¡Hola! ¡Estoy aquí de nuevo!
Me siento orgullosa de poder actualizar cada dos semanas.
Lo primero de todo es que agradezco los comentarios. Empezarán a pasar más cositas en estos próximos capítulos.
Sumire amaneció con los primeros rayos de luz. Le dolía mucho el brazo derecho y en los dedos de la mano izquierda sentía un entumecimiento un tanto extraño. No sabía muy bien dónde se encontraba, pero había una serie de focos apagados sobre su cabeza, las paredes eran blancas y según su vista se iba acostumbrando un poco más a esa sala pudo ver a su izquierda a Mitsuki tomándola de la mano y mirándola con preocupación.
Intentó incorporarse y su amigo la frenó. El ruido y el ajetreo de la sala atrajo a Sarada, que estaba por la zona. Se lanzó a su amiga, que emitió un gruñido de dolor.
-¿Qué tal te encuentras? ¿Estás bien? Has dormido casi dos días…-las preguntas de su amiga la aturullaban y Mitsuki aprovechó ese momento para salir de la sala por un minuto- no se ha separado de ti nunca…
-¿Quién?- Sumire estaba un tanto confundida con la situación.
-¡Quién va a ser! Mitsuki. Te ha cuidado mucho, ¿sabes?
En ese momento la conversación se vio interrumpida por la llegada de Karin que entraba con su bata de médico y unos documentos en la mano.
-Buenos días, señorita, ¿qué tal te encuentras? – le preguntó intentando mostrarle el mismo cariño que le muestra normalmente a Sarada.
-Me duele el brazo, ¿qué ha pasado? – la voz de Sumiré seguía ronca.
Karin empezó a hacerle una serie de test y de pruebas para comprobar que todo iba bien. Le puso una linterna en los ojos y también revisó que la bolsa de suero que tenía colgada en la cama estaba llena.
-Hemos tenido que operarte de urgencia, posiblemente estarás un poco confundida por la anestesia. Dentro de un rato te contaremos un poco mejor. Ahora intenta recuperar fuerzas, deberías beber mucha agua- diciendo esto último se fue y les dejó solos a los tres.
Sarada sabía lo mucho que quería Mitsuki estar al lado de su amiga, pero ella también quería pasar tiempo a su lado. Quizá podía sonar un poco egoísta por su parte, pero estar en ese lugar le traía recuerdos, como si algo de lo que hubiese ahí pudiera recordarle a Boruto y luego estaba el recuerdo de su padre. Para ella era imposible no asociar a Karin o a Suigetsu con Sasuke y eso hacía que esa misión fuera especialmente dolorosa.
Decidió quedarse un rato más con su amiga en caso de que necesitase algo y después se iría para dejarlos a solas. Ella era la única en la que podía contar si necesitaba hablar de algo, pero quería ser una buena amiga con ella y dejarla disfrutar de lo que fuera que tuviera con Mitsuki.
-Sara…lo siento, pero necesito ir al baño, ¿podrías acompañarme? – con cierta vergüenza dijo eso sin moverse de su sitio- pero necesito que él salga de la habitación…
-¿Por qué? – se apresuró a preguntar Mitsuki sin pensar mucho en sus posibles razones.
-¿Cómo que por qué? Porque lleva una de esas batas de hospital abiertas por la espalda. Al final resulta que tú también eres un pervertido…
Ante esa acusación el chico se sintió ofendido y desapareció de un salto antes de que su compañera terminara la frase, dejándolas solas a las dos amigas. Sumire se levantó con dificultad y su amiga la ayudó hasta llegar a la puerta del baño. Y a través de la puerta entablaron una conversación.
-¿Qué pasó con Mitsu en esa cueva?- Sarada esperaba una respuesta que nunca llegó.
Cuando Sumire salió la ayudó a sentarse en la cama y entonces ella habló.
-No recuerdo muy bien.
-¿Sigues enfadada con él?
-No, es solo que no sé cómo estar a su lado…cuando veo a Kawaki con Ada…
-No- cortó tajante Sarada- lo conozco de hace muchos años y él no es así. Si piensas que te va a utilizar…
-Lo sé, pero hay algo que causa dudas…
-Entonces tienes que ir a tu ritmo, pero se lo tienes que decir, lleva desde que salisteis de esa cueva sin quitarte el ojo de encima.
En ese momento Orochimaru entró en la sala y aprovechando que la chica estaba incorporada le hizo una revisión más a fondo. Le explicó que se había partido el húmero y que había tenido que ponerle un par de clavos para que soldara mejor. También le explicó que había sintetizado algo de sangre de Mitsuki, que se ofreció para hacer una transfusión. Gracias a eso podrá recuperarse más rápido y para cuando terminen el intercambio científico ya estaría completamente curada. Por ahora tendría que esperar un par de semanas antes de quitarle la escayola, así que posiblemente necesitaría ayuda para algunas cosas. Por último, le dio algo de medicina y le recomendó que intentara hacer vida normal, así que en cuanto se fue Sarada le ayudó a vestirse y las dos salieron afuera donde pudiera darles un poco el aire.
Afuera estaban Mitsuki y Kawaki esperando a que salieran. En cuanto las los cuatro se juntaron en un mismo grupo, Sarada sugirió ir a buscar algo de comer y arrastró detrás de sí a Kawaki, dejando solos a la pareja.
-Me alegro de que te encuentres mejor- dijo Mitsuki con su sonrisa habitual.
-Gracias, por salvarme, no me acuerdo muy bien, pero sé que si he salido de una pieza es gracias a ti- le dijo con cierta timidez.
-¿No te acuerdas?
-No, es un tanto borroso, recuerdo que estábamos en una cueva y que me dolía mucho el brazo.
Mitsuki, que se había ido acercando poco a poco a la chica, dio un paso atrás y volvió a tomar distancia.
-Entonces, ¿no te acuerdas de lo que hablamos en la cueva? – Sumire negó lentamente con la cabeza y buscó una silla donde sentarse, a lo que Mitsuki le ayudó y se sentó a su lado- me disculpé.
-No tienes por qué disculparte- le dijo entonces Sumire, teniendo un deja vu.
-Lo sé, me lo dijiste- con esta frase seca los dos se quedaron un rato en silencio, mirando al horizonte donde el verde de los árboles se juntaba con el azul del cielo- ¿Eso significa que las cosas volverán a ser como antes?
Preguntando esto último, acercó su mano a la de la científica, que se encontraba reposando sobre su regazo. Tanto como él se acercó, ella se alejó y un suspiro salió de sus labios. Después de mirar hacia el horizonte un rato, las miradas de los dos se cruzaron, todavía en el silencio de la tarde.
-No creo que puedan volver a ser como antes, lo siento.
-¿Por qué?
-No lo sé…-Sumire hablaba con un hilo de voz casi imperceptible- creo que necesito espacio para saberlo.
-Vale- Mitsuki simplemente se encogió de hombros.
No tardaron mucho en llegar Sarada y Kawaki con la comida. Habían cogido unos onigiri para comer todos juntos. Por lo visto tendrían una reunión esa misma tarde para concretar los detalles de la misión, tanto para los científicos como para los shinobi. El silencio era un poco incómodo y la indiferencia de Mitsuki, claramente molestaba a Sumire. El chico se terminó su comida en tiempo récord y se metió para dentro con la excusa de ayudar a su padre. Sarada, cansada de ese silencio intentó romperlo.
-¿Qué tal ha ido?- le preguntó a su amiga.
-Si quieres que intercambiemos habitación, puedo quedarme con Sarada sin problemas- Kawaki con su habitual tono serio le guiñó un ojo a su compañera que le propinó un codazo en las costillas- en fin, me voy a dar un paseo, sois unas pesadas.
Las dos chicas se miraron y cuando se hubieron quedado solas Sarada empezó a preguntarle mil cosas a su amiga, que no parecía muy por la labor de entablar conversación con ella.
-Sara, ¿podemos hablar de otra cosa? - Sumire estaba pensativa y todavía no entendía por qué Mitsuki pasaba de estar encima de ella como si fuera lo único de este mundo a ser indiferente a su rechazo. No quería admitirlo, pero desde luego que estaba molesta.
-Lo siento, es que no me gusta mucho estar por aquí…
-¿Es por tu padre?
-No quiero que pienses que estoy loca- empezó a decir la Uchiha- porque todo esto es una locura, pero tengo la sensación de que aquí hay algo raro. Lo que es por mi padre es también por Boruto. ¿Lo entiendes?
Sumire hizo un gesto de negación. Había estado dos días durmiendo y todavía estaba un poco desubicada. Quería entender a su amiga, de hecho, era la única que podía hacerlo, pero quizá ese no era el mejor momento.
-Simplemente tienes que prestar atención a las cosas- continuaba diciendo Sarada- si lo piensas esos dos solos no han podido ir muy lejos y en cuando a cuestiones de ciencia…creo que el único que puede competir con Amado es Orochimaru.
Las palabras de la chica bailaban en la cabeza de Sumire, que estaba empezando a sentir el dolor de mil agujas apuñalándole el brazo. Había estado tomando una medicación muy fuerte, pero sentía que no era suficiente. La reunión con los demás iba a empezar y temía que no podría aguantar mucho más. Las dos chicas se levantaron juntas y caminaron hacia una sala donde estaban reunidos todos: Suigetsu, Karin, el equipo 7, Amado, Moegi, Orochimaru y Yamato.
-Bueno, como ya sabéis el plan era contrastar una serie de resultados de una investigación que hemos estado haciendo en paralelo. Ya sabéis sobre la clonación y el tema del Karma- empezó a decir Orochimaru- así que para ello necesitamos que la señorita Kakei pueda entrar al laboratorio lo antes posible, ¿crees que podrás hacerlo?
Sumire asintió con inseguridad, en ese momento no había entendido nada de lo que había explicado y no tenía muy claro que pudiera hacer lo que le pedía. Sin embargo, la voz de Orochimaru sonaba suave y tranquila como un sonido que se desliza dentro de tu cabeza y permanece ahí mucho tiempo. Era incapaz de no escucharle, aunque el día de perros que llevaba no le permitía comprender muy bien lo que pasaba a su alrededor.
-Nosotros, por nuestra parte, queremos hacer unos trabajos de vigilancia, aprovechando la presencia de cuatro ninjas de la hoja, vamos a ampliar el radio, creemos que hay unos campamentos de asaltantes no muy lejos de aquí.
Hablaron sobre algunas cosas concretas de las dos misiones y Sumire no se enteró de nada, no podía sacar la mente del dolor del brazo, solo quería irse a su cuarto para intentar dormir algo.
-Mitsuki, por qué no le enseñas el laboratorio a la señorita Kakei- le preguntó su padre- así puede irse a descansar, parece que lo necesita.
-Yo puedo acompañarla, he estado por aquí varias veces- se adelantó a decir Sarada, que había entendido que las cosas no iban muy bien entre ellos dos.
-Sarada, no molestes. Mitsuki conoce este sitio mejor que nadie- dijo Kawaki intuyendo que podría haber algo de conflicto y disfrutándolo.
Sarada guardó silencio el resto del tiempo. Cuando todos se dispersaron, los shinobi se fueron por un lado y los científicos por el otro, quedando solos Sumire y Mitsuki en un silencio que ninguno de los dos podría definir. Sumire evitaba a toda costa el contacto visual con el chico y él parecía fingir cierta indiferencia a su lado. Si fingía lo hacía extremadamente bien y eso ponía más nerviosa todavía a la chica.
Caminaron en silencio mientras Mitsuki explicaba muy brevemente donde estaban cada una de las cosas. Al final del paseo pasaron por una sala que estaba cerrada con llave y el chico pasó de largo.
-¿Qué hay ahí?- preguntó por primera vez en toda la visita.
-Supongo que nada importante todavía, a mi padre no le gusta que entren las visitas- Se encogió de hombros y siguió explicándole las cosas.
A Sumire esa visita le estaba sirviendo de más bien poco, cuando podía sacar su cabeza del dolor, se metía de lleno en el extraño comportamiento del chico. Intentaba aguantarse, pero en algún momento tendría que pedirle medicinas a alguien.
-¿Queda mucho? – le preguntó, arrepintiéndose al momento de haber abierto la boca.
-¿Estás bien?...podemos ir a por algo para tu brazo- Esa respuesta extrañó a la chica que no sabía si realmente estaba preocupado por ella o no.
Fueron a la enfermería y cuando se sentó en la cama Mitsuki desapareció, dejándola sola. Quizá, simplemente quería respetar el espacio que le había pedido. Quizá él también se sentía incómodo. Era conocido en él no dar a entender sus emociones. Siempre tenía cara de póquer y nunca sabía qué era lo que realmente había en su cabeza. Mientras esperaba se tumbó un rato en la camilla con la esperanza de que el brazo le dejase de doler, algo que solo pasó después de tomar un fuerte analgésico y caer rendida del cansancio.
Bueno, este ha sido el capitulo de hoy.
Como veis Sumire le pide tiempo, pero están encerrados, así que no tendrán espacio.
También voy a meter una subtrama con Sarada, es un personaje que da mucho juego.
Dejo, como siempre, un adelanto:
Todo ese tiempo que habían estado separados la había echado de menos y cuando se quedaron atrapados en esa cueva, se sintió aliviado de poder volver a sentir su piel contra su cuerpo. Por un momento llegó a pensar que podían retomar lo que fuera que tuvieran, pero estaba equivocado.
¡Hasta la próxima!
