La terrible experiencia de aquella noche marcó el inicio de una relación que crecía lentamente, como una pequeña planta. Grant empezó a visitar el café con más frecuencia, y cada vez que su trabajo se lo permitía, se ofrecía a acompañar a Beth durante los cierres y llevarla a casa. En el trayecto, compartían historias y se conocían más, descubriendo distintos matices de sus vidas. Para Beth, cada día se convertía en una cuenta regresiva para volver a verlo, mientras que Grant encontraba en los momentos que pasaban juntos una razón más para anhelar regresar de sus viajes
—¿Por qué tanta prisa? ¿A dónde vas? —preguntó Jimmy, intrigado al ver el apremio de Grant por salir de las instalaciones.
—¿Quién eres, mi madre? —respondió Grant con malicia, mostrando su buen humor.
—Oye, solo es una pregunta amistosa —se quejó Jimmy, levantando las manos en señal de rendición.
—Tengo que ir a ver a alguien —preguntó Jimmy, acercándose con curiosidad.
—¿Estás saliendo con alguien? ¿La conozco? ¿Es bonita? —preguntó Jimmy, acercándose con curiosidad.
—¿Y ahora eres policía? Estás haciendo demasiadas preguntas —replicó Grant, cruzando los brazos con una mueca divertida.
—Vamos, Curly, somos amigos —insistió Jimmy, sonriendo de manera cómplice.
Grant gruñó y rodó los ojos con fastidio.
—Sí, la conoces... sí, es preciosa... y no le agradas para nada —dijo, puntualizando con sus dedos.
Jimmy frunció el ceño pensativo, y su mirada se iluminó con un destello de comprensión.
—¿Es la mesera del café? —exclamó sorprendido, levantando las cejas.
—No —respondió Grant, sacudiendo la cabeza.
Jimmy pensó un poco más, su expresión cambió a una de desagrado.
—¿La jefa?
—Así es —afirmo Grant relajado.
—Demonios, qué suerte. Seguramente le gustan tus halagos —dijo Jimmy con sarcasmo.
—Jimmy —entonó Grant con severidad.
—Estoy bromeando... ¿entonces estás saliendo con ella? —preguntó Jimmy, con un atisbo de interés en su voz.
—No, solo somos amigos —aclaró Grant, haciendo un gesto con la mano.
—¿Amigos? —se burló Jimmy—. No puedes ser amigo de una mujer... al menos no de una que se vea así.
Grant le lanzó una mirada amenazante, alzando una ceja.
—Es broma, es broma —se apresuró a decir Jimmy, levantando una mano en señal de paz.
Aunque le resultaba molesto, Grant no había considerado realmente lo que su amigo Jimmy le había planteado: ¿qué era lo que buscaba con Beth? ¿Serían amigos para siempre, o había en él un deseo de que su relación evolucionara hacia algo más? Se preguntó si ella sentiría lo mismo que él, más allá de un simple sonrojo o un escalofrío. ¿Sentiría las clásicas mariposas en el estómago que él experimentaba cada vez que la veía?
Grant dejó las instalaciones y se dirigió al café, como de costumbre, después de regresar de un largo viaje. Tenía la intención de acompañar a Beth esa noche. Sin embargo, su plan se desmoronó al llegar y darse cuenta de que ella no estaba.
—Hola, Alison. Buenas noches —saludó Grant con una sonrisa gentil.
—Hola, vaquero, has vuelto pronto —respondió ella, limpiando un vaso con un trapo.
—Sí, ha sido una entrega rápida. ¿Está Beth por allí? —buscó con la mirada detrás de la mesera—. ¿Podrías avisarle que estoy aquí?
La sonrisa desvanecida de la mesera captó la atención de Grant; ella titubeó antes de contestar.
—Imagino que, por la pregunta, no has hablado con ella —dijo en tono serio.
—¿A qué te refieres? —inquirió Grant, sintiendo que la inquietud se apoderaba de él.
El cambio en la expresión y la indecisión al responder preocuparon aún más a Grant.
—Beth no ha venido al café, Grant. Ella... perdió a su abuelo hace tres semanas. —dijo Alison con tristeza.
Grant sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Apenas había regresado y no había podido comunicarse con ella, lo que intensificaba su apremio por verla.
—Te sugiero que vayas a su casa. Ella está devastada. —aconsejó Alison.
Grant, sin pensarlo dos veces, llegó a la casa de Beth. Tocó el timbre, pero nadie respondió. Golpeó la puerta con fuerza y gritó su nombre, con la esperanza de que pudiera escucharle. Después de unos instantes, sintió que la puerta se abría. Beth apareció ante él, y su expresión era completamente opuesta a la hermosa sonrisa que siempre le daba la bienvenida tras sus viajes. El brillo en sus ojos se había apagado; lo único que transmitían era dolor y cansancio.
Grant se acercó a ella, y ella solo lo miró por un momento. Sus ojos se cristalizaron, sus labios comenzaron a temblar y, sin pronunciar una palabra, se aferró a él con fuerza, buscando el consuelo que no había encontrado en los brazos de nadie desde la muerte de su abuelo.
Grant la envolvió con sus brazos de manera protectora; él conocía bien el dolor que ella estaba viviendo. Acarició suavemente su cabeza, sin pronunciar una sola palabra, mientras la escuchaba llorar. A veces, las palabras sobran cuando lo que se necesita es desahogarse.
Una vez calmada, Beth se sentó junto a Grant en el sofá. Fijó su mirada con un aire melancólico en una foto colgada en la pared, donde aparecía ella junto a su madre y su abuelo. Grant la observaba con compasión, sintiendo el peso de su nostalgia.
—Siento que ya no soy la misma persona… Jamás en mi vida me he sentido tan sola —dijo mientras las lágrimas luchaban por salir.
—No estás sola, Beth. Me tienes a mí —pronunció Grant con un tono suave y compasivo, buscando su mirada.
Ella se giró para mirarlo, sus ojos reflejaban tristeza, pero también un atisbo de conmoción.
—Siempre y cuando tú me lo permitas, estaré contigo —dijo Grant, posando una mano sobre la de Beth, que descansaba en su regazo.
Ella, consciente del gesto, pero sin saber cómo responder, apoyó su otra mano sobre la de él, intentando esbozar una sonrisa y finalmente reconociendo sus palabras. Luego, se inclinó suavemente, apoyando su cabeza en su hombro. Grant la envolvió con su brazo, atrayéndola hacia él en un intento de aliviar el dolor que ocupaba su corazón.
Seguimos explorando el pasado de Beth y Grant.
Quiero resaltar que me gusta construir las relaciones amorosas despacio, creo en una conexión a primera vista, pero creo que esas conexiones se fortalecen cuando conoces más a esa persona.
Muchas gracias por leer.
