Ni Marvel ni High School DxD son de mi propiedad, pertenecen a sus respectivos autores.

Yo hago esto sin ánimo de lucro, solo para pasar el rato.

Este fic contiene/contendrá violencia, palabrotas y demás cosas. Leedlo bajo vuestra responsabilidad, que yo ya lo he puesto en categoría M.

—comentarios.

pensamientos.

—*hablando por teléfono, comunicador, etc.*

—[Ddraig, Albion, etc.]


Capítulo 1:

ISSEI HYOUDOU, RECLUTA DE SHIELD


Había pasado poco tiempo desde que el segundo año en la academia de Kuoh había dado comienzo. Issei Hyoudou bostezaba mientras ingresaba al edificio principal donde estaba su aula. Tenía mucho sueño y no hacía más que maldecir aquel maldito lunes. En parte culpa suya por estar viendo el vídeo pornográfico que su amigo el gafotas le había prestado, pero ¡cómo no verlo! ¡Cómo no trasnochar! Pero claro, ahora pagaba las consecuencias. Volvió a bostezar antes de entrar al aula. Tan cansado estaba que ni cuenta se había dado de las miradas de odio y recelos del alumnado femenino. En verdad solo quería descansar. Deseaba que aquel día lectivo pasase rápido. Ignorando a todos y todo, se sentó en su asiento, se acomodó en el pupitre y cerró los ojos para descansar mientras el profesor llegaba.

—¡Ise! —gritó su amigo Matsuda, despertándole de golpe.

Por aquel grito repentino, Issei se incorporó, maldiciéndole justo después.

—¿A ti qué demonios te pasa? —gritó molesto por el repentino despertar.

—¿Cómo que qué me pasa? ¿Hay que hablar de lo que ha pasado hace unas horas?

—¿De qué demonios estás hablando? —volvió a preguntar Issei desconcertado.

—¿Cómo que de qué está hablando? —intervino Motohama—. ¡Pues lo de Iron Man, obviamente!

Issei parpadeó. No entendía de qué demonios estaban hablando sus amigos. Observó al resto de compañeros de clase, quienes parecían muy concentrados en sus propias charlas, pero en verdad podía captar varias palabras, unas que siempre se repetían: Iron Man y Tony Stark. Si bien Iron Man le resultaba extraño, ajeno, el nombre de Tony Stark no. ¿Quién no lo conocía? El gran playboy multimillonario o billonario, el atractivo empresario estadounidense que siempre estaba rodeado de lujo y hermosas mujeres. Envidia e ídolo de la mayoría de adolescentes del mundo mundial.

—Vale, ¿qué me he perdido? —preguntó a sus dos amigos.

—¿Acaso no has visto las noticias? —interrogó Motohama sorprendido.

—Pues no. Estuve con el vídeo que me prestaste.

—Aaah, entiendo, pero eso para otro momento.

Issei volvió a sorprenderse. Demasiadas sorpresas en tan pocos minutos.

—¿Te acuerdas de nuestro gran ídolo Tony Stark? —continuó Matsuda, el pervertido rapado—. Pues ahora ha inventado una armadura. ¡Una armadura! ¡Puede volar, y lanzar rayos láser! ¡Joder, si ya se ha enfrentado a un tipo con una armadura aún más grande!

—Pero ¿qué estás diciendo?

—Lo que oyes. Hace unas horas ha dado una entrevista, una que se ha hecho eco en todo el mundo.

—¿En serio? ¿Una entrevista un lunes?

—¿Acaso eres tonto? —preguntó de manera retórica el joven rapado, provocando la molestia de Issei—. Recuerda que nos llevamos diecisiete horas con Malibú. Allí aún es domingo.

Issei se dio una palmada mental. Ciertamente siempre se confundía con la diferencia horaria. Alguien se preguntará, ¿por qué motivo sabían la diferencia horaria? Nuevamente decir que Tony Stark era su ídolo. Sabían de él todo lo que se podía saber.

—Entonces… ¿volvió de Afganistán y ahora ha creado una armadura y va por ahí siendo un superhéroe?

—¡Exacto! ¡Es como en nuestros mangas, pero en la vida real! ¡Si pensábamos que no podía ser más alucinante, ahora va y hace esto! ¡Dioses, quiero ser como Tony Stark!

El Trío Pervertido asintió con lágrimas en los ojos.

—Je, pues sois justo lo contrario: no sois playboys, sois idiotas, de clase media… ¿Queréis que siga?

Los tres pervertidos adolescentes observaron con odio a la persona que había dicho tales ofensas, su compañera Aika Kiryuu, quien sonreía de manera burlesca.

—¿Qué? ¿Os ha molestado? Solo os he recordado la cruel realidad. Estáis en el otro extremo de la cuerda. Nunca jamás le llegaríais siquiera a la suela de los zapatos.

—Tu cállate —dijo Motohama con gran molestia.

—Eso. Tú no sabes nada. ¡Algún día seremos como él! ¡Ya lo verás! —secundó Matsuda.

—¡Eso mismo! —asintió Issei.

—Claaaro que sí. En vuestros sueños quizás.

Dedicándoles una última sonrisa burlesca, Aika se dio la vuelta para continuar hablando con sus compañeras, quienes le reían la gracia por la burla al Trío Pervertido.

—Pse, esa idiota. Ya verá, ya verá. Seremos los mejores estudiantes de este año, y del siguiente. Y en la universidad nos graduaremos con todos los honores.

Issei no pudo evitar poner una mueca ante las palabras de su amigo rapado. Motohama negó con la cabeza.

—Pues ya puedes mejorar mucho las notas. ¿Te recuerdo que aprobabas lo justo el año pasado?

Matsuda le miró un poco avergonzado.

—Tú cállate. No es justo que seas tan listo como pervertido.

—Seré un pervertido, pero también me tomo en serio mis estudios y mi futuro —Motohama se encogió de hombros mientras sonreía con arrogancia—. Hasta Issei sacó notas decentes.

Ahora fue el turno de Issei de sonreír a Matsuda con cierta superioridad, provocando aún más molestia en el joven rapado. No muchos segundos después la profesora de la materia de aquella primera hora hizo acto de presencia, haciendo que todos guardasen silencio. En ningún momento hizo mención a la noticia de Iron Man, sino que se centró únicamente en su asignatura, lo cual provocó cierto desánimo en el alumnado, pues esperaban poder retrasar algo la clase por aquel mismo evento.

El resto del día escolar pasó sin mayor pena ni gloria. Si bien el tema de Iron Man seguía siendo el principal foco de atención entre estudiantes y profesores, estos últimos no permitían que sus alumnos se alborotasen para tratar aquel tema. Pero si de algo había que hacer mención era de la cita que Issei tuvo aquel mismo día para sorpresa de todos los que supieron de ello y envidia asesina y mortal de sus dos amigos pervertidos.

Como todo adolescente que tiene su primera cita, Issei estuvo muy nervioso, pero a pesar de ello hizo todo lo posible para que aquella chica que le había pedido salir, Amano Yuma, y si cualquiera hubiera visto aquella cita se habría sorprendido al no ver rastro alguno de la gran perversión del joven Hyoudou. Casi que parecía adorable y todo. En verdad parecía que, para los momentos importantes, su perversión podría verse opacada por otros sentimientos. Pero lo que Issei no esperaba era que su cita fuese una criatura sobrenatural, de esas que nada más que había visto en series y películas, unas pertenecientes al mundo de la mitología, religión y folclore.

Issei observó horrorizado cómo aquella chica, la primera y única con la que había tenido una tan ilusionada cita, se elevaba con un par de alas negras y creaba una extraña lanza púrpura, apuntándole con toda la intención de atravesarle. Observó aterrado a su alrededor, pero la gente que antes había en el parque ahora ya no estaban. Había desaparecido. No había nadie que pudiera ver lo mismo que sus ojos se negaban a creer.

La sonrisa psicópata que le mostró junto con sus palabras fue quizás lo más aterrador. Cuando Raynare, que era como realmente se llamaba esa criatura, un ángel caído perteneciente a las religiones abrahámicas, lanzó la lanza contra el humano, pero al inesperado ocurrió. Un sonido metálico y algo parecido a un cristal romperse resonó en la zona. Ambos desviaron sus ojos del otro para centrarlos en aquella persona que había interrumpido, contemplando a un joven también japonés, de mayor edad que Issei, sosteniendo una espada con la que acababa de partir en dos la lanza de luz del ángel caído. Pero lo que más llamó la atención de Issei fue el extraño uniforme, principalmente ropa ceñida que le recordaba a la que usaba cierta gente para el combate, y un emblema en los hombros que parecía tener un águila en su centro.

—¿Y tú quién coño eres? ¿Cómo osas interponerte en mi trabajo? —gruñó Raynare molesta por aquella interrupción.

—Ángel caído Raynare, será mejor que te marches ahora o tendré que acabar contigo aquí y ahora.

Raynare entrecerró los ojos, mirando atentamente el atuendo de aquel espadachín humano. El símbolo en el hombro le provocó picazón, pues no encontró respuesta de primeras.

—Será mejor que seas tú el que se marche… o bueno, ya no. Os mataré a los dos. Eso te pasa por interponerte.

El espadachín entrecerró los ojos. Raynare creó otra lanza, pero se extrañó al ver como aquel espadachín bajaba su arma, haciendo un gesto con la mano. De pronto escuchó algo grande a su espalda. De milagro pudo esquivar una enorme mandíbula abierta. Los afilados dientes pasaron a centímetros de su cuerpo. Pero ahí no acabó todo. Un cuervo salido de la nada se lanzó contra su cara, logrando arañar con sus afiladas garras su rostro, pero falló al intentar alcanzar sus ojos. Por último, un mono de apariencia antinatural saltó, agarrándola por los pies. Con una fuerza anormal la lanzó contra el suelo. Raynare soltó un quejido por aquel impacto. Abrió los ojos, dispuesta a matar a aquellos animales, pero solo se encontró con la punta de una catana apuntando a su cabeza, entre sus ojos. El espadachín se quedó quieto un par de segundos, segundos que en cualquier otra ocasión Raynare habría aprovechado para contraatacar, pero los ojos de aquel humano, así como las bestias que estaban con él y la espada que se suspendía entre sus cejas la habían paralizado de puro terror. Era una cobarde después de todo. En cuanto veía que estaba en desventaja siempre salía huyendo, pero en este caso le era imposible.

—Has tenido suerte. Parece que vivirás… al menos un tiempo más.

Y con un rápido movimiento blandió su espada enfundándola con elegancia. Raynare, sintiéndose humillada, gritó e intentó atravesar al espadachín, pero estando ya prevenido, el mono fue más rápido, golpeándola en el cuello con la fuerza suficiente para dejarla inconsciente. Después de todo, Raynare era un ángel caído, una criatura sobrehumana, así que necesitaba golpes más consistentes para dejarla fuera de juego. Issei observó asombrado, y aún aterrado, la escena frente a él.

—Hyoudou Issei, ¿no es así? —El aludido asintió con la cabeza—. Tendrás que venir conmigo.

—¿Q-quién e-eres tú? —Se atrevió a preguntar.

—Mi nombre es Momono Kibitsuhiko, agente de S.H.I.E.L.D., y ellos son mis compañeros: él es mono yōkai, él un perro dios yōkai y él un cuervo.

—¿Yōkais? ¿En verdad existen? —Volvió a preguntar, asombrado, pues no creía que en verdad existieran los yōkais, aunque también era verdad que una tipa con alas negras había intentado matarle y ahora yacía inconsciente justo detrás del espadachín—. Espera, ¿S.H.I.E.L.D.? ¿Qué es eso?

—Es normal que no sepas qué es S.H.I.E.L.D. Pero, aun así, necesito que vengas. Tenemos que irnos ya, pues se acercan.

—¿Se acercan? ¿Quiénes?

—No es el momento. Venga, levántate.

Con una mezcla de admiración, miedo y curiosidad, Issei se puso en pie y ambos se marcharon, siendo seguidos por aquellos tres animales. Después de todo, ¿cómo iba a negarse a hacer lo que aquel tipo le pedía, o más bien exigía? Tenía una espada y tres criaturas sobrenaturales junto a él. Incluso si iba a abrirle en canal para vender sus órganos, ¿qué podía hacer él para impedirlo? Luego de varios pasos giró su cuello para ver sobre su hombro al ángel caído, parpadeando con sorpresa al ver que un par de hombres trajeados y con el mismo emblema que el espadachín la inmovilizaban con unas esposas raras en varias partes de su cuerpo, así como una gargantilla, alzándola para llevársela del lugar. Cuando abandonaron el parque se encontraron con un todoterreno negro de cristales tintados. La puerta de atrás se abrió, mostrando tres asientos. El perro yōkai redujo su tamaño a uno normal y, junto con los otros dos animales, ingresaron en el vehículo, en la parte trasera. Momono entró, sentándose junto a la ventana. Issei observó aquel vehículo. A pesar de haberle salvado de una muerte segura, aquello le provocaba desconfianza. Era como en una de esas típicas películas donde le secuestrarían, le meterían en un coche como eso, lo llevarían a una zona alejada y a saber qué más.

—Sube, ya. No nos queda tiempo —ordenó el espadachín.

Con un brinco por el duro y cortante tono, Issei subió al vehículo. Cerró la puerta y el conductor, un tipo vestido con traje, arrancó, conduciendo a una velocidad tranquila, que no levantase sospechas… o al menos más de las necesarias.

—¿Vas a decirme qué es S.H.I.E.L.D.? —preguntó Issei luego de reunir suficiente valor.

—Aún no. Tendrás que esperar a que lleguemos.

Nuevamente aquel tono cortante. Issei se encogió en su asiento, aunque el otro joven no le miraba. Los tres animales parecían estar a lo suyo, pero Issei podía asegurar que estaban en guardia, atentos a cualquier posible ataque. Siendo el propio Issei un joven normal de diecisiete años, ¿de qué debían preocuparse?

Issei guardó silencio. Durante largos minutos el vehículo atravesó la ciudad, alejándose más y más de esta, yendo hasta Tokio. Issei solo habló una vez y fue para comentar que tenía que volver a casa, pero Momono simplemente dijo que ya estaba todo pensado, aunque aquello no tranquilizó a Issei para nada. Cuando llegaron a la capital del país siguieron y siguieron, atravesando lugares que él ni conocía, lugares que no había visto ni en los periódicos ni en las noticias. Al final acabaron llegando a un edificio de aspecto antiguo pero lleno de seguridad se viese por donde se viese. Estaba seguro de que habría más que en el propio ayuntamiento, el congreso o el mismísimo Palacio Imperial.

El vehículo llegó hasta lo que parecía ser la entrada principal, la cual se abrió a los pocos segundos, dando paso a un amplio parking. Una vez aparcado el coche, Momono bajó, siendo seguido por sus compañeros animales. Issei le siguió sin decir nada. Entraron en el que parecía ser el edificio principal. Un enorme recibidor lleno de gente trajeada o vestida de la misma manera que el espadachín les recibió, aunque los presentes ni se fijaron en su presencia. Momono le guió hasta un ascensor por el cual subieron varias plantas hasta detenerse en lo que parecía ser un pequeño descansillo. Varios hombres armados hasta los dientes fueron a recibirles. Obviamente Issei se aterró, pensando lo peor, pero les permitieron el paso cuando Momono explicó la situación. El espadachín condujo a Issei hasta una amplia sala, deliciosamente decorada con el clásico estilo japonés, donde les esperaba un hombre bastante mayor, de canoso cabello y grisácea y arreglada barba, sentado tras un escritorio enorme de madera negra. Momono realizó una profunda reverencia y, para asombro de Issei, los tres animales le imitaron. Issei, avergonzado y alarmado por haber sido irrespetuoso, hizo también una profunda reverencia.

—Señor, lo he traído.

—Buen trabajo, agente Kibitsuhiko. Puede retirarse —El ahora agente volvió a realizar una reverencia y abandonó la sala junto a los tres animales—. Señor Hyoudou, por favor, siéntate —pidió el anciano mientras señalaba uno de los asientos libres que había frente a él.

—Eeeh, claro... Gracias.

Incómodo, Issei se sentó en el cómodo asiento mientras el anciano entrelazaba sus dedos, observando al joven frente a él.

—Antes de empezar, ¿quieres comer o beber algo?

—N-no es necesario. Estoy bien. Gracias por el ofrecimiento.

El anciano asintió como respuesta.

—Tendrás muchas preguntas. Adelante, intentaré responder a todas las posibles.

Issei guardó silencio unos pocos segundos. En verdad tenía muchas preguntas y no sabía en qué orden realizarlas, así que decidió hacerlo conforme le llegaran a la lengua.

—¿Qué es S.H.I.E.L.D.?

—S.H.I.E.L.D. es un acrónimo de Sistema Homologado de Inteligencia, Espionaje, Logística, y Defensa. Es una agencia de inteligencia y contraterrorismo militar extra gubernamental creada por los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial, pero ahora es una agencia internacional, encargada de mantener la seguridad mundial.

—¿Espías?

—Una de nuestras tantas labores.

—¿Y quién es usted?

—Soy el Director de la rama japonesa.

—¿Es el mandamás?

—Para nada. Hay otros por encima de mí.

—¿Y por qué estoy aquí?

—Has presenciado el enfrentamiento del agente Kibitsuhiko con ese ángel caído, ¿verdad? —Issei asintió—. ¿Sabías algo sobre ángeles caídos antes de presenciarlo por ti mismo?

—Bueno, lo poco que he visto en series o películas.

—Entiendo. Y dime, ¿sabes el motivo por el cual ese ángel caído ha ido a por ti? —El adolescente negó—. Desde hace unas semanas, personas como tú han sido encontradas muertas, todas por heridas provocadas por una lanza de luz, armas propias de los ángeles y ángeles caídos.

—¿Personas como yo?

—Humanos portadores de Sacred Gears. Son artefactos con ciertos poderes.

—¿Y yo tengo uno?

—Han ido a por ti, así que es bastante probable. ¿Cuál? Eso es algo que no sabemos.

Issei parpadeó, asombrado.

—¿Y cómo…?

—Solo los seres con cierta sensibilidad a cierto tipo de energías son capaces de sentirlos incluso cuando estos están «dormidos». Los demonios de tu ciudad también deben saberlo, aunque aún no han actuado, pero ahora sé por qué.

—¿Demonios?

—Rias Gremory, Sona Sitri, y todos sus siervos.

Issei casi se cayó de la silla al escuchar aquellos nombres. ¡Y cómo no! Eran los más populares: los miembros del Consejo Estudiantil y el Club de Investigación de lo Oculto.

—¿S-son demonios?

—Así es. Demonios pertenecientes a las religiones abrahámicas, como el ángel caído que casi acaba con tu vida.

—Mierda.

—Sí. La cuestión es que todos ellos saben que tienes un Sacred Gear. Los ángeles caídos han intentado matarte y posiblemente los demonios busquen una buena oportunidad para reencarnarte y volverte su siervo para toda la eternidad.

—¿Su siervo?

—Como los antiguos esclavos.

—Eso no suena nada bien.

—Desde luego.

—Entonces… ¿existen los dioses, los dragones, los monstruos?

—No puedo confirmar la existencia de dragones, pero no es algo que descartemos. En cuanto al resto de criaturas no humanas, podemos confirmar la existencia de la mayoría.

Issei tragó saliva. Se sentía como si estuviera en uno de esos mangas que tanto le gustaban, o en las grandes películas de fantasías.

—Pero debes entender, señor Hyoudou, que el problema es que estás en su punto de mira y si bien han fallado hoy, lo intentarán otra vez, ambos grupos.

—¿Y qué me sugiere?

—Los Sacred Gears son muy raros, no tan comunes como puedes creer. S.H.I.E.L.D. tiene sus propias escuelas para formar a sus agentes, investigadores, científicos y demás. Hay cargos para todo y todos. Pero dada la condición de los usuarios de Sacred Gear, hacemos excepciones en cuanto a la edad mínima para reclutar.

—¿Me está diciendo que me reclutan? —interrogó Issei nuevamente asombrado por lo que sus oídos escuchaban.

—Señor Hyoudou —El anciano inclinó su cuerpo, mirando a Issei con una seriedad que le hizo tragar saliva—, ser un agente de S.H.I.E.L.D. no es tontería. Nos encargamos de proteger a la humanidad, incluso de sí misma. No es una vida sencilla, es todo lo contrario, muy dura. No te puedes imaginar cuánto. Los entrenamientos de la élite militar estadounidense o rusa es calderilla en comparación a la nuestra. Expondrás tu propia vida al peligro por un bien mayor —El anciano apaciguó su tono mientras volvía a apoyar su espalda contra el respaldo. Después de todo, estaba hablando con un adolescente que había sufrido un intento de asesinato por parte de un ser sobrenatural—. No podemos obligarte a unirte a S.H.I.E.L.D., pero tampoco te podemos decir que tu vida volverá a ser como antes, y menos después de lo que ha ocurrido hoy. Ni siquiera sabemos cuál es tu Sacred Gear. Podría ser una normal y corriente o una Longinus, las más poderosas y peligrosas. Ya no tendrás una vida normal, ya no. Aquí te ofrezco una posibilidad de descubrir tu poder, explotar tu potencial, y usarlo para algo bueno, para el bien común

Issei tragó saliva, sintiéndose diminuto, sintiendo una presión asfixiante. Apoyó su espalda, sintiéndose demasiado abrumado.

—No tienes que responder ahora. Tómate tu tiempo, pero por el momento será mejor que no vuelvas a tu casa. Tranquilo, tus padres están a salvo, te lo garantizo —Issei no respondió, simplemente asintió—. Puedes retirarte.

Issei se levantó del asiento, abandonando la sala. Afuera esperaba Momono.

—¿Has obtenido respuestas? —preguntó al ver su rostro.

—Quizás demasiadas.

—Entiendo: Ven, tomemos el aire.

Ambos varones, junto con los tres animales, atravesaron la planta hasta llegar a una terraza llena de plantas y algunos bancos. Allí Issei respiró profundamente, alzando la mirada al cielo, el cual estaba muy oscuro, si no contaba con la iluminación lumínica propia de Tokio.

—Se acabó mi vida, ¿verdad? —preguntó a Momono sin mirarle.

—Es más que probable, sí.

—Los ángeles caídos buscarán matarme, ¿verdad?

—Sí.

—Y los demonios volverme su esclavo.

—Exactamente.

—¿Y si me mudo?

—De nada serviría. En esta época es casi imposible que alguien burle a S.H.I.E.L.D., y los sobrenaturales tienen sus propios métodos.

—Huir no sirve… quedarme en Kuoh tampoco… ¿Sólo me queda la opción de ser un agente?

—Eso parece.

Issei bajó la cabeza, clavando su mirada en Momono.

—¿Cuál es tu experiencia aquí?

Momono se llevó una mano a la barbilla.

—Yo soy agente de campo. Mi deber es luchar, ser un guerrero, así que es muy duro, y a veces haces cosas que no te pueden gustar, pero con ello hemos logrado salvar a muchas personas, hemos mejorado el mundo. Sí, puede que lo veas muy caótico, pero te aseguro que sin nosotros sería muchísimo peor. Sí, es cierto, a veces incluso nosotros fallamos, pues no somos perfectos, no somos dioses omnipotentes, omniscientes u omnipresentes, pero hacemos lo que podemos.

—¿Hay muchos como yo?

—¿Usuarios de Sacred Gears? Hay, ciertamente. ¿Muchos? Depende de cuánto sea eso para ti.

—¿Y qué pasará con mis padres?

—No podrán saber que eres un agente, pero estarán seguros.

—¿Podéis jurarlo?

—Podemos jurar que haremos todo lo posible para ello.

Issei suspiró.

—¿Tú qué me aconsejarías?

Momono tardó varios segundos en contestar.

—Que tienes más posibilidades si te unes y exploras y explotas tu poder. Tendrás más posibilidades contra las amenazas del mundo y para mantener a tus padres a salvo. Ya no hay vuelta atrás luego de lo sucedido en la plaza, así que lo mejor es, me parece, hacerte lo más fuerte posible.

Ambos mantuvieron los ojos fijos en los del otro durante varios segundos. Al final Issei desvió la mirada, volviendo a suspirar. Aun así, una gran determinación se reflejó en sus ojos. Quizás fuera verdad que estaba entre la espada y la pared, pero ¿qué otra cosa podía hacer? Los ángeles caídos iban a ir a por él, sobre todo después de que S.H.I.E.L.D. capturase a una de los suyos. Ahora sabía que había demonios en su academia, demonios que buscaban súbditos, o más bien esclavos, para sus grupos, y seguramente ya habían puesto su ojo en él. Además, si volvía como si nada, sería más que probable que notasen que algo había pasado. ¿Y su familia? Su abuela y sus padres. Aquel anciano había prometido que estarían a salvo, que harían todo lo posible por ello, pero tanto si se unía como si no, seguramente estarían en peligro. Solo le quedaba una opción. Inspirando profundamente, se dio la vuelta y abandonó la terraza. Momono le observó en silencio.

—Parece que vamos a tener a un compañero interesante, ¿no os parece? —le preguntó a sus tres compañeros animales.

Issei ingresó a la sala y se detuvo frente al Director, procediendo a realizar una reverencia. El anciano no sonrió, sus ojos clavados en el joven, sabiendo lo que le iba a decir como si leyese el futuro, poniendo a trabajar su mente para el ingreso de un nuevo cadete.

—Señor, me gustaría unirme.

El anciano asintió, satisfecho.


Primero que nada, no, no voy a abandonar la otra historia, pero quería publicar esta como una posible variante. Quería un cross entre ambos universos, pero esta vez manteniendo o intentando mantener al Issei original, el de las novelas, alejarlo del personaje que creé para la otra.

Quiero avisar también que, si alguien está interesado en colaborar en esta historia, será aceptado. Solo pido que tenga una escritura al menos buena, que sepa desarrollar, escribir. No soy el mejor ni mucho menos en cuanto a escritura, pero pediría un nivel similar. No pido ni siquiera que escriba todos los días. No lo hago yo, como para exigir a otro u otros.

Esto lo digo no solo por posibles puntos de vista que yo no tenga con respecto a la historia. Si de algo se han quejado algunos con respecto a la otra es que no he sabido aprovechar del todo la fusión de ambos universos, y la verdad es que coincido, sino por otro asunto.

También disculparme por la tardanza con respecto a las actualizaciones. Estoy pasando por una etapa complicada y la inspiración me tiene bastante abandonado, pero no he cancelado mis historias, solo están en hiatus o pausa.

Y sin más que decir, me despido.

¡Nos leemos!