Aquí dejo una pequeña historia de Mitsuki y Sumire.

Yo no escribo sobre parejas crack yo es que simplemente crackeo el sistema.

He intentado situarme en un punto de tiempo justo anterior a cuando empieza el Two Blue Vortex, así que, si estáis leyendo el nuevo manga, veréis que no he dicho ningún spoiler, pero si no habéis leído el manga de Next Generations completo, quizá os lleváis una sorpresa.

Ahora sí, dentro cap:

Apenas habían pasado dos años y medio desde que pasó todo. La aldea había recobrado su habitual tranquilidad, aunque a decir verdad la palabra habitual no era la más adecuada para describir la situación. Eso lo sabía ella, que, por alguna extraña razón que nadie podía explicarle, sabía toda la verdad.

Una verdad dura de ocultar que solo podía compartir con su amiga Sarada. Una especie de secreto que prefería guardarse para sí misma antes que parecer una loca delante de toda la aldea de Konoha.

Estar en el equipo de Amado le había permitido volver a la aldea donde estaban todos. Todos excepto Boruto, que era buscado por todos como el asesino del Hokage. Por suerte para ella, no tenía que lidiar demasiado con los otros ninjas, ni siquiera con el nuevo Hokage que controlaba todo con mano dura. Simplemente se pasaba el día metida en el laboratorio, intentando entender cómo Amado había creado esos cíborgs y cómo podía utilizar ese conocimiento para revertir la situación actual.

No esperaba con su regreso a Konoha conocer a nadie nuevo, pero uno nunca regresa al mismo sitio que una vez abandonó y se encontró con nuevas caras. Sin duda, la más llamativa fue Kawaki, que tenía algo que no sabía explicar, pero quien más le llamó la atención fue el tercer miembro del equipo 7, Mitsuki. Conocía muy bien a Boruto y a Sarada, ni qué decir tiene que era una de sus mejores amigas. Salía a menudo con todos los antiguos compañeros de la academia, pero con quien más contacto empezó a tener últimamente era ese chico albino con ojos de reptil.

Nada era casual, simplemente eran cosas que pasaban por dos razones. Mitsuki solo hacía dos cosas con su vida, misiones con el equipo 7 y seguir a Kawaki donde quiera que fuera y esta última hacía que coincidiera con Sumiré más de lo que ella esperaba. Evidentemente, Kawaki era un tipo bastante desagradable cuando se lo proponía y le gustaba pasar tiempo a solas, sin que nadie le molestase. Podía defenderse solo, así que la continua presencia de su amigo le irritaba de sobremanera, echándole muchas veces de una manera más bien desagradable.

Fue entonces cuando Mitsuki empezó a sentir la necesidad de ser útil de nuevo, la continua paz de Konoha hacía que cada día tuviera menos misiones y no tenía nada que hacer en su tiempo muerto. Con la experiencia de su infancia ayudando a su padre en el laboratorio, pensó que sería una buena idea echar una mano en lo que la investigación de las nuevas tecnologías ninjas pudieran necesitar.

Apenas llevaba una semana trabajando ahí, estaba con un equipo de científicos y su aportación era menor de la que esperaba, pero no podía decir que no estuviera feliz de ayudar. La mayoría de las personas que trabajaban en el laboratorio eran adultos de la edad de los padres de sus amigos, por lo que sus descansos los pasaba junto a la única chica de todo el laboratorio que tenía más o menos su edad.

-Oye, Mitsuki, ¿Por qué siempre comes lo mismo?- Dijo la chica señalando los onigiris que tenía el chico en la mano.

-Porque no me gusta mucho cocinar, supongo que siempre voy a lo fácil. Ya comeré algo en el Kaminari Burger esta tarde.

-Eres raro…- le dijo mientras se reía. La verdad es que era una de estas personas que decía sin tapujos lo que pensaba y eso le gustaba, pero a su vez le parecía algo extraña la manera que tenía de decir estas cosas.

-¿Te puedo preguntar una cosa?- Mitsuki hablaba con su habitual calma. Sumiré dejó de comer por un momento y señaló hacia su nariz con sus palillos.

-¿Nani?

-Es sobre Kawaki…¿por qué lo evitas? Creí que te gustaba- Una de las grandes habilidades de ese chico era hacerte una pregunta privada con la misma tranquilidad que enumeraba todos los tipos de serpiente que existían en el mundo.

-No lo evito- mintió- además, a mí Kawaki no me gusta.

-No me dio esa sensación la primera vez que te vi.

Sumire abrió la boca y, entonces, se dio cuenta de que era inútil decir nada. Mitsuki creía de corazón que el miembro original del equipo 7 era Kawaki y que Boruto era el extraño que vino desde Kara. No había manera de hacerle entender que todo lo que había sucedido era al revés y que a ella quien le gustaba era Boruto. Una idea ridícula que intentaba por todos los medios quitarse de la cabeza.

-Lo siento si he dicho algo molesto. Creo que una vez me dijo algo así como que os besasteis.

Se lo dijo. No podía creerse eso que acababa de oír. Boruto le dijo que una vez se besaron cuando estaban en la academia. Eso era un secreto que solo compartían ellos dos, una chiquillada que pasó hace casi tres años y que se sentía como un siglo. Ahora Mitsuki creía que ese secreto era una confesión de Kawaki y no del rubio, que seguramente utilizara esa experiencia para fanfarronear delante de su amigo.

-No sabía que te lo contó.

-Bueno, creo que eso explica las cosas- añadió Mitsuki con la misma tranquilidad de siempre, como si esa conversación no tuviera ningún impacto en él.

-Mitsuki…por favor, no se lo digas a Sarada…

-Es lo mismo que me dijo él. Tranquila.

Con esas últimas palabras se despidió de su compañera, pues su descanso para comer había terminado. La delegada, volvió al despacho que compartía con Amado donde los dos estaban enterrados en una pila de documentos que leer y revisar para sus investigaciones.

Pasó toda la tarde pensativa, sin poder concentrarse en su trabajo. Las palabras de Mitsuki le parecían una buena manera de recordarse a sí misma que no estaba loca, que alguien había cambiado la realidad y que ese beso nunca se produjo con Kawaki, quien le aterraba de alguna manera. Además, tenía miedo de que esa información llegara a oídos equivocados, como Ada, quien podía malinterpretar la realidad en la que se produjo ese beso tonto.

No podía evitar sentirse traicionada por su amigo, que contó algo que a ella le producía muchísima vergüenza. Por Kami si eran solo unos niños, accedió a besarse con él porque siempre le había gustado y no tardó en darse cuenta de que había sido un error. Un error que deseó repetir durante mucho tiempo, pero que sabía que estaba mal.

Llegó su hora de irse a casa y sin esperar a su amigo como hacía otras veces, recogió sus cosas y se marchó con la esperanza de no encontrarse con nadie, especialmente con Sarada, quien se iba a enfadar mucho si escuchaba esa anécdota.

Pasaron los días en el laboratorio y, aunque no podía decir que su trabajo fuera aburrido porque lo amaba, a veces se le hacía un tanto tedioso. Amado había empezado con un nuevo proyecto y tenían que buscar la manera de convencer al Hokage de que se merecía tanto dinero como el anterior. Shikamaru era un buen líder, a ella le gustaba. No tanto como Naruto, claro, no creía que nadie pudiera tener tanta cercanía con los suyos como él, pero líder de los Nara era sin duda inteligente y sabía dirigir la aldea con cautela. Su problema es que era un hombre desconfiado, no confiaba mucho en Amado, razón por la cual estaban en continua vigilancia.

Salieron los dos hacia el despacho del Hokage con informe en mano. Mitsuki la vio salir caminando detrás de Amado. Eran de los pocos científicos del laboratorio que no llevaban bata. Allá donde Amado estaba dejaba un halo de humo del tabaco que fumaba continuamente y allá donde iba él, Sumire le seguía para apuntar cualquier cosa que pudiera ser valiosa.

Con una mueca de disculpa hacia su amigo la chica salió del laboratorio y desapareció por unas puertas de cristal.

No tardó mucho en volver, encontrándose a su amigo en la sala de descanso mientras se comía unas bolas de arroz exactamente iguales a las de los días anteriores.

-Vuelves pronto ¿qué ha pasado?

-Que el Hokage estaba reunido y no quería vernos en ese momento- dijo con cansancio tirándose sobre un sofá- voy a por mi bento

Volvió con un bento en la mano y lo abrió cuidadosamente sobre la mesa de la sala.

-Creo que estás molesta conmigo- dijo el albino con un tono tajante, pero con su habitual calma.

-No, no estoy molesta contigo.

-¿Entonces?

-Simplemente me olvidaba de lo del beso. Supongo que no me apetecía recordarlo- Sumire se encogió de hombros.

-¿Sabes? Yo nunca me he besado con nadie- dijo Mitsuki mirándola a los ojos.

Sumire no sabia muy bien cómo reaccionar ante esa confesión. Cualquier otra persona hubiera dado alguna pista con sus gestos si se trataba de algo malo, de algo bueno o de algo que simplemente le daba igual, pero ese chico era ilegible. Era imposible saber en qué estaba pensando cuando decía las cosas. Mitsuki intuyó el silencio de su amiga y fue él mismo quien rompió el silencio.

-Ahora ya sabes un secreto mío. Estamos en paz- las comisuras de sus labios se elevaron ligeramente, dejando entrever una especie de sonrisa sincera en su rostro.

Sumire no pudo evitar reírse ante las palabras de su amigo. Había algo gracioso en él.

-¿Qué pasa?

-Nada, simplemente me hace gracia la situación.

El chico se levantó, pues su hora del descanso había terminado. Sumire terminó de comerse su bento a solas mientras pensaba en lo que el chico le había dicho. No le parecía un secreto tan extraño, al fin y al cabo, no tenían más que dieciséis años.

Continuó su jornada como de costumbre trabajando espalda con espalda con su mentor, mientras discutían sobre asuntos importantes de los nuevos proyectos. Con el tiempo aprendió a apreciar a ese viejo fumador, le hubiera gustado más que no fumara tanto, pero sabía que tipo de persona era cuando pidió entrar en su equipo.

Unas horas más tardes se vio sorprendida por su amigo, que llamaba a la puerta del despacho compartido con el científico.

-Kakei, así que tienes visita…- se levantó lentamente de su silla mientras se encendía un cigarro- creo que es momento de ir a por un café.

Amado abandonó la sala y dejó a los dos chicos a solas.

-Solo venía para despedirme.

-¿Te vas a casa?

-No, el Hokage nos ha llamado para una misión, salimos mañana a primera hora. Si todo va bien volveremos antes del fin de semana.

-Bueno, en ese caso, buena suerte. Dale recuerdos a Sarada de mi parte- le sonrió la chica dejando que el hombre-reptil abandonara el laboratorio.

Habían pasado varios días y no tuvo ninguna respuesta de ninguno de los miembros del equipo 7. Había ido a una cafetería con Ada por insistencia de la chica que estaba cuidando, como era de costumbre de su hermano.

-¿Te dijo Sarada cuándo volverían?

-No, pero Mitsuki me dijo que para el viernes estarían de vuelta.

-¿Mitsuki? ¿Estáis saliendo o algo? - que Ada preguntara eso era algo absurdo, simplemente podía verlo por su seringan, pero de alguna manera la gracia de la conversación se perdía si no era su amiga la que le contaba estas cosas por sí misma.

-No, solo somos compañeros- Sumire contestó con convicción, pues realmente lo creía.

-Es monillo, aunque cuando hace eso de las serpientes da bastante grima, la verdad.

Las dos amigas se rieron, es verdad que había algo interesante en ese chico, en sus ojos, en su pelo revuelto que se le quedaba por la cara…, pero no se había parado a pensarlo. Entonces le entró ese miedo que siempre le entraba cuando estaba cerca de Ada, con su clarividencia podía ver la conversación que tuvo con él sobre el beso y eso podía enfadarla. Aunque de alguna manera Ada sabía que ni ella ni Sarada habían sido afectadas por su omnipotencia, quizá podía empezar a tener cierta actitud hostil contra ella.

Así pasaron los días en el laboratorio y no volvió a tener noticias del equipo 7 hasta el viernes que Sarada le llamó para contarle que había conseguido entradas para una exposición nueva en el museo de Konoha. Era una nueva exposición permanente sobre la historia del pueblo, las dos amigas llevaban unos días sin saber la una de la otra y no quería perderse el pasar con ella un rato durante el fin de semana.

El sábado por la tarde esperaba a su amiga en la puerta del museo, donde habían quedado. Estaba un poco lejos de la casa de la Uchiha, que vivía en pleno centro del pueblo mientras que el museo estaba en una de las nuevas ampliaciones de la villa, por lo que era una zona bastante moderna.

A pesar de haber quedado a las siete de la tarde, habían pasado quince minutos y no aparecía nadie. No quería irse tan pronto, pues sabía que su amiga podía haberse retrasado con cualquier cosa. No le importaba entrar ella sola, pero las entradas las tenía Sarada, así que no le quedaba más remedio que esperarla. Dio un brinco de sorpresa cuando vio aparecer a Mitsuki en el lugar de su amiga.

-¿Qué haces aquí?

-Sarada me ha dado las entradas para que vayamos a ver la exposición.

-Pero…iba a ir con ella.

-Si, es que le ha surgido algo- Mitsuki no dijo nada más y entonces Sumire se lanzó a hacerle mil preguntas como era habitual en ella.

Resultó que el equipo 7 había ido a reportar la misión del día anterior a la oficina del Hokage y el octavo le pidió un favor personal a Sarada, quien no se negaba a nada que pudiera afectar a su brillante carrera. Así que la morena le pidió a su amigo que utilizara las entradas y que avisara a su amiga de lo ocurrido. Una historia simple que se hizo complicada con las frases escuetas que Mitsuki se emperraba en responder a las preguntas de la científica.

Los dos sabían que eso no era una cita, solo dos amigos que estaban pasando la tarde del sábado juntos aprovechando las circunstancias. Mitsuki llevaba como era habitual en él su pelo blanco revuelto con mechones por la cara y su yukata abierta hasta el pecho, cosa que no era tan habitual, pues hacía años que no la llevaba en el día a día. Sumiré también vestía de una forma bastante informal. Llevaba un vestido morado de primavera con la manga corta y el cuello cerrado. Marcaba las formas de su cuerpo, especialmente los pechos que habían crecido considerablemente en los últimos años y sus piernas largas que parecían más largas todavía gracias a las botas de tacón que normalmente llevaba. No sabía cuánto tiempo estaría por ahí así que no se llevó una chaqueta ni nada, cuando salió de casa hacía bastante calor para ser abril.

La exposición era una pasada. Contaban cosas de la historia de Konoha de las que ninguno de los dos tenían ni idea, pero casi parecía una película de acción de estas de época.

-Es como la versión extendida discurso conmemorativo del Hokage- dijo Mitsuki

-Y que lo digas- se rio Sumiré.

Aunque muchas cosas de lo que contaban eran bien conocidas por todos, algunos detalles no eran de conocimiento popular, especialmente entre aquellos que no eran shinobis. Descubrieron que la mujer del primer Hokage era del clan Uzumaki, como Kawaki o, mejor dicho, Boruto, pensó la chica sin querer compartir lo que pasaba por su cabeza.

Continuaron caminando por la sala y vieron más información interesante, especialmente del clan Uchiha, que intrigaba mucho a Sumiré. Era una de las familias más importantes del pueblo, de hecho, contaban en el museo que Hashirama y Madara habían fundado el pueblo juntos, pero que luego se enemistaron. Hablaron de otros miembros importantes del clan como Shisui o Itachi, pero parecía que la exposición no mencionaba ni una sola vez a Sasuke, el padre de su amiga. Un dato que la apenaba y le hacía sentir mal por ella.

-¿No te apena que Sarada sea la última del clan? – Sumiré se dio cuenta de que había compartido en voz alta sus pensamientos.

-Sí y encima hija de un traidor.

Sumire no pudo más que retirar la mirada del chico sin poder decir nada. No le culpaba, simplemente entendía que no era consciente de lo que realmente había pasado. Continuó caminando hacia la siguiente sala de la exposición. A los dos les había encantado la exposición. Habían aprendido muchas cosas de la villa. Mitsuki estaba muy contento porque salía una foto de su padre de joven con otros amigos y pudo enseñársela a Sumire y eso sí que fue una grata sorpresa para él, siempre lo veía como una figura admirable.

Por otro lado, Sumire estaba cada vez más segura de que su amigo era un tipo muy raro, hablaron de su creación como humano sintético y de algunas cosas de trabajo, porque eran compañeros y a los dos les gustaba mucho su labor. Iban caminando por la calle cuando empezó a llover a cántaros. Se refugiaron en el toldo de un negocio local, pero cuando se quisieron dar cuenta estaban calados.

-¿Te apetece correr?

-¿Qué? – Sumiré no entendía nada.

-Mi casa está a unos diez minutos andando, quizá cinco si corremos un poco. Allí podemos resguardarnos de la lluvia.

-Bueno, es que….

No esperó su respuesta y la agarró por la muñeca para echar a correr. De vez en cuando se resguardaban en el soportal de algún edificio para descansar y llegaron al bloque de apartamentos de Mitsuki en poco menos diez minutos. Vivía en un bloque de apartamentos nuevo de color blanco. Entraron al portal y subieron dos pisos por las escaleras.

Su apartamento era blanco y no tenía nada. Solo una cama, una mesa, un baño y una cocina. Si había una palabra para describirlo era aséptico, parecía una extensión del laboratorio. Cuando entraron un gatito blanco y negro fue corriendo a saludarles.

-Te presento a Mikatsuki.

-Es muy cariñosa- Sumire se agachó para dejar que la gata se restregara contra su mano

-Creo que deberíamos poner la ropa a secar, te prestaré algo para que te pongas.

-No hace falta…

-Sí, toma, puedes cambiarte en el baño.

Sumiré llevaba una yukata de Mitsuki porque no tenía otra ropa que pudiera valerle. Mitsuki llevaba otra puesta y los dos parecían un matrimonio de viejecitos.

-¿Por qué tienes tantas yukatas?

-Me gustan, son cómodas y desde que era pequeño mi padre las compraba para mí. Supongo que me he acostumbrado a ellas.

-Tengo una duda contigo

-¿Una duda?

-Sí, sobre lo de que no has besado a nadie…

-Ya te dije

-¿Nunca has querido? – Sumire se dio cuenta de la tontería que había dicho, pero su amigo respondió antes de que ella pudiera decir nada más.

-Nunca me ha gustado nadie lo suficiente. Siempre he estado muy centrado en mis cosas.

-Lo entiendo – la chica no sabía si quería continuar con la conversación, de alguna manera se sentía incómoda.

-Pero supongo que me gustaría saber qué se siente. Sí- dijo pensativo- tengo curiosidad.

-Se me ha ocurrido una cosa…

-¿Quieres besarte conmigo?

-Pues no iba a decir eso, pero…

-Es un experimento.

-Bueno, supongo que necesitas un sujeto de pruebas…-el discurso de la chica se vio cortado por su amigo.

-Así es – Se acercó a ella más rápido de lo que ella se esperaba y le dio un pico rápido y discreto.

-Eso no…

Sumire hizo un gesto de decepción con su cabeza y le tomó de la cara acercándose despacio para juntar sus labios con los suyos. Poco a poco se iban juntando más y sin darse cuenta Mitsuki estaba moviendo sus labios. Sentía como si sus labios bailaran con los de su amiga y ambos estuvieran acompasados. Cerró los ojos, pues vio que Sumire los tenía cerrados y se dejó llevar por ese beso. Su mano empezó a subir por el brazo de la chica, quien seguía agarrándole de la cara. Poco a poco su lengua se abrió paso dentro de su boca y Mitsuki le correspondió. Estuvieron un buen rato besándose hasta que Sumire se apartó de él. Desde luego que ese beso no se parecía para nada al que ella recordaba haberse dado con el rubio.

-Esto es un beso.

-Muy interesante, aunque creo que tenemos que repetir el experimento- y volvió a besarla, aunque esta vez el beso no duró tanto, porque se vio interrumpido por los maullidos de Mikatsuki que se había quedado encerrada en el baño.

-Por cierto, ¿qué ibas a decir antes?

-No, nada…

Sumiré se fijo en la situación que se había creado, viendo los ojos de impasibles de su amigo que parecían una serpiente, mirándola fijamente como si fuera a atacar en cualquier momento.

-Creo que debería irme- con la yukata de su amigo puesta todavía se puso las botas y dijo- mejor no le hablamos de esto con nadie.

Tomó su vestido y salió a la calle. Corrió tanto como pudo, incluso por los tejados de los edificios. Le daba igual la lluvia, simplemente no entendía lo que acababa de pasar.

Bueno, aquí os dejo esta pequeña historia de Mitsuki y Sumiré. Espero que os haya gustado.

Sé que no es una pareja en absoluto popular, pero me apetecía probar algo diferente y que no estuviera muy trillado.

La verdad es que esperaba que esto fuera un one-shoot de estos dos, pero es que mis manos son más rápidas que mi mente y bueno…he continuado escribiendo y creo que le puedo dar un segundo capítulo a esta historia.

Pero como soy mala, malísima, no pienso subir nada si no me lo pedís en una review. (Muajajaj)

Además, ya advierto que en el caso de que me pidáis un segundo capítulo, pienso meter muucho lemon.

Así que ya sabéis, pequeñines, a pedir, a pedir…

Por cierto, os dejo un pequeño adelanto del siguiente cap (para que terminéis de animaros):

Mitsuki se alejó de la pared, acercándose poco a poco a la cama que se encontraba en medio de la habitación. Dejó a la chica sobre el colchón y se apartó un momento para verla mejor. El largo cabello de la chica caía con gracia sobre su vientre, dejando que Mitsuki pudiera contemplar esa estampa inolvidable.

¡Nos vemos en el próximo!