Hola a todos. Siento muchiiisimo el retraso, soy un desastre. Lo peor es que lo tenía preparado para publicarlo el viernes, pero es estas fechas es imposible que ningún plan salga a tiempo.

Hoy he probado a hacer algo un poquito diferente en este capítulo, ya me diréis que os parece:

La situación desde que fue a visitarla a su casa se había vuelto fría y tensa. Habían pasado tres días, los cuales se vieron forzados a compartir en el laboratorio y, por primera vez en mucho tiempo, se empezó a sentir como se sentía al principio: un vaivén terrible en las emociones de Sumire. Sin embargo, él tenía muy claro lo que quería. No solo eso, sino que desde ese día lo tenía más claro que nunca.

Era consciente de que lo había hecho mal y que no tendría más remedio que disculparse hasta que ella aceptara dar un paso más en su relación. Le había hecho varios regalos, pero no parecía que hubiera aceptado ninguno de ellos. Quería que por lo menos lo escuchara, ya que su disculpa era sincera. No envió a ninguna de sus serpientes a espiarla, pues sabía que se enfadaría si lo hacía. Había algo que le dolía profundamente de esa situación y era no saber si había hecho algo más de lo que no se había hablado o si había alguna otra razón por la que su reacción fuera tan grande.

Intentó sacar el tema con Kawaki varias veces, pero solo recibió de su parte rechazo y una especie de amenaza por la cual si seguía acosando a Sumire se enfadaría con él. Eso le producía más dudas todavía. ¿Es posible que Kawaki fuera la razón por la que ella le ignora? ¿Quizá pasó algo la noche que estuvo con las chicas que él no pudo ver?

Quería saberlo por sí mismo y, lo que es más importante, saberlo de primera mano, de la boca de Sumire, pero ella se negaba a hablar con él. Cada vez que entraba en el laboratorio pasaba de largo hasta encerrarse en su despacho con Amado. Otras veces intentaba esperarla en la puerta a la salida, pero parecía que nunca salía a su hora. Un día salió antes para evitarle y otro día se quedó trabajando hasta bien entrada la noche, por lo que Mitsuki decidió mejor desistir.

Si la seguía demasiado, se enfadaba, si la ignoraba quizá pensaría que no estaba interesado en ella y eso no era verdad. Le costaba leer las situaciones sociales de manera general y eso hacía que se sintiera un poco raro de vez en cuando, pero en los últimos años había aprendido a ser uno más del grupo, con sus rarezas y sus dificultades. Esta situación le hacía volver al punto de partida y no hacía más que darle ansiedad.

El cuarto día le habían asignado un descanso, que decidió utilizar para entrenar con Sarada. Quizá lo único que Sumire necesitaba era algo de espacio y quizá la respuesta estaba en su amiga. De hecho, si Kawaki no le había dado ningún consejo útil hasta la fecha y solo había evitado la conversación, quizá su mejor opción era pedir una opinión femenina.

Había llegado antes de lo normal, como siempre, estaba empapada cortando el agua de la cascada con su chidori que se veía perfeccionado con el paso de los años. Se sentó en un tocón que había cerca y esperó a que se diera cuenta de su presencia, como normalmente hacía con todo el mundo.

- ¿Cuánto tiempo llevas aquí? -preguntó cuando ya parecía cansada de su entrenamiento.

- Quince minutos, habíamos quedado a las 9 -respondió con la misma seriedad de siempre.

- ¿Y por qué no me dices nada? Te estaba esperando.

- No quería desconcentrarte.

- Está bien -estaba jadeando, se veía el sudor caer por su nuca ahora despejada, algo en lo que Mitsuki no se había fijado nunca antes- solo dame un minuto.

Los dos se sentaron el uno al lado del otro. Le tendió una botella con agua que ella aceptó sin apenas decir nada. No había terminado de beber cuando soltó la bomba:

-¿Sabes qué le pasa a Sumire?

-¿Qué? -Sarada casi se atraganta.

- Si, lleva cuatro días sin hablarme…ni siquiera en el laboratorio.

- Hace cuatro días que no la veo.

Los dos se quedaron en silencio y miraron hacia el horizonte donde una brisa movía unas hojas que se habían caído de sus árboles.

- Mitsuki…lo siento -dijo de un suspiro. Él no respondió, la miró en silencio esperando que continuara- creo que me he metido donde nadie me llamaba.

- ¿Qué quieres decir?

- Que el otro día estuvimos las tres juntas y…-suspiró otra vez- quizá bebimos de más y le dijimos que eras un poco raro.

- Imaginé que había pasado algo así. Entiendo que no quiera saber nada de mí.

- No es eso, ella parece interesada. Es solo que vimos una de tus serpientes y le hicimos entender que estaba mal.

- Así me lo hizo entender ella.

- ¿Y por qué lo haces?

- Ya no lo hago -terminó su frase ahí, pero Sarada no se conformaba con esa respuesta- solo quería que estuviera bien y que no la pasara nada.

- Lo entiendo. Pero tienes que confiar en que sepa cuidarse a sí misma. Seguro que si te disculpas y no lo vuelves a hacer se soluciona.

- Ya me he disculpado…se lo dije cuando me colé en su casa.

- ¿Pero tú te oyes? -había recuperado el aliento por completo, otra vez volvía a estar en forma- no puedes colarte en casa de la gente.

- Somos shinobi, es lo que hacemos.

- Pero en misiones, no con nuestros amigos. No está bien que hagas eso. Tienes que darle espacio y solo puedes ir a su casa si te invita, sino la estarás presionando e intimidando.

- No quiero intimidarla…

- Lo sé, pero eso te hace parecer raro…Mira Mitsu, te deseo lo mejor, pero Sumire es muy sensible y no puedes tratarla de cualquier manera. Tienes que esperar a que te mande las señales.

- ¿Qué señales?

- Pues no sé, si parece dispuesta a que hables con ella o si te invita a pasar el rato, si le ofreces acompañarla a casa y no te invita a pasar, claramente es que no quiere que pases…Mira, entiendo que es difícil y que requiere práctica, pero no puedes tomar acciones de manera unilateral con ella porque entonces va a sentirse presionada…y yo creo que le gustas de verdad.

- Entonces, ¿qué hago?

- Vamos a hacer una cosa. Yo te puedo ayudar por esta vez, pero solo por esta vez. Porque soy tu amiga y tu compañera de equipo y no quiero que estés mal. Pero no puedo meterme en esa relación.

Mitsuki no dijo nada, solo quería que ella terminara de hablar y le diera una solución fácil a su problema, porque a su lado no parecía tan complejo como cuando tenía que afrontarlo solo.

- Necesitas encontrar una manera de decirle lo que piensas sin ser demasiado insistente o sin abordarla en los lugares donde normalmente se siente cómoda. Algo que sea personal y no invasivo.

- ¿Un mensaje codificado?

- Nada de codificado, pero quizá es una buena idea. Escríbele lo que piensas y déjala espacio para que lo piense. Muchas veces no tenemos la respuesta inmediata, a las mujeres nos gusta ver que hay compromiso por vuestra parte…

- Kawaki no parece muy comprometido con Ada.

- Porque no es real…además, eso no importa, cada relación es un mundo.

- Supongo…¿entrenamos?

La conversación se cortó cuando empezó a sentir que no aportaba nada. Además, no tenía muy claro que le hubiera ayudado, pero quizá la opinión de Sarada había sido la más sensata hasta entonces. El entrenamiento le había dejado agotado y quizá era todo lo que necesitaba para dejar de pensar por un momento en sus problemas y poder abordarlos más tarde con la mente clara.

Quería que le perdonase, pero entendía que esa relación no estaba en su mano, sino que era cosa de dos. Eso le ponía en una situación vulnerable en la que no se había sentido nunca, ni siquiera con Kawaki cuando lo veía como su sol. Había basado esa relación en la idea de que él era un objetivo al que seguir en la vida y con eso había sido suficiente, pero con Sumire era diferente. No podía ir dos pasos detrás de ella porque era raro, pero no podía ir por delante porque la espantaría.

Se sentó detenidamente a pensar en la mejor forma de hacerle ver lo que había aprendido, aunque no era en absoluto fácil. Decidió escribir, quizá era la mejor manera de hacerle ver que realmente estaba arrepentido y que estaba dispuesto a esforzarse para que algo funcionara. Escribió sobre todo lo que había pasado por su cabeza esos días, sobre la razón por la que hacía las cosas y sobre que no quería hacerla infeliz. Le hablo de sus dificultades para poder lidiar con otras personas, de Sarada y sus consejos y también de otras cosas que quizá ni siquiera tenían que ver con el tema. Leyó todo una y otra vez y volvió a empezar tantas veces como leía, pues no se sentía satisfecho con su trabajo.

Quizá llegó a una versión definitiva de la carta, algo que le había mantenido ocupado más de dos días. Dos días que no apareció por el laboratorio, ni por el campo de entrenamiento, ni siquiera por los lugares que solía frecuentar Kawaki normalmente. Solo el tiempo diría si estaba obrando correctamente y quizá, por un momento, se le pasó la idea de olvidarse de ella para siempre.

Y…esto es todo. Sé que es un capítulo un poco más corto de lo normal, pero me apetecía por una vez escribir sobre el POV de Mitsuki. Algo un poquito diferente. Para los próximos capítulos adelanto que tendremos muuucho más de la pareja.

También me gustaría agradecer a Uzumaki-Hearts (otra vez) por leerme y animarme a seguir escribiendo. A todos los que no comentáis os lo agradezco, pero menos (ja, ja, ja qué mala soy).
Y por último, me gustaría comentar que por las fechas que son no creo que vaya a poder escribir más hasta el año que viene, así que posiblemente la próxima actualización de este fic se haga la segunda semana de enero. Por eso me gustaría felicitaros la Navidad y el Año nuevo a todos los que me leéis.

¡Felices fiestas a todos!