Bueno, aquí os traigo un capitulo nuevo, esta vez no me he retrasado.
La noche había sido larga, apenas había dormido. Tenían ese día libre para terminar de preparar las cosas y descansar antes de salir en la madrugada del día siguiente. Su trabajo era recopilar todos los documentos y asegurarse de que llevarían a Konoha todo lo que habían estado haciendo en esas últimas semanas. Apenas había empezado el día y todos estaban ocupados en sus diferentes labores cuando Sumire y Mitsuki se habían encerrado en el cuarto de las escobas, donde nadie podía verlos.
Se besaban con pasión y con la poca soltura que el espacio estrecho les permitía. Habían acordado verse antes de empezar los preparativos para la vuelta. Mitsuki no estaba acostumbrado a tener mucho tiempo libre y quería pasarlo solo con ella. Para Sumire la historia era diferente, quería estar presente en ese cuarto, pero algo daba vueltas por su mente sin permiso. Algo que había visto el día anterior le rondaba la cabeza y no se lo podía quitar de encima. Mitsuki la besaba apretando su cuerpo contra el de ella, sentía su pecho a través de la yukata y sus manos acariciaban sus piernas, al descubierto por esa falda corta que llevaba. Sin embargo, ella no sentía lo que quería sentir, llevaba horas pensando en qué clase de ser humano era el chico que tenía frente a ella y se arrepentía de no haber prestado suficiente atención cuando le explicó en el pasado que él era un ser creado y no un humano nacido como todos los demás.
- ¿Te pasa algo? -susurró Mitsuki a su oído, dejando de besarla- pareces distraída.
- No…es solo que… -titubeaba, no sabía si decir algo o guardar silencio sobre lo que pensaba- tú eres creado, ¿verdad?
- Sí, ya te lo dije -susurraba mientras iba besándola por el cuello.
- ¿Y te crearon igual que a cualquier otro humano?
- Más o menos -volvió a pasar las manos por sus piernas y Sumiré se las agarró.
- ¿Eso qué significa?
- Puedo hacer cosas que los humanos no pueden, pero eso ya lo sabes ¿verdad?
Claro que Sumire sabía eso, y sabía otras cosas que no se atrevía a preguntar, quería decirle lo que vio la noche anterior cuando se colaron en ese cuarto. Lo que había y lo que no había en esos cuerpos que flotaban en el líquido a la espera de que alguien les diera vida.
- ¿Y puedes hacer todo lo que hacen los humanos?
- No sé, voy aprendiendo cosas, por ejemplo, antes creía que no podía soñar…
- ¿Y qué más? -Sumire indagaba, no sabía cómo corroborar eso que vio la noche anterior y tenía miedo de que Mitsuki le engañara en algo.
- Oye, ¿qué te pasa hoy? ¿Por qué me estás interrogando así? -A pesar de la paciencia que él siempre mostraba con los demás, parecía estar un tanto molesto.
Sumire estaba paralizada y no sabía muy bien qué decirle, por esa razón él se fue, la dejó encerrada en ese cuarto oscuro y pequeño. Estaba enfadado y ella estaba decidida a saber la verdad, pero no sabía cómo decírselo.
Las imágenes y los recuerdos de la noche anterior pasaban una y otra vez en su mente. Cuerpos desnudos, flotando con un cordón umbilical que daba a no se sabe muy bien qué. Hasta entonces había trabajado con Amado en el Karma y antes de eso había estado trabajando con las células de Hashirama y con prótesis electrónicas que habían tenido mucho éxito. Pero esto era otra cosa, los intentos anteriores de crear un ser humano habían sido un fracaso, más allá de la clonación. Este no era ese caso, Mitsuki era un ser humano nuevo, con material genético de quizá dos personas, que parece que se desarrolla en ese líquido como se desarrolla un bebé en el vientre de su madre.
Había algo raro en todo eso, si le cortas, sangra y si le golpeas, le duele. Parecía a simple vista uno más, igual a la manada, pero vio algo que no parecía igualarlo a los demás. De hecho, ni siquiera sabía después de lo que vio si Mitsuki podría ser un hombre o una mujer. Los cuerpos de los niños que había en el laboratorio no parecían tener un sexo definido, aunque sin duda Mitsuki parecía un hombre. Tenía la voz de un hombre, la fuerza de un hombre y, hasta donde ella había llegado, el cuerpo de un hombre.
No sabía si se ofendería al preguntárselo directamente, pero de no serlo ¿qué era? ¿en qué lugar le ponía a ella? Quería hablarlo con alguien, pero la única que lo sabía era Sarada y le daba vergüenza. Si realmente sus sospechas eran ciertas no sabría si continuar esa relación.
Pasó todo el día en el laboratorio terminando los últimos informes, pero no estaba muy atenta. Amado la regañó un par de veces por colocar los papeles en la carpeta que no era y Orochimaru se limitaba a mirar cómo se movía de una manera torpe entre las mesas y cómo se mordía los padrastros de la ansiedad.
Cuando terminaron de empacar el trabajo del laboratorio, tuvo el resto de la tarde libre para preparar sus cosas y descansar antes del viaje. El viaje de vuelta sería como el de ida, y no le gustaría pasarlo tensa como hizo la primera vez. Entró en la habitación sin llamar, dando por hecho que era la suya y cuando la puerta se hubo abierto unos cuarenta grados Sarada, tapándose con apenas una sábana, salió corriendo a cerrarla, dejándola al otro lado del pasillo.
En cualquier otra situación hubiera preguntado a través de la puerta, pero sospechaba que no estaba sola y no se atrevía a mantener una conversación. Se habían visto desnudas muchas veces, habían compartido habitación durante más de un mes, otras veces habían ido a los baños públicos juntas y ver a su amiga desnuda no era un problema. Si había cerrado la puerta de esa manera solo podía significar que estaba con alguien más. No quería interrumpir nada, ni que pensaran que había visto algo. Tampoco tenía a dónde ir, aunque sus dudas seguían en su cabeza ahora tenía otra cosa más en la que pensar. Se preguntaba si su amiga le había estado mintiendo durante mucho tiempo o si eso que acababa de ver era una ilusión óptica. Quedaba poco para la cena, pero el tiempo que quedaba quería pasarlo sola.
Salió a la azotea, donde muchas veces había más gente, pero no conocía muchos más sitios donde ir, ni tampoco quería arriesgar el último día de misión a perderse. Si algo le apetecía en ese momento era dormir en su cama. No había nadie, lo que le permitió sentarse en el suelo y dejar que la brisa que corre entre los árboles acariciara su rostro. Quería pensar, se preguntaba si el mensaje que tenía para su amiga en la mochila ya no era necesario o si quien estaba con ella era otra persona. Ahora solo sentía la necesidad de buscar a Mitsuki, pero una gran serpiente reptó por la zona y se sentó a su lado. Orochimaru la miraba fijamente a los ojos con una media sonrisa que se veía en su afilada cara.
- Espero que hayas disfrutado de tu estancia aquí.
- Claro, no conocía este sitio.
- Espero que estés disfrutando de tu relación con mi hijo -hablaba sin cambiar la expresión de su cara y Sumire no sabía leerle, no sabía con qué sentido estaba diciéndolo.
-Yo…
- No hace falta que digas nada. No quiero decirte nada malo, pareces una buena chica. Simplemente creo que no debiste entrar ahí.
- ¿Lo sabe?
- Claro que lo sé. Lo sé todo. No hay nada que pase aquí que yo no sepa.
- ¿Incluso si viniera alguien?
- También lo sé.
- ¿Y está aquí en este momento?
- No, ahora no hay nadie, ni creo que pasen por aquí en un tiempo.
- Si Konoha supiera…
- Konoha no sabrá nada. A duras penas sabe nada de lo que ha pasado, ni siquiera cuentan con que los recuerdos pueden ser alterados. La cuestión aquí es… ¿por qué los tuyos no?
Diciendo esto último se levantó y caminó hacia la puerta dejando a Sumire con más preguntas que respuestas y un ligero enfado hacia su amiga. Se dispuso a salir de ahí y a buscar a Mitsuki por todas partes cuando se toparon en la puerta.
Había algo diferente en él, como si la frialdad de sus ojos hubiera tomado algo de temperatura. Puso su mano delicadamente en su hombro, empujándola hacia fuera para volver a donde estaba la chica al principio.
- Te estaba buscando -suspiró Sumire evitando el contacto visual.
- Y yo -silencio.
Ninguno de los dos dijo nada. Simplemente tomaron esos minutos para formular lo que querían decir en sus cabezas.
- Siento haberme enfadado antes. Creo que es normal que tengas preguntas, lo que pensé es que ya sabrías que el sujeto con el que se ha trabajado en esta misión era yo. Pero resulta que te lo habían ocultado…lo siento.
- No tienes que sentir nada, quizá fui muy insistente.
- ¿Hay algo que quieras preguntarme? -formuló la pregunta que ella temía escuchar.
No por nada, sino porque la respuesta le daba miedo y no sabía si quería saberla. Aunque tarde o temprano acabaría descubriendo la verdad no sabía cómo reaccionar. Preguntarlo en ese momento podría solucionar muchos problemas y malentendidos en el futuro, pero también existía la posibilidad de que su relación no volviera a ser la misma. Quería saberlo todo sobre él, pero la información le abrumaba y solo quería estar así de bien el resto del tiempo. Quería congelar esos momentos y evitar cualquier tipo de conflicto que pudiera generarse al formular esa pregunta.
- No, nada.
Ahora estaba abrumada y no sabía realmente qué quería hacer, si hablar con su amiga, con Mitsuki o con Kawaki. Quería reclamarle a Sarada su falta de lealtad y a Kawaki su traición a Ada, pero temía obrar mal si se entrometía. También quería preguntarle mil cosas a Mitsuki, simplemente no salían de su boca.
Uzumaki-Hearts, creo que eres la única que me lee, pero me conformo con eso, espero que lo disfrutes.
Creo que este es mi límite de drama, ahora tendré que resolver las cosas, eso sí, prepárense que habrá lemon.
