¡Hola! Sé que llego un poco tarde, me hubiera gustado publicar antes, pero con el trabajo y las navidades a la vuelta de la esquina veo difícil mantener el ritmo de publicación. Igualmente, prometo que terminaré la historia e intento escribir cada vez que tengo un hueco libre.

Aquí os dejo el capítulo:

El silencio se hacía palpable, no por la incomodidad, sino por la expectativa que estaba puesta por una Sumire que, además de tímida, estaba también borracha. Habían bebido toda la noche y ahora no podían parar de beber, de reír y de contar cosas que nunca hubieran contado en ningún otro momento. Sin embargo, no todos los secretos podían ser contados y Sarada estaba dejando de jugar su papel de mojigata que le había ido tan bien hasta ahora.

- Venga, todas queremos saber cosas… seguro que Ada vio lo que hicimos en el refugio de Orochimaru.

Ada, que había prometido no meterse en la vida de sus amigas fue puesta al día de la escapada nocturna que hicieron, donde Sumire descubrió lo que quería decir Mitsuki cada vez que decía que era creado. Para Ada no fue nada raro, ya que la ingeniería genética era algo de lo más normal para ella y todos los que vinieron de Kara, pero la creación de un ser humano desde cero era algo realmente fascinante y era una de las muchas cosas que Sumire quería averiguar y eso le atraía más de Mitsuki.

- En el laboratorio había otros cuerpos…parecía él mismo, pero tenía otras edades, eran más jóvenes -Sumire empezó a hablar y ni siquiera sabía por qué.

- Entonces ¿existen clones de Mitsuki por ahí? -Ada no entendía muy bien la situación.

- Sí, dice que, si su cuerpo se estropea, siempre puede tener otro -Sarada comía de una bolsa de patatas fritas mientras hablaba con la boca llena. De las presentes parecía ser quien mejor lo conocía- pero eso no es lo peor, cuéntale, Sumi…

- ¿Peor que tener cuerpos de repuesto? Ni siquiera Delta tiene uno…

Sumire asintió y entonces Sarada tomó la iniciativa.

- No tenían genitales. Yo ya los había visto hacía unos años, pero no me fijé. Tiene sentido, si es un ser humano creado…

- ¿Estás diciendo que ni siquiera sabes si es un hombre? Mira, cariño, yo sabía que ese chico era raro, pero no me imaginé que pudiera serlo tanto. Si ya lo sabes, ¿qué vas a hacer?

-Es que…-Sumire suspiró profundo- tengo dudas de que sea así.

- Espera…-Sarada dejó de comer de golpe- ¿todavía no lo sabes? -Sumire negó- ¿Y qué pasó en el Ryokan?

- No pasamos de…bueno…ya sabes…

Sarada y Ada se miraron mutuamente y, por primera vez desde que se conocían, se produjo en ellas una de esas miradas cómplices que tienen dos amigos de verdad. No había falsedad ni miedo ni pretensión, solo la sinceridad de compartir el mismo sentimiento en ese momento. Estallaron a reír a carcajadas, no podían parar de reír, de hecho, las dos estaban llorando mientras Sumire parecía molestarse por la reacción de sus amigas.

- Sumi, yo si quieres puedo confirmártelo…-Ada recobró la compostura.

- No, quiero saberlo por mí misma. Pero no me gusta hablar sobre estas cosas…

- Tranquila, no te preguntaré más, aunque no sé qué has visto en él…

- Pues es mono y parece que me pone mucho interés, respeta mis opiniones y a su lado todo se siente en paz. Además, parece preocupado por que esté a salvo…

- ¿Lo dices por esa culebra que lleva en la ventana toda la noche? -Sarada señaló la ventana.

- ¿Qué dices? ¿Ha estado espiándonos? -Ada tomó una manta y se hundió debajo de ella. Resultaba que ser la observada no era tan divertido como observar.

-Solo se preocupa -Sumire parecía no darle importancia.

- ¿Qué se preocupa? ¡Eso es de psicópata! -para Ada las tornas habían cambiado y estaba escandalizada con la situación.

- Bueno, es lo que haces con los demás…-Sarada le dio un trago a la botella, esta vez había abandonado todo tipo de decoro y no quiso usar un vaso. Estaba bastante borracha y quería saber hasta dónde sabía Ada de ella y de los suyos.

- Sara, tienes que decirle algo, no puede pensar que esto es normal. Además, yo no espío a Kawaki, confío ciegamente en él.

Sarada no pudo evitar reírse de ese último comentario y, cuando se dio cuenta, de su reacción intentó solucionarlo.

- Tiene razón, Sumi, no es sano. Debería confiar en ti y confiar en tus capacidades para protegerte a ti misma. Estás en Konoha no sufres peligro y, además, hay una shinobi contigo.

- Exacto, eso es una excusa barata -Ada continuó con el reclamo- se está comportando como un acosador.

Echó una mirada asesina hacia la serpiente que estaba viendo todo lo que pasaba dentro de la habitación, pero que posiblemente no escuchara nada. Sarada empezó a señalar a la serpiente con tono acusador y Sumire miraba para abajo. A los pocos minutos la culebra se fue dejando solas a las tres amigas que siguieron bebiendo y charlando sobre cosas.

Cambiaron de tema y empezaron a hablar sobre otros cotilleos de Konoha, sobre otras relaciones que había en el pueblo y antes de que se terminara la botella de alcohol, las tres terminaron dormidas en la habitación de Sarada. Habían estado bebiendo durante horas, pintándose las uñas, maquillándose y hablando sobre cosas que, muchas veces no podrían haber dicho en otra situación.

La mañana llegó más deprisa de lo que esperaban y Sarada se estaba olvidando de algo importante, pero no podía recordar bien de qué. Alguien llamó a la puerta haciendo que las tres se despertaran entre graznidos de molestia y dolor de cabeza.

El timbre volvió a sonar y Sakura gritó al otro lado de la puerta. Cuando se abrió entró un halo de luz que hizo gruñir a las tres amigas que terminaron de despertarse con la voz de Chouchou sonando de fondo.

- ¿Ha habido una fiesta y nadie me ha invitado? -Su voz sonaba especialmente aguda, tenía ese timbre que se colaba por el tímpano y se perpetraba en el cerebro, haciendo que resonase por toda su cabeza.

- Un segundo, por favor -Sarada estaba incorporada sobre el suelo, con su pelo despeinado y su mirada puesta en el horizonte, perdida.

De las tres amigas, Sarada fue la que más bebió, pero Sumire no estaba mucho mejor. Estaba despeinada, tenía el maquillaje por la cara y una sed terrible. Apenas le dolía la cabeza, pero necesitaba beberse un litro de agua al menos. Ada era otra historia, de las tres era la que más acostumbrada estaba a beber y eso le dio cierta ventaja. Apenas tenía resaca y su piel se veía tersa y fresca, como si no se hubieran pasado la noche bebiendo.

- Bueno chicas -se levantó, tomó de nuevo su bolso y empezó a caminar hacia la puerta- ha sido un placer. Voy a casa a descansar un rato, pero si después de entrenar queréis quedar para comer algo, llamadme.

Salió por la puerta y se despidió de Sakura, que parecía un poco disgustada con su hija. La cara de Himawari era un poema. Parecía que estaba confundida con la situación, como si no supiera lo que había pasado. Sin darle más importancia, Sarada se levantó, tomó sus cosas y salió por la puerta con dos amigas que no hacían más que hablar histriónicamente y preguntar detalles a una velocidad que su cabeza no era capaz de asimilar.

Sumire salió con ellas, pero decidió darse un paseo a su casa y dejar que los rayos del sol terminaran de despertarse. Esperaba encontrarse a Mitsuki o a sus serpientes por el camino, pero no encontró nada. Llegó a tiempo a casa para ducharse y preparar las cosas del laboratorio del día siguiente.

Paseaba por la casa con una toalla en la cabeza, esperando a que se secara el pelo, y una toalla de ducha atada a la altura del pecho que dejaba sus largas piernas visibles. Sus pies descalzos se sentían bien contra el suelo frío y podía contrarrestar un poco el calor que hacía en la calle. Había puesto una lavadora y, mientras esperaba a que terminase, se estaba poniendo una mascarilla en la cara para recuperarse de todo el alcohol que habían bebido por la noche.

Salía del baño en dirección a la habitación para vestirse cuando notó algo raro en el ambiente. Como si alguien se hubiera colado. Un sentimiento de indefensión se apoderó de ella, estaba desnuda, con el pelo mojado y sola y, definitivamente, se había colado alguien dentro.

Solo tenía la plancha del pelo a mano para poder defenderse, así que la tomó en silencio y se acercó a ese espacio estrecho que consistía en la cocina y el salón al mismo tiempo. En el sofá estaba sentado Mitsuki, miraba por la ventana como si hubiera algo interesante fuera. Fingía muy bien no darse cuenta de que Sumire estaba observándolo desde la puerta.

- ¿Qué haces aquí?

- Te espero, quería verte -dejó de hablar un rato y fijó su mirada en las piernas de su amiga- si quieres espero a que te prepares.

- No, no quiero que me esperes, quiero que te vayas.

- Pensé que querías verme…

- Pero no así. ¿No lo entiendes? No puedes presentarte en casa de alguien, así como así.

- Pero eres mi novia… -la seguridad con la que se pronunciaron esas palabras dejaron a Sumire perpleja.

- No sé lo que somos, pero no es una excusa para presentarte sin avisar…

- Ayer quedamos en vernos hoy.

- Pero no presentarte en mi casa -Sumire empezaba a elevar su tono de voz. A pesar de que siempre estaba tranquila y parecía observar a la gente que le rodeaba esa situación empezaba a crisparla y más aún después de la conversación que tuvo con las chicas. Era ahora el momento de sacar el armamento pesado- te pasas el día acosándome. ¿Crees que no veo tus serpientes?

- Las envío para ver que estás bien.

- Las envías para tenerme controlada. Eres obsesivo. Quieres saber dónde estoy, qué hago, no es normal, tienes que darme mi espacio y confiar en mí.

- Confío en ti

- No lo parece -Sumire había estallado con todas sus emociones, la sorpresa había derivado en ira y ahora su única salida era deshacerse en un mar de lágrimas por la culpa de haber gritado de esa manera a Mitsuki.

Él no decía nada, agachó la cabeza en señal de que reconocía que había obrado mal, aunque no con mala intención. Pero quizá había algo de cierto en sus palabras, tenía esa forma de ver el mundo de manera casi obsesiva que se había olvidado de que quizá eso le molestaba. Tenía un vago recuerdo de Kawaki regañándole por estar siempre encima de él y ahora había vuelto a su memoria algo que no debió olvidar nunca.

Se acercó a ella lentamente, con cierto miedo al rechazo y la abrazó, dejando que su cara se apoyara en su pecho. Esperaba que le devolviera el abrazo, pero eso no pasó en ningún momento.

- Tienes razón. Lo siento.

No recibió ninguna respuesta. Acarició su pelo esperando alguna reacción, pero no dijo nada. Su llanto había cesado y podía escuchar su respiración, sintiendo su calor en el pecho.

- Mitsuki, vete.

Estaba claro que en ese momento uno de los dos no entendía bien la situación. Mitsuki había aflojado sus brazos y ella aprovechó la situación para alejarse un poco. Podía ver sus ojos rojos, sus clavículas marcadas y su pelo todavía húmedo llegando hasta la cadera. Había algo tremendamente bello en ella, pero no sabría definir el qué.

Pasó entre sus dedos un mechón de pelo que estaba goteando en su ropa y acercó sus labios a los suyos. Cerró los ojos, a diferencia de como normalmente hacía e intentó entregarse a ese beso que no estaba siendo correspondido, mientras en su cabeza pasaban un millón de escenas. En todas ellas terminaba despojando a la chica de esa pequeña toalla que la rodeaba hasta acabar tirándola en el sofá.

- He dicho que te vayas -Sumire lo empujó hasta alejarse lo suficiente de él y salió corriendo hasta encerrarse de nuevo en el baño.

Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, quiero hacer más escenas de estos dos, así que para los próximos capítulos iré haciendo cositas.

¡Espero leer vuestros comentarios y nos leemos antes de que termine el año!