¡Hola de nuevo! Lo primero de todo, perdón por la ausencia, pensé que podría actualizar y escribir algo estas semanas, pero me ha sido imposible. Quiero terminar la historia y prometo que lo haré.

Aquí os dejo un capítulo jugoso con muchas escenas de nuestra pareja, espero que lo disfrutéis.

La noche había sido extraña. Para empezar porque ninguno de los dos había planeado dormir juntos, simplemente fue algo que surgió y que improvisaron sobre la marcha. Una de las condiciones que Sumire le impuso a Mitsuki fue no hacer nada y así hicieron. Le prestó una camiseta suya para dormir y, ella, con un pudor casi inexplicable se metió en la cama, lo suficientemente alejada de él como para no tener contacto físico. Se miraron el uno al otro durante un rato largo.

Sumire no podría decir si tenía frío, calor, sueño o simplemente sentía algo porque estaba extremadamente nerviosa. Un pequeño temblor venía desde su interior como si fuera un perrillo desamparado en el frío. Mitsuki lo veía, pero había algo de naturalidad que se estaba perdiendo en esa relación y le dolía. Quería que ella fuera capaz de decirle lo que necesitaba sin necesidad de tener que estar preguntando, pero, aparentemente, eso no era posible.

- ¿Necesitas algo? ¿Tienes frío?

Su voz sacó a la chica de sus ensoñaciones, ni siquiera era consciente de que en la cabeza de la otra persona también pasaban cosas. Negó en silencio y siguieron mirándose a los ojos. En silencio, sin haber mediado más palabra que esa y sin ni siquiera saber por qué lo hacían, fueron acercándose poco a poco, llevados por un impulso que no se podía describir de ninguna manera y que hizo que su piel entrara en contacto. Un estallido de oxitocina frenó el temblor de Sumire, que parecía haberse acomodado en el pecho del chico.

El silencio de la noche se empezó a expandir y solo podía oír el corazón de Mitsuki, bombeando más rápido de lo normal. Se preguntó si él también estaría nervioso, pero parecía muy despierto tumbado boca arriba, mirando el techo y dejando que Sumire fuera adentrándose en el sueño poco a poco.

A la mañana siguiente todo fue muy diferente. El despertador sonó como de costumbre y Sumire se despertó sin tomar conciencia de que ni siquiera estaba en su casa. Sin embargo, podía notar el cuerpo de Mitsuki al lado suyo. Emitía calor y su brazo estaba sobre la cintura, parecía también reticente a levantarse y ni siquiera había abierto los ojos. Sus brazos y piernas estaban entrelazados y parecía que solo querían estrechar más profundamente ese agarre. Entonces Sumire, por primera vez desde que su relación con Mitsuki tomó ese rumbo notó algo que le había estado produciendo mil dudas. Podía notar contra su pelvis algo duro y cuanto más cerca estaban el uno del otro, más podía sentirlo contra su cuerpo.

- ¿Nos levantamos? -Mitsuki rompió con aquello que le rondaba en la cabeza, como si fuera él quien quisiera controlar una tentación mayor.

- Sí…

La rutina de todos los días antes de ir a trabajar se volvió algo frenético. Se empezaba a hacer tarde, especialmente para Sumire, quien quería maquillarse, cambiarse de ropa y poder llegar a trabajar como cualquier otro día. Pero ahora se veía obligada a llegar al trabajo con la ropa del día anterior, el maquillaje a medio limpiar y el pelo relativamente desordenado. Sabía que le esperaría un día largo y cierto sentimiento de arrepentimiento se empezó a fraguar en ella mientras decidió salir más temprano que Mitsuki para que nadie sospechara si los veía llegar juntos.

Sin embargo, cierta sensación de felicidad se escondía detrás de ella. Algo que no pasó por alto Amado, pero que decidió ignorar mientras seguía con sus investigaciones. Llegó la hora de comer y recordó que no había llevado comida, así que se vio obligada a comprar algo en una tienda que había por la zona y decidió comerlo ahí. Sentía que necesitaba estar un tanto alejada del laboratorio, de Amado, de las caras de las personas que la miraban al entrar y que evidentemente se habían dado cuenta de que estaba trabajando con la ropa de ayer, con el pelo maltrecho y la cara de haber dormido más bien poco. No quería cruzarse con Mitsuki, que estaba también trabajando por ahí y que, si se cruzaban, terminarían de levantar las sospechas de todos los trabajadores del laboratorio. Solo quería terminar su jornada, llegar a casa y descansar de todo lo que estaba pasando por su cabeza en ese momento.

Tenía la corazonada de que eso no sería posible, al menos no tanto como a ella le hubiera gustado. Por un lado, si Mitsuki le decía de quedar o salir a hacer algo, aceptaría sin pensárselo dos veces, puesto que tenía muchas ganas de recuperar el tiempo perdido a su lado, pero por el otro, solo quería estar en su casa, preparándose para el día siguiente y teniendo un momento para ella.

Su jornada terminó antes de lo que pensaba y Mitsuki decidió esperarla a la salida en un lugar un poco alejado del edificio, donde había menos posibilidades de que los vieran juntos. No tenía muy claro que quisiera verle y pensaba que estaría bien dejarla algo de espacio, pero no quería volver al silencio que habían vivido antes.

A pesar de que habían pasado la noche juntos, para Sumire esta situación le llevaba al punto de partida y no podía evitar que se le formara un nudo en el estómago cada vez que lo veía. Así fue cuando lo vio esperando en una de las callejuelas de camino a su casa. Vestía su habitual chaqueta negra, la misma que se había puesto esa misma mañana y cuando llegó a su altura, empezó a caminar a su lado.

- ¿Quieres que te acompañe a casa?

- Vale…Pensé que querrías hacer algo

- ¿Tú quieres?

- Bueno, quizá hoy no.

- Lo suponía.

Caminaron en silencio unos minutos, no era uno de esos silencios molestos e incomodos en los que parezca que alguien tiene que decir algo para llenar el vacío que se produce entre las dos personas. Era uno de esos silencios que te permitían disfrutar de la relación con la otra persona, donde la compañía lo era todo, sin necesidad de palabras ni contacto.

Llegaron a la puerta del condominio donde Sumire vivía y se quedaron parados unos minutos ahí. Se miraron a los ojos, sin saber muy bien qué paso dar ahora que ya habían retomado su relación. Mitsuki temía hacer algo que la espantase, aunque en el fondo de su alma solo quería besarla, con la duda de no poder soltarla si empezaba. Para ella era algo parecido, pero supuso, por un momento que ella era la que ponía algo de contención en toda la relación. Sin pensarlo mucho más, depositó en sus labios un beso tierno y rápido antes de meterse dentro de su apartamento. Cerró la puerta detrás de sí y sonrió, viendo por la ventana cómo Mitsuki hacía lo mismo antes de irse corriendo.

De la noche a la mañana eso se convirtió en una especie de rutina, por la cual volvían siempre juntos del laboratorio hasta la puerta de su apartamento. Algunos días salía después del trabajo con las chicas y otros se quedaba en casa leyendo o simplemente haciendo otras cosas. Los días iban pasando y los besos que al principio eran tímidos empezaron a tener un poco más de profundidad, de pasión y de compromiso.

Mitsuki esperaba despacio a que ella diera los primeros pasos, respetaba sus ritmos y escuchaba todo lo que tuviera que decirle. Quería más y un instinto le decía que ella también lo quería, pero no se atrevía a plantear las cosas por miedo a parecer demasiado interesado en solo una cosa.

Pero ese idilio de laboratorio no podía durar para siempre. Esa rutina de besos dosificados en un corto paseo a casa, se vería interrumpida por algo mayor. Era evidente que en el laboratorio Mitsuki era un apoyo más que un empleado y que el Octavo no tardaría en llamarle a alguna misión que le tendría fuera días, incluso semanas. Pero ninguno de los dos adolescentes había pensado en eso. Solo vivían por el aquí y el ahora. Esa forma de ver el mundo sin pensar en el mañana era parte de su forma de vivir.

Eso se le pasó por la cabeza a Sumire en el momento en el que Mitsuki apareció en la puerta de su casa a última hora de la tarde para informarle de que al día siguiente se iría a una misión que duraría semanas y que no sabía muy bien cuándo volvería.

Le invitó a pasar, con la idea de que sus vecinos no cotillearan lo que estaba pasando en el rellano y, sentados en el sofá, empezaron una de esas conversaciones torpes que siempre tenían cuando estaban nerviosos.

- Solo quería despedirme, no sé muy bien cuándo volveremos -dijo Mitsuki, como siempre de manera breve y tajante.

- Sí…qué tonta pensar que podríamos hacer lo de siempre todos los días… -Sumire intentaba contener las lágrimas, pero su voz quebrada la delataba.

-Bueno, soy shinobi, esto es mi trabajo.

- Supongo…

Había algo dentro de ella que le oprimía, no sabría decir si era rabia, dolor o un sentimiento de engaño por el cual Mitsuki no podría ser culpado, puesto que tenía que haber previsto todo eso.

- No quiero irme y que te quedes triste -empezó a decir Mitsuki. Sabiendo lo que suponía romper el silencio y, con él, todo el sobrepensamiento de su amiga.

- No estoy triste, es solo que te voy a echar mucho de menos. ¿Y si no vuelves?

- Claro que voy a volver, no puedo dar muchos detalles, pero es una misión de reconocimiento, todos vamos a estar bien.

Apenas sollozaba, sus lágrimas eran silenciosas. Apoyó su frente contra el hombro del chico que pasó el brazo por su cintura. Dejó que se tranquilizara un rato, escuchando los latidos de su corazón mientras que con la otra mano le acariciaba el pelo, echando para atrás los mechones que tapaban su cara. No pudo evitar posar sus labios en la frente de Sumire, bajando poco a poco por la mandíbula hasta que los dos se fundieron en un beso pasional. Sentía la humedad de sus labios en los suyos, el beso era tierno, suave, fluido y algo le decía que no estaría bien simplemente continuar.

- Haré lo que sea para que te sientas mejor -lo dijo sin pensar, como si estuviera en su mano ese "lo que sea".

- ¿Puedes quedarte a dormir? -la respuesta fue tan impulsiva como la pregunta, pero en los dos algo se aliviaba al hacer forzado esa situación.

- Claro, pero me iré antes de que amanezca, salimos a primera hora de la mañana.

Volvieron a besarse como si el beso de antes no se hubiera interrumpido nunca. Era un beso tranquilo, sentido, como si no tuvieran prisa por comerse el uno al otro, simplemente se perdían en los labios del otro, separándose de vez en cuando para respirar, para mirarse a los ojos o para acariciar la cara del otro.

Pasaron del sofá a la cama sin saber muy bien cómo y retomaron los besos, las caricias y los abrazos y sin que se dieran cuenta, sus manos empezaron a viajar por otros lugares, de la cara pasaron a los brazos y poco a poco fueron bajando por la espalda, la cintura y una sensación de nerviosismo volvió a invadir a Sumire.

Mitsuki lo notó, como lo había hecho otras veces. Y no se podía decir que él mismo no estuviera nervioso, pues lo estaba, pero sus ganas de seguir adelante superaban sus nervios. Por un momento, decidió ponerle la misma estrategia que hubiera puesto en cualquier otra misión y se apartó, simplemente abrazando a la chica.

- ¿No quieres continuar? -preguntó Sumire, que estaba dispuesta a dejar de lado sus nervios si así se lo pedía él.

- Sí, claro que quiero.

- ¿Entonces?

- Quizá es mejor cuando vuelva…tendremos más tiempo.

Sumire se relajó pensando que todavía era pronto, aunque una parte de ella quería seguir adelante y ver hasta dónde podían llegar, temiendo llegar más lejos de lo que ella misma podía. Así en esos pensamientos que no llegaban a ningún lugar los dos se quedaron dormidos, abrazados el uno al otro, temiendo la llegada de la mañana.

Así, amaneció al día siguiente en una cama vacía y con una nota que ponía "no quería despertarte". Ahora la espera había empezado.

Bueno, como podéis imaginar ya queda muuuy poco. Intentaré subir y actualizar la próxima vez un poquito antes, no me gusta que tengan que esperar tanto tiempo.

Muchísimas gracias por haber leído hasta aquí, para mí es genial que me lea alguien, aunque sea una o dos personas.

Es posible que tarde un poco más de dos semanas en actualizar porque itnentaré hacer un capítulo un poco más largo de lo normal.

¡Hasta la próxima!