¡Hola a todos!

Ya sé que estaba actualizando una vez al mes, pero estas semanas tendré algo de tiempo así que quizá actualice con más frecuencia, quizá cada dos semanas.

En este capítulo no hay mucho romance tampoco. Es que necesito algo de excusa para que la historia continue, pero prometo que en el próximo habrá más.

Todos los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto.

Respondiendo comentarios: Sí, las cosas se van a poner intensas, pero recomiendo un poco de paciencia. Otros personajes empiezan a ser importantes, especialmente Sarada.

Ahora sí, aquí está el capítulo:

Habían pasado días desde la fiesta, incluso semanas. Sumire seguía en su trabajo de laboratorio como hacía habitualmente y Mitsuki a veces ayudaba, cruzándose forzosamente en el trabajo, pero sin hablarse. Se evitaban de una manera sutil, como si nunca hubiera pasado nada entre ellos. Algunos días Sumire comía en el propio despacho por evitarlo y, a veces, iba más tarde para no cruzarse con él.

Por supuesto que Amado sospechaba algo y eso hacía que la chica estuviera aún más nerviosa. El octavo les había llamado para una reunión de urgencia. Así que el científico y su ayudante marcharon hacia el despacho del Hokage para escuchar lo que tenía que decirles.

Habían llegado los primeros, el octavo insistió en esperar a los demás y, mientras tanto, habló con Amado sobre algunos detalles de la investigación. Hablaban sobre un intercambio de información para avanzar con algunas investigaciones y eso a Sumire le sonaba a un viaje largo y tedioso. No tardaron mucho en llegar los demás. Habían llamado al equipo 7.

-Bueno, veo que ya estamos todos- empezó a hablar El Octavo- como os podéis imaginar esto es una misión de escolta. Necesitamos llevar los resultados de unos experimentos a Orochimaru, desde hace unos meses hemos estado intercambiando información y, ahora, necesito que nuestros equipos trabajen juntos. No solo hay que escolar a Amado y Sumire, sino que tenéis que quedaros con ellos el tiempo que duren las investigaciones.

-¿Y para eso tenemos que ir todos? – preguntó Kawaki con desdén- Si yo me voy ¿quién va a proteger la aldea?

-Estás protegiendo la aldea con esta misión. Amado es un científico cotizado, muchos quieren sus investigaciones y como sabéis la carrera científica entre las aldeas está más tensa que nunca. No podemos permitir que se filtre información porque está contribuyendo al desarrollo económico de Konoha.

El Octavo explicó otros detalles de la misión y les dijo que saldrían al día siguiente a primera hora. Poco tiempo le quedaba a Sumire para preparar sus cosas. Hacía mucho tiempo que no iba a una misión y, aunque la tecnología había avanzado mucho, tendrían un camino largo hacia la guarida de Orochimaru. Podrían cubrir un tramo en tren, pero todavía tendrían una jornada completa a pie, en la que se vería forzada a dormir en el mismo sitio que los demás.

Lo peor de toda esa misión sería tener que aguantar a Kawaki, con sus continuas quejas y faltas de respeto a todo el mundo. Y luego estaba Mitsuki. Ninguno de los dos podría olvidarse de lo que pasó entre ellos, pero no sabía en qué punto estaba su relación. Desde hacía semanas que no se dirigen la mirada y últimamente, el simple hecho de estar en la misma sala ponía a Sumire muy nerviosa.

Se había despertado antes de lo normal. Los nervios del viaje apenas le dejaron pegar ojo. Había preparado todo muy bien la tarde anterior. Especialmente la parte de la investigación que Amado quería que llevaran a cabo durante su estancia. En la puerta de la estación le esperaba su superior equipado con una cantidad ridícula de equipaje y Moegi y no tuvo que esperar mucho a que llegaran Sarada y Mitsuki. El tren partiría en los próximos diez minutos y no deberían demorarse si no querían perderlo, pues eso supondría tener que retrasar la misión un día más. Kawaki simplemente no llegaba y tenían la orden de ir todos juntos.

Amado estaba nervioso, fumando compulsivamente como hacía siempre y Sumire no podía más que arrancarse los padrastros de las uñas de pura incomodidad y tensión. Moegi y Sarada habían empezado a despotricar contra el miembro que faltaba.

-Este chico no tiene remedio, siempre igual- decía Moegi como decepcionada- la última vez también llegó tarde.

-Una vez tuvimos que cancelar una misión- añadió Mitsuki, ante el horror de Sumire que solo quería terminar todo lo antes posible.

-No digas eso, cuando se canceló fue por otra cosa. Siempre llega en el último minuto- decía Sarada, intentando tranquilizar a su amiga- ya verás que nos subimos a ese tren.

Tal cual predijo la Uchiha, así pasó. El tren empezó a dar la señal de aviso y Kawaki apareció por la puerta de la estación, como si hubiera estado esperando afuera para generar tensión entre los que estaban dentro.

En el interior su comportamiento no fue mucho mejor. Se negaba a ponerse la bandana y Sumire intentaba escuchar la discusión entre compañeros mientras miraba por la ventana.

-Kawaki, tienes que ponértela- le instaba Moegi que no ocultaba el disgusto que le suponía tener que trabajar con Kawaki.

-No tiene sentido, si me la pongo todo el mundo va a saber que estamos en una misión.

-Es que tienen que saberlo, es un elemento disuasorio, muchos bandidos se alejan directamente a saber que hay ninjas en una misión de escolta.

-Sí, pero si alguien quiere atentar contra Konoha, seremos un objetivo fácil.

Por el rabillo del ojo Sumire veía como Moegi se echaba la mano a la frente en señal de desesperación. Amado miraba la conversación en silencio, poniéndose un cigarrillo en los labios para matar el gusanillo.

-Señor, no puede fumar- Moegi empezaba a estresarse.

-Tranquila, me preparo para cuando salga.

-Falta una hora todavía- Sarada estaba también disgustada con la misión. El único que parecía tranquilo era Mitsuki, que se sentaba al lado de su compañera con media sonrisa.

La tensión se podía sentir en el ambiente. El resto del camino casi se podía sentir lo que había en la cabeza de todos los presentes. Sumiré estaba incómoda por la presencia de Kawaki y por la de Mitsuki. Sentía muy precipitado tener que pasar tanto tiempo con él juntos, pero no quería tener que dar explicaciones sobre su incomodidad.

Sarada estaba incómoda, más o menos como siempre al lado de Kawaki. No le gustaba la idea de irse muy lejos de la aldea, tenía miedo de perderse algo importante y estaba claro que ese algo era Boruto.

Mitsuki se sentía por un lado de una manera similar a la de Sarada, esperaba la llegada de Boruto, pero quizá con otra finalidad y en cuanto a Sumire…quería decirle algo, pero no sabía cómo empezar. Quería disculparse por lo del otro día, pero estaba confuso con los consejos contradictorios que había recibido de sus amigos.

En cuanto a Amado…solo pensaba en fumar. Quería que el tren llegara rápido a su destino y respirar el aire fresco. Aunque para él estar rodeados de una panda de chavales no era más que un estorbo había algo interesante en esa misión. Sentía cierta atracción hacia Kawaki, mera curiosidad científica. Algo que su instinto le decía que no estaba bien en él.

Sin duda, el más molesto era Kawaki. Esperaba también la llegada de Boruto y lo que era peor, era un firme defensor de que la causa de los shinobi era algo del pasado. Sin embargo, se veía obligado a seguir actuando para poder salvarse el pellejo. Podía intuir la tensión entre Sumire y Mitsuki y eso le divertía. Aunque le molestaba bastante que le pidieran consejos sobre cómo actuar con una chica. Estaba claro que él no tenía ni idea de nada de eso.

Por último, Moegi no se quedaba atrás. Estaba recordando en ese momento a Konohamaru, a su ascendencia, posible descendencia y la maldita excusa que utilizó para no ir a la misión y obligarla a sustituirle.

El trayecto a su parada se hizo eterno y cuando llegaron, salieron todos corriendo del vagón como si dentro hubiera algún tipo de humo tóxico. Moegi empezó a explicar el resto de la misión.

-Bueno, ahora es cuando vamos a pie. Tenemos una jornada entera hasta llegar al refugio, así que tendremos que pasar la noche fuera. A partir de aquí el que nos guiará será Mitsuki, que conoce muy bien el camino.

Caminaron durante toda la tarde, parando apenas unos minutos a descansar antes de continuar con el camino. Amado y Moegi caminaban en silencio, mientras que Sarada y Sumire caminaban detrás cuchicheando y soltando risitas agudas de vez en cuando. Mitsuki encabezaba el grupo y Kawaki lo cerraba.

Llegaron a la noche sin mucho sobresalto, pero entre Kawaki y Mitsuki era evidente que pasaba algo. Mitsuki acordó ser el primero en hacer guardia, así que los demás se colocaron en sus respectivos sacos de dormir.

-Sara…-Sumire chistó a su amiga y le habló en un susurro- necesito ir al baño.

Las dos se levantaron y se empezaron a alejar del grupo.

-¿A dónde crees que vas?- empezó a decir Kawaki

-Vamos al baño, ¿no lo ves?- Sarada replicó con cierto enfado y Moegi le quitó la palabra.

-Ya la acompaño yo…dejad de hacer ruido por favor.

En cuanto las dos de hubieron ido, Kawaki se acercó a Sarada agarrándola del brazo.

-¿Eres idiota o qué te pasa? Nos han estado siguiendo y no te has dado cuenta, parece que has venido de excursión con tu amiguita.

-¿Siguiendo?- Sarada busco confirmación en Mitsuki, quien asintió en silencio- ¿desde hace cuánto?

-Unos veinte kilómetros- dijo el chico con su habitual calma.

-¿Por qué no me habéis avisado?

-Está claro que no quieren que sepan que lo sabemos- contestó Amado que estaba fumando en el suelo sentado.

De repente un ruido vino del bosque y eso hizo que todos los presentes se pusieran alerta. Con una formación triangular, rodearon al científico que seguía sentado tranquilamente en el suelo. Entre unos arbustos apareció Moegi con Sumire y los otros aflojaron la formación.

Los shinobis se quedaron alerta y, a pesar de que Mitsuki se quedó haciendo la primera guardia, los demás apenas pudieron pegar ojo. La noche se hizo larga, cuando llegó su turno intercambió lugares con Kawaki y después, este hizo lo mismo con Sarada.

Quedaba poco para la guardia de la kunoichi terminase cuando un golpe seco despertó a los demás. Un hombre con una guadaña encadenada estaba sobre la copa de un árbol, recogiendo el arma que Sarada había esquivado con su sharingan. Más hombres aparecieron desde los otros árboles, haciéndoles ver que los superaban en número. Iban armados y a simple vista parecían usuarios de ninjutsu también.

Bueno, a partir de aquí empieza la acción. No me voy a entretener mucho con este tipo de peleas, pero ya sabéis que la historia tiene que continuar.

Para que os quedéis con las ganas dejo un pequeño adelanto:

Apenas había espacio para los dos, Sumire estaba de espaldas a la piedra y Mitsuki frente a ella, había colocado los brazos en la pared para protegerla de las piedras. El uno en frente del otro se quedaron en silencio un rato largo, hasta que Sumire dejó caer su frente contra su pecho y empezó a sollozar.

Y ya sabéis, los comentarios son mi gasolina…

¡Hasta la próxima!