es que. Siempre has sido un hombre muy amable, Sesshomaru. – Intenté explicar. - Es por eso que, cuando me dijiste esas palabras aquella noche, creí que simplemente había sido un impulso de tu amabilidad, pero… cuando le dijiste lo mismo a mi madre, supe que era más que eso. Supe que era más que amabilidad. – pronuncié, al mismo tiempo en que, sacando la mano de mi bolso, le mostré la tarjeta que le había entregado a mi madre.

Al momento, no dijo nada, solo observó la tarjeta en mi mano. Después de unos segundos, dirigió sus ojos a mí, y en un acto inesperado, se acercó a mi rostro.

- ¿Qué quieres decir con, "más que amabilidad"? – cuestionó de pronto, clavándome su ambarina mirada. Y aunque en ese momento, no entendí su actitud, para evitar que su cercanía me alterara, desviando la mirada, respondí lo primero que se vino a mi mente.

- Quiero decir que… no creí que realmente quisieras ser mi amigo. – dije, y cuando comprendí lo que había pronunciado, solamente esperé no haberme equivocado. Regresé mis ojos a Sesshomaru para ver que respondería pero, lo único que hizo fue, repetir mis palabras.

- ¿Amigo?

- ¡Si! – reiteré. Y al ver que su rostro aun mostraba incredulidad, supuse que sería mejor tratar de explicarle todo. - Llegué a esa conclusión porque, días después, cuando fui a visitar a mi mamá y me dio mi anillo junto con tu tarjeta, también me comentó lo que le dijiste. - Y aunque estoy consciente de que le mentí, en ese momento creí que era lo mejor pues, decirle que mi madre había ido a visitarme con urgencia, solo porque sospechaba algo entre nosotros, no era una opción.

No obstante, a pesar de mis explicaciones, el rostro de Sesshomaru no cambió su expresión de incredulidad, incluso, por un momento, pude notarlo molesto. Acaso, ¿Me había equivocado? Y, ¿Realmente no quería ayudarme? O, la idea de ser amigos, ¿Le era impensable? No sabía lo que estaba pasando pero, debo decir que, verlo así, me bajó el ánimo por completo.

Es por eso que mejor, intenté arreglarlo.

- O tal vez, me equivoqué y, no te referías a eso. – dije avergonzada. - Porque, de hecho, es lo que quería preguntarte, no sé, ¿Realmente crees que tú y yo, podamos ser amigos? – cuestioné sincera, temiendo su respuesta.

¡Por Dios! ¿Que había hecho? Me había adelantado, había pensado en algo que era imposible y ahora, ¿Cómo iba a arreglarlo? – me dije comenzando a sentir cómo todo mi cuerpo comenzó a temblar.

Afortunadamente, Sesshomaru, no tardó en responder.

- No veo porque no. – dijo con firmeza, regresándome el aliento. ¡Dios mío! ¿Desde cuándo había vuelto a tener el control de mis emociones?

- ¡Opino lo mismo! – mencioné enseguida, siendo víctima de mis impulsos. Pues, aunque ser su amiga, no era algo que me convencía al cien por ciento, la emoción de saber que entre Sesshomaru y yo, aún existía aunque fuera "amistad" me hizo sentir muy feliz. – Y te lo agradezco, Sesshomaru. – añadí sincera.

- ¿Por qué me agradeces? – cuestionó confundido. - No he hecho nada para ayudarte. – dijo eso último en un tono de frustración o quizás, de melancolía.

- ¡Si me has ayudado, Sesshomaru! – exalté, sin haber comprendido porque dijo eso. - El haberme escuchado fue más que suficiente. Esa noche, pudiste haber pasado de largo pero no lo hiciste. – aclaré. - De igual manera, pudiste haber terminado con todo lo que pasó y regresar a tu vida pero, tampoco lo hiciste. Es por eso que, te estoy muy agradecida, Sesshomaru. – dije, completamente sincera. Y aunque tal vez, me dejé llevar y le confesé más de lo que debía, no me arrepentí de nada. Quería que lo supiera.

Entonces, no sé si fue por mi sinceridad o por su amabilidad pero, lo volvió a hacer. Volvió a acercarse a mí, pero esta vez, tan cerca, que casi podía sentir su aliento. Y lo peor de todo es que, a pesar de que fui consciente de que no era correcto, no me aparté. Quizás porqué, me dio curiosidad saber lo que me diría o, tal vez, porque quería que pasara algo más. No lo sé, de cualquier forma, no hice nada, no me moví, no dije nada, solamente, observé sus penetrantes y hermosos ojos dorados.

Segundos después, y como si hubiese cambiado de opinión sobre algo, pasó saliva. Observó a detalle todo mi rostro y después, habló.

- Dime Rin… - pronunció con voz baja. - ¿Realmente crees, que si algo se trata de ti, lo dejaría pasar? – yo, pasé saliva, al mismo tiempo en que sentí, paralizar no solo mi cuerpo, sino también mi mente.

Entonces, tras un suspiro, no supe que decir.

- Yo, no lo sé. – respondí, aunque, ahora que lo pienso, realmente no lo sabía.

- Pues no, Rin. – adelantó él sin apartar su cercanía. - Nada que tenga que ver contigo, podría ser indiferente para mí. – aclaró, causando en mí, tantas emociones que, no supe cómo responder. Y aunque lo intenté, ya no me dio tiempo pues, en ese momento, llegó mi hijo.

- ¡Mamá, Ya me quiero ir! – escuché de pronto.

- ¿Qué? ¡Hijo! – reaccioné por instinto, volteando mi mirada a él.

- ¡Tengo hambre mamá, ya me quiero ir! – mencionó mi pequeño y aunque sus palabras debieron ser motivo para que de inmediato tomara la decisión de marcharme, no pude hacerlo. No porque no me importara mi hijo, sino porque… no quería irme, quería pasar más tiempo con Sesshomaru.

Sin embargo, sabía que no podía. Fue así que, dirigiendo mis ojos a Sesshomaru, planee disculparme, cuando él, se adelantó.

- Descuida. - dijo con actitud comprensiva. - Lo primero es atender a tu hijo. Y, con respecto a esta conversación, podemos continuarla otro día. – mencionó de pronto y aunque lo intenté, no me dio la oportunidad de responder pues, inmediatamente, añadió. - ¿Qué te parece este sábado? – Propuso, sorprendiéndome de sobre manera, pues justo ese día, era viernes.

- ¿Mañana sábado? – cuestioné confundida. - Pero, ¿Cómo…?

- Puedo invitarte a desayunar. Si estás de acuerdo. – intervino, dejándome sin aliento, acaso, ¿Había escuchado bien? Sesshomaru, ¿Me acababa de invitar a salir? Me pregunté, pero, para mala suerte o quizás, fortuna, rápidamente, respondió mis dudas. - Sería como lo que hicimos esa noche. – añadió. - Hablar mientras tomamos algo, ¿Te parece bien? – suspiré por debajo, debía dejar de actuar como adolecente.

Fue por eso que, intenté explicar que no era seguro, que quizás no podría, que siempre estaba ocupada pero… no lo logré.

- Bueno, tienes mi tarjeta, ¿No es así? Avísame si estás libre. – indicó tranquilo, - Igualmente, si puedes otro día, solamente manda un mensaje. – añadió, nuevamente acercando su cuerpo al mío. ¡Dios mío! Tenía que dejar de hacer eso. O, ¿Cuál era su intención?

- Y, ¿Si tu estas ocupado? – insistí nerviosa. Por su parte, sonrió.

- Yo me encargo de eso, no te preocupes. – susurró, dirigiéndome una mirada que, descontroló mis sentidos. ¿Era mi imaginación? O acaso, ¿Sesshomaru me estaba coqueteando?

¡Sí, claro! Como fuera, acorraló mis salidas. Por lo tanto, no me quedó otra opción más que aceptar.

- De acuerdo. – dije al fin, admitiendo mi derrota.

- Muy bien. – sonrió. – Espero tu mensaje. – Yo, por mi parte, no le dije nada más, solamente, asentí.

Seguido de eso, tomé mi bolso, a mi hijo y después de compartir con él, una sonrisa, me marché.

Y si, sé que tal vez, pude verme un poco grosera o quizás indiferente pero, no tuve opción, si no me apartaba de esa manera de Sesshomaru, estoy segura que hubiera sucumbido ante los sentimientos que me provocaba y quizás, me habría lanzado a sus brazos. Es por eso que, preferí, huir, antes de que fuera tarde.

Ese día, llegué a casa, hice de comer, ayudé a mi hijo con su tarea, lo acosté a dormir y cuando por fin, me metí al baño para darme una ducha, entré en razón de lo que estaba pasando.

¡Por Dios! - Me dije, cubriendo mi boca. – Había acordado una cita con Sesshomaru.

Aunque bueno, no literalmente pues, Sesshomaru, estaría esperando mi aviso. Aun así, estaba en mis manos. Sería mi decisión poner fecha y hora. Solté un suspiro, ¿Qué estaba haciendo?

Aunque me cueste admitirlo, quería hacerlo. Quería verme con él, no importaba el lugar, ya que, todo mi ser, lo único que deseaba era, estar a su lado. Sin embargo, lo que me llenaba de miedo era mi propia cobardía. Temía que no tuviera el valor de mandarle mensaje, y así fue. Pues, llegó el sábado y, no me comuniqué con él.

Llegó el domingo, era de noche, ya estaba en mi cama y aún seguía sintiendo en el pecho esa sensación de tristeza por no haberle mandado mensaje. Tomé mi celular y observé su número, pues ya lo tenía agregado a mis contactos. Entonces, me pregunté si debía hacerlo, si era apropiado que, sintiendo lo que sentía por Sesshomaru, era correcto verme a solas con él. Pero entonces, aun sabiendo cual era la respuesta, decidí ignorarla y por primera vez, después de muchos años, fui egoísta y pensé solamente en mí. En lo que yo quería, en lo que yo deseaba. Y así, sin pensarlo mucho, le escribí un mensaje.

Hola, Sesshomaru.

Soy Rin.

Disculpa la hora y el avisarte hasta hoy pero, no había tenido oportunidad.

Así mismo, el día de mañana tengo tiempo, pero solo sería por la mañana.

Me aseguré que estuviera bien escrito y con el corazón acelerado, le di enviar.

Bankotsu entró a la habitación, se acostó a mi lado y sin siquiera mirarme, se dispuso a dormir. Por mi parte, no solté ni un segundo mi celular.

Pasados tres minutos, escuché el sonido de un mensaje. Traté de no moverme y revisé la pantalla. Debo decir que, ver una respuesta tan pronta de su parte, me hizo sentir, mucha emoción.

Hola, Rin.

De acuerdo, entonces, te veo mañana.

Te estaré esperando en el restaurante Kinmokusei.

Nueve de la mañana, ¿Te parece bien?

"Kinmosukei" Lo busqué en internet y después de asegurarme en donde estaba, le respondí.

Si, está bien. Ahí te veo. Buenas noches.

Le dije sin más. Aproximadamente, treinta segundos después, me respondió.

Buenas noches.

Abrí el mensaje, sonreí satisfecha y después de colocar mi celular en la mesa, me dispuse a dormir.

Fuera o no fuera una cita, ya no me importó, lo único que sabía era que, al día siguiente vería a Sesshomaru y eso, fue suficiente para mí.

La mañana siguiente, desperté más temprano de lo normal, pues, quería darme el tiempo necesario para buscar la ropa más adecuada. Está claro que, deseaba verme bien pero, no lo suficiente para dar una impresión equivocada. Sin embargo, fue realmente difícil ya que, involuntariamente, todo lo que me ponía, reflejaba mi deseo de ser admirada por él.

Al final, ya casi llegando la hora en que se despertaba mi hijo y mi esposo, decidí usar un par de Jeans y una blusa casual. No era del todo de mi agrado pero, al menos, no me hacía sentir culpable.

El tiempo continuó avanzando, hice todo lo que hacía cada mañana; preparar el desayuno, alistar a mi pequeño, despedir con un beso a mi esposo y llevar a mi hijo al colegio. De ahí, me daría el tiempo justo para llegar a Kinmokusei, así que, no me di la oportunidad de pensarlo para arrepentirme y de inmediato, me dirigí al restaurante.

Como había tenido que viajar en autobús, fue que había tardado tanto en llegar. Por fortuna, eran las nueve y tres minutos, cuando finalmente, llegué al restaurante. Entré y al verlo quedé sorprendida, pues era muy bonito. Entonces, una voz, me habló.

- ¡Buen día, señorita! – escuché y volteando mi mirada, vi que se trataba de la hostess. - ¿Quiere que la acompañe a una mesa? O, ¿Viene con alguien? – preguntó, y tan solo el darle mi respuesta, me hizo temblar.

- Me veré con alguien. – suspiré, tratando de parecer tranquila.

- Entiendo, ¿Me podría decir su nombre?

- Rin, Noto. – pronuncié y al instante la señorita, sonrió.

- ¡Aquí esta! Su acompañante es el señor Sesshomaru Taisho. – y al escuchar su nombre, sentí mariposas en el estómago. – Él, ya está aquí, la está esperando, señorita Rin. Permítame, la acompañaré a su mesa. – pasé saliva y sonriendo agradecida, caminé detrás de ella.

Mientras llegábamos a la mesa, junté mis manos con la intención de tranquilizar mis nervios pero, no fue de mucha ayuda pues, no tardé en verlo.

Por otro lado, Sesshomaru, quien ya nos había advertido, se puso de pie, lo cual, me dio la oportunidad de observarlo detenidamente. De arriba, abajo. Y lo que vi, me hizo pasar saliva. ¡Dios mío! Estaba en problemas, ya que, no podía evitarlo, ese hombre, me encantaba.

Finalmente, llegamos. Volteé a ver a Sesshomaru y tímida, le sonreí. Él por su parte, devolviendo el gesto, se colocó detrás de mí y acomodando la silla, me ayudó a sentarme.

- ¿Les gustaría una taza de café en lo que toman su orden? – propuso la hostess.

- Si, gracias. – respondí sonriente. Sesshomaru, solo asintió. Pues, por alguna razón, no apartó ni un momento, sus ojos de mí.

- Muy bien, enseguida se los traen. – dijo, marchándose y así, dejándonos solos. En ese momento, planee hablar, decir algo antes de que el silencio se prolongara y nos hiciera sentir incómodos pero, en esta ocasión, fue Sesshomaru quien tomó la delantera.

- Hola. – dijo, mostrándome su encantadora sonrisa.

- Hola. – devolví, tímida. Y tratando de ocultar lo mucho que me encantaba verlo sonreír, hice un comentario. – La señorita me dijo que ya me estabas esperando. Y como sé que siempre llegas temprano, me pregunto si, ¿te hice esperar mucho? – cuestioné sincera. Él, me observó fijo.

- En absoluto. – respondió, con una actitud tan galante que, no hizo más que inquietarme. Afortunadamente, antes de que volviera a pensar en algo irreal, prosiguió. - Por cierto, tu hijo. ¿Por qué no lo trajiste? – preguntó, sorprendiéndome. Acaso, ¿Estaba esperando que llegara junto con mi hijo?

- Bueno... – solté aire. – No lo traje porque, en este momento, está en el colegio. Y, también es el motivo por el cual solo podía el día de hoy. – expliqué tratando de dejar clara la ausencia de mi pequeño. Sesshomaru, guardó silencio. Entonces, ¿Era real? ¿Realmente esperaba verme aquí con mi hijo? Me pregunté incrédula.

- Entiendo. – suspiró después de unos segundos. - Cuidas que tu hijo no escuche una conversación sobre su padre. Pero, aun así, la próxima vez, no te preocupes, podemos vernos en algún lugar donde tengan juegos para él. – mencionó y sin poder evitarlo lo observé impactada.

No solo por el hecho de mencionar que habría una "próxima vez" sino por su disposición a convivir con mi hijo. Eso significaba que, ¿No le molestaba? ¿No lo veía como un impedimento para conversar? Pasé saliva, ese gesto, nunca lo olvidaría.

Entonces, para evitar que se percatara de que me había conmovido con sus palabras, preferí cuestionarle lo obvio.

- ¿La próxima vez?

- Así es. – afirmó enseguida. Y quizás fue su seguridad o lo mucho que yo también lo deseaba que, simplemente, acepté.

- Pues… si no te molesta que lo lleve la próxima vez. Está bien. – dije, él, me observó complacido y enseguida, nos trajeron la carta.

- Ordena lo que gustes. – adelantó amable, tomando un sorbo a su café. Asentí agradecida y tomando la carta, revisé el menú.

Ordenamos y después de que se marchó la mesera, volvimos a quedarnos solos. Entonces, ahora fui yo, quien tomó la palabra.

- Y dime, Sesshomaru, ¿Qué hiciste en Estados Unidos durante estos años? – pregunté, siendo consciente de que quizás fui muy directa pero, además de que fue una duda auténtica, me sentía con la suficiente confianza de preguntarle y de que él, me respondería. Así que, por ese motivo, no me preocupé. Por su parte, hizo lo mismo y respondió sin complicaciones. Lo sorprendente aquí, fue lo que me dijo.

- Conocí a mi hermano. – pronunció sin más, dejándome impactada.

- ¿A tu hermano? – repetí incrédula. – ¿Al, hijo de tu padre…?

- Con su otra esposa. Si, así es, - afirmó y yo, apenas podía creerlo. Entonces, lo observé fijo pensando en que, debió ser muy doloroso. Así que, solamente, dije lo que podía decir.

- Lo siento mucho. – y solté aire.

- Descuida. – adelantó. – No fue tan malo como creí.

- ¿Ah, no? – dudé.

- No. – dijo sin más, haciéndome entender que quizás, me estaba entrometiendo en algo que no me correspondía. No obstante, segundos después, añadió. – Claro que, no fue agradable cuando lo conocí, mucho menos enterarme que tan solo, es tres años menor que yo, pero, afortunadamente, con el paso del tiempo, me fui percatando de que, no era como pensaba. Es un buen sujeto. – y después de una pausa, mencionó algo que sinceramente, nunca esperé. – Realmente, he llegado a verlo como mi hermano.

- ¡¿En serio?!

- Si… - afirmó, dejándome completamente anonadada.

Era extraño pero, se podía notar claramente, el cariño que le sentía a su hermano. Y para ser sincera, ver esa nueva etapa en Sesshomaru, era realmente agradable.

- ¡No sabes cuánto me alegra, Sesshomaru! – expresé sincera.

- Te lo agradezco. – sonrió. - De hecho, hace poco se casó, es por eso que retrasé un año mi regreso a Japón. Quería que estuviera con él. – mencionó comprobando mi pensar. Sesshomaru, realmente había cambiado.

- ¿Y lo hiciste por él? – indagué.

- No tuve opción. – intentó excusar, haciendo reír.

- Yo, más bien, diría que fue un lindo gesto, Sesshomaru. – mencioné juguetona. – Posponer tus propios planes por alguien más, quiere decir que, ese alguien, es muy importante para ti.

- ¿En serio? – preguntó incrédulo, levantando una ceja.

- ¡Claro que sí! – solté sonriente.

- Mientras nunca lo sepa, está bien. – dijo y al final ya no pude contenerme y comencé a reír.

Su afán de querer ocultar lo mucho que le importaba su hermano, era verdaderamente lindo. Pero en fin, para evitar que se incomodara, decidí continuar la conversación con otro tema.

- ¿Y de manera profesional? Supongo que, te ha ido muy bien. No cualquier arquitecto es de nivel internacional. – resalté, provocando en él, una sonrisa.

- No soy internacional.

- Yo diría que sí. – insistí. – Además, por lo que veo, parece que estás cumpliendo tu sueño. Ser un arquitecto con experiencia y reconocido siempre fue lo que quisiste.

- ¿Reconocido? – repitió.

- ¡Claro! – afirmé. - Y lo sé, porque, el edificio con departamentos que se acaba de inaugurar, todos comentan que fue dirigido por un gran renombre, alguien con el apellido "Taisho" así que, supe que se trataba de ti. – expliqué, quizás hablando más de lo que debía pero, creo que en ese momento, no pude evitarlo. Pues, la nostalgia de saber que había cumplido su sueño sin mí, fue inevitablemente doloroso.

En fin, para evitar que se percatara de la verdadera razón de mi comentario, añadí:

- Felicidades, Sesshomaru. Realmente me alegro por ti. – y aunque fui sincera, lo que contestó, no fue más que un rotundo cambio de tema.

- No lo hagas. – dijo. - Mejor, dime, ¿Qué hay de ti? supongo que no estás trabajando pero, ¿Por qué? – de acuerdo, quería hablar de mí, pero sinceramente, yo no.

Afortunadamente, me ayudó mucho que en ese momento, llegaron nuestros platos. Y aunque no fue suficiente como para escapar, al menos me dio tiempo de tomar aire y responder a su pregunta sin ponerme a llorar.

- En efecto, Sesshomaru. – suspiré, después de probar mi platillo. - No estoy trabajando pero, si lo hice por un tiempo. –guardé una pausa. Después, proseguí. – De hecho, estuve en Diamon. – pronuncié al fin, y fui testigo de cómo su rostro, mostró su impresión.

- ¡¿Qué?! – exaltó. - ¿El banco más grande de Japón? Pero, tu sueño era entrar a trabajar ahí, ¿Qué fue lo que pasó para que no continuaras? – cuestionó curioso. Lo cual, solo hizo que me doliera aún más la respuesta.

- Me casé. –solté, y al darme cuenta de lo que había dicho, inmediatamente intenté acomodar mis palabras. – Bueno, en realidad, fue más que nada, por mi hijo. Durante mi embarazo, tuve unas complicaciones, las cuales me impidieron rendir con eficiencia en el trabajo así que, tomé la decisión de renunciar. – solté aire. – Al final, creo que fue lo mejor, porque, no habría podido dejar a mi hijo en una guardería, lo hubiera extrañado muchísimo. Aunque, si te confieso algo, también, me dolió muchísimo dejar ese trabajo. Lo amaba. – confesé viéndolo directamente al rostro. Y ahora que lo pienso, Sesshomaru era el único a quien le había dicho la verdad.

- Ya lo creo. Ese trabajo era tu sueño. - mencionó con empatía – Y aunque, lo hiciste por cuidar de tu hijo, aun así, lo lamento, Rin. – lo observé atenta, sabía que sería el único que me comprendería, así que sus palabras, aunque no fueron demasiadas, me ayudaron mucho.

- Gracias. – después de eso Sesshomaru no dijo nada más, quizás, por respeto a lo que le acababa de confesar. Fue por eso que fui yo, quien decidió proseguir. - ¿Sabes? Quien sigue trabajando en Diamon, es Sango. – comenté de pronto.

- ¿Sango? – repitió, levantando una ceja. – Tú mejor amiga, ¿Aun…?

- ¡Así es! – afirmé. - Y si, aún sigue siendo mi mejor amiga.

- Ya veo, me alegra, Rin. – sonrió sincero.

- Por cierto, ¿Recuerdas al chico con quien salía? – proseguí.

- ¿El de sonrisa estúpida?

- Si, él. – dije sonriendo. - Su nombre es Miroku. Bueno, siguen juntos. Y más que eso, ya viven juntos.

- Pero, él…

- No, ya no. – adelanté. - Desde que Sango le puso un ultimátum, dejó de portarse como un idiota.

- Ya era hora. – comentó, y aunque sé, que hablar de Sango no era lo mejor ni lo más apropiado, no pude detenerme.

- ¡Así es! No se han casado porque, parece que tienen muchos planes. Es por eso que ambos trabajan sin descanso. De hecho, Sango… - y planeaba proseguir, cuando Sesshomaru, me detuvo.

Lo cierto es que, no sé porque comencé a hablar todo eso. Quizás, porque de alguna manera, intentaba desviar su atención de la verdadera conversación.

- Rin, discúlpame. – intervino. - Y aunque, me alegra que Sango siga siendo tu amiga, preferiría que me hablaras solo de ti.

- Oh, lo siento. – me disculpé.

- Descuida.

- ¡No! Es que… - tomé aire. - Creo que, de alguna manera, intenté desviar el tema. – él, me observó. - Sé que ya es momento de contarte lo que pasó ese día con mi esposo pero, creo que decirlo se me está complicando un poco. – dije sincera. Pues, si por mi fuera, continuaría hablando con Sesshomaru. De todo, excepto de mi esposo.

Entonces, nuevamente, la amabilidad de Sesshomaru se hizo presente.

- Si es así, Rin. No es necesario que me lo digas. – afirmó seguro. - La intención de este desayuno no es hacerte sentir incómoda. – y quizás, fue la manera en cómo me lo dijo que en un instante, olvidé todo temor y quise decirle todo de una vez.

- No lo estoy. – exalté. - No encontraba las palabras, eso es todo. Así que, ¿Puedo decírtelo ahora? – dije como si estuviese necesitada de su atención. Y como siempre, él, no hizo más que mostrarme su absoluta disposición.

- Adelante.

Pasé saliva, no sabía cómo comenzaría, ni como se lo diría pero, si el fin de esta amistad con Sesshomaru era comentarle mis dudas sobre los comentarios de mi esposo, ¿Por qué atrasarlo? Es por eso que, dejando de lado lo mucho que estaba disfrutando ese desayuno, decidí ir al verdadero punto.


Comentarios de la Autora.

Muchos perdones les pido, por tardarme tanto pero, ya saben. El tiempo en mi vida no es un buen amigo, jajaja. En fin, aquí se los dejo. Espero que disfruten del punto de vista de Rin. Así mismo, me puedan compartir sus hermosos comentarios, ya saben que me encanta leerlos.

Bueno eso es todo, les mando un fuerte abrazo y muchísimas gracias por tomarse el tiempo de leer.