¡Ya estoy aquí con un nuevo capítulo! Lo tenía todo preparado para subirlo el viernes, pero por cosas de la vida no he podido hasta ahora. Espero que os guste.
Sumire corría tan rápido como podía y Shikadai la seguía a poca distancia. No parecía poder localizarlos con tanta facilidad y, sin embargo, seguía corriendo. Había algo dentro de ella que le hacía sentir mal con su amiga y, lo que es peor, aterrada por lo que Kawaki pudiera hacerla. La había manipulado, la había utilizado para pasárselo bien un rato, para hacerle daño a otra persona y ella ahora solo se sentía en deuda con Boruto, que solo intentaba solucionar este entuerto.
Al final, tras correr varios minutos, se encontró en un claro de bruces con la pelea. Ambos se quedaron parados, observando lo que estaba pasando. Su corazón latía acelerado y apenas podía respirar.
- A mí me parece que están entrenando.
A simple vista podía parecerlo. Sarada atacaba reiteradamente a Kawaki, quien a duras penas podía esquivar los golpes. La reacción del chico era defensiva, pero no contraatacaba en ningún momento. Parecía que intentaba hablar con ella, pero que hacía oídos sordos a sus palabras.
Una y otra vez, Sarada se lanzaba a golpearle, fallando pocos golpes, que parecían no afectar a su contrincante. Se alejó un poco para soltar una bola de fuego, pero Kawaki la atravesó. Aunque no era tan rápido ni tan bueno como Sarada, su condición regenerativa le permitía entregarse por completo a la pelea. Intentó agarrarla de los brazos para pararla, pero ella, con su sharingan, era más rápida que él y no se dejaba atrapar. Le propinó un puñetazo que lo lanzó contra un árbol, estaba empezando a utilizar la misma fuerza que su madre usaba en combate y eso iba a ponerse difícil para Kawaki.
- ¿A ti te parece que eso es un entrenamiento? -Sumire empezaba a temer por Kawaki, que no parecía querer atacarla.
- Es evidente lo que está pasando -Shikadai empezó a teorizar sobre la pelea- Sarada lleva toda la vida enamorada de Kawaki, es un secreto a voces, pero él ha preferido irse con Ada y está resentida.
- Se van a matar, deberíamos intervenir -se lanzó colina abajo cuando Shikadai la retuvo del brazo.
- Al final nos van a matar a nosotros.
Pero la pelea no cesaba, cada vez que Kawaki acababa en el suelo, se llevaba otro golpe más y cada vez estaba más cansado para esquivarlos. No la atacaba, solo la evitaba, pero Sarada estaba encendida, incluso su sharingan había cambiado y eso solo podía llevar a una cosa. Si utilizaba su mangekyo, podría quedarse ciega, no estaba preparada para usarlo. Pero la pasión de la pelea había cegado su raciocinio y nadie podía hacerla entrar en razón. Se movía rápido y Kawaki ya no podía reaccionar a los golpes ni al fuego, estaba agotado. Un destello azul se vio en los dedos de Sarada, estaba llegando muy lejos. Había empezado a correr, pero no fue hasta que estuvo a un milímetro de la cara de Kawaki que paró en seco.
- ¡Has tardado!
Kawaki miraba a Shikadai con cierto menosprecio y Sumire se lanzó a separar a Sarada que se negaba a dejarlo pasar. El kagemane de Shikadai no aguantaba mucho más a la voluntad de su amiga y ella no tenía fuerza para retenerla. Hizo falta un tercer observador, que había encontrado la manera de mantenerse cerca de esos dos sin ser visto. La intervención de Mitsuki, que parecía no ser muy sorprendente, le dio espacio a Kawaki para huir del escenario sin dar más explicaciones.
Sarada necesitó tiempo para poder tranquilizarse, sus ojos estaban inyectados en sangre y tenía quemaduras por todo su cuerpo, posiblemente producidas por sus propias técnicas. Evitaba mirarlos a los ojos y entonces empezaron las acusaciones. Al principio no fue más que una serie de miradas cruzadas entre los tres acompañantes, pero después empezaron a hacerle preguntas que Sumire fingía no saber responder. Querían saber si se habían enfadado, cuál era la razón, si había algún problema entre ellos que no supieran y si Sumire sabía algo.
Sarada salió corriendo y los dejó asolas en ese claro lleno de calvas en el césped y árboles caídos a raíz de la pelea. Todo un escenario de destrucción que no era ni una mínima parte de lo que le dolía su alma.
-Siempre han tenido sus rencillas, pero nunca los había visto pelearse así -dijo Mitsuki encogiéndose de hombros.
- No se estaban peleando, parecía que Kawaki evitara la pelea…-Shikadai empezaba a discurrir y claramente sospechaba algo raro- de hecho, entre esos dos está pasando algo raro, Sumi, tú sabes algo ¿verdad?
-Yo…no sé nada -una sonrisa falsa se posó en sus labios- Ada me dijo…y yo…bueno, ya sabes…cómo es Sara…
-Estás rara -los ojos de Shikadai se habían afilado.
- Solo está cansada, además, tampoco sabe que pasa aquí -Mitsuki salió en su defensa.
-Lo que vosotros digáis, aquí pasa algo raro -se encogió de hombros y se marchó con desidia como si no quisiera continuar ahí.
Sumire y Mitsuki se quedaron a solas y entonces ella se temió lo peor. Le habían pillado en una mentira, una de muchas, una de esas que podían hacer que lo que fuera que hubiera entre ellos se disipara en un momento.
- Tu sabes qué ha pasado, ¿verdad? La verdad es que me ha costado verlo, pero entre ellos ha pasado algo, ¿no?
Mitsuki, al igual que ella, tenía tendencia a mostrar un perfil bajo, especialmente en lo que concierne a las relaciones entre los demás. Había estado conviviendo con ellos durante estos últimos dos años y estaba claro que a él tampoco se le iban a escapar los pequeños detalles que sucedían entre ellos dos.
-Sí…están juntos…-lo admitió mientras buscaba en su cabeza alguna forma de dar explicaciones que no la pusieran en un mal lugar.
-Sí, eso es obvio. Se han peleado muchas veces, pero nunca así, ha tenido que ser algo grande. ¿Ha pasado algo en la misión?
Sumire miró hacia abajo, había una razón para que todo estuviera a punto de desmoronarse y esa razón tenía un nombre. Uno que estaba prohibido y que hacía que medio Konoha temblase con solo oírlo. Por un lado solo quería ser sincera, abrirse completamente a él y poder confiar todo lo que había pasado en la misión, pero hacerlo no solo comprometería su secreto con Boruto, con Sarada y la poca ayuda que pudiera aportar, sino que implicaría reconocer delante de Mitsuki que su propio padre era consciente de todo lo sucedido sin que le importaran los sentimientos de su hijo y eso podía crear una brecha entre la relación que tenían. No, no podía permitir que eso pasara porque Sumire sabía que la mentira podía ser buena si se aplicaba de una manera piadosa y que el peso de ese secreto era demasiado grande como para obligar a los demás a cargarlo.
-Ni idea, la verdad.
Otra mentira más que se fraguaba entre ellos y que hacía que la distancia que uno intentaba acortar deliberadamente, la otra la alargase por preferir guardar silencio. Estaban solos, no había nadie más alrededor, todos se habían ido de vuelta a la aldea y ahora parecía un buen momento para pasar tiempo juntos.
-¿Quieres dar un paseo?
- Claro, aunque me preocupa Sarada…
- Supongo que se han peleado porque están juntos, eso es lo que me dice Kawaki…que los que están juntos se pelean.
- Pero Kawaki está con Ada…
-También me ha dicho que es complicado.
Mitsuki le dio la mano mientras caminaban el uno al lado del otro. Tenían los dedos entrelazados y parecía que la forma de sus manos estaba pensada para que encajaran a la perfección. Como si alguien hubiera esculpido las manos de Mitsuki para que fueran la pieza que le faltaba a las de Sumire.
Estaban sentados en un claro apoyados el uno en el otro mientras veían pasar las nubes. Hablaban de cosas superficiales y Mitsuki le contaba cosas de su padre que Sumire escuchaba con cierto entusiasmo. Cuando salía el tema de su compañero, entendía que ella se incomodaba y, aunque nunca llegó a entender realmente por qué, intentaba no hacerlo por mucho que le costara.
- ¿Por qué no te gusta Kawaki? -él también tenía preguntas para las cuales necesitaba respuesta.
- No me gusta lo que está haciendo con ellas. No me gusta su actitud y creo que hay algo de farsante en él.
- Pero si os conocéis de toda la vida, ¿no? -Mitsuki sentía a veces que él llegó tarde al pueblo.
- No tengo esos recuerdos. Cuando tú dices que es tu sol…¿qué es lo que sientes?
- Es complicado, es como que algo de mi voluntad se siente atraída por él, aunque…-se calló por un momento. Sumire lo miraba con sus ojos llenos de brillo, esperando a que ese silencio se resolviera, le animó a seguir- hace un par de años que se siente raro.
- ¿En serio? Raro…¿cómo?
- No sé, como que desde que Boruto intentó matarle ya no es el mismo…
- ¿Y si Boruto no intentó matarle nunca?
- No…eso no es verdad, hay testigos de eso
No quería iniciar una discusión absurda al respecto. Había visto a su amiga muchas veces enfadarse con todos los que la rodeaban solo porque no quería aceptar que los recuerdos de los demás habían sido cambiados. No quería eso para sus relaciones, así que decidió no discutir con Mitsuki y simplemente cambiar de tema. Estaba apoyado con su cabeza en el regazo y se acercó a besarle los labios con ternura. Nadie los veía así que los besos tiernos que se daban al principio empezaron a tomar un tono más pasional, acabando el uno encima del otro.
- Creo que deberíamos dejarlo para otro momento -la respiración de Sumire sonaba entrecortada.
- Como tú quieras -sabía que habían acordado tener ese momento en mejores condiciones, pero no quería aturullarla con más información.
Entre la vergüenza y las risas cómplices se levantaron de donde estaban, se recolocaron la ropa y se fueron caminando hacia el pueblo, dándose cuenta ahora de que la noche se les había echado encima. Apenas habían encendido la luz de las farolas cuando Sumire se excusó. Algo dentro de ella le pedía que se dejara acompañar a casa, para poder estar un rato más a solas, en la puerta, para volver a besarse donde nadie los veía, pero no podía dejar pasar el hecho de que su amiga casi mataba a Kawaki y eso le quitaba el sueño porque en parte se sentía culpable de lo que había pasado hasta entonces.
Caminó en silencio por la calle a sabiendas de que las serpientes de Mitsuki la escoltarían hasta la puerta del apartamento donde su amiga vivía con su madre. Llamó a la puerta, pero nadie respondió, sin embargo, sabía que había alguien dentro, puesto que se veía la luz del baño encendida. Insistió tantas veces como pudo hasta que por fin alguien le abrió la puerta.
Al otro lado, estaba ella con los ojos llorosos, los moratones en los brazos y el pelo corto. La larga melena negra que le llegaba hasta la rabadilla ya no estaba. Se había dejado el pelo trasquilonado, como si se lo hubiera mal cortado en un ataque de rabia. Sin decir nada, se dio la vuelta y empezó a caminar hacia el interior del apartamento. Sumire la siguió con la esperanza de que dijera algo en algún momento, pero no fue así. Al pasar por el baño, pudo ver el kunai y su larga melena esparcida por el baño sin ningún orden.
Bueeno, este ha sido el capítulo de hoy, esta vez no lo he hecho muy corto y estoy terminando ya el drama de Sarada, que al final es una historia secundaria, pero me gusta mucho la amistad que hay entre ellas dos. Ya me contaréis que opináis.
En el próximo capítulo habrá noche de chicas y hablarán de las cosas que importan.
¡Hasta la próxima!
