Hola a todos, esta mañana se me ha olvidado subir el capítulo. Lo siento mucho, pero aquí estoy ya con el nuevo capítulo, espero que os guste.

Sarada se desplomó en el sofá y empezó a sollozar sin consuelo, con las manos en la cara y las gafas en el suelo. No podía parar de llorar y Sumire no sabía qué hacer. Se acercó a ella y le pasó el brazo por el hombro y dejó que se apoyara y continuara llorando.

- Sara, yo… -se sentía mal por las palabras que le había dicho la noche anterior, no quería herirla, simplemente la convirtió en la víctima de su enfado.

- Tienes razón, soy lo peor. No les he esperado como debía y había desistido de que la situación volviera a la normalidad. No me puedo creer que haya sido tan idiota, he estado viviendo en contra de todo lo que creía.

- Es normal, todos estamos confundidos, no es tan fácil asumir lo que ha pasado.

- Pero yo sabía la verdad, mi padre se sacrificó por la verdad que yo conocía y él…lo ha perdido todo y aun así no ha desistido, ha seguido insistiendo y ha seguido preparándose para este momento.

- Bueno y nosotras también podemos hacerlo. De hecho, creo que tenemos que hacerlo.

- ¿Cómo?

- Para empezar -Sumire se sorprendió a sí misma sacando fuerzas para poder sostener a su amiga -creo que deberíamos pretender que no ha pasado nada. Recuperar nuestras vidas, no queremos que nos acusen de algo que no somos.

Sarada asentía mientras se limpiaba las lágrimas. Estaba agotada te tantas emociones y dentro de ella se estaba desarrollando una rabia que no podía contener. Estaba preocupada por esos dos y quería volver a verlos a toda costa.

Sumire la llevó al baño de nuevo y rebuscó entre los cajones unas tijeras para adecentarle el pelo a su amiga. Empezó a recortar por detrás, había perdido el largo y ahora solo podía mejorar lo que se había dejado. Aunque se había dejado el pelo muy corto el flequillo le favorecía y le hacía parecer más alta y estilizada de lo que ya era. A Sumire le estaba gustando el resultado, aunque Sarada parecía desanimada con su arrebato pasional hacia sí misma.

- Yo creo que te queda muy bien, mírate -la llevó hasta el espejo donde pudo apreciar su nuevo estilo.

- Sí…-no parecía muy convencida- no queda muy mal.

- Yo te veo muy guapa

En ese momento el sonido de la cerradura las distrajo por completo y apareció por la puerta Sakura, cargada con bolsas de la compra y otras muchas cosas. Sumire se acercó a ayudarla mientras Sarada se asustó por la reacción que su madre pudiera tener por su cambio de look.

Cuando pasó por la puerta de baño emitió un grito. Con la ayuda de Sumire las cosas no cayeron al suelo, pero no pudo más que paralizarse ante la imagen de su hija.

- Mamá, yo…

- ¿Qué has hecho?

- Nada -se recompuso como pudo y fingió normalidad- simplemente me apetecía un cambio de look.

Sakura no era capaz de articular palabra, no sabría decir si le gustaba o no, pero necesitaba unos minutos para asumir lo que acababa de ver.

- ¿No te gusta? -la rabia que Sarada sentía hacía unos minutos se había transformado en esa arma que los adolescentes usan de vez en cuando para torturar hasta al más devoto de sus padres.

- Sí…-la voz de Sakura sonaba completamente insegura de sus palabra- Sara, cariño, recoge este estropicio.

Se dio la vuelta y se encontró a Sumire que le ayudó con las compras. Le invitó a cenar y ella aceptó, puesto que no le apetecía dejar a su amiga a solas. No pasó mucho tiempo desde que las dos amigas recogieron el baño que sonó el timbre y Sarada salió a abrir la puerta.

Ada estaba en la puerta con una bolsa llena de comida y un bolso transparente lleno de cosas aleatorias que difícilmente se podían distinguir unas de otras. Levantó la bolsa con la comida y se la puso a Sarada en la mano, entrando así en la casa y saludando a las demás desde el recibidor.

- Ada…¿qué haces aquí? -preguntó Sarada en voz baja, sin la intención de ofenderla.

- Creo que necesitas una amiga cerca -se descalzó en la puerta y dejó su bolso en el comedor- Hola, señora Uchiha, he traído unas gyozas para que podamos comer todas. Siento haber llegado sin avisar.

La cara de Sakura parecía aceptar los cambios con total naturalidad, pero su hija sabía que esa cara de pócker era el fruto de muchos años de entrenamiento. Había tantas veces en las que no podía leer los pensamientos de su propia madre que le asustaba.

Las cuatro cenaron distendidamente, hablando de cosas diferentes y superficiales que pasaban sobre el pueblo. Sakura le preguntaba a Ada sobre algunos cotilleos de sus amigas del trabajo y parecía que la relación entre ellas dos era muy buena.

- Chicas, tengo que irme a una guardia esta noche, si os vais a quedar a dormir, por favor, no hagáis mucho ruido que los vecinos nos tienen en el punto de mira…

Ada se había quedado en el salón, mirando la foto familiar en la que salían los tres. Podía ver a los padres de Sarada sonriendo, incluso ella tenía una expresión que nunca le había conocido, parecía simplemente feliz. Sarada pasó a su lado y se detuvo a observar cómo miraba la foto con detenimiento.

- ¿Lo echas mucho de menos?

- Claro, es mi padre.

- ¿Por qué nunca me preguntas por él? Sabes que puedo verlo.

- Sé que está bien- Sakura escuchó la conversación y se acercó a quitarle la foto a Ada de las manos.

No le gustaba la idea de hablar de su relación con Sasuke con nadie. El hecho de que se haya pasado toda una vida ausente le amargaba a pesar de que intentaba llevarlo lo mejor posible. Fingía indiferencia ante algo que era claramente doloroso, especialmente desde que su marido se había convertido en un traidor reincidente al que no podía justificar de ninguna de las maneras.

Para ella nada de lo que había pasado tenía sentido, pero confiaba en sus propios recuerdos y eso le dolía. Quería saber si estaba bien, pero estaba convencida de que si lo preguntaba se estaría cuestionando toda la confianza en la cual se construyó ese matrimonio y eso es lo que más le dolía de todo.

- No necesitamos saberlo, sé que está bien. Lo ha estado siempre, sabe cuidar de sí mismo y cuando tenga que hacerlo, volverá.

Dio por zanjada la conversación y Sarada simplemente se encogió de hombros, acostumbrada a la evitación de su madre con respecto al tema desde que pasó ese suceso hace dos años. Ada tragó saliva, esperando que así se disolviera la culpa que le hacía un nudo en la garganta. Escuchar y ver las historias de esas familias destrozadas por su mano le partía el alma. Ahora Sumire se veía con el trabajo de tener que consolar a las dos amigas, lo cual se iba haciendo una tarea cada vez más difícil.

Cuando Sakura se hubo ido, Ada sacó una botella de vodka de su bolso lleno de cosas, así como un pijama de diseño y toda una serie de productos para el cuidado de la piel que explicó uno a uno a sus amigas.

- Oye, ese pelo te queda genial, creo que ese cambio está muy bien -intentó cambiar el tema para crear un ambiente más distendido.

- Gracias, pero el cambio no está en el pelo.

- Lo sé, me gustaría ayudarte más, pero creo que, aunque yo diga la verdad, nadie me creería.

- Al menos nosotras sabemos cuál es la verdad, ¿no? -a Sumire le consolaba saber que no era la única que sabía lo que había pasado y que podía encontrar en ellas un apoyo incondicional con respecto a ese tema.

- Venga, venga, vamos a dejarnos de cosas trascendentales, esta noche toca pasárselo bien -Ada se acercó a la cocina y rebuscó entre los armarios tres vasitos pequeños en los cuales servir la bebida.

-Ada, yo creo que no voy a beber…-Sumire se mostraba indecisa como de costumbre.

-Claro que vas a beber -dijo Sarada- todas vamos a hacerlo.

Le puso un chupito en la mano y la miró fijamente a los ojos esperando que bebiera la primera. Sumire no sabía si quería hacerlo, pero la presión de grupo era superior a ella. Intentó poner mil excusas como que nunca lo había hecho, que no sabía cómo reaccionaría, etc. Pero al final todas bebieron.

- Por cierto, Ada, ¿de dónde has sacado la botella? -preguntó Sarada.

- He convencido al tipo de la tienda de que era mayor de edad -mientras decía eso llenó otra vez los vasos de sus amigas y las invitó a beber.

- Pensé que pasarías la tarde con Kawaki -Sarada intentó tantear el terreno, porque algo dentro de ella quería decirle a su amiga todo lo que había pasado, le daba igual lo que pasara con el chico, pero no quería cargar nada más en su conciencia.

- Kawaki está enfadado con algo. No sé muy bien por qué, pero ¿sabéis qué? Me da igual. Creo que tengo que empezar a cotillear menos con la gente y a controlar menos. Al final, Kawaki viene a mí mucho más de lo que se puede esperar y eso está bien, ¿no?

- Supongo…-Sarada se encogió de hombros.

-Digo yo -Sumire conocía muy bien a su amiga y se estaba temiendo lo peor- que lo que hayamos hecho o lo que haya pasado es irrelevante, ¿no?

- Como que irrelevante -Sarada estaba en una encrucijada.

- Sí, que no importa. Que aquí todos tenemos razones para estar tristes o hemos hecho cosas de las que nos arrepentimos. No somos perfectos, solo podemos intentar hacerlo bien de cara al futuro.

- Tienes razón, yo prometo que solo usaré mi habilidad para cuestiones políticas -Ada levantó el vaso invitándolas otra vez a brindar- y que no cotillearé más con ella, bueno al menos a mis amigos. De corazón espero que me contéis el chisme vosotras antes.

- Yo prometo utilizar hasta el último de mis esfuerzos en revertir la situación actual y si fuera necesario ponerme en contra de todo el mundo para ello -Sarada levantó su vasito y brindó.

- Sara, eso es peligroso -le espetó Sumire- creo que haces más manteniendo un perfil bajo.

- Estoy de acuerdo, ya llegará el momento en el que tengas que poner las cartas sobre la mesa, mientras tanto lo mejor es hacer creer a todo el mundo que solo eres una chica. Créeme, funciona.

- Sumi, ¿y tú? -Sarada intentó cambiar de tema- ¿qué prometes?

- Ay…no lo sé…-empezaron a aflorar sus inseguridades.

- Por ejemplo, puedes prometer relajarte un poquito -Ada ya estaba borracha y se reía de su amiga- siempre parece que estés alerta, como si no pudieras confiar en nadie.

- No…si yo…confío…-empezaba a sentirse nerviosa.

- Ada tiene razón, siempre parece que estés tensa, como si estuvieras observando a la gente.

- Pues…no sé…prometo relajarme más -bebió su trago con cierta torpeza.

- Pues hablando de relajarse, creo que deberías llamar al chico de las culebras… no está haciendo bien su trabajo -Ada se reía mientras empezaba a pintarse las uñas.

- Eso, eso, cuéntanos...todos queremos saber sobre Mitsuki -Sarada le seguía el juego.

Lo peor de esa conversación no era la incitación a la que le estaban sometiendo, sino el hecho de que Sumire misma empezaba a estar borracha y no podría controlar mucho lo que pensaba. Más que nada porque en el fondo de su corazón quería gritarle a todo el mundo como se sentía con respecto a Mitsuki. Quería hablar con sus amigas que tenían más experiencia que ella y quería saber cómo sentirse al respecto. Tenía mil dudas que tendría que resolver con él primero pero que no se atrevía.

Sé que me sugeristeis incluir a Chouchou, pero es que ya lo tenía escrito. La noche de chicas va a continuar en el siguiente episodio, habrá mucha conversación sobre Mitsuki y su relación con Sumi. También haré un esfuerzo por incluir a más personajes.

¡Hasta la próxima!