¡Hola!

Una semana más gracias por leer. Aquí vamos con un capítulo más de nuestra historia, va lento, lo sé, pero el drama está cerca y os traigo mucho MitsuSumi.

Se despertó sobresaltada y con cierto sentimiento de vergüenza en su cuerpo. Tenía una bolsa de suero colgada y otra vez le dolía un poco el brazo. Nada comparado con lo que había estado sintiendo las últimas semanas. Con la mano que tenía libre se limpió el sudor de la frente que le había dejado el flequillo pegado a la cara. Se incorporó y tomó unos minutos para ubicarse.

-¿Estás bien?- a su lado Mitsuki estaba tumbado en una camilla, con una bolsa de suero también colgada a un lado.

-¿Qué haces aquí?- preguntó extrañada y se tapó con la manta como si tuviera vergüenza solo por estar delante de él.

-He venido a donar sangre. Una parte la han usado contigo cuando te han quitado los clavos- de manera tajante parecía no querer dar más información.

-¿Y la otra?

-Esa la sintetizarán para el futuro.

Se quedaron callados un rato. Cada uno mirándose sus manos, por lo visto Sumire había soñado todo eso en presencia de Mitsuki y ni siquiera sabía si había hablado o gemido en sueños. Él la miraba como si estuviera analizándola.

-Sé que me pediste espacio.

Sumire se quedó a la espera de que dijera algo más, pero parecía que eso no iba a pasar. Se miraron un rato y ante el silencio, él pareció reaccionar.

-Si quieres que me vaya a otro sitio…

-No, está bien. Si a ti no te importa estar cerca…

-Me gusta estar cerca.

Sumire se incorporó en su sitio. No esperaba escuchar esas palabras, de hecho, ahora estaba más confundida con las intenciones del chico. Quería preguntarle, pero tenía la sensación de que sus frases cortas y tajantes harían de esa una conversación difícil. Se quedó mirando en dirección a la camilla de Mitsuki un largo rato y se dio cuenta de que no vestía con su habitual uniforme ninja, sino que llevaba un yukata que se abría a la altura del pecho, dejando ver sus pectorales, no muy marcados, blancos y lisos.

-No quiero que pienses que me das igual, pero no quiero insistir ni hacerte sentir incómoda.

Los pensamientos de Sumire se desbarataron en un momento. Pensaba que todo estaba siendo un juego inmaduro por el cual Mitsuki fingía indiferencia con el fin de hacerla daño, pero no era así. Sarada tenía razón, no era ese tipo de persona. Había algo en su forma de ser que parecía genuino y sincero.

La chica alargó la mano todo lo que pudo, esperando no tener que verbalizar lo que quería hacer. La camilla del chico no estaba muy lejos, pero tampoco lo suficientemente cerca, aunque entendió sus intenciones y él hizo lo mismo. Los dos se quedaron tumbados boca arriba, cada uno en su respectiva camilla mientras mirabas había el techo y disfrutaban en silencio de la compañía del otro agarrándose las manos.

En otro lugar del refugio apenas a primera hora de la mañana Sarada salió antes de lo normal de su habitación para buscar a Orochimaru y, con algo de suerte, reunirse con él en privado. Quería explicaciones y a cada minuto estaba más ansiosa de saber qué estaba pasando ahí.

Ese lugar le traía recuerdos, esos pasillos angostos, las serpientes en las paredes, era tal y como se lo describió su madre tantas veces cuando recordaban juntas a su padre. Era tal y como lo recordaba ella las pocas veces que fue allí. Y mientras buscaba por todas partes se paró en seco al ver en medio del pasillo algo que no esperaba ver en absoluto: una ranita.

Parada en el pasillo frente a un animalillo insignificante, por un momento pareció perder la fuerza en sus piernas y caer de rodillas al suelo, mientras la rana, que seguía mirándola avanzaba a saltos hasta desaparecer ante sus ojos.

-Sara, cariño- Karin apareció por ahí junto con Suigetsu y la levantó de donde estaba tirada- ¿te encuentras bien?

-Había una rana- empezó a decir como abstraída de sus pensamientos, como si no estuviera en ese mismo momento.

-¿De qué hablas?- a espaldas de la chica Karin le lanzó una mirada cómplice a Suigetsu- no hay ranas por aquí.

-Estoy segura…las ranas son la invocación del Séptimo y si aquí hay ranas…

-Sara, cielo, creo que has tenido una alucinación, ¿has desayunado?

Con paso decidido la alejaron de ese pasillo llevándola a una especie de comedor en el que todavía no había llegado nadie. Karin le preparó un café y algo de comer con sumo cariño a lo que Suigetsu pareció replicar.

-Oye, oye, te estás apropiando de la hija de otro.

-¡Te quieres callar! Es la hija de Sasuke, ya podrías cuidarla tú también un poquito más.

-Dirás de tu Sasuke- tan rápido como dijo eso, tuvo que esquivar una a una todas las cápsulas de café que Karin le tiró con la intención de asestarle en la cabeza, teniendo que convertirse en agua en más de una ocasión.

El ruido de la pelea absurda entre esos dos trajo a Sarada de vuelta a la realidad, llegando a pensar que realmente esa rana había sido una visión o un sueño. Se terminaba el café tranquilamente cuando apareció Kawaki en la sala y recogió un par de cápsulas de café del suelo para hacerse el desayuno.

-Hoy estamos solos, libra Mitsuki.

-Creo que hoy operan a Sumi.

-¿Por qué pareces tan interesada en esos dos?

-Porque creo que alguien merece ser feliz en medio de esta locura.

Sarada se levantó intentando dar a entender que la conversación había terminado, pero Kawaki parecía haberse levantado con ganas de hablar y la retuvo agarrándola de la mano.

-Oye, que yo también me alegro-hizo una pausa- ese chico estaba obsesionado conmigo, me estaba empezando a dar mal rollo.

Sarada apartó la mano con violencia y salió de esa sala sin siquiera despedirse de Karin.

Moegi y Yamato estaban fuera esperando a que su equipo terminara de reunirse para salir a explorar unas cuevas. La principal misión de Yamato era asegurarse que Orochimaru no hacía nada extraño, pero después de más de quince años de vigilancia, sospechaba que se le podía estar pasando algo. Por eso pidió colaboración de un equipo de Konoha mientras durase la misión.

-¿En qué crees que puede estar metido? ¿Es por Uchiha? - Moegi era mucho más intuitiva de lo que parecía a simple vista.

-No lo sé, la verdad. No he visto a nadie entrar ni salir de aquí en los últimos tres años, pero está claro que Orochimaru es su contacto más fiable. Siempre me ha parecido más fiel a Sasuke que a cualquier cosa que pueda pasar en Konoha y con Naruto desaparecido…

-Crees que está fuera de control.

-Es lo que tenemos que averiguar. A ver si tus chicos pudieran encontrar algo hoy- dijo viendo cómo Sarada y Kawaki se acercaban a ellos.

Con algunas instrucciones más y sin decirles a ninguno de los dos lo que estaban buscando, establecieron un plan de rastreo con la excusa de buscar asaltantes y maleantes que pudiera haber en los caminos cercanos.

Para otros, el día libre estaba siendo mucho más interesante de lo que pensaban. Cuando Karin entró en la sala de la enfermería Sumire retiró la mano rápidamente para que no se diera cuenta de su relación con Mitsuki, a lo que él reaccionó con extrañeza.

-Bueno, en general, podríais iros de aquí los dos sin problema- empezó a decir fingiendo que no había visto nada- Sumiré, si te duele me dices y te doy un analgésico, no te preocupes si te sientes un poco atontada, aprovecha para descansar en tu día libre.

Así los dos salieron de la enfermería con la intención de ir a comer algo a la sala donde minutos antes habían estado sus compañeros. No decían nada, simplemente estaban en silencio, esperando a que por arte de magia alguno de los dos empezara a hablar.

Sobre la mesa y sin que nadie dijera nada, Mitsuki dejó una taza con café y unos bizcochos industriales que parecía haber en algún lugar.

-Café con leche y dos cucharadas de azúcar.

-¿Cómo lo sabes?

-Te he visto.

Sumire sonrió y aceptó lo que Mitsuki le ofrecía. El silencio era incómodo y hacía que la chica se preguntara una y otra vez si lo que estaba pasando en ese momento era lo correcto. Si no le tenía que haber dado la mano en la camilla o si acabaría desesperada como Sarada. Suponía que la profesión de ellos era así. Un día estás vivo y al siguiente quién sabe. Quizá esa era la oportunidad que tenía que aprovechar antes de volver a pensar que puede morir en una misión o que puede existir la posibilidad de no volver a verse.

-Creo que el experimento salió mal- dijo Sumire, intentando salir de ese bucle de pensamientos intrusivos.

-Pues habrá que hacer como con los otros experimentos que salen mal- dijo Mitsuki, siguiendo con su broma.

-¿Desecharlos?

-No, seguir experimentando hasta ver cómo se pueden mejorar. Eliminar los parámetros negativos y corregirlos.

-¿Qué me quieres decir?- Aunque ella había empezado, no sabía muy bien a dónde estaba llevándoles esa conversación.

-Que yo quiero intentarlo de nuevo- hizo una pausa, demasiado larga- no sé nada de esto. Supongo que he intentado informarme, pero es difícil.

-¿Cómo te estás informando?

-Bueno pregunto a fuentes fiables.

-¿Cómo Kawaki?

-Sí, es el que más experiencia tiene.

Sumire se encogió de hombros, aunque no le gustaba la idea de que Kawaki fuera el ejemplo de Mitsuki, eso podía explicar que hubiera estado jugando a juegos extraños, fingiendo indiferencia o lanzándose demasiado rápido cuando la situación no lo pedía.

-¿Y si aprendemos por nosotros mismos?- dijo Sumire- no creo que nadie sepa cómo funciona hasta que lo prueba.

-¿Entonces qué salió mal?

Sumire se quedó un rato pensando. Estaban negociando las condiciones de un nuevo experimento y eso podía ser conveniente si realmente quería seguir "experimentando" con Mitsuki y sentirse segura al mismo tiempo.

-¿Qué crees que no funcionó?-El chico insistía.

-La velocidad- dijo Sumiré muy rápido-creo que fuimos muy rápido.

-Podemos probar. A mí no me gusta tu inseguridad.

Ese comentario lo sintió como una puñalada. Mitsuki hablaba de las cosas como quien cuenta una anécdota cualquiera. Parecía que no sabía discernir un tema delicado de uno normal y Sumire lo sabía, pero ¿por qué no podía callarse? Normalmente hubiera optado por el silencio, pero ese día no. Había estado suficientes días encerrada en ese lugar con Mitsuki como para no echarle en cara todo lo que había sufrido.

- No me gustan los juegos a los que me sometes.

- ¿Qué juegos?

- Lo que haces de ignorarme, sabes que me molesta- La voz de Sumire empezaba a estar trémula, mientras que él seguía tranquilo, impasible como siempre.

- No juego a nada.

- Si lo haces, me provocas y después me ignoras. A veces parece que te importo y otras…

- No te ignoro, soy sincero en lo que te digo. Nunca te he dicho que te ignore…

No es que ella no hubiera pensado en sus inseguridades, posiblemente lo hubiera hecho en algún momento, es simplemente que intentaba que no se notaran mucho. Había estado haciendo un gran esfuerzo en los últimos años por superarlas y ahora, en una conversación aparentemente reconfortante, le explotaban en la cara de nuevo.

Mitsuki intuía que había dicho algo inapropiado, pero no entendía muy bien el qué. Ella había hecho su aportación sobre lo que funcionaba o no funcionaba de la historia que había entre los dos y cuando él hacía la suya ¿se enfadaba? No quería molestarse por algo así, pero sentía su reacción en todo momento. Recordó las palabras de Kawaki la última vez que le preguntó: "busca siempre el contacto físico. Si quieres seducir a alguien, tienes que buscar tocarla".

Se acercó a la mesa donde estaba ella, y le tomó otra vez la mano, esta vez con más delicadeza que en la enfermería. Acariciaba el dorso de la mano con sus pulgares, sintiendo la piel suave y cálida de la chica como algo que no había experimentado antes. No sabía si lo estaba haciendo bien, puesto que Sumire miraba continuamente hacia el suelo, apartando deliberadamente la mirada para que no coincidiese con la suya.

-¿Sabes qué? – empezó a decir intentando captar la atención de la chica- quizá no es tan importante, solo vamos a hablar las cosas.

Sumire asintió y volvió a mirarle. Quizá había cosas que necesitaba entender y que no conocía de antes, como habían dicho no era más que un experimento del que no sabían nada. Intentó darle una oportunidad:

-¿Sabes qué cosas interesantes hay por aquí?

-Claro, te puedo llevar a algún sitio interesante. ¿será como una cita?

-Será como una cita.

Bueeeno, aquí lo dejo.

Necesito una opinión sincera sobre lo que estoy introduciendo de Sarada, es para darle un poco más de emoción al tema, pero me gustaría saber si os gusta.

Dejo como siempre un adelanto:

Cuando llegaron a la falda de la montaña entraron por una apertura que había en la ladera, pasando por una cueva cuyo trayecto parecía estrecharse a medida que iban caminando, como si al final del camino no hubiera suficiente espacio para los dos. De hecho, cuando llegaron al punto más estrecho Mitsuki empezó a caminar de perfil, que era la única manera de pasar por el hueco.

¡Hasta la próxima!