Hola a todos antes de empezar quisiera decirles muchas gracias por apoyo y los concejos que me han dado para mejorar el fic (en especial a banghg) bueno eso es todo (si, soy alguien de pocas palabras :/ ) disfruten el capítulo.


Capítulo 6

Nuevas amistades

Era una mañana normal en la casa loud, las chicas se estaban preparando para ir a sus respectivas escuelas a excepción de una, quien estaba sentada en el sofá hasta que su hermano bajó las escaleras y lo convenció para que fuera caminando a la escuela con ella. Cuando los chicos cruzaron la puerta, Lincoln se dio media vuelta y gritó.

—¡Me iré a la escuela caminando, Linka va conmigo!

Pero debido al ruido producido en el segundo piso, sólo los señores Loud y Lola, quienes estaban en las escaleras pudieron escucharlo.

«Esta es mi oportunidad» pensó Lola.

—¡Chicas! Reunión de emergencia.

De pronto, todas las chicas que estaban en sus respectivas habitaciones salieron al pasillo.

—¿Qué pasó hermana? —Preguntó Luna.

—Todavía no hemos hablado sobre Linka, ella se está sobrepasando con nosotros y ni siquiera sabemos de dónde viene.

—¿A qué te refieres? —Dijo Leni confundida.

—Lo que quiero decir, es que ella nos trata como si no existieramos, ni siquiera intenta hablar con nosotros, quizás nos odia —Dijo lola enfadada.

—No creo que sea así Lola, ayer me perdonó por haberle hecho una broma que era para Lincoln —Respondió amablemente Luan.

—Yo estoy de acuerdo con Lola, nos trata como si fuéramos basura, además, ni siquiera sabemos porque ella está aquí —Lynn respondió enojada.

—No lo sé chicas, ella me dejó tomarle las medidas para hacerle unos vestidos. Como que es linda a su modo —Mencionó Leni.

—Yo creo que deberíamos darle un poco de espacio para que se adapte. Quizás sólo no está acostumbrada a tanta gente reunida —Dijo Luna.

—Estoy de acuerdo con Luna —Todos se asustaron por la repentina interrupción de Lucy—. Ayer estuvo casi todo el dia en su habitación leyendo.

—Yo estoy de acuerdo con Lola, ella no puede tratarnos asi, somos su familia ¿no? —Dijo Lana.

—Chicas, calmense. ¿Saben? papá y mamá me dijeron que no les tenía que contar, pero viendo los problemas que están teniendo con ella, se los tendré que decir —Lori se tomó un momento antes de continuar—. Linka tuvo que venir con nosotros porque la mujer que la cuidaba tuvo un accidente y no había nadie quien la cuidara. Aunque ella no quiere estar con nosotros, eso no significa que nosotras debemos tratarla mal, al contrario, deberíamos hacerla sentir lo menos incómoda posible —Aclaró Lori.

Ya chicas, se nos está haciendo tarde, tenemos que irnos —Ordenó Lori.

Las chicas se dispersaron para terminar de prepararse para la escuela. Lola frustrada de no conseguir el apoyo de sus demás hermanas, se cruzó de brazos y no se movió de su lugar.

«¿Por qué la dejan en paz? ¿acaso no entienden que si no hacemos algo, ella nos seguirá tratando de esa manera? Aunque ella esté obligada a estar con nosotros, debe aprender quién manda... debe haber algo que pueda hacer, ¡tengo una idea!»

Lola se dirigió a la habitación de Lynn y Lucy. Al abrir la puerta vio que no había nadie, por lo que rápidamente Lola empezó a revisar la maleta de Linka, el cual estaba a los pies del camarote.

«Aquí no hay nada valioso, ni siquiera un diario, sólo ropa de mal gusto.»

Lola subió las escaleras del camarote para inspeccionar la cama de Linka.

«Debe de haber algo, lo que sea, un estúpido peluche o una foto»

Al levantar la almohada, vio un libro pequeño.

«Debe ser su diario. Al fin me la pagarás.»

Al inspeccionar la portada del libro, pudo leer el título de este.

«Maldición, sólo es el estúpido libro que mencionó Lucy. Quizás dentro podría encontrar alguna foto o algo.»

Lola al ver la contraportada, pudo leer un pequeño mensaje escrito con una firma.

"Linka, aunque estos años no he podido ir a visitarte, quiero que sepas que te quiero y nada puede cambiarlo. Cuando vuelva a Canadá, la primera cosa que haré será ir a verte."

«Es de hace un año, pero será suficiente para darle una pequeña sorpresa.»


Lincoln despertó y al darse cuenta que Linka no estaba, se giró para luego percatarse de que ya estaba despierta. Ella tenía puesto un pijama parecido al de Lincoln, pero en vez de naranja, este era celeste con rayas blancas. Lincoln se quedó apreciando el pijama de Linka un buen rato, pero rápidamente dio la vuelta cuando ella se dispuso a cambiarse los pantalones. Linka se percató de esto y no pudo evitar soltar una carcajada.

—Para vivir con tantas chicas, si que eres vergonzoso —Dijo burlándose de su hermano.

—No es lo mismo... apenas nos conocemos —Dijo Lincoln avergonzado.

—¿O sea que estás acostumbrado a ver a tus hermanas en ropa interior? —Preguntó con ironía.

—¿Qué? Por supuesto que no, no me mal interpretes —Dijo enojado Lincoln. Se dio media vuelta para ver a Linka con una mirada molesta, pero al darse cuenta de que se estaba abrochando sus sostenes, volvió a dirigir su mirada hacia la pared sonrojado.

—Como quieras. Falta una hora y media para que comiencen las clases, comeré algo y me iré a la escuela. Avisale a los demás para que no piensen que me escapé —Mencionó casi sin ganas.

—¿Puedo acompañarte? —Dijo dudoso Lincoln.

—De acuerdo —Linka soltó una carcajada y continuó—. Parece que el perro se quiere sacar la correa.

Lincoln volteó una vez más y le soltó una mirada molesta a su gemela y ella en respuesta sólo levantó los hombros.

Lincoln se sentó en la cama y al ver que Linka ya estaba lista, soltó.

—Linka, hay algo que me ha estado molestando desde ayer —Dijo tímido Lincoln.

—¿Qué cosa?

Lincoln tragó algo de saliva antes de continuar.

—¿Desde cuándo empezaste a fumar?

—Eso… pues bueno… te lo diré, pero espero que no le digas a nuestras hermanas o a nuestros padres, sino éstos me empezarán a dar sermones.

—Por supuesto que no se lo diré a nadie, somos amigos ¿no?

Linka se avergonzó por las palabras de su hermano y se sentó en la orilla de la cama.


Linka estaba sentada en los columpios, viendo cómo los niños que estaban en el parque jugaban con sus padres.

«Ojalá papá todavía estuviera en casa para jugar conmigo. Siempre que jugábamos en los columpios me empujaba hasta llegar bastante alto.» pensó amargamente Linka mientras se ponía de pie.

Linka sintió como un escalofrío pasaba por su cuerpo «ya es tarde y hace bastante frío, tengo que volver a casa.»

Cuando se estaba alejando del parque, no pudo evitar recordar lo pocos momentos felices que tenía con su padre. Cuando tenia una vida normal, cuando era feliz.

De un momento a otro, no pudo evitar recordar a Edwin. Esto hizo que empezara a llorar.

—¿Por qué estoy llorando? ¿acaso tan patética soy? —Se secó las lágrimas con su suéter—. ¿Llorar por alguien que murió hace dos años?, tienes que superarlo, se lo prometiste —Se dijo Linka a sí misma.

Linka al entrar en su casa vio como su madre estaba durmiendo en el sofá con la televisión encendida. A su lado estaba una pequeña mesa de madera en la que había un control remoto, un cenicero, un paquete de cigarros y un encendedor.

«Mamá siempre se relaja después de fumar... quizás también me ayude a calmarme»

Temblorosa, sacó con cuidado uno de los cigarros que estaban en la caja. Al sacarlo, rápidamente lo guardó en su bolsillo y observó a su madre para asegurarse que todavía estuviera dormida. Al confirmar esto último, sacó rápidamente el encendedor y salió al jardín trasero de la casa.

El jardín no era muy grande, parte de este lo ocupaba casi en su totalidad un cobertizo que albergaba todas las herramientas del jardín, además de algunos objetos que no utilizaban tales como una aspiradora, linternas y unas cajas polvorientas que guardaban libros viejos.

Linka como si la estuvieran persiguiendo, rápidamente se ocultó en el cobertizo y con cuidado sacó el cigarro para ponerselo en su boca. Se dio cuenta de que estaba temblando, no por el frío, sino de miedo. Con mucha dificultad pudo prender el encendedor y al tomar la bocanada de humo, sintió un sabor amargo y desagradable. Cuando el humo pasó por su garganta hasta llegar a sus pulmones, sintió que éstos ardían y al instante Linka empezó a toser al punto de casi vomitar. Incluso tenía los ojos un poco llorosos. Cuando se pudo recuperar apagó el cigarro para luego botarlo en el tacho que estaba cerca del cobertizo.

Mientras iba de vuelta a su casa, ésta se empezó a lamentar.

«Sabía que era una mala idea, no sé como los adultos pueden…»

No pudo continuar, ya que empezó a sentir un leve mareo que entorpecía sus pasos a tal punto que Linka tuvo que apoyarse en la puerta antes de entrar.

«Eso fue raro.» se dijo asustada.

Al entrar a la casa, Linka dejo el encendedor donde estaba y se dirigio al baño a lavarse la cara. Cuando se llevó las manos al rostro, pudo oler que su mano derecha estaba impregnada con el olor del cigarro, pero no era un olor desagradable, al contrario, era bastante adictivo, pero Linka se dio cuenta de que si dejaba que su mano continuara oliendo a cigarro, su madre se daría cuenta y esta la castigaria e incluso la golpearía por robarle. Así que minuciosamente, lavó su mano derecha para que el olor se fuera. Cuando pudo relajarse, sintió como su boca sabía extraño, como si todavía tuviera el humo de ese cigarro en su boca, así que rápidamente tomó su desgastado cepillo de dientes y cuidadosamente se lavó para que no quedara ese desagradable sabor.

Más tarde, después de prepararse su propia cena congelada y terminarla, Linka fue a su cama a dormir, ya que mañana tenía clases. Al estar recostada, no pudo evitar recordar la sensación de mareo.

«Es raro, me sentía mal, pero me gustó.»

Súbitamente recordó el olor de su mano y no pudo evitar llevársela a su nariz para ver si todavía quedaba algún rastro de ese olor tan embriagante.

Al día siguiente durante las clases, no pudo concentrarse, ya que no podía sacarse la idea de fumar otro cigarro sólo para aliviar la ansiedad que le producía recordar ese olor que tenía su mano.

Cuando llegó a su casa, rápidamente empezó a ordenar la sala para que su madre no la castigara, pero realmente lo que la motivaba era poder robarle otro cigarro.

Linka al terminar de ordenar, vio que faltaban un par de horas antes de que su madre llegara. Pensó en ir al parque durante ese tiempo, pero decidió quedarse en la casa por la mínima posibilidad de que ésta volviera antes.

Cuando Miriam llegó a casa, empezó con su rutina diaria: Sacar de dos a cuatro cervezas del refrigerador e irse al sofá a beberlas mientras fumaba uno o dos cigarros. Normalmente caía dormida después de terminar sus cervezas.

Linka pacientemente esperó en su habitación y cada media hora pasaba a ver a su madre para verificar que ésta estuviera dormida. Al pasar tres horas, Linka se percató de los ronquidos de su madre, por lo que rápidamente fue hacia la mesa donde estaban los cigarros y ágilmente sacó uno junto con el encendedor. Se dirigió al cobertizo y encendió el cigarro.

Sentía como toda esa ansiedad por fumar se desvanecía y Linka al fin pudo relajarse. Pero esto no evitó que volviera a sentir como su garganta y pulmones volvían a arder. Linka empezó a toser, pero en menor medida que el día anterior. Esperó un momento para poder recuperar el aliento y luego continuó con su cigarro.

Los días continuaron casi iguales, a excepción de los malestares de inhalar el humo, los cuales se hacían cada vez menos notorios.

Había momentos donde su madre se olvidaba de comprarlos, motivando a Linka a robarle el dinero para que esta tuviera su propia caja de cigarros y así no dependiera de su ella para fumar. A veces, cuando iba a comprarlos, convencía a los vendedores diciéndoles que era para su madre y si estos se negaban a venderle, siempre usaba la excusa de que sería castigada si no los llevaba.


—Y cuando me di cuenta de que estaba fumando casi todos los días, decidí que sólo fumaría cuando me sintiera mal —Dijo Linka algo avergonzada.

—Ya veo, gracias por contarme —Dijo Lincoln alegremente.

—Entonces, ¿te vas a levantar o te tengo que esperar al igual que ayer? —Dijo Linka algo molesta.

—De acuerdo, no te impacientes, que es bastante temprano.

Los chicos fueron a la sala a desayunar y cuando terminaron se fueron a recoger sus mochilas que estaban en la habitación de Lincoln y al salir se toparon con Lori, quien recién salía de su habitación para dirigirse al baño.

—¿Por qué se están yendo tan temprano? literalmente casi todos recién se están levantando.

—Mira Lori... no a todos nos gusta ir en una van en la cual apenas se pueden estirar los pies. Por eso prefiero caminar y el bueno de Lincoln me quiere acompañar, así que puedes gastarte toda la mañana escribiendole a tu noviecito sin el resentimiento de que tus hermanas lleguen tarde a la escuela, adios.

Lori soltó una mirada de furia a Linka, pero la peli blanca no mostró preocupación alguna.

—Esta bien, hace lo que quieras —Dijo molesta Lori.

Los chicos bajaron la escalera para luego salir por la puerta.

—Linka, ¿no crees que eres un poco "hiriente" cuando te diriges a los demás?

—Lincoln, sí sólo le hubiera dicho a Lori que nos íbamos a la escuela sin más, ella intentaría convencernos de que nos fuéramos juntos.

—¿Pero no bastaría simplemente con un "no gracias, prefiero ir caminando?"

—¿Y por qué no se lo dijiste tú si eso era lo más correcto? por otro lado, así mañana no nos volverá a hacer la misma pregunta, porque recordará que no me gusta ir en la van.

—Para la próxima puedes ser mas amable

Linka soltó un suspiro.

—¿Para qué? A mí no me agrada Lori. Es demasiado molesta con su teléfono, nunca se aburre de hablar con su noviecito y como las hojas de un libro son más gruesas que las paredes de esta casa, puedo escuchar casi toda su conversación.

—Aunque no lo creas, las personas que parecen malas o irritantes no lo son, sólo necesitas paciencia con ellas para llegar a conocerlas.

—¿Para que después se aprovechen de mí? No gracias.

—Aunque sea, puedes llevarte bien con alguien aparte de mí, quizás las demás personas si quieren ser tus amigos y no son egoístas como tú piensas.

—Está bien, intentaré llevarme bien con alguien en la escuela.

—¿De verdad?

—Sí, solamente para que no me sigas molestando.

El día transcurrió con tranquilidad, hasta que llegó la hora de almuerzo. Lincoln y Clyde estaban caminando en la cafetería en busca de Linka, pero la vieron acompañada de otra chica y cuando Lincoln se dio cuenta de quién era esa chica, rápidamente se sentó en una mesa que estaba lejos de ellas.

Clyde estaba confundido por la actitud de Lincoln.

—¿Lincoln, por qué te sentaste? Linka está por allá —Preguntó algo confundido Clyde.

—Lo sé Clyde, pero necesito que te sientes.

Lincoln agarró el brazo de su amigo para sentarlo a su lado.

—¿Acaso no sabes con quién está Linka?

Clyde forzó su mirada para intentar reconocer a la chica que estaba al lado de Linka, pero fue en vano, ya que solamente podía verle la espalda.

—Desde aquí no puedo ver quien es.

—Es Ronnie anne, es la última persona que esperaba que estuviera con Linka —Dijo Lincoln asustado.

—¿Qué tiene de malo?

—Linka no sabe que ella es una bravucona y cuando lo sepa, posiblemente empiece una pelea.

—Entonces nos quedamos aquí a observarlas, por si las cosas se descontrolan.

—Exacto.

Cuando terminó el almuerzo, nada en particular había ocurrido y la tarde transcurrió tranquilamente hasta la hora de salida, donde Lincoln al percatarse que su gemela se dirigía sola a casa, fue a acercarse para hablar con ella.

—Hola Lincoln, pensé que ibas estar pegado a mí durante la hora de almuerzo, pero nunca apareciste, ¿qué te pasó?

—Bueno, es que te vi acompañada y no quería interrumpirlas.

—¿Sabes?, tenías razón sobre las personas, la chica con quien estaba se llama Ronnie anne y está en nuestra clase. Es bastante divertida cuando la conoces.

—Normalmente ella puede llegar a ser algo problemática cuando está con las demás personas —Dijo Lincoln algo nervioso.

—Eso ya lo sé, ¿cómo crees que la conocí?, al parecer intentaba amarrar mi cordones entre ellos para hacerme caer y cuando la descubrí iba a decirles unas cuantas cosas "amables", pero recordé tus palabras y en vez de insultarla empecé a hablar con ella.

—Eso es genial Linka, me alegro por tí.

—Bueno, no es la gran cosa, ¿pero sabes?, ella sólo molesta a las demás personas para llamar su atención. Esa chica al parecer no sabe cómo decir "hola".

—¿Y de qué conversaron?

—Pues nada interesante, hablamos de las cosas que nos gusta hacer, nuestros compañeros de clase y… ¿por qué te interesa?

—Es bueno verte hacer amigos—. Dijo Lincoln con una sonrisa

Linka desvió su mirada para que Lincoln no pudiera ver que se sonrojó.

Cuando llegaron a casa, los gemelos decidieron ir cada uno a su propia habitación, pero Linka al no tener su libro para pasar la tarde, fue al primer piso para ver televisión y así pasar la tarde más rápido. Pero fue en vano, ningún programa le gustaba, todos los sentía repetitivos y sin creatividad.

Derrepente, apareció Lana corriendo por la sala persiguiendo a Charles, quien huía de ésta con un objeto en la boca.

Linka al ver a Charles, vio que tenia un conejo de peluche blanco. Éste se le hizo familiar, lo había visto en la cama de Lincoln el día anterior cuando ésta se fue a dormir a la habitación de su hermano. Aquella vez cuando vio el conejo reposando sobre la almohada, pensó que era de algunas de sus hermanas, ya que le era imposible pensar que Lincoln todavía durmiera con animales de felpa. Así que lo había tomado y dejado en el suelo para que así no le estorbara.

—Eh... disculpa niña —Dijo Linka.

Lana se sobresaltó. La chica a quien le temía se dirigió hacia ella, por lo que al verla a la cara, preguntó algo temerosa.

—¿Me.. me hablas a mí?

—Por supuesto ¿acaso no ves a nadie más cerca? —Dijo Linka aclarando la obviedad.

—¿Q.. qué quieres?

—¿De quién es ese conejo de peluche? —Dijo señalando a la boca del perro.

—Es de Lincoln, cuando llegué, Charles ya lo tenia, parece que le gustó porque he estado intentando quitarselo apenas lo vi.

Linka estaba desconcertada.

«¿Por qué Lincoln tendría un conejo de peluche? ni que tuviera 5 años»

Linka se levantó del sillón y se dirigió a la cocina —Quizás necesites otra perspectiva de la situación.

—¿Perspectiva? ¿a qué te refieres? —Preguntó confundida Lana.

—Ver las cosas desde otro punto de vista.

—¿Eso cómo me ayudará a quitarle el juguete a Charles? —Dijo escéptica Lana.

—Primero tienes que saber lo que le gustan a los animales.

—Eso es fácil. Dormir, jugar y comer.

—Ahora Charles está jugando, eso quiere decir de que si se duerme o va a comer, se olvidará del conejo —Aclaró Linka.

—Cierto… —Susurró Lana.

Linka abrió el refrigerador para sacar una lata con comida para perros. Dejó la lata a un lado y en el cajón de los cubiertos encontró un abrelatas, con éste sacó la tapa de metal y lo vertió en el plato de Charles que se encontraba cerca de la puerta que conectaba con el patio.

—¡Charles! ¡Ven chico! Sé que tienes hambre —Le habló como si estuviera animando a un bebé.

Charles obedeció el llamado, pero no quería entrar a la cocina, ya que todavía tenía el peluche en la boca.

—Charles parece que no tiene hambre, habrá que esperar hasta que se duerma para quitarselo —Aclaró Lana decepcionada.

—No necesariamente, él no quiere venir a comer porque estamos nosotras pero si salimos al patio… —Tomó del hombro a Lana y juntas se dirigieron a la puerta de la cocina.

Apenas cruzaron la puerta que conectaba al jardín con la cocina, Charles rápidamente fue por el plato servido que le dejó Linka, dejando el conejo a un lado para empezar a comer. Linka cuidadosamente se acercó al perro para arrebatarle el conejo de peluche que estaba a su lado. Charles al darse cuenta, empezó a lanzarse contra Linka para quitarle el juguete, pero era inútil por ser tan pequeño.

—Aquí está… disculpa ¿cómo te llamabas?

—Me llamo Lana y muchas gracias Linka, pensé que Charles nunca me iba a devolver el peluche de Lincoln —Mencionó aliviada.

«Pues Linka no estan mala como pensé, quizás Lori y Luna tengan razón. Sólo necesita más tiempo con nosotros» pensó alegremente Lana.

—No hay de que. Si me disculpas veré que hay en la televisión —Dijo algo desanimada Linka.

—Linka... ¿Quieres que te enseñe las demás mascotas de la casa? —Preguntó algo tímida Lana.

—De acuerdo.

Fin del capítulo 6